Me pareció profundamente lamentable el anuncio del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el cual oficialmente retira a su país del Acuerdo de París, el cual fue firmado por 200 países a finales de 2015 y cuyo objetivo es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para hacer frente al cambio climático.
El mandatario en varias ocasiones ha manifestado que el cambio climático es una “concepto” que creó China para hacer que la manufactura de Estados Unidos fuese menos competitiva. De esta manera, aseguró que tomó la decisión “por el bienestar de los ciudadanos estadounidenses".
Con esta decisión, el Gobierno estadounidense se sumará a Nicaragua y Siria siendo los únicos países no firmantes de los compromisos de París. Si bien el Presidente afirmó que EEUU dejará de cumplir los reglamentos del acuerdo desde ayer, la salida formal del país norte americano del Acuerdo de París no se realizará sino hasta el 4 de noviembre de 2020. El artículo 28 del Acuerdo de París dice que cualquier país que haya ratificado el tratado sólo podrá denunciarlo y solicitar su salida de los mismos tres años después de su entrada en vigor.
Esta medida supone enormes implicaciones para el pacto, que depende en gran medida del compromiso de los grandes países contaminantes entre ellos China e India para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, que en el caso de Estados Unidos es uno de los más grandes.
El Acuerdo París tiene como objetivo limitar el calentamiento del planeta mediante la reducción de emisiones de dióxido de carbono y otros gases por la quema de combustibles fósiles.
Las predicciones de los científicos que alertan de las consecuencias de no reducir las emisiones tóxicas incluyen que la tierra sufrirá mayores niveles de calentamiento, subirán las temperaturas medias, se acelerará el deshielo en los polos y crecerá el nivel del mar. Si EE. UU lo recorta menos de lo prometido el impacto será aún mayor.
Las implicaciones de la salida de Estados Unidos no sólo son en el ámbito medio ambiental sino también en términos políticos, puesto que abandonar el pacto minaría la credibilidad del país, dando poder a naciones como China para definir la agenda climática y aprovechar los beneficios económicos del creciente sector de las energías limpias.
Lo que está haciendo Trump es favorecer intereses a corto plazo para su economía, que están ligados a la industria de la extracción y el consumo de combustibles fósiles que amenazan a la civilización como la conocemos e incrementando la carga económica.
Detrás de esta irresponsable decisión se encuentran los intereses financieros de las compañías de extracción de material pétreo y el denominado “carbón limpio” quienes apoyaron política y económicamente a la campaña del hoy inquilino de la Casa Blanca, también apoyado por grandes sectores de votantes en Estados como Kentucky, Virginia Occidental y el oeste de Virginia, a pesar de las advertencias de la comunidad científica que en su gran mayoría afirman de las consecuencias de la acción humana en el proceso del Calentamiento Global.
En el caso de México, la Secretaría de Relaciones Exteriores reiteró su “apoyo irrestricto al Acuerdo de París”, y aseguró que “continuará implementando las metas establecidas en su Contribución Prevista y Determinada a Nivel Nacional (NDC), e implementando su Estrategia Nacional de Cambio Climático ya que el Acuerdo de París es uno de los pilares más importantes para lograr un mundo más estable, próspero, justo y sustentable.
Sin embargo, también esta adversidad presenta nuevas oportunidades para México ya que le permite tomar liderazgo y en conjunto con naciones europeas combatir la contaminación que amenaza al planeta. Esto tuvo inicio con la visita del Representante Especial de Cambio Climático de la Secretaría de Relaciones Exteriores del Reino Unido, David King el 15 de marzo de este año en el Senado de la República para crear una agenda conjunta y combatir el calentamiento global a pesar del nuevo posicionamiento del ejecutivo federal estadounidense.
Esta medida es una decisión que afectará a toda la humanidad y muy posiblemente la seguridad climática del planeta. Estados Unidos es uno de los causantes principales de este problema y debería estar asumiendo su responsabilidad, no rehuyendo de ella porque el mundo decidió adoptar en conjunto la meta que evitará cruzar la barrera del calentamiento global de los dos grados centígrados.