Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

A pesar de haber logrado un Sistema Nacional Anticorrupción que dejó satisfechos a legisladores, organizaciones de la sociedad civil, académicos y activistas, no hemos sabido comunicar a los ciudadanos su utilidad y los efectos negativos que la corrupción causa en la sociedad mexicana, consideró la senadora panista Laura Angélica Rojas Hernández.

“Creo que lo que hace el Corrupcionario es llevar la discusión de la corrupción a un terreno y en un lenguaje que es conocido por todo mundo”, aseguró la legisladora mexiquense al participar en la presentación del libro “El Corrupcionario Mexicano”, de Alejandro Legorreta, profesor de la Universidad Iberoamericana, y prologado por el actor Diego Luna.

Al hacer referencia al texto, Rojas Hernández consideró que la definición de “Desvío de Recursos” se queda corta, pues este problema afecta principalmente a la población más pobre del país.

“Yo elegí en primer lugar ˋDesvío de recursosˊ y el Corrupcionario dice: ˋ¿Te acuerdas cuando tu jefa te mandaba a la tiendita y en vez de regresar el cambio, te lo gastabas en las maquinitas?ˊ.

Para dimensionar el problema de este tipo de prácticas corruptas, la senadora refirió que para juntar los 35 mil millones de pesos por los que está acusado el exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, una persona que gana el salario mínimo al día, aproximadamente 70 pesos, tendría que trabajar más de un millón de años para juntar esa cantidad.

 

ooOoo

 

3 de noviembre de 2016

Versión de las palabras de la senadora Laura Angélica Rojas Hernández, durante la presentación del libro “El Corrupcionario Mexicano”, en el Senado de la República

Buenos días.

Voy a tener que hablar mucho más rápido para que no me pase de los cinco minutos, pero, bueno, quiero darle la bienvenida al Senado de la República, y agradecer especialmente a Alejandro Legorreta y a Diego Luna por haber aceptado la invitación de presentar el Corrupcionario aquí con nosotros, entre legisladores, con todo y la mala fama que tenemos.

Leí con mucha pena y con dolor, y lo comentaba con Alejandro, las definiciones del Corrupcionario de “Diputado”, de “Comisión legislativa”, de “Clase política”, de “Congreso” y la verdad es que sí duele, pero, bueno, ésa es una de las principales virtudes, me parece, o la primera virtud que quiero señalar el día de hoy del Corrupcionario, que es decirle a las cosas por su nombre y entendemos que hay una abrumadora mayoría de mexicanos que nos ve así y que lo tenemos que empezar a cambiar. Este esfuerzo es parte de ese intentro de cambiar las cosas.

Otra virtud del Corrupcionario que me parece fundamental es el de haber logrado o empezar a comunicar lo que nosotros no hemos podido.

Aquí hay este grupo de legisladores y otros más que no están aquí, pero también organizaciones de la sociedad civil, como María Elena Morena, y otros que nos acompañan y que impulsaron fuertemente el Sistema Nacional Anticorrupción; Manuel Aiviz, del Tribunal; en fin, académicos, organizaciones, activistas que hemos estado hablando durante cuatro años entre nosotros sobre lo que es la corrupción, sobre cómo combatirla, sobre leyes, tratados internacionales, constituciones, derecho comparado y logramos un Sistema Nacional Anticorrupción que a nosotros nos hace sentir, al menos, que quedó bien en la ley; sin embargo no hemos podido comunicar a los ciudadanos para qué sirve el Sistema y cuáles son los efectos tan terribles de la corrupción en la vida cotidiana y creo que es lo que hace el Corrupcionario: llevar la discusión de la corrupción a un terreno y en un lenguaje que es conocido por todo mundo.

Y es muy importante porque por más fregona que haya quedado la ley, desde nuestro punto de vista, y por más fregonas que queden las instituciones que estamos construyendo ahora, la corrupción no se va a acabar si realmente todo mundo asume esa lucha como una lucha personal y eso me parece que es algo a lo que ayuda el Corrupcionario.

Bueno, voy a pasar a las definiciones que nos pidieron.

Yo elegí en primer lugar “Desvío de recursos” y el Corrupcionario dice como definición: “¿Te acuerdas cuando tu jefa te mandaba a la tiendita y en vez de regresar el cambio, te lo gastabas en las maquinitas?”.

Miren, la verdad es que la definición del Corrupcionario sobre “Desvío de recursos” se queda corta, porque esto es mucho más grave aún; en realidad es como si el dinero del mandado te lo gastas todo o una parte en las maquinitas y regresas con la jefa con kilos de frijoles de medio kilo. Eso es el desvío de recursos.

El problema es que cuando hay un robo como ése ―que es un robo, literal― por parte del gobierno, los ciudadanos, claro, nos afecta a todos, pero afecta mucho más a los más amolados.

Estamos hablando de la gente que no tiene para pagar un seguro médico privado y que depende sí o sí de que haya medicinas y médicos en su pueblo y muchas veces no lo hay, porque el dinero simplemente se usó, se desapareció para otra cosa.

Estamos hablando de los que no pueden pagar educación privada para sus hijos y que dependen de que haya escuela y que la escuela tenga bancas y de que haya piso, piso de… muchas escuelas tienen piso de tierra, techos, maestros en esas escuelas; y no hay porque se lo gastaron en las maquinitas o en los ranchitos.

Ése es el problema con el desvío de recursos.

Miren, hablamos de la corrupción en términos a veces muy abstractos, pero sí es importante dimensionar el daño.

El desvío de recursos del que está acusado Javier Duarte, de 35 mil millones de pesos, ¿cómo lo podemos comprender?

Miren, éstos son 70 pesos; 70 pesos es el salario mínimo en nuestro país. Casi ocho millones de personas en este país ganan 70 pesos al día.

Si nosotros fuéramos uno de esos casi ocho millones de personas que ganamos 70 pesos al día nos tardaríamos más de un millón de años trabajando diario para juntar 35 mil millones de pesos.

Este dinero también serviría, por ejemplo, para pagar la educación de 35 mil mexicanos, desde la primaria hasta la universidad, en escuelas privadas.

De ese tamaño es la corrupción.

Creo que me queda como un minuto; me voy a apurar.

¿Entonces ya no puedo hablar del fuero?

Seré… Ni modo.

 

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