Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Versión de la intervención de la senadora Laura Angélica Rojas Hernández, en la ceremonia de conmemoración y exhibición fotográfica sobre el 70 aniversario del bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki
Gracias, muy buenos días a todos y a todas.
En primer lugar agradecerles que nos acompañen el día de hoy en esta mañana, gracias por su interés.
Y, bueno, pues voy a empezar por supuesto saludando a quienes nos acompañan en el presídium. En primer lugar al excelentísimo señor Akira Yamada, embajador de Japón en México; al embajador Alfonso de Maria y Campos Castelló, director del Instituto Matías Romero de la Secretaría de Relaciones Exteriores; al señor Nobutaka Wakui, presidente de la Asociación México-Japonesa; por supuesto también a mi compañera la diputada Beatriz Eugenia Yamamoto, presidenta del Grupo de Amistad México-Japón; señoras y señores:
Muy buenos días a todos. Nos encontramos reunidos el día de hoy con motivo del 70 aniversario de los bombardeos atómicos de las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, acontecidos el 6 y 9 de agosto de 1945, respectivamente.
Estas fechas no sólo marcan uno de los episodios más trágicos en la historia de la humanidad, sino que representan también un momento crucial para la reflexión con el claro objetivo de continuar impulsando los esfuerzos, a fin de evitar una tragedia similar en el futuro.
Es una ocasión para pensar en las víctimas, expresar nuestras sinceras condolencias por las cuantiosas vidas humanas que se cobró este lamentable acontecimiento y nuestro reconocimiento tanto a los sobrevivientes, los llamados “hibakusha”, y su extraordinarias lecciones de vida, como a quienes aún hoy sufren de alguna manera las secuelas de esta destrucción generalizada.
Conviene tener presente que las consecuencias humanitarias de una detonación de armas nucleares hoy en día serían considerablemente mayores y sus potenciales efectos en todos los ámbitos de la vida humana desde la salud y el medio ambiente, pasando por la economía y el desarrollo integral de las generaciones actuales y futuras, serían realmente devastadoras.
En tanto, los riesgos que presupone el uso de armas nucleares afectan a la comunidad internacional en su conjunto, el ámbito multilateral sin duda constituye uno de los principales escenarios desde el cual resulta necesario abordar las problemáticas asociadas con la proliferación de las armas nucleares e insistir en considerar con claridad su naturaleza intrínsecamente inhumana.
Hay que recordar que si bien el mundo no cuenta ya con los arsenales nucleares de la Guerra Fría, aún hay más de 17 mil armas nucleares, 2 mil de ellas prácticamente listas para ser detonadas. La amenaza es clara y contundente en la medida en la que existe un claro riesgo de detonación, accidental o intencional, o bien de que sean utilizadas por actores no estatales de manera indiscriminada.
El desarme nuclear fue, en efecto, el tema de la primera resolución que emitió hace también casi 70 años la Asamblea General de las Naciones Unidas. Desde entonces, hay una multiplicidad de esfuerzos multilaterales que merecen ser destacados. Por un lado, destaca la celebración de las conferencias sobre el Impacto Humanitario de las Armas Nucleares en Oslo, en 2013; Nayarit en 2014; y Viena, en diciembre también de 2014.
Se trata de un esfuerzo extraordinario para enfatizar y generar conciencia en torno a las consecuencias humanitarias de la utilización de estas armas. Estas conferencias han puesto el énfasis en la urgente necesidad de una nueva ética global para reducir la amenaza global y alentar a los pueblos a trabajar juntos por un mundo más seguro y un futuro que se base cada vez más en los valores universales de la paz, el bien común y la coexistencia pacífica.
Otro de ellos tiene que ver con el Tratado para la Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, del cual México y Japón somos Estados Parte, cuya entrada en vigor nos acercaría al objetivo de un mundo más seguro. El establecimiento de zonas libres de armas nucleares es claramente otra vía en la que México ha sido pionero con la entrada en vigor hace más de cuatro décadas del Tratado de Tlatelolco y la consolidación de la primera región libre de armas nucleares en América Latina y el Caribe.
Es preocupante, sin embargo, que a casi cinco décadas de encontrarse en vigor el principal acuerdo internacional en la materia, el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares --o TNP--, un número importante de cláusulas, obligaciones y compromisos sigan aún sin instrumentarse a cabalidad.
Con todo, el régimen que emana de este Tratado a partir de los denominados pilares contenidos en sus disposiciones, es decir, la no proliferación, el desarme y el uso pacífico de la energía nuclear, deben ser aún los ejes torales de un nuevo activismo global bajo un supuesto esencial: el futuro de la humanidad no puede descansar precisamente bajo la premisa de su propia destrucción.
Estoy convencida de que estamos en presencia del momento idóneo para encabezar nuevos esquemas multilaterales en materia de desarme y no proliferación. La conclusión de las negociaciones para el plan de acción de Viena entre Irán y el denominado G5+1 así lo demuestran.
Más aún si la comunidad internacional ha concretado regímenes estrictos para limitar la ocurrencia de horrores y desgracias provocadas por armas inhumas como las químicas, ¿por qué las armas nucleares no pueden ser susceptibles de esquemas cada vez más restrictivos y eventualmente de proscripción de las mismas?
Tal y como lo dijo el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, durante la conmemoración de esta misma efeméride en 2010, tenemos como tarea pendiente trabajar en favor de nuestro sueño de generar las condiciones para que las generaciones venideras puedan vivir en un mundo más libre, pacífico y seguro.
Evidentemente hay mucho por hacer y un espacio de acción de gran importancia lo constituye el terreno legislativo. Un ejemplo de ello es la resolución adoptada por consenso durante la 130 Asamblea de la Unión Interparlamentaria, en marzo de 2014, sobre la contribución de los parlamentos a un mundo libre de armas nucleares.
El llamado de esta importante resolución fue a que los parlamentarios contribuyan activamente a sensibilizar a los ciudadanos sobre los peligros que las armas nucleares continúan representando, a trabajar con sus respectivos gobiernos para garantizar el pleno respeto a todas las disposiciones del Tratado de No Proliferación y su Plan de Acción y a crear, en todos los niveles, las redes y coaliciones multipartidarias, con la participación de la sociedad civil a favor de la no proliferación y el desarme.
Destacar y difundir las consecuencias humanitarias del uso de armas nucleares constituye una labor que adquiere un mayor significado en la medida en que es adoptada y defendida por una creciente multiplicidad de actores, que incluyen organismos internacionales, representantes de la sociedad civil, funcionarios de gobierno y legisladores.
En este sentido, la necesidad de evitar sucesos como el que hoy recordamos nos obliga a tener siempre presente que las medidas que cada uno de nosotros puede impulsar y adoptar, desde su respectivo ámbito de acción, resultan cruciales para asegurar que en el futuro ninguna arma nuclear vuelva a ser detonada.
En la Comisión de Relaciones Exteriores-Organismos Internacionales del Senado de la República esperamos que esta exhibición fotográfica contribuya, de manera destacada, al objetivo de sensibilizar a las nuevas generaciones, de cuyo liderazgo dependerán acciones contundentes para hacer realidad lo que Alfonso García Robles, el Premio Nobel de la Paz, buscaba con el Tratado de Tlatelolco, a saber: “desterrar para siempre de nuestros lares la terrible amenaza que entrañan estos instrumentos de destrucción en masa, cuyo alcance puede ser incalculable, pero cuyos efectos ya comprobados son ciertamente aterradores”.
Muchísimas gracias por su atención.

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