Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Versión Estenográfica de la Sesión solemne para que la Cámara de Senadores entregue el reconocimiento “Elvia Carrillo Puerto” a Rosario Marín, acto realizado en el Salón de Plenos.

 

SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Con el quórum del final de nuestra Sesión Ordinaria del día de hoy, en cumplimiento al Decreto por el que se crea el reconocimiento Elvia Carrillo Puerto, y a los acuerdos aprobados por este Pleno el pasado 23 de febrero y hoy 8 de marzo, se abre la Sesión Solemne del Senado de la República, convocada para la entrega correspondiente al año de 2016.

 

Solicito a la Secretaría dé lectura a las Comisiones de Cortesía que han sido designadas para recibir y acompañar a nuestros distinguidos invitados a esta Sesión Solemne.

 

SENADORA HILDA ESTHELA FLORES ESCALERA: Doy lectura a las comisiones protocolarias de esta Sesión Solemne:

 

Para recibir a la maestra Arely Gómez González, Procuradora General de la República:

 

Senador Jesús Casillas Romero, senador Héctor David Flores Ávalos, senadora Dolores Padierna Luna, y senador Jorge Aréchiga Ávila.

 

Para recibir al Magistrado José Guadalupe Tafoya Hernández:

 

Senadora Graciela Ortiz González, senadora Alejandra Roldán Benítez.

 

Para recibir a la diputada María Bárbara Botello Santibáñez:

 

Senadora Lilia Guadalupe Merodio Reza, senador Francisco Salvador López Brito, y senadora Verónica González Rodríguez.

 

Para recibir a la señora Rosario Marín:

 

Senadora Diva Hadamira Gastélum Bajo, senador José de Jesús Santana García, senadora Angélica de la Peña Gómez, senador Marco Antonio Blásquez Salinas, y senadora Silvia Guadalupe Garza Galván.

 

SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Esta Presidencia solicita a las Comisiones designadas cumplan con la misión que se les ha encomendado.

 

En tanto, se declara un receso.

 

 

R E C E S O

 

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(SE LEVANTA EL RECESO)

 

 

SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Se reanuda la Sesión Solemne.

 

Con fundamento en lo dispuesto por el Artículo 100 Bis de la Ley Orgánica del Congreso General, en los artículos 56 y 56 Bis del Reglamento del Senado, y en el Decreto por el que se  crea el reconocimiento Elvia Carrillo Puerto, damos inicio a la Sesión Solemne, a fin de realizar la entrega correspondiente al año 2016.

 

Damos la bienvenida a la maestra Arely Gómez González, Procuradora General de la República.

 

A la diputada María Bárbara Botello Santibáñez, quien asiste en representación del Presidente de la Cámara de Diputados.

 

Al Magistrado José Guadalupe Tafoya Hernández, representante de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

 

Y a nuestra galardonada, la señora Rosario Marín.

 

Agradezco la presencia de los invitados que nos acompañan en esta Sesión Solemne:

 

Al señor Felipe Solís Acero, Subsecretario de Enlace Legislativo y Acuerdos Políticos de la Secretaría de Gobernación.

 

Al señor Carlos Pérez Verdia Canales, Subsecretario para América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

 

Al señor Luis Raúl González Pérez, Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

 

A la maestra Adriana Favela Herrera, Consejera Electoral del Instituto Nacional Electoral.

 

A la maestra Beatriz Eugenia Galindo Centeno, Consejera Electoral del Instituto Nacional Electoral.

 

A la licenciada Lorena Cruz Sánchez, Presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres.

 

A la señora Josefina Vázquez Mota, en representación del Partido Acción Nacional.

 

Al señor Agustín Basave, presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Partido de la Revolución Democrática.

 

Al señor William Duncan, encargado de negocios de la Embajada de los Estados Unidos de América en México.

 

Al señor Whitford Marin, hijo de la señora Rosario Marin.

 

Al señor Mariano Spíndola, hermano de la señora Rosario Marin.

 

Al exsenador José González Morfín, quien presidió esta Asamblea durante la Sexagésima Primera Legislatura.

 

Agradecemos también la presencia de los integrantes e invitados de la señora Rosario Marin que acuden a esta Sesión Solemne. Sean ustedes bienvenidos al Senado de la República.

 

En cumplimiento al punto tercero del Acuerdo aprobado, habrá una ronda de intervenciones de los Grupos Parlamentarios, hasta por cinco minutos.

 

En consecuencia, tiene el uso de la tribuna la senadora Layda Sansores San Román, del Grupo Parlamentario del Partido del Trabajo.

 

SENADORA LAYDA SANSORES SAN ROMÁN: Presidente, senadoras, senadores, distinguidos visitantes, galardonada.

 

En este acto lleno de solemnidad y que seguramente habrán ditirambos hacia la mujer, lo que quisiera escuchar el pueblo de México es que el Senado se pronuncie con firmeza respecto a la violencia sufrida por mujeres; hechos reprobables que tienen que ver con el quehacer del gobierno.

 

En el centro de esos cien mil desaparecidos de los que habla la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su informe, está el dolor desgarrador de mujeres madres, mujeres esposas, mujeres hijas. Y de acuerdo con el INEGI, siete mujeres son asesinadas diario en México.

 

El mejor homenaje que podríamos rendir a las mujeres, es tener una actitud en este Senado más enérgica para exigirle al gobierno, frene la violencia que como señala la Comisión Interamericana, nace de la autoridad del Estado, llámese SEDENA, llámese PGR, llámese personal penitenciario, policías. Somos un Senado omiso. Aquí mismo no se practica la equidad.

 

Presenté un punto de acuerdo exhortando a Peña Nieto para que implementaran acciones afirmativas que incluyeran más mujeres en su Gabinete, ¿y qué creen? Que me lo aprobaron.

 

Pero, ¿y qué pasó?

 

De las cuatro que teníamos, ya nomás nos quedan tres. Se fue Mercedes y llegó José, como verso.

 

Ninguna senadora es coordinadora de fracción parlamentaria. En el Congreso sólo MORENA tiene mayoría de mujeres y sólo MORENA tiene una mujer coordinadora de fracción. Eso sí, en el Senado son mayoría en las comisiones de Protocolo, que acompañan al embajador, que lo traigan, que lo lleven; pero no las consideran en los espacios de decisión.

 

Y al personal de limpieza de esta Cámara, en su gran mayoría mujeres, se les explota y se les trata como esclavos para vergüenza de todos nosotros.

 

Tiene razón Peña cuando dice que el informe de la Comisión Interamericana no corresponde a la realidad. Es verdad: lo que vivimos es aún más dramático.

