Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

* Versión estenográfica de la intervención de la vicecoordinadora del Grupo Parlamentario del PRD en el Senado, Dolores Padierna Luna en la Reunión de Intercambio con Dirigentes Políticos y Representantes Internacionales de Izquierda.

Sen. Dolores Padierna Luna: Muchísimas gracias a todas y a todos ustedes a esta reunión de personalidades de la izquierda Latinoamericana internacionalista, nos honra, sinceramente nos honra su presencia en este Senado de la República que en muy pocas ocasiones pueda reunirse tantas personalidades, tantos representantes con visiones de izquierda en una institución como ésta, en un país como este.

La izquierda normalmente, generalmente nada contra corriente; no existen recetas, no hay vías únicas para que la izquierda sea exitosa, logre victorias como se han logrado en muchos países de América Latina para que se haga realidad los cambios que anhelamos; ganar elecciones es un enorme reto, pero es solo una parte, una etapa de una gran ruta que hemos soñado.

Las oligarquías, el imperialismo siempre se hace presente, buscan todas las vías para desestabilizar a gobiernos de izquierda o por cerrar ciclos de ascenso como en el caso de México, cerrar ciclos de ascenso de fuerzas progresistas, la historia está llena de ejemplos.

Hoy están en el debate público, internacional los hechos de Venezuela, donde se ha desmantelado una intentona golpista en contra del gobierno de Nicolás Maduro.
O en Argentina donde se pretende también por todas las vías desestabilizar a un gobierno exitoso como el de Cristina Fernández.

México, nuestro país vive hoy una de las peores paradojas en la vida contemporánea. Es un país en crisis, devastado por la inseguridad, descompuesto, pero con una izquierda dividida, fragmentada en el corto plazo, sin posibilidades de ser de gobierno.

Las condiciones políticas y electorales de la izquierda en 2006 y el 2012 donde ganamos la Presidencia de la República quedaron atrás y la ruta del 2018 es bastante incierta, antes tendrá que enfrentarse el reto de las elecciones intermedias de este próximo 7 de junio del 2015.

El desastre marca al país en todos los sentidos: una economía en crisis que no crece, estamos a un ritmo de crecimiento promedio desde hace 25 años de 2%, pero el crecimiento de la población rebasa 2.5, de tal manera que el PIB per cápita de México es de 0%; la caída de los precios del petróleo que se ubica en menos de 50 dólares por barril, implica una reducción del 50% del valor de las exportaciones petroleras en este año; el peso mexicano vive un proceso devaluación diaria con respecto al dólar, ha perdido nada más en lo que va de este año, de enero a marzo un 20%; en consecuencia, el gobierno federal anunció un recorte presupuestal de 124 mil millones de pesos, pero la mitad afecta a PEMEX, la empresa más afectada por este recorte que lo quita en inversión; el déficit de la creación de empleos se profundiza y, además, vivimos una concentración de la riqueza en unas pocas manos.

El modelo neoliberal mexicano también está haciendo agua por todas partes; no funciona, pero el gobierno priísta y la oligarquía mexicana se niegan a salir de los dogmas impuestos por los organismos financieros internacionales.

En esta lógica, se reformaron las leyes, muchas leyes mexicanas para hacer lo que el gobierno llama reformas estructurales: una reforma laboral que flexibilizó la fuerza de trabajo dando traste con muchos de los logros de la clase obrera mexicana y que estaban consagrados en nuestra Constitución.

También, se acabó por privatizar los energéticos de nuestro país que desde hacía 76 años se habían nacionalizado por el Presidente Lázaro Cárdenas y en diciembre pasado quedaron completamente privatizados, se entregó el petróleo mexicano al gran capital extranjero.

Han preferido sacrificar el presente y el futuro de las generaciones mexicanas, que atreverse de buscar nuevos derroteros en la economía nacional.

México no crece, no genera empleos, no plantea opciones a los jóvenes y cada vez es más desigual, más inequitativo, más injusto. Este es el saldo de más de 30 años de políticas neoliberales, ese es el resultado del actual gobierno que encabeza el PRI, Enrique Peña Nieto.

La crisis de México no es sólo económica, abarca al conjunto de las áreas. El desastre económico es el caldo de cultivo para la violencia y la inseguridad que avanzan en más de la mitad del territorio mexicano. Sin embargo, esta crisis de inseguridad va de la mano con la corrupción y afecta al conjunto de las instituciones; el crimen organizado ha penetrado todas las esferas de la vida pública y pudiéramos decir que ya se implantó la narcopolítica desde hace al menos una década y está rebasando al Estado Mexicano.

El problema de la violencia ha llegado a límites insostenibles; tan solo, el saldo del sexenio pasado es de más de 100 mil muertos en esta guerra fracasada contra el narcotráfico y hoy día tenemos 28 mil desaparecidos, desapariciones forzadas como uno de los datos oficiales derivados también de la mano de la tortura, violaciones a los derechos humanos en forma sistemática y son una práctica extendida en todo el territorio nacional.

El asesinato y desaparición de 43 normalistas en el municipio de Iguala, Guerrero, junto con el asesinato de 22 personas a manos del Ejército en el municipio Tlatlaya, Estado de México son la muestran de hasta qué grado ha llegado la descomposición, la violación de los derechos humanos, pero también han levantado, en lo particular el caso de Iguala una ola de indignación, de movilizaciones y de un profundo cuestionamiento al gobierno actual y al conjunto del Estado Mexicano por parte de la sociedad mexicana.

Miles de voces y voluntades se han unido en todo México exigiendo la verdad, exigiendo justicia, exigiendo la presentación con vida de los jóvenes normalistas, cuestionando a fondo al gobierno de Peña Nieto, desconociendo el trabajo y las versiones de la Procuraduría General de la República. La credibilidad está en duda.

Termino diciendo que México padece una profunda decadencia; el cambio por lo tanto es urgente y el cambio debería de venir, no hay de otra, más del lado de la izquierda por la ruta de la igualdad, de la equidad social, por la ruta de la justicia, de las libertades, de la democracia popular, de la soberanía y la integración Latinoamericana. Los retos son enormes y exigen una izquierda mexicana renovada, viva y congruente, en eso estamos trabajando nosotras, nosotros.

Muchísimas gracias por haber venido al Senado de la República, muchísimas gracias por abrirse tiempo para conversar de estos temas con nosotras y nosotros.

Buenos días sean ustedes bienvenidos.

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