Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Versión Estenográfica de la presentación del libro: “Manuel Camacho y la transformación de México”, publicado por el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República. 

PRESENTADORA: Buenas tardes. Bienvenidos a la presentación del libro “Manuel Camacho Solís y la transformación de México”, publicación editada por el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República, que contiene textos, artículos, ensayos y participaciones de quien fuera senador de la República, nuestro amigo el licenciado Manuel Camacho Solís.

Esta obra será comentada por ex colaboradores, ex funcionarios de gobierno, pero sobre todo amigos del licenciado Manuel Camacho, con quien a lo largo de varias décadas compartió la idea de un mejor país.

Para dar inicio a esta presentación, saludamos en primer término al presídium que nos acompaña.

Damos la bienvenida al senador Miguel Barbosa Huerta, presidente del Instituto Belisario Domínguez.

Al doctor Gerardo Esquivel, Coordinador Ejecutivo de Investigación del Instituto Belisario Domínguez.

Saludamos y damos la bienvenida a nuestros distinguidos invitados: la doctora Alejandra Moreno Toscano, diputada a la Asamblea Constituyente que debate la primera Constitución Política de la Ciudad de México.

La doctora Leticia Bonifaz Alfonzo, Directora General de Estudios, Promoción y Desarrollo de los Derechos Humanos en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

El doctor Diego Valadés, investigador en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Y también nos acompaña el maestro Carlos Monroy Villalobos, asesor parlamentario.

Esta tarde saludamos y damos la bienvenida a los senadores y senadoras que nos acompañan, y también tenemos el agrado de contar con la presencia de familiares del licenciado Manuel Camacho Solís, a quienes agradecemos su asistencia.

Agradecemos la presencia de los medios masivos de comunicación, y por supuesto a quienes nos siguen a través de la señal del Canal del Congreso.

Sean todas y todos ustedes bienvenidos al Senado de la República.

Y para conducir la presentación del libro que hoy nos convoca, tiene el uso de la voz el doctor Gerardo Esquivel.

DOCTOR GERARDO ESQUIVEL: Gracias. Muy buenas tardes tengan todos y cada uno de ustedes. Sean muy bienvenidos al Senado de la República, y sean muy bienvenidos también familiares, senadores, distinguidos compañeros del presídium para esta presentación del libro “Manuel Camacho Solís y la transformación de México”.

Quiero, nada más a manera de introducción, antes de darles el uso de la palabra a las personas que han sido invitadas para participar en este evento, comentar algo brevemente sobre el libro, si me permiten.

El libro es un libro que publicó el Instituto Belisario Domínguez a instancias también del senador Miguel Barbosa Huerta, que es el presidente de este Instituto. Y el libro constituye una serie de intervenciones en tribuna y en comisiones del senador Manuel Camacho, algunos discursos, artículos publicados en El Universal, diario en el que colaboraba con regularidad durante su periodo como senador, y un capítulo IV que contiene tres ensayos publicados por Manuel Camacho en la revista Foro Internacional del Colegio de México. También tiene un ensayo sobre Manuel Camacho y el Estado mexicano y unas fotografías muy interesantes.

Agradezco la invitación a moderar este foro, porque además con el senador Camacho, fallecido senador Camacho comparto algunas cosas con él: su formación como economista; también como él, fui profesor del Colegio de México y tuve el honor de conocerlo y me congratulo de haberlo conocido y de haber compartido en algún momento una relación con él.

Voy a leer muy brevemente, sólo porque me parece realmente extraordinario y premonitorio esta intervención que hizo con algunos párrafos nada más, de la intervención que hizo el senador Camacho cuando se discutía la reforma energética. Es un documento de los muchos que se publican en el libro.

El 17 de julio del 2014, Manuel Camacho dijo lo siguiente:

“Los votos sobre las leyes de la reforma energética son votos que están comprometidos de antemano. Algunos de ustedes han aceptado apoyar una reforma que saben es impopular, porque creen que con la apertura energética se potenciará el crecimiento económico.

Nosotros pensamos que esta reforma no dará los resultados que anuncia la propaganda gubernamental; que más allá de un auge momentáneo localizado, una nueva burbuja, las nuevas leyes tendrán un alto costo para la nación.

Votaremos en contra, votaré en contra. Pero más allá de nuestras posiciones, démonos la oportunidad de contestar la pregunta esencial: ¿Qué resultados deberíamos esperar? ¿A dónde nos llevan estas leyes?

La reforma que ustedes piensan aprobar no potenciará al desarrollo. Acentuará las desigualdades sociales, generará muchos conflictos sociales que someterán a enormes presiones a las instituciones, serán desfavorables para el medio ambiente, debilitarán al Congreso y a la Judicatura. Y por si eso no fuera suficiente, deslegitimarán aún más la política nacional con el ingrediente más corrosivo.

La reforma que aprobarán será el banderazo para la corrupción. Podrá ser también la gota que derrame el descontento popular contra las instituciones y la clase política.

Lo que ustedes estarán aprobando sin debate, sin un diálogo nacional, no dignifica al Senado, no enaltece la República, vamos, ni siquiera creo que les termine dando resultados electorales.

El vuelo que se dieron con los cientos de miles de empleos que ofrecieron, con los menores precios de la electricidad, el gas y los alimentos están ya jugando en su contra. Miren ustedes las encuestas, la caída en la aprobación presidencia, ¿y por qué? Por la reforma fiscal y la reforma energética; sobre todo por haber ofrecido de más y no estar en condiciones de cumplir.

Ahora la gente preguntará: ¿Por qué si me ofrecieron tantos beneficios no me han cumplido?

A muchos de ustedes les preguntarán: Tú votaste por esta reforma, ¿dónde está lo que me ofreciste? Aunque me lo hayas firmado y votado no me lo cumpliste.

No pasará mucho tiempo, con seguridad antes de 2018, para que algunos se pregunten quién engañó a quién”.

Esa es la intervención en tribuna del senador Camacho el 17 de julio del 2014, como ustedes pueden darse cuenta fue premonitoria de las cosas que estamos viviendo en la actualidad. Por eso solamente quería recordarlo y es un ejemplo de las múltiples contribuciones de Manuel Camacho que están reflejadas en este libro, incluyendo –como decía antes– sus artículos de periódico en El Universal y sus artículos académicos en la Revista foro Internacional del Colegio de México.

Pasaremos ahora a las participaciones de los invitados.

Empezaremos con el maestro Carlos Monroy Villalobos, que es asesor parlamentario y que tuvo la oportunidad de trabajar con Manuel Camacho.

Carlos, por favor, tienes el uso de la palabra.

MAESTRO CARLOS MONROY VILLALOBOS: Muchas gracias, doctor Esquivel.

Muchas gracias senador por este esfuerzo y porque le agradecemos mucho que nos haya ayudado y nos haya permitido hacer esta compilación de los trabajos de Manuel Camacho. Al Instituto Belisario también, muchas gracias por la ayuda.

A mí me gustaría reconocer especialmente a una persona que fue la que llevó todas las cuestiones operativas y que hizo posible este libro. Me refiero a Carolina Alonso. Muchas gracias Caro. Ella se llevó todos los trámites burocráticos para que pudiera estar este libro hoy aquí.

Para mí es muy significativo hablar del senador Camacho. Él para mí es mi último maestro, mi último profesor, alguien queme enseño la aplicar en la vida real todo lo que había aprendido en la carrera, en la licenciatura, en el CIDE.

Creo que el haber trabajado con él ha sido de las experiencias personales que más me han marcado y me van a marcar y creo que hizo escuela, hizo muy buena escuela. Ahí podrían decir todos colaboradores que están ya sea aquí, en la tribuna o allá en las galerías.

Mi primer acercamiento con Camacho fue en ese oscuro año del 94. Yo tenía cinco años, entonces no me puedo acordar mucho quizás de lo que pasaba en los periódicos o de lo que pasaba en la televisión.

De lo que sí me acuerdo muy bien es de las caras de mis padres, la preocupación ante la crisis política, la preocupación ante el levantamiento y después ante la crisis económica y bueno, claro que me acuerdo también de los muñecos zapatistas que me daba mi padre, que él estuvo dentro del movimiento zapatista.

Entonces, es un poco irónico que al final uno estaba de un lado y luego del otro y entiende más lo que pasa en el sistema político.

Y ya luego, posteriormente, mi acercamiento fue más académico en el CIDE. Ahorita no está el profesor Marván, ya llegará, pero bueno, está bien que no esté para que no píense que solamente quiero hacerle la barba, pero él fue mi profesor de Sistema Político Mexicano allá, en el CIDE, y fue mi materia favorita, entender el sistema político, las reformas que dieron pie a la transición democrática y que dieron pie al régimen que tenemos hoy en día con toda sus virtudes y todos sus defectos.

Y bueno, al estudiar el sistema político mexicano es innegable que uno se tiene que dar la vuelta y ver las contribuciones de Camacho, desde la reforma del 77 con Reyes Heroles, que él estuvo ahí metido intentando abrir el aparato priísta.

Nos contaba, me acuerdo, ahí Hugo Rosas que fue también asesor del senador, se acordará de cómo nos platicaba en la mesa todas las negociaciones que tuvo que hacer para que tuviéramos plurinominales, para que se abriera el sistema político a la participación partidista, para que hubiera oposición.

Luego las reformas de los ochenta, las reformas económicas del presidente De la Madrid y luego, creo que para mí lo que es más significativo quizás por lo que estudié y porque vivo aquí, la reconstrucción de la Ciudad de México, que seguramente la doctora Alejandra Moreno Toscano nos podrá hablar más ampliamente de eso.

Pero bueno, si uno quiere entender cómo es que funciona este sistema político, cómo funciona la ciudad, es innegable que tienes que referirte a Manuel Camacho.