 

¿Cómo se atreve el Gobierno a contradecir lo que todos sabemos sobre casos de tortura, de desapariciones forzadas, de ejecuciones extrajudiciales, de feminicidios, del aumento de la trata, de las corrupciones en los penales, corrupción en todos los niveles?

 

Tlataya, Tanhuato, Ayotzinapa, Tierra Blanca, son apenas un botón. Peña Nieto tiene la cara dura, pero tiene la piel muy sensible cuando se le critica.

 

El pronunciamiento de la Comisión Interamericana es de lo más trascendente para la vida de México.

 

Peña, la Comisión Interamericana junto con los organismos internacionales, con la Comisión de Derechos Humanos están para ayudarnos, no son adversarios políticos, no son contendientes electorales. Su afán es la colaboración internacional que el mismo Estado mexicano solicitó.

 

Las mujeres exigimos, Peña Nieto: Cumple, que no viajamos solas.

 

El señor de la Casa Blanca está tan preocupado por construir una versión idílica de su imagen personal a través de los medios que ha terminado por destruir su visión objetiva de la realidad. Los Pinos no le permiten ver el bosque.

 

Y eso que el informe de la Comisión no divulgó el andamiaje de la política entreguista de Peña Nieto, quien puso en subasta el patrimonio no renovable del país. No hablo del conflicto de interés, de la corrupción que le encabeza en su mundo de frivolidad y el desinterés que ha llevado a México a una profunda crisis.

 

En unos momentos se premiará a Rosario Marín, una mujer migrante que llegó a ser tesorera en los Estados Unidos, es un ejemplo de superación personal. No es el afán de quitarle un ápice a sus méritos. Felicidades.

 

Pero hay de firmas a firmas. Ella firmó en billetes verdes. Carmen Aristegui ha firmado en las hojas blancas de un libro que denuncia la corrupción, el conflicto de interés, la impunidad de un Presidente de la República.

 

Lo hecho por Aristegui al frente de un grupo de jóvenes periodistas al confrontarse con el poder no tiene precedente. Estamos a la vuelta de la esquina, vendrán renuevos y más temprano que pronto se estará rindiendo homenaje en este Senado a esta mujer excepcional.

 

Hay que llenarnos de ellas, de la valentía de Aristegui, de mujeres indígenas de la montaña, como Nestora Salgado.

 

Ya termino. ¡Libertad para Nestora!

 

De Bertha Cáseres de Honduras asesinada por defender a su comunidad.

 

De Anabel Flores, que pagan con su vida la búsqueda de la verdad.

 

Hay que llenarnos de la fuerza indeclinable de mujeres que no se rinden buscando a sus seres queridos; del esfuerzo de mujeres de la sociedad civil decididas a participar en todo lo que tocan.

 

Hay que llenarnos de su patriotismo, de su valor, de los caminos de luz que ellas con su ejemplo construyen en esta patria oscurecida.

 

Y recogiendo las palabras de Pablo Neruda: “Yo diría que mientras este gobierno inepto y corrupto enreda a este país en las sombras, miles de mujeres desentierran lámparas para iluminar nuevos caminos. Su entrega, su pasión, es fuerza germinante”.

 

SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Se concede ahora el uso de la palabra a la senadora María Elena Barrera Tapia del Grupo Parlamentario del Partido Verde Ecologista de México.

 

SENADORA MARÍA ELENA BARRERA TAPIA: Con su venia, señor presidente.

 

Señora Rosario Marín, bienvenida al Senado de la República.

 

Distinguidos invitados especiales; senadoras y senadores y todos quienes nos ven desde el Canal del Congreso.

 

Ocho de marzo es una fecha trascendente para la mujer mexicana, porque nos recuerda todo aquello que aún debemos hacer, por lo que debemos seguir luchando y la gran deuda que nos obliga a todavía hacer mucho más.

 

En el umbral de la máxima lucha por la igualdad de género, el Senado de la República hoy entrega el Reconocimiento “Elvia Carrillo Puerto”, distinción que honra toda una vida de luchas y conquistas a favor de las mujeres.

 

La idea que convoca de este reconocimiento nos obliga a considerar a las mujeres que cada día generan acciones a favor de la equidad de género.

 

Mujeres, factor de cambio que no se detienen ante la falta de oportunidades.

 

Mujeres que actúan y crean sus propias oportunidades.

 

Sentarnos a esperar el reconocimiento de nuestros derechos nunca ha sido una opción, y es en este orden de ideas, Elvia Carrillo nos demostró cómo superar cualquier adversidad, siempre luchar por lo justo, por nuestros derechos políticos, por un trato equitativo entre mujeres y hombres.

 

Honor a quien honor merece.

 

Hoy celebramos la trayectoria y la constante lucha de una mujer digna de reconocerse.

 

Rosario Marín, es un ejemplo de superación y fortaleza.

 

Fue la cuadragésima primera tesorera de los Estados Unidos de América, primera mexicana en ocupar este puesto, el más alto cargo de una mujer latina durante esa administración.

 

Además, es una voz en el desierto para aquellos que no pueden defenderse, participando activamente en la asesoría y el apoyo a personas que sufren algún tipo de discapacidad, siempre con un enfoque integral en favor de las familias.

 

Si ustedes me lo permiten, debo hacer énfasis en sus aportaciones para los migrantes, porque la lucha por una sociedad justa y equitativa no sólo es la búsqueda de prerrogativas para un género.

 

El bien común, se construye con el bien de todos sus integrantes.

 

Eso es algo que Rosario Marín ha buscado en todas sus encomiendas y reconocemos la creación de programas específicos para los migrantes hispanos, con el objetivo primordial de facilitar el envío de remesas a sus países de origen.

 

Actualmente el mundo vive una crisis de migración, la falta de empleos, los sueños vendidos, las terroríficas guerras y los estómagos vacíos han orillado a miles, a miles de personas a migrar de sus lugares de origen, dejando atrás su patrimonio, sus hogares, su cultura, su pertinencia.

 

Hoy, desde el Grupo Parlamentario del Partido Verde, reflexionamos sobre los avances en materia migratoria, sobre las grandes deudas que aún mantenemos con nuestros connacionales y sobre todo la erradicación de las causas que originan el quebrantamiento de nuestra sociedad.

 

Por eso reconocemos a Rosario Marín, en este día emblemático, por ser un personaje que provoca inspiración y admiración por su trayectoria destacada.

 

Gracias a su enorme sensibilidad y preparación.

 

Hoy, las senadoras y senadores de la República galardonamos la gran labor de esta mujer, que con la importante contribución al desarrollo social, creó oportunidades donde no las había.

 

Es un ejemplo para todas las mujeres, un fiel testimonio que nos asegura poder vencer cualquier adversidad.

