Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Versión estenográfica del panel "La política exterior desde la academia". en el marco del foro "México en el Mundo: Diagnóstico y Perspectivas de las Relaciones Internacionales", celebrado en el Patio Central de la sede de Xicoténcatl.

SENADORA GABRIELA CUEVAS BARRÓN: En primer lugar quiero presentar al maestro Jorge A. Schiavon, del CIDE. Bienvenido, Jorge.

En segundo lugar al doctor Rafael Fernández de Castro Medina, del ITAM, mi alma mater.

A la doctora Iliana Rodríguez, del Tecnológico de Monterrey, bienvenida.

La Doctora Laura Zamudio de la Universidad Iberoamericana.

Al maestro Carlos Camacho Gaos, de la Anáhuac.

Y a Consuelo Dávila Pérez, presidenta de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales, AMEI.

Bienvenidos a todos.

Como les comentaba, nos da mucho gusto tenerlos aquí y sin más preámbulo, la intención es que podamos tener una dinámica donde cada uno intervenga entre 10 y 15 minutos, después podemos tener algunas participaciones del público, las dos horas que tenemos programadas para que pueda haber espacios y puedan algunos salir a comer, ya que después viene también la conferencia del doctor Insulza.

Sin más preámbulos de mi parte, quiero ceder el uso de la palabra a la senadora Luz María Beristain, a quien le pediremos presente a nuestro primer ponente, por favor.

SENADORA LUZ MARÍA BERISTÁIN NAVARRETE: Muchas gracias presidenta Gabriela.

El profesor investigador titular C Jorge A. Schiavon, de la División de Estudios Internacionales del Centro de investigación y Docencia Económica, CIDE, 1999 hasta hoy, donde también es coordinador del Programa Interdisciplinario en Estudios Migratorios, CIDE-MIG 2013 hoy.

Ha sido director de la División de Estudios Internacionales 2007-2010; secretario general 2004-2007; director de Vinculación y Desarrollo 2002-2004 y director de la licenciatura en Ciencias Políticas y relaciones Internacionales del 2000 al 2001, en el CIDE.

Fue presidente de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales, AMEI, para el periodo 2011-2013 y vicepresidente del periodo 2009-2011.

Asimismo es el presidente fundador de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Estudios Internacionales, FLAEI, en la cual se reúnen las asociaciones de Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México, siendo presidente durante el periodo 2012-13.

Ha publicado más de 80 productos académicos, libros, artículos, capítulos de libro y documentos de trabajo, relacionados con la política exterior de México; “Historia de las Relaciones Internacionales de México”; “Relaciones Internacionales de Gobiernos Subnacionales para Diplomacia”; “Opinión Pública y Política Exterior”; “Reforma Económica e Institucional en México y América Latina”; “Migración, Instituciones de Centralización y Federalismo en México y América Latina”; “Relaciones México-Estados Unidos” y “Relaciones Hemisféricas Latinoamericanas”.

Entre sus obras más recientes destacan los libros “North America, Sopft Security, Treat and Miltilateral Gobernancy”; “Apostued Valiant Patway Coeditado in Inicias Fussion”; “Patlgrate MacMillian 2013”; “La Política Exterior de México 2012-2018”, “Diagóstico y Propuestas” coeditado con Rafael Velázquez; “México AMEID 2012”, “Las Relaciones México Estados Unidos, Prioridades Constantes”, “Modelos Teóricos Variables”, “México BUAP 2011”; “Perspectivas Migratorias, un Análisis Interdisciplinario de la Migración Internacional”, coeditado con Jorge Durán.

México CIDE 2010; “La Proyección Internacional de las Entidades Federativas”; “México ante el Mundo; México-Instituto Matías Romero”, Secretaría de Relaciones Exteriores 2006 y “En Busca de una Nación Soberana”; “Relaciones Internacionales de México siglos XIX y XX”, coeditado con Daniel Spencer y Mario Vázquez Olivera.

México-CIDE y Acervo Histórico Diplomático SRE 2006, y los artículos Sub State Diplomacy in Mexico; The Hague Journal of Diplomacy 2010; The Central-Local Division of Power in the Americas and the Renewed Mexican Federalism Old Institutions, New Political Realities. International Journal of Constitutional, en 2006.

Es licenciado en relaciones internacional por El Colegio de México, maestro en ciencia política por la Universidad de California, en San Diego.

Y candidato a doctor en ciencia política y relaciones internacionales por la misma Universidad.

Su e-mail, es: [email protected].

Bienvenido.

DOCTOR JORGE A. SCHIAVON URIEGAS: Senadoras; senador; queridos colegas académicos:

Es un honor y un privilegio, querido público, estar aquí para conversar dese la Academia qué creemos que debe de ser una política exterior de Estado.

Yo personalmente creo que la política exterior de Estado requiere tender los puentes necesarios para alcanzar acuerdos básicos sobre las prioridades de México en el ámbito internacional.

Y esto implica la creación de consensos entre diferentes actores políticos, sociales, económicos y académicos en los temas fundamentales para la nación.

Por eso celebro muy ampliamente y agradezco la invitación a este Foro Nacional de Política Exterior para alcanzar este gran objetivo.

Que México tenga una política exterior de Estado y recupere el posicionamiento como un actor, con responsabilidad y relevancia a nivel global.

Pero lo que nos preguntamos, es: cómo debe de ser una política exterior para un gran país como México, que verdaderamente represente nuestro poder económico y nuestro poder político a nivel internacional.

Creo que la política exterior debe de ser una palanca para garantizar la seguridad y desarrollo nacionales cumpliendo 3 objetivos fundamentales:

Primero: ante la enorme asimetría de poder que tenemos frente a nuestro vecino del Norte, hacia los Estados Unidos, México históricamente ha sabido utilizar su política exterior para hacer frente a esta hegemonía estadounidense manteniendo nuestra soberanía nacional y maximizando nuestros intereses, justamente aprovechando las ventajas comerciales y financieras de (falla de origen)… de la principal economía del mundo pero al mismo tiempo protegiendo los derechos de nuestros connacionales en el exterior.

Segundo: si México quiere ser un actor relevante a nivel internacional, primero tiene que empezar por su vecindario.

Y a lo que me refiero en ese sentido, para ser potencia media a nivel global, hay que ser líder en nuestra propia región.

Y México ha sabido comprometerse responsablemente con los temas latinoamericanos ejerciendo liderazgo, muy particularmente como ya nos lo decían los dos Cancilleres que usaron la palabra en el panel anterior, en Centroamérica y en el Caribe, y esto los hace relevantes a nivel internacional, fortaleciendo nuestra posición en el mundo y también como interlocutor y puente hacia otras regiones, como Europa, Asia, Pacífico, África y Medio Oriente, y también dentro del grupo de potencias constructivas que ahora se construye, que es MICTA.

De ahí no es sorprendente que México sea el segundo país con red de tratados de libre comercio más extenso a nivel internacional.

Y, tercero: México históricamente ha sabido ser un constructor de instituciones internacionales que a través de su altruismo multilateral y regional ha fomentado la codificación del derecho internacional, la cooperación global para el desarrollo y el fortalecimiento de los organismos internacionales.

¿Por qué? Porque esta cooperación sirve justamente para generar un orden internacional más justo y próspero, pero también para avanzar los intereses de México en el exterior, aprovechando lo que el mundo tiene que ofrecer para promover la seguridad y el desarrollo internos.

Ahora, para (falla de origen)…estos tres objetivos, pareciera que la política exterior de México, cuando menos desde hace un siglo, ha seguido dos secretos que realmente no lo son tanto.

Primero, que la política exterior es la política pública cuya función principal es buscar en el contexto internacional aquellos elementos que proveen respuesta a las necesidades sociales, económicas y políticas del país, con la finalidad de generar seguridad y bienestar interno. Siendo así, la política exterior no es un fin en sí mismo, es un medio para la consecución de los otros fines de política pública y muy particularmente, el bienestar y la seguridad de todos los mexicanos.

Y por cierto, esto no lo digo yo como académico, sino lo dicen todos los mexicanos; ¿y a qué me refiero en ese sentido? Justamente a través del estudio bienal que levantamos en el CIDE sobre opinión pública en política exterior, ¿qué es lo que quieren los mexicanos de su política exterior?

Justamente lo que quieren es una política exterior que incremente el prestigio internacional del país, que defienda los intereses de México en el exterior y que sirva como instrumento para generar desarrollo y bienestar a nivel nacional.

En pocas palabras, los mexicanos seremos muy diferentes, pero todos en términos de opinión pública y esto ha sido una constante en el curso… (falla de audio) …cada que hemos levantado esta encuesta, en buena medida gracias al apoyo del Senado de la República y de la Secretaría de Relaciones Exteriores; es que tres cuartas partes de los mexicanos, más del 75 por ciento, consideran como objetivos muy importantes de la política exterior de México promover la cultura de México en el exterior; combatir el narcotráfico y el crimen organizado; proteger el medio ambiente; atraer turistas; promover la venta de productos mexicanos en otros países; proteger los intereses de los mexicanos en el exterior y atraer inversión extranjera a México.

Si se dan cuenta, todas estas acciones lo que hacen es incrementar el prestigio y el bienestar de los mexicanos. Además, existen niveles increíbles de consenso entre los mexicanos a niveles de más del 90 por ciento, que creen que México debe de utilizar ciertos instrumentos de política exterior para la consecución de estos objetivos; muy particularmente hacer uso de la diplomacia cultural, comercial y de la propia diplomática, para avanzar sus intereses a nivel global descartando el uso de la fuerza militar.

