Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Inauguración del Foro "Hacia una Constitución para la Ciudad de México", celebrando en el patio central de la sede de Xicoténcatl del Senado de la República

SENADOR MARIO DELGADO CARRILLO: Buenos días, les doy la bienvenida a todas ya todos a este Foro “Hacia una Constitución para la Ciudad de México”.

Quiero darle la bienvenida a todas y todos ustedes que nos acompañan el día de hoy.

En primer lugar, al presidente del Senado, al senador Miguel Barbosa. Muchas gracias, senador, por su presencia.

A la vicepresidenta de la Cámara de Diputados, la diputada Aleida Alavez. Muchas gracias, diputada, por estar con nosotros.

Al presidente del Instituto Nacional Electoral, el doctor Lorenzo Córdova. Gracias Lorenzo.

La senadora Mariana Gómez del Campo, secretaria de la Comisión del Distrito Federal. Gracias senadora.

A Porfirio Muñoz Ledo, encargado de la Reforma Política en el gobierno de la Ciudad de México y representante del doctor Miguel Mancera.

Y al doctor Pedro Salazar Ugarte, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Gracias, Pedro.

Déjenme decirles que tuve la fortuna de tener un encuentro con Pedro Salazar y con Lorenzo Córdova y estuvimos hablando de la reforma política del Distrito Federal y ahí surgió la idea de que teníamos que involucrar a más actores, tendríamos que abrir más la discusión, porque es un tema muy relevante y de consecuencias no sólo para la ciudad de México, sino también para el resto del país y para nuestra democracia.

Y a partir de ese encuentro nos dimos a la tarea de organizar lo que tenemos el día de hoy: un Seminario de tres mesas y una conferencia magistral, de altísimo nivel. Estamos seguros que el día de hoy nos vamos a llevar mucha información, muchas ideas para alimentar esta reforma que está en curso; como ustedes saben hay un dictamen en primera lectura en el Senado, pero bueno, la reforma siempre generará nuevos debates y nuevos temas.

Creo que de los mejores ponentes que podíamos tener los vamos a tener hoy, en un solo día. Y vaya que el tema no es para menos, Nacho Marván me corregirá, pero por lo menos llevamos 190 años en la disputa de la autonomía, el status jurídico de nuestra capital.

Pero creo que la reforma tiene, por el contexto político que vive nuestro país, está tomando una dimensión mayor. Esta búsqueda de la autonomía por parte de la Ciudad de México, nos ha llevado a otros debates muy importantes; por ejemplo, como consecuencia de la autonomía de la ciudad tendríamos de inmediato que hacer por primera vez para la capital de la República, una Constitución; ¿y cómo se hace una Constitución en nuestros días?

Con una sociedad tan participativa, tan comunicada, tan politizada y con una evidente crisis del modelo de representación política.

¿Seguimos la ruta tradicional? ¿Le damos el tratamiento como si fuera una ley cualquiera? O ¿Abrimos el proceso a la participación ciudadana y volvemos de esto una gran oportunidad para hacer un momento refundacional de la Ciudad de México?

¿Cómo hacemos, cómo elegimos al constituyente? ¿Quiénes serán los encargados de redactar la Constitución, de plasmar una Constitución, el espejo de lo que somos ahora los mexicanos?, a 190 años de la existencia de esta Ciudad, de la fundación jurídica de esta Ciudad, pero también a casi 100 años de nuestra Constitución del 17, ahora tan distinta a lo que fue la Constitución del 17. Tal vez esta sea una gran oportunidad también para que hagamos una reflexión a nivel nacional de qué hacemos con nuestra Constitución.

También un debate muy importante: sin duda que estamos ante el agotamiento del modelo municipal. Parece que en todos lados la crisis de inseguridad, la falta también de recursos económicos, la crisis de derecho humanos tiene que ver también con un modelo municipal que está en muchos lugares, agotado.

¿Cómo construimos un nuevo modelo?, que busque lo que quería lograr el municipio: por un lado una representación política, pero también por otro lado, tomas de gobierno, acciones de gobierno.

¿Cómo ponemos en la balanza ahora esa tarea?, porque en la reforma de la Ciudad de México se ha privilegiado mucho de lo que hemos carecido, que es falta de representación política en los gobiernos delegacionales; la propuesta es transitar hacia alcaldías donde habrá una especie de cabildo, de concejales.

Pero nos falta poner atención en la parte ejecutiva que esos nuevos órganos, esas alcaldías también atienda a criterios de eficacia en el gobierno, cómo garantizar una organización más eficaz con suficiente representación política.

Otro tema que sin duda pone en la mesa: somos un país de ciudades. El 78 por ciento de la población de este país vive en ciudades; la mayoría en zonas metropolitanas, más de 55 zonas metropolitanas mayores; sin embargo, no hay ningún sustento jurídico; en la Constitución no se menciona a las ciudades, no existen las ciudades, nuestro modelo es el Poder Ejecutivo, los estados y los municipios y los mexicanos hemos decidido vivir en ciudades. Resolver el tema metropolitano para la Ciudad de México tendrá implicación para la mayoría de los habitantes de este país.

Y, por último, una de las mesas que vamos a tener aquí –y con esto termino– es la reforma de 2011 a nuestra Constitución puso como eje fundamental de nuestro Sistema de Garantías los derechos humanos. Pero, a partir de la reforma de 2011, lo que hemos visto –y es algo que tendremos que celebrar y seguramente Pedro nos va a hablar de ese tema– es cómo el resto del entramado jurídico tiene que armonizarse a partir de la visión de los derechos humanos.

Pero pensemos por un momento, ¿y cómo se hace una Constitución, ahora partiendo desde esa base? Porque ya lo tenemos a nivel nacional.

¿Qué esperaríamos? Que la Constitución de la Ciudad de México tuviera como visión fundamental, como eje central desde inicio la protección y garantía de los derechos humanos. Son los retos que tiene la reforma política de la ciudad, por eso decía que no sólo tiene que ver con nuestra capital sino tiene que ver con el país y con el momento que estamos viviendo.

Tal vez si somos muy ambiciosos, si no tratamos a esta reforma como una ley más o como un tema de coyuntura que sirva para tener ciertos beneficios políticos. Tal vez si nos comprometemos a hacer de esto una gran oportunidad para refundar a la Ciudad de México de cara a garantizarle un mejor futuro, un lugar protagónico en esta red global de ciudades en la que se ha convertido el mundo, tal vez podamos encontrar nuevos caminos para nuestro país.

