Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Buenos días a todos, muchas gracias por acompañarnos a este foro el cual estoy segura será muy productivo y nos dejará grandes enseñanzas y tareas que implementar. Me da gusto contar con todas estas instituciones presentes, sin su apoyo, sin su labor diaria el tema de cambio climático sería un tema ajeno a la realidad de la mayoría de mexicanos.

En diciembre pasado, como sabemos, se llegó a un acuerdo en París para que las naciones del mundo redujeran sus emisiones de gases de efecto invernadero con el propósito de aminorar las peores consecuencias del fenómeno.

Es importante resaltar que son más de 100 años desde que se predijo el efecto que tendría el dióxido de carbono en la atmósfera terrestre. Esto quiere decir que tuvimos 100 años para prevenir el cambio climático. Sin embargo, no fue hasta 1992 que se creó la Convención Marco sobre el Cambio Climático con el objetivo de evitar la “interferencia peligrosa con el sistema climático”. Después de un fracaso con el Protocolo de Kioto en el que no firmó Estados Unidos de inicio y que Rusia, Canadá y Japón optaran por renunciar al Protocolo para el segundo periodo de compromisos, ahora, tras más de 20 años, se acuerda en París, en la COP21 un nuevo compromiso por todas las naciones del mundo para reducir sus emisiones, en un mundo por encima de las 400 partes por millón de dióxido de carbono y el aumento de más de 1 grado de la temperatura promedio global. Ahora, tras 100 años de la predicción, ya el cambio climático dejó de ser algo prevenible, para transformarse en un fenómeno con el que tendremos que enfrentarnos, lo queramos o no.

Debemos ser muy conscientes de que esto es resultado directo de la inacción ante la predicción del riesgo. Dicha inacción ya comprometió al mundo a un aumento de la temperatura cercana a 1.5 grados centígrados independientemente de las acciones que se realicen hoy o en el futuro.

La voluntad de las naciones y su capacidad de acción para prevenir un riesgo no fueron suficientes para evitar que ocurriera el fenómeno. Así, nos vemos forzados a entrar a una nueva era en el mundo; una era de cambio climático. Tendremos que dejar atrás las condiciones amables del planeta a las que estamos acostumbrados para enfrentar un tiempo de impactos, de daños y pérdidas. Esto no es amarillismo, es un pleno reconocimiento de la realidad que enfrentamos.

Las naciones del mundo deben mitigar el fenómeno, pero para México, un país responsable apenas del 1% de los gases de efecto invernadero a nivel global, su prioridad debe ser, sin lugar a dudas, adaptarse. No es una opción, es una obligación para aprender a vivir en una era de cambio climático.

Desafortunadamente, México es un país que por su situación geográfica resulta muy vulnerable a los impactos del cambio climático. México adquirió compromisos voluntarios para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, al igual que el resto de las naciones que se reunieron en París. Mitigar el fenómeno es fundamental ya que, si las emisiones siguen en aumento, las consecuencias serás cada vez peores. Sin embargo, la mitigación es sólo la mitad de las acciones requeridas. La otra mitad, es planear la mejor manera de enfrentar los impactos que ahora son inevitables.

Se requerirá concentrar nuestros esfuerzos en una eficaz planeación nacional, estatal y local para enfrentar aquello que ya no podemos evitar. La falta de información y estrategias sobre cómo hacer frente a los impactos del cambio climático provocan problemas sociales, de salud y económicos, por lo que es necesario encaminar los planes de acción hacia la adaptación, en los que se incluya la participación de todos los actores posibles. De esta manera, debemos sumar esfuerzos con el objetivo de adaptarnos a los nuevos tiempos. Ya no hay alternativa.

Es nuestra tarea involucrar a todos los sectores en las tareas de adaptación: a tomadores de decisiones, a los posibles afectados, al sector privado y a la sociedad civil.

Un aspecto primordial de la adaptación es que requiere forzosamente de cambios en las prácticas, procesos y estructuras de los sistemas, es fundamental que pongamos en el centro de las políticas públicas a los seres humanos; aquellos quienes van a sufrir las inclemencias de una nueva era; necesitamos diseñar estrategias a mediano y largo plazo acordes a cada municipio, a cada estado, ya que en cada uno de ellos se viven diferentes realidades y necesidades.

Cierro con una última reflexión sobre este último punto: Nuestra misión desafortunadamente ya no es prevenir lo prevenible, sino manejar lo inevitable y evitar lo inmanejable. A lo largo de estos tres días de trabajo, de discusión y debate, recordemos en todo momento que lo que discutimos no son sólo cifras; no son datos y estadísticas. Detrás de cada dato, de cada escenario y proyección de impactos, hay seres humanos que sufrirán en gran medida por no actuar cuando se pudo prevenir.

Señores, el futuro no nos esperará y las buenas intenciones por sí solas no evitarán el sufrimiento de las personas. Nuestro trabajo de adaptación en la era de cambio climático comienza ahora.

Gracias y bienvenidos nuevamente.