Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Versión estenográfica del Panel “La Visión de Embajadores de México en América Latina y el Caribe”, en el marco del Foro “México en el Mundo: Diagnóstico y Perspectivas de las Relaciones Internacionales”, celebrado en el Patio Central de la sede de Xicoténcatl.

PRESENTADOR: Muchas gracias por continuar con nosotros en este encuentro “México en el Mundo: Diagnóstico y Perspectiva de las Relaciones Internacionales”.

A continuación daremos inicio a nuestra mesa de Embajadores de América Latina. Para presentar y moderar esta mesa de trabajo, nuevamente nos acompaña la senadora Mariana Gómez del Campo Gurza, presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores América Latina y el Caribe.

Le damos la más cordial bienvenida.

SENADORA MARIANA GÓMEZ DEL CAMPO GURZA: Muchísimas gracias.

Nuevamente saludo a todos los que nos ven a través del Canal del Congreso.

Les recuerdo, para que a través de las redes sociales nos ayuden a promover el hashtag #mexicoenelmundo.

Es un honor poder estar en este panel, que tiene que ver con el trabajo que estamos haciendo desde el Senado de la República, desde algunas de las Embajadas; todas son importantes, nos hubiese gustado tener aquí a todos los embajadores de la región, pero tenemos a tres grandísimos embajadores que en un momento presentaré a todos ustedes.

Quiero decirles, primero, que es facultad exclusiva del Senado de la República el análisis de la política exterior de nuestro país. Este análisis requiere de la inclusión de todos los enfoques que permitan redefinir los temas prioritarios en la agenda internacional; ya que solamente de esta manera podremos responder a los desafíos actuales que se nos presentan y también exige un nuevo acercamiento con todos los países de América Latina y el Caribe; impulsando más y mejores relaciones, basadas siempre en la cooperación.

América Latina y el Caribe es una región vasta, multicultural y extensamente dinámica, pues en ella se encuentran más de 30 países que en conjunto poseen un aproximado de 582.5 millones de habitantes, con la cual compartimos lazos históricos profundos, tradiciones, cultura, lengua y sobre todo relaciones de cordialidad y cooperación con miras al desarrollo regional; que nos permiten un mutuo entendimiento en objetivos comunes que superan cualquier tipo de frontera.

Nuestro país cuenta con un cuerpo diplomático que tradicionalmente ha abanderado las mejores y más importantes causas en pro de la humanidad.

Hace unos días celebramos el 48 aniversario del Tratado de Tlatelolco, que significó la primera declaración de una región libre de armamento nuclear, cuya iniciativa fue impulsada y negociada por el embajador Alfonso García Robles, quien recibió el Premio Nobel de la Paz en 1982 por su magnífico trabajo en el desarme.

Quisiera agradecer en este momento, la presencia del embajador Juan José Bremer, embajador de México en la República de Cuba.

Agradezco también al embajador Otto Granados, embajador de México en la República de Chile, con quien hace unos meses compartimos la experiencia de celebrar la Décima Reunión Interparlamentaria en Valparaíso y que esta tarde nos acompaña. Embajador, nos hace estar de fiesta.

Y por último, agradezco la presencia del embajador José Ignacio Piña Rojas, embajador de México en la República de Panamá. Se está estrenando nuestro embajador en la República de Panamá y con quien además tenemos mucha interlocución porque la mayoría de los que integramos la Comisión de Relaciones Exteriores América Latina y el Caribe, vamos constantemente a Panamá: allá está la sede del Parlamento Latinoamericano y permanentemente están sesionando las comisiones en este país.

Nos vemos por allá, embajador, el 16 de marzo. Muchas gracias.

Y primero daremos inicio con la intervención a cargo del embajador Juan José Bremer, quien es licenciado en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México.

Anteriormente se desempeñó como titular de las embajadas de México en el Reino Unido, Estados Unidos, España, la República Federal de Alemania, la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, la URSS, y de Suecia.

Además fungió como Diputado Federal en la 53 Legislatura; Subsecretario de Cultura en la Secretaría de Educación Pública; Director General del Instituto Nacional de Bellas Artes y Secretario y Secretario Privado del Presidente de la República.

Esta tarde el Embajador Bremer nos hablará sobre la consolidación de las relaciones entre México y Cuba, en el marco de una coyuntura especial para el Caribe.

Y es importante decirle, señor Embajador, que muchas de las preguntas de los jóvenes aquí presentes es la inquietud de qué es lo que está pasando con la relación de Estados Unidos con Cuba, ¿cómo va a influir esta nueva relación con México y, por supuesto, qué pasará con la región en sí?

Muchísimas gracias, señor Embajador, y bienvenido, como siempre.

EMBAJADOR JUAN JOSÉ BREMER DE MARTINO: Muy buenas tardes, ya casi noches, a todos ustedes.

Es un honor estar en este recinto histórico del Senado Mexicano, convocado por esta oportuna iniciativa del Senado y en una mesa coordinada por usted, senadora. Es un gran gusto.

Paso de inmediato a desarrollar el tema que me corresponde.

El relanzamiento de las relaciones de México y Cuba retomó una tradición histórica excepcional, pero está orientada fundamentalmente por la visión del futuro, y forma parte de una más amplia estrategia de reposicionamiento de México en América Latina y el Caribe.

El reencuentro –y los convoco a pensar en ello– se da además en un escenario internacional caracterizado por el fin del mundo bipolar y una vigorosa transición, cotidiana transición hacia un orden multipolar.

El Gobierno tomó la decisión del relanzamiento desde el principio de su gestión, como todos recuerdan, y la llevó adelante con marcado énfasis. Y esta decisión fue registrada por numerosas cancillerías, yo diría por las más importantes cancillerías.

Coincide el relanzamiento con el posicionamiento de México en nuestra región más cercana, más cercana culturalmente: América Latina y el Caribe, que cuenta con lazos identitarios comunes, pero con un signo distintivo que subrayo ante ustedes y que hay que tomar en cuenta, una muy marcada pluralidad política, una muy marcada diversidad política y México decidió posicionarse por el mejor camino, fomentando lo que nos une, como un socio confiable que favorece, más que la contención, que no lleva a nada, la cooperación, que puede llevar a pasos adelante.

Coincide el relanzamiento con la profundización del proyecto de actualización del modelo cubano que ha llevado adelante el Presidente Raúl Castro.

En el ámbito económico, este proceso de cambios, lo sintetizo, se ha caracterizado en términos generales por el adelgazamiento del aparato burocrático, la modernización de las empresas estatales, la apertura a la actividad económica de particulares, los llamados cuentapropistas, y por la generación de incentivos para la inversión extranjera en sectores estratégicos.

Hemos seguido de cerca este proceso y hemos ofrecido al gobierno cubano nuestra mejor disposición para apoyarlo.

Enumero a continuación, muy sintéticamente, lo que considero son los progresos más importantes de estos dos años de relanzamiento. Empiezo por el fortalecimiento del diálogo político.

En estos últimos 24 meses, la relación Cuba-México ha alcanzado una gran fluidez en todos los campos, diálogo abierto, intercambio de experiencias, concertación diplomática; la colaboración es el pan nuestro de cada día.


El Secretario de Relaciones visitó tres veces la Habana y por primera vez un canciller mexicano dio una conferencia ante un auditorio joven, como el aquí presente, en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales, donde estaban los jóvenes diplomáticos de la Cuba del futuro y el 29 de enero pasado tuvo lugar la significativa visita del Presidente Peña Nieto en ocasión de la Cumbre de CELAC, y en esta nueva fase del diálogo entre presidentes ha mantenido una gran fluidez por la vía telefónica, por el intercambio de mensajes.

Y ahora, hablando de diálogo, senadora mariana Gómez del Campo, quiero hacer referencia al papel de la Interparlamentaria en el diálogo con Cuba.

El diálogo con Cuba tiene un núcleo político muy fuerte y ha sido la interparlamentaria, las interparlamentarias el canal privilegiado en que este se profundice a su mayor nivel. Se cumplió la última interparlamentaria muy exitosa en estos recintos y bienvenida la próxima y toda nuestra cooperación.

Paso al segundo punto del relanzamiento: nuestra estrategia económica.