En pocas palabras, hay un claro mandato para la Cancillería Mexicana, pero también para la instancia que debe de supervisar a la política exterior de México, es decir al Senado de la República, con respecto a cuáles son esos objetivos y cuáles son esas áreas de política exterior que los mexicanos queremos.

Y en una democracia, las políticas públicas deben de seguir las preferencias de la mayoría y la política exterior es una política pública y, por lo tanto, en un país democrático como México, la política exterior debería de seguir estas preferencias de nuestros connacionales.

El segundo secreto, y aquí voy a parafrasear a un político mexicano de la década de los setentas, del siglo pasado: “una política exterior pobre, es una pobre política exterior”. Y a lo que me refiero en ese sentido, es que si los mexicanos queremos tener una política exterior acorde a nuestro tamaño, a nuestra importancia política, a nuestra importancia económica, tenemos que invertir en política exterior.

Lo decía en la pregunta que hacía a los cancilleres en el panel anterior, que los miembros del Servicio Exterior Mexicano en número siguen siendo los mismos que hace 40 años. En 1975 teníamos mil 200 miembros del Servicio Exterior Mexicano; hoy en día tenemos exactamente los mismos mil 200; sin embargo, la importancia de México en el mundo ha crecido de manera exponencial.

Hoy en día, no sé si ustedes lo sepan, pero dos terceras partes del Producto Interno Bruto de este país están directamente relacionados a las importaciones y exportaciones de México; es decir, a nuestra relación con el exterior: tenemos a 32 millones de personas de origen mexicano viviendo en los Estados Unidos, 12 millones de ellas nacidas en México, 6 a 7 millones de manera irregular.

Tenemos, por lo tanto, que invertir en política exterior si queremos tener una mejor y más eficiente presencia de México en el mundo.

Ahora, esto va de la mano en que tenemos que hacer también una planeación mucho más efectiva, mucho más eficiente y mucho más transparente del ejercicio de los recursos en materia de política exterior, para asegurarnos de que estos recursos invertidos son justamente eso: una inversión y no un gasto. Tener una política exterior más activa y ahí sí recae dentro de las responsabilidades del Legislativo, muy particularmente de la Cámara de Diputados, quien define el presupuesto; pero del Senado, quien a final de cuentas es la contraparte dentro del Poder Legislativo de este país, para asegurarnos de que estamos invirtiendo en una política exterior.

En pocas palabras, tenemos que romper la pésima inercia de que en los últimos 15 años el presupuesto de la Cancillería se ha visto disminuido en términos reales de manera consistente en las últimas tres administraciones.

Y por último, también, si queremos ser un actor con responsabilidad global, tenemos que invertir –como lo decían también los ex cancilleres– en la cooperación internacional para el desarrollo.

Es increíble que contemos con una gran agencia, como la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo, la cual todavía no hayamos dotado los recursos financieros para justamente hacer de nuestra política exterior una política de inversión en aquellas áreas y en aquellos temas que nos convienen para promover los intereses de México.

Siendo así, simplemente quisiera cerrar diciendo que hoy es el momento de hacer grandes cambios para fortalecer a la política exterior de México.

Nuestro país merece y le conviene tener una política exterior que refleje su capacidad, su prestigio y su importancia a nivel internacional de manera fidedigna, siendo, como históricamente ha sido, una gran inversión y no un gasto en beneficio de todos los mexicanos.

No más políticas exteriores pigmeas; no más desinversión en política exterior. Hay que invertir en tener la política exterior que un país del tamaño, de la importancia y de la relevancia que nuestro país tiene, debe de tener a nivel internacional.

Muchísimas gracias.

SENADOR JUAN CARLOS ROMERO HICKS: Me corresponde ahora introducir al doctor Rafael Fernández de Castro, quien tampoco requiere presentación.

Conocí a Rafael hace alrededor de 20 años, cuando se acababa de ratificar el Acuerdo de Comercio Libre –porque en buen español no es libre comercio, es comercio libre– y lo que era el Mexican-American Community, que era una suerte de participación de académicos, empresarios y algunos funcionarios gubernamentales, y de los congresos, se transformó en el North American Community.

Invitaron para eso a la parte mexicana. Había dos reuniones, una durante otoño y otra durante octubre y se pensó en Rafael Fernández de Castro para que el apoyo de ITAM pudiera ser como el centro de pensamiento, el think tank para el caso de los mexicanos.

Ha sido un privilegio ver a una persona talentosa y apasionada que estudió en el ITAM y luego en la ciudad de Texas en Austin y se doctoró en Georgetown y que se ha convertido en un punto de referencia tanto en Canadá, como en Estados Unidos y en México para este tipo de relación.

Su lista de publicaciones y contribuciones son muy destacadas y para no utilizar más tiempo en presentar a quien no requiere introducción, le pediría a Rafael que inicie, por favor.

DOCTOR RAFAEL FERNÁNDEZ DE CASTRO MEDINA: Bien. Con esta presentación ya se dieron cuenta que Juan Carlos Romero Hicks es mi amigo. Gracias senadora Beristain y gracias senadora Gaby Cuevas por la invitación.

Yo diría que en este tipo de eventos el Senado de la República está claramente ejerciendo su labor de acompañante, de asesor de la política exterior de México, así es que enhorabuena senadores y senadoras por esta iniciativa.

Yo lo que quiero hacer, a mí me parece, digamos, Jorge acaba de dar una visión muy completa que suscribo prácticamente toda de la política exterior de México lo que debe ser. Yo quisiera, como estábamos en el tercer año del gobierno del presidente Peña Nieto, empezar a hacer una evaluación de dónde estamos.

Me parece que es un buen momento, todavía quedan casi cuatro años de sexenio, me parece que es un buen momento para hacer una evaluación de qué sea lo mejor.

¿Qué propuso el Presidente Peña Nieto?

¿Qué propuso el Canciller Meade?

Yo diría, se fue forjando una agenda en estos dos años bastante ambiciosa de política exterior, que yo resumiría en cuatro grandes elementos.

El primero era una política exterior, una diplomacia mexicana al servicio de las reformas que ha hecho este gobierno, al servicio de las reformas estructurales.

Segundo –así lo dice el canciller– aprovechar el conocimiento, la experiencia de la política multilateral que hay en México para meternos en temas muy importantes del mundo, en temas de la agenda. Los más importantes son, yo diría, cambio climático –que tenemos ahí un avance importante con la COP 16 en México–; el tema también de no proliferación de armas nucleares. Y un tema novedoso de esta administración ha sido el tema de la guerra contra la pobreza: medidores, instituciones, me parece algo novedoso.

Y el tercer elemento, digamos que es el elemento más sustantivo, donde habla el canciller de múltiples pertenencias. Entonces, ahí es donde habla que somos latinoamericanos, pero estamos en el espacio económico de América del Norte y digamos que aquí hay una agenda muy importante, en la que tenemos, por ejemplo, el tratar de finalmente tener una relación con China de provecho para México.

Que China deje de ser una pesadilla, porque así como China había sido una bendición para muchos países de nuestra región latinoamericana, para México era muy complicado y se ha avanzado al respecto.

Y finalmente el cuarto elemento son temas nuevos como MICTA y temas nuevos como más poder suave con Estados Unidos, que ahorita me refiero.

Como no me puedo referir a todo, déjenme hacer una evaluación de nuestro continente, qué hemos logrado con Estados Unidos, qué hemos logrado con América Latina.

En primer lugar yo diría algo muy importante, una cierto importante es que el tema económico, a través de lo que le llaman DEAN, Diálogo Económico de Alto Nivel, se volvió a poner el tema económico en el centro de la relación con Estados Unidos.

Eso es fundamental, no solamente con Estados Unidos, sino con América del Norte, incluyendo a Canadá. Me parece que hay una cierto muy importante.

Como académico, evidentemente me gusta mucho el tema de poner el intercambio académico y la innovación en el centro de la agenda. Lo que se ha logrado realmente en el intercambio académico es importantísimo, por primera vez es un tema, el de la innovación y el intercambio académico que llega a nivel presidencial, esto nadie lo había logrado y la verdad de las cosas es muy importante.

Hay una meta que yo la siento sobre todo aspiracional, pero es muy importante, de poder mandar a finales del sexenio a 100 mil estudiantes mexicanos a Estados Unidos; me parece muy importante, porque Estados Unidos sigue siendo el sistema universitario mejor del mundo y hay que aprovechar esa vecindad.

Entonces me parece muy importante que se tenga eso ahí.

Ahora bien, eso es, me parece, el avance, la innovación. Veo problemas sobre todo en el tema, digamos, si hacemos una evaluación de dónde está la relación con Estados Unidos, nos vamos a dar cuenta que así como tenemos una relación muy esmerada y muy sofisticada en el tema económico y comercial, gracias al TLCAN, ordenó la relación, funcionan los mecanismos de controversias, con una excepción que es el de los tráileres de carga que no han podido entrar a Estados Unidos, lo demás está funcionando muy bien en lo comercial.

Pero tenemos dos problemas muy serios con Estados Unidos: el primero es el tema de la seguridad. No hemos acabado de lograr una asociación de seguridad con Estados Unidos y ahorita voy a elaborar sobre eso y tampoco tenemos un diálogo con Estados Unidos en materia de migración.

