SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: La Cámara de Senadores del Honorable Congreso de la Unión de los Estados Unidos Mexicanos, expresa la más cordial bienvenida al señor Masaaki Yamazaki, presidente de la Cámara de Consejeros de Japón.
También doy la bienvenida al licenciado Carlos de Icaza González, subsecretario de Relaciones Exteriores, quien asiste en representación de la titular de la Cancillería, maestro Claudia Ruiz Massieu.
Y al diputado Gerónimo Alejandro Ojeda Anguiano, vicepresidente de la Cámara de Diputados, quien asiste en representación del diputado José de Jesús Zambrano Grijalva, presidente de nuestra colegisladora.
Nos acompañan también en sesión solemne, el senador Tadayoshi Ichida, vicepresidente del Partido Comunista de la Cámara de Consejeros de Japón.
El senador Kensei Nizote, jefe de la bancada del Partido Liberal Demócrata de la Cámara de Consejeros de Japón.
El excelentísimo señor Akira Yamada, embajador extraordinario y plenipotenciario de Japón en México.
Saludo también la presencia de la distinguida comitiva que acompaña a la delegación de la Cámara de Consejeros de Japón.
Sean ustedes bienvenidos al Senado de la República.
Excelentísimo señor Masaaki Yamazaki, presidente de la Cámara de Consejeros de Japón. Senadoras, senadores, bienvenidos todos.
A unos cuantos metros de aquí, el Senado guarda con aprecio una placa que recuerda una prueba de amistad entre nuestras naciones. En febrero de 1913 México vivió uno de los episodios más violentos de su historia: vivíamos la Revolución Mexicana y la sucesión presidencial.
Las fuerzas del general Victoriano Huerta dieron un golpe de Estado que significaría la muerte del presidente Francisco I. Madero y del vicepresidente José María Pino Suárez.
Cuenta el testimonio de Kumaichi Horiguchi, encargado de Despacho de la Delegación japonesa en esos días, que la noche del 9 de febrero la familia de Madero, con quien le unía una entrañable amistad, tocó a su puerta para pedir refugio.
Relata José Juan Tablada, testigo de estos acontecimientos, que poniendo la bandera de Japón a modo de traba, Horiguchi fue capaz de defender la vida de esta familia que lo había honrado con su confianza.
La historia de solidaridad y empatía entre nuestros pueblos tiene otras y diversas muestras. En 1952, a tres días de pisar Tokio en su calidad de embajador de México, Octavio Paz le escribía al canciller Manuel Tello: “Mi primera impresión es muy grata y me ha sorprendido la salud, la limpieza, la alegría y el dinamismo de esta ciudad”.
Unos años antes, México fue el primer país en defender el reconocimiento de Japón como un Estado frente a la Asamblea General de Naciones Unidas.
También fue México uno de los primeros países en mandar representación diplomática.
El emisario del reencuentro entre nuestras naciones no pudo ser mejor. Octavio Paz había conocido Japón mucho antes de verlo con sus propios ojos; en los jardines de Matsumoto, en la casa de su abuelo Irineo, en las populares crónicas de Enrique Gómez Carrillo, en los poemas sintéticos de Tablada, que revelaron para la lengua española la bellísima tradición del Haiku.
Paz se esmeró siempre en comprender y asimilar la visión y sensibilidad oriental, como otra visión del mundo distinta a la nuestra; no como un espejo, sino como “una ventana que nos muestra otra imagen del hombre, otra posibilidad de ser”, decía Paz.
Su doble condición de poeta y embajador, permitió a Paz ver en Japón la sensibilidad estética, pero también el talante de su pueblo. En una carta al poeta francés Jean Clarence Lambert, Paz decía haber encontrado un país hermoso y un pueblo admirable, cortés, alegre para el que la poesía, pintura y vida no constituyen mundos aparte; una nación en la que a pesar de las desgracias, resplandece la sonrisa.
Y en esa concepción estética y de vida, la misma que vio Paz en su corta estancia diplomática, podemos explicarnos la fortaleza de su cultura.
Japón ha sido capaz de construir la belleza a partir de la sombra; la prosperidad a partir de la adversidad.
Nana Korobi Ya Oki, dice el proverbio japonés; “Cáete siete veces; levántate ocho”.
