SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Muy buenos días tengan todos ustedes.
Damos la más cordial bienvenida al ciudadano general de Brigada Diplomado del Estado Mayor, Gustavo Nieto Navarro, comandante de la Primera Zona Militar con sede en la Ciudad de México, así como a los elementos integrantes de las Fuerzas Armadas que nos acompañan.
Sean ustedes bienvenidos al Senado de la República.
También saludo con aprecio al presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales, el senador Enrique Burgos; al senador presidente de la Comisión Encargada de la Reflexión sobre el texto constitucional vigente, al senador Raúl Cervantes Andrade, así como a las señoras y señores senadores que nos acompañan esta mañana.
Una constitución no es solamente un conjunto de reglas e instituciones que ordenan la vida en sociedad, la vida de una comunidad política. También es la historia de una sociedad.
El hecho de que el día de hoy inauguremos una exposición itinerante a propósito de los textos constitucionales básicos, es una forma de penetrarnos, una forma de interiorizarnos a la historia de nuestras constituciones, pero también a la historia de nuestras instituciones.
Lo decía bien el general Nieto y también el senador Cervantes, muchas de las instituciones vigentes han sido evoluciones de un conjunto de reglas que se han sembrado en el pasado.
Podemos reconocer muchas de nuestras instituciones en ese trayecto histórico que va desde la Constitución vigente con las reformas profundas que se han hecho en los últimos años hasta el primer documento formalmente constitucional: Los Sentimientos de la Nación, que incluso pudo haber estado inspirado en los antecedentes constitucionales de Francia, Estados Unidos y por supuesto también del Puerto de Cádiz.
En esta historia está semblanteada, en esta historia está conformada nuestra vida en sociedad y por eso es tan importante conocerla, estudiarla, profundizarnos en ello.
No solamente es importante reconocer los aportes que cada texto constitucional ha tenido nuestra vida institucional, sino también reconocer que cada texto constitucional que hemos tenido en este país ha sido la solución a una ruptura institucional a la interrupción en nuestra vida social de ese orden institucional básico.
Es absolutamente incomprensible Los Sentimientos de la Nación sin la ruptura independentista, sin la formación de una nación, de la formación de una soberanía y, sobre todo, de una nación independiente; como también es absolutamente incomprensible la Constitución del 24 sin la ruptura frente al imperio, la del 57 frente a una decisión de conformar instituciones diferentes y la de 1917, también sin esa intención y la voluntad de la sociedad mexicana de recomponer su vida institucional después de la dictadura de principios de este siglo.
En consecuencia, nuestros textos constitucionales reflejan la intención de nuestra sociedad de construir las reglas básicas de nuestra convivencia, pero también de reponernos frente a episodios de ruptura.
Afortunadamente nuestro país ha vivido el mayor periodo de continuidad institucional. Estamos a punto de cumplir 100 años de vigencia en la Constitución con profundas reformas, reformas que han transformado de fondo las instituciones básicas de nuestra nación, pero hemos tenido un periodo de estabilidad y continuidad institucional, absolutamente inédito en nuestra vida como nación independiente.
Casi 100 años de continuidad institucional; casi 100 años de vigencia de nuestras instituciones; y, por supuesto, casi 100 años de una vida ordenada a partir de las mismas.
Y esa es la razón por la que el día de hoy se presenta esta importantísima exposición que, entiendo, han visto más de 25 mil personas en distintos puntos de la República Mexicana, y el día de hoy se alberga en el Senado.
Esta exposición se justifica en la idea de que estos documentos son la primera forma de conocer, acercarnos y, sobre todo, reconocer nuestra historia constitucional.
Dicen los que saben de historia que en 1813, cuando José María Morelos y Pavón abandonó Chilpancingo para ir sobre Valladolid, le encargó a Carlos María Bustamante el original de los Sentimientos de la Nación para que hiciera las modificaciones pertinentes.
En febrero de 1814, cuando los insurgentes fueron derrotados, el documento cayó en manos del Ejército Realista; y el capítulo segundo que incluía la médula de la insurrección desapareció décadas después del Archivo General.
Se dice que años más tarde un descendiente del insurgente Ignacio Rayón vendió el documento al historiador Luis Chávez Orozco, quien se lo obsequió al presidente Cárdenas en 1937 con motivo de su cumpleaños.
Después de 30 años el documento regresó al Archivo General de la Nación, dando congruencia narrativa histórica, de reconocimiento de nuestra propia historia.
Cito a José María Morelos y Pavón:
“Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia.
Que las leyes generales comprendan a todos sin excepción de cuerpos privilegiados y que estos sólo lo sean en cuanto al uso de su ministerio, que sólo distinguirá a un americano de otro el vicio y la virtud”. Fin de la cita.
Esto y otras cosas pedía el caudillo en su discurso inaugural ante el Congreso de Anáhuac en 1813, con la intención de que sirviera de base para el desarrollo constitucional posterior, un discurso que todavía tiene vigencia en las discusiones actuales.
Qué tan vigentes --y hay que preguntarnos-- son las exigencias de igualdad ante la ley, de igualdad sin distingo de ingreso, sin aspiración de privilegio en una sociedad que aspira a ser justa.
Y al mismo tiempo, qué tan distante está aquella noción de la soberanía frente a la apertura de nuestro texto constitucional a los tratados internacionales, a la interiorización de las decisiones de los órganos internacionales de defensa de los derechos humanos en la propia dinámica de nuestro sistema jurídico.
Tal vez la contribución máxima de Morelos sí haya sido, como dice Enrique Krauze, la de introducir en la Revolución un cuerpo altamente original de argumentos ideológicos que legitimaran un alegato moral que incluía prescripciones económicas, políticas y sociales que al día de hoy se vislumbran con urgencia y vigencia, que hoy conocemos gracias a la obstinada dedicación de historiadores que han recuperado estos textos y sobre todo a nuestras Fuerzas Armadas, que hoy lo ponen a disposición del Senado de la República y del público en general.
Documentos fundacionales, la historia de nuestros textos constitucionales, testimonios de patriotismo, testimonios vivos de diseño de instituciones, reglas, evolución, cultura, política, en buena medida está detrás de cada una de las instituciones que reflejan estos textos básicos.
Ciertamente, como dice Enrique Krauze: la historia comienza ahí donde se nos ofrecen datos escritos, que inspiren confianza.
Quiero agradecer de nueva cuenta al General Gustavo Nieto, por haber ofrecido al Senado de la República esta exposición.
Quiero también agradecer, reconocer al senador Enrique Burgos por la gestión diligente de presentar esta iniciativa en el marco de la Conmemoración del Centenario de la Constitución que, como ustedes saben, hace unos días hemos iniciado formalmente.
Durante este año realizaremos 100 eventos relacionados con el Centenario de la Constitución, para honrar nuestra historia constitucional, para honrar a nuestras instituciones, pero sobre todo para insistir en la necesidad de que no hay vida ordenada, generosa y justa, que no se aprecie desde el respeto a las instituciones y desde la obediencia escrupulosa de nuestro texto constitucional.
Por su atención muchísimas gracias.
Muy buen día.
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