Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Versión estenográfica del mensaje del senador Pablo Escudero Morales, presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, durante la celebración de los 100 años de Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en el Teatro de la República.

SENADOR PABLO ESCUDERO MORALES: Muchas gracias a todos. Saludo con respeto a todos mis compañeros, a todas mis compañeras.

No puedo empezar este discurso sin agradecer, y lo digo de corazón, a todos aquellos que hicieron posible que este recinto histórico regresara a manos de todos los mexicanos. Y tengo que empezar por reconocer a mi Mesa Directiva, a mis vicepresidentes: a Blanca, a Octavio, a Itzel, a todos los que están aquí; María Elena, a Lorena, a Luis Humberto, Ana Gabriela. A todos ellos, muchas gracias por el apoyo para hacer esto posible.

También sin duda a los coordinadores, al presidente de la Junta, Fernando Herrera, muchas gracias. A nuestro coordinador, don Emilio Gamboa, muchas gracias don Emilio por hacer esto posible. Al coordinador Puente y sin duda también a don Enrique Burgos, Enrique muchas gracias.

Señor Presidente, gracias a usted que cuando le planteamos la posibilidad de poder hacer esto, usted de manera rápida accedió.

También gracias al Secretario de Hacienda que, qué duro es para la lana, ¿eh? De verdad, Secretario. Eres muy duro para la lana, pero valió la pena sin duda alguna.

Y también sin duda al Presidente de la Cámara de los Diputados, que hicieron el favor de etiquetar este recurso. Muchas gracias a los diputados, trabajamos muy bien con ellos siempre.

Muchas gracias a todos.

Hace cien años, en este mismo lugar, México definió su propia ruta, su propio rumbo y sentó las bases de su identidad nacional. Hace cien años, aquí mismo, México alzó la voz y levantó las miras con visión de futuro.

Quienes nos preceden, son indiscutiblemente padres fundadores de la República, tuvieron la sabiduría y la madurez de redactar un documento constitucional, que significó ayer y hoy, un paradigma de modernidad y de avanzada en el mundo.

Nuestros constituyentes tuvieron el acierto de mirar la historia con detenimiento y así trazar los derroteros del futuro.

En efecto el Constituyente, cuyas actividades conmemoramos en esta fecha, supo reconocer que la configuración del Estado de Derecho en México se había consolidado ya en una primera etapa, con la expedición de la Constitución del 57.

El movimiento constitucionalista, encabezado por el primer jefe, Venustiano Carranza, tuvo como propósito inicial restaurar el orden constitucional, cuya ruptura se había atribuido al gobierno usurpador de Victoriano Huerta.

Es por ello que la convocatoria al Congreso Constituyente, de 1916 a 1917, tuvo por objeto conocer un proyecto de Constitución reformada.

El debate de hace un siglo estuvo orientado por dos posiciones ideológicas fundamentales. La primera de ellas, caracterizada por el pensamiento liberal de la Constitución del 57, adoptada en el proyecto de reformas presentado por Carranza.

La segunda, bajo la influencia de las profundas desigualdades que fueron combatidas por el movimiento revolucionario, y que dieron como resultado los rasgos del primer constitucionalismo social en el mundo.

La Revolución en realidad respondió a ambos anhelos. Fue al mismo tiempo un rechazo categórico a la dictadura. Una justa rebelión de un pueblo oprimido por su desigualdad y por su pobreza.

Un llamado definitivo a favor de la democracia y la renovación del poder político, pero también una batalla, una batalla para darles voz y garantías a quienes en ese momento carecían de ellas.

Desde entonces, la Carta Magna de México es testimonio y asidero de la transformación de este país.

En la Constitución está inscrita nuestra historia del último siglo, dando cuenta de un proceso de cambio en el que confluyen diversos constitucionalismos que postulan nuestro país como un Estado liberal, como un Estado social y un Estado constitucional de derecho.

Tenemos una Constitución que ha mantenido plena vigencia y eficacia durante casi cien años; que ha proveído paz y estabilidad social y que ha sustentado un gran proyecto de nación.

Es innegable que se ha venido enriqueciendo y reconfigurando mediante la acción del poder revisor de la Constitución, pero la reformabilidad de nuestra Constitución ha permitido que sea éste el espacio para concretar, para validar y para reflejar acuerdos políticos fundamentales que han sido alcanzados a lo largo de un siglo.

Así, contrario a la crítica cotidiana respecto a la mutabilidad del texto constitucional, hoy me atrevo a decir que celebramos el Centenario de una Constitución que es joven, que es actual, que es plenamente eficaz para hacer frente a los retos de nuestro tiempo.

Es que hemos transitado del presidencialismo dominante a un entorno real de pesos y contrapesos, con poderes fortalecidos y con una relación institucional que es sólida, que es actuante y que es funcional.

Transitamos de una visión eminentemente política de la Constitución a un paradigma de carácter normativo, logrando con ello las normas constitucionales para que sirvan como regla del reconocimiento para autoridades y ciudadanos, y funcionen como factor de unidad y de identidad nacionales.

De ahí también la decisión fundamental de optar por la progresiva ampliación de nuestros derechos humanos de fuente constitucional y convencional, fortaleciendo al Juicio de Amparo como un instrumento de protección e incorporando a los principios de interpretación conforme y pro persona, como parámetros interpretativos de los actos de autoridad.

Qué decir del Sistema Nacional de Transparencia y del Sistema Nacional Anticorrupción; cómo nos costó trabajo ponernos de acuerdo ¿verdad? Pero hemos transitado de la opacidad a un entorno de derechos que antes no teníamos. Estos han tenido un gran reconocimiento nacional e internacional.

Eso es lo que hemos construido juntos en el Congreso, con el Ejecutivo, con el Poder Judicial, con la sociedad; esa es nuestra gran fortaleza; la unidad, sin duda, nos hace mejores; la unidad, sin duda, nos hace más fuertes.

La Constitución Mexicana de 2017 refleja el dinamismo de una sociedad, su determinación por avanzar, modernizarse, proyectarse al futuro, su capacidad de deliberar, discutir, de construir acuerdos fundamentales por este gran país.

El mundo de hoy no permite dar por sentados ni restar valores a principios como los que defiende y postula nuestra Constitución; no lo permite frente a los nacionalismos, los comunitarismos, los extremismos.

México dice hoy al mundo que aquí sigue y seguirá vigente la convicción humanitaria de los mexicanos, frente a los riesgos reales de regresión autoritaria y humanitaria en otras latitudes.

México postula decisiones, políticas fundamentales y principios constitucionales que mucho valen en el mundo. La dignidad humana, la universalidad de derechos humanos, la igualdad plena, todos ellos mucho valen en el mundo.

Es por eso y por muchas otras cosas más que hoy rendimos tributo al Constituyente de Querétaro, valorando lo que hemos logrado juntos pensando por México y en México, unidos siempre.

Por último, cito lo dicho desde esta tribuna por el diputado constituyente Alfonso Cravioto, hace cien años, cuando hizo un llamado a olvidar los resentimientos personales y dejar al lado las pasiones y fijar las mentes en grandes ideales, en perfecta solidaridad y en completa unión, a trabajar en una mayor solidez de nuestras instituciones políticas, por una mayor grandeza de la patria. Alfonso Cravioto.

Muchas gracias, México unido.

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