Los principales proveedores de la Cuba el día de hoy son Venezuela, China, España, Canadá, Países Bajos, Brasil y nuestro país. Nuestra relación comercial está alrededor de los 480, 500 millones de dólares, con un notable superávit para México.

Somos el séptimo socio comercial de Cuba en el mundo y el tercero en Latinoamérica. Es evidente que, dada nuestra cercanía geográfica, dada la gran sofisticación del aparato industrial mexicano, dedicado a la exportación, tenemos todas las posibilidades de ampliar nuestra participación en la actual coyuntura.

Mucho de lo que está comprando ahora Cuba puede ser asumido, estoy seguro, con mejores costos por los productores mexicanos. Con ese espíritu se abrió ProMéxico en la Habana; con ese espíritu tuvo en mayo del año pasado la primera delegación en la historia, no solamente de la Revolución Cubana, la primera delegación en la historia de nuestra relación económica con Cuba, organizada como debe ser, con 60 empresarios por sectores, que llegaron a la Habana a estudiar las nuevas condiciones de la Ley de Inversiones Extranjeras.

Y a finales de este año nos destacamos en la Feria Industrial de La Habana, que es una feria que hay que visitar porque ahí están los países del Caribe, de América Central, de América Latina y muchos países del mundo.

Y ahí nuestra presencia se destacó, se firmaron dos proyectos de coinversión y siguieron avanzando proyectos que están ya en mesa de negociación.

Firmamos un Acuerdo de Complementación Económica que estaba atorado, que liberó más de 3 mil fracciones arancelarias.

Se amplió ahorita ya el abanico para nuestra relación comercial.

Si todos estos pasos no fueran suficientes, se suma ahora algo que la senadora menciona, les interesa:

La nueva etapa de las relaciones cubano-estadounidenses que está empezando a estimular notablemente el interés de numerosos inversionistas mexicanos.

Independientemente de los desafíos que tiene el proceso de normalización con Estados Unidos, hay coincidencia en que Cuba va a recibir ya mañana, no pasado mañana, inyecciones adicionales de recursos por distintos rubros: Remesas, inversiones, inversiones de terceros países, turismo.

Existen 8 proyectos mexicanos para la zona de Mariel, ya en camino, y 8 proyectos para otras zonas de la isla. Ahorita no me puedo extender en temas muy diversos.

Paso al tercer punto, y subrayo y paso rápido:

Actualizamos el marco jurídico. Era una relación importante con un marco jurídico envejecido.

Firmamos en octubre de hace dos años 8 nuevos acuerdos que abarcan todo el abanico desde extradición, cooperación en materia penal, revalidación de títulos, etcétera.

El único que está pendiente de aprobación en el Senado es el de revalidación de títulos, que inyectará una nueva savia al intercambio entre los jóvenes.

Paso al siguiente punto, que es el impulso a la cooperación:

Ya dijo aquí Vanessa Rubio que la cooperación es el nuevo signo de nuestra presencia en el Caribe y en América Latina. Cuba no puede ser una excepción.

Tenemos un número muy importante de proyectos de cooperación, 21; de energía, minería, agricultura y pesca para el inmediato futuro.

Y quiero hacer una especial mención de uno: la cooperación con Cuba en la lucha contra el ébola.

Esta cooperación, donde asignamos recursos a la Organización Mundial de la Salud para equipar a los equipos cubanos, puso a México al frente de los países que se situaron para atender humanitariamente este fenómeno.

Todos sabemos que Cuba destaca en materia de educación y salud.

Creo que nuestra relación en educación superior tiene un enorme horizonte.

Yo recibo en la Embajada, en la casa de México, a 38 rectores este martes en ocho, de México, en una visita de la ANUIES. Es para decirles cómo esto se está alentando.

Y paso ahora a otro tema no menos importante: nuestra relación cultural.

México es de los países del mundo que le ha dado más importancia a la diplomacia cultural.

Cuba es de los países del mundo con el que tenemos una relación más entrañable, que va de las bellas artes a la cultura popular.

Hemos estado presentes de nuevo en estos dos años, como en los mejores momentos en todas las áreas,

Y hemos buscado atender, desde las horas memorables de nuestra relación, recordando el centenario de María Félix, inaugurando una estatua de Pedro Vargas, a la de Agustín Lara y asociándonos al Festival de Música de Vanguardia “Leo Brower”.

Hemos recibido exposiciones y expositores: Juan Villoro, Sergio Pitol, Eduardo Matos, Enrique Flores Cano; México está moviendo el abanico en La Habana.

Yo toco un tema personal, me lo permito. Desde los años 80 mi país me ha dado el privilegio de trabajar por la cultura. Cuando era director de Bellas Artes y lo que es ahora CONACULTA, en diez años trabajé la relación con Cuba; y ahí viví en carne propia la profundidad de esa relación.

Hoy recuerdo a Alejo Carpentier, su amistad por México; a Nicolás Guillén, su cariño por México; a Wilfredo Lam, su amistad y admiración por México; a René Portocarrero. Pues todos estos grandes, que nos abrieron horizontes, están siendo sustituidos en México y en Cuba por una nueva generación de vanguardia. Tenemos que estimularlos.

Cierro esta reflexión con un reto en el relanzamiento, que es el (inaudible) social, la nueva cauda de visitantes que se ha abierto con las reformas a la ley migratoria cubana. Nuestro Consulado está trabajando a todo vapor para atender ello; hay un crecimiento enorme de visitantes en México.

Y cierro esto con una nota importante: hemos construido vínculos con el sector estudiantil. La mayor parte estudia medicina, pero también en otras disciplinas. Ese sector va a crecer ahora con esta nueva etapa y en la medida en que crezca, estamos inyectando en el futuro a la relación con Cuba.

Ya cierro, senadora, con cuatro reflexiones:

La importancia que dimos al relanzamiento, tuvo impacto en muchos lados y México usó su ascendencia para abogar a romper el statu quo entre la relación con Estados Unidos y Cuba. Lo hicimos como debe hacerse: no para buscar los reflectores, lo hicimos como hace la diplomacia clásica, con discreción y constructivamente.

Y cuando este cambio se produjo, México le dio la bienvenida y hemos dicho a Cuba, a La Habana y a Washington: “aquí estamos para ayudar, estamos para abrir avenidas”.

Todos somos conscientes que negociaciones históricas en que se han acumulado profundos agravios, nos enseñan que el camino de la conciliación no está exento de grandes desafíos; la plena normalización de la relación cubano-estadounidense es deseable, pero está apenas apareciendo en el horizonte.

Nuestra misión en La Habana le está dando cercano seguimiento y analizando, se los aseguro, todo lo que esto viene y deviene para México.

Muchas gracias.

SENADORA MARIANA GÓMEZ DEL CAMPO GURZA: Muchísimas gracias, embajador Juan José Bremer.

Muchas gracias por su intervención, siempre es un honor escucharlo; además ha estado en lugares tan interesantes y en momentos le han tocado vivir coyunturas que cualquier otro embajador desearía poder haber vivido ese tipo de experiencias.

Y por supuesto, también decirle que el tema concreto que tiene que ver con el tema educativo de la revalidación de títulos, espero que pronto lo podamos estar discutiendo en el seno de la Comisión de Relaciones Exteriores América Latina y el Caribe. Ya me dejó mi tarea para la próxima sesión de la Comisión.

Compartirle también, para que a la hora de las preguntas y respuestas podamos hacer una reflexión, un punto de acuerdo que estaremos suscribiendo el día de mañana senadores del Partido Acción Nacional y espero que puedan sumarse muchos otros senadores de diferentes grupos parlamentarios; que tiene que ver con un exhorto al Gobierno Federal para que en el marco del reciente restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos de América y la República de Cuba, promueva las acciones para dinamizar las relaciones económicas entre México y Cuba, con miras a la suscripción de un Tratado de Libre Comercio y con el fin último de fomentar el bienestar y la libertad para los pueblos.

El día de mañana lo estaremos presentando en el Senado de la República y espero también que sea visto con muy buenos ojos por parte de la Cancillería y, por supuesto, por parte también de nuestro distinguidísimo embajador.

