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13.02.2018
1Seccl6n
reocupa que el destino de la educación na–
cional se vea comprometido en el tumulto
irracional que suscita la campaña electoral.
En el caso de López Obrador, el futuro de la
educación se ha atado a la declaración que
este personaje hizo acerca de convocar a una
asamblea de maestros para hacer un plan de educación
"que garantice los derechos laborales de los maestros". -–
Todo esto se realizaría en el contexto de la campaña
electoral. Tiempo después el mismo candidato declaró
que en dicho cónclave participarían "todos los intere–
sados". Me pregunto: ¿será esto serio? ¿O es un ejerci–
cio más de retórica hueca? Si es serio, que nos diga el
tabasqueño quién en su reunión va a representar a los
padres de familia, a la sociedad civil, a los empresa–
rios, a las normales, a la UPN, a las universidades, etc.
Sabemos, sin embargo, que en realidad sólo tiene a su
lado a los agremiados de laCNTE y a los seguidores de ·
Elba Esther Gordillo. La educación no es patrimonio ni \
de líderes sindicales, ni de grupos atrabiliarios como la
CNTE. La educación es el activo más valioso de la na–
ción, es el servicio que el Estado ofrece a 25 millones
de niños y jóvene$, es el medio más poderoso con que
Gilberto Guevara Niebla
LA :ft
CRO
NI
CADEHOY
la comunidad nacional cuenta para construirse un futu–
ro de democracia y prosperidad.
Por lo mismo, no es admisible que esta actividad
tan
re–
levante se ponga en manos de grupos facciosos de du–
doso historial, que se mueven por resentimiento, inte–
reses personales o ánimos de revancha. Conocemos a
Elba Esther Gordillo. En el pasado reciente, la lideresa
del SNTE, con el apoyo del presidente Felipe Calderón,
promovió una reforma educativa (2008) que otorgó al
sindicato la facultad (inconstitucional) de co-gobemar
la educación pública aliado de la SEP.
En el proceso, la cúpula del SNTE se apoderó práctica–
mente del gobierno educativo y se instaló en el sistema
educativo un régimen de arbitrariedad y corrupción sin
paralelo desde la época de Miguel Alemán. ÉSe fue un
auténtico secuestro de la educación nacional por cuen–
ta de una agencia privada (el sindicato) y de una per–
sona que por la ostentación de sus riquezas y sus des–
plantes de poder conquistó para sf el descrédito social.
La reforma educativa se propuso, precisamente, romper
este orden de cosas y recuperar la rectoría de la educa–
ción nacional para el Estado. Lo que la reforma ha he-
-\:ho es combatir la corrupción en el sector educativo,
impedir que las plazas sean objeto de comercio impú–
dico, establecer un sistema impersonal yjusto para que
sean las personas que demuestren tener las competen–
cias necesarias las que reciban las plazas. Y lo mismo
con las promociones. Los concursos de oposición que
establece la Ley del SPD hacen imposible que los lfde–
res sindicales y los burócratas corruptos de las secreta–
rías de educación locales coloquen en los puestos de di–
rector y supervisor a sus amigos y cómplices.
La reforma educativa desmanteló de golpe una estruc–
tura de poder que se gestó desde la creación del SNTE
(1943) y, claro, por ese hecho convocó en su contra a
todos aquellos que vieron afectados sus intereses y pri–
vilegios. Los líderes de las secciones sindicales, enca–
bezados por la 22, se levantaron al unísono para pro–
testar contra una reforma que atentaba contra sus pri–
vilegios.
Lo que esos grupos sindicales quieren es volver al pasa–
do. Regresar la historia. Lo que la reforma hizo fue po–
ner al mérito
de
los docentes por delante y usarlo como
mecanismo para asignar estímulos y obtener reconoci–
miento. Con el fin de evitar que las plazas de maestro
sean
vitalici~.
que se hereden, y que el ejercicio de la
docencia llegue a estar en manos de personas que nun–
ca han tenido ni vocación ni competencias docentes
mí–
nimas
~n
el consecuente peligro para los niños- , el
SPD creó la evaluación para la permanencia.
Éste es el
quid,
el nudo de las discordias. Opino que la
evaluación para la permanencia puede discutirse, puede
modificarse, es posible cambiar sus términos, cambiar
su modalidad, pero derogar la reforma echando abajo
el Servicio Profesional Docente en su conjunto sería un
disparate histórico.