Entonces, imagínense lo que era para mí estudié todo eso, haber leído a Camacho en los periódicos, en los libros, porque también mi primer trabajo formal fue ser ayudante de una profesora que justamente se dedica al movimiento zapatista.

Entonces, tuve que recopilar todos los discursos de los actores de la época y pues obviamente uno de ellos era Camacho. Imagínense lo que fue para mí cuando un amigo que también aquí está presente, Gustavo Gordillo, me invitó a conocer al senador para ver si me integraba a su equipo.

Entonces, yo me acuerdo mucho de ese día, fue un día de febrero, los nervios de entrar a este recinto, de ver a Camacho y decir este es el hombre que estuve estudiando todo este tiempo y ahora tengo la oportunidad de hablar con él.

Lógicamente el primer trabajo que me dio, muy Camacho, fue hacerle un plan de reforma del Estado para abrir a la participación de los ciudadanos, que son las candidaturas independientes y toda esa discusión que se dio hacia 2013.

Bueno, creo que al final sí le gustó mi trabajo pues lo aceptó y ahí estuve trabajando con él y para mí nunca fue un jefe, tal cual, sino era un profesor. Claro que me regañaba cuando me equivocaba, pero lo hacía como un profesor y creo que esa siempre fue su vocación, la vocación de ser el profesor, de ser el mentor y eso le agradezco mucho.

Y bueno, yo les platicaré un poco más quizás de una etapa más corta de las que los ponentes aquí quizás vivieron con él, que fue su tiempo aquí en el Senado.

Justo hace unas semanas estaba leyendo un ensayo de Virginia Woolf, la novelista británica y en uno de sus ensayos ella que escribe en el periodo entre guerras, ella dice que la diferencia ente el viejo régimen aristócrata y al democracia de masas era que la aristocracia está para construir grandes estatuas a personajes privilegiados, estatuas de mármol que buscan retratar virtudes que son imposibles, mientras que la democracia construye edificios, construye salas, salas para el gobierno representativo; salas en donde quizás la persona común se ve pequeña.

Y aquí lo puede ver uno en el Senado o en la Cámara de Diputados, pero la grandeza es esa, que está el hombre normal, es el hombre común que se engrandece en estos espacios ya sí debería de ser y es lo que Manuel Camacho y yo y creo que muchos aquí seguimos luchando, para que estos espacios enaltezcan a las personas comunes, para que no sea privilegio de unos cuantos.

Y bueno, como señalaba el doctor Esquivel, creo que una de las cualidades más significativas del senador Camacho fue que era un visionario político, yo diría clarividente político y no era cosa de magia, era cosa que conocía el sistema, conocía cómo funcionaba, era un intelectual al final.

Y bueno, rápidamente nada más les quiero leer un párrafo. Este fue un artículo que publicó “El Universal” el 13 de enero de 2014. Aún faltaban nueve meses para Ayotzinapa, aún el gobierno tenía más de 50 por ciento de aprobación, estaba en su cenit, celebraban la aprobación de reformas, y ahí va la energética, la de telecomunicaciones y eso escribió el senador Camacho. Dice:

“El gobierno está perdiendo la perspectiva. Cree y quiere hacer creer que la aprobación de la reforma energética lo ha llevado a la cumbre. No es así, lo que tiene enfrente es una pendiente resbaladiza. Entre el momento actual y los resultados económicos que el gobierno espera conseguir hay un largo recorrido.

Está por verse que la apertura económica asegure crecimiento sostenido, empleo, redistribución, y más aún, que con un Estado debilitado se prestigien las instituciones, mejore la seguridad y se afiance de la gobernabilidad democrática.

El mayor peligro será dejarse arrastrar por la soberbia y fascinarse con el endurecimiento contra las protestas”.

Y bueno, creo que la pendiente resbaladiza es muy resbaladiza y muy larga porque todavía no acabamos de caer, ¿verdad? Pero esa es la visión que tenía Camacho y él se lo dijo al Secretario de Gobernación en un momento, le dijo: “¿No se están dando cuenta ustedes que al no resolver el problema de la violencia heredada por el sexenio pasado, por todos los problemas que tenemos ahora, si abren un flanco reformista ustedes solamente van a avivar las llamas? Van a abrir frentes y al final ustedes no van a saber cómo actuar”.

Y bueno, el senador tampoco vivió la época Trump, y justo lo que estamos viendo ahora es producto de esta mala estrategia.

Otra anécdota que me gusta mucho recordar es un cuadro que tenía el senador, era lo primero que veía al entrar a su oficina. Era un gran cuadro que tenía atrás de su escritorio. Era un cuadro, era un fragmento de un fresco que se encuentra en la ciudad de Siena en Italia del siglo XIV. El cuadro se llama “Alegoría al buen y al mal gobierno y sus efectos”. A él le encantaba explicar ese cuadro. Cualquiera que quisiera saber y preguntara por él, él se podía pasar media hora, 40 minutos explicándolo.

Camacho decía que ese cuadro estaba en el Palacio Municipal de la ciudad de Siena y fue hecha justamente para que durante el Renacimiento, durante el siglo XIV los funcionarios que eran sorteados en ese tiempo y que tomaban posesión, cuando entraran luego, luego al recinto municipal; vieran que sus acciones, sus decisiones tenían consecuencias en la vida de personas.

Entonces, por ejemplo, en la alegoría al buen gobierno claramente la figura central era la justicia y es que cuando en un gobierno las instituciones son justas, gobierna la ley y no gobiernan las personas, sino las instituciones; entonces la ciudad vive y es feliz.

Y él decía justamente que la imagen que se veía era la de una ciudad feliz, una sociedad paradisiaca y es muy significativo que en esa época, en el siglo XIV, se pusiera una alegoría como al paraíso en una ciudad sin motivos religiosos, sino eran las leyes, no era un dios el que hacía feliz la ciudad, eran las leyes, eran las instituciones, era el buen gobierno.

Creo que Camacho tenía ese cuadro porque justamente le gustaba recordar eso, recordar que las decisiones que él tomaba como legislador tenían efecto en la vida de las personas.

Creo que pensando en cuál es la mayor enseñanza que me dejó el senador Camacho, creo que puede sonar raro, quizá, pero fue el amor a la política; algo tan difícil en estos tiempos, algo que aquí en este país, donde la corrupción se ha vuelto sistemática podría parecer contradictorio.

Pero es que no es el amor a la gran política, no es a la gran política que se da en cámaras, con las élites: es la política que se hace todos los días, la política que afecta la vida de las personas, esa pequeña política que es tan importante porque es esa política la que le da sentido al deber público, que justifica el quehacer político al final.

Y ya nada más para cerrar, en estos tiempos tan difíciles, tan oscuros para México, que creo, quizá soy muy joven, pero creo que sí estamos al borde del abismo en este país.

Quiero recordar un consejo que dio el senador Camacho a sus hijos, y que justamente Manuel nos compartió el día del homenaje a su papá. Él dijo:

“Quieran mucho a México, es nuestro país, el único al que pertenecemos, el único que nos pertenece. Conozcan su historia, sus paisajes, su cocina, su arte, amen su patria. Hoy más que nunca hay que amar a la patria”.

Gracias.

DOCTOR GERARDO ESQUIVEL: Agradecemos al maestro Carlos Monroy su participación.

Le daría ahora el uso de la palabra a la doctora Alejandra Moreno Toscano, quien es diputada de la Asamblea Constituyente que debate la primera constitución política de la Ciudad de México, y que fuera cercana colaboradora también del senador Camacho.

DOCTORA ALEJANDRA MORENO TOSCANO: Senador Miguel Barbosa Huerta, presidente del Comité Directivo del Instituto Belisario Domínguez.

Familia de Manuel Camacho, Mónica, chicas, sus hermanos, a todos un saludo.

Y a unos viejos amigos que están en la montaña, como decimos en el Constituyente, porque ahí se ubican los diputados más activos en la polémica que estamos viviendo.

Me pareció tan interesante, tan importante venir a presentar el libro de Manuel Camacho, que me salí de las votaciones. Es un peligro salirse de las votaciones, pero en fin.

Y les voy a comentar que comencé a revisar el volumen de complicación de intervenciones, discursos pronunciados por Manuel Camacho como senador de la República y sus colaboraciones en el periódico El Universal. Pero me quedé en la primera página.

Desde su primera intervención en Tribuna, con motivo de la visita de la Secretaria de Relaciones Exteriores al Senado de la República, en el año 2000; hasta la última, en ocasión del debate petrolero, a la que ya se refirió nuestro compañero, se puede ver claramente que aun cuando se refieran al debate político del momento, nos conducen a pensar lo que sucede hoy. O sea que más presente no puede dejar de estar.

El libro también incluye su brillante ensayo, conocido por todos, sobre los nudos históricos del sistema político mexicano. Y eso explica por qué le pusieron el subtítulo: “La transformación de México”.

Una rápida mirada panorámica le permitía situarse en su presente político y después en un juego de ir al pasado, volver al presente y vislumbrar el futuro, le permitía reconocer los hechos significativos de las transformaciones y escribir sobre ellos.

En política, como saben todos los presentes, se actúa sobre la realidad de hoy solamente; sin embargo identificar orígenes de los problemas y sus derroteros posibles, permite imaginar soluciones a conflictos que pueden ser compartidas, concertadas, suscritas por otros actores políticos, sin vaticinar, amenazar, dramatizar fracturas inminentes.

Esa estrategia de pensamiento le ayudaba a imaginar salidas a los conflictos. Los peores escenarios nunca sucedieron porque, como buen político, trabajó para que no sucedieran.

