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12.01.2018 .
1
Trump contra lamariguana
El presidente Donald Trump está
cediendo elmanejo de la política
contra las drogas a Jeff Sessions,
su procurador general dejusti–
cia, un político archiconservador
y de mano dura contrael con–
sumo de enervantes. Durante la
campaña, Trump se alineó con el
ala
moderada republicana quien
considera que el uso recreativo
de
la
mariguana es una prerroga-
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tiva de los estados. Sin embargo,
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a raíz del pasado 4 de enero, la
· postura prohibicionista del pro-
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curador se convirtió en la línea
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del gobierno de Trump.
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Sessions publicó un memoran-
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do que termina con lo que era
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conocido como la directiva Cole,
una política del expresidente
Barack Obama que limitaba la
intervención federal sobre indi–
viduos y empresas que venden
mariguana para usos recreati–
vos, a pesar que para el gobier–
no federal seguía siendo una
sustancia prohibida. James Cole,
subprocurador general de Oba–
ma, publicó en 2013 un memo–
rándum con la intención de que
la
ley federal sobre narcóticos se
aplicara laxamente en los esta–
dos que habían legalizado lama–
riguana para usos recreativos.
La
directiva de Cole establecía
que el gobierno federal no debe–
ría interferir en los estados con
uso recreativo legal, siempre y
cuando éstos cumplieran cier–
tos requisitos como "prevenir la
violencia y el uso de armas de
fuego en el cultivo y distribución
de la marihuana". Desde el2012,
ocho estados más el Distrito de
Columbia (la capital) han lega–
lizado
la
mariguana para uso
recreativo: Alaska, California,
Colorado, Maine, Massachusetts,
Nevada, Oregón yWashington.
El objetivo de Cole era evitar
saturar el sistema judicial por
sentencias a infracciones meno–
res de drogas, las cuales son muy
costosas de implementar para
los estados y además poco efec–
tivas en
la
reducción de la oferta
y la demanda. De esta manera, la
política Cole estaba incentivando
a que otros estados legalizaran la
mariguana.
En
su anuncio del4 de enero,
Sessions declaró que los
minis–
terios públicos federales deter–
minarán si deben procesar a
cultivadores y distribuidores.
Más que una política efectiva
contra las drogas, la directiva
de Sessions genera confusión
sobre el alcance de las autorida–
des federales, afectando así el
mercado legal de
la
marihuana
para fines recreativos. Dados los
mensajes contradictorios a nivel
federal y estatal, se espera que
los habitantes de esos ocho es–
tados vivan en la incertidumbre
sobre la legalidad de consumir o
vender mariguana.
Más grave aún, el anuncio de
Sessions elimina incentivos ·
para el comercio legal. Mien–
tras
que Cole tranquilizaba a los
bancos sobre proveer servicios
financieros a los comerciantes
de mariguana, si cumplían con
leyes estatales; la incertidumbre
generada por el procurador Ses–
sions hace más difícil el acceso
a servicios financieros para los
comerciantes.
La
incertidumbre con los ban-
~
ElFinanciero
cos, se calcula, generará un des–
afortunado efecto dominó entre
los negocios legales de cannabis,
invitando a actores con una ma–
yor tolerancia al riesgo a entrar
en un mercado rentable donde
pueden ser acusados por el go–
bierno federal. Es decir, actores
criminales.
Esta decisión es otro ejemplo
de cómo el gobierno de Trump
se ha trazado aniquilar el legado
de Obama. El primer presiden–
te afroamericano asumió una
responsabilidad compartida en
la guerra contra las drogas, pues
reconoció no sólo el problema
de la oferta sino también de la
demanda en Estados Unidos. Al
abandonar el memorando Cole,
Sessions regresa
al
planteamien–
to de Richard Nixon y Ronald
Reagan, quienes se enfrascaron
en reducir la oferta y minimiza–
ron la importancia de la deman–
da. En su realidad simplificada,
Sessions busca contar una his–
toria donde los vendedores son
siempre miembros de grupos
criminales y los consumidores
víctimas indefensas que cayeron
en las redes de encantadores de
serpientes.
Notablemente, el anuncio de
Sessions llega en un momento en
que la popularidad de la lega–
lización de la mariguana va en
aumento.
De acuerdo con una encuesta
de Gallup, 64 por ciento de los
estadounidenses considera que
la mariguana debe legalizarse.
El anuncio de Sessions repre–
senta los últimos vestigios de
una política retrógrada e inefi–
ciente para reducir el consumo
y que va a contracorriente de
los esfuerzos progresistas de la
administración anterior, la cual
estaba en sintonía con el interés
ciudadano.