Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Versión estenográfica del mensaje del senador Roberto Gil Zuarth, presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, durante la inauguración de la Mesa de Análisis sobre el empoderamiento de las mujeres en México en el marco de la Agenda 2030 de la ONU.

SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Muchas gracias senadora Lucero Saldaña.

 

Muchísimas gracias por la invitación a inaugurar esta Mesa de Análisis sobre el Empoderamiento de la Mujer.

 

Saludo a las invitadas a esta Mesa. Saludo por supuesto a la diputada Carolina Monroy. A la senadora Martha Tagle. Al senador Santana. A la doctora Artemisa Montes Sylvan, directora ejecutiva del Observatorio Mexicano de la Crisis; a la directora de INMUJERES; a Guadalupe Gómez Maganda, representante de la Canciller.

 

Sean ustedes bienvenidas al Senado de la República.

 

Frecuentemente cuando se habla de empoderar a las mujeres, se piensa como decía la senadora Saldaña, en términos políticos. Abrir los espacios en las instituciones desde las cuales se ejerce el poder político; más espacios en la Cámara de Diputados, más espacios en la Cámara de Senadores, más espacios en los gabinetes, más espacios en las alcaldías o en las gubernaturas.

 

Pero hay una precondición, bueno, y se entendía y se entiende que esa es una forma para que desde la política las mujeres hagan valer los derechos de las mujeres; no solamente para que las instituciones representativas representen correctamente la proporción de nuestra población, sino también para que las mujeres tengan directamente a su cargo la responsabilidad de defender los derechos de las mujeres, junto con los hombres; pero que las voces de las mujeres, sus necesidades, sus expectativas lleguen a los espacios de la política y desde ahí puedan gestionarse, resolverse, profundizarse y promoverse.

 

Pero hay una precondición necesaria al empoderamiento de las mujeres, y es el fin de las distintas manifestaciones de la violencia que sufren las mujeres todos los días. La violencia física en sus hogares, la violencia física que a veces, muchas veces, muy frecuentemente sufren en las calles, en el transporte público.

 

La violencia moral de aquella mujer que es violada y se le culpa por haber estado caminando de noche, haber usado una minifalda, haber estado en una fiesta, haber tomado alguna  bebida alcohólica.

 

Esa violencia física y moral que persistentemente se mantiene en nuestro país, que le niega a las mujeres el reconocimiento de su dignidad, es la persistencia de la contracultura que le niega a las mujeres la dignidad; la dignidad de ser humano, la dignidad de persona, la dignidad de sujeto de derechos.

 

Es la violencia que implica que la mujer no es un sustantivo, sino sinónimo de un rol: la mujer como madre, la mujer como esposa, la mujer como hija, la mujer como ama de casa, la mujer como pareja sexual; pero no la mujer como persona y como sujeto de derechos.

 

Y el desafío de política pública es acabar con la violencia, y eso pasa también por el entendimiento por parte de los hombres, de nuestra responsabilidad en poner fin a la violencia que persiste en las mujeres, que siguen sufriendo las mujeres en nuestro país y en muchas otras sociedades en el mundo.

 

Hemos avanzado notablemente en los últimos años en cuanto al acceso a la política de las mujeres, nuestro país se estudia como un caso en cuanto a la promoción de la participación de las mujeres en la política. Pero también somos un caso de estudio en feminicidios, también somos un caso de estudio en violencia contra las mujeres, también somos un caso de estudio en violencia política frente a las mujeres.

 

El Senado de la República tiene en sus manos una fórmula de abrir, de alentar un caso para alentar el debate sobre la violencia política que sufren las mujeres; porque estoy convencido de que los precedentes y las realidades se abren muchas de las veces, a partir de romper tabúes, de romper paradigmas, de romper prejuicios a través de casos específicos. Miren ustedes:

 

Hace unos días, la Sala Superior del Tribunal Electoral resolvió que en el caso de los magistrados de San Luis Potosí, una mujer magistrada sufría acoso, mejor dicho, sufría violencia política. El caso es de horror: cuando votaba en contra de los dos hombres que integran la Sala, el resto de los integrantes de la Sala, llegaban a investigar, a indagar sus computadoras; la perseguían, la seguían. Un ambiente que no tiene otro nombre más que violencia política, para impedir que ejerciera su cargo, el cargo que le dio el Senado de la República.