Pero vamos a la primera intervención. Todos recordamos el hecho al que alude: un tiroteo en Tres Marías alcanza un automóvil con placas diplomáticas. Nunca se explicó con precisión quién iba a dentro ni quiénes eran los que atacaron ni por qué andaban en el campo traviesa, puros misterios.

El hecho había sucedido –atención– diez años antes de la intervención de Camacho en el Senado. Entonces, traerlo a colación aquel día le permitió plantear a la Secretaria el riesgo de dejar confusos los momentos no aclarados con todo detalle, cuando se involucran a las fuerzas del orden.

Nosotros leemos ese artículo siete años después y sabemos lo que siguió: demasiados hombres se armaron y se intentó infructuosamente desarmarlos; se identificaron acciones de fuerzas paralelas, que se pensó que se podían controlar; se hallaron fosas nunca registradas. Hasta que todo eso, sumado, precipitó el proceso de deslegitimación de la autoridad.

Al mismo tiempo, en procesos simultáneos no asociados ni por la prensa, ni por los políticos, ni por los académicos, ni por los que hablaban de este tema, y yo me pregunto ahora, digo, siete años después de esta intervención, ¿por qué pasaba eso? Pero les doy las líneas principales:

Comenzó una centralización de recursos fiscales implacable y también, al mismo tiempo, inició el trasiego terrestre de la droga hacia el mercado estadounidense.

Hace poco se disculpó el expresidente Clinton por haber firmado la orden ejecutiva que autorizó el cierre de los recorridos marítimos, sin anticipar los efectos de la apertura de las vías terrestres a la droga.

Bueno, todo eso ya lo sabemos ahora. Entonces, lo que llama la atención es por qué no se analizó el conjunto; llevamos prácticamente 20 años.

La publicación de este volumen, por el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República, llega en el momento, precisamente en el momento en que el Senado tiene la mayor responsabilidad y urgencia, pues tendrá que distinguir y aclarar el ejercicio funcional de la autoridad castrense y de la seguridad ciudadana; pues pensemos que toda esta curva nos obliga a tener un ojo avizor muy agudo.

Bueno, eso en la primera parte del artículo.

El segundo tema que recoge esa intervención, anticipa lo que hoy se discute en el mundo. A Manuel Camacho ya no le tocó ver la elección de consecuencias inesperadas ni la desorganización desatada por declaraciones desequilibradas, que nos han situado en la peculiar coyuntura de que una sociedad orgullosa de sus instituciones democráticas y de los pesos y contrapesos construidos para que el engranaje del sistema democrático funcione a los ojos del mundo, se detuvo azorada.

Después vino un ordenamiento de una manera de resistencia civil pacífica, que estamos viendo desplegarse ante nuestros ojos, aunque no le queremos dar ese nombre, porque parece que ese nombre tiene destinatario previo.

Esa resistencia sigue con la pregunta clave de nuestras horas, ya no digo días, horas de cómo se va a poder detener las acciones que no parecen estar guiadas por una posición razonable.

El momento político mundial, entonces, nos ubica ante una insólita relación entre el poderoso ejecutivo norteamericano y la esfera pública, pero de todo el mundo, donde se ve a los medios de comunicación como un partido de oposición, se denigra la crítica, se castiga el reportaje, no se quiere que los hechos se confirmen porque se cree que los hechos imaginados entregados directamente al verdadero pueblo, como quien ocupa una audiencia segmentada, son más eficaces.

En cierta manera, y si me permiten, México está mejor armado para entender la relación entre hechos, acontecimientos, interpretaciones y percepciones.

Pero tampoco nosotros habíamos visto antes los efectos políticos disruptores que genera combinar la eficacia del marketing comercial aplicada a la política en una coyuntura electoral donde se invita a votar por la continuidad o el cambio, aunque los términos que se pusieran al revés, y de hecho lo que se decía cambio era continuidad, y lo que se decía continuidad era cambio.

Peor aún, cuando los mensajes compartidos contundentes y sin responsabilidad salían de jóvenes macedonios, de una República Macedonia que existe muy lejos de nosotros, que para hacerse de algún dinero reproducían y reenviaban los mensajes. Todo eso ya se sabe, se ha publicado, existe en la prensa, pero lo tenemos que trabajar y analizar bien.

Tan importante es que el diccionario de la lengua española incluyó una nueva palabra en el español que se llama “neoverdad”, y que existe ya, se llama un lenguaje que no es inglés a las 77 palabras que caracterizan los mensajes del ahora Presidente de Estados Unidos.

Y fue tan importante, que después de un debate tecnológico y filosófico, se concluyó que el Facebook -¿quién no tiene Facebook?- cambiaría sus algoritmos para establecer maneras de evitar que las comunicaciones falsas interrumpieran el principio de libertad de comunicación entre comunidades, que era la idea que le había dado origen. Díganme si no es transformación del mundo.

Ese problema de comunicación política-tecnológica de la información, desarrollo científico, especulativo y aplicado y de comunicación, necesitamos defenderlo y que siga siendo un instrumento del mundo abierto, y eso tenemos que estar atentos a que suceda, que sea global.

Ahora paso al artículo de los nudos históricos, porque también nos ubica en la coyuntura actual. Si dijéramos una periodización comprimida del proceso de democratización del sistema político mexicano, marcaríamos tres momentos:

1977, cuando se incorporan las fuerzas políticas de oposición de izquierda a la Cámara de Diputados, el periodo de don Jesús; se decía coloquialmente en aquella época que se abrió el camino para transitar de Lecumberri a San Lázaro, están cerca, pero era muy difícil llegar.

1996, la transformación de la Cámara de Diputados ampliando el pluralismo y poniendo punto final a un partido hegemónico.

¿Y quién iba a decir que el siguiente paso era precisamente 2017? Bueno, 16-17 en la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México, que abrirá la posibilidad de gobernar con un horizonte de pluralidad extrema.

He formado parte de esa experiencia innovadora de negociaciones y votaciones, y aunque nunca había participado en un proceso legislativo, puedo afirmar que ha habido cambios interesantes en la integración de la asamblea, el papel de las comisiones, la formación de los consensos, el funcionamiento de la mesa de consulta, las votaciones en el pleno y en la conferencia de armonización.

Composición plural de la asamblea es muy útil para que se celebren alianzas transversales, más allá de los partidos políticos. En temas impulsados por cada una de las fuerzas políticas y es un buen punto se asume, independientemente de quien lo presentó.

Lo anterior es así porque se requieren en cada votación dos terceras partes de los integrantes presentes y traducido en diálogos y acuerdos, cada aprobación exige sumar a tres de las cuatro fuerzas mayoritarias y al menos un grupo minoritario para lograr mayoría calificada.

Entonces, el trabajo de negociación ha sido un espectáculo político. Las comisiones también jugaron un papel nuevo porque tuvieron que analizar mil 500 propuestas e iniciativas de modificación al proyecto enviado por el jefe de gobierno.

El trabajo previo para decantar de todo ese cúmulo de documentos, lo que podría incorporarse exigió un procesamiento en donde todos tenían que participar. Buscar el acuerdo de las fuerzas políticas exigió del mayor consenso posible y así se aplicó el reglamento interior, los órganos legislativos y los lineamientos para discutir en el pleno los dictámenes, puras novedades. Nunca había habido una asamblea semejante.

Incluso y me dirá el senador Barbosa si no es una novedad, la función de la Junta de Coordinación Política cambio, puesto que la partidización del proceso político no podía lograrse porque no tenía suficientes votos y se tuvo que abrir la mesa directiva a todos los partidos y por lo tanto su dinámica se transformó.

En el pleno todo se discute, se discuten artículos, se discuten reservas de párrafos, de apartados, de incisos, de numerales, todo se puede debatir y por primera vez se estableció un órgano encargado de integrar y garantizar la congruencia jurídica del texto constitucional, es una comisión de armonización, pues esta figura necesita revisar cada uno de los textos autorizados para ser votados, para evitar incongruencias entre las normas y brindar la certeza a la ciudadanía. Se entiende porque estos constituyentes, la mayoría nunca había estado en ninguna asamblea legislativa.

El tiempo legislativo, es decir, el reloj que nos obliga a acabar el martes ha sido lo…

SENADOR MIGUEL BARBOSA HUERTA: ¿Ya va a acabar?

DOCTORA ALEJANDRA MORENO TOSCANO: Sí.

Ha sido lo más exigente para los políticos y eso ha hecho de esta asamblea una experiencia que todos hemos disfrutado y digo todos y digo todos. El diálogo, el acuerdo, la revisión, volver a reescribir los documentos, todo, y pensar siempre en el futuro mejor para la ciudad que vivimos, porque todos somos habitantes residentes de la Ciudad de México.

Y lo interesante es reconocer que en esa Asamblea, tres veces se ha agradecido a Manuel Camacho: su papel en las reformas, sus enseñanzas, todo lo que muchos de los que ahí están aprendieron de cómo convencer en diálogo directo, en comisión, en grupos pequeños, en grupos grandes, proponer nuevas redacciones, etcétera; que es de lo que trata precisamente este libro que reúne todas las intervenciones en el Senado y que tenemos el gusto de presentar.

Senador Barbosa, muchas gracias por esta oportunidad y felicitaciones.

DOCTOR GERARDO ESQUIVEL: Muchas gracias a la doctora Moreno Toscano, por sus palabras.

Le daremos ahora el uso de la voz a la doctora Leticia Bonifaz Alfonzo, directora general de Estudios, Promoción y Desarrollo de los Derechos Humanos en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Doctora Bonifaz, por favor.

DOCTORA LETICIA BONIFAZ ALFONZO: Muchas gracias.

Yo felicito la iniciativa del senador Barbosa, de compilar estos trabajos. Ahora me está diciendo que a todos les van a dar un ejemplar de este libro, me da muchísimo gusto porque es un libro de consulta obligatoria.

