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13.02.2018
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Ricardo Anaya no explica qué tipo de cambio
propone, parece que sólo aspira al cambio de tipo.
El tipo de cambio
P
ara que el debate sea posi–
ble
y
rinda
algún
resultado
es necesario que quienes en
él participan compartan el sentido
de los conceptos que utilizan, de lo
contrario lo que tendremos es un
diálogo de sordos, como ocurrió
en las precampañas que acaban de
concluir,
y
puede
seguir
ocurrien–
do en las campañas que
están
por
iniciar.
Los
candidatos presidenciales
dicen proponer cambios. Ricardo
Anaya
le dijo aRené Delgado, en
entrevista
para
este
diario
(6/02/18),
"yo
representoun cambio",loque es
más
bien
una
muestrade egolatria
De
López Obrador (AMLO)
sabe–
mos que los cambiosque propugna
tienenquevercon
la
políticaeconó–
mica,
terreno en donde
su
propues–
ta es en lo fundamental un regreso
al pasado,
así
como
la
extensión
que
no
esun cambio,
de
la
política
social
de corte franciscano que puso en
práctica a
su
paso por el gobierno
del
DF. AMLO
quiere
echar
para
atrás
las
reformas
impulsadas en el
sexenio de
Peña
Nieto.
Así
comoen
los
autos
la
reversa está en
la
caja
de cambios, en
la
política también.
En
el terreno político
AMLO
y
Anaya
están
distanciados, casi
diría
que en las antípodas. Mientras que
el segundo habla de "cambiar el
régimen", del primero recuerdode
nuevo que en
2012
fui
testigo de
su
rechazo
explícito a
la
propuestade
Muñoz Ledo
y
Ebrard
para que se
comprometiera a nombrar un jefe
deGabinete comoprimeramedida
hacia un sistema semiparlamen–
tario. No
ha
cambiado de opinión,
AMLO quiere ser un Presidente
con todo el poder, a la
usanza
y
semejanza de los que gobernaron
a Méxicoemanados todos del PRI,
en
la
época
previa al pluralismo
y
el
equilibrio
de
poderes. Por sus
pro–
mesas
y
propuestas, es evidenteque
AMLO
se
imagina
como un
Presi–
dente todopoderoso que contará
con el incondicional respaldo del
pueblobueno, por
eso
la
división
de
poderes le tiene sin cuidado.
Donde
la
confusión impera es
en el
discurso
de Ricardo Anaya,
que no solo se asume como
perso–
nificacióndel cambio, sino que pre–
gonaque
su
diferencia anteAMLO
es "el tipo de cambio que
estamos
proponiendd', para luego ilustrar
su
pretendidadiferenciaconel
caso
de
la
construcción de
refinerías
en
México. Suena un poco
raro
que
ese sea el ejemplo invocado en
la
entrevista
antes citada, en
la
que
también se pronunciaa favor
y
ofre–
ct el gobierno de coalición, asunto
en el que tanto el candidato azul
(l'AN)
como sus aliados amarillos
(l'RD)
y
naranjas (MC) nos siguen
debiendo un planteamiento
más
claro.
A
menos que
admitan
que
en el nananana de los
spots
con el
niño
huichol se resume
la
densidad
de
su
ideología
y
proyecto.
Llevamos lustros escuchando
la
propuestade cambiode régimen,
que para la
izquierda
de
mi
genera-
ción(l>SUM-PMS) significabapasar
a un régimen parlamentario - o
semipresidencial- en que el Con–
greso designaría un jefe de Gobier–
no
y
el Presidente se encargaría de
asuntos limitados o francamente
protocolarios. El escepticismo de
pensadores comoCarlos
Pereyra
an–
te esa idea mantiene plena
vigencia
Los
sistemas políticos no son pro–
ducto del diseño de escritorio de
unoovarios notables, sinoproducto
de
la
historia,
tradiciones
y
valores
de una
sociedad
concreta. No creo
que anadie entJJsiasmever que enel
Senadodesignen al primer
ministro.
No existe
un
menú de regí–
menes de gobierno a disposición
del consumidor; lo que
hay
es una
gama
limitada de opciones, en las
que encontraremos ingredientesde
los dos principales
sistemas,
el pre–
sidencial
y
el parlamentario. Pero
de
eso
no habla Anaya, sino de un
hipotéticogobierno de coalición, en
el que, si a lo que declaran algunos
legisladores del Frente atendemos,
el criterio rector
será
el de las cuo–
tas entre partidos, como lo declaró
elcoordinador panistaenSan
Láza–
ro, quiendice que
al
PRD-MC
toca–
rá
proponer al próximo secretario
de Gobernación. Cuotas
y
cuates.
Sin
dar
contenido
y
explicar el
tipo de cambio que propone, Ricar–
do Anaya aspira a lo inmediato:
al
cambio de tipo, tal
y
como ocurrió
en
2000
con
la
primeraalternancia
y
sus decepcionantes resultados en
los
12
años posteriores.