Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Versión del discurso del Presidente del Senado, Ernesto Cordero Arroyo, durante la presentación del libro "Elecciones y políticas en América Latina", en el auditorio Octavio Paz del Senado de la República


Muy buenos días a todos, bienvenidos al Senado de la República.

 Doctor Leonardo Valdés Zurita, consejero presidente del Instituto Federal Electoral; bienvenido, señor presidente.

 Saludo también a Doña María Marván y a Lorenzo Córdova, consejeros del Instituto Federal Electoral, bienvenidos.

 A la licenciada Vanesa Rubio, subsecretaria para América Latina y el Caribe de la Secretaría de Relaciones Exteriores; bienvenida, subsecretaria.

 

A nuestra colega la diputada Patricia Retamoza, vicepresidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados; bienvenida, diputada.

 Y saludo al autor del libro que estamos presentando el día de hoy, al compilador, al Doctor Manuel Alcántara, catedrático de la Universidad de Salamanca, y también al Doctor Víctor Alarcón, catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana.

 Distinguidos amigos, bienvenidos.

 Me da mucho gusto darles la bienvenida al Senado de la República. Saludo con mucho aprecio a todos nuestros invitados especiales; en especial saludo a los señores diplomáticos que nos acompañan el día de hoy, bienvenidos.

 Quiero dar la bienvenida y felicitar muy sinceramente al Doctor Manuel Alcántara, uno de los coordinadores de la gran obra editorial que nos convoca: Elecciones y Política en América Latina.

 Se trata de un libro que ha contado con el respaldo del Instituto Federal Electoral, de la Cámara de Diputados y, desde luego, del Senado de la República. Estoy convencido que Elecciones y Política en América Latina está llamado a convertirse en un referente de la historia de la democracia electoral en la región ya que nos permite hacer un recorrido por los procesos electorales de 17 países entre 2009 y 2011, incluyendo, por supuesto, a México.

 Me parece que el mérito del análisis que hacen los autores no se queda en la descripción de estos procesos electorales sino en su capacidad de situar en contexto histórico los avances que la democracia ha logrado en la región en los últimos 30 años.

Así como lo señala el profesor Alcántara, en América Latina los comicios se celebran de manera continuada, de forma que su práctica rutinaria ha normalizado una arena política dominada durante largas décadas por la inestabilidad, el autoritarismo y la incapacidad de institucionalizar la poliarquía.

 En México, como ustedes saben, la democracia electoral ha sido un logro colectivo producto del empuje de la sociedad y del trabajo de las fuerzas políticas a lo largo de las últimas décadas. No ha sido un proceso fácil, pero hoy podemos afirmar que en nuestro país las elecciones son, como lo decía Juan Linz, "el único juego legítimo, válido y aceptado para competir por el poder".

 Hoy México tiene una vibrante democracia política electoral, libertades de expresión y de prensa, separación de poderes, alternancia en el poder y, por supuesto, la certeza del sufragio efectivo. La seguridad de que cada voto cuenta y se cuenta bien.

 ¿Significa esto que hemos llegado a la consolidación plena de nuestra democracia? Desde luego que no, porque como se desprende del análisis que realizan los autores del libro que hoy presentamos, es claro que la democracia es un proceso de construcción y fortalecimiento permanente de reglas e instituciones.

 México es un ejemplo claro de esta construcción gradual de la democracia. Las diferentes reformas electorales han dotado a nuestro sistema electoral de una gran solidez técnica y de un bien ganado prestigio nacional e internacional, pero aún nos falta camino por recorrer para que esta certeza en los procedimientos se traduzca en una democracia más consolidada y eficaz.

 Hay tres temas en particular que hoy son motivo de debate en nuestro país y sobre los que vale la pena reflexionar.

 El primero, es la relación entre la política y el dinero. Las diferentes reformas electorales han buscado emparejar el terreno de juego mediante el financiamiento público de los partidos políticos y el límite a las contribuciones de las entidades privadas. Pero a pesar de estas regulaciones, la lógica de competencia electoral da incentivos perfectos a los partidos políticos para allegarse de cada vez más recursos para ganar la contienda.

