Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Versión de la participación del senador Ernesto Cordero Arroyo durante la presentación del libro “La negociación política del presupuesto en México, 1997-2012. El impacto sobre la composición y ejecución del gasto público, en el Senado de la República”

Quiero darles la bienvenida a todos ustedes y felicitarlos por su trabajo, es un gran libro el que organizaron y el que escribieron y redactaron.
Saludar a todos los que nos siguen por el Canal del Congreso, y decir a mis colegas senadores, al senador Ríos Piter, al senador José Yunes y al senador Barbosa, saludarlos; a Luis Carlos, por supuesto, y hacer un reconocimiento a esto que yo creo que es un muy buen libro, es un muy buen libro porque me parece que es único. Yo no conozco ningún otro libro que con tanta claridad esté abordando este tema. Hay algunas reflexiones y algunos tratados de economía política con respecto a las negociaciones del Congreso que no están actualizados, que no responden a lo que estamos viviendo actualmente y que tienen un enfoque mucho más académico.
Éste es un libro muy, pues ahora sí que muy útil, es una gran compilación de lo que se enfrenta a la hora de la negociación política del presupuesto. Es muy oportuno, como lo dijo el senador Barbosa; estamos a punto de entrar a la negociación presupuestal de este año, y es entretenido. Está entretenido, está… bueno, igual y ya esto denota pues un poco mi debilidad profesional.
Habrá gente que pues piense que esto no puede ser divertido bajo ninguna circunstancia y bajo ningún escenario; a mí sí me pareció divertido: trae anécdotas, cuando leo o leí aquí que decía “un exfuncionario de Hacienda dijo tal y tal cosa”, pues casi, casi que me parecía ´ponerle nombre y apellido a quien claramente veía estas palabras en su boca.
Entonces a mí me pareció muy entretenido y qué bueno que el Senado se atreve a entrarle a estos temas y ayudó en esta publicación.
El libro trata de uno de los temas centrales en la economía de cualquier país, y voy a leer el primer enunciado del libro; así empieza el libro: “La aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación es el acto legislativo de mayor trascendencia para influir en la política pública y el desarrollo del país”, y no es menos. Es el acto legislativo más importante que hace un diputado: la aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación.
Y este acto tan relevante pues evidentemente tiene que estar anclado a lo que dice la Constitución, y la Constitución es muy clara en cuáles son las facultades de los legisladores. Y me voy a atrever a leer textualmente lo que dice la Constitución en su artículo 74, en el numeral romano IV: “Son facultades exclusivas de la Cámara de Diputados: Aprobar anualmente el presupuesto de Egresos de la Federación, previo examen, discusión y, en su caso, modificación del proyecto enviado por el Ejecutivo federal”; es decir; es aprobación, previo examen, discusión y, en su caso, modificación.
Que si lo juntamos y lo interpretamos armónicamente, como dirían los abogados, con otros artículos de la Constitución, pues este examen y esta discusión y esta modificación tienen que ser totalmente consistentes y consecuentes con el Plan Nacional de Desarrollo que se elabore con una visión de planeación de largo plazo del país.
De manera que la facultad que tienen los diputados de modificar, en su caso, el presupuesto, no debe responder ni a ocurrencias, ni a intereses personales, ni a consideraciones de clientelismo, como se ha mencionado claramente en el libro. Y me parece que eso es la parte central del libro, porque eso lo podemos cambiar en este momento y le podemos evitar un gran daño al país.
La mayor participación de la Cámara de Diputados en la elaboración, más bien en la aprobación del Presupuesto debe ser visto sin ninguna duda como un avance democrático en México, no hay duda, pero lo que está pasando ahorita, sin ninguna duda también ―y ahí sí me atrevo a discrepar del senador Barbosa― no es un avance, es una regresión democrática profunda, porque es igual de antidemocrático una Cámara de Diputados que aprueba un Presupuesto alzando la mano sin siquiera leer el dictamen, es igual de antidemocrático que una Cámara de Diputados que aprueba un Presupuesto porque tiene intereses y beneficios personales en votar a favor ese Presupuesto, que es el tema de la etiquetación personal de los recursos públicos, que son los recursos de todos; es igual de antidemocrático y me atrevo a decir que probablemente esto sea peor porque es más perverso que la ignorancia y únicamente aprobar el decreto que enviaba el presidente de la República.
De manera que estamos enfrente y ante una decisión fundamental que nos debe de orillar a reflexionar si estamos avanzando en la ruta democrática, republicana e institucional que merece el país.
Miren, y no se trata de que haya buenos o malos; es un tema de incentivos y del marco institucional que está conduciendo la discusión y la negociación presupuestarias como a ustedes les queda muy claro.