Ahora pasaríamos a la intervención del Embajador Otto Granados Roldán, no sin antes agradecerle las atenciones que le dio a los integrantes de la Comisión de Relaciones Exteriores América Latina y el Caribe en la visita que tuvimos en la República de Chile, porque no es fácil organizar una reunión interparlamentaria, se requiere de un trabajo de meses y a veces se valora poco lo que se hace desde las embajadas.

Créanme que hacen un trabajo titánico con poco recursos, pero se encargan de que cada uno de los mexicanos que visita el país en el que estén, puedan tener una buena estancia.

Vamos a escuchar su intervención, embajador Otto Granados Roldan, titular de la embajada de México en Chile.

Es Licenciado en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México. Realizó estudios de maestría en Ciencia Política en el Colegio de México. Se ha desempeñado como Gobernador del estado de Aguascalientes; Oficial Mayor de la Secretaría de Programación y Presupuesto; Coordinador de Comunicación Social de la Presidencia de la República; Director General del Instituto de Administración Pública del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.

El Embajador Otto abordará el tema de México en Sudamérica, haciendo énfasis en el papel de Chile en la Alianza del Pacífico.

Adelante, Embajador, y gracias por estar aquí en el Senado de la República.

EMBAJADOR OTTO GRANADOS ROLDAN: Muy buenas tardes a todas y todos ustedes. Senadora, mil gracias a ustedes y al Senado de la República, así como a la Cancillería, la invitación para compartir esta tarde con ustedes algunas ideas y algunas reflexiones sobre cómo México está trabajando en el caso de Sudamérica.

Quisiera simplemente, en obvio de tiempo, si me lo permite, senadora, recordar un consejo que me daba mi madre cuando ya empezaba a hablar en algunos eventos, que me decía: “Hijo, te recomiendo siempre tres cosas: Párate bien, para que te vean; habla claro, para que te entiendan; y cállate pronto, para que te aplaudan”. Trataré, entonces, de seguir al menos dos, quizá los tres consejos que se me daban.

Si uno analiza lo que hemos escuchado en las dos sesiones previas de esta tarde, uno se queda con una interrogante que me gustaría hoy compartir con ustedes:

América Latina, que pasó de ser históricamente un destino, un proyecto, quizá una utopía, es ahora funcional para construir una visión estratégica y una política exterior eficaz para el siglo XXI. O bien dicho de otra forma, si no lo es, entonces debe ser útil como una categoría analítica, conceptual –como lo dijo Vanesa Rubio– para establecer prioridades, para reconocer diferencias y velocidades distintas, e identificar acciones específicas o acentos, como también se le ha llamado esta tarde.

Y me gustaría ejemplificar, en este sentido, con dos casos que me parecen de la mayor importancia para México. En general para América del Sur, pero diría incluso que para el conjunto de América Latina.

El primero de ellos –se dijo aquí hace un momento– es la heterogeneidad, la diversidad y los contrastes que existen en la región.

Yo tocaré fundamentalmente el caso de Sudamérica; mis colegas lo han hecho en el caso de Cuba y el Caribe y lo hará también el Embajador Piña en el caso de Centroamérica, para destacar quizá tres o cuatro diferencias que yo les pido que retengamos cuando toque el caso de la Alianza del Pacífico.

La primera de ellas es que hablamos de Sudamérica, de los 10 países donde México tiene una embajada residente, con promedios, como se decía, pero son tan distintos unos de otros, que esa necesidad de hacer una política exterior con acentos diversos, con énfasis distintos, es fundamental para que sea exitosa.

Piensen ustedes nada más en que el ingreso per cápita, medido por paridad y poder de compra, Chile lo tiene el más alto de la región, muy cerca ya de países desarrollados, 23 mil 165 dólares, contra otro que es Bolivia, que es cuatro veces menor, apenas seis mil 222.

O bien, cuando pensamos, por ejemplo, en los niveles de innovación, Chile –según los rankings internacionales– ocupa el lugar número 46, mientras que Venezuela ocupa el lugar 122.

Si vemos el último reporte del Fondo Monetario Internacional de hace dos semanas, los pronósticos de crecimiento para este año también nos muestran una tremenda heterogeneidad, mientras quizá Colombia y Perú, miembros de la Alianza del Pacífico, van a crecer a más o menos cuatro por ciento este año, Argentina lo hará a una tasa negativa de menos 1.3, y Venezuela a menos siete por ciento.

Y tercer indicador: cuando uno ve el número de patentes solicitadas por los países de Sudamérica, uno se encuentra con que el mayor solicitante de patentes, que es Brasil, lo hace en el orden de 657, Chile apenas 142.

Por supuesto, si comparamos con Corea, por ejemplo, o con los Estados Unidos o con Japón, en el mismo año Japón solicitó 44 mil patentes por año, los Estados Unidos 57 mil y Corea del Sur aproximadamente 42, 43 mil.

¿Por qué es importante?

Entre otras cosas, porque la diplomacia convencional, tradicional, ahora requiere para ser exitosa, desagregarse en una serie de diplomacias específicas, como aquí lo estamos mostrando claramente, que tienen que ver con la diplomacia parlamentaria, con una diplomacia económica y empresarial que existe, con la diplomacia de la cooperación, a la que aquí se hizo alusión hace un momento, con una nueva diplomacia que s la diplomacia digital de redes y de causas, que hoy es un fenómeno que ya nos alcanzó, con la diplomacia cultural, a la que hizo alusión Juan José Bremer, o bien con una, desde mi punto de vista, una diplomacia 2.0 del Siglo XXI, que tiene que ver con la diplomacia de la innovación, de la educación y del conocimiento.

Por eso di estos datos y les pido que los retengamos para cuando hable de la Alianza del Pacífico.

Este nivel de variedad, en el caso de Sudamérica, tiene para México una expresión muy puntual, que es la relación entre México y Chile. No hablaré de las distintas etapas que desde los años sesenta la han sustanciado, la han nucleado. Me referiré únicamente a los últimos 25 años, que son justamente los que estamos cumpliendo este año, de haber reanudado las relaciones diplomáticas entre ambos países.

Cuando uno analiza los cuatro, cinco componentes tradicionales de la relación bilateral México-Chile, es decir, los de carácter político, económico, cooperación, cultural, etcétera, uno puede concluir que es una relación bilateral muy rica, muy balanceada, muy de alta calidad y eso que es una muy buena noticia, también es una mala noticia.


Loe s muy buena y ahora daré algunos indicadores, pero no es tan buena si pensamos ahora que, partiendo de lo bueno, cómo hacer una diplomacia propia, del Siglo XXI, ante los distintos retos estratégicos de innovación, geopolíticos, geoeconómicos, que han llegado hacia nosotros.

Quisiera decir simplemente, para no aburrirlos en la parte política, ha sido una relación sumamente productiva, tan sólo en el último año recibimos 45 delegaciones mexicanas de parlamentarios, como a la que aludió la senadora Gómez del Campo, de funcionarios, de gobernadores, de secretarios de Estado, etcétera, hicimos o hicieron, entre las fuerzas armadas chilenas y mexicanas, 34 ejercicios, visitas e intercambios de formación, de información, de capacitación, para miembros de ambos cuerpos.

Hubo 10 encuentros a nivel de cancilleres y de viceministros, en el caso de América Latina y Chile y tuvimos una coincidencia del orden de 95 por ciento en las distintas votaciones internacionales, ambos países.

Si uno ve el crecimiento económico, los aspectos económicos y no es casual que desde hace más de 200 años Montesquieu dijera que el comercio dulcifica las costumbres, los crecimientos que hemos tenido entre México y Chile en los últimos 15 años, que es el tiempo que tenemos con un tratado de libre comercio, han sido más que espectaculares.

Es verdad que en ese lapso de década y media hemos tenido crecimientos de 270 por ciento en el comercio bilateral, pero además una canasta de comercio bilateral total muy interesante y muy complementaria si lo viéramos desde un punto de vista estrictamente bilateral de lo que exporta México que son básicamente manufacturas de mediano y alto valor agregado y lo que le compramos a Chile, que son básicamente como “diquis”, con distintos niveles de procesos manufacturados.

Hoy comerciamos ambos países más o menos unos 4 mil millones de dólares anuales, con esa canasta muy complementaria.