Esa es la enseñanza de Japón. Un país que ha superado la desolación nuclear; el aislamiento y la frustración; los desastres más inmisericordes; las guerras más crueles y destructivas. Un país que nunca ha claudicado y que sabe siempre ponerse de pie.
¿Cómo ha hecho Japón para dar esta lección?
¿Cómo podemos explicarnos el desarrollo económico de la postguerra y la fortaleza institucional del día de hoy?
Japón ha sido desde la industrialización un ejemplo de tejido productivo. En sus modelos económicos y de organización social se ha definido en la excelencia, la eficiencia y el honor.
La Revolución Samurái se ocupó de despojarse ellos mismos de privilegios; de construir una sociedad basada en mérito antes que en linaje. Lograron en una sola generación cambiar la estructura económica y social de todo un país.
Años más tarde, lo hicieron con una economía alimentada en gran medida por el sector público.
También esta vez lo hicieron con claridad de objetivos.
Mediante los zaibatsu, establecieron conglomerados económicos que favorecían la movilidad del trabajo y del capital según su productividad.
Las contrataciones del gobierno se concentraban en el talento antes que en los privilegios.
No fue, pues, el Estado japonés víctima de las tentaciones burocráticas que tan fácilmente se inclinan hacia la ineficiencia y que en muchos países latinoamericanos hemos pagado con pobreza y estancamiento económico.
En la época de la posguerra nuevamente demostraron su singularidad. Alcanzaron tasas de crecimiento del 10 por ciento del Producto Interno Bruto; lo lograron a través del comercio internacional y de sistemas de calificación de su fuerza laboral.
En los 80´s, se unieron al concierto internacional que atendió el uso responsable de la política monetaria. Caminaron hacia la liberalización de los mercados y a la desregulación financiera que en aquella época parecía la panacea para alimentar el desarrollo.
Y también en la nueva realidad global enfrentaron el frenazo económico conforme esos paradigmas fueron superados por la realidad.
Hoy, Japón se encuentra en una nueva ola reformista. Tiene retos inmediatos que atender.
Observamos que bajo el liderazgo del Primer Ministro Shinzo Abe, se están implementando reformas para dinamizar la economía japonesa que sin duda han abierto el debate sobre el modelo de desarrollo que requieren nuestras naciones en la era de las economías integradas e interconectadas.
Japón busca su destino en la combinación de políticas fiscal y monetaria expansivas y una reforma regulatoria que contempla disminuir los impuestos a las empresas, fomentar tratados de libre comercio, aprobar una reforma laboral sustantiva e incorporar a más mujeres al aparato productivo.
En suma, decisiones para fortalecer el mercado interno y potenciar la productividad de su economía.
Le deseamos, señor Presidente, el mayor de los éxitos en la discusión y aprobación de estas reformas y que sea por el bien de Japón.
Como usted sabe, señor presidente Yamazaki, en estos últimos años México también ha estado inmerso en un proceso reformista de gran calado.
Algunas transformaciones que parecerán a sus ojos profundamente tardías, y otras que ambas naciones compartimos aún como desafíos presentes.
México ha restablecido equilibrios entre el Estado, los mercados y la iniciativa privada.
Devolvimos al Estado las rectorías sobre la educación, que había sido secuestrada por intereses ajenos a los educativos, y le dimos nuevas fortalezas a los órganos reguladores para mejorar la competencia económica.
Abrimos sectores a la inversión privada específicamente en el sector energético; una decisión que, por cierto, tardamos prácticamente tres décadas en construir.
Como parte del proceso de consolidación democrática, acometimos reformas importantes en materia de transparencia y de combate a la corrupción.
Según mediciones de transparencia internacional, México está en la tercera parte de los países que se consideran más corruptos; mientras que Japón se sitúa en la lista de países con menos corrupción.
En México sabemos que la corrupción aleja a las inversiones que podrían dar bienestar a miles de trabajadores y a sus familias. Lo mismo ocurre con la percepción de inseguridad.
Por esa razón, en los siguientes meses en este recinto parlamentario discutiremos reformas profundas en materia de Estado de Derecho y de seguridad pública.
Debemos rediseñar la distribución de competencias municipales, estatales y federales, para aumentar la eficacia del Estado Mexicano en el control de los delitos y sobre todo para que nuestro país cuente con policías confiables, profesionales y eficaces.
También tenemos pendientes las discusiones en materia de seguridad interior, que es el marco que regulará la actuación de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública.