 

La Sala Superior, con mucho tino, le ha dado vista al Senado de la República para que hagamos algo. Y tenemos que hacer algo, algo para crear un precedente, claro y contundente, que le dé una respuesta a esa situación de violencia; pero también para mandar un mensaje claro y contundente de que una mujer tiene o puede tener la respuesta de una institución frente a una situación personal.

 

Porque de eso se trata resolver el problema de la violencia que enfrentan las mujeres: crear instituciones para defenderlas, para protegerlas, para garantizar sus derechos, para corregir la situación que viven muchas mujeres de todas las edades en núcleos urbanos, en núcleos campesinos, en distintas partes de nuestro país.

 

La igualdad entre los géneros no se puede medir de manera abstracta; no es igualdad en lo abstracto. Es igualdad de oportunidades, es igualdad de derechos, es igualdad de acceso, es igualdad de trato, de respeto y de consideración.

 

Es igualdad concreta y tangible, no es simplemente el paradigma de compensar las diferencias sino sobre todo garantizar que en cada espacio en el que una mujer interactúe se le trate de la misma manera, se le abran los espacios, se le compense en las desigualdades históricas que han persistido en la interacción social entre las mujeres.

 

Yo creo que de eso se tratan las reflexiones que tenemos que hacer hacia adelante.

 

Yo celebro que en esta mesa de análisis se ponga el dedo, se pongan los acentos en la búsqueda permanente del empoderamiento de las mujeres. Pero no nos podemos quedar simplemente con el objetivo.

 

De este tipo de reflexiones deben salir conclusiones específicas, políticas públicas, decisiones, motivaciones para la acción colectiva de hombres y mujeres para resolver no solamente el problema de la ausencia de derechos de las mujeres frente a los otros, sino sobre todo para hacer realidad la función, el deber del trato igual a todas y cada una de ustedes.

 

Yo por eso quisiera concluir diciendo que no hay un solo espacio de nuestra vida institucional, política y social; no hay ningún tema que debamos discutir: seguridad, justicia, empleo, régimen fiscal, tratamiento a la salud, ningún tema en el que la perspectiva de género no esté presente, no deba estar presente.

 

No debemos discutir únicamente los temas de las mujeres en foros específicos para hablar de mujeres sobre mujeres, sino que en cada una de las mesas en las que reflexionemos sobre los problemas colectivos y sus soluciones debe estar presente esta perspectiva.

 

La perspectiva que ya decía la senadora Saldaña de transversalidad; la perspectiva de aproximación integral, porque en cada decisión de política pública no solamente tenemos que pensar en los objetivos, en los medios, sino también en las particularidades que se requieren para compensar la situación histórica de desigualdad que enfrentan las mujeres.

 

Porque sí, sin duda, si me permiten la expresión, todavía las mujeres requieren un empujón de la sociedad para poder construir su propio plan de vida, y sobre todo para poder llevarlo a cabo en plenitud de su autonomía, de su libertad, y sobre todo de su dignidad.

 

Tengo la encomienda de inaugurar formalmente esta mesa de análisis y se acostumbra que hagamos un pequeño acto/ritual, así es que les pido a todas ponerse de pie para el acto inaugural.

 

Siendo las 11 horas con 28 minutos del miércoles 6 de abril de 2016, el Senado de la República da por inaugurados los trabajos de la Mesa de Análisis sobre el Empoderamiento de la Mujer.

 

Que sea para bien de las mujeres. Que sea para bien de nuestra sociedad.

 

Enhorabuena y mucho éxito.

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