Tenemos inversiones en ambas direcciones por aproximadamente 5 mil millones de dólares, muchas más mexicanas hacia Chile que de Chile para acá.

Pero con áreas o con aspectos que son muy interesantes y que están haciendo que muchas empresas mexicanas, algunas de ellas como se les llama ahora, “multilatinas”, obtengan posiciones de liderazgo.

Menciono simplemente el caso de “Bimbo”, por ejemplo, que tiene el liderazgo en un producto muy específico, casi el 43 por ciento del mercado chileno.

O menciono la telefonía, que tiene ya casi el 30 por ciento en un tipo de telefonía en el mercado chileno.

O la más reciente, que es una cosa sorprendente y muy gratificante:

“Cinépolis” anunció hace un mes o mes y medio, la compra de la principal cadena de exhibición cinematográfica chilena, con lo cual una compañía mexicana será la principal exhibidora en Chile. Tendrá, a partir del próximo mes, 123 ó 125 salas en esa dirección.

En materia de cooperación, entre México y Chile existe un fondo que en su momento fue muy innovador. Es un fondo conjunto de cooperación donde cada país pone una cierta cantidad de dinero al año para poder apoyar proyectos en cuatro áreas muy específicas: competitividad, cultura, educación, etcétera.

A la fecha llevamos ya 64 proyectos aprobados, financiados y ejecutados con este fondo.

O bien hay un programa de 10 escuelas que llevan el nombre de México a lo largo de todo Chile, que plantean también una presencia mexicana muy importante.

El principal centro cultural del sur de Chile –y les recuerdo que Chile mide 4 mil 200 kilómetros de largo- el principal centro cultural en el sur de Chile lleva el nombre de Diego Rivera, y es un centro cultural donado por México en los años 60; acaba de cumplir 50 años de haber empezado actividades.

Y lo mismo pasa en la parte cultural, académica y de imagen.

Tan sólo el último año tuvimos alrededor de 60 actividades diversas: visitas de escritores, ciclos de cine, artes visuales. Y estamos planteando un programa muy importante de celebración de los 25 años de renovación de relaciones diplomáticas entre nuestros dos países para este año 2015.

Esas son las buenas noticias. La no tan buena noticia es que una relación, como dije, tan substanciosa, de tan alta calidad, con datos duros, con números de esta dimensión, qué tipo de relación bilateral debe ser para el Siglo XXI.

Por lo menos identificamos, digamos, 3 grandes avenidas de reflexión, para repensar en este sentido.

La primera de ellas, la proyección de la relación bilateral.

Cómo hacer para profundizar relaciones económicas más sofisticadas, más complejas desde el punto de vista productivo, cómo avanzar en los temas regionales y en la agenda global de temas estratégicos, como la Agenda Post 2015, los Objetivos del Milenio, la Cumbre de Financiamiento del Desarrollo, la Plataforma Beijing y otras más.

El segundo elemento o el segundo reto en esa dirección, es cómo fortalecer aún más esta convergencia bilateral en mecanismos de carácter regional, muy centralmente la Alianza del Pacífico.

Y por eso dije al principio, o hice énfasis, o mencioné esta diplomacia de innovación y de conocimiento.

O, tercero, cómo diseñar y formular avenidas más creativas y acciones enfocadas hacia la innovación, la educación y la generación del conocimiento.

Estos retos es posible enfrentarlos por supuesto en una relación bilateral más o menos clásica, más o menos convencional, pero es mucho más interesante, mucho más vanguardista afrontarlos en un esquema tan prometedor como tiene que ver con la Alianza del Pacífico.

Aquí se ha hablado ya suficientemente acerca de la Alianza del Pacífico, que tiene como característica, o tuvo como característica quizá inicial el hecho de que era un, llamémosle, en sus principios un esfuerzo innovador de carácter comercial de mayor liberalización del comercio entre los 4 países.

La verdad es que eso que fue en efecto cierto al principio no lo es más porque se ha vuelto en un mecanismo mucho más interesante, mucho más sofisticado de integración comercial.

Si lo viéramos nada más desde el punto de vista de números de comercio, para México sería la Alianza del Pacífico, los tres países que además de México la forman, representaría en exportaciones de aquí a los 3 países aproximadamente 10 días, tan sólo 10 días de lo que le exportamos al conjunto del mundo en el año 2014.

O sea que ese no es el elemento fundamental, es un elemento inicial, fue una semilla importante; pero ha llegado a ser algo mucho más complejo, mucho más interesante, mucho más innovador que tiene que ver con una libre circulación de bienes, de servicios, de capitales y de personas.

Los números aquí los mencionaba tanto la subsecretaria Vanessa Rubio, como el expresidente Uribe; pero hay que darse cuenta del atractivo y del éxito que está teniendo la Alianza del Pacífico si pensamos en que al día de hoy hay 30 países observadores; otros dos más que probablemente sean socios de la Alianza próximamente, que son los casos de Costa Rica y de Panamá o bien algunos de los ejemplos, como se mencionaba, las embajadas en sede compartida, la creación del MILA, el Mercado Integrado Latinoamericano, que va a ser un proyecto de integración bursátil de ruteo, de compra y venta de acciones en estos cuatro países que puede, efectivamente, constituir un formato distinto a lo que vemos hoy como negocios en esta materia; diversos programas académicos y de movilidad estudiantil, etcétera, etcétera.

Uno se pregunta –y con eso voy acercándome a la parte final– ¿por qué estamos al final del día en la Alianza del Pacífico?

Estamos, desde mi punto de vista, por tres o cuatro razones que me parecen clave:

La primera de ellas es que esos acentos que mencionaba la subsecretaria Rubio, están claramente expresados en la configuración de los cuatro países de la Alianza del Pacífico. Han salido ya cuatro, cinco publicaciones muy buenas en el análisis de esto y todas muestran cómo esos acentos son claramente distintivos en países como estos cuatro, que guardan similitudes de gestión económica, de conceptualización de las economías o del comercio.

La segunda razón importante para estar y trabajar en la Alianza del Pacífico, es porque esta integración –como dije– no es solamente un tema de acuerdo comercial; es algo que en mi opinión va mucho más allá y encontraría yo un referente más o menos parecido, si uno piensa en lo exitosa que ha sido la ASEAN, la Asociación de Países del Sudeste Asiático, que hasta hoy sin duda alguna –quito la del caso de la Unión Europea, que es diferente– ha sido la forma de integración mucho más interesante y ha tenido, entre otras características ASEAN, una que me parece fundamental: que ha entendido muy bien cómo crear redes de educación, de desarrollo tecnológico, de conocimiento para hacer crecimientos mucho más importantes.

Un segundo, aquí se ha dicho, quizá salga en alguna de las preguntas, es que al final del día la Alianza del Pacífico no es un mecanismo cerrado ni es un mecanismo excluyente. Se ha dicho hasta la saciedad que es un mecanismo abierto, compatible con todos los demás que coexisten en la región; pero además, la prueba está en que hay 30 países observadores y dos candidatos próximos a entrar.

Un tercer elemento que me parece importante es que la Alianza del Pacífico tiene un elemento distintivo: está mirando al Pacífico; y si es cierto, como la historia lo demuestra y los datos duros lo demuestran, esto que Robert Manning definió y dijo: “vamos hacia una sociedad o un mundo postoccidental”; entonces prepararse para competir en un escenario global, en un mecanismo de regionalismo abierto, como me parece que es en alguna media la Alianza del Pacífico, tiene que ver efectivamente con la posibilidad de volvernos, como región, una región mucho más competitiva.

Y aquí vuelvo –y con esto voy a cerrar– justamente al punto donde empecé. ¿Cómo hacemos para que estos cuatro países y lo que próximamente vayan a ingresar al mecanismo, tengan un mapa, un atlas de complejidad productiva mucho más potente? ¿Qué quiero decir con esto?

Que no es lo mismo competir como región en un mundo globalizado, produciendo commodities de bajo o escaso valor agregado; a producir bienes de mediano y alto valor agregado. Es decir, no es lo mismo producir un kilo de café o una manzana, a producir esto que guarda, no sé, cinco o seis veces la enciclopedia británica completa. Alguien diseñó esto, alguien desarrolló el talento para hacer inventos o innovaciones de esta naturaleza.