Nuestro propósito es ofrecer certeza a quienes en circunstancias excepcionales sacrifican la vida por la pacificación del país, pero también garantizar el pleno respeto de los derechos humanos cuando esa intervención sea necesaria.
Tenemos muchos retos y oportunidades por delante. Japón es una puerta de México para los mercados y las culturas del Pacífico. México puede ser un socio estratégico para incrementar la influencia comercial de Japón en América Latina y en Norteamérica.
Sin duda alguna, los acuerdos comerciales serán parte central del futuro de nuestras relaciones. Por un lado, el Acuerdo Estratégico Transpacífico, Asociación Económica, TPP, que nuestros ejecutivos han trabajado y que nos corresponderá analizar meticulosamente en nuestras asambleas.
Pero también el aprovechamiento del Acuerdo de Asociación Económica México-Japón que cumple este año su primera década y que busca generar bienestar en términos de comercio internacional moderno.
A raíz de este acuerdo, nuestro intercambio comercial se incrementó en un 79 por ciento. En México operan más de 800 empresas japonesas, las más importantes, sin duda, las del sector automotriz.
Guanajuato, Aguascalientes, Baja California, hoy son estados más prósperos, casi 20 mil personas más tienen un empleo gracias a las inversiones millonarias de Nissan Honda y Toyota, por ejemplo. Sólo estas tres empresas contribuyeron con la tercera parte de nuestra producción y el 40 por ciento de nuestro mercado interno.
Muchas empresas japonesas se han insertado en la cadena productiva de este sector, pero no se ha limitado a este. Las hay en alimentación, en la tecnología telefónica, en la fibra óptica, en instrumentos musicales, en la decoración. Más de mil millones de dólares de inversiones que mejoran la vida de muchos mexicanos.
Estas empresas atestiguan que vale la pena invertir en este país y México está agradecido por la confianza.
Le pedimos, señor presidente, que esta visita sirva para transmitir a su nación que México es un socio relevante, estratégico innovador, productivo; que nos enorgullece y nos estimula su presencia en nuestro país.
Presidente Yamazaki:
Octavio Paz escribió: “cuando descubrí Japón sostuve que deberíamos ensanchar y profundizar nuestra relación no sólo en la esfera económica y comercial, sino en el dominio de la cultura”.
Auguraba que uno de los centros mundiales de la economía en el Siglo XXI serían ustedes; preveía un cambio en la historia moderna, un desplazamiento del centro de gravedad de occidente hacia el oriente, y en ese desplazamiento Japón habría de ser un protagonista central.
Ese era Japón en los ojos de un mexicano; ese también es Japón para los mexicanos del Siglo XXI.
Hoy el ánimo de crecer con justicia social abrazados por las aguas del Pacífico, se vuelve más necesario y urgente, que esta visita que nos hace sirva para estrechar los vínculos que permitan a nuestras naciones alcanzar el destino que se merecen.
Porque aquella bandera japonesa que sirvió de traba para proteger la vida de unos mexicanos, ondea entre nosotros como recuerdo de que la vida siempre resplandece en la sonrisa de un saludo fraternal entre Japón y México.
Bienvenido señor presidente y muchas gracias.
Conforme al acuerdo aprobado para esta Sesión Solemne, se concede el uso de la palabra al señor Masaaki Yamazaki, Presidente de la Cámara de Consejeros de Japón.
SEÑOR MASAAKI YAMAZAKI (Interpretación del japonés al español): Roberto Gil Zuarth, Presidente del Senado de la República.
Estimadas senadoras y senadores.
Señoras y señores:
Soy Yamazaki Masaaki, Presidente de la Cámara de Consejeros de Japón.
Es un verdadero honor para mí poder estar en este Recinto sagrado del Senado de México y dirigir algunas palabras a tan distinguido auditorio, como Presidente de la Cámara de Consejeros de Japón.
Estoy muy agradecido al senador Gil Zuarth, Presidente del Senado, y a todas las senadoras y senadores por esta especial atención.
Además, quiero agradecer nuevamente al Gobierno y al pueblo de México por los apoyos tan generosos que han brindado en el momento del sismo del este de Japón. Fue uno de los países del mundo que decidieron el despacho de equipos de rescate.
Mi país nunca se olvidará de la expresión de amistad que México mostró en la tragedia que sufrimos hace cuatro años.