Me sumo al agradecimiento a Caro, que le encanta pasar desapercibida, pero tenemos que decir que sin el trabajo de ella, esto no hubiera sido posible.

Mi saludo a Mónica, a Manuel, a Rafael, a todos los familiares del licenciado Camacho.

Ahora que decía Carlos Monroy que la fecha clave de inicio de su relación con el señor Camacho, aunque él tenía cinco años, es 1994; yo puedo decir lo mismo, aunque yo no tenía cinco años, es la única diferencia.

Pero 1994 fue un año clave para mí porque yo conocía al licenciado Camacho como el funcionario, pero nunca había tenido posibilidad de tratarlo de cerca. Cuando estalla el conflicto del EZLN, que casualmente una izquierda radical que se oponía a la firma del TLC, 40 años después o no sé cuántos, una derecha radical quiere deshacer el TLC y a ver quién entiende eso.

Pero bueno, yo me acuerdo que la primera vez que vi de cerca a Camacho fue en aquella habitación de la casa vieja, donde estaba justamente la doctora Moreno Toscano. Y yo llegué realmente sabiendo que me invitaban al tema de Chiapas por ser abogada, por ser chiapaneca y porque ya había tenido cierto trabajo previo jurídico con Marcelo Ebrard, y ya conocía que yo podía aportar algunas cuestiones.

Y lo primero que me llamó la atención fue que sobre la pared de aquella habitación, tenía un mapa, que seguramente la doctora va a recordar, con una serie de tachuelas marcando muchas cuestiones de Chiapas; y empezamos a hacer un trabajo que a mí me tocó hacerlo por primera vez de carácter interdisciplinario.

Había historiadores, agrónomos, politólogos, economistas, éramos tres abogados, pero por primera vez se dio algo que yo hubiera deseado siempre, que era tratar de entender a otros.

Desde ese momento yo entendí que el licenciado Camacho Solís era un hombre excepcional y tenía como principal virtud, algo que ustedes van a decir que tal vez estoy exagerando, pero no es algo común. El licenciado Camacho Solís sabía escuchar y hoy, muy pocas personas saben escuchar.

Te ponía tanta atención que ya luego tú te empezabas a preocupar por lo que estabas diciendo, porque decías: “yo no veo un cambio en su expresión como para saber si voy bien o me regreso”; pero él te estaba poniendo tal atención que ya no sabías qué seguía.

Y desde aquel momento entendí también que el licenciado Camacho era un hombre de plan B, siempre, siempre el plan B. el plan B era algo que Camacho tenía siempre, porque apenas estabas tú proponiendo y terminando de mostrar lo que creías, ya te estaba preguntando por el plan B, pero tú estabas segura de que habías pensado toda la noche por dónde podía ir, y en ese momento ya te estaba preguntando por el plan B por si el A no funcionaba.

Esta historia del plan B a mí me quedó ya en la vida internalizada y siempre como homenaje a él yo pienso en ese plan B.

Lo veo como este tejedor maravilloso de acuerdos, y realmente creo, ya lo dijeron, que su clarividencia política es algo que también debemos reconocer.

Cuando me invitaron a presentar el libro yo marqué sobre qué iba a hablar, pero luego iban sucediendo hechos y marqué otra cosa y luego otra y luego otra, porque todo iba sucediendo día con día y tenía que ver.

En lo primero que pensé de lo que iba a hablar hoy, pero no voy a hablar de eso, es el artículo de 5 de febrero qué van a celebrar, y si lo leen aplica al 5 de febrero que viene, y este estuvo escrito en 2014.

2017, prácticamente ustedes lo leen sin cambiarle ninguna coma y se van a encontrar que esto aplica totalmente. Ya llegó Nacho, a quien también pude tratar desde aquel 1994.

Después, les decía yo, que la clarividencia del licenciado Camacho era algo notable, porque siempre estaba viendo algo que pocos veían, porque él ya estaba adelantado a ver, diríamos en el ajedrez, estaba muchas jugadas adelante, muchas, ya estaba viendo algo que nadie veía.

 Y como gran conocedor del sistema político, de lo que ya habló Carlos, yo creo que sólo le falló algo que jamás vio.

Cuando Reyes Heroles lo invitó en 1977 a integrarse a aquel trabajo que dio lugar a la Ley de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales, y cuando Camacho Solís fue profundizando en el conocimiento del sistema mexicano, nunca creyó, se los aseguro que no lo vio y no lo pensó, que el sistema iba a ser tan cruel con él; que se le iba a venir después de la muerte de Colosio con esa fuerza que lo obligó a un retiro político inmerecido y que además le costó tantísimo trabajo renacer.

Sin embargo, su trabajo académico y su relación con los jóvenes se mantuvo, pero el sistema político mexicano que él conocía, lo aplastó durante unos años de una manera inimaginable realmente, y creo que allí ni él mismo lo pudo ver.

Y la otra cosa que yo jamás creo de veras que pensó, que la muerte lo iba a sorprender tan temprano. Yo creo que él estaba seguro, por la longevidad de su mamá, por los antecedentes, que él iba a vivir muchísimos años, y creo que en eso tampoco vio esta terrible jugada que le tenía la vida.

Pero más que nunca yo lo sigo sintiendo vivo, sí extraño la llamada, con él no puedo decir que chateábamos, pero me tocó la época del Nextel donde se aplastaba la tecla y escuchaba uno, en la oficina que tenía en la calle de Amores en donde prácticamente lo vi todos los días de noviembre del 99 a agosto del 2000, en su oficina abajo había pegado junto al teléfono una terrible, así una tremenda oreja para que recordaras que te estaban escuchando, porque Camacho siempre te decía: “Acuérdate que nos escuchan, que nos siguen”. Yo decía: “Bueno, esto es delirio”, pero se veía aquella oreja y tú ya hablabas con mucho cuidado porque alguien te lo recordaba.

Y en más de una ocasión, los que lo conocen saben que es así, cuando había que tratar un asunto muy delicado, me decía, por ejemplo: “¿Dónde estás?” “En tal parte”, “Bueno, yo estoy en casa de mi mamá en San Jerónimo, te espero en tanto tiempo”, y siempre, siempre lo más delicado que tenía que decir lo decía caminando, ahí sobre el empedrado, pero nada en un lugar en el que pudiéramos ser escuchados.

En el Palacio del Ayuntamiento, sobre Reforma. Yo caminé en la época del plantón no sé cuántas veces Reforma, porque iba, venía, decía y bueno, y mientras tanto iba desentrañando todos los acontecimientos que iban sucediendo en el país e iba dando luz de una cosa, luz de otra, aquí en el Senado lo vi muchas veces ya con los periódicos leídos y con la reflexión del día.

Vi cómo le gustó a Caro muchos de los artículos nuestros sino los previos, cómo le gustaba encontrar el adjetivo perfecto, le gustaba esa idea que abría o cerraba el artículo y siempre podía y estaba abierto a las opiniones modestas, en mi caso, y de muchos de sus amigos y eso lo hacía un hombre que se enriquecía todos los días.

Y les decía yo que también en varias ocasiones de cuál era el artículo al que me iba yo a referir, pero como ustedes pueden encontrar aquí lo que necesiten para el día que lo abran, es así una especie de I-Ching de la política, lo que necesitan es tirar monedas y van a encontrar que Camacho habló de lo que necesita.

Entonces hoy dije, bueno qué necesita México, después de lo que vivimos de estos vaivenes de toda la mañana del twitt de Trump y el retwitt y el contratwitt y el antitwitt y de todo eso, bueno, ¿qué estaría diciendo Camacho hoy? ¿Qué pasaría si hoy yo le llamara o él me llamara para ver el plan B y el plan C y el plan C, porque esto ya nos rebasó absolutamente a todos?

Y la parte de la que quiero hablar, que les quiero releer y que les recomiendo revisen en la página 223, es algo que Camacho escribió para el día de hoy y que se llama “qué liderazgo necesita México” y dice:

“Un buen liderazgo puede hacer la diferencia. Los ejemplos históricos sobran, Churchill fue decisivo para frenar el avance nazi; De Gaulle aprovechó la oportunidad del desfonde de un régimen para fundar una nueva república, para cuestionar al Partido Comunista chino detrás de un formidable proyecto de desarrollo.

Nuestra propia historia está llena de ejemplos, desde Juárez hasta Cárdenas, pero no se puede tener el liderazgo sin voltear a ver el contexto. En otras circunstancias cada uno de ellos habría tenido otro desempeño, probablemente ni nos acordaríamos de sus nombres. Digamos que  por lo general son las circunstancias de máxima dificultad las que permiten a un líder crecer.

Son las que devoran a quienes no están preparados para ella, ¿qué cualidades de un líder serían las más apropiadas para sacar adelante a nuestro país? Repasemos una a una las cualidades que definen a un líder: visión para vislumbrar un nuevo rumbo y las consecuencias de no lograrlo; sensibilidad para captar lo que la gente necesita y para comunicarse con ella; integración del mejor equipo de colaboradores y buen trato hacia ellos y hacia todos; pasión para luchar y mesura para no extralimitarse; honestidad, valentía.

Un líder en México no debería prescindir de la visión; el líder puede influir en si se toma un camino A o si se decide ir a uno B, a uno diferente. Sería muy grave no sabe hacia dónde se pretende guiar la nave del estado. Como son muchos los factores a considerar, las influencias, las presiones y las adversidades que inevitablemente se presentan a lo largo del recorrido, mucho se gana si se conocen las rutas, si se han imaginado antes las alternativas.

Sensibilidad, una mente brillante no es suficiente para hacer un gran liderazgo. La gente respetará a quien entiende mejor, trabaja más y está pendiente, pero si no se percibe sólida la parte afectiva que realmente le importamos y nos entiende, el liderazgo no cuajará.