Les agradezco mucho al Instituto Nacional Electoral por su compromiso, la coorganización de este evento, al Instituto de Investigaciones Jurídicas, al CIDE –también hoy Sergio López Ayllón no pudo estar con nosotros, está representado por Ignacio Marván– y, por supuesto, a la Comisión del Distrito Federal que nos ayudó en esta tarea y al Presidente del Senado, que ha sido fundamental también en la organización, a Miguel Barbosa. También no quiero dejar de mencionar a Eduardo Castellanos del Instituto de Investigaciones Jurídicas por su compromiso con el evento del día de hoy.

Muchísimas gracias.

SENADORA MARIANA GÓMEZ DEL CAMPO GURZA: Muy buenos días a todas y a todos. Es un honor poderlos tener aquí en este recinto.

Celebro, una vez más, la iniciativa del senador Mario Delgado para podernos reunir aquí y poder discutir a mayor profundidad con los expertos qué es lo que queremos para la Reforma Política del Distrito Federal.

Bienvenidos cada uno de los integrantes de este presídium. Harán grande este foro, porque lo que necesitamos –y vamos a seguir insistiendo todos los grupos parlamentarios– es el poder lograr entre todos la Reforma Política para la Ciudad de México. Que no quede solamente en un sueño, porque así ocurre, en cada una de las legislaturas del Senado de la República se arman diferentes espacios para discutir, se han armado diferentes espacios para discutir la reforma que requiere la Ciudad de México y desafortunadamente no se ha tenido buen fin.

Espero que esta sea la legislatura de la reforma política para la ciudad de México.

Para nadie es un secreto que buena parte de las instituciones que hoy rigen a nuestro país, han sido construidas desde la capital de la República o simplemente han sido influenciadas por ellas.

En algunos momentos de la historia reciente, esta construcción se dio bajo distintas lógicas, federalista, como cuando en 1903 estableció que el Distrito Federal tendría 13 municipios gobernados por un ayuntamiento; luego centralista, cuando en 1928 se eliminó el sistema municipal y se creó el Departamento del DF, a cargo del presidente y en otros casos donde el Estado pesara más y en las últimas décadas el enfoque ha sido el empoderamiento a los ciudadanos y a la sociedad en general, a través de una mayor participación e incrementando la transparencia.

El eco de lo que ocurre en la ciudad de México tiene repercusión en todo el país y quiero decirles que en el Senado de la República, a pesar de que el día de hoy no tenemos un acuerdo como tal pata la reforma política, hay voluntad de todas las fuerzas políticas.

Y qué bueno que se dé la discusión que estamos debatiendo entre nosotros, qué es lo que más conviene a la ciudad, porque al final del día estamos haciendo lo necesario para poder darle al Distrito Federal un trato equitativo, como el que reciben las demás entidades del país, es un acierto –sin duda— que podamos contar con nuestra propia constitución.

Y quiero decirles que gran parte del debate es quién hará esta constitución, quién redactará esta constitución; todos los grupos parlamentarios coincidimos en que debe haber una constitución para la ciudad.

La gran pregunta es ¿quién la va a redactar?

Desde Acción Nacional estamos impulsando que sea un constituyente paralelo a la Asamblea Legislativa, un constituyente específico que pueda redactar la constitución, que esa sea su única tarea, porque consideramos que así conviene.

Desde el punto de vista de Acción Nacional sería muy complicado el que fuera la Asamblea Legislativa, simplemente porque la Asamblea Legislativa y les pongo un ejemplo muy concreto: la encargada de aprobar el presupuesto para los jefes delegacionales es la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.

Imaginen ustedes la posible manipulación para convencer a cada uno de los constituyentes que se vote la constitución con ciertas líneas y que se pueda manipular o presionar de la mano con el presupuesto. Si no se vota la constitución de esta manera, el presupuesto para tu delegación o para tu programa no saldrá como tú lo estas pidiendo.

Por eso desde el PAN creemos que tiene que ser un constituyente con personajes de la ciudad, que conozcan la ciudad de México, que pueden estar en la academia, que pueden estar también en diferentes colonias del Distrito Federal, con un liderazgo muy arraigado, que conocen la ciudad y que les encantaría participar.

Quiero decirles que desde la Comisión del Distrito Federal hemos hecho foros escuchando a todas las voces. Hemos escuchado a los vecinos, hemos escuchado a los vecinos organizados y a los que no están tan organizados, pero que quieren decir qué quieren para la Ciudad de México y han venido al Senado y hemos ido también a algunas delegaciones del Distrito Federal, porque creemos que esta reforma política la tenemos que construir entre todos.

Sí quiero dejar claro que la postura de Acción Nacional va a ser que podamos tener un constituyente específico para redactar la constitución y también que cada uno de los constituyentes pueda proponer la constitución que crea conveniente, que no solamente sea la voz del jefe de gobierno redactando la constitución y enviándola al Constituyente, sino que ese Constituyente pueda proponer, pueda redactar y que se pueda dar un debate rico y amplio de qué es lo que más conviene a la Ciudad de México.

Desde nuestro punto de vista, también, lo más importante será cómo podemos fortalecer desde la Reforma Política a los jefes delegacionales o a los alcaldes; o pónganle el nombre que quieran.

Al final del día el contacto directo con la gente lo tienen los alcaldes, lo tienen en el caso de la Ciudad los jefes delegacionales.

Tenemos que ver la manera de cómo los fortalecemos, cómo los dotamos también de autonomía, cómo logramos que ellos puedan, no como ocurre hoy en día que un jefe delegacional tiene que tocar la puerta del Gobierno de la Ciudad y pedir permiso para cualquier; hasta para sacar copias.

Necesitamos jefes delegacionales fuertes, jefes delegacionales que puedan manejar su presupuesto, jefes delegacionales que puedan hacer su trabajo de manera más eficiente y eficaz.

Si hoy nosotros salimos y le preguntamos a los ciudadanos, por ejemplo, qué opinan de su jefe delegacional va a haber muchas quejas, pero a veces es porque no tienen las facultades para resolverle al ciu8dadano de manera inmediata sus necesidades.