No es necesario recordar que México y Japón compartimos los mismos valores fundamentales, como el respeto a los derechos humanos, el Estado de Derecho y la economía de mercado.
En la sociedad internacional, somos socios estratégicos globales que impulsamos la colaboración entre nuestras áreas.
En la base de esta relación de intercambio y cooperación, está la larga historia de los lazos de amistad e intercambios que datan de 400 años.
En septiembre de 1609, un galeón español de nombre “San Francisco”, encalló en el mar de la Prefectura de Chiba por una tormenta, en su ruta de navegación hacia México.
A pesar de estar bajo la política de aislamiento, todos los habitantes de Ónjuku, un puerto cercano de pescadores, ayudaron a los náufragos con dedicación, incluso calentando con su propio cuerpo a los tripulantes que titiritaban de frío.
De los 373 tripulantes, 317 fueron rescatados por este esfuerzo, empezando por don Rodrigo, capitán del barco.
El siguiente año, los extranjeros regresaron a México en un buque llamado “San Buenaventura”, construido por orden de Leyasu Tokugawa, entonces gobernante de Japón.
Con este episodio se inició la historia de intercambio amistoso entre los dos países.
Posteriormente, en el año de 1614, la delegación de Hasekura llegó a Acapulco, con el propósito de establecer relaciones comerciales directas con la Nueva España.
El año pasado y antepasado, se celebraron muchos eventos para conmemorar el aniversario 400 de este hecho.
Me imagino que ustedes saben que el Príncipe y la Princesa Akishino, visitaron el país en el marco de este festejo.
En 1888, después de la apertura de Japón, los dos países firmaron el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación.
Este es el primer Tratado igualitario que firmó el Gobierno de Japón y significó un gran impulso para que el Gobierno japonés firmara tratados igualitarios con otros países occidentales.
México es un país al que debemos mucho ya que nos ayudó a abrir un nuevo horizonte de la diplomacia japonesa. Nuestro primer grupo organizado de inmigrantes arribó por primera vez en Latinoamérica, a Tapachula, México, en el estado de Chiapas, fue el año 1897.
Estos inmigrantes y otros más que llegaron después, fundaron las bases para estrechar los lazos en lo cultural, son fundamentos de nuestra relación de colaboración. Actualmente existen unos 20 mil mexicanos de ascendencia japonesa, son mexicanos valiosos que destacan en diferentes áreas, incluyendo a los cuatro diputados mexicanos de la legislatura anterior.
Existe un acontecimiento importante que no podemos olvidar:
En febrero pasado ese Senado aprobó una solución que reconoce los valores del señor Kumaichi Horiguchi, encargado de la delegación japonesa en 1913, protegió a los familiares del presidente Madero en su sede. En abril se descubrió una placa conmemorativa.
En julio de este año, la Cámara de Consejeros invitó al señor Miguel Barbosa, anterior presidente del Senado, a Japón. Aprovechando la oportunidad se realizó una ceremonia de colocación de la réplica de esta placa en la residencia oficial del embajador Armada, que por cierto está al lado de la residencia oficial del presidente de la Cámara Alta.
Tengo entendido que en la ceremonia participaron la familia de la señora Sumire Horiguchi, nieta del señor Kumaichi; y la señora esposa del embajador que tiene parentesco con el presidente Madero.
Antes de esta visita, tuve la oportunidad de observar la réplica por gentileza del embajador Armada, quien me afirmó que la placa es la única dedicada a un extranjero, entre muchas que dan a conocer los méritos de las figuras distinguidas.
Acabo de ver la placa físicamente y me siento muy orgulloso como un connacional del señor Horiguchi.
Mencioné una parte de los numerosos hechos históricos que demuestran la amistad entre los dos países, pero no puedo dejar de hablar de la profundización de nuestras relaciones bilaterales con base en esta amistad. Por ejemplo, existe un programa de intercambio estudiantil por el cual más de 430 jóvenes tuvieron la oportunidad de estudiar desde 1971.
El Liceo Mexicano-Japonés, establecido por el acuerdo de los mandatarios de los dos países en 1974, es una institución educativa que simboliza las relaciones de amistad existentes. Nos dará mucho gusto poder visitarla el día de mañana.
En el ámbito económico, se firmó el Acuerdo de Asociación Económica en 2004. Para Japón, es el primer acuerdo de asociación económica completo. Para la firma de este documento acompañé al primer ministro Koizumi, en su viaje a México, como secretario del Gabinete.