Déjenme platicarles lo de seguridad. En seguridad realmente este gobierno tenía tres prioridades. Yo les diría que acabamos el sexenio de Felipe Calderón con un México con miedo, el 60 por ciento de los mexicanos, según datos del PNUD, pensaba que la seguridad se había empeorado en México.

Más o menos el 15 por ciento de los mexicanos decía que había cambiado de domicilio por problemas de violencia y más o menos el 54 por ciento, la pregunta decía “no querer salir de noche”, es una cifra espantosa, cifra del PNUD del 2912, por la violencia en México.

Entonces, así toma el presidente Peña Nieto el país y básicamente tenemos tres temas que hace Peña Nieto: el primero es cambiar la narrativa, dejar de hablar de violencia.

Segundo, mejor coordinación y hoy ya centralización en la Secretaría de Gobernación, y número tres, es el tema de la prevención y se crea una Subsecretaría de Prevención.

Las cosas iban más o menos bien y desde luego el tema, el episodio de Ayotzinapa cambia completamente el escenario nacional e internacional y aquí lo que estamos viendo es que justamente no acabamos de forjar una asociación de seguridad con los Estados Unidos.

¿Qué nos falta con Estados Unidos? ¿Por qué no están funcionando las cuestiones de seguridad?

Déjenme sumar cuatro temas, y esto me parece esencial.

Si no tenemos seguridad ciudadana, si nuestros hijos no pueden salir a la calle, no pueden ir a la escuela solos no hay nada.

Entonces me parece que tenemos que hacer de la seguridad ciudadana una prioridad y hay cuatro elementos importantísimos a mejorar con Estados Unidos y nuestra relación con ellos.

Primero, y lo más importante, tenemos que alinear los objetivos con Estados Unidos. Seguimos teniendo distintos objetivos.

Para Estados Unidos el grueso de la ayuda sigue siendo para interdicción, para que las drogas no entren a Estados Unidos y para debilitar a los cárteles de la droga por las llamadas organizaciones de tráfico de drogas.

Evidentemente el tema para México, la prioridad para México debe ser la seguridad de las y los mexicanos.

Aunque no es muy explícito claramente ese es el objetivo y me parece que tenemos que buscar alinear los objetivos con Estados Unidos.

En segundo lugar, tenemos un problema muy fuerte de institucionalización.

Tenemos un problema; a finales de los 90 habíamos creado un grupo de contacto de alto nivel.

El Presidente Calderón decide romper la regla de oro de la diplomacia mexicana y le pide más dinero a Estados Unidos para combatir al narcotráfico y al crimen organizado.

Era una regla de oro, porque la regla de oro decía “no le pidas dinero a Estados Unidos, porque si le pides Estados Unidos te va a revisar. Va a haber un escrutinio del Congreso de Estados Unidos” y es algo que no nos gusta a los mexicanos.

Sin embargo lo hizo porque había decidido entrarle con todo a la lucha contra la violencia y el crimen organizado.

Logramos la Iniciativa Mérida, pero la Iniciativa Mérida, digamos, empezamos, da un salto la cooperación con Estados Unidos de 40 millones de dólares a 400 millones de dólares en el 2008 y sin embargo ahorita andamos como en 115 millones de dólares.

Perdón. Estoy un poco ronco y más vale tomar un poco de agua.

Entonces, lo que estamos viendo con Estados Unidos es que está, hay menos interés por parte de Estados Unidos en ayudarnos y me parece que no hemos sabido transmitir la urgente necesidad de tener esta asociación con los Estados Unidos.

En tercer lugar, tenemos, digamos un tema muy importante con los Estados Unidos, y es el tema:

Hay tres temas que nos preocupan a México y no logramos que Estados Unidos los meta en la agenda.

Es el tema, yo diría, del consumo de drogas en Estados Unidos; es el tema del tráfico de armas; es terrible el tráfico de armas y hay evidencia que más o menos más del 90 por ciento de las armas utilizadas por el crimen organizado viene de Estados Unidos.

Y, en tercer lugar, tenemos todo el tema de una frontera que los estadounidenses están acostumbrados a revisar de sur a norte y no de norte a sur.

Es decir, nos siguen llegando armas, nos siguen llegando precursores químicos y nos sigue llegando mucho dinero en efectivo y mucho lavado. Ahí tenemos un tema del mayor interés con Estados Unidos.

Déjenme ir brevemente a América Latina:

Yo diría que había tres grandes elementos en la relación con América Latina.

Lo primer es priorizar Centroamérica, porque son los vecinos y ahí a Centroamérica se habló y se prometió que íbamos a hacer un gasoducto, se ha prometido una frontera sur más segura, y se ha prometido, también, mayor cooperación en infraestructura, sobre todo carretera.

Me preocupa mucho, y lo quiero decir digamos con toda su fuerza, que hayamos prometido un gasoducto que para Centroamérica es de la mayor importancia, sobre todo ahora que no están recibiendo, digamos, el subsidio petrolero que le daba Petro Caribe y gente como el Presidente de Guatemala, Pérez Molina, ha insistido mucho a, digamos, agradecido enormemente a México el tema del gasoducto y es un tema que en este momento en México por los recortes está en veremos.

Ahí hay un tema que podemos perder mucha credibilidad con nuestros vecinos si no logramos y no se trata más que de unos 400 – 500 millones de dólares que me parecen fundamentales porque efectivamente si algo necesita Centroamérica es sobre todo energía.

En segundo lugar tenemos el tema de la seguridad.

Así como queremos que Estados Unidos sea corresponsable en el tema de seguridad, tenemos que serlo hacia el sur.

Y ahí la verdad de las cosas es que estamos poco atentos al efecto globo, lo dicen los presidentes centroamericanos: si le apretamos más a los “zetas” en Veracruz, por decir algo, eso repercute en Centroamérica; empiezan a aparecer en Centroamérica.

Entonces me parece que allí es urgente una visión regional de seguridad, pero de seguridad ciudadana, con los intereses de México y de América Latina. Ese sería el tema con Centroamérica.

Brevemente, lo que parecía ser la gema de la corona hacia América Latina, que era la Alianza del Pacífico, un tema importantísimo con Perú, Colombia y Chile, se está desinflando porque Colombia no ha ratificado el instrumento, tenemos un problema; y porque Chile, el nuevo gobierno de la presidenta Bachelet tiene intereses muy importantes en Brasil, la mayor parte del comercio de Chile es con Brasil; y entonces Chile ha pedido que tengamos una convergencia, Alianza del Pacífico con MERCOSUR, cosa que de alguna manera frena el momento, la rapidez, la aceleración que traía la Alianza del Pacífico.

Finalmente, me refiero a Cuba. Efectivamente, el gobierno del presidente Peña Nieto decidió darle un abrazo a Cuba; regresar, digamos, a una relación cercana con la isla, se le condonó la deuda y me parece que aquí de alguna manera nos adelantamos; en ese momento era difícil el saber que el presidente Obama y el presidente Raúl Castro iban a tener este avenimiento que tuvieron, que se anunció el 17 de diciembre del año pasado.

Pero en todo caso, lo que quiero decir es que me parece que tenemos que tener muy claro para qué queremos esa relación con Cuba. Me parece que la relación con Cuba tiene que ser para tener una relación más tersa, sobre todo con el Grupo Alba; sin embargo, el Grupo Alba está de alguna manera desinflado –por llamarlo coloquialmente–; Venezuela ya no puede subsidiar como subsidiaba anteriormente.

Como decía Jorge Schiavon: Venezuela sí tenía una rica política exterior ayudando con petróleo a Centroamérica y a varios países del Caribe; eso se ha acabado y me parece que hay una gran oportunidad para México, para tener un acercamiento importante con América Latina; pero me parece que tiene que empezar por Centroamérica.

En conclusión, como ustedes verán hay una política exterior de México muy ambiciosa, hay cuatro grandes familias de elementos; pero si yo tuviera que apostar nada más por priorizar algo en el comportamiento internacional de México, yo priorizaría el tema de la seguridad ciudadana. La inseguridad no es un tema mexicano, es un tema latinoamericano.

En 2013, según la Oficina para las Drogas y el Delito de las Naciones Unidas, perdimos a 156 mil latinoamericanos por homicidio. Si eso sigue así, en la próxima década habremos perdido más de 1 millón y medio de personas. El país más violento del mundo es Honduras y América Latina tiene a siete de los diez países más violentos del mundo.

Me parece que ahí tenemos que hacer la diferencia y me parece que la Cancillería tiene que meterse de lleno al tema de la seguridad ciudadana en nuestra región.

Hasta ahí la dejo, Gabriela, muchas gracias.

SENADORA LUZ MARÍA BERISTAIN NAVARRETE: Seguimos.

El turno de la doctora Iliana Rodríguez Santibáñez. Ella obtuvo en la Universidad Nacional Autónoma de México mención honorífica en tres ocasiones: la primera por el título de Licenciatura en Derecho; la segunda por la Maestría en Relaciones Internacionales y la tercera en el grado doctoral en Derecho con Investigación en el Campo del Derecho y las Relaciones Internacionales.

De su trayectoria destaca haber sido subdirectora Investigación y Estudios Legislativos en el Sistema de Información Legislativa de la Honorable Cámara de Diputados y consultora en Comercio Internacional de la firma Pricewaterhouse Coopers.