Le entendemos lo que nos dice, le creemos, nos hace sentir, confiar, llenarnos de entusiasmo, ¿estamos dispuestos a dar algo por ello o por ella?

¿Es distinto de la posibilidad y del manejo de medios que puede lograr impactos y no compromisos libres?

Equipo y buen trato. Los grandes líderes tienen una confianza tal, que no dudan en llamar a los mejores a formar parte de sus equipos; no temen al talento de otros, sino que lo valoran. Ni siquiera necesitan partidarios, militantes, sino que se enriquecen con el apoyo hasta de sus adversarios.

El caso de Lincoln es paradigmático. Cuando les toca mandar lo hacen con respeto y consideración, saben ser exigentes pero son pacientes, educados, considerados, no ofenden.

Pasión y mesura. Sin pasión no se puede defender una causa y lograr que los demás crean, hay mentes frías que pueden entender y sostenerse, grandes ministros y diplomáticos. Pero difícilmente podrían estar al frente y convencer a un pueblo de emprender tareas ambiciosas e incluso aceptar grandes sacrificios.

La pasión descontrolada, sin embargo, puede llevar a perder contacto con la realidad, a sobreestimas las fuerzas propias, a dejarse arrastrar por la soberbia de creerse superior y necesitar todo el tiempo de ese reconocimiento.

Honestidad. Los negocios son incompatibles con la política y la defensa del interés público.

Valentía. Sin esta cualidad, aunque se tengan todas las anteriores, un líder sucumbe, la valentía nada tiene que ver con los lenguajes exaltados, agresivos o con las conductas violentas. La verdadera valentía es la de quien, en circunstancias de máximo riesgo, no se precipita, no ordena lo que él no estaría dispuesto a hacer.

No es lo mismo la valentía que la belicosidad, o menos aún, la prepotencia. Hay soldados valientes, pero también pacifistas valientes, quien encabeza da la cara y corre los riesgos de dirigir; quien o quienes se aproximen a ese prototipo o se complementen, crecerán.

Recomiendo, línea a línea, volver a revisar qué liderazgo necesita México.

Y ya para cerrar, les quiero decir que para mí esta recopilación sí va a resultar muy útil, incluso como decía Carlos, para los estudiantes que ya no lo conocieron, te perdiste lo que dijo de ti Carlos, pero ya se hará una glosa para que te enteres. Fue bueno, por supuesto.

Pero la posibilidad de esta lectura nos va a acercar a un personaje que de veras, quien no lo haya conocido, perdió muchísimo.

Muchas gracias.

DOCTOR GERARDO ESQUIVEL: Agradecemos enormemente a la doctora Bonifaz, sus palabras.

Y le damos la bienvenida al maestro Ignacio Marván Laborde, y ahora le daremos el uso de la palabra. Ignacio Marván es economista y ahora es profesor e investigador titular en la División de Estudios Políticos del Centro de Investigación y Docencia Económicas, CIDE.

MAESTRO IGNACIO MARVÁN LABORDE: Buenas noches.

Dice el doctor Mancera y sus ayudantes que tengamos cuidado con el tráfico, porque la ciudad se va a colapsar: ya se colapsó desde hace rato, aunque diga que van a tomar medidas para que no se colapse.

De veras, una disculpa, fue cuestión del tráfico.

Sin ponernos de acuerdo, porque no hablé con nadie, supuse que a mí me tocaba hablar los trabajos académicos de Manuel Camacho, porque incluso yo es ahí donde lo conocí, entonces voy a hablar más bien de los trabajos académicos y algunas otras cosas rápidamente.

Primero, sí quiero felicitar a los editores por el título, porque efectivamente refleja mucho la personalidad, la vida, la dedicación de Manuel Camacho y la transformación de México.

Yo le hubiera puesto un subtítulo: “Manuel Camacho y la transformación de México: Alternativas políticas para enfrentar las crisis”. Eso efectivamente era lo que todo el tiempo estaba pensando que hacer.

Los discursos sinceramente no los revisé, pero desde que las juntas de coordinación política mataron la democracia deliberativa en nuestros órganos parlamentarios pues pueden ser buenos testimonios los discursos, pero en la medida en que no contribuyen a la argumentación política y a la toma de decisiones, pues son piezas más o menos como arqueológicas.

Me clavo en la obra académica de Manuel Camacho, que los que estábamos desde entonces y trabajábamos académicamente juntos, es una obra pionera o de vanguardia, en su tiempo, y que hoy nos ayuda a entender muchísimo.

Digamos, los tres artículos que aquí se recogen nos ayudan a entender muchísimo el contexto y la complejidad del cambio político en México, que fue su permanente problema de obsesión de reflexionar sobre ello.

1973, Estado o feudos políticos. Estamos empezando el segundo término del sexenio de Echeverría. Es un trabajo muy anclado en una sociología política clásica en donde lo que el problema fundamental sobre el que está reflexionando es el problema de las coaliciones del poder y sus relaciones con el Estado.

Divide como alguien que tiene perspectiva histórica y conoce el pulso de la historia en momentos diferentes: 1940-1954, donde se forma una coalición social, digamos, legitimada en sus relaciones con los obreros y los campesinos que le va a dar legitimidad al Estado.

Siguiente periodo: 1954-1968. Y ahí de lo que habla es del realineamiento político que se da posteriormente a la devaluación de 1954, que los economías conocemos y en México se conoce como el desarrollo estabilizador, pero él hace precisamente qué significó el desarrollo estabilizador en términos políticos, dice: “Fue una alianza realista y eficaz fundada en el control de la insurgencia obrera y la alianza del gobierno con el gran capital”.

¿Qué sucedió? Se formaron los famosos feudos políticos y entonces entramos al periodo 1968-1974. 68, digamos, es un cuestionamiento radical, lo escribe y lo analiza como una crisis de legitimidad, y la conclusión del periodo es extraordinaria, es simple y sencillamente el poder empírico de los feudos, la capacidad de articulación de los feudos tiene más poder que el Estado.

Y pone como ejemplo el fracaso de la reforma fiscal planteada en los años 60’s y 70’s, en donde lo que ya nos muestra claramente que frente a lo que todos nos tragamos una bola de mentiras del Estado fuerte mexicano, etcétera, etcétera, lo que muestra con una enorme claridad es como ya estos feudos políticos tienen mayor poder del Estado, y más allá del mito estamos frente a un Estado sumamente débil, eso nadie lo decía y pocos lo reconocen para esa época actualmente. Es una gran reflexión sobre la debilidad del Estado de México en 1974.

La Huelga de Saltillo. Ese para mí tiene además recuerdos personales muy importantes, porque fue gracias a ese trabajo que yo conocí a Manuel Camacho Solís. Yo coordinaba en aquel entonces el seminario de la historia de la clase obrera en México de don Pablo González Casanova, y mi papel era invitar a autores que estaban reflexionando sobre el tema y discutíamos trabajos inéditos, o sea, yo conocía este trabajo antes de que se publicada y la misión era criticar el trabajo para mejorarlo, etcétera, etcétera.

A partir de ahí, Manuel y yo tuvimos una amistad discutidora que duró mientras él estuvo presente entre nosotros.

La Huelga de Saltillo es una reflexión fundamentada, muy fundamentada sobre el surgimiento del sindicalismo independiente en México. Más allá de que son unos comunistas, unos locos, ¿de dónde viene? ¿Qué hay detrás de esa huelga? ¿Cuál es el planteamiento?

Habla, digamos, y analiza con mucho detalle cada movimiento, cada jugada del gobierno, cada jugada del sindicato oficial, cada jugada de los sindicalistas independientes, y analiza lo que denomina como una rebelión política de un nuevo tipo de trabajadores que se han modernizado, etcétera, etcétera y sus relaciones y su lucha por tener fundamentalmente una organización sindical representativa y culmina, digamos, diciendo hay un dilema que en las condiciones actuales de México es muy difícil de resolver, pero se tendrá que resolver, para resolver nuestros problemas políticos que es un dilema irresoluble en ese momento, entre control y legitimidad.

O sea, para poder decidir, para poder tener poder hay que tener legitimidad en ese momento estalla la crisis y la huelga finalmente es un fracaso y los famosos nudos históricos de 1977, perdón, la huelga de 75, 76, que los nudos históricos se ven publicados en 1977.

No es cualquier año, no es cualquier momento, es cuando estamos todos, después del 68, después de la insurgencia obrera, después de una serie de elementos precisamente discutiendo la primera gran reforma política la de 1977, es decir, en el pleno momento de la reforma política famosa de Reyes Heroles.

En primer lugar, en términos académicos, esta es una muy novedosa y útil incorporación de la teoría política marxista, con base en Granjas, lo hace, lo revisa, le explota digamos todo lo posible y dice, las limitaciones y con base en esa perspectiva crítica, va a ser un diagnóstico, para variar, de cómo está y que necesita pasar en el sistema político mexicano; muestra claramente la situación límite del sistema político mexicano y sus alternativas frente a una nueva realidad social.

Creo que los tres trabajos que acabo de reseñar rápidamente, todos tienen una perspectiva común que es la perspectiva que acompañó a Manuel Camacho toda su vida. Primero cuáles son las alternativas de reforma frente a una situación crítica reconozcamos la realidad, pero también qué es lo que tenemos que cambiar para resolver de fondo esa situación crítica, primer punto.

Y segundo, sin ilusionismo, porque jamás fue un ingenuo, siempre desde la perspectiva esas alternativas de cómo reconstruir el poder político para que tenga capacidad de decisión, para que tenga eficacia, porque sabía de qué se trataba y para qué servía el poder político.

