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El Senado exhortó al Ejecutivo federal para que, a través del secretario de Salud y en coordinación con las autoridades estatales, diseñe una política integral de prevención y atención en materia de salud mental, especialmente para los infantes.
Los senadores solicitaron que en la atención de este tipo de problemas se consideren las particularidades económicas, sociales y culturales de cada región.
Además, pidieron elevar el presupuesto para el área, a fin de incrementar el número de especialistas, consultas médicas, investigaciones e infraestructura hospitalaria.
En el dictamen, los legisladores argumentaron que por lo menos una quinta parte de la población ha padecido en el transcurso de su vida algún trastorno mental.
En México, subrayaron, cuatro millones de adultos presentan depresión, medio millón padece esquizofrenia, un millón de personas tienen epilepsia y el diez por ciento de los mayores de 65 años tienen demencia.
Además, más de tres millones de personas son dependientes del alcohol, 13 millones son fumadores y 400 mil adictas a las drogas.
En el caso de los infantes, destacaron, se calcula que un siete por ciento de la población entre los tres y 12 años se encuentra afectada por algún padecimiento mental.
En tanto, la Secretaría de Educación Pública atiende cada año cerca de 140 mil niños con problemas de aprendizaje, 35 mil por deficiencia mental, 12 mil por problemas de lenguaje, ocho mil por trastornos de la audición, tres mil por impedimentos motrices y dos mil por problemas de la conducta.
Estos trastornos, se agrega en el punto de acuerdo, requieren generalmente de supervisión especializada médica, psicológica y medicamentosa, lo que compromete fuertemente a los sistemas de salud pública de cualquier país.
Por ello, la asamblea senatorial pidió que se incorpore en el Sistema Nacional de Salud la atención primaria para las enfermedades de salud mental, con prioridad en niños y adolescentes.
Al respecto, la senadora priista María del Socorro García Quiroz afirmó que por la inseguridad pública, violencia, adicciones, falta de empleo e incertidumbre se han convertido en los principales detonadores de angustia y depresión para un número considerable de mexicanos.
Precisó que dichas causas no están relacionadas directamente con el surgimiento de una enfermedad mental, pero sí influyen en éstas porque son generadoras de estrés.
De 2003 a la fecha, aseguró, cada año aumenta el número de casos de urgencias psiquiátricas, así como de personas que solicitan los servicios de consulta externa y hospitalización.
Esto, sin duda representa un problema de salud pública que debe ser atendido de manera integral y oportuna, pero desafortunadamente nuestro sistema de salud no está preparado para hacer frente a esta situación, pues sólo existen dos mil 600 psiquiatras para atender a 15 millones de personas.
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