Desde la Reforma Política pretendemos que las cosas cambien.

Les quiero decir que vamos a actuar con toda responsabilidad, vamos a hacer lo necesario para que salga esta Reforma Política.

Yo seguiría pidiendo ayuda a los especialistas, a la sociedad civil organizada, a las universidades, a los órganos autónomos para que podamos responder muchas de las preguntas que hoy nos hacemos:

En qué va a beneficiar la Reforma Política a los ciudadanos. Cómo pueden sentir, los que vivimos en la Ciudad de México, que la Reforma Política es un paso adelante y que les va a ayudar a que tengan una mejor calidad de vida, a que tengan también una mayor comunicación con sus representados.

Yo celebro que este foro Hacia una Constitución para la Ciudad de México, sea un valioso aporte intelectual y técnico a las discusiones políticas para voltear también la mirada a otros rincones del mundo, para aprovechar experiencias exitosas.

Celebro también que podamos estar hablando de derechos humanos, de inclusión de libertad y de democracia.

Somos casi 9 millones de habitantes que exigimos que nuestros derechos a expresarnos, a manifestarnos, a la educación, a la salud, a la movilidad, pero también a la seguridad, a un trabajo por salario equitativo y protección contra el desempleo y a la alimentación, sean garantizados.

Debemos aprovechar esta oportunidad para que todos estos temas sean incluidos en la Constitución para la Ciudad de México.

Yo espero, y aprovechando que está aquí el Presidente del Senado, que podamos construir una Reforma Política, que sea impulsada por todos los partidos políticos.

No pretender una Reforma para la Ciudad impulsada por dos partidos políticos en el Senado.

Necesitamos todos llegar a acuerdos y poder tener una sola propuesta de Reforma Política para el Distrito Federal, construida por todos.

Aquí la voz de todos tiene que ser y debe ser escuchada y lo vamos a ver reflejado, y espero que así sea, en lo que aprobemos en próximos meses en el Senado de la República.

Muy buenos días y muchas gracias.

SENADOR MARIO DELGADO CARRILLO: Muchas gracias senadora Mariana.

Le pedimos ahora a la Vicepresidenta de la Cámara de Diputados, Aleida Alavez, que nos dirija unas palabras.

DIPUTADA ALEIDA ALAVEZ RUIZ: Muy buenos días a todas, a todos.

Muchas gracias senador Mario Delgado, por la invitación.

Yo creo muy oportuna para que estos trabajos de la discusión de la Reforma Política del Distrito Federal se compartan con ambas Cámaras, en esta lógica de construir algo que todos anhelamos ya para la Ciudad de México; sus derechos plenos, su autonomía y el que tengamos una Constitución.

Efectivamente, y creo que el PRD ha acompañado siempre a que tengamos esta altura, este nivel, igual que todos los ciudadanos de todo el país. Y también estamos porque haya una constituyente, independientemente de la elección que ya está en ciernes, ya estamos en el año electoral; y lo correcto sería dos elecciones, dos asambleas: una la ordinaria, otra la constituyente.

Y también hablar de los derechos de las delegaciones, de las facultades que puedan trabajar y hacer como una de las formas más importantes para darle cabida a diferentes problemáticas que viven cada una de ellas.

Es para mí un honor participar en este foro, denominado “Hacia una Constitución para la Ciudad de México”, en un afán de avanzar en la imperiosa necesidad de que el Distrito Federal y sus habitantes cuenten con una Constitución que los ponga en igualdad de circunstancias, frente a los ciudadanos de otras entidades federativas.

Un estado federal como tal, no requiere que al constituirse constitucionalmente se le fije un territorio especial para que en él residan los poderes federales con independencia de sus estados; cualquiera que sea la denominación específica bajo la cual se conozca a ese espacio territorial. Este es uno de los principales temas, creo, que escucharemos muy atentamente la opinión de los expertos con respecto al espacio territorial como sede de poderes, si es necesario o no.

Como ejemplo podemos mencionar que existen en Europa países conformados como federación y que no incluyen, con efectos políticos, un concreto asiento territorial distinto de los estados o provincias federadas. Son las necesidades políticas, jurídicas y sociales de cada federación, las que marcan su definitiva estructuración jurídica y política.

En nuestra Constitución primera, la de 1824, en la cual se adoptó el sistema federal, nada se dispuso sobre este punto, la Ciudad de México funcionaba como la capital del Estado de México. El Estado Federal Mexicano, independientemente de las calidades con las cuales lo caracterizaron los consumadores de nuestra independencia; imitaron con frecuencia el modelo político creado por el primer país que en América obtuvo su independencia: los Estados Unidos de Norteamérica, es el caso del Distrito Federal.

Históricamente no se precisa la razón para establecer en México un Distrito Federal, con una naturaleza diversa y ajena de la que adoptaron los estados suscriptores del pacto federal; y mucho menos se justifica la supresión específica que se llevó a cabo del derecho de los habitantes de la Ciudad de México para elegir a sus autoridades mediante sufragio universal; tal y como lo había ordenado el decreto de noviembre de 1824, fundamentándose el Congreso en las facultades que diversas fracciones del artículo 50 de la Constitución de este año le habían otorgado para elegir y variar la residencia de los supremos poderes de la Federación, y para actuar como poder legislativo de él.

El Distrito Federal así estructurado, se estableció con superficies tomadas del Estado de México. Fue en el constituyente de 1856 donde más se analizó y polemizó sobre la pérdida parcial que se decretaba de los derechos políticos de los ciudadanos con residencia en la capital.

En lo político, una minoría de constituyentes pretendió la formación de un estado especial en esa porción territorial, en donde sus residentes gozaran en su totalidad del ejercicio de sus derechos políticos; pero fueron rechazados y quedó plasmada la pérdida de derechos ciudadanos plenos para los habitantes del Distrito Federal.

Desde entonces, mucho se ha luchado por avanzar en una reforma política del Distrito Federal, que otorgue a los capitalinos todos los derechos que gozan los habitantes del resto de la federación y podamos ser el tan anhelado estado 32.

El nuevo estado sería establecido por ciudadanos dotados desde ese momento, con plenitud de derechos políticos. Pero el hecho de designarse una nueva sede, automáticamente anularía los derechos plenos de los ciudadanos del nuevo asiento.

