Número-546
- Oxigenan las democracias, pero no garantizan ningún cambio: Marco Enríquez-Ominami.
- El discurso fundado en la antipolítica puede llevar a “aventuras” peligrosas y fascistas, advierte académico.
En el seminario internacional “Nuevas formas de participación político-electoral” especialistas destacaron los beneficios de las candidaturas independientes en las democracias de América Latina; sin embargo, aseguraron que no son la solución para los problemas que aquejan actualmente a los sistemas políticos en esta región.
Al respecto, el senador Miguel Barbosa Huerta, presidente del Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República (IBD), manifestó que en estos momentos en México hay una profunda simpatía por las candidaturas independientes, pero también hay un profundo miedo hacia ellas, de parte de quienes ejercen el poder.
El legislador del Grupo Parlamentario del PRD recordó que hubo resistencia de algunos partidos políticos al establecimiento de esta figura jurídica en el nuevo modelo electoral.
Reconoció que las candidaturas independientes tienen la simpatía de muchos mexicanos, debido al hartazgo generado por el estado actual de la economía, de la inseguridad y la impunidad.
El senador Zoé Robledo Aburto, también del PRD, coincidió en que en el pasado proceso electoral el éxito obtenido por candidatos independientes refleja el hartazgo de los ciudadanos hacia los partidos políticos por su falta de rendición de cuentas.
Hizo notar que las candidaturas independientes ya son un hecho en el país; sin embargo, como fenómeno político amenazan el statu quo, por lo que existen reacciones en su contra y en diversos estados se han modificado las leyes electorales para restringir el derecho de participación de los ciudadanos.
Marco Enríquez-Ominami, fundador del Partido Progresista de Chile, dijo que las candidaturas independientes son una figura simbólica que sirve para oxigenar la democracia, superar a los partidos políticos tradicionales y abrir un horizonte a los pueblos sobre su futuro.
No obstante, afirmó, el verdadero debate debe darse en torno a los problemas que aquejan al sistema político, pues éstos son frágiles y precarios en esta región del continente.
En su opinión, se debe analizar la forma de crear un andamiaje electoral justo, una ley de partidos eficiente, transparencia dentro de estos institutos, la necesidad de la segunda vuelta en los procesos electorales y si hay un presidencialismo o federalismo sano.
Consideró reduccionista centrar sólo la discusión en las candidaturas independientes, pues éstas por sí mismas no garantizan ningún cambio y su pensamiento independiente aporta poco a la transformación del sistema político.
Dijo que en América Latina la democracia está en crisis, por lo que es necesario discutir sobre la figura presidencial, que se encuentra en agonía, y analizar el modelo del primer ministro, a efecto de superar al sistema colonial, monárquico, colonial, borbónico, napoleónico, “del presidencialismo enfermizo”.
En este sentido, señaló que el Presidente de México y al igual que el resto de jefes del Ejecutivo en América Latina, tienen “dificultades”, ya que no han logrado establecer un diálogo con sus sociedades, especialmente con las clases medias.
Aunado a ello, destacó que la partidocracia ha secuestrado a las democracias latinoamericanas, de ahí, la necesidad de impulsar una democracia representativa, participativa y directa. Enríquez-Ominami manifestó que las candidaturas independientes son importantes en sistemas políticos “pobres” e “injustos” como el de México y el de Chile, pues ayudan a la legitimización.
En tanto, el académico Ariel Rodríguez Kuri destacó la importancia de las candidaturas independientes, pues funcionan como correctivos, señales de alarma y avisan de lo que está mal en el sistema político.
Pero, hizo énfasis en “los peligros” de estas figuras de participación ciudadana, pues con su discurso crean una “división” según la cual el bien está en la sociedad civil y el mal en la clase política.
Esa dicotomía, subrayó, no ayuda a la convivencia, a la definición de políticas claras ni al recuentro entre la sociedad y los partidos políticos.
Comentó que el discurso fundado en la antipolítica puede llevar a “aventuras” ciertamente peligrosas; es decir a la ilusión de que se puede gobernar sin políticos y contra la política. Es una de las formas discursivas del fascismo, subrayó.