Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Versión estenográfica del Panel 3 “Los retos de la integración norteamericana: las relaciones con Estados Unidos y Canadá”, en el marco del foro “México en el Mundo: Diagnóstico y Perspectivas de las Relaciones Internacionales”, celebrado en el Patio Central de la antigua sede del Senado de la República.

(PRIMERA PARTE)

PRESENTADOR: A continuación daremos inicio a nuestro primer panel de diálogo del día de hoy: “Los retos de la integración norteamericana. Las relaciones con Estados Unidos y Canadá”.

Para moderar este panel de diálogo nos acompaña la senadora Marcela Guerra Castillo, quien es presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores América del Norte y presidenta del organismo regional Parlaméricas.

Le damos la bienvenida.

SENADORA MARCELA GUERRA CASTILLO: Muchas gracias. Muy buenos días tengan todas y todos. Bienvenidos a esta casona de Xicoténcatl, que es la sede del Senado de la República, de este Foro de Análisis sobre Política Exterior en México.

En este caso nos convoca este panel: Los retos de la integración en América del Norte y las relaciones con Estados Unidos y Canadá; y para eso tenemos a nuestros invitados y me voy a permitir presentarlos:

El doctor Thomas D’Aquino; el maestro Michael Shifter; el embajador Arturo Sarukhán; el doctor Andrew Selee; el embajador Anthony Wayne y el doctor Sergio Alcocer Martínez de Castro.

Cada uno de ellos va a tener hasta 15 minutos, este es el formato que hemos escogido para verter sus posicionamientos, sus opiniones, sus reflexiones. Posteriormente, pasaremos a un debate entre los propios panelistas; para continuar después con algunas preguntas por parte del público.

Hoy me voy a permitir darles algunos conceptos que tienen que ver con la relación de nuestro país con los países de América del Norte, es decir, con Estados Unidos y Canadá.

Hoy por hoy México realizó intercambios de mercancías, en el año 2013, por un monto de más de 500 mil millones de dólares con Estados Unidos y Canadá. A 20 años del Tratado de Libre Comercio, se han logrado afianzar y proporcionar al espacio ahora aceptado como región de América del Norte, una certeza identidad por la innegable integración de cadenas productivas entre los tres países.

El Tratado de Libre Comercio ha sido también el instrumento a partir del cual se ha implementado mecanismos de acercamiento gubernamental trilaterales, que han sido útiles como ejercicio de cooperación y disposición para avanzar hacia una región más competitiva.

En febrero de 2014, en el marco de la Cumbre de Líderes de las Américas, realizada en Toluca, los tres países acuerdan que la economía y el comercio y la inversión conjunta en infraestructura; así como la cultura y la educación, serán los elementos que habrán de sustituir una agenda monotemática que había prevalecido anteriormente.

Una revolución energética contextualiza la actual coyuntura en la que se encuentran los tres países. Ahora bien, ¿cuáles son los retos que encararán México, Estados Unidos y Canadá para cimentar una región en América del Norte?

¿Cuáles son las inercias económicas, las cuales no bastan para diseñar políticas indispensables de cooperación trilaterales? ¿Acaso tienen voluntad los gobiernos de los tres países para avanzar hacia compromisos regionales? O ¿Qué impacto tendrá la postergación de la Cumbre de Líderes de América del Norte, anunciada por el gobierno canadiense? ¿Qué modelo también de integración inspira a los líderes de México, Estados Unidos y Canadá?

Se ha argumentado que una parte importante de la desconfianza entre los tres países reside en el desconocimiento que existe entre ellos. Ahora bien, ¿cómo comunicar a las sociedades de los tres países que América del Norte genera beneficios palpables a los ciudadanos?

Y también, ¿cómo definir y determinar la tarea específica que debe de hacer cada país para lograr que América del Norte avance hacia esa esperada agenda de prosperidad compartida?

Muy bien, vamos a empezar y me voy a permitir leer el currículum o es decir, la semblanza del señor Thomas D´Aquino. Él es Copresidente del Foro de América del Norte, es decir, para Canadá; es un empresario, filántropo, director, corporativo, autor y educador.

Estudió derecho en la Universidad de Queen en Columbia Británica, en la London School of Economics, y es miembro de la Junta Directiva del Coril Holdings Ltd, una compañía con sede en Calgary, dedicada a los ferrocarriles, los bienes raíces y los servicios.

Ha sido profesor distinguido, visitante de la Universidad de Carleton y profesor honorario de la Universidad del Oeste Liberty.

En 1981 a 2009, fue Presidente Ejecutivo del Consejo Canadiense de Presidentes Ejecutivos que agrupa a 150 líderes de empresas y emprendedores canadienses.

Ha sido también asesor especial del Primer Ministro canadiense y fue uno de los arquitectos para que los sectores privados de Canadá y Estados Unidos fomentaran iniciativas de Libre Comercio en América del Norte.

Organizó también y copresidió la Cumbre de Directores Ejecutivos de la Asociación Asia-Pacífico en 1997 y dirigió la primer misión de directores ejecutivos canadienses en China y la India.

Cuenta con diversas condecoraciones de gobiernos extranjeros, entre las que se destaca el Águila Azteca, la que el gobierno mexicano le concedió en el año 2000.

Adelante, tiene usted hasta 15 minutos para expresarse.

DOCTOR THOMAS D´AQUINO: (Interpretación del inglés al español) Gracias, senadora; damas y caballeros, buenos días. Les mando saludos de Canadá, en donde esta mañana en la ciudad donde yo vivo estamos a menos 35 grados. Sé que algunos pensarán que hoy hace frío en la Ciudad de México, créanme que yo no.

Primero que nada, quisiera decirles que siento que es un gran privilegio estar en este edificio histórico y tener la oportunidad de compartir con ustedes mis reflexiones.

Yo soy un querido amigo de México. He viajado a este país muchísimas veces en los últimos 30 años y soy un gran admirador de lo que México ha conseguido en los últimos 25 años en los que yo he trabajado en su país directamente.

También quiero felicitar al Senado por este excelente foro; realmente tiene ponentes de alto nivel. Y una de mis metas cuando yo regrese a Canadá es que instemos a nuestro propio senado a que organice un foro de esta misma calidad. Muchas felicitaciones a los organizadores.

También quiero reconocer a mis colegas en el panel esta mañana. Me siento honrado de compartir con ellos, viejos amigos míos, y me da mucho gusto que hoy podamos intercambiar puntos de vista con el embajador Sarukhán, por ejemplo. Nos habíamos dicho que casi nunca estamos en desacuerdo uno con otro, pero dos minutos antes de sentarnos, encontramos que sí tenemos un desacuerdo. Pero bueno, eso enriquece y está bien.

También quiero reconocer que aquí en la audiencia está la presencia del embajador de México en Canadá, Francisco Suárez, el embajador Suárez es portador de la bandera con mucha dignidad de mi país. Él siempre es una persona muy honesta, muy franca y, como amigo que soy de él, quiero decirles que está haciendo un trabajo increíble defendiendo los intereses de México en Canadá.

Yo he estado escuchando las intervenciones que se hicieron. Lo que dijo el Secretario Meade en el discurso inaugural, acerca de los objetivos y las metas de México para su política extranjera.

También estuve escuchando a los enfoques distintos para la política extranjera de lo que dijo el doctor Luis Ernesto Derbez y la embajadora Patricia Espinosa.

Y es bueno saber que exista un debate en México acerca de estos temas, de cuál debe ser el futuro de la política extranjera, igual pasa a mi país y me parece que eso es importante, porque solamente habrá una buena política si es que hay una discusión entre los líderes y los no líderes de igual manera.

En esta conferencia hemos escuchado cuál ha sido o cuál debería ser la política extranjera de México y en qué puntos del mundo México debería enfocarse en América Latina, por ejemplo, ayer en Asia-Pacífico, Europa, África o Norteamérica, o es que acaso México debería tener un involucramiento más riguroso con instituciones multilaterales.

México debería cambiar su enfoque tradicional, tal vez para favorecer un desarrollo democrático, los derechos humanos y otros acuerdos comerciales de no intervencionismo y la evitación de conflictos armados; todos estos son temas y cuestiones muy legítimas.

Pero esta mañana quiero hacer un poquito de provocación. Quisiera platicar con México acerca de estas relaciones México y Canadá. Si seguimos involucrándonos en forma global, porque nuestros dos países tienen mucho que ofrecer al mundo.

Pero también quisiera yo defender el punto de que Norteamérica debería ser el enfoque principal de nuestras políticas extrajeras y también quisiera yo defender el hecho de que Norteamérica debe ser el enfoque principal de nuestra política extranjera y esto lo baso en algunas premisas fundamentales.

La política extranjera, primero que nada y antes que todo, debe responder a las necesidades y a las aspiraciones de nuestra gente. Debe reflejar nuestros valores y debe responder también a nuestros requisitos para lograr un bienestar económico y seguridad.

Convicción que cuando existe prosperidad económica en México y en Canadá y seguridad, podemos tener una política extranjera global con más confianza y más efectividad, pero antes de comenzar ustedes se preguntarán, bueno y qué pasa con el otro socio en Norteamérica, con Estados Unidos.

Como la hiperpotencia del mundo, su política extranjera, por definición tiene que ser muy abarcante y en gran medida realizante de facto de la paz y la seguridad.

Es una responsabilidad que por definición se le concede y eficiente que se limite, pero aún en el caso de los Estados Unidos, yo diría que la piedra angular de su política exterior debería comenzar con el continente norteamericano, con sus vecinos cercanos.

Entonces ¿por qué les digo yo que las políticas extrajeras de nuestros países deberían enraizarse en Norteamérica?

Hay dos puntos clave que quisiera yo desarrollar.

El primero es que Norteamérica quiere ventajas que no pueden compararse en ningún otro país o bloque en el mundo. Tenemos 500 millones de personas, somos tres democracias que estamos comprometidas al Estado de Derecho y con mucho orgullo somos soberanas, no tenemos ninguna aspiración de renunciar a nuestra independencia que tanto nos costó ganar, a una integración del tipo europeo.

Nuestro comercio es de más de 1.3 billones de dólares que representan un cuarta parte de la economía mundial. Los cimientos de nuestro crecimiento económico son amplios y están enraizados en la agricultura, la manufactura, los servicios, la tecnología y la innovación.

El contienen es el proveedor más avanzado en cuanto a una cadena económica. Su manufactura está volviendo fuertemente, sobre todo en México, en donde la producción de automóviles está a un nivel semejante que ha llevado a México al segundo lugar en el continente.