 

Grandes mujeres a través de la historia han trabajado y entregado su vida entera para que hoy quienes estamos aquí, celebremos días como éste, que por demás está decirlo, es un momento histórico para todas nosotras.

 

Tenemos que seguir luchando por espacios y cargos de decisión, de alta dirección tanto en las empresas como en el servicio público porque es la única manera --subrayo--: la única manera donde las mujeres podremos ocuparnos de los asuntos que a las mujeres nos interesan.

 

Las mujeres somos las que vivimos las carencias de las políticas públicas cuando no son bien aplicadas, o cuando no se cumple la ley.

 

Es entonces cuando comprendemos la necesidad de empoderar a la mujer y también de abrir nuevos espacios.

 

Ya basta de cifras, basta de hacer de la mujer inmigrante, de la mujer discriminada, de la mujer violentada, solamente un número más, una parte de la estadística.

 

No somos números, somos personas.

 

Cada uno de esos datos no es un indicador. Es una mujer de carne y hueso que sufre y llora, que siente, ríe, ama, que tiene necesidades y derechos.

 

Si queremos alcanzar la igualdad sustantiva, tenemos que empezar a crear políticas públicas hechas por mujeres y dirigidas a mujeres.

 

Necesitamos pasar del discurso de violencia y discriminación de género para bajar, ejecutar y adecuar de la mejor manera los programas para las mujeres.

 

Que no nada más existan las instituciones por existir, sino que al acudir una mujer principalmente en casos de violencia, sea apropiadamente atendida.

 

Me parece que las mujeres más que darnos un abrazo de felicitación, tenemos que unirnos y tenemos que asumirnos como una sola voz para exigir el cumplimiento de nuestros derechos. Reconozco que en México hemos dado pasos agigantados, sin embargo, mientras nuestras mujeres no conozcan sus derechos, simplemente no se podrá avanzar.

 

Nos sumamos con orgullo a tu legado, Rosario, reconocemos tu gran ejemplo y el valor que como mujer mereces; sigamos el camino para conquistar la equidad de género, consolidando el bien común y promoviendo el desarrollo social, siempre con estricto respeto a los derechos humanos, de hombres y mujeres por igual.

 

Muchísimas gracias.

 

SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Tiene la palabra la senadora Angélica de la Peña Gómez, del Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática.

 

SENADORA ANGÉLICA DE LA PEÑA GÓMEZ: Con su venia, señor presidente.

 

Señoras senadoras, señores senadores. Señoras, señores que nos acompañan.

 

Bienvenida a México y al Senado de la República, Rosario Marin.

 

En México, de un total de 112 millones de personas, 57 millones somos mexicanas; de las cuales, todos los días siete son asesinadas en contextos de violencia extrema; 63 de cada 100 mujeres de 15 años y más, han experimentado al menos un acto de violencia.

 

Siete mil 60 mujeres se encuentran desaparecidas, una de cada dos adolescentes entre 12 y 19 años, que inicia su vida sexual, se embaraza. Las mujeres dedican a los quehaceres domésticos entre 10 y 20 horas semanales más que los hombres.

 

En el sureste de nuestro país se encuentran los estados con mayor índice de ausencia de mujeres y de niñas en la matrícula escolar.

 

Las quejas que más recibe CONAPRED son a nivel laboral y son por despido injustificado de embarazo. El valor del trabajo no remunerado en las labores domésticas y de cuidados, es el equivalente al 18 por ciento del Producto Interno Bruto.

 

Después de analizar estos datos, es pertinente tomarnos un momento para reflexionar; ¿acaso las niñas y las mujeres, todas, gozan por igual de políticas que potencien sus posibilidades como personas?

 

¿Acaso es éticamente correcto desoír las recomendaciones que hacen al Estado Mexicano para que esta situación, y otras, cambien?

 

¿Acaso se está pensando de manera seria, que quienes nos señalan insuficiencias, actúan de mala fe o les mueve algún interés extraño para denostar al Estado Mexicano?

 

¿O por el contrario, se toma referencia de un marco internacional al que, por cierto, nos hemos vinculado, al que por cierto, también tenemos que regirnos?

 

Hoy conmemoramos el Día Internacional de la Mujer en el Senado de la República, nuestro discurso no puede ser igual que el del año pasado o el del año antepasado, porque no estamos frente al mismo estadio de dificultades y retos. Sin embargo, el análisis de la situación jurídica, política y social de las mujeres y de las niñas, es sistémicamente el mismo.

 

Las mujeres de todas las edades y condiciones, sufren discriminación y desigualdad por ser eso, por ser mujeres; y tal situación por desgracia, violenta sus derechos humanos.

 

La falta de resolución a sus problemas y carencias, fomenta en el imaginario social una cultura de discriminación que no puede resolverse porque deriva de desventajas que hay que aceptarlas porque es la vida que les tocó vivir y, por lo tanto, esta situación de desventaja será complicado eliminarla, entonces, ergo, seguirá padeciendo la impunidad.

 

En los hechos se acepta, se acepta, entre comillas, que las cosas no cambien, porque se justifica el nulo compromiso real para cambiar este estado de cosas. Estamos en los hechos frente a una especie, y lo digo preocupada, una especie de boomerang.

 

Así como ha acontecido el gran privilegio de que el Congreso de la Unión legisle, promulgue una ley general para el acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, sus mecanismos, sus modalidades, particularmente la que tiene que ver con la modalidad de violencia feminicida está ahí como letra muerta.

 

Los feminicidios siguen sin justicia, sin verdad y sin justicia. Y la modalidad de violencia feminicida simplemente nunca es invocada.

 

Así acontece también, por cierto, con la paridad. Las mujeres enfrentan todo tipo de obstáculos, incluidas las amenazas para impedir que ejerzan el poder de manera genuina, y quienes han luchado por estos espacios sufren violencia política, marginalidad política, quedan excluidas. Puedo mencionar con los dedos de mi mano aquí mismo varios casos.

 

Un gran cáncer que obstaculiza los derechos de las mujeres es la influencia de patrones socioculturales discriminatorios que se encuentran en todas las esferas del ejercicio de poder público y en todas las acciones y políticas del mismo; por cierto, como lo señala la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

 

Necesitamos estar en los espacios de poder, pero el poder en otro sentido, no ocupar ese poder masculinizado, ese que nos ha discriminado. Requerimos de construir, señoras y señores, el poder público para que además de ser ocupado paritariamente también cambien los patrones estereotipados y discriminatorios de hacer, de ejercer, de implementar la política pública.