 De ahí que, en el Senado de la República y en particular en el Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional, tengamos contemplada en nuestra agenda legislativa una nueva serie de reformas que reduzcan el costo de las campañas políticas y garanticen su transparencia, y mejoren la fiscalización de las cuentas de los partidos, antes y durante el proceso electoral.

 Y algo muy importante, la incorporación de sanciones más estrictas y expeditas ante violaciones a la ley, como por ejemplo nulidad de las elecciones o rebase a los topes de gastos de campaña.

 Quien llega a cualquier puesto de elección popular, debe estar ahí por la voluntad libre de la mayoría y no porque pudo reunir y gastar más dinero, aún por encima de la ley.

 El segundo tema de debate es el poder ciudadano. Las reformas electorales del pasado han buscado fortalecer el sistema de partidos, algo que ha permitido construir la pluralidad política que hoy se refleja en los gobiernos y los Congresos del país. Hoy es indispensable mover el reflector hacia el verdadero protagonista de la democracia: el ciudadano.
 Por eso en el Senado, volveremos a impulsar reformas como la reelección consecutiva de legisladores y alcaldes. Nuevos mecanismos para la participación ciudadana, así como la segunda vuelta en las elecciones presidenciales. Tal como se desprende de la lectura del libro que coordina el Dr. Alcántara, México es uno de los pocos países de América Latina que no tiene segunda vuelta en la elección presidencial. Ésta y otras reformas nos permitirán transitar del sufragio efectivo a la democracia efectiva, de la democracia electoral a la democracia ciudadana.

 El tercer tema que está en el debate público es el fortalecimiento de las instituciones electorales y especialmente del Instituto Federal Electoral. Aquí hay que ser muy claros, la intensidad de la competencia electoral en México ha crecido y seguirá creciendo, y por eso necesitamos un árbitro cada vez más fuerte. A todos los actores e instituciones políticas del país, nos conviene actuar con lealtad democrática y fortalecer al IFE.

 ¿Y qué significa actuar con lealtad democrática?, significa que el Congreso respeta la autonomía del IFE y emita leyes pensadas para promover la transparencia, la equidad y la certeza de los proceso electorales. Lealtad democrática significa también que las propias autoridades electorales sean las primeras en cumplir y hacer cumplir estas leyes de manera eficaz, sin dejar duda de su propia imparcialidad. Y lealtad democrática significa que los partidos políticos y sus candidatos, guíen su actuación con base en la ley y en los principios de la democracia.

 Por eso en el Senado de la República habremos de debatir con responsabilidad propuestas que fortalezcan la autonomía y la independencia de las autoridades electorales, de los intereses de los partidos políticos. Propuestas que den a la autoridad electoral la herramienta necesaria para un arbitraje eficaz y transparente de la contienda política. Solo así, con reglas claras y autoridades imparciales, lograremos que la competencia democrática se convierta en fuente de unidad y mayoría, y no de discordia y división.

 Entender lo mucho que ha costado construir la democracia en México y en otras naciones de América Latina es clave para aquilatar los logros alcanzados y emprender las reformas necesarias para mejorar su desempeño. Por eso quiero felicitar una vez más al profesor Manuel Alcántara y a los autores del libro que hoy se presenta, por ofrecernos un panorama amplio y claro sobre el estado de la democracia en nuestra región. Sin lugar a dudas, sus conclusiones servirán para fortalecer el debate legislativo con miras a la construcción de una democracia de mayor calidad en nuestro país.

 Finalizo convocando a todos los presentes, a todos los legisladores, a todos los actores sociales e institucionales, a seguir trabajando desde nuestras diferentes instituciones y posiciones para fortalecer y perfeccionar a nuestra democracia. En la medida en la que todos asumamos nuestra responsabilidad, estoy seguro de que lograremos los resultados que demanda y merece nuestro querido país.

 Muchísimas gracias.


                                                                                 


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