Yo, como canadiense, pienso que este desarrollo es reciente y ha sido sorprendente para mis compatriotas en Canadá. Los servicios, los bancos, los seguros, siguen floreciendo y en los servicios energéticos la entrega exprés, la tecnología de información, las telecomunicaciones siguen avanzando.

Los recursos agrícolas y minerales son masivos en nuestro continente y Canadá es quien más da agua potable en el mundo, el mayor proveedor y gracias a los desarrollos de energía, estamos actualmente logrando una interdependencia energética que puede ser una realidad, está a nuestro alcance y con las reformas energéticas en México, esta meta se vuelve aún más realista.

Canadá proporciona petróleo, gas, uranio, minerales en una forma masiva y el sistema de transporte norteamericano por tierra, por tren, por aire, por mar, cada día más se integra.

Nuestra educación por secundaria, en relaciones de investigación y tecnología, se encuentran entre los mejores del mundo. La demografía está de nuestra parte, porque somos naciones jóvenes, especialmente México.

Veintidós por ciento de los norteamericanos actualmente tienen menos de 30 años y la seguridad de nuestro Continente se garantiza de invasiones exageradas por los recursos militares que tiene Estados Unidos para ofrecer.

Ahora, lo que yo he pintado ante ustedes es un panorama que parece una obra maestra pero no lo es.

El crimen, la corrupción siguen azotando a México. La política divisoria sigue creciendo en Estados Unidos.

El desarrollo educativo y de capacidades no es lo que debería ser en algunas partes del Continente.

La distribución del ingreso no es lo que debería ser y la brecha entre los ricos y los pobres sigue creciendo.

Pero a pesar de estas fallas yo repito mi primer punto: Norteamérica tiene ventajas que ningún otro bloque o países en el mundo pueden comparar. Este es el momento de Norteamérica.

El Presidente Peña Nieto, el año pasado se refirió a esto cuando habló acerca de la configuración perfecta de las estrellas, la alineación perfecta de los astros. Y el Presidente Peña Nieto tenía razón.

Pero –y este es un pero grande- y lo que me lleva a mi segundo punto:

Si es que nosotros apalancamos estas ventajas tan poderosas y nos unimos en trabajo, creo que Norteamérica va a poder volverse la fuerza política y económica fuerte, mayormente preponderante para el Siglo XXI.

Es decir, que si nosotros podemos hacer lo que creo que deberíamos y tenemos que hacer, esta idea de que China ya nos dejó atrás y que Norteamérica está en declive no la creo, rechazo este argumento totalmente.

¿Entonces cómo vamos a lograr este apalancamiento y metas tan ambiciosas? La respuesta nunca ha sido más clara:

Las fórmulas ya están escritas y han sido reescritas muchas veces por diferentes estudios.

Los últimos hechos, un segundo estudio del tema que hizo el Consejo de Relaciones Exteriores, quien presentó una visión para Norteamérica.

Ahora no es que no hayamos andado por este camino antes. En algún punto hace una década de hecho nosotros comenzamos este viaje, un viaje hacia volver a Norteamérica un “Power House” con la seguridad y estas cuestiones y el establecimiento de un Consejo de Competitividad en Las Américas.

Sin embargo, este experimento tan noble no pudo materializarse porque fue un huérfano político la administración de Obama no lo quiso retomar y la gran oportunidad que tuvimos para comenzar a construir este paradigma americano desapareció un tiempo.

¿Entonces qué es lo que tenemos qué hacer?:

Yo voy a tratar de resumirlo y simplificarlo en 7 puntos rápidos, porque cuando la gente me dice: “bueno, y cómo le vamos a hacer para construir un nuevo paradigma”, es muy difícil, es muy complicado, no se puede.

Yo digo que sí, hay 7 pesos. Primeo, tenemos que comenzar con una visión; la visión de Norteamérica, la creación de lo que yo llamo el pacto para el bloque de Norteamérica, el Pacto de la América del Norte, con una asociación de 3 naciones soberanas que buscan tener una comunidad norteamericana y la fecha que yo visualizo es para el 2020.

El liderazgo necesario tiene que comenzar obviamente con cada país, con los líderes, con los legisladores.

Pero no acaba ahí nada más. Tiene que estar apoyado por los estados, las provincias, por la comunidad empresarial, los “think tanks”, la Academia y la sociedad civil.

Entonces, ¿cuáles son los componentes esenciales de esta visión, primero que nada?

Tenemos que construir sobre el Tratado de Libre Comercio un tema que nadie quiere discutir, ya se quiere dar carpetazo cuando se logró el TLC, el TLCAN, se volvió la referencia entre acuerdos internacionales y nosotros dejamos que el TLCAN se ha quedado un poco empolvado; necesita aire de nueva vida.

Pero si podemos construir sobre el TLCAN, podemos generar nuevas circunstancias para el movimiento libre de bienes y servicios y para que la gente calificada pueda transportarse en este espacio económico norteamericano.

Entonces nunca debemos permitir que existan divisiones como las que nos han separado antes.

Las posiciones canadienses en cuanto a las visas mexicanas, con la que yo no estoy de acuerdo, y lo digo con cierta vergüenza, como un canadiense en este escenario, y espero que este problema pronto se resuelva. O la capacidad del presidente de los Estados Unidos, de no permitir el desarrollo de una solución importante para el ambiente en la tubería keystone, que está obligándonos actualmente de mover el petróleo en trenes, lo que no es seguro, no es responsable con el ambiente.

Y es para evitar este tipo de problemas con la diplomacia, que yo pienso que el TLCAN ha sido violado y no se respeta la asociación que tenemos entre estas naciones con ese tipo de acciones. Tenemos que generar un sistema de transporte aéreo, marino y terrestre que se base en buena infraestructura; ya vamos avanzados en eso, tenemos que trabajar en una integración energética y movimiento libre de los productos de la energía; lo que se vuelve aún más importante con las reformas energéticas de México.

Tenemos que buscar un enfoque común en la legislación, la armonización y que gradualmente podamos conjuntar nuestras cláusulas, sobre todo en los dominios de la política fiscal y las leyes de competencia. Y tenemos que seguir varias metas ambientales y protocolos importantes, para que poco a poco vayamos alcanzando consistencia en la regulación ambiental.

Y en el área de la educación y el desarrollo de capacidades en donde estamos quedándonos atrás, debemos actuar muy vigorosamente para que podamos mejorar la competitividad y la movilidad social.

Y finalmente, como socio norteamericano cada uno debe buscar que las negociaciones de los acuerdos internacionales de libre comercio se busquen de una forma conjunta; no que todos tengamos un solo equipo de negociación, pero sí que los equipos cooperen. Sobre todo con lo que tiene que ver con el TPP, el Trans-Pacific Partnership, no existe ninguna justificación debido al grado de integración que existe en nuestras tres economías, de que estas cosas se tengan que negociar independientemente; y peor aún, guardando secretos unos de otros.

Entonces, yo sé que en este momento algunos de ustedes y hasta mis colegas panelistas estarán diciendo: “Ay, Tom, qué buena idea tienes”; pero está muy lejos en el cielo. Como Arturo, y él sabe, mi buen amigo; y Eduardo Medina Mora, quien tiene experiencia de esto en Estados Unidos, sabemos que en Estados Unidos sea el bloque que está tal vez en el camino para esta visión.

El gobierno de Obama tiene poca hambre de estas nociones y hasta ha sido renuente de defender al TLCAN. Sin embargo, en el 2016 habrá una elección importante en Estados Unidos, tal vez un Jeb Bush esté nuevamente; una Hillary Clinton, no sé, quién quiera de los dos que llegue a la Casa Blanca seguramente traerá una visión más activa a esta visualización de la Norteamérica que yo describo.

Y piensen ustedes, aquellos que son escépticos, recuerden la oposición tremenda que existió para el Acuerdo de Libre Comercio en Canadá y Estados Unidos; y para el NAFTA, el TLCAN, cuando mucha gente decía: “eso no se va a poder”. Nunca subestimen el poder de una idea, sobre todo si es una buena idea.

Ahora, ¿existe un papel que México y Canadá tengan que hacer de forma bilateral para que esto ocurra?

Creo que sí existe, porque mi visión es muy simple: si México y Canadá trabajan juntos, de la mano, de forma bilateral con una estrategia común para asegurarse que esta visión norteamericana se vuelva una realidad; será muy difícil que Estados Unidos, el presidente del Congreso o quien esté, digan que no a sus dos vecinos más importantes. Y esta es una de las muchas razones por las cuales yo creo que Canadá y México deben trabajar mucho más cercanamente y yo, con todo gusto pudiera hablar más del tema cuando llegue mi momento al final.

Quisiera concluir diciéndoles que este es el momento de Norteamérica, este es un momento para el Carpe diem. Vamos a remangarnos, no necesitamos más estudios, ya no; este tema ya ha sido estudiado demasiado, lo que se necesita ahora es un líder, una visión, diplomacia positiva y si es que hacemos todo esto vamos a poder establecer en Norteamérica, un bloque que va a ser el más poderoso política y económicamente, un agente para muchas décadas hacia futuro en el siglo XXI.

Muchas gracias.

SENADORA MARCELA GUERRA CASTILLO: Muchas gracias, señor Thomas D’Aquino, por sus preceptos y, efectivamente, es el momento norteamericano, es el momento de la región con liderazgo y siendo positivos en políticas públicas.

Y ahora le vamos a dar la palabra al señor Michael Shifter. Muchael Shifter es Presidente del Diálogo Interamericano, que es un foro sobre asuntos del hemisferio occidental con sede en Washington D.C.

Desde 1993, ha sido profesor adjunto en la Universidad de Georgetown, donde enseña la política latinoamericana. Escribe y brinda conferencias sobre relaciones estadounidenses, latinoamericanas y asuntos hemisféricos.

Publica recurrentemente en prensa estadounidense y latinoamericana y él es editor con Jorge Domínguez de Constructor Democratic Governance in Latin America, publicado por Johns Hopkins University Press y también es editor colaborador del Current History.

Desde 1996 ha sido ponente frente al Congreso Estadounidense sobre la política estadounidense hacia Latinoamérica.

Antes de presidir Diálogo Interamericano, dirigió el Programa sobre Latinoamérica y el Caribe de la Fundación Nacional para la Democracia.

Adelante, tiene usted hasta 15 minutos.

MAESTRO MICHAEL SHIFTER: Muchas gracias. Muy buenos días a todos y a todas.

Es realmente para mí, yo voy a hablar en español, si meto la pata ustedes me perdonan, por favor, pero voy a intentar comunicarme en español.

Agradezco mucho la invitación de participar en este foro tan importante. Me honra estar acá con ustedes esta mañana para compartir algunas reflexiones sobre este tema tan importante.

