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¡~

12.02.2018

En Jalisco, Anaya arrinconó

a panistas colocándolos

como decfa Carlos Castillo,

igual que perros acosados.

Desteñidos

A

sícomoChiapasprovocóen

el prüsmoun

cisma

y

puede

costarle un buen caudal de

votos por

sus

divisiones internas,

Jalisco

parecer

ser

para

el PANel pá–

ramo. Pierde votos

y

pierde fieles.

La

noche del pasado

7

de

fe–

brero, Ricardo Anaya,

el

precan–

didato del

Frente

a

la

Presidencia

de la República, acudió a

Lagos

de

Moreno para encabezar un

mitin

junto con Enrique Alfaro, el candi–

dato de Movimiento Ciudadano a

la

gubernatura.

El público lo llevó

Alfaro,

y

la

asistencia testimonial

de panistas en un terruño que an–

taño les era

fértil

resultó molesta

y

contraproducente.

En

Jalisco no cuajó una coali–

ciónelectoral

similar

a

la

federal

El

PAN

postuló

a

un candidato

a

gober–

nador, el

PRD

a otro

y

MC a

Alfaro.

Fue una de las condiciones estable–

cidas por el Movimiento Naranja

para pactar el Frente. Más vale

solo que

mal

acompañados parecía

el lema

Al acudir al

mitin

en

apoyo

de

Alfaro, Anaya enfrentó a

una

multi–

tud variopinta

En

su mayoria

teñi–

dade naranja

pero

otros

tantos iban

de azul, alzando las banderas de su

partido. Al iniciode su

discurso,

Al–

faro

solicitó enérgicamente que

las

banderas panistas fueran escondi–

das arguyendoque se tratabade un

evento

sin

siglas

de

partidos.

Hacía

mucho

rato

que a los panistas,

y

so–

bre todo a los de Jalisco, no les obli–

gaban a esconder sus emblemas

y

sus lemas.

Lo

tuvieronquehacer en

una circunstancia que alguna vez

definió Carlos Castillo

Peraza

con

el síndrome de los

perros

acosados,

donde ser panista era motivo de

vergüenza a pesarde suascendente

fuerza electoral.

El detalle

no

desmadejó el

mi–

tin

numeroso enfrente de

la

Parro–

quia de Nuestra Señora de

la

Asun–

ción.

Alfaro

aprovechóel

acto

para

deslindarse de Andrés Manuel

Ló–

pez

Obrador, tachándolode oportu–

nista,

enunadefiniciónhistóricade

obvio guiño a sus seguidores

más

conservadores.

Anaya

dedicó bue–

na partede su discurso ahablar de

sus abuelos,

nativos

de Lagos. No

ancló un discurso para deslindar o

trascender. Cumplió el trámite.

El PAN llegó a tener en Jalisco

más

del

SO

porcientode lavotación

y

una hegemonía de

20

años en el

podergubernamental.

Su

cuota

era

superior al millón de votos. Ahora

la votaciónpanista

pero

sobre todo

la

estructura

orgánica blanquiazul

está

maltrecha

Hace un

sexenio

cuando

perdió

la

gubernatura

tras

dos décadas invicto, obtuvo

690

mil votos -nada despreciables- en

la elección de gobernador.

Para

MC es molesta la com–

pañía blanquiazul. Tanto que el

acercamiento de

Anaya

con

Alfaro

no solo desanimó a los panistas

que fueron obligados a

lanzar

de

candidato a Miguel Martínez si–

no de paso le

quitó

simpatizantes

priistas

y

del ala izquierda al eme–

cista.

Alberto Unbe, quien fuera

coordinador de campaña deAlfaro,

renunció al equipo naranja para

alistarse con Morena La salida

de Uribe simbolizó un silencioso

desplazamiento de los votantes

alfaristas de izquierda que no es–

peraban

la

entrega

de su líder a los

brazosdeAnaya

Es

decir,

la

votación

de

A1faro

como candidato a gobernador que

puede rondar sobreun millóno

mi–

llón

y

medio de votos no se repro–

ducirá

mecánicamenteen laboleta

presidencial Una parte

irá

a More–

na,

otra

hacia José Antonio Meade,

y

un

tanto más hacia Margarita

Zavala

cuya

influencia entre el pa–

nismo jalisciense es notable. Está

por verse si

Anaya

recolecta lama–

yoria

de ese caudal; una

esquiva

y

titubeante

estrategia

en Jalisco ya le

costó

de entrada una pérdida que

en el

curso

de

la

campaña puede

convertirse

en

cuantiosa

Gane o pierda Anaya la elec–

ciónpresidencial, tendráque hacer–

se

cargo

de los

restos

de partido

que

ha

dejado a su paso; no única–

mente

figuras

emblemáticas:

tres

ex

presidentes nacionales como

Felipe

Calderón, Manuel Espino

y

Germán

Martinez,

que ya le dieron

la

espalda, sino miles de militan–

tes anónimos acostumbrados a un

orgullo

y

a una defensa de ideas

y

que ahora, en Jalisco,

han

sido obli–

gados a correrse a lacuneta

y

pepe–

nar lo que alcancen en

la

próxima

contienda

Anaya

pudo

haber

tejido en Ja–

lisco el ejemplode alianza electoral.

No

quiso,

no

pud~

no lo dejaron.