* Versión de las palabras del senador Héctor Larios Córdova, presidente de la Comisión de Comercio y Fomento Industrial, al participar en la inauguración del Foro “El futuro del TLCAN tras 20 años de su entrada en vigor”, en el Senado de la República
Muchísimas gracias, Juan Carlos.
En primer lugar, felicitar a la Comisión de Relaciones Exteriores América del Norte, que preside la senadora Marcela Guerra, que seguramente en unos momentos más se integrará a esta reunión, dado que viene de haber participado en la última ronda de negociaciones del TPP.
Felicitar a esta Comisión.
En estos dos meses que han transcurrido de la celebración de los 20 años de vigencia del Tratado de Libre Comercio en América del Norte, me parece que se han hecho muchísimos comentarios, muchísimos análisis sobre el resultado de este acuerdo.
Yo creo que independientemente de los aspectos que algunos señalan negativos de este acuerdo, prevalecen las enormes ventajas que para México ha significado el haberse integrado a esta región comercial de América del Norte. No cabe duda que nuestro comercio exterior ha crecido por el orden de 7.5 veces más en estos 20 años, que el peso del comercio exterior en la economía mexicana es hoy enorme, casi poquito más del 50 por ciento del Producto Interno Bruto está relacionado con el comercio exterior; de tal forma que si dejáramos de tener ese comercio que hoy tenemos, pues perderíamos la mitad de nuestro Producto Interno Bruto, y eso es algo que deberíamos de valorar y buena parte es fruto de este acuerdo comercial.
El flujo de inversiones, dado que México se convirtió también en un país trampolín para acceder al mercado más grande del mundo, que es Estados Unidos, fue enorme, ha crecido cerca de 10 veces el flujo anual de inversiones extranjeras en México y eso al final del día pues es ahorro externo que permite que haya desarrollo en este país.
Creo que también ha hecho falta un análisis del cambio para los mexicanos con este acuerdo. Sin duda alguna, independientemente del crecimiento al doble del ingreso per cápita de los mexicanos, al pasar de cinco mil a 10 mil dólares, yo creo que la calidad de vida de los mexicanos ha cambiado radicalmente con este acuerdo. A veces es difícil hacer remembranzas de cómo era el país antes del ingreso de México al GATT y antes del Tratado de Libre Comercio.
Nada más por hacer alguna referencia, la industria de línea blanca en este país producía bienes de pésima calidad. Cuando se abrió el comercio con el TLCAN, con el Tratado de Libre Comercio, pues todas estas industrias tuvieron que transformarse y tuvieron la competencia de productos norteamericanos. Hoy la industria mexicana de línea blanca es competitiva, exporta a América del Norte y los mexicanos, que es lo que importa, disponemos de productos de la mejor tecnología y de una calidad que no tiene comparación con los que teníamos acceso antes de los acuerdos comerciales.
Desde luego que también han bajado radicalmente los precios. Quizá una de las estrategias de haber ingresado al GATT fue reducir los precios que en esas épocas de enorme inflación en México, pero ahora tenemos calidad y precio mucho más accesible de lo que hubiéramos tenido sin un acuerdo comercial, y lo más importante: hay muchísimas plazas de trabajo, las mejores pagadas en este país, que están relacionadas precisamente con el comercio exterior.
A 20 años de distancia, pues creo que siempre hay dos preguntas: ¿Se podrá reformar el TLC? Yo en lo personal ―es una reflexión totalmente personal― creo que es políticamente dificilísimo para cualquiera de los tres socios comerciales. México sacó ventajas en algunas de las partes de este acuerdo. Yo creo que es un acuerdo benéfico por ejemplo en el campo, pero sería absolutamente imposible políticamente abrir la negociación del campo, tanto para los mexicanos como para los canadienses y norteamericanos.
Quizá podemos complementar este acuerdo con los temas que no estaban a través de otros acuerdos comerciales que nos obliguen a ambos incluir los temas que no están o renegociar los temas en donde tuvieron sus intereses.
Creo que el primer reto que tenemos es integrarnos ahora como una región que compite en el comercio mundial, y para podernos integrar necesitamos avanzar en el desarrollo de capacidades humanas. Creo que una de las reflexiones más importantes de estos análisis que se han hecho a 20 años del TLC es la importancia de que en esta región nos impulsemos mutuamente en desarrollar las capacidades humanas, el desarrollo de habilidades humanas nos permitirá ser una región competitiva frente al resto de las economías.
México también tendrá el reto de diversificar su comercio. A principios, en los primeros 30, 40 años del siglo antepasado, de 1800, 1900, que es el siglo pasado, la mayor parte del comercio mexicano era con Europa; hoy, y desde hace muchos años, la mayor parte de nuestro comercio es con Estados Unidos, el 80 por ciento de nuestro comercio exterior es con Estados Unidos, y eso sin lugar a dudas tiene ventajas pero también tiene desventajas. Debemos de pensar en estrategias en México no solamente integrarnos más como región, como una región competitiva, sino también estrategias que nos permitan diversificar nuestro comercio.
Y finalmente, creo que también tenemos que pensar la posición que México tiene que tener tanto en las negociaciones que se están realizando ahorita del TPP, como de otros acuerdos, en los temas en donde necesitamos meterle más en términos de los intereses de los mexicanos. Los temas de propiedad intelectual, que es un tema central, por ejemplo en la negociación del TPP y de otros acuerdos comerciales que no estaba incluido porque no era un tema central; en comercio electrónico, etcétera.
Me parece que independientemente de poder o no modificarse el TLC, va a ser modificado lateralmente y creo que seguirá siendo un factor determinante en la economía mexicana, quizá por otros 20 años o más.
Yo agradezco a todos ustedes su presencia y les doy la bienvenida, y daríamos curso al programa que está establecido.
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