Agradezco y felicito al Senado de la República por organizar este foro, me parece sumamente importante y viene en un buen momento.

Puede ser un momento de Norteamérica, es un momento de mucho frío, en Washington también, no tanto como Ottawa, pero bastante. Me alegra mucho poder escapar a Washington para estar con ustedes.

Voy a empezar con algunas, si me permite, observaciones sobre Estados Unidos y luego voy a pasar sobre fracciones sobre los retos de integración en Norteamérica.

En el último informe del diálogo interamericano de políticas de relaciones entre Estados Unidos y América Latina que salió en el año 2012, una semana antes de la última Cumbre de las Américas en Cartagena Colombia, planteamos tres temas en la agenda interamericana de pendientes, viejos temas que no han sido resueltos y nosotros considerábamos que era importante resolverlos, por lo menos tratarlos antes de entrar en una relación más ambiciosa, más profunda y más productiva entre Estados Unidos y América Latina.

Esos temas eran el tema de Cuba, el tema de inmigración y el tema de drogas.

Un poco mirando la situación actual, me parece importante como punto de partida reconocer que en esos temas ha habido cambios por parte de Estados Unidos últimamente. Lo más dramático y lo más histórico ha sido el anuncio que presentó Obama el 17 de diciembre sobre el tema de Cuba.

Creo que tal vez es la decisión y el anuncio más importante, más simbólico, para la relación de Estados Unidos y América desde los Tratados de Panamá en el año 1977.

El segundo ha sido la decisión que presentó Obama de tomar decisión ejecutiva sobre el tema de inmigración en noviembre, después de las elecciones en Estados Unidos. Eso también era muy importante y marcó un avance en la política migratoria.

Y el tercero, tal vez menos dramático pero sí claro a mi modo de ver, ha sido el tema de drogas, donde hay un rechazo muy explícito por parte del gobierno, comparado con gobiernos anteriores de la guerra contra las drogas y una postura más flexible, más abierta, a distintos enfoques en el tema de drogas, reconociendo que el enfoque de la política que ha sido aplicada tradicionalmente, en las últimas décadas, no han dado resultados positivos.

Eso son cambios que es importante reconocer. Por cierto, el bloqueo hacia Cuba persiste; por cierto, no hay reforma migratoria comprensiva, como quisiéramos y por cierto no hay una política todavía de consenso, coherente, con respecto a las drogas, pero hay avances, hay progresos importantes y esos temas son importantes en relación con América latina y por cierto con México también, que es parte de América Latina.

Sin embargo y quiero subrayar esto y esto un poco responde a lo que acabamos de escuchar del embajador D’Aquino, la política dentro de Estados Unidos sigue siendo muy difícil y muy complicada.

Esos avances no están consolidados, puede haber procesos, hay mucha movilización en la política de Estados Unidos y no veo que en el corto plazo eso vaya a cambiar, ojalá me equivoque, pero no lo veo en este momento.

Me parece que buscando un centro moderado en Estados Unidos sigue siendo muy difícil. Los extremos por un lado, por el otro definen la política y en este momento el tema de dar autoridad al presidente para negociar tratados de libre comercio y sobre todo lo que nosotros seguimos muy de cerca, la Alianza de Transpacífico está en duda, tanto por republicanos y demócratas, si van a dar esa autoridad al presidente para negociar los tratados y si no lo hacen, es muy complicado, muy difícil las perspectivas para ese tratado.

Entonces, sigue siendo un ánimo no de cooperación, sino que cada uno endurece su postura a pesar de esos cambios. Quiero subrayar que dentro de un contexto de politización puede haber cosas importantes, pero en el fondo sigue siendo muy difícil.

Mirando el tema de América del Norte, creo que pase lo que pase por los gobiernos de Canadá, Estados Unidos y México, la integración en términos económicos, demográficos, culturales, en todos los aspectos, va a seguir.

Los avances han sido impresionantes y no hay ninguna perspectiva de que esto va a parar, terminar, retroceder. Creo que eso se va a profundizar en el futuro.

Y es impresionante ver desde que fue aprobado NAFTA, el Tratado de Libre Comercio hace 20 años, cuánto ha avanzado en crear comisiones, reuniones, cumbres de encuentro entre gente importante en todos los gobiernos. Esto sí marca un avance importante.

Mirando hacia el futuro y es cierto que NAFTA ha tenido creo que beneficios importantes para todos países. Sin embargo en este momento falta fuerza y hay retos y desafíos importantes.

A mi modo de ver hay dos maneras de ver el futuro y posibles iniciativas por los gobiernos. Una es buscar cambios relativamente modestos de facilitar el proceso de integración.

Esto puede ser implementar acuerdos sobre camiones, que no ha sido enfrentado de manera adecuada; facilitar movimientos en la frontera, que se ha complicado mucho después del 11 de septiembre de 2001, con los atentados en Estados; incrementar los intercambios de estudiantes entre ambos países y también dar más énfasis e infraestructura en la frontera.

Hay otros más que se pueden mencionar para consolidar lo que ya existe, los esquemas que ya existen para hacerlos funcionar mejor. Es una manera de ver.

Otra manera, es ser más audaz, más ambicioso y va a mirar en migración en el contexto de proceso de integración global, de libre movimiento de personas.

También tener una estrategia común en materia energética, mucho más ambicioso, mucho más audaz.

También hacer esfuerzos para bajar las diferencias, las disparidades económicas y sociales entre México y Estados Unidos, y Canadá y también tener una moneda común entre los tres países.

Estas ideas me parece que tienen mucho mérito, son válidos y conceptualmente muy lógicos.

Lamentablemente en Estados Unidos, por lo menos que puede hablar más de Estados Unidos, creo que tiene poco apoyo y pocas perspectivas para prosperar.

Entonces tal vez tiene más sentido en este momento dar más énfasis en lo que para hacer las cosas modestas, menos ambiciosas, para hacer efectivos los esquemas que ya están ahí funcionando pero que deberían funcionar mucho mejor. Es una decisión que creo que tenemos que enfrentar y discutir.

Para México, me parece que, quiero compartir algunas interrogantes que yo estoy dando vueltas, que tiene que ver con estos retos de América del Norte.

El primero es cómo buscar un equilibrio en el proceso de reforma institucional que está encaminado en México, que es bien impresionante, con estrategias eficaces en materia de seguridad de Estado de Derecho.

Estos retos también son muy difícil, no son fáciles para balancear, para llevar a cabo ambos juntos y creo que me parece que es un reto importante, que relevante para todos los procesos de integración con Estados Unidos o con Canadá.

Segundo es el tema que mencioné antes, el tema de drogas:

Estamos en un momento de muchos experimentos, iniciativas. En Estados Unidos, en países como Uruguay, sobre el tema de marihuana, también es un tema que es importante tener un debate amplio y abierto en México sobre cómo tratar ese tema de drogas también.

Estamos en un momento creo que donde hay espacios, oportunidades para hacer otros enfoques nuevos e innovadores.

También es interesante reflexionar para todo el tema de futuro de integración de América del Norte, cuáles de las muchas reformas que están encaminadas en México son las más cruciales, más relevantes.

Y ahí yo diría que el tema es de educación, que no siempre recibe la atención que merece porque hay una tendencia en enfocar sobre energía, que si bien es importante educación me parece para el futuro, para hacer, para mejorar productividad en México, y para conducir mayor integración con América del Norte tal vez en el largo plazo es lo más importante, más importante que los demás, que son importantes pero algunos siempre son más cruciales para futuro que otros.

Y por último, para México la interrogante que me imagino que todos están reflexionando, es hasta qué punto, dada la integración y el nivel de comercio entre los Estados Unidos y México tiene sentido para México, desde el punto de vista en México hacer más con Estados Unidos o buscar otros socios y tratar diversificar el comercio con otros en el mundo.

Eso me parece es una decisión muy importante para México que por cierto relaciono con el tema de integración mexicano, de América del Norte.

Voy a terminar con una última reflexión, para no extenderme más, y es una, creo que la lección fundamental de NAFTA, el Tratado de Libre Comercio de hace 20 años, y pensé en esto también escuchando a varios expositores ayer en la conferencia sobre Alianza del Pacífico y otros esquemas de integración; ¿y dónde está? ¿y para dónde va?

Me parece que a veces olvidan la tarea fundamental política, y esto creo que reflexionando sobre NAFTA, es algo que podía haber hecho mucho más, de comunicar mejor los resultados, los beneficios de esos esquemas; y para ganar el apoyo de la opinión pública, porque si no, el riesgo es que hay un desfase entre esos esquemas que están avanzando, esos planteamientos de los que toman decisiones y la opinión pública en general, y hay que cerrar esa brecha. Y eso requiere un esfuerzo colectivo de todos los actores.

Me llama la atención, por ejemplo, en NAFTA el sector privado estaba muy, muy movilizado en NAFTA. Yo veo mucho menos activos al sector privado y es importante que todos los actores, que todos los sectores que tienen mucho en juego con ese esquema de integración, yo diría lo mismo para la Alianza del Pacífico: Alianza del Pacífico también me parece que ha tenido avances muy importantes, pero falta en todos los países: México, Chile, Perú y Colombia, también comunicar resultados con la opinión pública.

Eso me parece que es algo que cualquier esfuerzo en América del Norte hay que mantener en cuenta siempre.

Muchísimas gracias y espero cualquier pregunta.

SENADORA MARCELA GUERRA CASTILLO: Muchas gracias a Michael Shifter por su visión y los desafíos sobre nuestra región América del Norte.

Y ahora vamos a dar el uso de la palabra a Arturo Sarukhán, quien primeramente, fue embajador de México en Estados Unidos; también fue cónsul general de México en Nueva York.

Ha sido asesor de cancilleres, como Fernando Solana, Rosario Green y otros. Es maestro en Relaciones Internacionales por la Universidad de Johns Hopkins, en Washington, D.C.; y estudió la licenciatura en Relaciones Internacionales por el Colegio de México, y actualmente es consultor en Washington.

Adelante, señor Sarukhán.

EMBAJADOR ARTURO SARUKHÁN: Buenos días a todos. Es un gran honor estar aquí con ustedes en este importante Foro; gracias al Senado por la invitación, pero en particular a la senadora Marcela Guerra por la invitación a participar en este panel.

Me da también, evidentemente, mucho gusto estar con muchos amigos y colegas; en particular quiero reconocer a mi anterior colega Tony Wayne; y a mi amigo y excolega de Gobierno, Eduardo Medina Mora.

Como se darán cuenta por la voz, vengo pasteurizado entre la temperatura que hay en Washington y la temperatura de la Ciudad de México, ayer ya surtió efecto. Les ofrezco una disculpa por una voz un poco menos clara de lo que me gustaría tener hoy con ustedes aquí.

