Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Carlos Navarrete RuizPalabras del senador Carlos Navarrete Ruiz, coordinador del Grupo Parlamentario del PRD, durante la presentación del libro: Reformas constitucionales en materia político-electoral.

Carlos Navarrete Ruiz (CNR). Muchas gracias, Jorge.

Primer, muchas gracias por la invitación para estar presente aquí en el Senado de la república, y gracias a mi amigo Emilio Barraza Gamboa por la invitación que es un honor y un gusto poder presentar una más de tus obras, Emilio. Y justamente las referidas a las reformas constitucionales.

Cuando yo venía para acá a este evento, un poco atorado en el tráfico de Insurgentes, hice algunas llamadas telefónicas, algunas de ellas se me cortaron, tuve que intentarlo nuevamente, y me di cuenta de que las reformas constitucionales en materia electoral en México se parecen un poco a la telefonía celular.

Hoy todo mundo utilizamos la telefonía celular y nos quejamos de los costos, que son muy altos, de la mala calidad, de que se nos cortan las llamadas, de que es una lata, que perdimos intimidad, que trabajamos más en los trayectos, pero ya nadie se acuerda de cuando no existía telefonía celular.

Ya es muy difícil que un hijo de nosotros nos diga: papá, ¿es verdad que hace 15 años no había teléfonos celulares? Que uno tenía que llegar a marcar a un teléfono de línea, y que utilizaban un aparatito que se llamaba fax para mandar imágenes, y que no había electrónico. Y uno tiene que decirles, pues sí, había un tiempo en que así estaban las cosas.

Con las reformas electorales sucede una cosa semejante, hoy pareciera que no son importantes porque nos hemos acostumbrado a vivir en un régimen normado por reforma tras reforma y seguimos insatisfechos por cierto, con el marco democrático del país, con las reglas del juego, y pareciera que a muchos se les ha olvidado que hace apenas dos décadas, tres décadas, teníamos un régimen totalmente diferente.

Gracias, Emilio, por recordarnos la historia del marco electoral constitucional que nuestro México ha vivido, desde el siglo XIX, por cierto, siglo XX y lo que va del siglo XXI.

Muchos saben que en el siglo XIX México vivió movimientos convulsos de transformación, fundamentalmente por la vía de las armas, de los golpes de Estado, de los cambios de presidente, de intervenciones extranjeras, México fue otro país en el siglo XIX, hasta 1910, y luego seguimos con las revoluciones, por cierto.

Y pese a que tuvimos constitución de 1917, en la constitución había un régimen democrático, en la realidad no lo había.

Ya Jorge explicó lo que pasaba con la oposición en los últimos, en los años 70 y 80, todavía, no muy lejos. Hubo un régimen de partido hegemónico, una vinculación estrecha entre gobierno y partido gobernante, un control de los órganos electorales, una auto calificación de la elección presidencial por los propios diputados en el colegio electoral en la Cámara de Diputados, un acceso ilimitado de recursos, de medios, de recursos materiales y de todo tipo del partido hegemónico, una escases de recursos para la oposición, y sobre todo el no acceso a los medios de comunicación.

Hubo un tiempo en que la televisión decía que la principal televisoras era el soldado del PRI, y lo decía su titular, su dueño principal, y hace muy pocos años todavía.

Y ha habido reformas, reforma tras reforma. Por cierto, me da la impresión que, no sé si vas a tener que escribir una segunda edición, como dice el senador Beltrones, Emilio, o una tercera y cuarta en los próximos años, porque sin duda alguna que el régimen democrático mexicano es algo que hemos construido entre todos, sin duda alguna, con mucho esfuerzo, desde la oposición, y hay que reconocerlo, también desde el partido en el gobierno, reconocido por muchos países, pero todavía hay una enorme insatisfacción con las reglas del juego.

Todavía no termina de morir el viejo régimen que actúa en las campañas, todavía tenemos polvo de viejos lodos pese a que la norma está mejorada sustancialmente.

Jorge recuerda la reforma de 1986, pero también hay que recordar las posteriores… ¿89?... 90, después de la elección cuestionada del 88.

Luego la del 96… antes otra, la del 94…. 93, 94, después del levantamiento zapatista, del asesinato de Colosio, por cierto, vayan a ver la película, la vi ayer, vale la pena, porque nos recuerda acontecimientos.

Y luego la reforma que yo llamaría el gran paso adelante en la reforma del 96. A mí me tocó estar en la Cámara de Diputados cuando eso ocurrió, cuando se votó, cómo no olvidar el gran acuerdo para que el Instituto Federal Electoral, en manos ciudadanas ya, y las manos del gobierno fuera del orden electoral, cómo no recordar la construcción y fortalecimiento del Tribunal Electoral.

Cómo no recordar la transparencia para la entrega de recursos para que no fuera gobernación quien entregara un cheque cada mes a cada partido sino el Instituto Federal Electoral y con reglas muy establecidas.

Cómo no recordar cuando se abrió la elección de jefe de gobierno del Distrito Federal, cómo no recordar las consecuencias de eso, una elección mucho más pareja, inequitativa todavía, pero mucho más pareja en 97, en donde el partido hegemónico pierde por primera ocasión la mayoría en la Cámara de Diputados.

Y luego la alternancia que se abre en el 2000, y la nueva historia que hemos vivido del 2000 al 2012, realmente en un muy breve periodo histórico.

Y en esto ha tenido y ha jugado su papel el partido otrora hegemónico, hoy competitivo, y la oposición, de izquierda y de derecha.