Durante siete años fue directora de las carreras de Derecho, y Derecho y Ciencia Política del Tecnológico de Monterrey, campus Ciudad de México.

Y actualmente es la directora del Departamento de Derecho y Relaciones Internacionales del Tecnológico de Monterrey, en donde imparte clases a nivel licenciatura, maestría y doctorado.

Es investigadora internacionalista, miembro nivel 2 del Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT. Pertenece al grupo de investigadores en el tema “El Estado de Derecho internacional”, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

Forma parte de la International Law Association; de la Asociación Nacional de Abogados de Empresas; Colegio de Abogados A.C., ANADE, y de la Inter-American Bar Association, capítulo México.

Forma parte del Grupo de Expertos en Derecho Internacional Humanitario del Comité Internacional de la Cruz Roja, enfocada en la capacitación de las fuerzas armadas de México en materia de derechos humanos, seguridad y derecho internacional humanitario.

Entre sus publicaciones destacan los libros: “La Soberanía en tiempos de globalización” y “La transición democrática en Iraq”.

Ha publicado en obras como “Tratados internacionales”, “Nuevas figuras jurídicas del derecho mexicano”, “Problemas actuales del derecho internacional público” y “Aportaciones de Bobbio para el estudio del Derecho Internacional”, en Bobbio Centenario, entre otras, de sus publicaciones.

Es articulista y analista internacional.

Bienvenida, Iliana.

DOCTORA ILIANA RODRÍGUEZ SANTIBÁÑEZ: Muchas gracias a todos ustedes.

Quiero agradecer al Senado de la República y a la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado esta invitación.

Por supuesto, a mis colegas aquí presentes, también agradecerles su atención.

Es un tema mucho muy interesante y solamente en uno de los ponentes he escuchado el tema de derechos humanos, que es muy importante en la política exterior de este país.

Querría decir que dentro de las reformas constitucionales, desde 1920, de la Constitución del 17 hasta la fecha, ha habido 618 modificaciones al texto constitucional.

En relación a la política exterior mexicana referente al artículo 89, fracción X, sólo ha habido desde 1920 y hasta la fecha sólo tres reformas. Esto para demostrar que la política exterior no ha tenido un dinamismo que sí ha tenido el mundo.

Robert Keohane y Joseph Nye, sostienen que el mundo hoy día se sostiene bajo la teoría de la interdependencia que evoca la complementariedad de las economías. Por eso México ya no puede estar como lo hizo en el siglo pasado, a través de una agenda bilateral sino multilateral.

De ahí que es muy importante en el periodo salinista nuestro ingreso al Tratado de Libre Comercio, porque responde a la continuidad de la política de Miguel de la Madrid de los 80´s, de pertenecer al Acuerdo General de Aranceles y Comercio, llamado GATT.

Es desde el 87 a la fecha que empieza a haber una apertura de México en la economía y ante el mundo.

Nos subimos algo tarde, si consideramos que la globalización en términos económicos proviene desde la teoría de Milton Friedman en la teoría monetarista de la escuela de Chicago de los 70´s. Sin embargo, es importante celebrar que de la década de los 90´s a la fecha, México cuenta con 12 tratados de libre comercio.

Pese a esos tratados, no hemos logrado la diversificación en materia económica que podría llegar a elevar el nivel de los mexicanos al permitirles mayor competitividad respecto a los productos que eligen, que podrían ser baratos a la luz de esa competitividad que puede haber entre socios comerciales.

Hemos seguido teniendo una tendencia mucho muy importante respecto a la dependencia de la economía norteamericana, y no es cosa menor por la frontera que compartimos, pero también es importante atender el sur. El sur, Guatemala, hoy este pequeño país fronterizo posee una población de 30 millones de habitantes, lo cual supone no solamente un riesgo desde el punto de vista de flujos migratorios sino un reto económico para colocar productos mexicanos en esa economía.

En este sentido, la Secretaría de Relaciones Exteriores y otras dependencias involucradas, como la Secretaría de Economía, tendrían que estar atendiendo el sur desde el punto de vista económico.

Hay que señalar también que desde el punto de vista de la, estamos analizando la política exterior desde la academia, razón por la cual no puedo dejar de citar algunos autores importantes.

Cuando hablamos, por ejemplo, del poder de la interdependencia en un mundo en transición, Robert Keohane y Joseph Nye hacen un análisis muy importante de lo que es el poder duro y lo que es el poder blando. El poder duro es a través de la demostración militar.

Por ejemplo, cuando Corea del Norte hace casi dos años anunció que quizás haría un ataque nuclear a los Estados Unidos que no hizo, Estados Unidos logró movilizar sus tropas a Camberra, Australia. Esta capacidad de movilización militar supone la inhibición por parte de Corea del Norte respecto a utilizar energía nuclear.

Ese ejemplo ilustra lo que es el poder duro; es decir, la persuasión a partir del efecto militar.

México no posee un poder duro, porque no somos un país bélico y mantenemos el principio de la no intervención, es correcto. Pero qué tal dice Robert Keohane y Joseph Nye respecto del poder blando y el poder blando son todas aquellas percepciones que se generan ante la comunidad internacional, a partir de la cultura de un país, a partir del sistema educativo de un país, a partir del respeto de los derechos humanos de un país, a partir del crecimiento turístico de un país.

Todas estas señales que emite el Estado Mexicano genera una percepción importante hacia la comunidad internacional, que nos hace atractivos y potenciales en materia de inversión extranjera, qué tanto hemos crecido en los índices de poder blando.

En la encuesta del año pasado México ni siquiera figuraba en el ranking de poder blando y lo que es peor, en el Fondo para la Paz México alcanzaba el lugar 148 dentro de las alertas como Estado fallido.

No lo estamos, es decir, es decir, es una alerta de lo que tendríamos que estar haciendo para impedir caer en el extremo de una estadística de estado fallido.

Esto nos lleva a reconsiderar lo siguiente: México con 12 tratados de libre comercio tiene que tener un impacto no solamente en el crecimiento económico, sino en el desarrollo de su población.

México participa de la Organización Mundial de Comercio, de los tratados de libre comercio, de los acuerdos en la ALADI; de los acuerdos para la promoción y protección recíproca de las inversiones llama APRI.

Y tenemos algo mucho muy importante; de las reformas constitucionales al artículo 89, fracción 10, la que destaca y fundamental es la que se generó en el año 2011 bajo el periodo calderonista.

¿Por qué es relevante ese año y esa reforma en particular?

Porque el artículo 89, fracción 10, fue adicionado de la siguiente forma. Voy a leer este artículo y en particular enfatizaré la parte que corresponde a la reforma del 2011, que nos habla de una política exterior positiva y acorde a los tiempos modernos.

Respecto a las facultades del Ejecutivo, artículo 89, fracción 10, dirigir la política exterior y celebrar tratados internacionales, así como terminar, denunciar, suspender, modificar, enmendar, retirar reservas y formular declaraciones interpretativas sobre los mismos, sometiéndolos a la aprobación del Senado.

En la conducción de tal política, el titular del Poder Ejecutivo observará los siguientes principios normativos; la autodeterminación de los pueblos, la no intervención, la solución pacífica de controversias, la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales; la igualdad jurídica de los estados; la cooperación internacional para el desarrollo y esta es la novedad del 2011 en política exterior:

El respeto, la protección y promoción de los derechos humanos y la lucha por la paz y la seguridad internacional.

Esto va de la mano a la modificación del artículo primero constitucional, párrafo segundo, que establece y dirime la discusión del artículo 133 constitucional, donde se jerarquiza que respecto de la Constitución está el resto del ordenamiento como tratado, leyes federales, leyes generales y demás ordenamientos.

En el artículo primero constitucional se zanja esa discusión y se pone en paralelo la Constitución, los tratados celebrados por México en materia de derechos humanos.

Sin embargo, la Corte, en un criterio que estableció en el 293/2001 nos recuerda a los mexicanos y a los legisladores y al Poder Judicial, que la simple y lisa lectura que creímos, donde pusimos a os tratados a nivel de la Constitución, es equívoca.

El Pleno nos dice que los tratados, aún en derechos humanos, están por debajo de la Constitución, generando un bloque de regularidad, pero no un bloque constitucional, como el Tribunal de Estrasburgo.

¿Qué tendríamos que hacer?

La primera solicitud en política exterior al Senado o al congreso, es dirimir la controversia que subsiste en el Artículo 133 Constitucional para elevar a los tratados respecto de leyes federales y leyes generales.

Segundo tema mucho muy importante:

Si somos un Estado de Derecho, respetuosos de los derechos humanos a partir del Artículo Primero Constitucional, por qué el Artículo Primero Constitucional, 21 Constitucional, Párrafo Décimo, sigue estableciendo respeto a la jurisdicción de la Corte Penal Internacional, que tenemos que pasar por el visto bueno del Ejecutivo y del Senado para poder recurrir a la Jurisdicción Universal de la Corte Penal Internacional.

Si somos respetuosos de los derechos humanos, por qué no franca y llanamente establecer que nos sujetamos a los parámetros de la Corte Penal Internacional.

También señalar en ese sentido que si bien es cierto México tiene una tradición mucho muy interesante de la no intervención, también es cierto que ha habido posturas desde la Academia que solicita que debería haber intervención franca y abierta respecto a temas de ayuda humanitaria.

Esto nos lleva a la solicitud al Senado de la República de considerar la aprobación o ratificación del protocolo adicional uno respecto a conflictos armados no internacionales.