Creo que al pensar sobre el panel y el tema del panel hoy, cómo avanzar en pensar sobre la integración en América del Norte, es evidente que además con este grupo de individuos que están sentados aquí hoy, y que seguramente será refrendado por el siguiente panel, que abordará las visiones de quienes hoy nos representan tanto en ciudades claves en América del Norte, como en Ottawa y en Washington, que va a haber mucha coincidencia en cuál debe ser la hoja de ruta para ir profundizando y avanzando una visión integral de América del Norte.

También seguramente habrá algunas discrepancias, no tenemos mucho tiempo en los comentarios iniciales para abordar todos estos puntos; pero estoy seguro que a lo largo del diálogo que sostendremos una vez que todos tengamos la oportunidad de hablar, algunos de estos temas muy importantes también irán saliendo.

Déjenme decir, déjenme empezar por decir algo que me parece es una verdad de Perogrullo, pero no porque lo sea se procesa, se asume y se confronta como se debería en México.

Entiendo la importancia de que México tenga una agenda diversificada de política exterior. Yo fui coordinador general de asesores de la Cancillería mexicana y parte de mi trabajo era velar por que hubiese una serie de equilibrios y de balances en la instrumentación de la política exterior mexicana. Pero también seamos muy realistas, la región del mundo más importante para el futuro de México y la inserción de México en el mundo va a ser Norteamérica.

No hay ninguna otra región del mundo, por mucho que ampliemos nuestros contactos comerciales y mejoremos nuestras balanzas comerciales con América Latina, con la Unión Europea, con Asia-Pacífico, no va a haber ninguna región en el mundo que le va a dar a México la capacidad de asumir un peso específico global en el Sistema Internacional del siglo XXI, como lo va a hacer Norteamérica.

Es precisamente en la profundización del andamiaje que hemos venido construyendo a veces de manera exitosa, a vece de manera menos exitosa en los últimos 20 años desde la suscripción del TLC de América del Norte, en donde México podrá encontrar esos anclajes para jugar, yo espero, un papel fundamentalmente distinto en el mundo.

Se ha hablado mucho de que si uno ve hoy a Norteamérica y si uno ve lo que ha generado el TLC con América del Norte, América del Norte tiene una relación comercial del siglo XXI, un marco regulatorio de siglo XX, pero un sistema de infraestructura fronteriza de siglo XIX.

Y no es difícil entender por qué, y en gran medida el 11 de septiembre tuvo un impacto medular en este divorcio importante entre cómo facilitamos el comercio entre América del Norte y a la vez cómo aseguramos el comercio que va entre nuestros tres países en América del Norte. Pero esto es en muchos sentidos el gran reto que está enfrentando América del Norte.

¿Cómo mantenemos esta agenda comercial del siglo XXI?

¿Cómo modernizamos un marco regulatorio negociado hace 20 años a través del TLCAN?

¿Y cómo resolvemos los cuellos de botella que tenemos en la frontera entre México y Estados Unidos, y la frontera entre Canadá y Estados Unidos que nos están costando a consumidores, a la iniciativa privada, miles de millones de dólares al año, sencillamente porque no tenemos la infraestructura del siglo XXI que deberíamos tener para facilitar esos flujos comerciales?

Voy a empezar con lo que se antojaría lo más fácil: ¿Cómo modernizamos esta infraestructura fronteriza, cómo pasamos de una infraestructura del siglo XIX?

Y muchos de ustedes lo saben, el embajador lo sabe muy bien, estamos en el proceso de iniciar la construcción de un cruce ferroviario entre México y Estados Unidos.

La gran paradoja es que este nuevo cruce ferroviario va a ser el primer cruce ferroviario entre la frontera entre México y Estados Unidos desde la Revolución Mexicana en 1910. Esta no es la infraestructura que teníamos durante la invención del TLCAN, es una infraestructura que tiene básicamente 100 años de antigüedad. Tenemos que modernizarla, tenemos que utilizar tecnología de siglo XXI para facilitar nuestros flujos comerciales.

México y Estados Unidos estamos comerciando al día 1.4 mil millones de dólares de comercio bilateral al día. El chiste es cómo hacemos que esta frontera que nos está generando cuellos de botella enormemente relevantes a esos flujos comerciales, cómo le podemos echar el proverbial grano al sistema para poder destapar un mecanismo que es claramente insuficiente para esta muy dinámica y muy rica relación comercial.

El primer tema es: ¿Cómo vamos fortaleciendo, modernizando, nuestra infraestructura fronteriza? No se trata sólo de construir más puntos de cruce o más puertos fronterizos; se trata de articular la tecnología que hoy existe a generar cadenas de comercio transfronterizas modernas, en donde la tecnología juega un papel fundamental. Y esto es un reto común para nosotros con Estados Unidos y para nuestros colegas canadienses con Estados Unidos.

Este es el primer gran tema que los tres países de América del Norte tienen que abocarse a resolver: ¿Cómo vamos modernizando esta infraestructura claramente rezagada?

El segundo tema tiene que ver con el marco regulatorio en el cual opera nuestra relación comercial.

Cuando lo dijo aquí D’Aquino me parece, cuando el TLC fue negociado y firmado hace 20 años, él en su momento lo que en inglés se llama el go standard, era el ejemplo más acabado de una negociación comercial bilateral, que además en aquél momento era única en el mundo, porque era entre un país industrializado y una economía emergente como la mexicana.

Entonces, en 94 ese marco regulatorio que fue el que se negoció con el TLC, pues nos dio un instrumento que permitió, a lo largo de 10 años, cuadriplicar el flujo comercial entre los dos países.

Es claro que el mundo ha cambiado profundamente en los últimos 20 años desde que se suscribió el TLC; la economía global no es la misma, nuestra propia relación comercial ha cambiado, los patrones y la manera en que construimos, la manera en que la manufactura ha ido cambiando en el espacio norteamericana, hacen que este andamiaje que se diseñó hace 20 años pues claramente esté rebasado.

¿Cómo resolver este tema?

Para mí hay una manera bastante fácil y bastante lógica de hacerlo, que además atiende las preocupaciones políticas a las que se refería Tom, a las que de alguna manera se refirió Michael, que es cómo modernizar el TLCAN sin negociar o renegociar el TLCAN, porque si abrimos el Tratado de Libre Comercio América del Norte a una renegociación es como abrir una caja de pandora.

¿Por qué?

Porque habrá grupos de intereses, actores, en Canadá, en Estados Unidos y en México, que buscarán sacar ventaja de ese proceso de negociación y sería dar al traste con el entramado que hemos construido.

La mejor manera de modernizar el andamiaje norteamericano es vía la negociación del Acuerdo Transpacífico.

¿Por qué?

Porque el TPP, en el que estamos participando Canadá, México y Estados Unidos, nos permitiría, al asumiré esos mismos criterios estándares umbrales, modernizar nuestras regulaciones, nuestros estándares, sin tener que renegociar el TLCAN.

Por eso fue tan importante la decisión en el 2011 de que tanto Canadá como México nos incorporásemos a la negociación del TPP y ceo que este es el mejor mecanismo para modernizar el andamiaje norteamericano.

Hay un capítulo adicional que es el acuerdo que en este momento está negocia do Estados Unidos con la Unión Europea, el TPP, el acuerdo trasatlántico, y aquí evidentemente tanto Canadá como México tenemos un problema y no hay que ser científico nuclear para entender por qué ha ocurrido así, pero el gobierno de Estados Unidos prefirió avanzar en su negociación con la Unión Europea, manteniendo a Canadá y a México fuera de la discusión.

El problema, varios de ustedes lo sabrán identificar in mediatamente, es que de los tres socios norteamericanos, el único que hoy por hoy tiene un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea es México; Canadá está a punto de culminar y determinar su negociación con Europa y Estados Unidos, cuando logre terminar la suya con la Unión Europea, lo que esto derivará es que tendremos tres acuerdos de los tres socios norteamericanos con la Unión Europea, similares, pero que no son homogéneos.

Y va a haber un reto importante en uniformar, homogeneizar, tres tratados similares, pero distintos, en áreas críticas para la manufactura avanzada que estamos viendo hoy en Norteamérica, que es sobre todo en el área automotriz y en el área de la industria aeroespacial.

Entonces, en algún momento nuestros amigos, en particular americanos, van a tener que incorporar a Canadá y a México a un proceso de consulta lateral.

Ya ha habido mecanismos de diálogo con el gobierno estadounidense. Es evidente que si se logra avanzar en el Atlántico y el TPP se concreta, tenemos un nuevo paradigma de Siglo XXI, basado en reglas comerciales modernas, que le da a México una inserción y un peso de Este a Oeste, en la parte norte del globo, que será enormemente importante para el futuro de América del Norte.

Y finalmente ¿cómo seguimos abonando estos flujos comerciales del Siglo XXI?

El otro día, la secretaria de Comercio de Estados Unidos, Penny Pritzker, y el embajador Mike From, que es el representante comercial de Estados Unidos, publicaban una columna en CNN evidentemente abogando ante el Congreso de Estados Unidos para que el Congreso le otorgue al Presidente Obama la famosa autoridad “Fast Track”, es decir, la autorización al Presidente para que pueda negociar acuerdos comerciales internacionales.

Y el artículo, si recuerdo bien, decía: Los productos hechos en Estados Unidos han regresado con enorme ímpetu.

Yo subí un “twit” diciendo: esto es un importante artículo pero el cabeceo del artículo debió hacer sido: Los productos norteamericanos han hecho, han cobrado enorme vigencia.

¿Por qué? Porque lo que ha ocurrido, cortesía del TLC, en estos 20 años en América del Norte, es una de las historias más importantes de éxito del TLCAN y que no se conocen lo suficiente.

Y que es que hoy Norteamérica es quizá la única zona en el mundo en donde hay plataformas de producción y proveeduría integradas.

De cada peso o dólar que México exporta al mundo, 32 centavos son de insumos americanos, y viceversa con Estados Unidos, los números son más o menos similares.

Es decir, ya no estamos produciendo productos mexicanos, canadienses o estadounidenses. Estamos produciendo productos norteamericanos.

Y a diferencia de lo que ocurría en los primeros años después del TLCAN en donde las piezas para un refrigerador cruzaban a territorio mexicano, se ensamblaban y regresaba el refrigerador a territorio estadounidense, al mercado estadounidense, hoy lo que estamos viendo es manufactura avanzada, de una turbina que cruza las fronteras de Canadá, Estados Unidos y México, 8 ó 9 veces con cada uno de esos cruces, agregando valor a la producción de esta turbina.