Entonces, la posibilidad de competir de una manera mucho más fuerte, mucho más potente, pasa justamente por una mucho mayor relación en términos de innovación, de educación y de conocimiento.

Y termino solamente con tres o cuatro ideas, así, un poco al aire.

La primera de ellas es que la Alianza del Pacífico puede en el futuro desarrollar una especie de red regional y de ciencia y tecnología.

Los cuatro países que la formamos, invertimos en ciencia y tecnología, México el 0.42, Chile el 0.38, Colombia el 0.2 y Perú el 0.1; o sea, entre los cuatro un promedio de 0.3. Si nos compramos con Israel, Israel invierte el 4 por ciento del PIB en ciencia y tecnología, Corea más o menos igual, Irlanda por ahí.

Por lo tanto, ¿cómo acumular recursos que son escasos? Tenemos dos formas de hacerlo: Una, de la manera convencional por país u otra, creando un redwork mucho más integrado de ciencia y tecnología que a los cuatro países les permitan ir transitando gradualmente hacia economías mucho más sofisticadas de mayor valor agregado.

Segundo, tiene que ver con los programas académicos. Nosotros en México estamos más o menos habituados ya a los reconocimientos de títulos. Me parece a mí que en el siglo XXI hay una nueva generación de estudios duales entre distintas universidades, casi casi consorcios de universidades que desarrollan programas comunes, posgrados comunes y eventualmente títulos que pueden ser vales entre distintas universidades.

Pienso, por ejemplo, en algunas de las que están aquí representadas, con la Haveriana de Colombia, con la del Pacífico en el caso de Perú, que serían evidentemente proyectos de formación de talento altamente especializado muchísimo más enriquecedores, si los vemos como conjunto.

O bien, por ejemplo, desarrollar una agenda regional en temas prioritarios.

¿Cuáles son los sectores en los que cada uno de los cuatro países somos más potentes? Es claro que México, aeroespacial, automotriz, etcétera, pero es claro que Chile, por ejemplo, minería y otros más, ciencias del mar, biología marina, en fin, cualquiera de estas que constituyen una agenda mucho más potente para todos los países.

Concluyo, perdónenme si me extendí un poco, diciendo: Sudamérica como América Latina y el Caribe es ciertamente una región verdaderamente estratégica para México, mucho más ahora de lo que fue en el pasado.

Segundo, que una de las virtudes que ha tenido estos dos años la política exterior de México hacia América Latina es en entenderla y tomarla como una política estructural de mediano y de largo plazo.

Tercero, que tenemos claridad de que hay una diversidad de modelos, pero tenemos claridad de que hay una convergencia dentro de esa diversidad.

Y cuatro, que los grandes pilares, comercio, inversión, cultura y cooperación, seguramente nos van a permitir no solamente fortalecer mucho más la relación con el área, sino lograr niveles de crecimiento, y al final del día de bienestar, que es lo que explica una buena política exterior mucho más importantes para nuestras sociedades.

Mil gracias.

SENADORA MARIANA GÓMEZ DEL CAMPO GURZA: Muchísimas gracias, Embajador, por su intervención. Sin duda alguna va a ser muy importante fortalecer la relación bilateral, no solamente con Chile sino con los que están hoy de embajadores en los países aquí presentes, sino con la región entera.

Además, América Latina se ha convertido en una prioridad del Presidente de la República, e incluso desde el gobierno anterior se hizo todo lo necesario para impulsar la Alianza del Pacífico y el primer país que ratificó en su Senado la Alianza del Pacífico fue México, y esto generó también la presión para Colombia, para Chile, para el Perú, para que hicieran lo propio en sus países y hoy afortunadamente contamos ya con este acuerdo comercial que, como bien dijo el Embajador Otto Granados, va mucho más allá que simplemente un acuerdo comercial.

Y ahora toca el turno, y con la intervención del Embajador José Ignacio Piña Rojas, vamos a cerrar este panel.

Es licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México y miembro del Servicio Exterior Mexicano desde 1980.

El embajador Piña ha ocupado distintos cargos en el Servicio Exterior, entre los que destacan embajador de México en la República Dominicana; director general para América Latina y el Caribe; titular de las embajadas de México en Cuba, Perú y El Salvador, así como también director general del Servicio Exterior y Recursos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

En esta tarde le tocará abordar el tema de la visión de la política exterior en Centroamérica, que será muy importante que también nos pueda compartir cómo podemos, lograr como país, una mayor integración con Centroamérica y cabe destacar que en próximas fechas, en el Senado de la República estaremos aprobando el Tratado de Libre Comercio con Panamá.

De hecho la próxima semana tendremos un encuentro con los secretarios y, en su caso, subsecretarios tanto de Economía como de Relaciones Exteriores; tendremos un panel en el que podremos discutir este Tratado de Libre Comercio con Panamá y compartirle que el reto es que por lo menos enseguida de este foro podamos estar debatiendo ya, en las comisiones del Senado de la República y posteriormente ratificando el Tratado de Libre Comercio, que además es el paso que requiere Panamá para que pueda formar parte de la Alianza del Pacífico.

Sería el quinto país en integrar la Alianza del Pacífico y estaremos también muy pendientes de lo que ocurra con Costa Rica.

Muchísimas gracias a nuestro excelentísimo embajador de México en Panamá.


Adelante.

EMBAJADOR JOSÉ IGNACIO PIÑA ROJAS: Muy buenas noches, porque ya son noches, no son tardes.

Tiene ventajas y desventajas ser el último orador de este tipo de foros. Espero que no se duerman los que se han quedado acá.

Quisiera saludar, por supuesto, a los miembros del presídium, agradecer las palabras de la señora senadora Mariana Gómez del Campo su invitación, invitación de la Cancillería, por supuesto, a este foro de reflexión sobre la presencia de México en el mundo.

Quisiera saludar también aquí a mis queridos colegas y amigos Juan José Bremer, Otto Granados Roldán; por supuesto queridos colegas de la Cancillería, la embajadora Vianey Morgan, el embajador Alfredo Pérez Bravo, que además ocuparon la Embajada de México en Panamá hace algunos años; así es que comparto con ellos esta buena coincidencia, y por supuesto a todos los aquí presentes.

Trataré de ajustarme al tiempo que me asignaron, sobre todo por la hora. Tengo algunas notas que quiero restringirme a ellas, para no excederme en el tiempo y voy a hablar justamente, y es una visión en realidad a vuelo de pájaro, de nuestra política exterior hacia Centroamérica.

Centroamérica es el escenario por excelencia en el que se han puesto a prueba, desde el inicio de nuestra vida independiente, las capacidades y los límites de la política exterior de México y la seguridad nacional de nuestro país.

Lo anterior se debe a varios factores, entre otros, la ineludible relación de vecindad que México tiene con esa región, una historia y cultura comunes, la simetría de poder entre México, potencia media, y los países del istmo, y por supuesto la actividad en diferentes momentos históricos, de otros actores internacionales que han influido en estas relaciones, como son Estados Unidos, la Unión Europea, más recientemente China, Venezuela, Brasil.

En los dos últimos años, esta administración, la administración del Presidente Peña Nieto, ha desplegado una serie de acciones puntuales para afianzar la posición de México en Centroamérica cuyos vínculos con México son indiscutibles y se caracterizan por el diálogo, la concertación y la cooperación regional.

Dicho esto, a continuación expondré algunas de las principales líneas de acción que guían nuestra política exterior hacia Centroamérica y que están orientadas principalmente a promover la integración económica regional, la cooperación para el desarrollo y las acciones que permitan enfrentar de manera concertada, la problemática de la violencia y la seguridad, así como los desastres naturales y las recurrentes pandemias.

Estas prioridades por cierto se basan en los mandatos establecidos en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 y en el entramado internacional que México y los países centroamericanos han promovido en los últimos años.

¿Por qué nos debe importar Centroamérica?

Para México es fundamental seguir impulsando una política exterior coherente, estructurada hacia esta región.

Una política que esté orientada al cumplimiento de las prioridades de desarrollo de México y a la estabilidad regional, al tiempo que contribuya al mejoramiento de las condiciones de vida en los países del Istmo y la consolidación de la buena imagen de México en la Región.