Si somos respetuosos de derechos humanos y queremos mandar una señal de esto, tendríamos que ir acotando el marco legal en materia de derechos humanos para posicionar a México respecto al poder blando de que hablan Robert Keohane y Joseph Knight, entre otras de las situaciones que tendríamos que estar considerando.

Me parece que he llegado a mis 15 minutos pero agradezco muchísimo su atención.

SENADOR JUAN CARLOS ROMERO HICKS: La próxima intervención estará a cargo de doña Laura Zamudio González.

Ella actualmente dirige el departamento de estudios internacionales de la Universidad Iberoamericana.

Tiene su formación académica en historia en la Universidad Nacional.

En economía y política internacional en el CIDE.

Y ciencias sociales en la propia Universidad Iberoamericana.

Tiene experiencia muy diversa en la docencia y en la investigación en la Universidad Nacional, en la Universidad Autónoma Metropolitana, en la Universidad Tecnológica de México,

Y se ha destacada, entre otros muchos aspectos en sus publicaciones en el tema de las aportaciones teóricas en procesos de implementación de acuerdos de paz.

Vamos a escuchar ahora a doña Laura Zamudio. Por favor.

DOCTORA LAURA ZAMUDIO GONZÁLEZ: Muchas gracias. Buenas tardes.

Agradezco al Senado y a la Secretaría de Relaciones Exteriores por esta invitación, particularmente a la senadora Gabriela Cuevas.

Para mí es un gusto estar aquí. Es la primera vez que me dirijo a ustedes y que participo en un foro de esta naturaleza.

Mi participación aquí va a ser bastante modesta debido a que mi trayectoria también lo es, pero básicamente me voy a referir a un aspecto de la política exterior que tiene que ver con los organismos internacionales.

Esos organismos, como la ONU y la OEA que también conocemos, pero sobre todo a esos otros organismos como la Organización Mundial de Aduanas, a la Corte Permanente de Arbitraje, y a la Organización Internacional del Trabajo que posiblemente no sean tan conocidos por todos nosotros.

Me parece que una reflexión sobre estos organismos nos va a permitir entender alguno de los, yo diría, huecos que existen en la política exterior de nuestro país en este momento.

De entrada mi diagnóstico es que existe una gran falta de información sobre estos organismos y sobre la estrategia que México realiza en el interior de estos organismos.

Si nos vamos a los datos, México participa en alrededor de 243 diferentes organizaciones, organismos internacionales. Estados Unidos participa en 50.

¿Cuál es el criterio, me pregunto yo, para definir la participación en nuestro país en estos organismos? Cuál es el marco, cuál es la justificación para saber por qué en 240 y no en 200; o por qué no en más de 240 organismos internacionales.

El gasto del Gobierno mexicano en el pago de membrecías a organismos internacionales es significativo. México gasta alrededor de un cuarto del presupuesto de la Secretaría de Relaciones Exteriores para pagar membrecías. Y desde el año 2006 el pago de cuotas, aportaciones y ayudas a organismos internacionales ha venido creciendo.

De conformidad con el Presupuesto de Egresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal 2014, se destinaron mil 637 millones de pesos del erario público al pago de 243 membrecías; lo que representa cerca del 22 por ciento del presupuesto de la Secretaría. Para este año 2015, el presupuesto destinado es de mil 900 millones de pesos, lo que equivale al 23.7 por ciento del total, casi un cuarto.

Por otro lado, en el análisis “Evolución 2006-2012” del presupuesto autorizado por la Secretaría de Relaciones Exteriores en su memoria documental, se reconoce que el incremento en materia de contribuciones a organismos internacionales del 2006 al 2012, fue del 96.7 por ciento.

Y si bien la mayor parte de estos recursos ha ido a parar al Sistema de Naciones Unidas, otra cantidad no despreciable se destinó a otros organismos internacionales; alguno de ellos tan poco conocidos, como la Comisión de Venecia, Euroelectric, Oficina Internacional de Exposiciones, Asociación Mundial de Lotería, Asociación Internacional de Supervisiones de Seguros, etcétera.

Posiblemente todas estas membrecías sean importantes, pero el hueco que existe es que no tenemos información sobre por qué participamos en ellas y qué obtenemos de beneficios como país al pagarles. Me parece que como ciudadanos merecemos tener esta información, nos debería de interesar tener esta información.

Hasta ahora he visto que es difícil conseguir información concreta de qué exactamente se logra con estos cuantiosos recursos. Es escasa, si alguna la información que describa la estrategia general de cada una de estas relaciones entre el Estado Mexicano y las organizaciones en particular. En la prensa, con esta escasa información, saltan a conclusiones fáciles: se está gastando demasiado en algo que no sirve.

Pero tal vez sea un error, la importancia de las organizaciones internacionales es creciente y sería muy grave no contar con una estrategia clara ante estos actores fundamentales y crecientemente preponderantes.

Una mirada al escenario internacional deja ver que, en efecto, los organismos internacionales gubernamentales y no gubernamentales, están obteniendo cada vez mayor influencia. De conformidad con la Unión de Asociaciones Internacionales, que es un centro de documentación e investigación sobre organizaciones internacionales, con sede en Ginebra, cada año emergen un promedio de mil 200 nuevas organizaciones. Durante el siglo XX aparecieron 33 mil nuevas organizaciones no gubernamentales y 597 organizaciones gubernamentales.

En lo que va del siglo XXI han emergido cerca de 5 mil organizaciones internacionales no gubernamentales nuevas, y cerca de 600 organizaciones internacionales gubernamentales. Un crecimiento extraordinario que, además, ha venido acompañado de una mayor longevidad.

Hoy día, las organizaciones internacionales han pasado de 18.4 años de vida a 25.4 años y han comenzado a reproducirse por sí mismas o lo que autores como Shakes Jacobson y Kaplan Llamas, emanaciones.

En el ámbito académico, este surgimiento de las organizaciones internacionales nos ha tomado por sorpresa. Hay pocos estudios y poco conocimiento de lo que las organizaciones internacionales gubernamentales hacen y pueden hacer.

Por lo general ha privado una visión estadocéntrica en donde las organizaciones internacionales no son vistas más que o como instrumentos de actores poderosos o como foros donde los estados pueden tratar de atender, conversar sobre temas particulares.

Sin embargo, en la década de los 90 ha comenzado a emerger toda una literatura que nos habla de organizaciones internaciones con mayores capacidades; organizaciones que tienen no solamente intereses propios sino autoridad, autoridad legal y poder.

Una pregunta que nosotros tendríamos que estarnos haciendo es: ¿Por qué se mantienen tan invisibles? Porque fuera de lo que es la participación de México en Naciones Unidas, que ha sido muy importante y muy valorado y que, ahora lo será más con la participación de México en las OMPS, habría que preguntarnos cómo hacer más visibles a estas organizaciones en las que estamos participando, a las que estamos financiando y de las que no sabemos exactamente qué obtenemos allí.

A partir de este contexto, yo les traigo más preguntas que respuestas. Dos serían mis preguntas:

Para el Senado y para la Secretaría de Relaciones Exteriores: ¿Qué beneficios obtiene nuestro país del pago de membresías a organismos internacionales? Y ¿Cuáles pueden ser las estrategias de política exterior inteligente, transparente, explícita, para relacionar a México en este escenario fundamental de relaciones con organizaciones internacionales?

Hablando de responsabilidades y obligaciones, me parece desafortunado que ni el Ejecutivo ni el Legislativo hayan explicado a los ciudadanos por qué debemos participar en estas instancias y, peor aún, por qué debemos financiarlas.

¿Por qué en estas y no en otras?

¿Quién definió que eran pertinentes los temas que manejan?

Y lo más importante, ¿cómo es que estas organizaciones están atendiendo un problema público? Porque en el entendido de que los temas públicos es una de las razones por las que estamos aquí y es lo que da cuerpo a la política pública y de Estado.

Si nos atenemos al hecho de que la Constitución Mexicana establece que es el Poder Ejecutivo el encargado de celebrar tratados internacionales y el Senado el encargado de ratificarlos, en el caso de la firmad de organizaciones internacionales, ¿quién es realmente el encargado de rendirnos cuentas?

Finalmente, me gustaría suscribir las peticiones que ya se han venido haciendo también desde algunas de las comisiones del Senado, en el sentido de que es muy importante que conozcamos cómo se toman y cómo se estructuran los votos dentro de estas organizaciones, qué juegos está realizando ahí nuestro país y qué estrategia.

Por lo tanto, me parece que los grandes retos de la política exterior en esta arista son:

Uno: Tener más información sobre estas organizaciones y el papel que México tiene;

Y dos: Definir una estrategia de actuación, de decisión y de voto al interior de estas organizaciones.

Yo tengo la impresión –eso es hipótesis– de que estas organizaciones pueden trabajar en redes y, por lo tanto, la participación de México con una estrategia bien estructurada podría estar impactando a través de redes la política exterior mexicana y no solamente tener una visión de organizaciones desarticulada y aparentemente desordenada.

Yo lo dejaría hasta aquí. Agradezco mucho su atención y estoy a sus órdenes.

SENADORA LUZ MARÍA BERISTAIN NAVARRETE: Me toca el turno de presentar a la maestra María del Consuelo Dávila Pérez, la cual para mí es muy grata sorpresa encontrarla después de 25 años, porque fue mi maestra en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, una excelente maestra, muy querida, tenía 25 años de no verla y ahora que la veo, está igualita. Muy querida por toda la comunidad estudiantil de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Bienvenida maestra.