 

Queremos paridad, pero no basta tener mujeres en los espacios del poder. Queremos mujeres, pero también queremos hombres que reconstruyan y vindiquen la política y vean la discriminación en toda su gama de colores, y se apresten a erradicarla desde las estructuras del poder que, hay que decirlo claramente, son eminentemente patriarcales.

 

Este 8 de marzo debemos hablar de manera diferente. Debemos señalar qué estamos haciendo para resolver y prevenir hechos delictivos como la violencia de género, la tortura sexual, la desaparición de niñas y niños, mujeres; la trata contra niñas y mujeres; la explotación del trabajo de las mujeres; la inseguridad de colonias, calles y poblados que afecta principalmente a las niñas y a las mujeres.

 

Termino, señor presidente.

 

Debemos trabajar para que realmente erradiquemos la feminización de la pobreza y lograr el trabajo digno y decente para todas las mujeres. Debemos lograr que México sea un lugar seguro para quienes entran a él, por la vida y la libertad de las mujeres.

 

Y permítanme decirlo claramente ¡Vivan las mujeres!

 

SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Tiene la palabra la senadora Luisa María Calderón Hinojosa del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional.

 

SENADORA LUISA MARÍA CALDERÓN HINOJOSA: Con su permiso, señor Presidente.

 

Hoy estamos de fiesta en el Senado y por ello la celebración de hoy es una Sesión Solemne.

 

Estamos de fiesta porque tenemos la oportunidad de reconocer el trabajo de dos excelentes mujeres mexicanas.

 

Reconocerlas a ellas es reconocer a miles, a cientos de miles de mujeres que llenas de alegría, de energía, de esa genética que dice: Avanza cada día, cada día que amanece, y van dejando su huella personal que al mismo tiempo identifica a las demás, a todas las mujeres.

 

Reconocemos en primer lugar a Elvia Carrillo Puerto, quien nacida en el Siglo XIX cuando pocas sabían leer, cuando pocas, muy pocas tenían la claridad de su individualidad y libertades personales.

 

Luchó por los derechos políticos y sociales de las mujeres y fue, en Yucatán, la primera mujer diputada de este país, apenas en 1923.

 

Y con su nombre hoy reconocemos a una gran mexicana, en quien cientos de miles, yo diría millones de mujeres, tenemos un referente de vida, de alegría, de mirar cada día al frente y vivirlo como si fuera el último.

 

Rosario Marín vivió una infancia difícil en el seno familiar y llegó, como miles de mujeres, a un país en donde no hablaban su lengua madre ni entendían las razones de su vida en México.

 

Fue una estudiante que trabajó para mantenerse e ir a la escuela y al mismo tiempo salió de sí para abanderar causas comunitarias.

 

Fue madre con toda la fuerza que eso significa.

 

Luchó por su hijo en un mundo que no le abría espacio; pero no sólo luchó por el suyo, sino por los hijos de muchas otras familias y fue abriendo paso al trato en equidad.

 

Fue alcaldesa dos veces del municipio que la acogió al llegar a Estados Unidos y luego fue responsable de la Tesorería de Estados Unidos de América.

 

Quiero imaginar cada uno de sus amaneceres, respirando hondo, mirando al frente, reconociendo las grandes oportunidades que cada día le presentaba frente a las amenazas que representaba para ella ser fuerte, decidida, abierta a los demás y preocupada por ellos, por todos ellos.

 

Imagino cada día al salir de su casa su frente en alto, su cabeza pensando en las tareas que tenía por delante y su corazón puesto en los suyos, como cientos de miles de mujeres que cada día enfrentan sus retos personales y de comunidad.

 

Por ella, porque es un testimonio de alegría, de fe y disciplina, estamos contentas, muy contentas Rosario.

 

Pero también estamos aprovechando este día porque a pesar de que todas las mujeres tienen dentro alegría, disciplina y libertad, no todas pueden lograr expresarlas ni vivirlas.

 

Por eso este 8 de marzo también alzamos la voz.

 

Porque nadie puede disponer de la vida de otra persona, de ninguna mujer y menos si le une una relación de afecto.

 

Hoy alzamos la voz contra los más de 6 feminicidios que se cometen a diario en nuestro país.

 

Por los más de 45 por ciento de mujeres mayores de 15 años que reportan haber sufrido alguna agresión de parte de sus parejas.

 

Por eso hoy alzamos la voz.

 

Porque aun teniendo el mismo puesto, desempeñando con eficiencia su trabajo, las mujeres ganan entre 6 y 8 por ciento menos que los hombres.

 

Por eso hoy alzamos la voz.

 

Porque según CONEVAL, los hogares encabezados por mujeres sufren más pobreza alimentaria que los que tienen un jefe de familia en una proporción de 24 a 20 por ciento.

 

Una mujer jefa de familia no llega a casa que le sirvan de comer ni le laven la ropa.

 

Por ellas alzamos la voz.

 

Porque entre la pobreza rural que vive con menos de un dólar diario en el mundo, más del 70 por ciento son mujeres.

 

Por ellas alzamos hoy la voz.

 

Cuarenta y tres por ciento de la mano de obra agrícola es de mujeres.

 

Sin embargo, la mayoría de ellas no puede firmar un contrato de producción, ni acceder a créditos, ni formar parte de los colectivos en las decisiones sobre la tierra que trabajan porque no es de ellas, a pesar de que el 70 por ciento de la producción alimentaria para auto consumo lo hacen las mujeres.

 

En ese proceso de alimentar a los suyos, realizan una amplia gama de actividades para la producción, el proceso y la comercialización de sus alimentos.

 

Las mujeres son recolectoras de agua, de leña, de forraje.

 

Poseen conocimientos sobre plantas medicinales, técnicas de conservación de suelos y son lideresas en la revitalización de sus comunidades.

 

Sin embargo, sólo 2.4 de comisariados ejidales o comunales son encabezados por mujeres, y 64 sólo hablan su lengua indígena, por lo que están incluidas de una información pertinente y a tiempo.

 

Por ellas, por todas ellas alzamos la voz.

 

En los centros penitenciarios la mayoría de hombres son visitados regularmente por sus familiares.

 

En cambio a las mujeres en reclusión pocas veces les atienden, y aquellas que purgan penas mayores a 5 años, apenas 3 por ciento reciben visitas; 97 por ciento de mujeres son abandonadas a su soledad.

 

Por ellas, por todas ellas, hoy Día Internacional de las Mujeres, alzamos la voz.

 

Nacimos iguales, fuimos dotadas de inteligencia, de capacidad para distinguir entre lo bueno y lo malo; de tomar decisiones, de ser libres, de asumir responsabilidades; pero también de reír, de ser felices, de recuperar nuestra alegría, de compartir nuestra vida, de ser autónomas, de aprender, de ser respetadas, reconocidas, acompañadas, amadas.

