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Palabras de Ernesto Cordero Arroyo, presidente del Senado, en la ceremonia del CII Aniversario del Inicio de la Revolución Mexicana y Homenaje a Don Francisco I. Madero.
Licenciado Felipe Calderón Hinojosa, presidente de México;
Ministro Juan Silva Meza, magistrado presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación;
Doctor Leonardo Valdés Zurita, presidente del Instituto Federal Electoral;
Doctor Raúl Plascencia, presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos;
Apreciables invitados especiales;
Queridas amigas y amigos integrantes del gabinete presidencial;
Señoras y señores:
Es un honor estar con ustedes en este acto cívico en el que los mexicanos conmemoramos el inicio de la Revolución Mexicana. Hoy hace 102 años comenzó la gesta de la Revolución bajo el liderazgo de Don Francisco I. Madero, quien se puso al frente de todo un pueblo que clamaba por justicia, un pueblo que clamaba por respeto a su dignidad, un pueblo que clamaba por la libertad.
Madero, siempre un demócrata, buscó por todos los medios transformar a México por medio del voto. Él mismo había señalado que cualquier ventaja, concesión o conquista obtenida por las prácticas democráticas será una cosa duradera.
Sin embargo, Madero no enfrentaba un adversario que estuviera dispuesto a plegarse a la voluntad popular; enfrentaba un régimen dictatorial, dispuesto a hacer cualquier cosa por mantener su dominio de más de tres décadas sobre nuestro pueblo. Enfrentaba un México gobernado por puño de hierro por caudillos y caciques, un México en el que se antojaba imposible hablar de democracia, de ciudadanía, de libertad.
Sin importar los obstáculos y los riesgos, sin importar los sacrificios y los costos, Madero se atrevió a revolucionar el estado de las cosas, encaró con valentía y aplomo la dictadura en las urnas y emergió victorioso.
Al iniciar la Revolución Mexicana, Madero sacudió los cimientos de la Nación y rompió las cadenas que le ataban al pasado. México se jugaba su destino como una nación libre, capaz de emprender el camino hacia la democracia y la justicia social.
Han pasado 102 años desde el inicio de la gesta heroica de Francisco I. Madero. Los mexicanos del siglo XXI enfrentamos también grandes desafíos. Con grandes esfuerzos y sacrificios realizados por mexicanas y mexicanos valientes a lo largo de décadas conquistamos la democracia y ha sido, precisamente la democracia, la que nos ha permitido en años recientes poner los cimientos de un país más próspero y más justo.
Hoy México se mira al espejo y se reconoce como un país en el que todos los niños pueden acudir a la escuela primaria y en el que cada vez más jóvenes pueden acceder a oportunidades de educación a la que nunca tuvieron acceso sus padres y sus abuelos.
Hoy México es un país en el que cualquier persona tiene derecho a recibir atención médica sin importar su condición económica, gracias a la cobertura universal en salud.
Hoy México cuenta con una política social responsable y activa, que lejos del asistencialismo ha logrado proteger el bienestar de los hogares que menos tienen, aún ante los embates de una crisis económica internacional inédita.
Hoy somos un país en el que como nunca antes más familias pueden acceder a una vivienda propia, que es símbolo de dignidad y de progreso.
Hoy México es un país con una economía fuerte que avanza con paso firme a pesar de los grandes desafíos que se viven a nivel global y es, en lo político, una democracia vibrante en la que todos tienen derecho a disentir, a opinar, a participar.
Estos son avances que pertenecen a todos los mexicanos, son logros que deben aquilatarse y defenderse porque son fruto del esfuerzo colectivo de nuestro pueblo.
En ellos podemos ver el legado de héroes como Madero que soñaron con un México más justo y dieron todo por construirlo. Si hoy podemos ver más allá es simplemente porque estamos parados sobre sus hombros.
Señoras y señores:
Los avances alcanzados no significan que la tarea está concluida; lejos de ello. Persisten grandes desafíos que debemos enfrentar unidos como una sola nación. Por eso el momento actual demanda visión y altura de miras a todos quienes tenemos responsabilidades con México; demanda que sepamos poner a un lado nuestras naturales y sanas diferencias políticas para construir los acuerdos que reclama la ciudadanía.
Esa es la divisa con la que estamos trabajando desde el Senado de la República y lo hacemos convencidos de que tal como lo señaló Don Francisco I. Madero, sólo el patriotismo de todos los mexicanos podrá salvar a México de los peligros que lo amenazan.
Y el patriotismo consiste en que todos sacrifiquen sus ambiciones personales y procuren amoldar sus actos a la ley, respetando nuestra sabia Constitución y rindiendo culto a la voluntad nacional libremente manifestada.
Inspirados en la gesta democrática y revolucionaria de Don Francisco I. Madero, los convoco a que con patriotismo y entrega pongamos todo de nuestra parte para seguir transformando a México en la nación ordenada y generosa con la que soñaron nuestros héroes.
Muchas gracias.
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