Consuelo es desde luego licenciada en Relaciones Internacionales de la facultad de Ciencias Políticas de la UNAM; es maestra por equivalencia, reconocida por la Dirección General de Incorporación, Revalidación de Estudios de la UNAM; tiene diploma de estudios a profundidad, postgrado en Europa del Siglo XX.

Es candidata a doctora, División de Estudios de Postgrado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM; tiene diplomados sobre Estados Unidos de la Universidad de California, campus La Joya; Centro de Estudios México-Estados Unidos.

Diplomado sobre la Acción Exterior y las Políticas de la Unión Europea, facultad de Derecho, Universidad Complutense; ha tomado varios seminarios de Relaciones Internacionales y Política Exterior de México.

Entre sus líneas de investigación está siempre presente en la política exterior de México, desde luego, las relaciones México-Estados Unidos, regionalismos comparados, la Unión Europea y el TLCAN.

Tiene varias publicaciones, artículos en revistas especializadas, capítulos de libros, antologías; destacan “Perspectivas de la Política Exterior de México 2006-2012”; “Antología de la Política Exterior de México”, coordinado con José Cabra, osa Isabel Gaytán, y una serie de libros que también ha coordinado ella, entre ellos “La Nueva Relación de México con América del Norte”; dos tomos coordinado con Eleazar Morales de México, en la UNAM en 1994.

Dirige muchas tesis, ha revisado más de 14 tesis presentadas en examen profesional por el grado de licenciatura en relaciones Internacionales y actualmente se encuentra dirigiendo ocho tesis registradas en la Unidad de Titulación del CRIC.

Tiene una gran y vasta experiencia profesional como profesora en la licenciatura y el postgrado en relaciones internacionales en las materias de política exterior y ha sido coordinadora de la licenciatura en relaciones internacionales de nuestra facultad, de 1996 a 2000 y de 2007 a 2008.

Es bastante más todo lo que tengo aquí de información de la maestra Consuelo Dávila, pero mejor le dejamos el micrófono para que ella nos hable de las relaciones internacionales.

MAESTRA CONSUELO DÁVILA PÉREZ: Buenas tardes.

Quiero también iniciar agradeciendo la invitación que me han hecho para participar en este importante seminario “México en Mundo, Diagnóstico y Perspectivas de las relaciones Internacionales”, que está organizado por el Senado y la Secretaría de Relaciones Exteriores.

También celebro que este seminario esté organizado por dos poderes de la Unión.

Es un placer además estar en este recinto histórico y compartiendo la mesa con mis colegas, mis amigos y con los distinguidos senadores que nos convocan esta tarde, la senadora Gabriela Cuevas, el senador Romero Hicks, mi querida Luz María Beristain.

Para iniciar quisiera subrayar un primer elemento que me parece fundamental para entender la política actual de México y que tiene que ver con la vinculación muy estrecha que existe entre la política interna y la política exterior.

La relación entre ambas facetas de la política del Estado Mexicano es fundamental, es un aspecto que además se ha discutido ampliamente por los estudiosos de la política exterior desde hace muchísimos años.

En un primer momento como una necesidad de explicar qué era primero, si la política interna o la política externa y para establecer posteriormente una prioridad de una sobre la otra.

Más adelante quedaba claro cómo en determinadas circunstancias la política exterior servía para crear un sentimiento de unidad frente al exterior cuando existían serias confrontaciones internas.

Existe pues una relación indisoluble entre ambas y el reconocimiento de este aspecto me parece fundamental para entender la política exterior de México, en particular la actual, no solamente como el reconocimiento de que el Estado tiene mayor poder de negociación, si cuenta con una situación estable en lo interno y con una mayor legitimidad, sino también porque en un mundo globalizado es difícil hablar de política interna sin referirnos al ambiente internacional y bueno, a esto ya se refirió de manera muy amplia el Secretario de Relaciones Exteriores, el doctor Meade, en esta mañana, cuando hablaba de los retos que plantea para México la situación internacional.

Entonces es difícil hablar de política exterior sin remitirse también a los aspectos de la política interna, la forma de gobierno, a la toma de decisiones, a la participación de diversos grupos políticos sociales y económicos, o empresariales en la misma.

Entonces podemos analizar la política de nuestro país históricamente a través de este binomio pero es en las últimas décadas que la relación entre ambas se hace más profunda.

Como un antecedente cercano, de manera muy breve, podemos recordar cómo el tema de la democracia y la seguridad a los cuales ya se han referido quienes me han antecedido en la palabra, han tenido referentes fundamentales en ambos ámbitos de la política mexicana.

Por ejemplo, para el gobierno del Presidente Fox, como ya se mencionaba, el tema de la democracia fue esencial.

En un primer momento se habló del tema democrático, que causó muchas expectativas dentro y fuera de México.

Luego se hablaba de la necesidad de incluir un principio adicional de facto en la política exterior mexicana sobre los derechos humanos. Ya habló la doctora Zamudio de esto.

En fin, los discursos presidenciales tocaban el tema de la democracia y por primera vez México solicitaba a nivel internacional que se incluyeran cartas democráticas en foros internacionales. Como ejemplo tenemos la Cumbre de las Américas.

Entonces México empieza a tener una mayor participación a favor del respeto de los derechos humanos, que tuvo por momentos repercusiones importantes en sus relaciones con algunos estados, como fue el caso de la relación con Cuba.

Finalmente, como señalaba también la doctora Zamudio, el 10 de junio de 2011, se incluye este octavo principio a la Carta Magna.

Durante esos años se manejaba entonces que el carácter democrático dotaba de una mayor legitimidad y fuerza de negociación al Estado Mexicano en sus acciones externas.

Otro tema que puede ser ejemplo también de la relación de este binomio, es el tema de la seguridad, que también ya mencionaba Rafael Fernández de Castro, cómo a partir del 2001 se modificaron las perspectivas de la política exterior mexicana cuando la política exterior norteamericana se dirigió de manera prioritaria a la lucha contra el terrorismo, al combate del eje del mal y a la famosa guerra preventiva.

En este nuevo contexto México también se vio obligado a entrar a la dinámica de esta lucha antiterrorista y en la búsqueda de la seguridad continental.

En 2005 se hablaba, por ejemplo, del APSAN del famoso APSAN, del Acuerdo para la Prosperidad y la Seguridad de América del Norte, y en 2006 de la Iniciativa Mérida.

La relación entonces con Estados Unidos, giraría en torno a la seguridad, lo que se vinculaba a nivel interno con la lucha contra el crimen organizado que desplegada abiertamente el Gobierno mexicano.

Entonces, en este ámbito se observaba también una coincidencia plena entre la política interna y la política exterior, centradas ambas –por supuesto– en el tema de la seguridad.

Ahora, ¿qué sucede cuando en 2012 triunfa nuevamente un gobierno del PRI?

Surgieron muchas expectativas sobre el manejo de los efectos de la crisis económica global, de la violencia, de la inseguridad, de la pobreza y de la desigualdad. Los retos más importantes que se observaron en un primer momento fueron, como ya se ha mencionado, el desplazar el tema de la seguridad como eje de la política exterior; el reducir la violencia y también modificar la imagen que México tenía en el mundo. Entre otras razones, por supuesto, para que nuestro país volviese a ser atractivo para las inversiones y el turismo.

Por ello, fue fundamental, fue muy importante el acuerdo del Gobierno con los principales partidos de oposición. El pacto por México, que ha sido ampliamente valorado dentro y fuera de nuestro país como una gran posibilidad para que las acciones de gobierno marchasen y no se paralizaran como en la década previa; y contrastando con las diferencias permanentes que se observaban entre los gobiernos del PAN y las diferentes fuerzas políticas en el Congreso, el Pacto por México abrió muchas expectativas y posibilidades para los acuerdos políticos, y que los partidos representados en el Congreso trabajasen conjuntamente en un proyecto de nación tan necesario en ese momento.

Los avances que se empezaron a dar en las tempranas propuestas del Ejecutivo al Congreso mexicano de reformas internas como la educativa, la energética, la fiscal y la hacendaria, fueron creando un ambiente favorable para la opinión externa. Y entonces escuchamos hablar del famoso “momento mexicano”, del mexican moment, o del avance del tigre azteca, como se difundió ampliamente en los principales medios de opinión internacionales.

En este contexto, la política exterior parecía depender más que nunca de los avances en la política interna; apostando a un crecimiento económico que producirían las inversiones extranjeras que se verían atraídas por estas reformas estructurales y que de hecho, empezaron a presentarse de manera muy interesante.

Como se ha mencionado, una de las primeras metas de la política mexicana ha sido también el diversificar la agenda internacional de nuestro país, para que no vuelva a concentrarse solamente en el tema de la seguridad. Y de ahí el énfasis que se ha puesto en la participación de México a múltiples niveles y escenarios internacionales, tanto a nivel bilateral como a nivel multilateral; creo que la política exterior de México en estos dos años ha sido una política muy activa, con muchas visitas, muchos viajes al exterior, muchas visitas de Jefes de Estado, en fin, que habla de un gran dinamismo en términos de los acercamientos de México hacia todas –prácticamente– las regiones del mundo.