Quiero terminar, digamos, con una anécdota, Manuel no me dejará mentir, para que vean digamos la relación que teníamos y el personaje que era Manuel Camacho, después de la elección en España del 20 de diciembre de 2015, no puede haber sido más allá del 22 de diciembre, soñé oye Manuel, tenemos que hablar con Rajoy para ver cómos e arregla esto; con quien hablamos para que se pueda formar gobierno en España.

Y no me resisto tampoco así leerles algo del 5 de febrero: dos parrafitos, no todo el artículo, del 5 de febrero del 2014, ahora que toda la clase política y las instituciones se van a ir a Querétaro a celebrar el centenario, creo que nada más pertinente que este artículo e Manuel Camacho del 3 de febrero de 2014. Dos parrafitos.

Dice: la Constitución del 17 fue la expresión de un movimiento revolucionario que reclamó al régimen porfirista tierra para los campesinos, derechos laborales sindicales para os obreros, defensa de los recursos naturales y reafirmación de la cultura para poder forjar una nación; democracia con su justicia social, reforma agraria y protección del trabajador, rescate de la riqueza del subsuelo y política exterior protectora de la autonomía política.

Frente al proyecto nacional de 17, un párrafo adelante, lo que hoy tenemos es el encumbramiento de unas reformas estructurales por encima de cualquier principio. La de 2013 es la constitución de la reforma energética, de la reforma laboral de la educación, no de la reforma educativa, de la reforma laboral de la educación, de la protección del capital externo y los derechos de los extranjeros por encima de los nacionales, es la del debilitamiento de las facultades del congreso de tribunales y del federalismo.

Creo que tenía toda la razón y estaría bueno que lo recordáramos en este centenario de la constitución.

Muchas gracias.

DOCTOR GERARDO ESQUIVEL: Muchas gracias al maestro Ignacio Marván Laborde por sus palabras y le daremos el uso de la palabra al doctor Diego Valadés. Quien es actualmente investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, de la cual, como ustedes saben, también fue director hace algunos años, también fu procurador General de la República y es actualmente también miembro del Colegio Nacional, entre muchas otras actividades y ministro de la Corte.

Doctor Valadés, y Ministro de la Corte, por supuesto, tiene usted el uso de la palabra.

DOCTOR DIEGO VALADÉS: Muchas gracias, doctor Esquivel. Muchas gracias, senador Barbosa.

Por varias razones: en primer lugar, por darme el privilegio de estar en este maravilloso salón, de estar en esta excepcional mesa, de estar ante este extraordinario público y sobre todo, de poder referirme a la obra admirable e inolvidable, de Manuel Camacho.

Debo decir a ustedes que leí el trabajo, publicado por la Cámara, en muchos casos más bien releí los trabajos publicados por Manuel Camacho en la prensa o en otros textos, incluso académicos, están recogidos aquí capítulos que fueron publicados en el Instituto de Investigaciones Jurídicas; y tuve presentes no sólo esas relecturas, sino en muy buena medida lo que de su propia voz escuché, sea en las conferencias, sea en los discursos, sea en los programas televisivos donde también tenía una intensa participación porque era muy requerido para dar opiniones, o de viva voz cuando, por fortuna para mí, me reunía a tener diálogos inolvidables.

Infortunadamente, no forma parte de la tradición pública mexicana llevar registros o diarios de lo que hacemos, algo que es muy común entre los políticos europeos o entre los políticos anglosajones; es muy extraño o muy raro en México.

No sé si el senador Barbosa lleve un diario de sus actividades, exactamente; nada más que de ahí no nos podremos enterar, senador, y ese es el problema.

Qué hubiera dado yo por tener la disciplina, que no tengo todavía, y haber registrado mis conversaciones con Manuel Camacho. Les aseguro que serían fascinantes, tengo que decir que esas las recuerdo, las tengo para mí –como dice el senador Barbosa–, las llevo en la cabeza y también en su caso, las llevo en el corazón. Pero no están plasmadas y no las puedo reproducir como se dieron en el momento y es una lástima para mí, para la política y para la historia de las instituciones y de las ideas en nuestro país.

Ojalá que las próximas generaciones de políticos se disciplinen en el sentido de poner por escrito aquello que dicen, aquello que escuchan, aquello que piensan. Quizá no lo hemos hecho porque venimos de una tradición represiva y que evidentemente nos inhibía para escribir los testimonios que pudieran ser utilizados en algún momento, como la delación del amigo o la autodelación en muchos casos.

De manera que el régimen autoritario formó o deformó procedimientos de comunicación que son expeditos y están abiertos en las sociedades democráticas. Pero, como aquí hay muchos políticos del porvenir, los exhorto a que tomen otras expresiones y otras formas de dejar plasmadas sus ideas.

Por fortuna, Manuel Camacho mucho de lo que nos decía a sus amigos, a sus oyentes, a sus contertulios, lo dejó plasmado en sus escritos periodísticos, en sus escritos académicos y en este punto discrepo de muy querido y admirado amigo Ignacio Marván, porque los discursos de Manuel Camacho en el Senado no eran la reproducción mecánica de adhesiones acríticas a puntos de vista o a planteamientos sustentados por la fracción parlamentaria, por una sola razón:

Porque él era en muy buena medida, quien influía en las posiciones de la fracción parlamentaria de la que formaba parte. Y por supuesto que resultan esclarecedores y orientadores, como nos lo dijo en su intervención inicial el doctor Esquivel.

Ahora bien, quiero decir a ustedes que es común en las entrevistas más o menos de trivia, y todos hemos pasado por ellas, que le pregunten a uno: “Oiga, si usted pudiera platicar con un personaje de la historia, ¿con quién conversaría?”, y claro, he conocido a muchos que dicen: Con Napoleón, para estar de tú a tú, de igual a igual.

Bueno, hay quienes son más modestos y buscan escritores, poetas, dramaturgos, pero es tan atractivo este género que hace unos años, con motivo del Centenario de la Independencia y Bicentenario de la Revolución, Pepe Iturriaga ideó una colección preciosa que se llama “Charlas de café” y son charlas de café imaginarias, por supuesto, con grande personajes de la cultura y de la tradición política e incluso militar mexicana, y está la charla de café con Carranza y con Obregón y con Calles y con Hidalgo y con Morelos y con Juárez y con Ocampo, en fin, son 30 volúmenes muy amenos todos, encargados a personas que conocían al personaje, las ideas, los escritos, y entonces aunque son una ficción resultan muy atractivas.

Bien, si a mí me preguntaran, me lo han preguntado y he contestado algunos disparares, como ustedes pueden imaginar, pero si a mí me preguntaran con qué personaje histórico te gustaría conversar, yo diría: Me gustaría volver a conversar con Manuel Camacho, que es ya un personaje histórico.

Ahora bien, para conversar con él estoy en deuda con el senador Barbosa y estoy en deuda con Caro, como ya se ha dicho, porque puedo conversar con él a través de las páginas de este formidable libro que hoy nos presentan, que hoy nos reglan y que hoy presentamos a todos ustedes.

Y les voy a dar un ejemplo de por qué podría hoy, 26 de enero de 2017, conversar con Manuel Camacho, les voy a poner ejemplos y es sintomático. Todos los presentes, todos los que hemos hablado hemos recurrido a un texto de Manuel, y lo hemos puesto en el contexto nuestro.

Bueno, no me quiero quedar atrás y para que se vea que la cantera es inagotable, no voy a decirles porque sería una mentira, un recurso retórico muy fácil que alguien me quitó un texto porque yo también lo había previsto; no, no es así. Se han leído varios textos.

El que planteó Lety Bonifaz, por ejemplo, de qué liderazgo necesitamos es absolutamente pertinente, leído el 26 de enero de 2017, aunque fue escrito en 2011.

Pero yo les voy a dar también algunas referencias en este diálogo imaginario que a todos nos revitaliza.

Dice el 9 de octubre de 2012 que el problema principal de México es el debilitamiento de la autoridad en un Estado democrático de derecho. “Por ahí –dice– por el Estado democrático de derecho pasa todo”.

2012, son cinco años, no se ha hecho nada para revertir el debilitamiento y mucho para profundizarlo.

Quiero decir a ustedes que si hoy el Estado mexicano se pareciera al del 9 de octubre del 2012 podríamos estar tranquilísimos y ya era débil para entonces.

Otro ejemplo de la actualidad y del diálogo para tenerlo hoy mismo, y será un diálogo compartido. Esto se lo escuché porque fue una ponencia presentada en el Instituto de Investigaciones Jurídicas en 2012, participando él como ponente en el Quinto Congreso Mexicano de Derecho Constitucional.

Ahí decía, ustedes me dirán si no es de actualidad, decía los riesgos en materia de seguridad y gobernabilidad son tan grandes que ameritarían considerar, para los próximos años, la posibilidad de una nueva constitución o al menos de una nueva constitucionalidad.

Los desenlaces en los próximos años lamentablemente entre sus méritos tuvo el de ser profeta, porque acertó, se terminarán su pertinencia y viabilidad, sobre todo en vistas del centenario de la constitución en 2017. Está hablando de estos días.

La pertinencia y viabilidad de una nueva constitución dependerán de la gravedad de la situación y de la potencia de las fuerzas y las esperanzas del cambio.

Hoy, dijo, un nuevo constituyente no tiene viabilidad, estaba hablando en 2012 y si en algún momento fuera la única salida para restablecer el orden, de todas maneras se quería acuerdos semejantes a los de una política de estado.

Es evidente que las condiciones de hoy no son mejores a las que planteó Manuel Camacho en 2012 y creo que hoy Manuel Camacho no se decantaría por una nueva constitución sino por una nueva constitucionalidad, porque era la otra puerta que él mismo dejaba abierta, por una razón; porque es falso que las constituciones y se los digo con cierto pesar como constitucionalista, sean el resultado de un pacto.

