Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Versión estenográfica del mensaje del senador Roberto Gil Zuarth, presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, durante el desayuno para presentar el evento “Diferentes pero iguales”, organizado por el Senado de la República.

SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Muy buenos días tengan todos ustedes. Sean bienvenidos al Senado de la República.

 

Hace unos días entregamos uno de los mayores reconocimientos que entrega el Estado Mexicano a una mujer: el premio Elvia Carrillo Puerto. Se lo entregamos a una mujer que no solamente se ha destacado en el ámbito de la política, del servicio público, en la causa de la migración; sino una mujer que asumió la causa de la discapacidad como una causa propia.

 

Y esa lucha, la lucha personal la empezó en razón de la condición de su hijo Erick. Su hijo Erick tiene síndrome de Down y cuando la recibimos, el grupo que estábamos con ella platicando sobre cómo se sentía por el reconocimiento, su trayectoria; me dijo una frase que quiero compartirla hoy con ustedes, pero que creo que simboliza a la perfección lo que hoy pretendemos hacer aquí.

 

Me dijo Rosario Marín que Erick, su hijo, como cualquier otro niño tenía una misión, y la misión de su hijo fue enseñarle que tenía que defender los derechos de otros. Que su misión en la vida era provocar una empatía frente a los otros.

 

Y esa es la misión que muchos de nuestros niños, de quienes padecen síndrome de Down u otra forma o expresión de discapacidad, esa es la misión que tienen en nuestra sociedad. La misión no solamente de provocar empatía, sino de hacernos un llamado y un recordatorio a la acción y a la responsabilidad. A la acción para cambiar las cosas, y a la responsabilidad para hacer valer sus derechos.

 

De una época para acá, yo lo situaría en el año 2001, estamos viviendo un proceso de transición en materia de discapacidad, estamos pasando de una suerte de situación en la cual la discapacidad era una causa, un esfuerzo de familias, de estructuras de la sociedad, de quienes de manera directa tienen frente a sí esa condición; es decir desde el yo, a una situación en la que se convierte en una cuestión de derechos humanos, de políticas públicas,donde tenemos que hablar, discutir, pensar y actuar en términos de los otros.

 

Y esa transición nos ha llevado tiempo. La sitúo en 2001 porque es momento en la cual México presenta la Iniciativa en Naciones Unidas para llamar a la construcción de la Convención por la Discapacidad. Y después 2011 cuando por fin aprobamos una ley para la inclusión.

 

En el fondo, estos dos instrumentos develan un cambio en el entendimiento de la discapacidad. De entenderla como una causa aislada de la sociedad a entenderla como un deber del Estado, un deber de la política, una obligación de los gobiernos y una cuestión, insisto, de derechos humanos.

 

Precisamente por eso cuando conmemoramos por ejemplo el Día Mundial del Síndrome de Down, cuando convertimos los días mundiales en días nacionales lo que estamos haciendo es recordarnos unos a otros cuáles son las obligaciones que tenemos frente, insisto, a los otros.

 

Y creo que eso es una buena noticia, pero también es cierto que nos revela todos los pendientes que tenemos por delante.

 

Yo diría que los pendientes de política pública se resumen en dos frases: Inclusión efectiva y accesibilidad real.

 

En estas dos frases está nuestra obligación, nuestra misión fundamental desde la construcción de políticas públicas.

 

Por mucho tiempo hemos pensado que con ciertos paliativos podemos resolver de fondo la discapacidad. La realidad nos ha enseñado que tenemos que hacer un esfuerzo mayor; un esfuerzo para garantizar a plenitud el derecho efectivo a la salud, el derecho a la inclusión laboral y productiva, el derecho al libre desarrollo de la personalidad y también a generar desde el Estado las condiciones materiales para que cada persona que tiene una condición de discapacidad pueda salir adelante, pueda elegir su propio plan de vida y lo pueda llevar a cabo.

 

Y es ahí donde el sentido más básico de la humanidad debe expresarse. Sí tenemos una obligación frente a quien tiene una condición de discapacidad; de alentarlo, de ayudarlo, de impulsarlo, de generarle las condiciones para que pueda salir adelante porque sin lugar a dudas le cuesta más trabajo que al resto de nosotros.

 

Y esa es la obligación que tenemos nosotros, no solamente quienes tenemos responsabilidades públicas sino también quienes, como ustedes, han asumido esa causa; ya sea por una convicción propia, ya sea como Rosario Marín, por el recordatorio que le hace un hijo, o ya sea como muchos de ustedes que lo hacen simplemente porque están pensando en los otros.

 

No debemos únicamente recordar en un día como hoy nuestros deberes, la importancia de seguir trabajando, la situación que viven muchas de las personas que tienen alguna condición de discapacidad, sino también debe ser un día, un espacio para agradecer y para reconocer a miles de personas que todos los días sin otro propósito más que ayudar están cerca de las personas con discapacidad.

 

Gracias a esas miles de personas, gracias a ellos, la política hoy tiene como prioridad o empieza a tener como prioridad la condición de discapacidad.

 

Gracias a miles de personas que por una decisión propia han asumido esa causa, hoy estamos aquí con distintas acciones para recordar nuestros deberes.

 

Deben ser estos días motivo de restablecer, de reasumir nuestras obligaciones, pero sobre todo también de agradecer ese esfuerzo que silenciosamente todos los días hacen miles de personas.

 

Quienes dirigen organizaciones de la sociedad civil, quienes dan y disponen de todo su tiempo por cambiar un poco la vida de una persona con discapacidad, de los miles de padres que hacen un esfuerzo mayor por sacar adelante a sus hijos, de las personas que hacen un pequeño esfuerzo, un pequeño esfuerzo que va poco a poco cambiando la vida de otros.

 

Que este día, que las actividades que nos motivan en este día sea el recordatorio de lo que tenemos que hacer por delante, pero también el reconocimiento de la sociedad entera, de todos nosotros, al trabajo que hacen esas organizaciones, esos padres y miles y miles de personas.

 

Quiero de nueva cuenta darles la bienvenida al Senado de la República.

 

Quiero agradecer la presencia del Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que sé que más allá de la representación institucional que ostenta y que pareciera que esa es la razón por la cual está hoy aquí, su motivación principal es un compromiso sentido, compromiso profundo por cambiar la vida de las personas que tienen alguna discapacidad.

 

A quienes han organizado este evento, la senadora Mariana Gómez del Campo, distinguidos invitados, a las señoras senadoras, a quienes todos los días hacen un esfuerzo, bienvenidos al Senado.

 

Nos recuerda lo que tenemos que hacer, pero también les quiero pedir un favor: no solamente vengamos, no solamente los queremos invitar el día que conmemoremos y a propósito de unos ricos tamales.

 

Deben ustedes venir y nosotros debemos abrir las puertas para hacer efectiva la inclusión y para hacer efectiva la accesibilidad en la construcción de todas las políticas públicas, de todas, de transparencia, rendición de cuentas, acceso al trabajo, acceso a la salud.

 

Ese es, a final de cuentas, nuestro mayor deber, que no se limite única y exclusivamente a conmemorar lo que significa la condición de discapacidad una vez al año, cuando tenemos ese recordatorio como definición.

 

El Senado trabajará, construirá las políticas públicas, pero no lo puede hacer sin ustedes, por una sola razón: porque son ustedes quienes mejor comprenden y entienden lo que significa la discapacidad y lo que tenemos que hacer como país para por lo menos mitigar sus efectos.

 


Por su atención, muchísimas gracias y sean de nueva cuenta bienvenidos.

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