En el caso de América del Norte, ya se ha referido Rafael Fernández de Castro a ello, el establecimiento de un diálogo continuo con nuestros socios de América del Norte ha sido fundamental. La participación en diversas reuniones a diferentes niveles con Estados Unidos, ha sido muy importante porque se ha avanzado en acuerdos muy importantes, muy necesarios para lograr una mejor competitividad de México en la región y poder desarrollar capacidades de innovación tecnológica.

Los programas para que los estudiantes tengan mayor movilidad entre los dos países, son fundamentales para desarrollar mejores vínculos en el futuro; como también el énfasis en la protección consular.

La actividad internacional de México en lo que va de este Gobierno ha sido –como les señalaba– muy intensa; ya se ha mencionado aquí, hacia América Latina, la Alianza del Pacífico, Centroamérica, la posibilidad del acercamiento con el MERCOSUR, el Acuerdo de Asociación Transpacífico también es muy importante, hay que poner mucha atención en este.

Y bueno, la participación de México a partir del surgimiento de otros actores internacionales en diferentes mecanismos de concertación y diálogo que pretende responder a la crisis de las instituciones que se presenta a nivel internacional. Así tenemos la participación en el G20, en MIKTA, en CELAC, que reconocen el papel de México como potencia emergente.

También la participación de México en los organismos internacionales ha sido de un renovado compromiso internacional, llegando incluso contra todo pronóstico a anunciar la participación de México en las operaciones para el mantenimiento de la paz, como muestra de esta renovación del compromiso de México.

No obstante, todo este dinamismo en la política exterior hemos encontrado cómo en los últimos meses hay ciertos factores internos que han tenido un peso importante en el curso de la política exterior mexicana.

Las condiciones de inseguridad y de violencia, por un lado; a nivel internacional la baja de los precios internacionales del petróleo han sido un duro golpe para la consecución de los fines propuestos por la política exterior de México.

Una vez más nos encontramos con condiciones internacionales que inciden de manera determinante en el curso de la política exterior mexicana.

Con los precios del petróleo a la baja, la Secretaría de Hacienda se vio obligada, por ejemplo, a recortar el presupuesto de 2015. Esto ha sido importante porque ha impactado algunos de los proyectos de infraestructura importantes que se tenían en México para mejorar el comercio y el intercambio de productos.

También se vieron seriamente impactadas las dos únicas empresas productivas o dos de las más importantes empresas productivas que tiene el Gobierno Federal, como es Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad.

En este contexto, considero que es difícil para las finanzas públicas y también la existencia de un ambiente de indignación social frente a los casos de Ayotzinapa y de Tlatlaya, que han llegado a espacios internacionales, como organismos de derechos humanos y la ONU y que presentan un escenario complejo para nuestro país.

Tenemos aquí una combinación de factores importantes que no podemos obviar y que tienen que ver unos con la propia situación interna; otros con la propia situación internacional que hacen que el escenario para la política exterior de México sea complicado.

Tenemos como los principales retos que se plantearon hace dos años siguen presentes.

Aún queda, por ejemplo, como gran desafío el tema de la seguridad de la reducción de la violencia, de la mejora de la imagen de México y el mundo, y yo creo que todos estamos interesados en que México salga adelante; yo creo que a nadie nos interesa que México tenga problemas a nivel internacional.

Y necesariamente esta situación tan difícil en lo político y en lo social, le resta capacidad de negociación internacional a nuestro país.

A pesar de las reformas estructurales, no queda claro cómo los capitales llegarán a México de la manera en que se pensaba, y probablemente deba transcurrir un tiempo en que pueda recomponerse la situación interna para que México logre ocupar nuevamente una posición privilegiada en el ámbito internacional.

Resulta urgente que en este momento de emergencia nacional las diferentes fuerzas políticas puedan ponerse de acuerdo en un gran pacto nacional que permita avanzar en tareas esenciales que logren combatir los retos actuales que enfrenta nuestro país y legitimar y fortalecer la posición de nuestro gobierno. Me refiero a un pacto republicano.

Si no la hace en estos asuntos internos difícilmente podrán lograrse las metas esenciales que aquí ha planteado México en política exterior y me parece que este primer ejercicio de reflexión, yo sé que han tenido muchos, a la mejor no de esta envergadura, pero pienso que este ejercicio de reflexión entre dos poderes de la Unión, el Ejecutivo y el Legislativo, abonan por supuesto en la búsqueda de consensos por el bien de la nación.

La tan ansiada política exterior de Estado puede, considero en estos momentos de crisis, retomarse y empezar a construirse.

Gracias.

SENADOR JUAN CARLOS ROMERO HICKS: Cierra para esta primera ronda de intervenciones don Carlos Camacho Gaos.

Actualmente es director de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Anáhuac. Su formación académica es en economía en el ITAM y una maestría y una candidatura al doctorado en la propia disciplina en Georgetown.

Ha sido subsecretario en Pesca, Turismo: Director General de Inversión Extranjera y de Estadística en el INEGI y participó en la creación del FONATUR.

A partir de hace casi 15 años es socio fundador, director de PRETIUM, Sociedad Civil, que es una empresa de consultoría económica y estrategias y gran parte de su vocación ha estado en el sector académico.

Vamos a escucharlo.

MAESTRO CARLOS CAMACHO GAOS: Muy buenas tardes.

Quisiera iniciar no sólo agradeciendo, como lo han hecho mis compañeros colegas universitarios, la invitación a participar en este foro.

Quisiera sumarme a una felicitación, tanto la que se merece la secretaría de Relaciones por haber celebrado el Primer Foro Universitario en el mes de noviembre pasado, como la realización “México en el Mundo”, organizado básicamente por el Senado de la República, con el apoyo de la Cancillería.

Realmente el acercamiento a las universidades hace que no sólo nos sintamos más útiles, sino que verdaderamente podamos proporcionar de las capacidades y del capital humano que puede ayudar a hacer mejor las cosas.

En ese sentido, que no se detenga este esfuerzo en este ejercicio. Creo que todas las universidades aquí presentes, más las otras que no lo están, están más que dispuestas a ofrecer sus capacidades y conocimientos para la mejor evaluación y el mejor diseño de la política exterior del país, ya sea la que se imagine, diseñe, piense en el Senado, como la que como obligación tiene que desarrollar la Cancillería.

Déjenme iniciar señalando que no nos debemos circunscribir a la Cancillería, porque la política exterior inicia en el Presidente de la República, la conduce y coordina la Secretaría de Relaciones Exteriores, pero participan muchísimos más actores en las diferentes secretarías de Estado y algunos otros órganos.

Entonces, la corresponsabilidad y la mejor distribución de trabajo no nada más corresponde al esfuerzo que haga la propia Cancillería.

Ciertamente el apoyo de las universidades se verá mejor reflejado en la medida en que ustedes señores senadores participen también en los eventos universitarios y pongo por ejemplo el Congreso Anual que hace la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales que Consuelo preside y que Jorge acaba de dejar la presidencia, en donde sí es muy relevante el que ustedes enfrenten a los jóvenes que como hoy son una mayoría en esta hora del seminario, o del foro y en el que verdaderamente escuchar a quienes hacen, dictan, analizan y avalúan la política pues será muy valioso.

Un dato que quizá no sea del conocimiento de los señores senadores. En cuántas universidades creen que dan la carrera de relaciones internacionales en el país.

Se sorprenderían que es un número mayor a 70 y que la población estudiantil debe estar en alrededor de 30, 35 mil estudiantes en este momento.

Y esos estudiantes van a buscar obviamente un lugar donde trabajar. Ese lugar donde van a trabajar no necesariamente tiene que ser el servicio exterior, no necesariamente tiene que ser el trabajar en una Secretaría de Estado en el área internacional.

Esos jóvenes pueden perfectamente participar en un principio apoyando al equipo legislativo tanto en la Cámara de Senadores como en la Cámara de Diputados.

Esos muchachos también pueden trabajar en el Poder Judicial. Esos muchachos también pueden trabajar en las organizaciones no gubernamentales, etcétera, y obviamente en toda la parte empresarial.

Entonces la visión de la política exterior o la visión de la disciplina de relaciones internacionales no se debe circunscribir única y exclusivamente a lo que se maneja como política exterior manejada nada más por la Cancillería y evaluada por el Congreso. Creo que va muchísimo más allá.

Y obviamente hay mecanismos, como lo obtiene el propio Senado, como es el Gilberto Borges, como lo tiene el Matías Romero, la Secretaría y demás, donde se puede hacer muchísimo más con una mayor interacción entre las diferentes instituciones y las universidades.

Ajustándome a lo que amablemente nos dieron como una guía para la participación en esta reunión en donde básicamente se hablaba de 9 puntos, no voy a ir ni voy a leer ninguno de los trabajos realizados porque sería demasiado largo, pero sí teniendo la oportunidad de hablar al final poder reaccionar a muchas de las opiniones que han dado mis compañeros como también lo dieron en sus elocuentes intervenciones la Canciller Espinosa y el Canciller Derbez.

Creo que quedó claro y está mucho a discusión, salvo lo que Iliana tenga que decir desde un punto de vista muy jurídico, de que no podemos tener en los principios de política exterior establecidos en el Artículo 89-10 una camisa de fuerza.

Ciertamente tenemos que tener una capacidad para discriminar, saber cómo utilizarlo, tratar de eliminar las contradicciones que aparentemente se pudieron dar en un momento pero que en realidad no lo hay, para la definición de la política nacional.