Las constituciones son la imposición de un vencedor. Así ha sido siempre, aun cuando se enmascaren con las características del pacto. Nuestra propia constitución de 1917 es el resultado del triunfo del constitucionalismo, en perjuicio de los villistas y de los zapatistas que fueron expresamente proscritos del congreso constituyente, desde la convocatoria misma emitida por Venustiano Carranza.

Y así han sido todas las constituciones, en cambio, las reformas constitucionales sí que son producto de pactos, de suerte que al gran diferencia que tenemos entre un planteamiento acerca de una nueva constitución o de una reforma constitucional, está en que el pacto es más viable en la reforma que en el constituyente.

Y aquí tenemos a una constituyente, la tengo, aunque suene muy mal decirlo, a mi siniestra, pero yo lamento estar a su diestra, pero qué constitución va a quedar, lo ignoro, ella los abe muy bien, pero evidentemente es una constitución resultado de una negociación y sólo les puedo decir una cosa: las constituciones que resultan de negociaciones, cuando realmente son eso, producto de negociaciones, salen llenas de errores.

Les digo porque si hago luego alguna crítica que no se considere que es de mala fe y es muy sencillo: cuando una norma constitucional está armada pues de la perspectiva de la izquierda y de la derecha, desde la perspectiva de progresistas y conservadores, desde la perspectiva de quienes tienen en mente la transformación del poder y de la sociedad y quienes tienen en mente adueñarse del poder y conservar la sociedad rezagada, cuando esos son los que tienen que negociar y de ahí tiene que salir un acuerdo, pues los acuerdos realmente salen muy desfigurados.

Por eso las grandes constituciones de nuestro tiempo son a las que llamo constituciones de autor, las que tienen como autor a un sujeto o a un pequeño comité de sujetos y que no pasan por una deliberación en la que haya que poner contentos a todos.

Bien, ojalá que el éxito de ustedes merezca un reconocimiento, lo merece el esfuerzo, ya veremos el resultado, pero a lo que me refiero es a que Manuel Camacho fue un maestro insuperable en el arte de la negociación, muy mal apreciado en su momento, tanto así que cuando él planteo la necesidad de la concertación de voluntades para la construcción de instituciones, se desfiguró su planteamiento diciendo que no era una concertación, sino una concertacesión.

Un columnista político acuñó este neologismo, que por supuesto causó estado rápidamente no entre los adversarios de Manuel, Manuel no tenía adversarios porque él no era enemigo de nadie. Entre los envidiosos de Manuel, que esos sí Manuel no podía evitarlos, tenía muchísimos y por eso surgió el concepto de concertacesión.

Cesión viene de ceder; ceder viene de derrota; y se hizo creer que concertar era ser derrotado. Esta era la cultura del país, señoras, señores, hace 20 años.

En la cultura a la que se enfrentó Manuel Camacho, hoy es muy fácil hablar de negociación y de acuerdos y de pactos; no lo era y menos desde el poder y menos desafiando las resistencias del propio poder del que formaba parte; hablar de acuerdos. Consiguió abrir esa brecha, que fue fundamental para que en ese momento México no se viera asfixiado por la violencia social y político, eso se lo debemos a Camacho.

Bien, ya me pasé, perdón Doctor. Disculpe, senador, concluiré rápidamente solamente haciendo una referencia a este propio texto que contiene un elemento que luego pasamos por alto; porque perdonen que les diga una obviedad, pero sí hay mucho entre nosotros de autodenigración.

Tanto que, por ejemplo, ahora este problema que traemos con el señor Trump, el verdadero enemigo de Trump no está afuera, es que traemos un Caballo de Troya que no hemos visto, es un caballote gigantesco que consiste en nuestra inseguridad. Los mexicanos hemos sido muy buenos, muy eficaces para autodenigrarnos.

Desde que inventamos aquello de que flojos como ninguno y nosotros mismos nos retratábamos como el charro campesino recostado en el maguey con su sombrero, durmiendo la eterna siesta.

Luego eso lo dejamos atrás, vimos que no éramos tan flojos, éramos algo trabajadores.

Ah, pero entonces surgió la fama, autoproclamada, de ebrios y qué orgullo ser ebrios y somos todos aquí ebrios y lo hicimos parte de nuestro folclor; y resulta que tampoco lo somos, somos bastante sobrios.

Hoy tenemos el complejo de ser chiquitos y de que nos está aplastando un gigante, y no tenemos la capacidad de reaccionar.

Ah, pero si viéramos lo que realmente hemos hecho, veríamos que hemos hecho cosas mucho más interesantes y con muy poco reconocimiento, hasta por nosotros mismos.

Y esto simplemente lo remito a un epígrafe de uno de los artículos de Manuel Camacho: sí, queremos una Presidencia democrática y fíjense, dedica este artículo a Arnoldo Martínez Verdugo, comunista, y dice:

“Quien se atrevió a pactar con Jesús Reyes Heroles, la apertura del régimen autoritario”.

Amigas y amigos:

Todos en algún momento hemos hablado e invocado como elemento inspirador y como paradigma del acuerdo, los pactos de la Moncloa; nada más que los pactos de la Moncloa fueron posteriores a los pactos de Bucareli; y los pactos de Bucareli, son de 1977 los dos, nada más que unos son de junio y otros son de diciembre. Los de junio son los mexicanos y a los que todos mencionamos y hacemos referencia es a los españoles, que son posteriores a los nuestros.

Y aquí también se dieron esos pactos y también con los comunistas. Y también los comunistas sacrificaron mucho de lo que estaban haciendo, para incorporarse al sistema democrático, a la institucionalidad.

Bueno, vale la pena que tengamos presente eso para que sepamos que también estamos hechos de fibra, de carácter, de neuronas y que podemos dar muchos y muy buenos ejemplos de lo que se puede hacer y se hace en México.

Y decía, leyó unos párrafos muy interesantes Leticia Bonifaz, y decía: “El poder no se aviene con los negocios”. Bueno, qué bueno que veo aquí a Juan Enríquez senado allá atrás. Es el arquitecto del gran proyecto Santa Fe.

¿Qué sería de esta ciudad sin Santa Fe? ¿Qué sería de esta ciudad sin el Hoy no Circula? ¿Qué sería de esta ciudad si no se hubieran cambiado los inodoros de 16 litros por los de cuatro? ¿Y qué sería de esta ciudad sin tantas cosas que hizo Camacho?

Una de ellas fue entender el proyecto de Enríquez, ¿y quién ha puesto en duda jamás la verticalidad, la honestidad, la transparencia con la que se llevó a cabo ese proyecto que vale decenas o centenares o millares de millones de pesos? Nadie. Fue congruente con lo que decía y supo rodearse de los que sabían y compartían sus propios ideales.

Bienvenido, Juan, qué bueno que estás por aquí.

Quiero finalmente hacer una observación brevísima.

Senador: usted nos ha dado un gran texto. Nos ha permitido establecer un diálogo con Manuel Camacho. Ya no me extiendo, iba a hablar también del gobierno de coalición, a lo que se refiere él aquí. Hoy sería necesaria esa coalición.

Si hoy habláramos con Manuel Camacho y nos dijera qué hacer, si le preguntáramos qué hacer y él nos lo dijera, nos diría: Coalición ya.

Pediría que el Presidente hablara con los presidentes de los partidos políticos, porque si ha estado dispuesto a hablar con el Presidente de Estados Unidos, no tiene por qué no estar dispuesto a hablar con el presidente de Morena, por decir uno solo, porque habría que hablar con todos.

Bueno, quiero decirle, senador, que es una gran aportación, que nos ha hecho usted un gran regalo, que le ha hecho usted un gran regalo a la democracia mexicana, y que sólo tengo un comentario complementario.

Y es que este texto es una publicación novenal, es una publicación fuera de comercio, y cumple un objetivo y todos los presentes recibiremos un ejemplar y seguramente los integrantes de esta augusta asamblea representativa también recibirán el suyo propio.

Sugiero que se prepare una edición comercial, si la familia Camacho está de acuerdo. Y si se hace esa edición comercial, sugiero que se hagan solamente unos ajustes. La iconografía es seleccionada por Caro, es maravillosa; los textos están muy bien ordenados, pero falta un índice. Los lectores necesitamos el índice de los discursos y el índice de los artículos, es todo lo que le faltó al libro.

Y perdone que diga esto, pero es que tengo la deformación profesional y cuando lo invitan a uno a un comentario, si uno no hace una crítica, se ve uno muy mal con el público. Entonces lo hago por el público para que no me vea tan mal.

Quiero solamente pues hacer eso, y una propuesta a la familia Camacho, de la quiero decir con toda humidad, perdonen ustedes, me siento parte de ustedes, porque hay un cariño por un amigo inolvidable y en muchos sentidos insuperable, que es Manuel Camacho, y que me quiero sentir parte de la familia Camacho.

Es una invitación a la familia Camacho, a los amigos de Manuel Camacho, a los admiradores de Manuel Camacho, para que constituyamos una asociación civil, que como se sabe no tienen fines lucrativos, sólo para el efecto de convocar un concurso anual de ensayo político.

Porque aquí, por ejemplo, está un joven discípulo de Manuel Camacho y hay muchos otros, y deberá haberlos en las sucesivas generaciones. Y es importante que el nombre de Manuel Camacho se perpetúe como una fuente de inspiración para los jóvenes intelectuales y políticos que piensan en la democracia de México, porque lo mejor que podemos hacer por un hombre como Camacho es tratar de emularlo, aunque sólo, como es mi caso, nos quedemos en el intento.

Muchas gracias.