Es un paradigma económico y comercial único y que no se ha visto en ningún otro lugar del mundo. Y esto es lo que tenemos que proteger y esto es lo que tenemos que blindar.

Y por eso, si ustedes van viendo la secuencia entre cómo mejoramos nuestros procesos de internación transfronteriza, cómo mejoramos el marco regulatorio y cómo seguimos abonando a esta agenda comercial del Siglo XXI que tenemos y que es única en el mundo, creo que ahí están, ahí deberían estar los grandes lineamientos de interacción, y de debate, y de discusión en Norteamérica.

Pero yo soy internacionalista y soy diplomático de carrera y por lo tanto también los temas de política exterior me parecen enormemente importantes.

Y me parece que aquí Estados Unidos, Canadá y México deberían arriesgarse a tomar crecientemente decisiones en donde los 3 países compartimos intereses comunes o tenemos agendas coincidentales en ir generando una agenda norteamericana, ya sea en la Región o fuera de la Región, que nos permita ir generando una musculatura norteamericana del sistema internacional.

Y les doy dos ejemplos: el primero de ellos una conversación que inició en el sexenio anterior y que desconozco si ha tenido más tracción recientemente pero que me parecía muy importante:

Canadá, México y Estados Unidos acordaron preposicionar recursos y equipo para proveer de asistencia en casos de desastres naturales al Caribe y a Centroamérica.

¿Por qué? Porque México ha sido, a través del DM3, ha sido un gran parangón de cómo responder a emergencias y desastres naturales.

Pensábamos que con Canadá y con Estados Unidos podríamos generar una agenda de poder suave en la Región en donde los 3 países con una marca norteamericana podríamos apoyar y coadyuvar cuando desafortunadamente ocurren desastres y tragedias naturales en la región.

Estos son el tipo de cosas que me parecen enormemente interesantes.

Otro ejemplo: México ha tenido una larga tradición de usar al IFE, ahora INE, para proveer capacitación electoral en el extranjero.

El entonces IFE participó en muchos procesos electorales en el mundo, sobre todo en países de nuevo cuño. Me viene a la mente Timor Les, donde el entonces IFE ayudó a capacitar a las autoridades electorales, a establecer los mecanismos para sufragios libres y transparentes.

Y esta es un área en donde yo creo que otra vez los 3 países podríamos buscar generar mecanismos de mejores prácticas para ayudar, para cooperar, para generar asistencia internacional. Entonces, el área de política exterior de los tres países me parece un área de enorme oportunidad yendo hacia adelante.

No todo es color de rosa en Norteamérica, hay retos y hay problemas serios; hay razones filosóficas, ideológicas, políticas y hasta burocráticas que han impedido que esta agenda, más integral y más visionaria, avance; hay razones de peso, particularmente aquí sí lo digo sin ningún rubor: me parece que de los tres socios norteamericanos, México es el que ha sido más claro y más agresivo y el más interesado en ir empujando esta agenda norteamericana.

Me parece que nuestros amigos canadienses y nuestros amigos estadounidenses, por razones distintas, son más reacios a seguir pensando en la profundización del andamiaje norteamericano.

Pero sí quiero terminar con esta reflexión. Aquellos de ustedes que siguen la política exterior de Estados Unidos o la política estadounidense, habrán visto que la política exterior del presidente Obama se ha dedicado a subrayar la importancia del famoso pivote, del pivoteo de Estados Unidos hacia Asia-Pacífico; señalando que ahí es la zona del mundo en donde Estados Unidos tiene que enfocar recursos, atención por el enorme peso de las economías en la región; pero también evidentemente por este gran y nuevo actor internacional, que en enero rebasó a Estados Unidos como la economía más importante del mundo, que es China.

Sin embargo, lo que yo diría como un diplomático mexicano que se dedicó prácticamente 22 años a la agenda con Estados Unidos y a la discusión de los sistemas norteamericanos; en realidad el mensaje que yo le tendría al gobierno de Estados Unidos y al presidente Obama, es: si hay una región a la que Estados Unidos tiene que pivotear es hacia Norteamérica, porque es en Norteamérica con la posibilidad de paradigmas de mecanismos de plataformas de integración energética, seguridad energética, eficiencia energética; estos patrones comerciales que les he descrito, en donde radica el futuro bienestar, seguridad y prosperidad del pueblo estadounidense.

Y creo que es en el pivoteo hacia Norteamérica donde está el futuro de los tres países y donde está uno de los cambios geopolíticos más trascendentales que yo veo en el horizonte cercano; más allá de la llegada de China como una de las grandes potencias en el sistema internacional, es en la posibilidad de que Norteamérica se convierta quizá, en la región que mayor pesa y que mayor incide en la geopolítica mundial en los próximos 20 años.

Muchas gracias.

SENADORA MARCELA GUERRA CASTILLO: Muchas gracias al embajador Arturo Sarukhán, por su ponencia.

Y tiene ahora el uso de la palabra el señor Andrew Selee, quien es licenciado en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Washington, en San Luis. Es maestro en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de San Diego; y doctor en Estudios Políticos por la Universidad de Maryland.

También es vicepresidente ejecutivo de Wilson Center, en Washington; y ha sido profesor de las universidades Johns Hopkins, George Washington y profesor visitante del Colegio de México.

Es articulista del periódico Universal y entre sus publicaciones se encuentran: “descentralización”, “democratización y poder informar en México”. También “responsabilidad compartida” y “opciones de políticas de México y Estados Unidos para combatir el crimen organizado” y “los Estados Unidos y México, más que vecinos”.

Adelante, señor, tiene usted el uso de la palabra.

DOCTOR ANDREW SELEE: Muchas gracias.

Es un gran gusto estar aquí en este recinto del Senado. Gracias, senadora Marcela Guerra, por la invitación, y a todo el Senado por estar aquí; es un gran gusto estar en México también.

Yo voy a enfocar mis comentarios a la relación entre México y Estados Unidos sobre todo, no a toda América del Norte; pero al final voy a llegar a hablar de América del Norte, y temo mucho que vamos a repetir un poco cosas que se han dicho, porque creo que coincidimos muchos en las propuestas. Y probablemente en el siguiente panel también; pero son cosas importantes que vale la pena reforzar en esta relación tan importante.

A final de cuentas, no hay relación más importante para México que Estados Unidos, y lo digo como extranjero, pero creo que es obvio; para bien o mal uno puede tener su propia opinión y trabaja en los dos sentidos, pero también al inverso como norteamericano, yo diría que como estadounidense, que la relación con México junto con la relación con Canadá y China, son las relaciones que más importan en Estados Unidos; esas son las relaciones que definen la calidad de vida en Estados Unidos.

Yo sé que en Washington pasamos mucho tiempo preocupados por el eje que va de Cairo a Kiev, un poco lo que pasa el Medio Oriente hacia Ucrania o Rusia, realmente copta mucho del tiempo de lo que nos dedicamos, pero la verdad es en cuanto a la calidad de vida de norteamericanos en el futuro, las relaciones más importante sin duda son los dos vecinos, México-Canadá y China por su tamaño y creciente importante a nivel global.

Quisiera dar nada más cuatro observaciones sobre la relación México, Estados Unidos, si me permiten. Primero es, eso es una relación importante por cuestiones de bolsillo y calidad de vida para ambos países.

Muchas veces nos caemos en los simbolismos, hay grandes simbolismos, nos criticamos de un lado y del otro por cuestiones de que son meramente simbólicos, pero la realidad es que hay cosas que anclan esta relación, que son de carne y hueso, que son de la calidad de vida de la gente de los dos países.

Cuando hablamos de la interdependencia económica, hay más o menos seis millones en Estado Unidos, según mis colegas en el Willson Center, que dependen del comercio en México. No sé cuál es la cifra en México, pero no dudo que esté más o menos por ahí; eso es un número enorme y esos son trabajos muy directamente relacionados. Si vamos a los trabajos secundarios, terciarios y poco más allá que tienen relación con México, son mucho más.

Ya se dijo que hay mil millones de dólares de comercio cada día entre los países de más de mil millones de dólares de comercio. Eso es enorme, ¿eh?, es una cantidad increíble si lo pensamos, es más de 500 mil millones de dólares de comercio cada año entre los países, un poco más ahora.

Uno de cada 10 mexicanos vive en Estados Unidos, una de cada 10 personas nacidas en México vive en Estados Unidos; pero al inverso también, uno de cada 10 norteamericanos es de ascendencia mexicana o nació en México o sus padres o sus abuelos, sus bisabuelos o alguien nació en México. Los lazos personales, los lazos culturales y la realidad de familias que tienen pie en los dos países es muy real entre nosotros.

Los estados fronterizos donde se unen nuestros países, si contamos los 10 estados, ahí son 90 millones de personas y sería, si lo juntáramos, como una economía conjunta, sería la cuarta economía del mundo.

La frontera –aquí estuvo el senador Ruffo ayer con nosotros, que preside la Comisión de Frontera Norte– la región fronteriza, si bien esta relación es importante para todas las personas en los dos países, la región de frontera tiene un peso muy específico y una dinámica muy específica.

Compartimos en esa franja también cuestiones de medio ambiente. El aire, el agua, los bosques no conocen fronteras, por lo menos no fronteras políticas; entonces cómo cuidamos esos elementos juntos toma una importancia muy grande y compartimos problemas muy grandes, y no hay más grande ahora que la de seguridad pública, la de crimen organizado que tiene un tráfico circular de narcóticos, de armas y de dinero que van al norte y van al sur. Es un tráfico que va en un círculo y que afecta a comunidades muy directamente en ambos países.

Y finalmente, déjenme terminar diciendo, también compartimos un plano cultural y social enormemente grande. Eso podría ser una ponencia en sí mismo, no voy a entrar en detalles pero yo creo que no se escapó a nadie aquí que en los Óscares el año pasado ganó un director mexicano y ganó un camarógrafo mexicano y que está nominado otro director mexicano este año. Si quieres ver el fútbol americano, si quieres ver las películas norteamericanas, si quieres ver el idioma que más aprenden los norteamericanos e inverso en México, las influencias culturales de Estados Unidos, tenemos cada vez más ideas, símbolos, cultura, música, películas que fluyen de un lado a otro. Tenemos un espacio cultural y social cada vez más compartido.
Ese es el primer punto.

Segundo punto. Esto es menos una relación de política exterior y yo sé que estamos en una reunión, en un seminario de política exterior, pero es una relación menos de política exterior que de política nacional en cada país.

Eso obviamente tiene una relación de política exterior, porque somos dos países soberanos, ¿pero cómo se procesan los temas en la agenda bilateral? Es a través de cuestiones muy locales y muy nacionales; porque los temas que están en la agenda bilateral, si hablamos de temas de comercio, de seguridad pública, de medio ambiente, de migración, son temas realmente que tocan fondo en las almas de la gente, en sus comunidades locales, en las decisiones que debaten en sus comunidades, en sus localidades, sus estados, en el plano nacional.