Así no puede evadirse, en forma alguna, el planteamiento de normar constitucionalmente al Distrito Federal, parte integrante de la federación, en forma clara y funcional.

El artículo 39 constitucional precisa que todo poder público único, poder de soberanía, dimana del pueblo, del precepto 40 dispone que, por voluntad del propio pueblo, nos hemos constituido en una república democrática compuesta de estados libres y soberanos unidos en una federación.

A su vez, el artículo 3º constitucional, nos precisa que la democracia que nos circunda y nos da esencia no es tan solo una estructura jurídica y un régimen político sino un sistema de vida fundamentado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.

Así no puede caber duda que la ciudadanía es el principal vínculo jurídico que relaciona a un individuo con un Estado de Derecho. Y un vínculo político que, como dice nuestra norma fundamental, autoriza al ciudadano para propugnar como derecho y como obligación, por su mejoría económica, social y cultural.

De todo ello es de lo que se ha privado a los ciudadanos del Distrito Federal.

Ahora bien, el otorgar una constitución al Distrito Federal, propia de su idiosincrasia, de su problemática y del apoyo de sus ciudadanos para llenar los fines que nuestra Carta Magna reconoce a todos los ciudadanos del territorio mexicano con derechos políticos totales, no causa ningún daño, ninguna disminución en la esencia política de los estados federados.

La reforma política de la Ciudad de México, tiene como implicación construir un nuevo pacto social emanado y sancionado por quienes habitamos, construimos, socializamos, poblamos y producimos en la Ciudad de México.

El nuevo pacto social en la Ciudad de México tiene como manifestación contundente una constitución donde se establezca un nuevo diseño institucional, se renueven y se validen las diversas formas de habitar, de hacer, de ser, de, por y para la ciudad.

La reforma política es la culminación del proceso de transformación de la ciudad en los últimos 15 años. Es la posibilidad de sentar las bases de un régimen político, administrativo y de desarrollo que renueve el diseño institucional, la creación y recreación de la ciudad y plantee un nuevo paradigma en todos los niveles de gobierno, en las relaciones sociales y en la producción de la ciudad.

Parte sustancial de esta reforma es una Constitución Política de la Ciudad de México, consensuada de manera inequívoca por las diferentes personas, actores sociales, políticos y económicos de la sociedad capitalina.

Coincido plenamente en que esta Constitución la tienen que armar quienes hayan estado más al pendiente; tiene que ser un constituyente especializado tanto en la parte social, cultural y política y por eso creo, tiene que haber dos asambleas para la Ciudad de México.

Se requiere de un proceso amplio, incluyente y democrático para reflexionar, debatir, dialogar y construir un nuevo pacto social donde se refleje la complejidad y la integralidad de un nuevo paradigma constitucional.

La Constitución emanada de la reforma política, será la primera Constitución de derechos del siglo XXI, por lo que también deberá ser el ejemplo por su espíritu social que contenga tres ejes rectores –ya lo dijo aquí el senador Mario Delgado, pero hay que hacer énfasis en este gran reto como primera Constitución de este siglo–: sus derechos, su exigibilidad y su concreción.

Para concluir, quiero señalar que esta Reforma Política de la Ciudad de México es un hecho incontrovertible, es un logro del proceso democrático surgido de los movimientos sociales, de la sociedad civil organizada y de los pobladores de la Ciudad de México y es un logro de la izquierda en la ciudad.

Muchas gracias.

SENADOR MARIO DELGADO CARRILLO: Muy bien. Le vamos a pedir al doctor Lorenzo Córdova, Presidente del Instituto Nacional Electoral, unas palabras.

Por favor.

DOCTOR LORENZO CÓRDOVA VIANELLO: Muy buenos días, senador Miguel Barbosa, presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República; diputada Aleida Alavez, vicepresidente de la Cámara de Diputados; senador Mario Delgado, presidente de la Comisión del Distrito Federal del Senado de la República; senadora Mariana Gómez del Campo, secretaria de dicha comisión; nuestro querido licenciado Porfirio Muñoz Ledo, encargado de la Comisión Especial para la Constitución del Distrito Federal, igualmente querido; mi jefe en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, el doctor Pedro Salazar, director de dicho instituto; señoras y señores:

El estatus constitucional del Distrito federal ha sido tema de debate a lo largo de muchos momentos de nuestra historia. El alcance de su carácter como comunidad política soberana, integrante del Pacto federal, ha sido interpretado a través de distintos antejos conceptuales, que expresan visiones políticas e incluso económicas de muy diverso tipo.

Permítanme recordar algunos de esos momentos para dimensionar el gran paso que seguramente se dará en los próximos meses, en relación con el régimen constitucional de la ciudad de México y que por cierto forma parte de los acuerdos del así llamado Pacto por México.

En el acta constitutiva de la Federación Mexicana, de enero de 1824, se otorgaron facultades al congreso para que se eligiera el lugar de residencia de los poderes federales.

Con base en ello, en noviembre de ese año el congreso decretó que dichos poderes se establecieran sobre una superficie de dos leguas a partir del centro de la ciudad de México, una determinación –por cierto— similar a la que se tomó en Estados Unidos para fijar en el Distrito de Columbia a la sede del gobierno de ese país.

Con una visión militar, Santa Ana dispuso una expansión territorial en 1854, con la finalidad de poder sustentar una defensa efectiva ante un eventual enfrentamiento o rebelión en su contra desde algún punto de la República.

Los constituyentes de 1857, con una interpretación más robusta de lo que implica el federalismo, le otorgaron al Distrito Federal el mismo carácter de entidad fundadora del Pacto federal, que al resto de las entidades y lo denominaron Estado del Valle de México.

Este no es un asunto menor. El artículo 43 constitucional, desde 1857, reconoce a la ciudad de México con las denominaciones que se quiera, como una entidad fundadora del Pacto Federal y por lo tanto una entidad que originalmente gozaba a plenitud de derechos soberanos, de derechos políticos soberanos y que fueron eventualmente delegados o relegados, encorchetados en tanto fuera sede de la capital de la República.

Pero el Distrito Federal, en una lógica de reconstitucionalización, no haría otra cosa sino readquirir lo que desde 1857 está establecido en el artículo 43 constitucional.