Hoy más que nunca lo que sucede en Centroamérica tiene un impacto significativo en México y lo mismo podemos decir a la inversa.

Como todos los aquí presentes saben, la mayor parte de los países centroamericanos enfrentan retos comunes importantes que tienen impacto en toda la Región y en nuestro propio país.

Pobreza y acentuados rezagos económicos y sociales, desigualdad, altos índices de violencia, con índices de homicidio por cada 100 mil habitantes que llegan hasta 86.5 en Honduras; 68.5 en El Salvador, y 41 en Belice.

Migración irregular por falta de oportunidades de empleo; debilidad institucional que pone en riesgo la gobernabilidad democrática; alta vulnerabilidad por los fenómenos naturales y por la presencia recurrente de enfermedades endémicas.

Institucionalmente México ha demostrado de manera consistente un compromiso incuestionable hacia la Región, mismo que la presente administración ha procurado fortalecer y ampliar.

Desde el Grupo de Contadora hasta el mecanismo de diálogo y concertación de Tuxtla, y el proyecto de Mesoamérica, nuestro país ha desplegado múltiples iniciativas cuyo objetivo ha sido el de tratar de contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de los habitantes de esta Región, ya sea desde la perspectiva de la distención de conflictos, el diálogo político regional, la integración económica y la cooperación para el desarrollo.

Un reto primordial de México en la Región es partir de dicho entramado institucional y ofrecer resultados concretos asignando recursos económicos suficientes a las iniciativas de cooperación.

Mejorar la coordinación entre los actores involucrados y establecer mecanismos eficaces de seguimiento y evaluación de las actividades ya emprendidas.

Por ello, la actual estrategia de política exterior está orientada a que México consolide su presencia en Centroamérica, como el actor con responsabilidad global que aspira a ser contribuyendo respetuoso de la soberanía de cada país de la Región.

En este sentido, nuestra política exterior ha proyectado un amplio compromiso para seguir fortaleciendo nuestras relaciones con Centroamérica.

Ello quedó demostrado desde antes de tomar posesión, el actual Presidente, ya que su primer viaje internacional como Presidente Electo fue precisamente a Guatemala.

De igual manera, la primera gira internacional del Canciller Meade fue a Nicaragua, en 2012, y al año siguiente, a Iniciativa México, se realizó por primera vez una reunión Cumbre Extraordinaria entre los países del SICA, en Costa Rica, en donde decidimos avanzar en una agenda compartida y sustentada en varios ejes temáticos:

El diálogo político, la seguridad, la migración, las relaciones económicas, la inversión y la cooperación.

Ahora, ¿cuáles son las líneas de acción que hemos emprendido?

En el ámbito comercial y de integración, Centroamérica tiene un amplio potencial para la diversificación de los flujos comerciales y de inversión de México. Si bien en los últimos años nuestro país ha suscrito tratados de libre comercio con casi la totalidad de los países de la región, con excepción de Belice, y ha otorgado un firme apoyo al proceso de integración económica que han emprendido los países de la región, un análisis cuidadoso de la evolución de los flujos comerciales entre México y estos países, nos permite observar que aún quedan muchos asuntos por aprovechar o muchos aspectos que aprovechar.

Según datos del Banco de México, en la última década el comercio de México con la región centroamericana ha aumentado de manera sostenida, pasando de mil 836 millones de dólares en el año 2000; a más de 9 mil 500 millones de dólares en el 2014. Pero no obstante estas cifras, que son muy positivas, nuestro comercio con Centroamérica representó apenas el 1.3 por ciento del comercio total de México con el mundo que registró, en ese año, más de 729 mil millones de dólares.

Otro aspecto que debemos destacar es la inversión mexicana en Centroamérica, que de acuerdo con datos al 2014, alcanzó una cifra de más de 8 mil 900 millones de dólares, convirtiéndose Centroamérica en el cuarto destino de la inversión mexicana en toda América Latina, sólo se registró más inversión extranjera en Brasil, en Perú y Colombia. El cuarto destino de la inversión mexicana fue Centroamérica –repito–, con más de casi 9 mil millones de dólares.

Y en este ámbito se hace necesario que las empresas mexicanas tengan una mayor presencia en Centroamérica y que los exportadores de nuestro país miren cada vez más a esa región, como una fuente de oportunidades.

Centroamérica tiene hoy una población de poco más de 45 millones de habitantes, lo que sin duda representa o debe representar un mercado atractivo para nuestros empresarios.

Se trata de países que casi en su totalidad comparten idioma y costumbres con México, lo que representa también interesantes ventajas competitivas para los productos y servicios provenientes de nuestro país.

Existe además, una sólida presencia de varias empresas trasnacionales mexicanas en la región: América Móvil, con Claro; FEMSA, Coca-Cola; ICA; CEMEX; Tv Azteca; Bimbo; Gruma, etcétera.

Creo que el siguiente paso debe de ser facilitar el acceso a medianas y pequeñas empresas mexicanas, que ofrezcan productos en una escala tal que podrían ajustarse al tamaño de los mercados de cada uno de estos países. Ya contamos, por cierto, con un innovador entramado jurídico que permite lo anterior, que es el Tratado Único de Libre Comercio, que entró en vigor en septiembre de 2012 y que actualiza y sintetiza en un solo instrumento legal, los tratados de libre comercio que se habían negociado previamente de manera separada con Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica.

Adicionalmente, el año pasado –como dijo aquí la señora senadora– se negoció con éxito el TLC con Panamá, mismo que ya fue ratificado por ese país y que espera su pronta ratificación por parte de este Senado de la República.

Realmente es una muy buena noticia la que usted me dice, y ahora que van ustedes al Parlatino en marzo, y que ha anunciado ya el presidente Peña Nieto acudir a la Cumbre de las Américas, en abril en Panamá, va a ser una excelente noticia también para el Gobierno de Panamá y sobre todo para nuestros empresarios inversionistas.

No voy a entrar mucho en detalle del Tratado de Libre Comercio con Panamá, si quieren podemos hacer algunos comentarios ahora en la sesión de preguntas. Quisiera referirme a otra línea de acción, que es la cooperación para el desarrollo.

Por las características socio-económicas de sus sociedades y su proximidad geográfica con México, Centroamérica y aquí junto con el Caribe, es y debe seguir siendo el escenario más importante en el que se desplieguen las acciones mexicanas de cooperación.

Tanto en el Plan Nacional de Desarrollo como en el Plan Sectorial de Relaciones Exteriores, se establece claramente que Centro América constituye una región estratégica para México y que consecuentemente debemos apoyar los esfuerzos de desarrollo de cada uno de estos países que la integran mediante una estrategia renovada de cooperación internacional.

Sin duda, es en este ámbito de la cooperación en donde México debe seguir impulsando una política activa y consistente hacia Centro América.

Entre las iniciativas que hemos emprendido en las últimas décadas, ustedes pueden recordar el Pacto de San José, la Comisión Mexicana para la Cooperación con Centro América, el Plan Puebla Panamá y el Proyecto de Integración y Desarrollo de Mesoamérica.

En este ámbito, también es importante destacar la reciente creación, por supuesto, con la aprobación del Congreso Mexicano de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo, mediante la cual buscamos consolidar institucionalmente la cooperación que recibe y que ofrece México.

La estrategia de México en este rubro prioritario, específicamente en Centro América, está basada en el concepto de Cooperación Sur-Sur y ya no esta idea paternalista de la cooperación. Esta nueva concepción de Cooperación Sur-Sur, las partes definen y ejecutan concertadamente los proyectos de cooperación de manera acorde con sus respectivas posibilidades técnicas y financieras.

El Proyecto Mesoamérica establecido en 2008, iniciativa de México, está orientado en los principios de Cooperación Sur-Sur y es el mecanismo institucional a partir del cual nuestro país impulsa de manera concertada las acciones de cooperación que tienen un impacto regional.

Actualmente, y una vez que se compactó el Plan Puebla Panamá y se convirtió en Proyecto Mesoamérica, se impulsan iniciativas de cooperación en dos ejes principales: en lo social y en lo económico; mismos que engloban acciones de cooperación en los ámbitos de salud, vivienda, medio ambiente, desastres naturales, energía, transporte, telecomunicaciones, facilitación comercial y competitividad.