Es evidente que conforme empieza a haber voces plurales en el Congreso, pues los legisladores de distintos partidos políticos tienen algo que decir, y algunas prioridades que defender a la hora de la negociación. Y eso hace que originalmente, a la hora de la discusión de los presupuestos en un entorno más plural y democrático, pues como ya lo menciona Luis Carlos, el presidente del Partido Acción Nacional en ese momento, Felipe Calderón, pidiera más recursos para los municipios, pero pidió más recursos para municipios en general, para más de los dos mil municipios del país, en un marco de federalismos y de ejecución transparente de recursos.
Yo recuerdo también, siendo funcionario de Hacienda, cómo el PRI lo que solicitaba eran más recursos para los estados, y también para los 32 estados, en un marco de federalismo y de la mayor transparencia posible en la ejecución de los recursos.
Recuerdo también al diputado Ríos Piter diciendo que él quería y que consideraba una prioridad para un país de jóvenes que hubiera una política pública fuerte en recursos para los jóvenes, y luchaba por recursos para programas de jóvenes, no para los programas de jóvenes de su colonia ni de su barrio, de todos los jóvenes del país.
Y el PRD también luchaba por el Programa de adultos mayores y el PAN también luchaba por los programas de instancias infantiles y del seguro Popular; en fin, que esas prioridades de los partidos, yo creo que legítimas, porque claramente marcan las prioridades de la plataforma legislativa de cada uno de los partidos, fue dando origen a estas negociaciones, donde había más recursos y donde se valía negociar.
Y de ahí que empezaran pues en algunos casos esta etiquetación de recursos que, creo yo, en un inicio representaba un entorno mucho más plural y mucho más democrático, y válido y honesto.
¿Qué pasa cuando de estas negociaciones por programas de política pública en todo el país, saltamos a los columpios del parque de mi pueblo, las pavimentaciones en las colonias de mi municipio, la carretera que une tal y tal cosa?, y empieza a negociarse casi a título personal e institucionalmente se le da a cada diputado un techo del cual puede disponer, y cada diputado puede gestionar 40 millones de pesos si se hace amigo o 10 millones de pesos si no se es amigo de ese presupuesto.
Entonces se genera el mercado secundario, del cual habla Luis Carlos, y entonces pues los señores diputados que tienen ese techo pues se les acercan los alcaldes, algunos empiezan a ser generosos, otros son más generosos que otros y se genera ese mercado secundario de corrupción profunda.
Y no sólo eso, ya aparecen ahí algunos contratistas y contratan la obra y se llevan un tanto, y eso está a la vista de todos y no hemos sido capaces de pararlo porque nadie lo ha denunciado formalmente, probablemente, pero todos saben que existe y cualquiera que se dé una vuelta entre octubre y noviembre en la Cámara de Diputados verá lo que ahí sucede, y eso más allá de las consideraciones y consecuencias legales y penales que esto tiene estamos en el momento de pararlo y de detenerlo.
Pero bien dicen que cuando las cosas están mal siempre pueden ir peor, ahorita empieza a sentirse una nueva modalidad de negociación presupuestal, que precisamente para evitar que los señores diputados tengan esos techos cada uno de ellos, esos techos los decida y cómo se asigna ese presupuesto los comités ejecutivos nacionales de los partidos políticos en cuestión, lo cual ya es la perversión absoluta de una negociación presupuestal.
Porque, al igual que las imposiciones fiscales, igual que poner y gravar impuestos, la distribución del presupuesto es la otra cara de esa moneda y están íntimamente relacionados. ¿Qué es lo que hace que pagar impuestos no sea un despojo del patrimonio de una familia por parte del gobierno?: que hay una ley que lo soporta, aprobada por gente que fue electa por la gente, y eso le da legitimidad y calidad al proceso de recolección de impuestos; si no, sería un despojo del gobierno hacia sus ciudadanos.
Entonces tiene que, para poder cobrar impuestos, tiene que haber representación legítima, para distribuir el presupuesto también tiene que haber representación legítima, nadie votó por los presidentes de los comités ejecutivos nacionales de los partidos, tienen que ser los legisladores los que, asumiendo su responsabilidad, hagan las cosas y las hagan bien, y no nos desviemos.
Ya que en los comités ejecutivos nacional de los partidos repartan el presupuesto ya me parece el peor de los retrocesos, y esa presión existe y en estos momentos se está discutiendo en la Cámara de Diputados, de las bolsas, quién las va a repartir.
Entonces yo creo que eso nos está llevando a una negociación presupuestal sin objetivos, ajena a la planeación nacional, corrupta y costosísima, por otro lado. Entonces esas cosas son las que está discutiendo la Cámara de Diputados y yo creo que se tienen que analizar con mucha prudencia y con mucha precisión.
Me gusta mucho el libro porque aparte de todo no sólo cuenta historias, no sólo pone datos, sino que también pone con toda claridad el problema y también nos da ahora sí que el trapito y el alambrito para resolverlo, y plantea sugerencias muy concretas que me parece que son factibles, están a la mano y se pueden instrumentar tan pronto como esta negociación presupuestal.