Sin embargo, aunque en dicho artículo se reconoció que el territorio en donde residen los poderes federales, representa una comunidad política autónoma y soberana, las recurrentes convulsiones políticas y la debilidad de las instituciones favoreció a quienes sostenían los riesgos de que coexistieran dos poderes soberanos, el federal y el local y se inclinaron por suspender los derechos de soberanía al naciente estado del Valle de México.

Aunque esta suspensión artificial de los derechos políticos del DF, como comunidad política integrantes de la federación, no tiene fundamentos doctrinales, el régimen municipal en la capital del país, vigente hasta finales del Siglo XIX, disimulaba la supresión de los derechos políticos que en la práctica padecían los ciudadanos de la ciudad capital.

Dicha supresión llegó a su punto máximo al término de la Revolución Mexicana.

Los Constituyentes de 1917 extirparon el derecho de los ciudadanos del Distrito Federal a elegir al Poder Ejecutivo y Legislativo y únicamente se mantuvo por escasos 11 años la elección de las ya desdibujadas municipalidades.

Así, como ya lo mencionaba la senadora Gómez del Campo, para 1928 la intención de consolidar el poder del Ejecutivo Federal –insisto en el punto; no es un asunto menor-:

La intención de consolidar el poder del Ejecutivo Federal, propició que la Ciudad de México se dejara bajo el mando del Presidente de la República y que los ciudadanos de la Capital se quedaran sin derecho políticos para gobernarse localmente.

Pese a la incesante politización y evolución organizativa de los habitantes del Distrito Federal, tuvieron que transcurrir casi 50 años para que la Reforma Política de 1977 se reconociera –en la Reforma de aquel año-, se reconociera la importancia de la opinión de los ciudadanos de la Capital en las decisiones políticas que los involucran directamente a través de las figuras de referéndum y consulta popular.

Vinieron los sismos de 1985 y una poderosa movilización social que suplantó la parálisis gubernamental y que marcó el inicio de un largo proceso de democratización de la Ciudad de México, que 30 años después parecen dispuesto próximo a consolidarse.

Ese proceso democratizador se enriqueció con los trabajos de las dos Asambleas de Representantes, institución introducida con la Reforma de 1986, con la Reforma Política de 1996, con la elección en consecuencia del primer Jefe de Gobierno y la Asamblea Legislativa en 1997, así como con los sucesivos procesos electorales que en el año 2000 se han realizado para renovar a jefes delegacionales, asambleístas, diputados locales y titulares del Gobierno de la Ciudad, así como con los diferentes ejercicios de participación ciudadana con carácter vinculante.

La Ciudad de México, la comunidad política del Distrito Federal ha sido y se ha convertido a lo largo de estos 30 años en una de las comunidades con mayor dinamismo y mayor índice de participación en la decisión de los asuntos locales.

La práctica de esos procesos democráticos y de manera muy especial el consenso logrado entre los partidos políticos, la Academia y especialistas en torno a la necesidad de transformar el régimen constitucional de la Ciudad de México, han contribuido a crear, me parece, el contexto adecuado para que en los próximos meses se establezca una asamblea Constituyente para la Capital.

Modificar el estatus constitucional del Distrito Federal, es un hecho que trasciende a la de por sí relevante expedición de un ordenamiento Constitucional para la Capital de nuestro país.

Significa hacer congruente el espíritu democrático que ha animado los movimientos sociales más importantes de nuestra historia.

Para la Federación, implicará reconocer que todas las entidades que forman parte del Pacto Federal tienen los mismos derechos políticos como se desprende, repito, de la enumeración de las entidades fundadoras del Pacto Federal que establece el Artículo 43 de la Constitución vigente.

Para los actores políticos y autoridades de la Ciudad, tendrá que ser un incentivo para perfeccionar las instituciones y los servicios que prestan fortalecer la representación política y consolidar los instrumentos de retroalimentación con la ciudadanía.

Es además, como ha sido mencionado ya por quienes me antecedieron, es una oportunidad invaluable para repensar en clave de democracia constitucional, o si se quiere en clave de derechos el marco político normativo de nuestra Ciudad.

Para las y los ciudadanos, además, un eventual nuevo régimen constitucional deberá traducirse en un mayor involucramiento en la vida pública, en un estímulo para participar en la toma de decisiones y para controlar, mediante el ejercicio de los derechos, el ejercicio a su vez del poder político.

Reconocer plenamente los derechos soberanos de la comunidad política de la Ciudad de México, es saldar una deuda con la historia y un reconocimiento del Estado de Derecho, siempre se puede perfeccionar mediante la participación por los cauces institucionales y con la comunión de objetivos entre partidos representantes, populares y ciudadanos.

Muchas gracias senador Delgado, a los organizadores, por involucrar al Instituto Nacional Electoral en la planeación de los trabajos de este seminario.

Nosotros entendemos que la Constitución es ante todo, ante todo, un pacto político y, por lo tanto, definir las reglas del juego democrático en una comunidad política dada, requiere –como lo sostenía Norberto Bobbio– el más amplio consenso político posible.

No se trata de tomar decisiones con una simple mayoría, las reglas del juego democrático, que son las que están plasmadas en una Constitución, requieren un consenso extraordinario; y en ese sentido, el proceso constituyente tiene que ser precisamente eso: un ejercicio de involucramiento de todas y las muy variadas posiciones políticas que existen en una comunidad en la que el pluralismo se ha sentado como un carácter distintivo, es decir, la de nuestra Ciudad.

El rol del Instituto Nacional Electoral en la recreación democrática es central, y por lo tanto, para nosotros es una oportunidad invaluable el acompañar las reflexiones que deberán derivar en la plena reconstitucionalización de la Ciudad de México; pero también apropiación, en consecuencia, de los derechos políticos relegados desde hace ya muchísimas décadas, para que podamos involucrarnos como ciudadanos en el gobierno de lo que es local y en la defensa de nuestros derechos fundamentales, frente a los poderes políticos.

Muchísimas gracias.

SENADOR MARIO DELGADO CARRILLO: Muchas gracias al doctor Córdova.

Le correspondería el uso de la palabra al doctor Pedro Salazar, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

Gracias, Pedro. Bienvenido, doctor.

DOCTOR PEDRO SALAZAR: Muy buenos días tengan todas y todos ustedes. A título personal y a nombre del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, quiero agradecer la invitación para habernos sumado a la organización de este evento; y quiero celebrar también la organización del mismo.