DOCTOR GERARDO ESQUIVEL: Muchas gracias al doctor Valadés por estas palabras y por esta iniciativa que sin duda creo que será recogida y será muy bienvenida tanto por la familia como por los amigos del fallecido exsenador Camacho.

Le daré ahora el uso de la palabra, para terminar, al senador Miguel Barbosa Huerta, quien es presidente del Instituto Belisario Domínguez.

SENADOR MIGUEL BARBOSA HUERTA: Gracias Gerardo.

Primero me disculpo por el tono de mi voz, no he podido recuperarme, que me sirve para justificar o para argumentar de manera libre en este momento.

Bueno yo quiero hablar en tres rangos, como presidente del Instituto Belisario Domínguez, como coordinador parlamentario de esta bancada, la del PRD y como senador de la República, si me permiten.

Como presidente del Instituto Belisario Domínguez debo decirles que es un centro de investigación legislativa que está conformado por investigadores que están electos mediante un proceso de oposición conducido por universidades, por académicos, por ninguna recomendación política, esa fue la transformación que hicimos del Instituto Belisario Domínguez en este Senado de la República, que todos los fondos del instituto, como presidente del Senado, los entrego al manejo de investigación y editorial, del Instituto.

No hago ninguna otra actividad desde el instituto más que la estrictamente académica, editorial y de investigación y es así como logramos la edición de muchísimas obras, por ejemplo también estamos por presentar la edición, una compilación de todos los números de esta revista que fue un medio de comunicación oficial del Partido Comunista “El Machete”, ya la tenemos terminada, es una obra de colección y así conseguimos esto.

Una tarde estaba yo en mi oficina trabajando, le llamo a mi coordinador de asesores para decirle que deberíamos de hacer algo con la obra de Manuel Camacho y me dice, Caro ya se nos adelantó, ya tiene recopilado, ordenado, no me detuve a ver si había índice o no, ahora el doctor Valadés descubre esa omisión y le encargamos que dé el índice, para terminar bien la obra y fue así como pudimos concebir.

Por eso, en el aniversario luctuoso, cuando usted sugirió la impresión de esta obra, yo dije estábamos en eso. Se pudieron conseguir las autorizaciones necesarias y aquí está la obra. Por cierto, de ella tendrán todos los que vinieron hoy un ejemplar al terminar, a la salida del evento.

Como coordinador parlamentario, qué difícil para mí empezar una coordinación con personajes tan importantes como Manuel Camacho, como Alejandro Encinas, como muchos otros, ya con historia política y con enorme capacidad de deliberación y de debate. De verdad que sí.

Cuál era el reto de Miguel Barbosa, coordinador, acreditar que podía ser coordinador de personajes como Manuel Camacho. Lo primero que aprendí fue a hablar con ellos. Tuve el privilegio de aprender a hablar con ellos.

Manuel Camacho tenía una visión estratégica de la política. Con él hacíamos reflexión estratégica de cada momento que estaba ocurriendo en la política nacional y la visión y posición que tenía que tener el grupo parlamentario.

Nunca fue opositor dentro del grupo parlamentario. Por el contrario, fue constructor, como todos los que están en el grupo parlamentario, sin duda que sí.

Yo identifiqué la animadversión que el actual gobierno tenía por Manuel Camacho y por Marcelo Ebrard, la identifiqué, la ubiqué y tuve conocimiento de ella. La razón no la conozco, pero era una posición adversa de manera absoluta.

Le dije a Lety, ¿lo digo o no lo digo? Dice: “Dilo”. Eso existió, eso existió. Pero ante eso, él con su consejo y nosotros, formamos un grupo parlamentario opositor, que se diferenció de muchos, hasta de la dirección de nuestro propio partido.

Así lo hicimos y así lo asumimos. Un hecho a destacar en este sentido, fue cuando arrollados por el Pacto por México, todo se estaba construyendo en una mesa de gobierno y partidos, no de grupos parlamentarios; habiendo queriendo corregir esa situación para que el Congreso tuviera el papel que debía desempeñar, porque eran reformas legislativas.

Una madrugada, porque yo saco conclusiones de madrugada, le consta a mi esposa que por ahí está sentada, dije: “hagamos nuestra propia propuesta de reforma política”.

A las 7 de la mañana le marqué a Ernesto Cordero y le digo: “órale, nos puede costar el puesto”, le dije. Al final, le costó el puesto a Ernesto Cordero como coordinador de los senadores.

Y después de hablar con Cordero, hablé con Manuel: “veámonos temprano, Manuel”. A las 10 de la mañana estábamos anunciando, Ernesto Cordero y Roberto Gil; Miguel Barbosa y Manuel Camacho, que haríamos nuestra propia propuesta de reforma política. Y así lo hicimos.

Somos opositores, dignamente opositores. Participamos de la política y de la construcción de los productos legislativos. Participamos de la coyuntura política y formamos parte de acuerdos. Votamos a favor y votamos en contra; pero siempre con un comportamiento digno, dignificante, nunca de denigración ni autodenigración.

Manuel Camacho fue un constructor, un permanente estratega de cada momento que se vivió. Yo lo llamaba a mi oficina: “Manuel, quiero hablar contigo”; y aprendí a hablar con Manuel Camacho.

Así como dice Lety, no es fácil al principio hablar con Manuel Camacho, más cuando se te quedaba mirando así, ¿verdad? Y no movía ni las pestañas. Pero yo aprendí a hablar con él y aprendí a poder aprovechar su talento, que es el valor de la eficacia en la vida y en la política; si está rodeado de talento, aprovéchalo.

Pero para aprovecharlo, primero se necesita identificar la esencia del talento de cada quien.

Y les cuento una anécdota:

Bueno, no fue en el 94, como Lety Bonifaz. No, yo era un abogado litigante en la ciudad de Tehuacán, Puebla, era yo priísta, era el 88. Manuel Camacho estaba diferenciándose del poder público en ese momento: buscaba ser candidato a la Presidencia de la República, buscaba ser candidato.

Miguel Barbosa, mi esposa y unos amigos habíamos decidido irnos cuando Manuel Camacho se fuera, y habíamos hecho una frase que decía: “Con Camacho y sin partidos”, yo no conocía a Camacho. Yo lo veía en televisión, pero había yo decidido seguirlo en la ruta que él asumiera. Es una historia personal, se la conté a Manuel en más de una ocasión.

Claro que hoy estamos, yo quiero decir, de plácemes, porque cada vez que recordamos a una persona querida que falleció podemos estar lamentándolo y lo vamos a seguir lamentando, pero hoy estamos de plácemes porque presentamos su obra, la obra que ayudará a perdurar la memoria de Manuel Camacho. Es la obra que perdurará.

Yo sí creo que la muerte lo sorprendió. Yo sí creo, como lo dijo Lety Bonifaz, esta jugada de la vida fue muy cruel, porque de lo contrario hubiera escrito sus memorias y no la tradición oral hubiera reinado también en la rica, abundante vida de un hombre como Manuel Camacho.

Debiéramos grabar las pláticas con nuestros padres, ¿eh? Yo tuve esa pretensión antes de que mi padre muriera pero no lo hice. Háganlo ustedes, porque no sé si en el caso de los hijos de Manuel Camacho pudieron tener la previsión de grabar conversaciones con él, no lo sé, ojalá así fuera.

Es una recomendación que ahora yo le hice a Lety Bonifaz y que parece que le caló, ¿verdad que sí?

De verdad que muy contentos, muy agradecidos, su padecimiento me hizo conocer a Mónica, me hizo conocer a las niñas, a todas ellas. La animosidad de la chiquita, porque este libro lo entregamos hace tres-cuatro meses y la que se lo llevó fue Leonor. ¿Sí o no? Te lo llevaste y no lo querías soltar. Ese día tenías otra ocupación y mandaste a las niñas, Mónica. Ella se llevó su libro.

A Manuel, un profesionista de primera, hombre serio, de no muchas palabras, pero el estilo del papá ahí está, igualito.

Y desde luego a Juan Salvador, gracias por venir, qué bueno que viniste. Nos da gusto que hayas salido de la selva chiapaneca por un rato.

A todos gracias. A sus hermano, a su hermana, a sus familiares, a sus amigos. Tenemos un magnífico recuero de Manuel Camacho. Lo respetamos en vida, tuvimos el privilegio de tratar con él, tuve el privilegio de aprender a hablar con él, ¿verdad que sí? Y creo que todos en el grupo parlamentario mantenemos un recuerdo de enorme respeto por Manuel Camacho.

Por cierto, le hemos puesto ofrendas aquí en mi oficina a Manuel Camacho. No sé si saben, pero así somos los provincianos, ni modo. Le pusimos su ofrenda a Manuel Camacho.

Así es que gracias por su presencia, doctor; gracias Diego Valadés. Siempre yo recurro mucho a él, también ya aprendí a platicar con él. Ah, ¿y saben qué?, les voy a decir qué, porque decía Lety que ella no alcanzó a tener forma de comunicarse por chat con Manuel Camacho, y yo le dije aquí a Alejandra, y le dije al doctor Valadés: “Oigan, pero el teléfono de Manuel Camacho no tenía para servir chats, era muy viejito”. ¿Verdad que sí? ¿Sí o no?

Todos esos recuerdos gracias a Alejandra, la historiadora que acompañó a Manuel Camacho; a Lety Bonifaz, la intelectual jurídica de este equipo político; Ignacio Marván, otro intelectual que acompañó ya al último a Carlos Monroy.

Por cierto, el equipo de Manuel Camacho trabajo conmigo, trabaja conmigo; y por eso le pedí a Carlos Monroy el nobel del equipo de Manuel Camacho que está recién llegado de haber estudiado una maestría en Londres, que fuera parte de la ponencia, porque se le recuerda bien y se le recuerda con respecto.

Gracias. Buenas noches por su presencia.

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