¿A qué me refiero? Habla del presupuesto basado en resultados, el presupuesto basado en resultado es una visión mundial de la presupuestación que México echó a andar en el año 2006 para el presupuesto de 2007, y que consiste en que se generen evaluaciones para todos los programas de política pública que reciben presupuesto, se decide cuáles son los indicadores y se le va a dar un seguimiento a lo largo del tiempo a ese presupuesto.
Si ese presupuesto no logra o no tiene los resultados esperados en términos de la evaluación de ese programa, bueno, entonces una de dos: o se cancela el programa o se hacen las modificaciones en su diseño, tendientes a mejorar ese programa; y eso empezó en México en el año 2006 para el presupuesto 2007.
En un inicio, ésta es una herramienta limitada pues porque todavía no está la información madura ni hay un seguimiento a lo largo de los años de los resultados de los programas. Ahora, con el paso del tiempo, pues estas evaluaciones se vuelven cada vez más y más valiosas; ya hay evaluaciones de cinco años, al menos, de varios de estos programas que nos podrían decir si están funcionando o no estos programas y qué modificaciones hay que hacerle.
De manera que yo espero que el Poder Ejecutivo a la hora de elaborar su presupuesto efectivamente haya prestado atención a estas matrices de evaluación de desempeño y el Presupuesto refleje eso.
Segundo, me parece que el Congreso debería de ser muy respetuoso de las modificaciones que sugiere, y una manera de evitar que vuelvan a cundir las ocurrencias yo creo que, y lo dicen con mucha claridad, el tipo de modificaciones que haga la Cámara de Diputados tiene que ir a un nivel federal y consecuente con el Plan Nacional de Desarrollo.
Si un partido político está muy preocupado por la falta de infraestructura en el país, me parece perfecto que luche y busque mayores recursos para la construcción de infraestructura del país, que, dicho sea de paso, en la Unidad de Inversiones de la Secretaría de Hacienda están ranqueados los proyectos de acuerdo al beneficio social que cada uno de estos proyectos da.
Entonces, si se logran 100 millones de pesos más para la construcción de carreteras, no debe haber ninguna duda cuáles son las carreteras que se construyen, porque están priorizadas en los proyectos de acuerdo al beneficio social que éstos nos dan, pero si vamos a luchar por 100 millones de pesos más en carreteras para construir un tramo carretero entre el pueblo A y el pueblo B, que es lo que a mí me va a dar rentabilidad y visibilidad política, pues me parece que flaco favor le estamos haciendo al beneficio social del país.
Entonces, me parece que es fundamental que la etiquetación de recursos termine, como dice Luis Carlos Ugalde, y pasemos a una negociación en términos federales y en lineamientos generales del Presupuesto en líneas de gasto lo suficientemente generales para evitar que se dé el nombre y apellido de alguien allí; porque no lo hemos mencionado, esta etiquetación personal, si la juntan con la posibilidad de reelección de los señores legisladores, es una bomba casi atómica porque entonces sí: ¿pues cómo vas a ir a buscar tu reelección? Pues porque yo sí pavimente más calles, yo sí puse más… yo conseguí más recursos; entonces, se desvirtúa completamente la función del legislador.
El legislador tiene que hacer leyes y supervisar el funcionamiento del gobierno. Legislador que quiera pavimentar calles, que es muy válido y muy legítimo, que se vaya y sea candidato a alcalde y le sirva a su gente y a su pueblo desde ahí. Si se viene a la Cámara de Diputados, se viene a cumplir con las funciones de legislador y no se deben de confundir estas funciones. De manera que ante esa posibilidad de reelección, la etiquetación personal se vuelve aún más perversa que antes.
Diría también que los legisladores tenemos que asumir nuestra función de supervisar y darle seguimiento al gasto; atender a las evaluaciones del Coneval, de la Auditoría Superior de la Federación.
Ahora estamos en una buena coyuntura: la independencia del Coneval; podemos fortalecer el diseño del Coneval para que efectivamente sus evaluaciones sean independientes, sean autónomas y tengan la calidad técnica que necesitamos para tomar las decisiones presupuestales.
Y probablemente otra sugerencia que no la menciona en su libro, pero valdría la pena analizarla un poco, es simplificar la discusión cualitativa del Presupuesto: mandar muchos de los artículos que llegan en el Presupuesto de Egresos de la Federación, mandarlos a la Ley de Presupuestación y Responsabilidad Hacendaria y dejar un decreto mucho más conciso, mucho más parsimonioso, como la Ley de Ingresos, de manera que casi, casi que lo único que estén aprobando en la Cámara de Diputados es cuánto recursos a Desarrollo Social, cuántos a Comunicaciones y Transportes, cuántos a Educación, cuántos a Salud y ésa sea parte de la discusión.
Y me parece que con eso se mitigarían muchos de los incentivos que ahorita están por la etiquetación personal de recursos.
Yo terminaría aquí.
Gracias, Luis Carlos.

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