Ciudad de México, martes 01 de agosto, 2017
POSICIONAMIENTO
MÉXICO DEBE RECUPERAR SU TRADICIÓN DIPLOMÁTICA DE RESPETAR LA AUTODETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS Y LA NO INTERVENCIÓN
La diplomacia agresiva del gobierno de Donald Trump se ha concentrado en una amplia operación mediática, económica y diplomática para presionar y aislar al gobierno de Venezuela, bajo el argumento de que se va a constituir una “dictadura” y la Casa Blanca tiene la obligación de evitarla.
A pesar de las amenazas de Estados Unidos y de la posición de la OEA, las elecciones de la Asamblea Constituyente, convocada por el gobierno de Nicolás Maduro, se realizaron este 30 de julio en medio de una gran polarización, alentada dentro y fuera de Venezuela.
Tal y como lo advirtieron, pasada la elección, el Departamento del Tesoro impuso este lunes sanciones al presidente venezolano. La penalización supone la congelación de activos de Maduro bajo jurisdicción estadounidense y la prohibición de que ciudadanos o entidades estadounidenses puedan hacer transacciones con él.
Aun se espera que el gobierno de Donald Trump pueda anunciar sanciones económicas a Venezuela que incluyan una posible prohibición a la venta de crudo y productos refinados estadounidenses al país andino.
Venezuela es el tercer exportador más importante de crudo de petróleo a Estados Unidos, pero también es altamente dependiente de los productos refinados que importa del país norteamericano.
Más preocupante que estas sanciones es el hecho de que el gobierno de México se sume de manera automática a las hostilidades que dicte Estados Unidos contra el gobierno de Maduro. La diplomacia mexicana, alienada a la de Washington, al igual que la de Colombia y Panamá, no está pensando en los intereses del pueblo venezolano.
Es inadmisible que el gobierno mexicano esté más ocupado en intervenir en los asuntos internos de un país hermano, que en resolver la grave crisis de derechos humanos que vivimos en México, y el déficit democrático que ellos mismos han producido con su intervención en procesos electorales o el espionaje ilegal en contra de periodistas y activistas.
Por ello, reprobamos el actuar de la Cancillería, que en una total irresponsabilidad, en lugar de ofrecerse para mediar, ha tomado una posición de hostilidad que en nada abona a resolver la situación tan delicada, de crisis institucional, episodios de violencia y una sociedad fracturada. Ante esto, el gobierno mexicano debería ser un facilitador en los procesos de mediación y diálogo, en lugar de dinamitar la relación diplomática con el gobierno venezolano.
Asumiéndose inquisidores de la democracia para satanizar al gobierno de Venezuela, le sirven de fontaneros al gobierno racista y xenófobo de Donald Trump, ese mismo que persigue y expulsa mexicanos y que estigmatiza a distintos pueblos. Esa es la coherencia de la política exterior mexicana y su compromiso con la democracia y las libertades.
Desde el Senado de la República vamos a exigir que la Cancillería mexicana explique esta errática actitud frente a la crisis política interna de Venezuela y el alineamiento acrítico a las sanciones que dicte Estado Unidos. Y lanzamos un exhorto al Presidente Peña Nieto, para que deje de utilizar la política exterior y la crisis de un país hermano, para fines de política interna y claramente partidistas, tratando de espantar al electorado mexicano y reeditar campañas del pasado. Porque será una vergüenza que en su irresponsabilidad, terminen haciendo un mayor daño a nuestros hermanos venezolanos
Respetemos la soberanía de Venezuela y busquemos ser herramienta para el dialogo y el acuerdo, para encontrar una solución política y pacífica al conflicto que los aqueja.
Sen. Dolores Padierna Luna
Coordinadora del Grupo Parlamentario PRD
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