 

Por todo eso, hoy alzamos los hombres y las mujeres, la voz, por el reconocimiento de nuestra igualdad como personas.

 

Queremos, pues, que cada día haya más posibilidad de que las mujeres sigan los pasos de Rosario Marin y de Elvia Carrillo Puerto; como Karen Achach, que nos acompaña aquí, que está a punto de ir a las Olimpiadas con un esfuerzo muy personal.

 

Y por eso hoy decimos juntos: queremos que cada vez haya menos razones para alzar la voz contra la violencia.

 

Felicidades, Rosario.

 

SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Tiene el uso de la tribuna la senadora Yolanda de la Torre Valdés, del Grupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional.

 

SENADORA YOLANDA DE LA TORRE VALDÉS: Con su permiso, senador presidente. Con la venia de mi coordinador, senador Emilio Gamboa Patrón. Compañeras y compañeros legisladores:

 

A todos ustedes deseo saludarles en las personas de la diputada Bárbara Botello, que representa a las y los diputados de la Honorable Cámara de Diputados.

 

Al licenciado Felipe Solís Acero, representante del señor secretario Miguel Ángel Osorio Chong.

 

A la maestra Arely Gómez González, nuestra procuradora.

 

A la maestra Beatriz Galindo Centeno, del INE.

 

Al doctor Luis Raúl González, presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

 

Y a la licenciada y amiga, Josefina Vázquez Mota.

 

A todos ustedes que nos acompañan en esta Sesión Solemne, les saludo de las personas mencionadas.

 

Amigas y amigos:

 

El reconocimiento a Elvia Carrillo Puerto es muestra del compromiso de esta soberanía, de empoderar a la mujer mexicana. Estoy convencida de que México es una muestra de grandes avances y se fortalece cuando rompe las inequidades que prevalecen en nuestra sociedad.

 

Este día no solamente debe ser un espacio para discursos de buenas intenciones, debe ser un llamado a todas las fuerzas políticas para sumar esfuerzos y voluntades, para construir y reafirmar nuestro compromiso en torno a un objetivo común: erradicar la violencia contra las mujeres y corregir las desigualdades por razones de género.

 

El reconocimiento nace como una iniciativa del Senado de la República para distinguir y premiar a aquellas mujeres que han incidido y destacado en la lucha social, cultural, política y económica, a favor de la promoción de los derechos humanos y la igualdad sustantiva.

 

Elvia Carrillo Puerto es una mexicana excepcional que luchó incansablemente por la defensa, la protección, el ejercicio e investigación de los derechos humanos de las mujeres. Marcó un hito en la historia de México, con su lucha hay un antes y un después en el fortalecimiento de los derechos de las mujeres, que es nuestra principal meta.

 

Saludo afectuosamente a nuestra amiga Rosario Marín, a quien merecidamente hoy condecoramos con la Presea “Elvia Carrillo Puerto” del Senado de la República.

 

Una mujer que no conoce fronteras y que tampoco palidece ante las adversidades; que ha hecho de las barreras una ventana de oportunidades para trascender, construir una historia de éxito y poner en alto, muy en alto el nombre de México en el extranjero.

 

El Grupo Parlamentario del PRI reconoce todos tus logros profesionales que son ejemplo para todas las mexicanas y todos los mexicanos.

 

Rosario, en lo particular te admiro por tu trabajo y por tu lucha a favor de los derechos de las personas con discapacidad, especialmente de las niñas y los niños con Síndrome de Down.

 

Para nosotras las personas con discapacidad nuestras madres, mujeres como tú, son seres de luz que iluminan nuestra vida y nos orientan en el devenir.

 

En el mundo entero son las primeras que han dado la lucha por nuestros derechos.

 

Rosario, tú has demostrado que para las mujeres madres de hijos con discapacidad no hay adversidad y que la discapacidad sólo es una condición que nos inspira a luchar por un mundo más inclusivo, con más oportunidades, más justo y equitativo.

 

La persistencia, dedicación, disciplina, son valores que te permiten ser la primera mujer mexicana en alcanzar uno de los más altos cargos de la administración pública de los Estados Unidos; nada más y nada menos que Secretaria del Tesoro. Puesto que, por cierto, te hizo acreedora a ser reconocida como una de las mujeres más influyentes del mundo.

 

Basta mencionar que tu firma apareció nada más y nada menos en los billetes de la economía más poderosa del mundo.

 

No me queda la menor duda de que Rosario Marín representa el espíritu de las mexicanas comprometidas, guerreras, perseverantes, tenaces y triunfadoras. Una mujer que los hechos y las acciones se palpan, que abre caminos para continuar con nuestro empoderamiento.

 

La presea “Elvia Carrillo Puerto” es un reconocimiento a tu lucha a favor de los derechos humanos de las personas con discapacidad, de los derechos humanos en general, de los derechos de los migrantes, de la defensa de las mujeres indígenas y de la protección al medio ambiente.

 

Que sirvan tus logros y tu ejemplo para que desde el Senado de la República impulsemos las condiciones que permitan a más mujeres alcanzar sus sueños, tal y como tú lo has hecho.

 

Desde esta Soberanía reafirmamos nuestro compromiso para continuar avanzando en una agenda que nos permita alcanzar la igualdad sustantiva, que se traduzca en más historias de éxito como la de Rosario Marín.

 

Por su atención muchas gracias. Es cuanto, senador Presidente.

 

SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: En cumplimiento al punto tercero del acuerdo aprobado, solicito a la senadora Hilda Esthela Flores Escalera, Secretaria de la Mesa Directiva, dé lectura a la semblanza de la señora Elvia Carrillo Puerto.

 

SENADORA HILDA ESTHELA FLORES ESCALERA: Presidente, estimada audiencia, doy lectura a la semblanza de doña Elvia Carrillo Puerto.

 

Elvia Carrillo Puerto, una mujer yucateca, su no sólo la clásica soldadera de la Revolución, sino una mujer socialista, a la altura de su tiempo y de las mejores mentes del momento, también conocida como La Monja Roja del Mayab, por sus ideas socialistas.

 

Luchó incansablemente por la reivindicación de los derechos políticos de las mujeres.

 

Fue su dedicación al feminismo socialista la bandera que enarboló cual religión socialista lo fue hasta la muerte.

 

Luchó siempre en contra del fanatismo religioso y a favor del libre albedrío sobre nuestros cuerpos.

 

Nació en Motul de Carrillo Puerto, Yucatán, población situada a 44 kilómetros al Este de Mérida, el 6 de diciembre de 1878.