Debemos de partir también de que si concebimos la multi pertenencia que tiene nuestro país en el escenario internacional, también tenemos que concebir que tenemos multi propósitos, multi compromisos y multi obligaciones.

Y eso quiere decir que lograr el balance de la política exterior nada más enfocando o priorizando una parte de todas estas pertenencias, se antoja como, a pesar de lo difícil, como una tarea que no sería la correcta.

Yo creo que tenemos que dar desde luego con la pertinencia, la atención, urgencia y circunstancia en la que se debe desarrollar la política, pues dar un cierto orden a las acciones que se tienen que realizar.

Pero todas estas pertenencias deben ser atendidas y atendidas correctamente.

A esas pertenencias me refiero: Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Ciertamente todo lo que dio en su primear versión tiene que ser profundizado y armado de mejor manera para lograr una mayor homogeneidad de lo que es el mercado norteamericano.

Y eso trasciende ya de la negociación de aranceles que eso ya está más que superado.

Necesitamos profundizar más en la homogeneización de las regulaciones; necesitamos profundizar más en las relaciones comerciales, muchísimo más integradas en el sentido de que el producto que tiene como origen Norteamérica, sea presentado como tal, ¿por qué?

Porque los bloques es lo que están mandando en este momento y lo que en mi visión, será, los bloques económicos será lo que impere en el futuro.

Ciertamente, y coincido mucho con el llamado que hacemos todos y lo hemos hecho no sólo en este Foro, sino a través de la prensa o en algunas otras intervenciones, nuestra ventaja, nuestra obligación y nuestro interés en Centroamérica y el Caribe. O sea, no lo veamos como una dádiva, no: hay intereses que proteger, hay intereses mexicanos que tratar de promover, hay intereses mexicanos que tenemos que crear y constituir, ¿con objeto de qué?

De tener un mejor balance político en la región y en el Hemisferio. De otra manera, seguiremos viendo esto como meramente, y no es crítica, una participación de cooperación internacional; y no se trata de eso: política exterior son intereses, son coincidencias y si hay además amistad, qué bueno; pero realmente lo que tenemos que hacer es buscar y velar por una definición clara de los intereses de México y porque éstos imperen en todos los Foros bilaterales, multilaterales, ya sean los de la Organización de Naciones Unidas o los que con mucha razón Laura comentaba en cuanto a no sabemos en qué se gasta ese presupuesto.

Y hablando de presupuesto, déjenme reiterar –y no nos dijo el secretario Meade que viniéramos a abogar por él– que la Secretaría de Relaciones Exteriores necesita no el 25 por ciento que pidió Jorge hace un rato en una de sus intervenciones, yo creo que muchísimo más; ¿por qué?

Porque necesitamos tener mucha más gente, necesitamos tener mucho mejor equipo para poder atender lo que es la política exterior. Si hacemos un análisis costo-beneficio de la política exterior, creo que saldría muchísimo mejor parada cualquier inversión que se haga en ésta, que muchas otras que provienen del gasto público.

Se mencionó, lo dijo el canciller Derbez, que el próximo año se hará un ejercicio y un esfuerzo de presupuesto base cero. Obviamente, Laura, ahí es donde es el momento de evaluar todas estas aportaciones que, además me da mucho gusto, porque me tocó hacerlo en algún momento, siempre somos cumplidos, nunca nos están buscando para pagar; como nosotros sí hacemos y en otras ocasiones con el propio Estados Unidos, en donde muchas de sus cuotas se atrasan por años con la excusa de que el Senado no se los permite o no se los autoriza. Pero ciertamente hay unas excusas muy bien hechas.

Entonces sí, ciertamente creo que el presupuesto de la Secretaría y de las áreas internacionales del Gobierno Federal debe de ser totalmente renovadas y mejoradas.

Hablando de Centroamérica y del Caribe. Creo que nos enfrentamos a algo que no pensábamos iba a suceder, hace dos o tres años, que es una modificación –llamémosle– en el balance o la perspectiva de las relaciones con Cuba. Las relaciones con Cuba, con las cuales tenemos un acuerdo de complementación económica, han mejorado y han crecido en el tiempo; sin embargo, creo que pueden dar para muchísimo más en beneficio de México y también de Cuba.

¿Por qué no pensamos –y esto lo digo con mucho cuidado y casi, casi redactando– analizar las posibilidades de que, en el momento adecuado, Cuba pudiera participar en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte?

Creo que podría ser una herramienta muy útil e importante para México e importante para nuestra posición en la negociación de todo lo que va a suceder en el Caribe, y particularmente en el Golfo de México. En el Golfo de México tenemos que ser muy claros de cómo vamos a defender nuestros intereses.

En cuanto a Europa, el rediseño del tratado es más que urgente.

Con Asia-Pacífico, muy pronto tendremos ya la conclusión del Tratado de Traspacífico y ojalá podamos, desgraciadamente las noticias que se nos dan sobre la Alianza del Pacífico no son buenas; ojalá se pudiera recuperar precisamente el espíritu original del mismo.

Ahora, en todos estos tratados, no es solo el trabajo –y se lo digo básicamente a los jóvenes– no es el trabajo de la Secretaría, no es el trabajo del gobierno; mucho tiene que ver con lo intereses económicos, privados, de asociaciones de productores. Si ellos no le ponen las ganas; si ellos no muestran su verdadero interés, ¿para qué hacemos tratados?

Somos muy buenos para hacer tratados. Es más, si nos ponen un campeonato para hacer tratados en libre comercio, yo creo que estaríamos obteniendo la medalla de oro o la de plata por lo menos, pero ¿para qué queremos los tratados?

Son en beneficio de la sociedad mexicana; son en beneficio de los agentes económicos mexicanos y son ellos los que se tienen que comprometer mucho más que lo que hasta ahora ha sucedido.

¿Por qué hemos mantenido esa proporción tan alta de la relación económica con Estados Unidos? Entre muchas otras cosas, porque es mucho más barato y mucho más fácil lidiar con los americanos que hacer una negociación o con Sudamérica o con Centroamérica, y déjenlo, como ustedes saben, lo que puede ser Europa.

Seamos también pragmáticos, hay cosas que realmente se dan por su propio peso; nunca vamos a lograr equilibrar todos esos tratados en nuestras balanzas comerciales. Vamos a tener que seguir siendo claramente norteamericanos.

Y me voy hacia el final. Más allá de la negociación en migración, lo que tenemos que hacer es establecer una estrategia de largo plazo, en donde no sólo seamos nosotros los que negociemos sino los intereses de México representados en instituciones y personas en los propios Estados Unidos los que nos permitan realmente poder acceder a un trato que sea el correcto y el justo, no estamos pidiendo que nos regalen las cosas.

Finalmente la relación con el Senado. Yo creo que la relación con el Senado, hoy se da un muy buen paso, pero ¿cómo la Secretaría, los cónsules, los embajadores, pueden tener mejor relación con el Senado o ustedes conocer mejor lo que sucede en las oficinas del exterior?

Básicamente ya se pone un ejemplo muy claro con la reunión que hace de la Secretaría, la reunión de enero en que trae a todos los embajadores y a los cónsules y en donde les da la oportunidad para poder no citarlos a comparecencia, citarlos a una plática, a una charla, en la que se comenten tanto los problemas como las dificultades, como los avances que se van logrando de cada una de las oficinas.

Yo creo que si los senadores mantienen muy claro cuáles son los intereses de México en las citas parlamentarias, nuestro poder blando, nuestro poder legislativo, nuestro poder duro a través de la forma en la que trabaja la Secretaría de Relaciones Exteriores, se verá muchísimo mejor representado para beneficio de México.

Muchas gracias.

SENADORA GABRIELA CUEVAS BARRÓN: Bueno, dado que todas las exposiciones fueron sumamente interesantes, ni cuenta nos dimos de cuando se nos fue el tiempo, así que ya no hay tiempo para preguntas y respuestas, pero estoy segura de que todos sabemos dónde podemos contactar a estas personalidades, quienes, además, por tratar con comunidades estudiantiles seguramente revisarán de manera muy frecuente sus correos electrónicos, así que creo que esa podría ser una de las alternativas.

En unos momentos se encontrará aquí el doctor Insulza, así que si alguien se quiere retirar, los invitamos a que nada más salgan un poco de tiempo.

Y, antes de concluir, quisiera agradecerles a todos por su participación.

Sin duda hay comentarios que provocarían muchas respuestas y que nos dejan con muy buenas ideas, con, sin duda, compromisos; incluso pudiéramos hablar, por ejemplo, en materia de derechos humanos; temas a revisar sobre la pertinencia de las organizaciones o a los espacios donde México es parte. Sin duda también de la relación entre el Senado y la Secretaría de Relaciones Exteriores, como ya se expuso.

Hay muchísimo que tenemos por hacer. La buena noticia es que somos ocho comisiones de Relaciones Exteriores: una de Migración, una de Frontera Norte y una de Frontera Sur, lo cual nos permite especializarnos, nos permite entrar a mucho mayor detalle sobre la agenda de México en el mundo, pero también de la agenda del mundo de la que México no puede permanecer ajeno, o pensar que lo que pasa en otras latitudes no afecta en nuestro país.

Muchísimas gracias.

Les tenemos unos pequeños presentes que le pediría al senador Romero Hicks que me ayude también aquí a entregar los agradecimientos.

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