Palabras del senador José González Morfín, presidente de la Mesa Directiva del Senado, en el homenaje a Octavio Paz.
- Senador Manlio Fabio Beltrones Rivera, presidente de la Junta de Coordinación Política;
- Senador Carlos Navarrete, presidente del Instituto Belisario Domínguez;
- Compañeras y compañeros Senadores;
- Compañeras y compañeros diputados;
- Muy estimada Mari Jó Paz, es un honor tenerla aquí con nosotros en el Senado de la República;
- Doctor Enrique Krauze;
- Doctor Enrique González Pedrero;
- Distinguidas personalidades que nos acompañan;
- Señoras y señores:
Es motivo de gran satisfacción y orgullo estar aquí con todos ustedes, en este emotivo acto con el que inauguramos el Auditorio “Octavio Paz” de estas nuevas instalaciones del Senado de la República. Sin duda se trata de un sincero y merecido homenaje que el Senado hace a este mexicano universal.
Aprovecho este espacio para expresar mi reconocimiento, y creo que el de todos mis compañeros y compañeras senadores, a nuestra amiga, María Rojo. Por impulsar esta causa, así como a los demás integrantes de la Comisión de Cultura por todo su esfuerzo empeñado para lograr esta meta.
Soy un convencido de que no podríamos entender la historia intelectual y literaria del siglo XX sin referirnos al pensamiento y la obra de Octavio Paz. Su pensamiento, su pasión, sus libros, sus poemas, sus artículos y ensayos guiaron por muchos años el debate cultural de México y trascendieron fronteras políticas y de lenguaje, de la misma manera que hoy trascienden las barreras del tiempo y la distancia.
Si únicamente tomáramos en cuenta la obra de nuestro Premio Nobel, encontraríamos razones de sobra para rendirle homenaje. Pero afortunadamente para México, Paz fue siempre mucho más de la producción literaria y cultural.
Por eso, hoy quisiera recordar con ustedes al Octavio Paz que fue hombre de principios, al Octavio Paz que siempre defendió con pasión sus creencias, al Paz que no sólo nos mostró el valor de la congruencia entre pensamiento y palabra, sino también el valor de cuidar la congruencia entre palabras y actos.
Todos recordamos con emoción y orgullo al Octavio Paz que como miembro de nuestro cuerpo diplomático, representó con excelencia a nuestro país. Recordamos también a Paz como incansable promotor de la cultura, creador de espacios privilegiados para la creatividad y el debate inteligente, como la Revista Vuelta.
Lo recordamos desde luego como un comentarista reflexivo de la realidad nacional, que prestó un gran servicio a México con su crítica a los excesos del poder. Y lo recordamos como el pensador universal que siempre rechazó el dogma y cualquier tipo de autoritarismo ideológico o político.
Pero creo sinceramente que el Paz que tal vez hoy nos hace más falta recordar en México es el defensor luminoso e incansable de la democracia y la libertad. Al recibir el Premio Cervantes, Paz dijo: “Libertad y democracia son términos complementarios. Sin libertad, la democracia es despotismo; sin democracia, la libertad es quimera[1]”.
Paz murió en 1998, muchas cosas han pasado en México desde entonces. ¿Qué pensaría de nuestro país si lo pudiera ver hoy? Creo, amigas y amigos que así como alzó su pluma contra el régimen del “Ogro Filantrópico”, que otorgaba dádivas, pero que negaba la libertad, estoy seguro de que Paz hoy levantaría su pluma para denunciar los males que como sociedad nos aquejan, y nos ofrecería luminosas reflexiones para vencer las resistencias que nos quieren anclar al pasado.
Nos mostraría que no hay atajos hacia el entendimiento, y que el dialogo paciente y tolerante, respetuoso del “otro”, es la vía hacia la verdadera libertad.
Hoy, en este merecido homenaje a nuestro Premio Nobel, inauguramos el Auditorio “Octavio Paz” del Senado de la República. Y más allá de este importante acto simbólico, quiero invitar a mis compañeras y compañeros senadores a que reflexionemos sobre cuál podría ser el mejor homenaje que podemos hacer a la memoria de Paz en este recinto.
Pienso que el mejor homenaje que podemos hacer a Octavio Paz es seguir su ejemplo y levantar la voz para denunciar y rechazar la injusticia y el abuso. Es seguir creyendo en el valor de la pluralidad como fuente de nuestra fortaleza, y no como sinónimo de divisiones y encono. Es anteponer la luz de la razón y la crítica ante dogmatismos y fanatismos de cualquier naturaleza. En suma, el mejor homenaje que podemos hacer a su memoria es defender la libertad y defender la democracia. A ese compromiso estamos llamados los mexicanos de nuestro tiempo.
Señoras y señores:
Hay una cita que me parece muy representativa de la generosidad del pensamiento de Octavio Paz, y que dice: “la palabra fraternidad no es menos preciosa que la palabra libertad: es el pan de los hombres, el pan compartido”[2]. Cuánta razón hay en esta idea. Nuestro más grande pensador alentó a los mexicanos a seguir un camino de libertades. Hoy que lo recordamos con profunda admiración, es momento de que también avancemos por el camino de la unión y la fraternidad entre los mexicanos.
Inspirados en su gran amor por México, hagamos de este Auditorio “Octavio Paz” sea un recinto en el que libertad y fraternidad se den la mano y generen acuerdos para engrandecer a nuestro país.
Muchas gracias.
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