 

Elvia Carrillo Puerto creció en una familia de clase media baja.

 

Ocupó el sexto lugar de 13 hermanos.

 

Estudió en una escuela secular, ocupada de alumnos cuya lengua materna era el maya.

 

En ese lugar demostró sus grandes capacidades intelectuales, logrando dominar el maya y el castellano.

 

Es, durante su infancia, que adquiere plena conciencia de las abismales desigualdades sociales que imperaban en la época.

 

Los actos de injusticia y crueldad que presenció, se convirtieron en el motor de su causa por cambiar las cosas.

 

A ella le tocó ser testigo de los horrores de la esclavitud del indígena maya.

 

Además, entre los indígenas, la mujer es aún hoy en día la víctima más indefensa.

 

Fue seguidora de una de las luchadoras sociales más importantes de la época en Yucatán, Rita Cetina Gutiérrez, periodista que fundó la Sociedad Feminista La Siempre Viva.

 

Identificada como una lectora ávida e incansable, abrevó en la biblioteca de la iglesia de su pueblo las ideas transformadoras de las mentes brillantes, de las grandes pensadoras francesas, inglesas y estadounidenses de su época, mujeres pioneras y fundadoras del feminismo moderno.

 

A través de su propia realidad y del conocimiento que tuvo gracias a sus lecturas, identificó la necesidad de luchar contra la injusticia con la que las mujeres eran tratadas por los varones y la doble moral de la sociedad hacia ellas.

 

Siendo aún casi una niña, a los 13 años de edad, contrae matrimonio con Vicente Pérez, con quien tuvo un hijo: Marcial Pérez Carrillo.

 

Elvia Carrillo enviudó 10 años más tarde, hecho que le otorga la mayoría de edad a los 23 años en una época en que la edad de la emancipación de las mujeres solteras se alcanzaba hasta los 31.

 

Viéndose en una situación precaria, trabajó de maestra y escribana, además de continuar su lucha con la causa socialista.

 

Elvia, que desde niña vivió en una zona altamente poblada por indígenas mayas, era bilingüe y en sus clases enseñaba primer a leer y a escribir en maya, y después en español.

 

Defensora de los derechos humanos, comenzó a enseñar a sus alumnas la Constitución del país de su hermano Felipe.

 

Es en el ámbito educativo y ante el conocimiento directo que tiene de las desigualdades entre hombres y mujeres ante la ley y que fue Elvia fundó a lo largo de una década ligas feministas, campesinas y socialistas.

 

Al igual que el prócer Belisario Domínguez, fue víctima de persecuciones por el gobierno de Victoriano Huerta, y años más tarde por el gobierno de Venustiano Carranza.

 

Elvia, para entonces, era miembro activo del Partido Socialista del Sureste.

 

Se vio obligada a abandonar Yucatán y refugiarse en el Distrito Federal.

 

En el año de 1912 se trasladó a Motul, donde fundó la primera organización femenina de campesinas, la cual fue considerada como la más importante por los numerosos contingentes que la integraban y por impulsar la incorporación de las mujeres en la política agracia, razón por la que aquellos que veían atentar contra su estabilidad y el conservadurismo de la época, la calificaban de sufragista y bolchevique.

 

A partir de ese año en la Liga Feminista de Mujeres Campesinas, se discuten los temas que giran alrededor del principio de que la tenencia de la tierra debería de ser de quien la trabaja.

 

Las jornadas de 8 horas, la liberación de todos los indios acasillados, la necesidad de construir escuelas rurales en todas las poblaciones y haciendas del Estado y de introducir en ellas el método de enseñanza racionalista, el problema del alcoholismo, la necesidad de educar a las mujeres sobre métodos modernos de contracepción y el amor libre.

 

Dedicó años intensos de su vida a luchar por la liberación de los esclavos mayas y la emancipación de las campesinas.

 

Su esfuerzo se encaminó a impulsar el reconocimiento de la ley para que a las mujeres jefas de familia se les garantizaran los mismos derechos que a los hombres en la distribución de las tierras.

 

Su lucha trascendió fronteras locales, ya que no sólo se encargó de organizar grupos feministas de reflexión en Yucatán, sino también lo hizo en la Ciudad de México; esa lucha y esfuerzo le permitirían fundar lo que más tarde se reconoció como la agrupación femenina Liga Rita Cetina.

 

Fue la primera candidata de izquierda electa al Congreso yucateco, cargo que desempeñó por dos años y que tuvo que dejar ante la situación convulsa por la que atravesaba el estado.

 

En 1923 acompañada de las feministas Gloria Mireya Rosado y Susana Betancourt, Elvia asiste al Congreso Panamericano de Mujeres en la Ciudad de México. La pequeña delegación yucateca se destacó como la más radical del Congreso y no obstante que sus demandas sobre control natal y amor libre fueron derrotadas, logró consenso en impulsar el sufragio femenino.

 

Este último se convertiría, desde ese momento, en el punto central de las demandas de todos los grupos feministas de México y del resto de América Latina; claramente influenciado por los movimientos feministas que ya se desarrollaban en Europa y en Estados Unidos.

 

Su actividad incansable en la política la llevó a fundar en 1927, la Liga Orientadora Femenina Socialista, para dar atención a menores desamparados y madres solteras.

 

En 1931 funda la Liga de Acción Femenil para luchar por los derechos políticos de las mujeres, sin descanso y a veces de forma individual, continúa su trabajo por alcanzar el reconocimiento a la ciudadanía de las mujeres mexicanas

 

Prueba de la seriedad y dedicación a la causa feminista de Elvia Carrillo Puerto, es el hecho que ella será la única de las prominentes feministas de la época, que seguirá luchando contra viento y marea durante las décadas siguientes por la obtención del sufragio femenino y la concientización de las obreras y campesinas mexicanas, a pesar de la difícil historia que les tocó vivir.

 

Los presidentes Lázaro Cárdenas y Adolfo Ruiz Cortines, reconocieron la lucha de Elvia Carrillo y le otorgaron premios como veterana de la Revolución.

 

Durante sus últimos años de vida trabajó en diferentes instituciones del gobierno, siempre luchando e instruyendo en la causa de la igualdad y el socialismo a las mujeres mexicanas.

 

En 1967 Elvia Carrillo Puerto muere en la Ciudad de México, a los 90 años. Desde entonces se le reconoce como gran revolucionaria socialista y feminista, que luchó durante toda su vida por los derechos de la mujer, de las indígenas, de las campesinas mayas en su estado natal y por las miles de obreras mexicanas.

 

Elvia Carrillo Puerto fue, sin duda, una mexicana ejemplar.

 

Es cuanto, señor presidente.

