La causa de Marichuy comienza en el entorno
rural, pero lo rebasa con creces; aún queda
tiempo para realizar el milagro.
Nuestro mundo
rural:
tierras
P
ertenezco a una asocia- comunales arrebatadas; una re–
ción civil con un nombre
forma
agraria ineficaz y demagó–
tan largo como su lucha:
gica;
litigios que duran cien años.
Llegó
la
Hora del Florecimiento
La
causa de Marichuy comienza
de los Pueblos. Nos conforma- en ese entorno, pero lo rebasa
mos para apoyar la candidatu- concreces. Oponerse a laminería
ra independiente de Maria de a cielo abierto que contamina los
Jesús Patricio, "Marichuy'', a la ríos en beneficio de compañías
Presidencia de la República No extranjeras tiene que ver con
buscarnos el poder ni benefi- la recuperación de los recursos,
cios derivados de componendas pero también con la protección
con los partidos, sino lograr que de la ecología y la biodiversidad
los pueblos originarios puedan y,
más
aún, con la soberanía
expresarse a
través
de su vocera
En tiempos de la Revolución,
Firmar para que Marichuy sólo el veinte por ciento de la
participe no implica, necesaria- población vivía en las ciudades.
mente,
votar
por ella en la boleta, Esa proporción se ha inverti–
sino ampliar la discusión demo- do y buena parte del campo se
crática Uno de nuestros lemas ha transformado en un yermo
es:
"Firma
por Marichuy/ Vota
por quien quieras".
Desde
1996,
el CongTeso
Nacional Indigena comenzó a
articular a pueblos de distintas
procedencias y tradiciones. El
mosaico indígena no es un frente
monolítico, sino un entorno plu–
ral
que se ha propuesto metas co–
munes. Esto hubiera sido imposi–
ble sinel levantamiento zapatista
que en
1994
sacó
el tema indígena
de los museos y lo puso en la
agenda de
la
modernidad,
pero
el
CNI sigue un cauce propio.
Juan Rulfo, que nació en
Sayula y creció en San Gabriel,
conoció los
rumbos
de
Tuxpan,
Jalisco, la tierra de Marichuy,
donde hasta la fecha se ejerce
la
exploración feudal de
la
medieria
(los campesinos sin tierra culti–
van la mitadde los plantíos de un
patrón y reciben un porcentaje
discrecional de la cosecha). No
es
casual
que
Ru1fo
haya
escrito,
y
prácticamente dirigido, una pelí–
cula breve, de extraordinaria
poe–
sía
visual,
cuyo
titulo resun1e la
condición del campo me>cicano:
El despojo.
donde
"trabajar''
significamigrar
al extranjero. La fantasmal Lu–
vina
de Rulfo es, en la geograña
real,
un pueblo de la sierra m.ixe
donde no hay jóvenes porque
todos se van al "otro lado".
Ese
país
vadado
es escenario del nar–
cotráfico, las pistas clandestinas
de aterrizaje, las fosas comunes.
Recuperar
el control del
terri–
torio pasapor acatar
las
iniciativas
de quienes lo conocen mejor que
nadie. Estamos
ante
un asunto de
seguridad
nacional y protección
del patrimonio que no puede ser
ajeno a nosotros. En Chiapas le
oí decir a un indígena: "Imagí–
nense lo que pasaría si México se
quedara sin cilantro.
Eso
somos
nosotros: el sabor del cilantro".
En México, Emmanuel Ma–
cron jamás habría llegado a la
Presidencia Carecemos de las
facilidades de participación ciu–
dadana de Francia Necesitamos
867 mil firmas repartidas en
al menos diecisiete estados
(y
en cada uno de ellos debemos
obtener el uno por ciento del
~a~ó~ ~lectora!).
A esto se aña-
2000 para
Marichuy
de la
dincultad
impuesta por
e1
INE: una aplicación que debe
ser descargada en un celular de
gama
media, lujo inaccesible pa–
ra los pobres. Como auxiliar de
Marichuy, he tenido que sortear
los trucos que dificultan recabar
firmas. Por ejemplo, un rubro
dice "número de emisión". La
credencial de elector incluye la
palabra "emisión" y una fecha,
·pero
ese
no es el ''número"! Hay
~e
buscar los dos dígitos que,
timidamente,
están
al
lado.
Y sin embargo, seguimos.
Acabarnos de lanzar la campa–
ña "Los
2000
de Marichuy'' en
busca de nuevos brigadistas. Si
cada uno consigue
500
firmas,
habremos hechoel milagro.
Para
registrarse
hay que ir
al
sitio su-
'
IIOZCSillivoz.mx.En
tres
dJas
J
"a ~
apuntaron
500
(y
los héroes de
las Termópilas sólo fueron
300).
Tenemos un mes
y
una sema–
na para medir nuestra
esperanza
No es mucho, pero México le ha
dado
rango
épico a la impunrua–
lidad. Cuando firmamos en la
notaria para crear la
A.
C.,
uno
de nuestros vocales estaba en
la carretera Era el último día
y
cerraban en media hora Se pro–
dujo un silencio de
fin
de mundo
hasta que la notaria, que acababa
de conocernos, dijo: "\1e quedo
hasta que llegue".
Ya lo dijo el filósofo: "Nohay
que llegar primero sino hay que
saber llegar''.