Un ejemplo reciente de Cooperación Sur-Sur mexicana que tiene alcance regional y que ha tenido un impacto positivo en la región, es el Programa Mesoamérica sin Hambre, una iniciativa mexicana que se inscribe en el marco del Proyecto Mesoamérica y que tiene como objetivo replicar en la región el modelo de la Cruzada Nacional contra el Hambre, emprendida por la administración del Presidente Peña Nieto.

Otra importante oportunidad de cooperación, es la integración energética con Centroamérica, que es clave para fomentar el desarrollo económico y social en la región.

Los pilares de esta estrategia son el Sistema de Interconexión Eléctrica para los Países de América Central, conocido como SIEPAC, y la construcción en mediano plazo de un gasoducto con Guatemala, el cual tendrá vocación regional.

Este proyecto permitirá reducir el déficit de energía, producir energía a menores costos y asegurar su suministro, todo lo cual permitirá elevar la competitividad económica de Centroamérica. Sin duda, la cooperación para el desarrollo es una de las herramientas más importantes para seguir proyectando a México en Centroamérica.

Otra línea de acción es en el ámbito de la migración. México, como país que tradicionalmente ha sido escenario de procesos migratorios significativos, tiene una lata responsabilidad para establecer mecanismos de concertación con Centroamérica en este sensible tema.

La reciente crisis de los menores migrantes centroamericanos no acompañados, los lamentables hechos de San Fernando, Tamaulipas, y las caravanas de madres centroamericanas, ponen de manifiesto la necesidad de establecer políticas migratorias integrales y regionales que respondan a la realidad de estos flujos migratorios.

Por ello, las actuales políticas migratorias de México hacia Centroamérica y sus ciudadanos, buscan tender puentes y servir al entendimiento en la región con la premisa de velar por los derechos humanos de los migrantes.

Si bien las autoridades migratorias mexicanas ya han adoptado diversas acciones para proteger los derechos de los extranjeros que transitan irregularmente por nuestro territorio, la vulnerabilidad de los migrantes centroamericanos hacen indispensable seguir impulsando una mayor cooperación y coordinación con nuestros vecinos inmediatos, particularmente con Guatemala, el salvador, Honduras y Nicaragua, expulsores de migrantes, a fin de dar una atención integral al fenómeno migratorio.

De igual manera, esta necesaria alianza entre México y los países de Centroamérica debe estar encaminada a facilitar la movilidad de personas de manera regular, garantizar la seguridad humana y fomentar el desarrollo regional.

Finalmente, otra línea de acción estratégica es en el ámbito de la seguridad regional. Este delicado y complejo tema nos presenta un reto ineludible que tiene que ver con la necesidad de concertar políticas comunes entre países con diferentes niveles de desarrollo económico y con prioridades de seguridad muy disímiles.

Sin duda, México y los países de Centroamérica deben alinear sus políticas en materia de seguridad, no sólo entre sí, sino bis a bis otros actores como los países del Caribe y los países de América del Norte, Estados Unidos y Canadá.

Sólo de esa manera será posible que los gobiernos del hemisferio logren avances concretos en la construcción de una región en la que la seguridad ciudadana prevalezca.

La actividad del crimen organizado transnacional en México y en Centroamérica es un reto mayúsculo para la estabilidad política regional.

Actualmente hay la percepción de que el combate al narcotráfico en México ha hecho que el crimen organizado se transfiera a esos países y obviamente ha afectado en gran medida la imagen de México y por lo tanto debemos seguir trabajando de manera conjunta con los países para enfrentarlo.

Y en este contexto es importante destacar que para justamente enfrentar la problemática de seguridad en la frontera sur, en los dos últimos años se ha emprendido un esfuerzo excepcional de cooperación con Guatemala y Belice, para modernizar los puentes y pasos fronterizos, mejorar la administración de los cruces legales y de bienes y mercancías, construir mejores condiciones de seguridad pública para quienes viven, trabajan y transitan por la frontera, además de centrar los controles sobre movimientos que puedan constituir verdaderas amenazas a la seguridad nacional.

Dentro de esta estrategia se viene otorgando especial prioridad a los grupos de alto nivel en seguridad, como mecanismos de coordinación, organización de operaciones conjuntas, intercambio de información y capacitación para el combate de la delincuencia organizada y el fortalecimiento de la seguridad nacional de los países centroamericanos.

Adicionalmente nuestro país está ofreciendo cooperación en materia de seguridad, a través de dos mecanismos principales: el Grupo de Amigos de la Estrategia de Seguridad de Centroamérica, ESCA, y el diálogo América del Norte- CICA sobre Seguridad.

Voy a ir directamente a las conclusiones.

Centroamérica es la región del mundo en la que es más evidente la capacidad de convertir a México en un actor con responsabilidad global.

Por ello nuestro gobierno se ha propuesto firmemente ampliar y fortalecer los múltiples vínculos de amistad y cooperación que nos unen históricamente con las naciones centroamericanas, tanto en el ámbito bilateral como el regional, con pleno respeto a sus respectivos interese soberanos.

Hoy en día, además de la geografía, la historia y la lengua nos unen con Centroamérica retos y desafíos comunes, que justifican plenamente la estrategia adoptada por la presente administración para, por una parte, cimentar una sólida presencia económica y de cooperación que promueve el desarrollo y la integración y, por otra, que convierta a México en un factor de equilibrio y estabilidad regional que aliente la convergencia de intereses para la concertación de posiciones frente a los problemas comunes que aquejan seriamente a nuestras sociedades.

Hoy también debemos ver a Centroamérica como una zona de oportunidades para el comercio, la inversión, la energía, el turismo, la educación y la cultura, aprovechando los mecanismos existentes de integración regional y subregional.

¿Cuáles son los instrumentos con los que contamos para lograr estos objetivos?

Sin duda el diálogo político de alto nivel, el fortalecimiento de la cooperación para el desarrollo en todos los ámbitos, los tratados de Libre Comercio, y la concertación y coordinación de políticas públicas para enfrentar los retos y desafíos comunes.

La estabilidad política y social de Centroamérica, así como su desarrollo económico, son y seguirán siendo los objetivos ineludibles y prioritarios en nuestras relaciones con las naciones centroamericanas, además de que son estratégicas para la seguridad nacional de México.

Muchas gracias por su atención.

SENADORA MARIANA GÓMEZ DEL CAMPO GURZA: Muchas gracias Embajador, por su intervención.

Y ahora pasamos a las preguntas y respuestas.

Estamos ya un poquito cortos en tiempo, pero haremos un esfuerzo por responder algunas de sus preguntas.

Antes de ceder el uso de la palabra al Embajador Juan José Bremer, quisiera compartirles que en el Senado de la República, en la Comisión, hemos aprobado diversos instrumentos internacionales que siempre es bueno que se cuente con la información, que tienen que ver con asistencia jurídica mutua en materia penal entre México y Cuba; el Acuerdo de Complementación Económica número 51; también un Tratado que tiene que ver con extradición con Cuba.

Esta amplia agenda es específicamente con Cuba, un convenio de cooperación en los campos de la educación, la cultura, la juventud, la cultura física y el deporte también entre México y Cuba.

Y bueno, es un poco de lo que se ha aprobado de instrumentos internacionales que tienen que ver con México y Cuba.

Hay muchas preguntas para el Embajador Bremer. Obviamente no podré leerlas todas. Leeré solamente tres.

A pesar de que en años anteriores México fungió como mediador entre Washington y La Habana, nunca se dio un acercamiento.

Ahora esos dos países anuncian de manera sorpresiva restablecimiento de relaciones.

¿De qué forma esto beneficia a México o cómo lo perjudica? Y, de la misma forma, ¿cómo queda Venezuela ante lo anterior?

En el marco del relanzamiento de las relaciones México-Cuba, ¿cuál será el papel de México en el restablecimiento de las relaciones de Estados Unidos con Cuba? ¿Podremos ser el interlocutor que fuimos en la “Guerra Fría?

Pregunta Víctor Manuel Salazar Camarillo, de la UNAM:

¿De qué forma México puede representar un valor agregado en la normalización de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, sin descuidar el papel que juega México como un país con importante liderazgo en América Latina y el Caribe principalmente, pero también como un socio indiscutible para Estados Unidos?