 

SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Con fundamento en el punto 3º del Acuerdo aprobado, se concede el uso de la palabra a la senadora Diva Hadamira Gastélum Bajo, a nombre de la Cámara de Senadores.

 

SENADORA DIVA HADAMIRA GASTÉLUM: Muchas gracias, señor presidente.

 

Quiero pedirle, presidente, me autorice una nota al margen del discurso que quiero dar, exactamente en una Sesión Solemne, como esta. No me llevaré mucho tiempo.

 

Creo que las mujeres mexicanas el día de hoy estamos muy contentas porque eso es lo que demuestra la voluntad política de lo que vive el país en este momento.

 

Hoy, el Presidente Enrique Peña Nieto hizo dos anuncios muy importantes:

 

El primero, la incorporación realmente de las mujeres a las PyMES, porque mientras una mujer no esté empoderada económicamente, discursos y críticas sin autoridad moral van a ir venir, cuando muchas mujeres todavía no tienen esta posibilidad.

 

Pero más aún, yo quiero decirles a muchas mujeres que lucharon, quiero decirle a Angélica de la Peña especialmente, y a Emilio Gamboa, que se convirtió en un padrino serio y responsable en un cáncer que está acabando con la vida de las mujeres, como es el cáncer de ovario epitelial.

 

Hoy, después de diez años, hubo un anuncio que estábamos esperando hace tiempo, que este cáncer estuviera establecido en el catálogo de gastos catastróficos como una enfermedad que acaba con la vida de las mujeres.

 

Gracias, Presidente Enrique Peña Nieto. Esos son resultados y eso es lo que estamos esperando las mujeres.

 

Las mujeres mexicanas lo que queremos es vivir en paz y sobre todo que la garantía de nuestro trabajo y de nuestra salud esté cada día más cerca de un bienestar, que es por lo que luchamos.

 

Muchas gracias, gracias Presidente.

 

Quiero agradecer especialmente a una procuradora, que yo me siento muy orgullosa que esté al frente de PGR, Arely Gómez, una mujer a la que queremos y respetamos y que sabemos que está haciendo las cosas muy bien.

 

Muchas gracias, Arely, por estar aquí representando al gobierno de la República.

 

Bárbara Botello, la Cámara de Diputados, muchas gracias diputada por su presencia.

 

Y quiero sintetizar la presentación de quienes nos acompañan el día de esta Ceremonia Solemne:

 

Josefina Vásquez Mota, muchas gracias.

 

Muy querida Adriana Favela;

 

Eugenia, muchas gracias.

 

Y la presidenta del Instituto de las Mujeres, Lorena Cruz. En ellas representamos al resto de los señores que se dieron cita en esta tarde. Muchas gracias por su presencia.

 

El Día Internacional de las Mujeres se ha ido poco a poco avanzando en el propósito que tenemos. Debemos recordar que no es una conmemoración cuyo origen está en resaltar solamente nuestra esencia y virtudes como mujeres.

 

Damos discursos –unos fuera de lugar pero los damos– críticas, firmamos convenios, pero en este momento exactamente muchas mujeres están siendo violentadas y otras seguramente asesinadas.

 

Este día debe de servir para levantar la voz y hacer acciones afirmativas a favor de más de la mitad de la población que representamos las mujeres.

 

Uno de los problemas más serios que vivimos las mujeres en estos últimos tiempos es la violencia política.

 

Desde aquí exigimos legislar por la violencia política que muchas mujeres padecen. En este momento muchas candidatos, como la de Tabasco, está siendo discriminada solamente por su color.

 

Y nosotros no queremos que los obstáculos para que más mujeres estén en cargos de representación popular se sigan poniendo barreras que solamente no nos permiten llegar sino que seguimos en una sociedad que no es igualitaria.

 

No cabe duda que las mujeres mexicanas lo que nos proponemos lo logramos.

 

Historias van y vienen acerca de Rosario Marín.

 

Muchos no hablan de la verdadera historia de Rosario Marín. ¿Por qué se fue del Distrito Federal?

 

¿Qué la llevó a irse a Estados Unidos?

 

¿Por qué su familia tuvo que salir de aquí?

 

El señor Donald Trump debería de aprender que con murallas no separa a los y las mexicanas. No paró la muralla de Estados Unidos a Rosario Marín.

 

Rosario Marín es un ejemplo de cómo los y las mexicanas podemos servir en este país y fuera de él.

 

Su trabajo no solamente con el nacimiento de Erick, su hijo, en 1985, la llevó a luchar por las personas que tienen discapacidad.

 

Y lo decía Yolanda de la Torre en este momento, de repente sentimos lástima, sentimos un espíritu asistencialista, pero el verdadero espíritu que movía a Rosario tenía que ver con un sentimiento que llevaba dentro de su corazón, que era su hijo Erick. Eso hizo que cambiara la legislación en Estados Unidos.

 

Pero más aún: luchó por el ayuntamiento en el condado donde ella vivía y la llevó a los que ustedes saben, a ser Tesorera de los Estados Unidos de Norteamérica.

 

Y por cierto una tesorera transparente, señor Donald Trump, una tesorera seria y responsable, una mexicana que traspasó las fronteras y demostró cómo se administran los recursos de una nación ajena a la que ella había nacido.

 

Mi reconocimiento Rosario, por tu valentía, por tu inteligencia y por la capacidad que hoy más que nunca las mujeres queremos que nos sea reconocida.

 

Hoy estamos aquí en una Sesión Solemne por cierto.

 

Ésta no es una sesión de vulgaridades. Es una sesión serie y responsable, una sesión hecha para premiar a las mujeres más destacadas de este país.

 

Con la memoria de Elvia Carrillo Puerto, una mujer avanzada a su época, una mujer que no la detuvo la violencia en contra de ella, una mujer que hoy honramos, pero honramos con la presencia de Rosario Marín.

 

Quiero decirte Rosario, que este premio te está obligando a muchas cosas.

 

Allá en Estados Unidos hay voces que dicen que los mexicanos somos una carga para los vecinos.

 

Pero tú demostraste, cuando hiciste toda una política para que las remesas llegaran a este país, que no somos una carga.

 

Nosotros los mexicanos, hombres y mujeres, hemos construido también ese país.

 

Y tú eres un ejemplo de cómo tú pudiste poner lo que corresponde en este país vecino como es Estados Unidos de Norteamérica.

 

Te pedimos levantes la voz por el tema migratorio.

 

No queremos que las mujeres sigan muriendo en la línea, en el desierto, que sigan siendo utilizadas para los empleos más bajos en Estados Unidos de Norteamérica.

 

Que vengan por nuestras enfermeras a cuidar los enfermos en Estados Unidos y regresen sin ningún recurso.

