Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Quiero saludar con el mismo respeto y afecto a todos quienes hace un momento han sido presentados, al inicio de este Encuentro Internacional.

Quiero hacerlo también con el senador Alcibíades García Lizardi, quien se encuentra presente con nosotros, del Senado mexicano.

Y todos y cada uno de ustedes que nos honran con su presencia:

Inicio dando la más cordial de las bienvenidas –vale la pena hacerlo nuevamente-- al señor Presidente del Senado argentino, Julio Cobos; como también al señor Presidente del Senado chileno, el senador Jorge Pizarro, que en su calidad también de Presidente del Parlamento Latinoamericano, hoy se encuentra aquí con nosotros; como también con el señor ex Presidente de Bolivia, Carlos Mesa, muy bien conocido por todos nosotros y querido en nuestra nación.

Hago lo propio con quienes están encargados de la Comisión Especial para la Celebración del Bicentenario y el Centenario de la Revolución, encabezada por el senador Melquíades Morales Flores; como también con el presidente de una de las comisiones más importantes, también en el tema de Relaciones Exteriores con América Latina, el senador Jorge Ocejo.

Celebro con ustedes el día de hoy y felicito la iniciativa de los organizadores de este evento para abrir estos espacios a la reflexión colectiva y atender temas de gran significado para el destino latinoamericano. Sean hoy todos ustedes, amigos legisladores que nos acompañan, de diferentes espacios de nuestra América, muy bienvenidos.

Recordamos en esta ocasión que son ya siete países de la región los que han conmemorado el Bicentenario de su Independencia, entre 2009 y el 2010; y México celebra, además, el Centenario de la Revolución, combinado con un centenario que es el nacimiento de una de nuestras universidades más queridas, que es la Universidad Nacional Autónoma de México.

Estas fechas históricas nos llaman a hacer cada vez más uso de nuestra reflexión crítica y a cultivar esta memoria colectiva, que es tan necesaria para una Nación, que busca no nada más encontrarse con la historia, sino generar sus propias condiciones históricas del futuro.

Queremos también llevar un esfuerzo de prospección sobre las tendencias que están señalando nuestros destinos en este Siglo y los escenarios del futuro que deseamos construir.

Tenemos, sin duda, un gran reto que esperamos pueda ser coronado con la definición de iniciativas que nos ayuden a concretar una visión del futuro deseable y posible, sustentada en políticas públicas elaboradas con un horizonte de mediano y largo plazo.

Dejar más atrás lo que son las tendencias de las coyunturas e ir al encuentro del camino de políticas públicas que verdaderamente transformen la realidad nacional. Solamente esto podrá darnos certidumbre sobre el futuro.

Es que en esta época de grandes mutaciones económicas y en la configuración del poder mundial, los pueblos latinoamericanos estamos en un punto de definición; en un cruce de caminos que nos obliga, por una parte, a desprendernos de prácticas y esquemas caducos, modos de concebir la realidad que surgieron de experiencias y condiciones pasadas y, por la otra, a definir una propuesta propia, latinoamericana. Todo ello en un solo enfoque, en un enfoque universal en su objetivo, que nos permita ser sujetos activos en la evolución de las macro tendencias de este siglo.

En México estamos intentando ello. Platicaba hace un momento con el Presidente del Senado argentino, el senador Cobos; como también el ex Presidente boliviano, Carlos Mesa, sobre lo que nosotros encontramos como definición en nuestra realidad mexicana, y es el encuentro de la necesidad de las nuevas instituciones del Siglo XXI, que vengan a premiar las nuevas condiciones de una gobernabilidad, distinta a la conocida en el pasado, y que amerita tener éstas en práctica para darle mayor gobernabilidad, y la gobernabilidad para obtener mayor crecimiento económico y empleo, que este es el fin último del trabajo alrededor de las comisiones que generen las políticas públicas.

Quisiera introducir en esta mesa de debate, tres temas que estoy seguro forman parte no nada más de muchos de nosotros en el Senado mexicano, sino que ustedes podrán coincidir con varias de ellas.

Primero, la eficacia del voto como instrumento de cambio político y social parece estar firmemente asentada en las democracias latinoamericanas. Así lo constatamos en los casos de alternancia política, el llamado reeleccionismo y las segundas vueltas electorales. Sin embargo, algunos opinarán que sigue pendiente la consolidación del conjunto de las instituciones que conforman los regímenes políticos, así como el mejoramiento en la calidad de nuestros gobiernos.

Estos cambios institucionales –de los que hablo y vienen hablando todos ustedes-- se juzgan sumamente relevantes, entre otras razones, porque los avances recientes en materia de reducción de la pobreza y la desigualdad en la región –hablo también en particular de México-- podrían estar en riesgo ante los efectos de la recesión global y las incertidumbres que persisten en el entorno económico.