El AAE entre México y Japón es uno de los acuerdos de asociación más exitosos firmados por Japón. Después de entrar en vigor, el comercio bilateral se incrementó al doble y el número de empresas de capital japonesa establecidas en México, se hizo 2.6 veces.
Como uno de los testigos de la firma, me da muchísima satisfacción este resultado positivo.
El presidente Peña Nieto visitó Japón en abril del 2013, mientras que el Primer Ministro Abe estuvo en México en julio del año pasado.
En aquella ocasión se firmaron 14 documentos sobre temas relacionados con economía, educación y ciencia y tecnología.
El día 5 de este mes se logró un acuerdo general de las negociaciones del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, ATP, en que participan los dos países.
Cuando este tratado entre en vigor, se creará una enorme área económica que abarcará un 40 por ciento de la economía mundial.
Esperamos una liberalización comercial de muy alto nivel en la región de Asia-Pacífico, incluyendo Japón y México, y un efecto favorable a las economías de cada uno de los miembros.
No es necesario señalar que para profundizar las relaciones amistosas entre un Estado a otro, es importante el intercambio de las cámaras y sus miembros, representantes directos de la población.
Han pasado 19 años desde que otro presidente de la Cámara de Consejeros estuviera de visita en México. Mientras tanto, hubo visitas de presidentes de la Cámara Baja y vicepresidentes de la Cámara Alta.
También el senador Hirofumi Nakasone, presidente del Grupo de Parlamentarios Amigos de México, de su país, nos visitaron varios legisladores, empezando por el diputado Barbosa, anterior presidente del Senado. Y también nos visitó el presidente del Congreso, el señor Teófilo Torres, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores Asia-Pacífico.
Además intercambiamos nuestras opiniones en diferentes foros internacionales que reúnen a los parlamentarios como UIPUIAPPF. Desde mi punto de vista es muy positivo que el intercambio entre los parlamentarios se esté desarrollando de esta forma para promoverlo.
Ahora bien, vamos a tener una oportunidad inmejorable para el intercambio directo de los dos pueblos en un futuro cercano: Juegos Olímpicos Paralímpicos de Tokio en 2020. Faltan menos de cinco años para este gran acontecimiento.
Todos los japoneses estamos uniendo fuerzas para lograr éxito en este magno evento que para nosotros son los juegos olímpicos de recuperación del desastre en un clima de seguridad y tranquilidad.
Queremos agasajar a los deportistas mexicanos y a sus porras en Tokio con nuestra hospitalidad.
Será un gran honor para nosotros, y esperemos que México gane muchas medallas.
Estaremos esperándolos en Tokio en 2020.
Señoras y señores:
El intercambio entre los dos países comenzó en 1609, y han mantenido su amistad y respeto mutuo durante todo el tiempo.
Las generaciones anteriores han hecho grandes esfuerzos para mantener y desarrollar estas relaciones bilaterales.
Lo que tenemos ahora son las herencias de nuestros antecesores.
Tenemos el compromiso de fortalecer aún más las excelentes relaciones existentes para heredarlas a nuestros hijos.
Tokio y la Ciudad de México están ubicados al este y el oeste del Pacífico. Estamos lejos en términos geográficos y de tiempo, pero la distancia no es un impedimento para entablar la amistad.
Nosotros los japoneses y ustedes los mexicanos somos vecinos de corazón y lo seguiremos siendo en el futuro.
Finalmente, hago votos por que nuestra visita sirva de incentivo para profundizar nuestras relaciones parlamentarias y favorezca las relaciones de amistad y cooperación entre los dos países.
Muchas gracias.
SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Gracias por su mensaje, señor presidente Yamazaki.
Señor Masaaki Yamazaki:
Agradecemos su visita al Senado de la República.
También doy nuestro agradecimiento al licenciado Carlos de Icaza González, subsecretario de Relaciones exteriores y al diputado Gerónimo Alejandro Ojeda Anguiano, vicepresidente de la Cámara de los Diputados, por su asistencia a esta Sesión Solemne.
Igualmente agradezco a todos los distinguidos invitados que nos hayan acompañado en esta ceremonia.
Solicito a las comisiones designadas se sirvan acompañar a nuestros invitados hasta las puertas de este recinto.
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