Por eso la opinión pública condiciona mucho lo que podemos hacer justos, eso está muy bien. Por ejemplo, lo que comentaron antes de la reforma de la legalización por decreto de quizá 5 millones de migrantes, hasta 5 millones de migrantes, dos o tres de ellos mexicanos, es una decisión que se tomó en Estados Unidos por cuestión de opinión pública nacional, por cuestión de política nacional en Estados Unidos.

Afecta a mexicanos, afecta a la región México-Estados Unidos, queda muy condicionado por temas dentro de Estados Unidos y también nos afecta formal, lo que pasa, el otro día, hace dos días, en el estado de Washington donde se mató a un joven mexicano o lo que pasó en Ayotzinapa, en Iguala, son temas que también afectan la opinión pública de un lado y otro y la coyuntura afecta también el margen de maniobra de nuestras relaciones.

También hay que reconocer que hay muchos actores en esta relación, Yo sé que el embajador Medina Mora pasa gran parte, y el embajador Wayne, pasan gran parte de su trabajo también es dar cauce al número de actores en esta relación, pero casi cada agencia del gobierno, a veces hago el ejercicio de tratar de pensar qué agencia del gobierno norteamericano o del gobierno federal mexicano, no tiene relaciones con el otro país y es un ejercicio muy difícil de hacer.

A lo mejor pueden encontrar, en este grupo ilustre, a lo menor podemos encontrar uno o dos, pero casi cada agencia tiene una relación con una contraparte en el otro país, por la frontera, por los migrantes o por la relación bilateral más amplia.

Los gobiernos estatales y municipales, sobre todo en la frontera, tienen sus propias políticas en la relación bilateral, las legislaturas del congreso, el Senado, la Cámara de Diputados, sus contrapartes de Estados Unidos, tienen injerencia en la relación, el sistema judicial en ambos países.

Los migrantes que yo ceo que nunca hay que olvidar a los migrantes como actores importantes, no solamente recipiente de gente que recibe política pública, pero actores en la relación bilateral claves, empresarios, organizaciones cívicas, es una relación fragmentada y plural.

Eso le da la riqueza a la relación, lo ancla en la vida diaria, pero también lo complica, también lo hace más difícil y para terminar, déjenme decir que creo que estamos ante un cambio de modalidad interesante que habría que remarcar y no quiero decir a dónde va esto todavía, pero lo quiero notar porque creo que es importante.

Hasta 2007 la relación se marcó por mucho flujo migratorio indocumentado por la frontera. Era un flujo de medio millón de personas cada año, por la frontera compartida, eso ha pasado desde 2007, hay una baja inmensa.

En estos momentos, el año pasado había más centroamericanos que fueron detenidos en la frontera común que mexicanos, hay un flujo cero entre México y Estados Unidos de migrantes.

Eso habla de que cada vez más hay muchos mexicanos en Estados Unidos, pero es una comunidad cada vez más consolidada en las comunidades, en ciudades y pueblos en Estados Unidos y desde 2007 hay otro flujo muy interesante.

No quiero sobreestimarlo, pero hay un flujo de capitales mexicanos a Estados Unidos. Desde 2007 el panadero más grande en Estados Unidos es Bimbo, por mucho, 30 por ciento del mercado; la cementera un poco antes es Cemex; el proveedor de Hootters, una comida netamente norteamericana, es o que comemos cuando vemos béisbol, el proveedor mayor de Hootters en Estados Unidos es el Grupo Alfa, de SIGMA FOODS.

LALA es el segundo proveedor de leche en Estados Unidos; Carso de Teléfonos de tarjeta, pero también hay muchas empresas grandes, medianas, ARCA, SOFT, Teocell, que hace animación en Estados Unidos, Grupo de Tijuana, y muchos más medianos y chiquitos que tienen inversión en Estados Unidos o tienen sociedad con grupos norteamericanos.

No sé a dónde va eso, pero lo anoto simplemente porque creo que hay un cambio en la modalidad de la reacción que habría que notar.

Tres.- Lo económico seguirá siendo el eje central de esta relación, por razones que Arturo Sarukhán ya explico, creo que sigue siendo, al final de cuentas, una relación en que lo económico tiene que ver con la calidad de vida y tenemos muchas oportunidades de mejorar el crecimiento de nuestros dos países, a través de ser más sensatos, como americanos, esa relación.

Y no hay cosa más importante que tener una frontera inteligente. Ya lo vio Michael, ya lo vio Arturo, no lo voy a repetir, pero de veras, tenemos frontera inteligente, en que quitamos las barreras que tenemos, nos hemos puesto, una infraestructura vieja, sistemas de paso muy difíciles y ahí hemos hecho muchos avances.

Aquí quiero reconocer al Subsecretario, el Embajador, a los embajadores, la verdad es que hemos tenido muchos avances en la frontera, y tener una frontera inteligente de donde estábamos hace 10 años. Pero es una tarea que todavía tenemos que seguir trabajando.

Y a pesar de que lo económico sigue siendo el eje, otros temas que van a seguir estando en la agenda, la seguridad pública va a seguir estando en la agenda porque compartimos, aunque no nos guste, compartimos grupos criminales que tienen pie en los dos países, ¿no?, y que viven de los dos países, y que corrompen a los dos países y afecten a comunidades en los dos países.

Entonces pensando cómo compartimos responsabilidades en esto es importante.

Tenemos un medio ambiente, tenemos el primer parque binacional, en Big Bend, entre Texas y México.

Pensar en cómo cuidamos los recursos naturales, el agua de hecho es un tema que va a seguir estando en la agenda bilateral y es un tema que hemos manejado más o menos bien en el pasado y a cierta estructura.

La cuestión de la migración, con la legalización –aunque anoche, como estábamos hablando Carlos Sada y yo- ante esa noche hubo un juez en Estados Unidos, paró la legalización de los migrantes. Pero nos imaginamos que eso se va a cambiar y habrá una apelación; va a cambiar.

Pero eso es un tema que hay mucho trabajo que hacer. Si bien es un tema de Estados Unidos, la forma en que México, los consulados proveen documentos para los mexicanos que aplican a la legalización importa mucho, qué tanto pueden accesar y cómo nos comunicamos cuando salgan broncas.

Porque van a salir broncas muy logísticas, y depende de qué tan bien manejamos esto y qué tan bien nos comunicamos para si algún día en 2, 3 ó 4 años haya una Reforma Migratoria más amplia, también cómo lo podemos manejar entre los dos países.

Entonces aquí hay muchos temas.

Cuarto y último punto. Y con eso voy a terminar: Es que en lo que se vaya madurando la relación entre México-Estados Unidos, cada vez menos vamos a hablar solamente de temas bilaterales.

En el pasado hemos hablado mucho, mucho de lo bilateral. Hemos hablado de migración, de seguridad, de frontera, de infraestructura. Eso es una.

Y van a seguir siendo temas sumamente importantes porque son temas importantes para la calidad de vida en nuestros dos países.

Pero también como se vaya madurando la relación cada vez más podemos hablar de otros temas más a nivel global y eso enriquece la relación bilateral entre nuestros países y nos permite también hablar con Canadá, como decía Tom, en temas ya más amplios de la agenda global.

Cuba obviamente es un parte aguas; Cuba es un parte aguas yo creo que porque va a ser, en primera va a ser muy difícil la apertura entre Estados Unidos y Cuba.

Ahorita estamos en la luna de miel, pero cuando ya se llega a los temas de cómo vas liberalizando una relación que ha sido tan distante por tanto tiempo va a haber choques y va a haber momentos difíciles.

Ahí México es un socio confiable de ambos; se podría ser un país que ayuda a destrabar esa apertura.

Pero también yo creo que estamos ante un escenario y que vamos a empezar a repensar lo hemisférico.

Lo de Cuba realmente fue una de las cosas que estorbaba pensar conjuntamente el Hemisferio y entonces cómo empezar a pensar juntos en lo que deben ser las relaciones del Hemisferio y la estructura.

Hemos tenido un periodo de atomización; cómo regresar un debate más global. Es un tema que debemos tener entre ambos.

Hay otros temas globales: cambio climático donde México ha sido un líder. Cuestiones de Venezuela, y Siria, otras cosas coyunturales que son importantes.

Y finalmente para terminar, yo creo que la Alianza Trans Pacífica va a ser un tema en que los que estamos juntos con Canadá, entrando a una relación comercial con otros países. Yo creo que nos da una gran oportunidad.

No solamente, como decía Arturo, que concuerdo completamente de repensar el Tratado de Libre Comercio. No de repensarlo: de mejorarlo, de actualizarlo, de repensar nuestra integración. Pero también juntos empezar a tener algunas propuestas entre los tres países frente al mundo, frente a la economía global.

En que empezamos a pensar que América del Norte, si bien somos países soberanos, países muy diferentes y países que cada uno tiene prioridades en algunas cosas distintas, que hay otros temas sobre todo en lo económico y que sí somos un bloque económico más o menos unido, somos cada vez más una plataforma unida que produce cosas juntos y que tenemos que pensar estratégicamente juntos cómo nos integramos a la globalización.

Muchas gracias.

SENADORA MARCELA GUERRA CASTILLO: Muchas gracias a Andrew Selee por su ponencia, por sus conceptos, sus reflexiones.

Y ahora vamos a darle el uso de la palabra a Earl Anthony Wayne, quien es embajador de Estados Unidos en México desde el 2 de agosto de 2011.

El embajador Wayne es licenciado en Ciencia Política por la Universidad de California, en Berkeley. Maestro de Ciencia Política, en Princeton, desde 1975, y también por la Universidad de Stanford.

Es maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y diplomático de carrera desde 1975. Estuvo en las misiones diplomáticas anteriores en Kabul, Afganistán; y como director y coordinador para el Desarrollo de Asuntos Económicos.

Adelante, señor embajador.

EMBAJADOR EARL ANTHONY WAYNE: Primero, si ustedes quieren por un momento elevarse y estrechar, porque ha sido poco tiempo, por favor, antes de mi largo discurso. Gracias. Qué bueno, muchísimas gracias.

Gracias, estimada senadora, por invitarme otra vez aquí con usted y sus colegas; muchos de sus colegas y usted han participado en varias reuniones con homólogos americanos y canadienses en reuniones interparlamentarias.

Estas conversaciones son claves para mantenernos conectados, para entendernos mejor y encontrar áreas de trabajo común, como anoche con la senadora ha participado en una cena con dos senadores norteamericanos que acaban de visitar la Ciudad de México.