Senador Miguel Barbosa, presidente del Senado, es un gusto estar aquí con usted.

Lo mismo, senadora Mariana Gómez del Campo. Mario Delgado, senador, con quien tuvimos –como él ya decía– la oportunidad de imaginar este evento juntos.

Doctor Lorenzo Córdova, presidente del Instituto Nacional Electoral. Diputada Aleida Alavez, es un gusto estar también con usted.

Y Porfirio Muñoz Ledo, quien además de representar al Jefe de Gobierno el día de hoy en este evento; tiene la enorme responsabilidad de, desde el gobierno de la Ciudad, encausar los trabajos que hoy nos convocan.

Quiero advertir que nos reunimos el día de hoy para continuar, como ya se ha dicho aquí, una reflexión que ha comenzado hace mucho tiempo y que esperemos que en verdad en los próximos meses, no sé, semanas –senador–, rinda resultados.

Quiero advertir también que no se trata de un foro netamente académico. Sin duda, los problemas que nos convocan y los temas que analizaremos tienen una dimensión que nos interesa a quien nos dedicamos al estudio de las cuestiones jurídicas y políticas. Pero en realidad, la finalidad de esta actividad y de este foro también tiene una orientación práctica, una orientación política, una orientación de impacto –esperemos– en las decisiones que se adoptarán para bien de la Ciudad de México.

Si se adopta, cuando se adopte la decisión que quedó pendiente en el mes de diciembre, se tratará de una decisión política con múltiples decisiones jurídicas y muchas implicaciones; porque en realidad lo que está pendiente es una decisión habilitante para que se adopten otra serie de decisiones jurídico-políticas fundamentales. Esas decisiones que serían, en su caso, las decisiones propiamente constituyentes.

Esto no es irrelevante. Por la naturaleza del Estado Mexicano y por la historia, política y jurídica de la Ciudad de México, su poder constituyente no sería ni será un poder originario; sino que tiene que ser un poder derivado de la Constitución nacional.

Por ello, se requiere de la decisión habilitante que permita una constitucionalización, aunque parezca paradójico, con fundamento constitucional. Por eso será tan interesante la primera mesa de este evento, en la que participarán el doctor Diego Valadez, el doctor José María Serna de la Garza, el doctor Ignacio Marván y que será presidida por el doctor Eduardo Castellanos.

En esa mesa se hablará precisamente de cómo debe de llevarse a cabo el proceso de constitucionalización.

Ya se ha dicho –y quiero reiterarlo– el tema de la Asamblea Constituyente no es un tema menor, es un asunto de la máxima relevancia; debe ser garantía de legitimidad política y de calidad técnica. Por lo mismo, yo también estoy convencido de que debe ser una asamblea especial con un mandato específico y concreto, ni más ni menos que constitucionalizar a la Ciudad de México. No olvidemos que un poder constituyente es un poder especial con una naturaleza política especial y con una misión jurídica extraordinaria.

Tenemos ante nosotros la oportunidad de aprobar un documento sólido en su contenido, garantista en su sentido y coherente en su estructura; una Constitución accesible a las personas y útil como instrumento legal para organizar la convivencia social de manera pacífica. De hecho, creo y tengo para mí, que el ejercicio constituyente en el Distrito Federal puede llegar a ser modélico para el país en su conjunto y puede sentar las bases para una reflexión pendiente y presente al mismo tiempo de cara al centenario de la Constitución en 2017.

La segunda y la tercera mesa de este evento, estarán orientadas a pensar cuál debe ser el contenido ideal de esta Constitución; una mesa dedicada a pensar el tema de los derechos humanos en la que participarán Mónica González Contró, Miguel Carbonell, Ana Laura Magaloni, Leticia Bonifaz, y que será presidida por José Ramón Amieva.

Y una segunda mesa que estará orientada a pensar la organización del poder, la estructura y el diseño de los poderes en la Ciudad de México y en la que participarán: Armando Hernández Cruz, Alejandro Madrazo, Alejandro Poiré, Julio Ríos, y que será presidido por Emilio Buendía Díaz.

Al respecto, sobre esta organización las mesas, sobre todo de esta mesa segunda y tercera dedicada respectivamente a los derechos y la organización del poder, quiero hacer una breve reflexión:

Es fundamental que los dos apartados de la Constitución estén profundamente imbricados. Una Constitución no sólo es, aunque deba ser una carta de derechos, que además ojalá tratándose de la Ciudad de México, por su historia constitucional y por su historia legal de los últimos años, sea una carta de derechos amplia con una fuerte orientación igualitaria, incluyente y antidiscriminatoria, sino que también la Constitución debe contemplar una organización del poder que sea precisamente funcional a la garantía y a la protección de esos derechos.

No olvidemos que la Constitución mexicana –ya se hacía mención aquí a la reforma de junio de 2011– dice con claridad que es obligación de todas las autoridades en el país promover, proteger, respetar y garantizar los derechos humanos de todas las personas, las autoridades involucradas en la reforma política del Distrito Federal y, eventualmente, de la constitucionalización de la Ciudad de México deben de respetar y observar este mandato constitucional fundamental.

Pero además, como ha dicho Roberto Gargarella, que nos hará favor de dictar la conferencia magistral el día de hoy inaugural de este Seminario, en América Latina a veces hemos olvidado que para garantizar a los derechos, para protegerlos, respetarlos y promoverlos, es fundamental mirar a lo que él mismo llama “el cuarto de máquinas de la Constitución”. El diseño de los poderes debe de ser un diseño que permita brindar garantía a los derechos.

La Constitución de la Ciudad de México –ojalá– puede y debe tener un diseño del poder que permita, sin duda, la gestión política eficaz, la protección efectiva de los derechos y algo fundamental que no quiero dejar de mencionar: la rendición de cuentas de los gobernantes.

También en esto tenemos la oportunidad de dar un ejemplo urgente en este país lastimado por tanta corrupción e impunidad. Miles de personas están esperando que haya decisiones en realidad orientadas a que la transparencia, la rendición de cuentas sean expedientes vigentes reales en el país y creo que tenemos en esta oportunidad la posibilidad de dar un paso decidido en esa dirección.

Así que con esto concluyo: nos convoca, sin duda, un tema, lo decía ya al inicio, que es de interés para nosotros en la academia, pero que es de enorme trascendencia política para el país.

