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~··-

'Fecha

13.02.2018

'Seed6n

Librerías delmundo

no de los

génerosllt~rcrio)

que más me gustan son las

·

memorias v las aurobtograífas. en pocos rexcos como

e'1

aquellos sepuedepercibir

con

niayor intensidad el ansia

humana de ser recordado, nuesrra tnnata necesidad de

mirarnos

al

espejo

y

la necesidad

de

senrtmos presences.

Las me1norias son

un

genero peculiar a n.edto camino

encre la novela. por cuanio el recuerdo es sie

~7pre

retnvenclón del pasado

y

quten cuenca el suyopropio hace rnec culpa o se

fusttflca y el reportate

porque

si

bien

reconstruye.

no

puede

del

wdo

menfir.

Sin embargo.

m~

que en cualquier orro formato.

el estilo lo dice todo. Se rrata pues. de una especie de

epitafio amplísimo de la manera en que el memo–

rialista quiere ser recordado. pero también. una bo–

tella con un mensaje al inmenso mar del olvido de

aquello cuanto nos ha pasado y no queremos que se

pierda.

Borges decía. con toda razón. que la inmonalldad

no debiera preocuparnos porque no depende de no–

sorros. sino de quienes quieren recordarnos. Por eso

he disfrutado tanto las memorias de HéctorYeúlover.

reyde los libreros bonaerenses durante décadas.

Yeúlover no quiere justlflcarse. no tiene por qué

nl

de qué.

m~

bien quiere dejar constanda de aquello

que le pasó y que no desea que se pierda en aquel

mundo cambiante de los libros en el que ya adiVina

sus

transformaciones (Yeúlover murió en 2003). y. so–

bre todo. es un canto al libro como objeto. como for–

ma de vida ycomo camino de diálogo.

Sus memorias no son

un

anecdotario. son una

mezcla rarísima ydelidosa. enrre los rrabajos del li–

brero, desde el más.sencillo vendedor hasta el pro–

pietario de None. la célebre librería de Buenos Aires.

Personajes anodinos. grandes escritores. compra–

dores desaprensivos. locos y cuerdos. sabios e ig–

norantes se pasean por sus anaqueles y él observa

pasar el mundo con la ceneza de que todo está

alú.

en la librería. desde antes de que ocurra

y

para

siempre.

No pierde de vista que su tarea es vender libros.

que es escritor y promotor cultural. que es lector y

amigo de celebridades. ésas son cosas accesorias.

no vende libros

y

por eso. no sin dena amargura. de–

nota el espíritu de quienes leen y de quienes no lo

hacen:

Por eso dice }ustin.lano Reyes Dávila: "Cuando en–

tro en una

casa

yveo que ya tiene dos libros. sé que

allf

no podríavender

nl

uno". En 2014. Trama Editorial

reeditó las memorias que. originalmente.habían sali–

do

a

la

luz

en 1984.

Leerlas es adenrrarse en una época de las lerras

hispanoamericanas.en

lavida

cultural

de Argentinay

en el almade un hombre que.como pocos. supo jugar

con suvocadónysuVida al frente de su librería donde

lo leyó todo. incluso el almade los hombres. Es deno.

pocas cosas satisfacen tanto a un amante de los libros

como leer sobre librerías. orros libros y todo aquello

que ronday forma ese universo.

Pensando en las memorias de Yeúlover. en su lu–

cha por mantener una de las librerías ahora leónicas

de esa ciudad. me encuenrro ahora con una memoria

de una librería que es también simb6llca. pero está

enVIena.

Me salta a la Vista el distinto lugar que tienen las

librerías en las sociedades europeas

y

latinoamerica–

nas. de lamanera tan distinta en que el libro ocupa

un

lugar en nuesrras Vidas yde cómo nuestras carendas

económicas yeducativas no nos permiten poner este

artefacto mágico en el cenrro o en el lugar que mejor

pudieracorresponderle.

La

librería de Hartlieb es una apuesta. se lanza al

vado para consrrulr un sueño y la apuesta resulta. se

rrata de un canto a laalegriade la

cultura,

del esfuerzo

y de la conquista de los deseos. pero habla también

de cómo una sociedad se hace mejor en tomo a los

libros. cómo encuenrra en ellos alivio ycomprensión.

diálogo y contento.

·

La forma en que las librerías de barrio son fuen–

tes de equilibrio

y

de salud enrre quienes las rodean.

cenrro de encuenrro

y

refugio de memorias. Algo con

lo que cadavez contarnos menos en nuestras duda–

des Iberoamericanas. particularmente. lo digo por mi

experiencia personal. en la tan castigada Ciudad de

México. .

Hubo un tiempo en que las pequeñas librerías de

barrio tachonaban la geografía urbana. las habfa en

lugares privilegiados. cerca de parques -todavfa ex–

traño la Ubrería Polanco- . pero la librería de barrio

garantizaba el conocimiento enrre el librero y el lec–

tor. procuraba salud a la mente y el alma. conoda las

necesidades y procuraba como satisfacerlas. eso. en

resumidas cuentas es lo que hace Hartlieb y eso es la

enorme fonuna de su maravillosa librería.

Son esas diferendas de tiempo ylugar. de modo de

ser yhacer las cosas las que me ponen a pensar en lo

mucho que tenemos que rrabajarparahacer de nues–

rravida cultural el cenrro yno elescape. elnúcleoy no

la periferia de nuesrras preocupaciones.

Piglna

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