Como ya han oído de mis colegas de este panel, América del Norte ya está muy integrada económicamente, socialmente y políticamente. Tenemos un sinfín de colaboración, lazos familiares e intereses estratégicos compartidos.

Tuvimos más de 1.2 billones de dólares de comercio en el año 2014, un nuevo record. Y ahora en 2015, un año que verá nuestro comercio crecer más; un año donde podemos lograr grandes avances al construir una América del Norte más competitiva.

Hoy me gustaría compartirles una visión para América del Norte. Mientras que estamos aquí reunidos, en Michoacán y partes del Estado de México millones de mariposas monarcas se preparan para un largo viaje. Este viaje ya llegará junto con sus descendientes a los Estados Unidos, Canadá y de vuelta a México.

Esos fascinantes animales volarán miles de kilómetros, en un reto de resistencia y navegación poco visto en la naturaleza; volarán sobre nuestros pueblos y ciudades, sobre nuestro campo, sobre los puertos de entrada donde comercializamos nuestros bienes. Son un gran símbolo de lo conectados que estamos.

La semana pasada, mi gobierno prometió 3.2 millones de dólares para salvar la mariposa monarca. También tenemos el plan de acción trinacional para la conservación de la monarca; un esfuerzo que reúne expertos de nuestros tres países.

Así que aquí lo tienen, una mariposa como un ejemplo de cómo nuestros tres países pueden trabajar juntos hacia una meta en común. Esta es la América del Norte que podemos visualizar, una América del Norte con un frente unido y con una perspectiva compartida: los Estados Unidos, México y Canadá prosperando juntos.

Económicamente, nuestra región es una de las más integradas del mundo. Nuestras familias están conectadas, nuestros negocios están c conectados, nuestros gobiernos colaboran en una gran gama de asuntos bilateral y trilateralmente; pero la idea va más allá de estar meramente conectados, va a detener esos lazos y a usarlos como una plataforma para ser competitivos en la economía global; trabajando juntos para hacer crecer a nuestras economías, quitando impedimentos al comercio, preparando a nuestra fuerza laboral, combatiendo problemas globales, como la corrupción, la trata de personas o la seguridad cibernética, definiendo la democracia en el mundo, ayudando a vecinos en nuestra región.

La verdad es que, si queremos competir en el mercado global, tenemos que facilitar al comercio y la inversión a través de nuestras banderas.

Todos los días Estados Unidos comercian más de tres mil millones de dólares con sus vecinos de América del Norte. México y Canadá han invertido más de 300 mil millones de dólares en los Estados Unidos.

Nuestras exportaciones a países de TLCAN apoyan casi de tres millones de trabajos, sólo en Estados Unidos, y millones de trabajos en México gracias a las exportaciones que van al norte. Pero para crear más, tenemos que hacer más.

Cuando los presidentes de México en Estados Unidos se reunieron en Washington en enero, seguido por los ministros de relaciones exteriores de México, Estados Unidos y Canadá en Boston, hablaron de cómo llegamos a esta meta; hablaron sobre nuevos acuerdos comerciales, como al Acuerdo Transpacífico o el TPP, que traerá prosperidad y crecimiento a todos los países participantes.

El TPP es un trato de siglo XXI, que conectará a más de 40 por ciento del PIB global, y casi un tercero de todo el comercial mundial.

Para México, Estados Unidos y Canadá abrirá mercados importantes en Asia, pero más que eso, también traerá consigo estándares más altos. Subirá el nivel para todos y esto será visible tanto en la agricultura como la manufactura y la propiedad intelectual. Es una oportunidad monumental para América del Norte.

Los Estados Unidos, Canadá y México pueden aprovechar esta oportunidad juntos.

Para mantenernos competitivos a escala global, necesitamos también echar abajo las barreras al comercio entre nosotros, como mis colegas han indicado. Y naturalmente los Estados Unidos y México ya se han comprometido a reducir los tiempos de espera en nuestras fronteras, para que miles de personas pasen más rápido.

En San Isidro, uno de los puertos con más volumen del mundo, hemos reducido las esferas de varias horas a 30 minutos en 2014. Mejoras en esta frontera benefician a toda la región.

Muchas industrias, como la aeroespacial, la automotriz, la electrónica, maquinaria y farmacéutica, tienen componentes que cruzan la frontera muchas veces. Bien sea Detroit, Toronto o Guanajuato en el sector automotriz; San José, D.F. o Guadalajara en electrónica; Seattle, Montreal o Querétaro en aeroespacial, la competitividad sólo aumentará si identificamos que la está reprimiendo el comercio.

Nuestros gobiernos están trabajando para encontrar soluciones. Lo hacemos bilateralmente en el diálogo económico de alto nivel o el (inaudible) en el proceso de la Cumbre de Líderes de América del Norte o el plan, estos dos foros nos permitan ver las limitantes del crecimiento y tomar acciones para eliminarlas.

Más allá del comercio, necesitamos también compartir mejores prácticas en normatividad, en gobierno abierto, en legalidad y en Estado de Derecho, en migración, en seguridad y en muchas otras áreas.

Los Estados Unidos están dispuestos a colaborar con México en todas estas áreas, en la lucha contra la corrupción y contra la criminalidad y en varias áreas que nos beneficiarán.

Nos gustaría definir esta colaboración para que tengan mayor impacto. El trabajar juntos en estas áreas para promover la prosperidad y el crecimiento económico nos será a todos más seguros.

Y teneos que tener en cuenta nuestro impacto sobre el medio ambiente. Nuestros tres países ya trabajan juntos en prioridades como el cambio climático y la energía limpia.

Debemos aumentar estos esfuerzos para asegurar un desarrollo regional sólido y sostenible, mientras que trabajamos para facilitar el comercio y los viajes en nuestra frontera y construir una América del Norte integrada.

También tenemos que trabajar para evitar riesgos como el crimen y la corrupción, que impiden nuevas inversiones. Nuestra región, América del Norte, es una región comprometida con los valores democráticos y los derechos humanos y la importante voz de la sociedad civil.

Este es un pilar central de nuestra colaboración en temas internacionales. Es por eso que cooperamos en tantos foros internacionales, en el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas; en el G-20, en organizaciones contra la proliferación de armas; juntos fortalecemos a la OEA y el sistema interamericano.

Creemos en la importancia de una Cumbre de las Américas exitosa en Panamá, en abril; pensamos que nuestro nuevo enfoque hacia Cuba empoderará al pueblo cubano, para que ellos determinen su propio futuro.

Sabemos que podemos contar con Canadá, México y la comunidad latinoamericana en el respeto a los derechos humanos, la libertad de expresión y la participación de la sociedad civil en Cuba y también en otros países.

También tenemos una oportunidad única de trabajar juntos en Centroamérica, donde podemos apoyar el desarrollo, la conectividad energética y los esfuerzos contra la criminalidad.

Vuelvo a la visión de América del Norte: ustedes, todos aquí, son parte de esta visión. Como representantes electos por el pueblo, los miembros del Senado tienen un papel muy importante, pero también ustedes, de la sociedad civil de la iniciativa privada, son importantes para nosotros.

Aunque estemos nosotros aquí hablando en este panel, también estamos aquí para escucharlos, para que ustedes nos hagan recomendaciones en nuestro camino hacia un mayor crecimiento de nuestra región.

No siempre es un camino fácil, pero no podemos dejar que nuestras diferencias dicten nuestra agenda. Nuestra agenda debe ser una de crecimiento, de prosperidad y de los valores democráticos.

Les agradezco a todos su trabajo para llegar a esta meta.

Muchísimas gracias,

SENADORA MARCELA GUERRA CASTILLO: Muchas gracias embajador Anthony Wayne por su ponencia.

Damos el uso de la palabra al doctor Sergio Alcocer Martínez de Castro, quien es el actual subsecretario para América del Norte, en la Secretaría de Relaciones Exteriores y previamente ha ocupado distintos cargos entre los que destacan ser subsecretario de Planeación Energética de la Secretaría de Energía.

Director también del Centro Nacional de Prevención de Desastres de la Secretaría de Gobernación; Secretario General de la Universidad Nacional Autónoma de México, la UNAM, y director del Instituto de Ingeniería y Coordinación de Innovación y Desarrollo de la misma institución.

El subsecretario Sergio Alcocer es ingeniero civil por la UNAM y doctor en Ingeniería por la Universidad de Texas.

Adelante, señor Subsecretario.

SUBSECRETARIO SERGIO ALCOCER MARTÍNEZ DE CASTRO: Muchas gracias.

Primero que nada, igualmente inicio agradeciendo al Senado de la República. Muy especialmente a la senadora Marcela Guerra, su amable invitación para estar el día de hoy con ustedes y compartir algunas reflexiones sobre el futuro de América del Norte.

Me da mucho gusto estar acompañado por dos embajadores de México en Canadá y en Estados Unidos, los embajadores Suárez Dávila y Medina Mora, así como también por los cónsules de México en los Ángeles y en Montreal, los cónsules Sada y Del Río, y ver a muchos estudiantes que el día de hoy se hacen presentes en esta reunión, lo cual es muy estimulante para quienes tenemos especial interés por la educación de las próximas generaciones o de las generaciones de nuestro país.

Thom D’Aquino iniciaba con una presentación muy vehemente, muy provocadora de lo que debe de ser la Región de América del Norte y la importancia de que en la política exterior de los tres países, sea la Región de América del Norte un tema central.

Esto efectivamente tiene toda la razón y tiene que venir acompañado de un cambio en la arquitectura de cómo la Región de América del Norte es vista por los tres países.

La única Secretaría de los tres que tiene un área dedicada a América del Norte es la de México, que tengo el honor de encabezar por encargo del Presidente y del Canciller, pero no así ocurre con los gobiernos de Canadá y de Estados Unidos, en donde México, o la Región de América del Norte es importante tema, pero lo es tan importante como el resto del Hemisferio Occidental.

Y esto hace que el acento en la Región de América del Norte no necesariamente sea el que la Región merece. Y ese es un tema que valdría la pena reflexionar.

Pero esto me lleva a plantearnos el horizonte un poco más ampliamente:

Partimos de la base de que América del Norte es importante y tomamos como ejemplo al Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Sin embargo, el Tratado tiene, o es excepcional por dos cualidades, dos acepciones del vocablo excepcional.

Es excepcional si uno lo ve desde el punto de vista el número, o la cantidad de comercio que entre los tres países se da, y uno efectivamente se queda sorprendido por el rápido crecimiento, la consolidación que en este tema se ha dado.

Esto nos permite concluir que el Tratado de Libre Comercio cumplió con la misión con la cual fue negociado, que era incrementar el comercio entre los tres países.