Hombres reformadores al interior del PRI que hicieron posible que las reformas avanzaran. Hombres reformadores en el PAN y también en los diversos partidos de izquierda.

Las reformas que hoy tenemos y que aquí están narradas no hubiesen sido posible sin un acuerdo político básico, sin el propio presidente de la República en turno.

Todavía recuerdo que en el 96, Jorge, el presidente Zedillo tuvo que vencer resistencias dentro de su propio partido para que se aceptara el dictamen final que había votado en la Cámara de diputados.

Todavía recuerdo las enormes discrepancias al interior de la Cámara y cómo la disciplina presidencial logró que su partido votara lo que muchos priistas no estaban convencidos de votar, porque preveían que en un régimen de competencia podían ganar las elecciones o podrían perderlas, y de eso se trataba, que en el régimen democrático se pudiera ganar o se pudiera perder.

Qué bueno que nos recuerdas todas estas reformas, Emilio, y déjenme hacer solamente un comentario final, lo hago desde la perspectiva de la izquierda.

La izquierda mexicana y Jorge, que ha sido parte de ella durante muchos años, consideran conmigo que dentro de la izquierda el debate, o los debates, sobre aceptar las reglas del juego y transitar por la vía de las reformas consecutivas han sido intensos, sin duda alguna, intensos, porque ha estado presente la gran pregunta: ¿entramos al juego democrático plenamente aceptando las reglas del juego o no las aceptamos?

Hubo un tiempo en que la izquierda todavía dudaba de que la vía del voto fuera la vía de la transformación en México, que aspiraba a que desde Chiapas surgiera una cosa diferente. Veía que la posibilidad de una insurrección o de otras vías pudieran transitar, o en todo caso una mezcla de las vías, un poco movilización, un poco presión social, un poco quizá Chiapas, un poco las urnas, y entonces quizá en una colección de esto pudiésemos obligar a abrir el régimen y poder avanzar.

Mi impresión es que en los últimos años, sobre todo del 2000 al 2012, la izquierda ha ido paulatinamente aceptando las reglas del juego democráticas. Hoy yo no escucho ninguna voz en la izquierda parlamentaria y en la izquierda partidaria que plantee ni pública, ni en discusiones internas, la posibilidad de una vía diferente a la de los votos. Nos ha costado trabajo, pero hemos llegado a la conclusión: para transformar al país que nosotros queremos  y las transformaciones que queremos deberá ser pacíficamente por la vía electoral y por la vía democrática, con votos.

Claro, queremos una cancha más pareja, queremos reglas más claras y que se cumplan, queremos que los viejos polvos o los polvos de viejos lodos ya llegaran al pasado. Pero aún así hoy por hoy la izquierda tiene frente a sí el gran reto de la aceptabilidad de las reglas del juego para acceder al ejercicio del poder.

Ya lo hemos hecho en estados, lo hemos hecho en municipios, hemos ganado distritos, hemos ganado elecciones legislativas de diputados y de senadores, tenemos senadores de mayoría, de primera minoría, de lista nacional. Estamos disputando otra vez la presidencia de la República como en el 2006, y lo estamos haciendo por la vía democrática, con las reglas del juego, aceptando al árbitro, aceptando al órgano calificador, aceptando las reformas que hemos hecho desde el Congreso y que, entre otras cosas, ha sido producto de la lucha de los grupos parlamentarios de izquierda.

Sí, no estamos satisfechos y hay que seguir mejorándolo, por eso quizás haya que escribir un segundo y una tercera edición de tu trabajo, Emilio, pero hay hoy que valorar que México puede tener una segunda alternancia en el país por la vía de la izquierda en la presidencia de la República, con estabilidad, con paz, sin un desastre económico ni político, sin violencia, simplemente garantizando que los ciudadanos voten con libertad, los órganos electorales hagan lo que la ley les pide y les obliga, y los actores políticos y partidarios aceptemos el resultado de las urnas.

No puedo terminar esta intervención sin referirme a un tema totalmente de actualidad. Yo quiero expresar mi enorme satisfacción por el discurso de mi candidato presidencial ayer en la Macroplaza de Monterrey.

Muchos estábamos esperando ese discurso, y estoy seguro que muchos mexicanos también. Es un discurso que se parece al discurso del presidente Lula hace nueve años y medio en Brasil, en su última campaña que ganó. Es un discurso que serena los capitales, que da tranquilidad a los inversionistas, que muestra claramente que en el caso de un triunfo de la izquierda en México con López Obrador no habrá, no tiene por qué haber ni turbulencias ni catástrofes.

Que así como en el 2000 el PRI aceptó la derrota y permitió que la derecha gobernara, que en el 2012 todos los actuales políticos pueden aceptar un resultado con la segunda transición si esto ocurre por la vía de los votos libres de los mexicanos.

Qué bueno que el principal exponente de la izquierda hoy haya expresado lo que expresó en la Macroplaza, transición con estabilidad económica, transición con paz, transición con seguridades para que nadie esté pensando ni en fuga de capitales ni en retener inversiones ni nada por el estilo.

México está maduro para una segunda alternancia y esto será posible si los electores lo deciden el primero de julio, entre otras cosas, gracias a las sucesivas reformas narradas en este libro.

Gracias, Emilio, por esta aportación.

0-0-0

Calendario

Mayo 2024
Lu Ma Mi Ju Vi Sa Do
29 30 1 2 3 4 5
6 7 8 9 10 11 12
13 14 15 16 17 18 19
20 21 22 23 24 25 26
27 28 29 30 31 1 2