Por lo mismo, de nuevo festejo y celebro la organización de este seminario; agradezco a nombre del Instituto de Investigaciones Jurídicas la posibilidad de co-convocarlo y deseo mucho éxito a los trabajos que han iniciado hace ya algunos minutos.

Muchas gracias.

SENADOR MARIO DELGADO CARRILLO: Muchas gracias.

Le pedimos al Comisionado Especial de la Reforma Política para el Distrito Federal, al licenciado Porfirio Muñoz Ledo, si nos hace el favor de dedicarnos un mensaje, por favor.

COMISIONADO PORFIRIO MUÑOZ LEDO: Agradezco enormemente a mi amigo, el senador Mario delgado, promotor incansable de esta y otras reformas, que me invite a decir unas cuantas palabras, cuando en realidad estaba yo previsto en la clausura.

Lo haré a nombre propio y de las autoridades del gobierno de la ciudad de México, que hemos trabajado también de modo constante en la promoción de esta reforma dentro de nuestras atribuciones legales.

Aquí se ha recordado que esta es una de las disputas jurídicas y políticas más antiguas de la nación mexicana. No digo desde el establecimiento del primer ayuntamiento en Coyoacán, por Hernán Cortés, porque sería llevar el debate demasiado lejos, pero tiene que ver también.

No hay ningún proceso constitucional en el país, en toda su historia, en el que no sea tocado de alguna manera el tema de la naturaleza jurídica de la ciudad de México.

Y en muchos lugares del mundo, prácticamente todos aquellos en el que coincide la capital de un país, sea federalista o centralista, esto es indistinto y al mismo tiempo una gran metrópoli. Por eso algunos países han escogido como capitales ciudades pequeñas.

Esta dicotomía lo es en varios sentidos: primero, es evidente que los habitantes de una capital tienen ventajas en muchos aspectos, de servicios públicos y de desarrollo económico y social, pero lo tienen como súbditos, no lo tienen como ciudadanos.

No voy a hacer la historia, son unas cuantas palabras de saludo, pero se cuentan más de 20 formas jurídicas distintas en el Siglo XIX y en el México postrevolucionario, que se otorgaron a esta ciudad y debates célebres, como el que se sostuvo en 1857.

El periodo contemporáneo, diré en segundo término, comienza prácticamente en los años ochenta. No pocos autores lo conectan con el proceso de toma de conciencia de la ciudad, respecto de su propia capital, cuan del sismo de 1985.

Desde ahí hay un continuo hasta hoy. No hay prácticamente ningún año en el que no haya un proyecto, en que no haya una reforma, en el que no haya una ampliación.

Logramos, en una negociación difícil, en el año de 96, junto a la creación de un IFE autónomo en una mesa separada la autonomía de la Ciudad de México por lo que hace a la elección popular de su Jefe de Gobierno y de sus jefes delegacionales.

Hubo un nuevo proyecto en 2001, hubo otro en 2007, cuando la famosa “Cenca”; hubo otro en 2010, dos de ellos tuvieron unanimidad en la Asamblea de Representantes y uno de ellos el 96 por ciento de la votación en la Cámara de Diputados favorable.

Hay la Iniciativa del doctor Miguel Ángel Mancera, Jefe de Gobierno de la Ciudad, sobre la cual ha recaído un dictamen que está en primera lectura.

Hasta ahí la pequeña historia de los intentos contemporáneos.

Yo creo que lo que debemos poner de relieve es la voluntad expresada muchas veces y aquí nuevamente, tanto de los representantes populares como de los expertos y como de los actores políticos de obtener esa autonomía de la ciudad y democratizar la vida de sus habitantes.

Es necesario revisar los conceptos. Si vemos la palabra escrita y oímos la palabra dicha sobre casi todos los temas, está manifiesto un consenso.

Otros están confiados a la imaginación jurídica, como descentralizar a las demarcaciones que se quedarán en vez de las delegaciones, manteniendo la unidad del conjunto.

Yo creo con imaginación política e inspirados en el Artículo 124 de la Constitución, el de las facultades residuales podrá haber, como aquí se ha pedido, autoridades locales eficaces y democráticas.

Cómo organizar el Constituyente, es quizá el tema más debatido. Yo simplemente levanto una estadística:

Todos los que han hablado, hasta a mí, se han pronunciado por un Constituyente independiente, autónomo, con una elección propia y distinta de las tareas habituales de la Asamblea existente, o de la que se elija de inmediato.

Es entonces estas palabras para felicitar a quienes aquí han hablado, para decir que la sola relatoría de esta reunión puede ser bien divulgada, un principio de debate a escala más amplia e instar muy respetuosamente al Senado de la República, en un primer término; después a la Cámara de Diputados y luego a los congresos de los estados que corren el peligro de convertirse en entidades, para que tengamos pronto esta tan esperada Reforma y el mayor involucramiento de la sociedad en el proceso.

Muchas gracias.

SENADOR MARIO DELGADO CARILLO: Muchas gracias, Porfirio.

Le vamos a pedir al senador Miguel Barbosa, que nos dirija unas palabras y declare inaugurado el evento.

Por favor.

SENADOR MIGUEL BARBOSA HUERTA: Buenos días a todos los que hoy, ellas y ellos, nos reunimos en esta explanada, en este Patio del Federalismo de esta casona de Xicoténcatl, antigua sede del Senado de la República, y también hoy sede alterna.

En este hermoso patio que alberga reuniones permanentemente, foros.

En este lugar desarrollamos muchas de las tareas importantes del Senado, de organizaciones, un lugar donde se difunde la cultura. Es la casa de las y los mexicanos. La casa de ustedes.

Bienvenidos.

Y desde luego, felicito la organización de este foro, de este evento por parte de la Comisión del Distrito Federal del Senado de la República, a su presidente, la senadora Mariana Gómez del Campo, presente e integrante también de la Comisión del Distrito Federal; los dos legisladores de esta demarcación de la capital de la República.

Y debo decirles que la reforma política del Distrito Federal, que es la reforma en la Constitución General de la República, es un asunto que ya maduró; ya hay, perdón, aquí está también la senadora Blanca Alcalá, integrante del Grupo Parlamentario del PRI, y también integrante de la Comisión del Distrito Federal. Bienvenida, Blanca.