Ese era exclusivamente el propósito del Tratado, el Tratado cumplió su objetivo.

Pero también es excepcional porque logró algo que no estaba previsto, que es que se integraran las cadenas productivas de los tres países en el sentido que mencionaba el Embajador Sarukhán, en donde no solamente comerciamos productos terminados sino comerciamos partes de los productos de modo que eventualmente sí comerciamos un producto terminado pero en realidad hay una cadena de va y viene de los varios productos.

Y ese era un asunto que no estaba necesariamente previsto o diseñado en el Tratado de Libre Comercio.

Y entonces utilizamos al Tratado de Libre Comercio como ejemplo de lo que podríamos seguir haciendo en América del Norte.

Bueno, pues las probabilidades de que el concepto general de América del Norte nos resulte bien, el Tratado de Libre Comercio en una nueva modalidad, o en una integración de América del Norte, sin previamente diseñarlo, creo que son cada vez más pequeños.

Y esto me lleva lamentablemente, como soy ingeniero, pues tengo la formación de la importancia que tiene la planeación para diseñar el futuro. El futuro no se puede prever, pero el futuro sí se puede diseñar.

De ahí que si queremos construir una Región de América del Norte, tenemos que diseñarla y para ello tenemos que ponernos de acuerdo en los principios básicos dentro de los cuales la Región de América del Norte y los países que la integran deben de desempeñarse.

Es claro que los tres países son soberanos, es claro que ninguno de los tres quiere ceder ningún punto de soberanía al otro, lo cual está muy bien.

Es claro que tenemos que trabajar de alguna manera integrada y para lo cual se requiere un pacto político a nivel cupular entre los tres gobiernos y consecuentemente con los diferentes actores de los diferentes países, pero tenemos que diseñar qué es lo que queremos de la Región de América del Norte.

La verdad es que actualmente lo que hemos hecho es parchar lo que tenemos, es tratar de trilateralizar lo que más menos bilateralmente funciona.

Entonces, bueno, si funcionan razonablemente bien, digamos, los intercambios estudiantiles, bueno, pues ahora hay que buscar trilateralizarlo.

No necesariamente es un asunto tan lineal o tan obvio simplemente incorporar al tercer país, cualquiera que éste sea, para que esa trilateralización funcione, especialmente con las asimetrías que se dan de México para con los otros dos países.

El caso de este ejercicio de poner parches, lo vemos más claramente en el ámbito de la infraestructura.

No ha habido ningún cruce planeado, construido recientemente, quizá salvo el cruce de ferrocarril, que mencionaba Arturo, que ya está terminado y se inaugurará en 3 – 4 meses, pero fuera de ese no hemos sido capaces de articular entre los dos países un ejercicio de planeación binacional, en donde tomemos en consideración una planeación hacia el interior de nuestros países sobre cuáles serán las mercancías que a través de los corredores logísticos, llamémosle carreteras, súper carreteras, o llamémosle transporte intermodal, incorporando al ferrocarril y al transporte de cabotaje, por ejemplo, sea necesario que crucen la frontera en los próximos 5, 10, 25 años.

Si lo que van a cruzar van a ser bienes, por ejemplo, de carácter electrónico, de cibernética, va a requerir un cierto tipo de trato a diferencia de si lo que vamos a cruzar van a ser hortalizas.

Los tiempos de espera de las hortalizas naturalmente son muy diferentes de una serie de chips que pueden quedar ahí 2, 3 horas; no así el caso de una lechuga, que no puede quedar 2, 3 horas esperando la frontera.

Y si no tenemos esta concepción clara de planeación, pues simplemente lo que vamos a seguir haciendo es parchando los cruces y tratando de mejorar la infraestructura, pues no tan inteligentemente porque la verdad es que lo único que estamos haciendo es poniendo remedos.

El caso mexicano. Estamos en este momento haciendo, en el caso del Cruce de San Isidro, es demoler una estructura que ahora resulta que nos estorba y hay que demolerla, porque ya nos estorbó; y hay un cruce con una curva espectacular de 90 grados, que no permite que crucen más carril, más coches de los que caben en esa curva de 90 grados porque nadie pensó que teníamos que visualizar cruces con una mayor intensidad.

Entonces, sí tenemos un reto en el ámbito de planear lo que queremos de esta integración de América del Norte, en donde como digo, los principios básicos de soberanía de los tres países en donde cada país tendrá, por supuesto, el privilegio de mantener relaciones bilaterales con los otros y darle el énfasis; pero habrá puntos en común que en el ámbito trilateral tengamos que tener.

Mencionaba o preguntaba la senadora Marcela Guerra al inicio, creo que era de sus últimas preguntas, ¿qué debemos de esperar de la Cumbre de Líderes de América del Norte del año 2015?, cuando se vaya a celebrar ésta con primer ministro repetido o con nuevo primer ministro en Canadá, cualquiera que éste sea, hay dos opciones en este tema.

Creo que si mantenemos lo que tratamos de hacer en Toluca hace un año, que era tratar de revivir el concepto de América del Norte, de identificar 26 acuerdos en los cuales los tres países podíamos trabajar; y simplemente hacemos un ejercicio de seguimiento de los 26 acuerdos, quizá con dos más que se comentaron en la propia reunión por los dos presidentes Peña, Obama, y el primer ministro Harper; de ciberseguridad y sobre drogas; difícilmente vamos a avanzar en una idea hacia lo que debe ser la región de América del Norte.

Creo que sí, creo que tenemos el tiempo, tenemos el talento, tenemos la gente y para justamente plantearnos este diálogo, este futuro de la región de América del Norte.

Tenemos que revisar por qué la región de América del Norte no es prioridad para nuestros países. Si no logramos convertir a la región de América del Norte como algo prioritario para nuestros estudiantes o para los académicos que nos acompañan o para el ciudadano que se dio cita en esta reunión o para los diplomáticos; difícilmente lograremos movilizar los recursos y el entusiasmo para lograr construir esta comunidad.

Y doy un dato: de acuerdo con una encuesta recientemente publicada en los Estados Unidos, entre académicos americanos el país que es prioridad para los americanos es China, con 40 por ciento; Medio Oriente y África, con 37 por ciento; posteriormente viene Europa, con 10 por ciento; viene Rusia y algunas repúblicas exsoviéticas, con el 5 por ciento; y América Latina con el 2 por ciento, dentro de los cuales naturalmente está México.

Entonces, si México es visto como parte de América del Norte y estamos en prioridad del 2 por ciento, no somos prioridad; y quizá fuésemos prioridad –y espero que nunca lo seamos por este motivo– si tuviésemos terrorismo y tuviésemos lo que lamentablemente ocurre en aquellas regiones del país o se le viera como una amenaza a la integridad, seguridad de Estados Unidos, como quizá fuera el caso de China.

Ciertamente tenemos que cambiar la percepción que se da en nuestros tres países de la importancia que tiene América del Norte en la vida cotidiana; y vivimos América del Norte en la vida cotidiana, creo que ese es un primer esfuerzo que tenemos que hacer.

Quisiera terminar señalando algunos ejemplos de lo que los tres podemos hacer, muy rápidamente, para justamente demostrar que América del Norte no es una entelequia o es un concepto, sino es una realidad que hay que fortalecer.

En el ámbito de la energía, más allá de las potenciales inversiones que se puedan dar ahora con la apertura del sector energético mexicano, ya hacemos cosas conjuntas, como es en el ámbito de la eficiencia energética, un concepto que es fundamental para los tres, mucho más para México porque es muy intensivo en el uso de energía primaria; y trabajamos con el desarrollo de estándares o más bien de productos que cumplen con estándares que son homogéneos o los mismos estándares en los tres países.

Si ustedes compran un refrigerador de la marca que ustedes quieran, que sea exportable a Estados Unidos y Canadá, ese refrigerador hecho en México seguramente con partes estadounidenses y partes canadienses, cumple con el estándar norteamericano de eficiencia, de calidad. Y ese mismo refrigerador lo encuentran ustedes en una tienda en Calgary y en una tienda en Baltimore, por mencionar dos ciudades.

Lo mismo nos sucede en temas de salud, por ejemplo, donde hay una coordinación entre los tres países para protegernos de la Influenza Aviar y de este tipo de enfermedades emergentes que cada vez más asuelan a la humanidad.

Y cierro con un tema que me es importante, que es el tema de la educación.

Mencionaban todos los que me antecedieron, y en ese sentido debí haber dicho al inicio que siempre ser el último es difícil porque ya todo se ha dicho, pero es fácil cuando quienes lo han dicho lo han dicho de manera tan correcta y tan profunda. Para mí es muy fácil decir que concuerdo con todo lo que ustedes han dicho, pero quisiera decir que en el ámbito de la educación, efectivamente se nos ofrece una enorme oportunidad de trabajar entre los tres para que, aun manteniendo sistemas educativos –y no se confunda esto con que adultemos sistemas educativos de uno u otro país– sí podamos trabajar para desarrollar las capacidades, las habilidades, las competencias que los tres países requieren porque, efectivamente, igualmente estoy convencido que es la región más importante para México, es la región más importante para Estados Unidos y la región más importante para Canadá.

Termino haciendo un comentario de una declaración que me parece poco afortunada que se dio el día de ayer aquí en el Senado, refiriéndose a lo divertido que es la educación y la movilidad educativa y que no es sustantiva.

Quienes nos hemos dedicado a la educación –muchos de los alumnos que están aquí creo que concordarán conmigo– la educación es un asunto verdaderamente serio y sustantivo para un país, es la oportunidad de darle dignidad a la gente en primer momento; es la oportunidad de darnos preparación para que podamos desarrollarnos en nuestro país o en un mundo globalizado, de modo que la educación se debe de practicar y se debe de practicar con toda seriedad más que con toda diversión. Y me preocupa, porque quien lo menciona es un educador o está contratado para ser un educador.

Preocupa, si yo fuera alumno de esta universidad allá por Cholula, que si yo fuera alumno y mi directivo dice que los temas de carácter educativo son sobre todo divertidos más que sustantivos, estaría enormemente preocupado sobre el alcance que yo espero de la universidad. Y si yo fuera el padre de familia que paga una cuota –por cierto, bastante significativa– para estudiar en esta universidad, estaría doblemente preocupado, porque parecería que el rector de la universidad está nadando de muertito y no está verdaderamente preocupado por lo sustantivo.

Muchas gracias.

***** (Sigue segunda parte) *****

Calendario

Julio 2024
Lu Ma Mi Ju Vi Sa Do
1 2 3 4 5 6 7
8 9 10 11 12 13 14
15 16 17 18 19 20 21
22 23 24 25 26 27 28
29 30 31 1 2 3 4