Y le cedo el uso de la palabra al Embajador Juan José Bremer.

EMBAJADOR JUAN JOSÉ BREMER DE MARTINO: Paso acá para acomodar mi carpeta. No es amenaza de extenderme. Voy a ser muy breve, en solidaridad con el auditorio:

Quiero aprovechar para aclarar una cosa muy brevemente: Flotó en la opinión pública, diría que por qué México no había tenido un papel relevante en la mediación.

En ese sentido, yo creo que esas observaciones adolecían de, quizá el no tomar en cuenta que la historia evoluciona, que hay una dinámica histórica.

Que el papel que jugó México cuando era el único país que no había roto relaciones con Cuba, era muy distinto al que juega ahora México en un mundo en donde Cuba además vigorizó extraordinariamente su relación con América Latina y que eran otras condiciones. Pero ningún país latinoamericano cercano a Cuba, podía ofrecer lo que ofrecía en ese sentido el Vaticano; es decir, como un acercador, con un Papa latinoamericano muy familiarizado con los asuntos de América Latina y muy cercano también al cardenal de Cuba, Ortega Alamillo.

Es decir, entiendo esa falta de información y eso nos sucede luego cuando congelamos la historia. Los juicios tienen que ser siempre, los juicios diplomáticos, juicios adaptados al momento en que se vive; son juicios de perspectiva adecuados.

¿Cuál es el papel de México que desempeñó?

Fue importante. México se acercó en un momento muy importante hace dos años, no hace dos meses; y México además lo hizo con gran énfasis y eso lo dije y hoy lo subrayo: se registró en todas las cancillerías, a mí me fueron a ver a mis oficinas en La Habana, en las oficinas de la Embajada de México, todos los embajadores europeos, todos los embajadores, todos los representantes de los organismos internacionales a escuchar las razones y la fuerza que México le estaba dando a su relación con Cuba.

Influimos, y además influimos porque tenemos un diálogo que todos nosotros conocemos también muy fluido, casi cotidiano con Estados Unidos; yo lo viví cuando fui embajador en Washington. Entonces, fuimos importantes en el sentido que nos sumamos en el momento muy oportuno en decir: “este es el rumbo”.

Y esto coincidió con un presidente de Estados Unidos que entendía que la fórmula que en su país había adoptado, había aislado a Estados Unidos, no había aislado a Cuba. Entonces, se dieron condiciones muy especiales.

¿Cuál es el papel que podemos jugar?

Nosotros podemos jugar un papel muy importante porque disponemos de confianza por los dos lados, porque México ha jugado además su relación con Estados Unidos y su relación con Cuba, con una gran transparencia. Tenemos una relación muy cercana con los dos países y eso ni siquiera requiere explicarse, por razones obvias: cada una obedece a su propia raíz.

Ahora, ¿cuál es el valor agregado que puede dar México con esto?

Creo que el énfasis que hemos marcado en América Latina, el énfasis que hemos marcado en nuestra relación con Cuba coincide con un mundo además multipolar; hemos recuperado la multidimensionalidad, en un mundo que es multidimensional, que dejó atrás al bipolarismo.

Y en ese nuevo juego, México está muy bien ubicado para ejercer una influencia muy constructiva, sin ninguna voluntad de dominio.

Muchas gracias.

SENADORA MARIANA GÓMEZ DEL CAMPO GURZA: Muchas gracias, embajador.

También agradezco la presencia del embajador Julio Faesler, es un honor tenerlo aquí en el Senado de la República. Muchas gracias, embajador.

Y ahora pasaríamos a dos preguntas dirigidas al embajador Otto Granados. La primera:

¿Existe ya alguna estrategia planeada para que los cuatro países de la Alianza del Pacífico, en conjunto obtengan una balanza comercial equitativa?

Pregunta Beatriz Barrios, estudiante de Negocios Internacionales del Instituto Politécnico Nacional.

Y la segunda pregunta es de Alejandro Rivera, de la Universidad Iberoamericana:

¿Qué tiene que aprender México de Chile para tener mejores indicadores en desarrollo humano, competitividad, seguridad, transparencia y combate a la corrupción?

Adelante, embajador.

EMBAJADOR OTTO GRANADOS ROLDÁN: En relación con la primera pregunta, bueno, en un esquema de libre comercio como el que tenemos los cuatro países que formamos parte de la Alianza del Pacífico, y otros más donde México participa, está sujeta a muchas variables sobre las cuales es difícil intervenir como para lograr una balanza equitativa si el sentido en que se me hizo la pregunta es de balanza comercial equilibrada.

Lo que sí debo decir es que desde el año 2007, vistos como región en su conjunto los tres países restantes de la Alianza del Pacífico, en todos los casos del 2007 para acá, México ha tenido una balanza superavitaria respecto del 2007 para acá.

¿Cuál es la razón? Entre otras razones, el tamaño de la economía mexicana, como ya dije, el nivel de complejidad productiva, un coeficiente de apertura mucho mayor, bienes y servicios de mediano e incluso alto valor agregado, etcétera.

Y, por otra parte que, si como todo parece indicar, ha llegado un poco al fin el súper ciclo de los commodities lógicamente lo que nosotros le compramos a algunos de estos países estará muy sujeto a la baja en los precios y quizá sea una menor demanda.

Pongo el ejemplo del caso de cobre. Cuando el cobre estaba a tres dólares con 50 centavos, por ejemplo, la libra, lógicamente el valor de lo que importábamos de Chile era mayor. Ahora que anda en un dólar abajo, lógicamente el valor y el peso de ese producto baja y hace que sea mucho más superhabitaria para el caso mexicano.

En relación con la otra pregunta, todos los países tienen sus diferenciaciones, sus peculiaridades, sus caminos diferentes, como se ha comentado ampliamente en este foro, en este día. Yo diría que es curioso que en el caso de algunos indicadores México empieza a mostrar algunos progresos interesantes respecto de Chile.

Voy a dar uno: Doing Business. En todos los estudios de Doing Business desde que los hace el Banco Mundial, casi siempre había aparecido Chile arriba que los tres países del resto de la Alianza del Pacífico. Este, el último año, 2014-2015, es el primer Doing Business en el cual Chile aparece por abajo de México, por abajo de Perú y por abajo de Colombia; digamos, una pregunta de este tipo tiene matices en este sentido.

¿Qué destacaría yo como algo que puede ser interesante? Por un lado, la respuesta es más de sentido común.

¿Por qué Chile ha alcanzado indicadores tan importantes e la mayor parte de los reportes? Pues porque ha hecho la tarea. Ha ejecutado de manera muy consistente y muy clara las políticas públicas adecuadas en una variedad de materias.

Y destacaría quizás de ellas una que es importante: no es una institución nueva, hay que reconocer que nosotros somos un país federal, Chile es un país unitario, pero el tener una policía nacional única, en el caso de Chile, que son los carabineros que ya cumplieron 70 u 80 años de funcionar como tal, ha sido algo realmente exitoso. Ahí se los dejo nada más como una reflexión.

SENADORA MARIANA GÓMEZ DEL CAMPO GURZA: Muchísimas gracias, Embajador.

Yo quiero agradecer a cada uno de ustedes su presencia, su paciencia también, porque tenemos casa llena en el Senado de la República, que sigan de cerca en este espacio México en el Mundo. Estaremos toda la semana teniendo diferentes personalidades en este Senado de la República.

Agradezco este panel, la participación de cada uno de los embajadores, del Embajador Juan José Bremer, embajador de México en Cuba; del Embajador Otto Granados Roldán, embajador de México en Chile; y del Embajador José Ignacio Piña, embajador de México en Panamá.

Insisto, nos hubiese gustado tener aquí a todos los embajadores. Hoy están representando a la región América Latina, a esta Comisión.

Agradezco su presencia. Espero que desde el Senado sigamos fortaleciendo los lazos con las embajadas y haciendo el papel que nos toca, ustedes como embajadores, nosotros como senadores, para fortalecer las relaciones bilaterales y hacer que la región de América Latina y el Caribe brille con más fuerza.

Muchísimas gracias y buenas noches a todos los que nos ven a través del Canal del Congreso, y les entregamos un detalle por parte del Senado de la República, con mucho cariño.

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