Decirles que el momento político para aprobar una reforma a la Constitución general de la República, en relación al Distrito Federal, ya llegó. Formó parte de los acuerdos de las importantísimas reformas constitucionales que han ocurrido a partir del año 2013 y que quedó pendiente, porque esta reforma aun cuando no es de las que provoca un asunto de debate ideológico, porque yo no veo a ningún hombre o mujer del Distrito Federal que no quiera la reforma política del Distrito Federal; sí es de los asuntos en los que ya coyuntura política lo ha consumido.

Cada vez que llega el momento de que haya una aprobación sobre la reforma política del Distrito Federal, es más fuerte la coyuntura política y lo deja a un lado.

Diciembre de 2013 fue el primer momento, había un acuerdo casi completo, pero las condiciones que se dieron en ese momento entre las fuerzas políticas lo impidieron. Todo 2013 transitó así y al final del 2014 ocurrió lo mismo.

Pero veo voluntad del Gobierno Federal, del Partido Acción Nacional, del Partido Revolucionario Institucional, del Partido de la Revolución Democrática y de todas las fuerzas representadas en el Poder Legislativo mexicano, para sacar una reforma a la Constitución general relacionada con el Distrito Federal.

Ahí están presentes, no es en los siguientes meses, no debe ser en este Senado; debe ser en los siguientes días cuando se discuta, se construya un acuerdo y se apruebe la reforma política del Distrito Federal. No puede seguir con el mismo destino de estar detenida por coyunturas políticas.

Quiero decirles que la primera definición, y pueden contradecirme aquí los doctores en Derecho: el doctor Diego Valadés, Pedro Salazar, el propio Lorenzo Córdova, el maestro Porfirio Muñoz Ledo; pero una ley lo primero que es, es un acuerdo político entre las fuerzas que lo resuelven, más allá de las definiciones técnicas que sobre una ley en el proceso legislativo, lo primero que se hace es un acuerdo político entre las fuerzas.

Esos acuerdos políticos pueden no llegar a ser los mejores y por eso luego el Poder Legislativo en el mundo aprueba leyes que no son de la utilidad que se pretende.

Pero hay que hacer posible ese acuerdo político para el Distrito Federal; desproveerlo de los cálculos político-electorales de las fuerzas que compiten, quitarlo de las coyunturas.

Pensar que los constituyentes que serán quienes construyan la Constitución del Distrito Federal, la Constitución local del Distrito Federal, tendrán toda la capacidad, toda la ética, toda la autonomía, todos los elementos para generar la mejor Constitución, la Constitución más democrática que garantice derechos, que establezca condiciones posibles para que la ciudad viva mejor y que, sobre todo, establezca un régimen de separación de derechos auténtico.

Lo que ha generado el desvío en el ejercicio de la autoridad; lo que ha generado el desvío en el desempeño del servidor público, es que los poderes no sean auténticamente independientes ni autónomos.

A nivel federal, yo he dicho y lo digo como autocrítica, que las cámaras, que el Poder Legislativo no hemos sido capaces de construir un auténtico y autónomo régimen en el régimen de un Poder Legislativo; no hemos sido capaces.

Aún somos el poder en donde, más allá de la opinión que se debe tener sobre nuestro desempeño, muchas veces está afectada la autonomía con la que desarrollamos nuestras actividades en el ejercicio de nuestras funciones.

Y no extiendo la crítica a los otros poderes, solamente la autocrítica al Poder Legislativo.

Así tienen que ser los poderes en el Distrito Federal: autónomos, independientes, y eso se tiene que garantizar desde la Constitución que nuestros legisladores electos sea así.

Una o dos asambleas; establecer las características para ello, pero resolverlo ya, no calcular a que sean después, a que sea dentro de meses, dentro de años, no; la Constitución debe ser reformada en materia del Distrito Federal. Establecer las condiciones para que haya un poder constituyente en el Distrito Federal y tengamos todo el andamiaje legal para que esta ciudad tenga una nueva etapa en este esquema de funcionamiento de esta capital.

¿Cuántas cosas han ocurrido para que lleguemos a esto?

Yo no quiero crear una controversia, pero esta reforma debió haber sido del año 2000, cuando ocurrió una transición política, pero no hubo condiciones para que eso ocurriera.

Hoy, aprovechemos que las hay. No dejemos pasar este momento; no lo dejemos pasar.

En el 88 tuvimos los primeros senadores de esta demarcación distintos a los del partido dominante. El licenciado Porfirio Muñoz Ledo y la licenciada Ifigenia Martínez Navarrete; ellos dieron la gran pelea por acredita que en las cámaras podía hablarse de diferente manera y poderse argumentar desde una posición absolutamente democrática.

La democracia no significa el rupturismo; no significa la confrontación. Significa el encuentro de la pluralidad, de la diversidad y la construcción de los acuerdos que son los productos legislativos.

Hagamos de este momento un momento exitoso para que estos foros y otros más puedan dar insumos para generar ese gran producto legislativo que debe ser hoy la reforma a la Constitución General de la República en lo referente al Distrito Federal.

Gracias.

Felicito a los organizadores, a la Comisión del Distrito Federal, a su presidente, a sus integrantes, Mariana, Blanca, a todos ustedes. Agradezco la participación de los ponentes en este importante evento. Va a servir de mucho a los trabajos que desarrollemos en los siguientes días; tendrán que ser en los siguientes días.

Honrado con la presencia de Lorenzo Córdova, Presidente del Instituto Nacional Electoral y, de verdad, destacando la presencia del licenciado Porfirio Muñoz Ledo, quien ha sido un hombre que a lo largo de su vida ha estado pendiente del constitucionalismo en México.

Gracias, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas. Gracias a Aleida Alavez, diputada federal, política empeñosa activista de la izquierda mexicana del PRD en el Distrito Federal.

Gracias, Mario, felicidades.

Por tanto, si me permiten, los molesto poniéndose de pie.

Siendo las 10:37 minutos del día lunes 9 de febrero de este año 2015, como Presidente del Senado de la República, declaro inaugurado este Foro “Hacia una Constitución para la Ciudad de México”, estando seguros de que los trabajos que se desarrollen van a servir como insumos para el Poder Legislativo y tenerlos en cuenta para construir la mejor reforma a la Constitución General de la República para el caso y en materia del Distrito Federal.

Gracias. Felicidades a todos ustedes.

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