Ello eleva la presión sobre nuestros regímenes políticos y su capacidad para transformar el triángulo de democracia, desigualdad y pobreza; todo esto –transformar ese triángulo-- en un círculo virtuoso donde el crecimiento refuerce la democracia, la justicia y la cohesión social.

El segundo tema es la necesidad de consolidar las capacidades y la autonomía del Estado, que parecen ser un consenso entre los analistas, porque esto se considera indispensable para que el estado sea capaz de servir y representar mejor a la ciudadanía, de cumplir y hacer cumplir la ley, y consolidar su función regulatoria, redistributiva y de conducción del desarrollo.

Sólo mediante órganos reguladores, que sean verdaderamente el Estado mexicano y no de de los Gobiernos en turno, podremos generar la certeza jurídica que todas las inversiones –tanto nacionales, como extranjeras-- merecen tener en un juego en donde debe haber transparencia.

Se trata de superar el falso dilema entre el viejo Estado interventor y obeso, o un Estado neoliberal y ausente, que esa es la historia, cómo venimos transformándonos: unos con sus debilidades y fortalezas; otros igual, con sus fortalezas y sus debilidades. Se trata de construir una nueva gobernabilidad, esta nueva gobernabilidad fundada en la pluralidad y en mecanismos de la democracia directa que impulsen una ciudadanía participativa y consoliden una instancia adicional de escrutinio y contrapeso institucional.

Se trata de lograr un Estado que concierte objetivos comunes e identifique responsabilidades compartidas, y sea capaz de procesar los cambios globales y servir el interés general.

El tercer tema es el del medio ambiente, la protección ecológica y la lucha contra el cambio climático, exige ser interpretado como una conjunción de factores que conducen a un cambio profundo en los sistemas productivos hacia las tecnologías limpias y las energías renovables, las prácticas sustentables de consumo, y el aprovechamiento racional y sustentable de los recursos naturales.

Esta es una interpretación que trasciende el ecologismo tradicional y plantea evolucionar hacia una integración virtuosa de las variables económicas, sociales y ambientales dentro del desarrollo sustentable, como una condición –y ustedes la verán fácilmente-- esencial para asegurar la calidad de vida de la población, el capital natural y la competitividad de la región.

Junto a estas tendencias de indudable potencial transformador, han hecho presencia nuevas amenazas a la seguridad de los Estados, al desarrollo de las sociedades y el bienestar de los ciudadanos. Tal vez entonces el reto de mayor complejidad sea el crimen organizado, con su enorme potencial financiero y organizativo, así como su capacidad de diversificación y expansión hacia nuevas regiones geográficas y áreas delictivas.

Ante esta amenaza a la seguridad regional y el riesgo social que plantea el hambre, las migraciones, el desempleo masivo y la desesperanza de millones de habitantes, es evidente la necesidad de actualizar las estructuras de gobernabilidad internacional para reforzar su capacidad de planeación estratégica y prospectiva frente a los retos y tendencias mencionadas.

Yo quisiera concluir, amigas y amigos panelistas, distinguidos legisladores que hoy nos honran con su presencia en el Senado mexicano, mencionando que para muchos de nosotros las instituciones de representación de la soberanía popular comparten con los demás poderes públicos y la sociedad organizada, el gran reto –hoy en día-- de responder a estas transformaciones de orden económico, social y en el ámbito de la seguridad regional.

Esto eleva los niveles de nuestra responsabilidad, así como la demanda de traducir las propuestas y debates en acciones efectivas que marquen la diferencia entre una gestión pública tradicional y un trabajo legislativo sustentado en una visión de presente y de futuro.

El evento que hoy iniciamos y habrá de continuar mañana, forma parte de una serie de eventos que venimos desarrollando en el Senado mexicano de cara a los grandes retos de nuestro Siglo, con el apoyo indispensable de instancias tanto nacionales como internacionales, que merecen un amplio reconocimiento.

Coincidimos en que es apropiado y necesario que este foro analice los desafíos y las oportunidades que enfrentan nuestras sociedades, en el marco de la Conmemoración del Bicentenario de nuestra Independencia y el Centenario de nuestra Revolución del Siglo XX, que es la Revolución Mexicana.

Estoy convencido que el ejercicio de la memoria colectiva y la reflexión crítica sobre nuestros escenarios de futuro, sin duda, pueden hacer a nuestros pueblos más libres, justos, competitivos y soberanos.

En este análisis que hemos venido llevando en la Celebración de nuestro Bicentenario y Centenario de la Revolución, hemos visto que la mejor manera de evitar nuevas Revoluciones –como las que hemos tenido en el pasado-- es intentar las nuevas evoluciones que vengan de manera muy sistemática y con seguimiento muy puntual, a transformar a nuestra sociedad y a crear las nuevas instituciones de la gobernabilidad.

Sean todos ustedes muy bienvenidos al Senado mexicano, donde como siempre los recibimos con enorme afecto y solidaridad.

Muchas gracias.

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