 

Esta presea, Rosario Marín, debe de servir para levantar la voz de este país como es México.

 

Un país que se está transformando, les guste o no.

 

Hoy las reformas son una realidad, y la realidad tiene que ver también con las mujeres.

 

La democracia paritaria ha llegado y la alerta de género dejó de ser letra muerta en muchos estados de la República.

 

Es verdad que falta mucho por hacer, pero también es verdad que como mujeres como tú son un ejemplo a seguir.

 

Rosario Marín: eres una icónica, una mujer ejemplo para las mexicanas.

 

Buena suerte Rosario.

 

Muchas felicidades.

 

México te quiere.

 

SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Ruego a la Asamblea ponerse de pie para el acto de entrega de la señora Rosario Marín, del reconocimiento Elvia Carrillo Puerto y del diploma correspondiente al año de 2016.

 

 

(LA ASAMBLEA SE PONE DE PIE)

 

 

SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Ruego a la Asamblea ocupar sus lugares.

 

En cumplimiento a lo que dispone el artículo 3º del Acuerdo aprobado para normar esta Sesión Solemne, hará a continuación el uso de la tribuna nuestra galardonada, la señora Rosario Marin.

 

ROSARIO MARIN: Senador Roberto Gil Zuarth, presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República.

 

Licenciada Arely Gómez González, procuradora general de la República.

 

Diputada Bárbara Botello Santibáñez, vicepresidenta de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.

 

Magistrado José Guadalupe Tafoya Hernández, consejero de la Judicatura Federal.

 

Distinguidas senadoras y senadores de México.

 

Señoras y señores representantes de los medios de comunicación.

 

Respetable público que se encuentra en este solemne recinto:

 

Con mi mayor gratitud he escuchado las palabras de la senadora Diva Gastélum, quien ha hecho referencia a los motivos que llevaron a la Comisión para la Igualdad de Género a proponerme ante este Honorable Pleno del Senado de la República, que tuvo a bien elegirme como merecedora del reconocimiento Elvia Carrillo Puerto, cuya biografía nos ha compartido la senadora Hilda Flores.

 

Esta ceremonia se empata con un hecho familiar muy importante para mí: hace diez días tuve la fortuna de ser abuela por primera vez, el nacimiento de Robert Alejandro ha sido una emoción inédita, indescriptible y sublime.

 

Sin exagerar, una impresión semejante me embarga en estos momentos al encontrarme en el Senado de mi país de nacimiento, mi amado México.

 

Quisiera controlar mis emociones, pero desde el día en que Diva y Marcela me comunicaron los preámbulos del premio, se me han venido agolpando una serie de sentimientos y de recuerdos de una vida ya de algunos lustros y de mucha intensidad.

 

Así, en lontananza veo a una niña, allá por los inicios de la década de los años 70’s, que al cursar sus clases de historia y de civismo en la escuela secundaria Etic 72, ahora la Técnica 20 Profesora Paula Nava Nava, en la colonia Agrícola Pantitlán, de la mano de profesores ejemplares como Enrique Barrón, cobraba consciencia de los grandes hombres y mujeres excepcionales que han forjado a México, como Sor Juana Inés de la Cruz, Leona Vicario, Josefa Ortiz de Domínguez, Carmelita Serdán, Eulalia Guzmán y por supuesto Elvia Carrillo Puerto, por mencionar sólo algunas, a las cuales se suman Marcela Lagarde y de los Ríos, y Carmen Moreno Toscano, quienes me antecedieron en este premio.

 

Asimismo, comenzaba a comprender la trascendencia de la Constitución de la República y del derecho como instrumentos protectores de la dignidad humana; reguladores del poder y promotores de una convivencia social sana y armónica, así como el profundo significado del apotegma del gran indio zapoteco: “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.

 

Una estudiante adolescente con sueños e ideales que en alguna ocasión, al caminar por el centro histórico de la Ciudad de México, se detuvo frente a la puerta de la vieja casona de la calle Xicoténcatl, antaño sede del Senado, ya comenzaba a asumir la importancia de las instituciones y la elevada y la grave responsabilidad de la representación política que tienen las mujeres y los hombres que ejercen un mandato ciudadano.

 

Como es el caso de los legisladores, que han de trabajar para crear leyes que obliguen a constancia y a patriotismo, y moderen la opulencia y la indigencia como lo indicara el gran Morelos, el Siervo de la Nación.

 

Una inquieta colegiala que entonces, nunca siquiera imaginó algún día tener el privilegio de encontrarse dirigiendo unas palabras desde la más alta tribuna de la República, ni mucho menos en una circunstancia y fecha tan significativa y tan simbólica.

 

De esta forma, me faltan palabras para expresar mi más amplio agradecimiento a la Fundación para el Derecho Integral Humano, que me propuso para este reconocimiento, y a todos y cada uno de las senadoras y los senadores de todas las fracciones parlamentarias por su confianza y su voto para hacer realidad este día memorable para mí, para mi familia y para mis amigos, muchos de ellos aquí presentes.

 

Por lo anterior, les ruego me permitan expresar lo que esto significa y el sentido con el cual asumo el premio que hoy me otorgan.

 

Como lo marca la normativa que lo rige, sabemos que se entrega en razón a la trayectoria de la mujer elegida. Sin embargo, recordando la vida ejemplar y visionaria de Elvia Carrillo Puerto, pionera en nuestra Nación en la promoción y defensa de los derechos de las mujeres y por una firme convicción ética más que a título personal, lo recibo como un homenaje que por mi conducto el Senado hace a todas y cada una de las mujeres de México, precisamente hoy en el Día Internacional de la Mujer.

 

En en Internacional de la Mujer.

 Dce a todas y cada una de las mujeres de M hacer realidad este dno de las senadoras y los senadorparticular lo comparto y simbólicamente lo entrego a las mujeres de las clases populares, en donde están mis orígenes. Aquellas que no se arredran ni declinan ante los desafíos y las dificultades que la vida les impone, incluso muchas veces desde el inicio de sus vidas y no escatiman sus esfuerzos, luchas y energías por una superación personal, por ser buenas madres, hijas, hermanas, esposas y trabajadoras, por el bienestar de sus hogares y por la construcción de una mejor sociedad.

 

Pero también, y muy especialmente, quiero recordar a tantas mujeres que han sido y hoy siguen siendo víctimas de todo tipo de violencia, de discriminación, de delincuencia y de sometimiento aquí en México y en el mundo.

 

Ninguna sociedad puede ser verdaderamente floreciente, democrática, justa y libre mientras su componente femenino carezca de los medios y de las herramientas esenciales para hacer realidad cotidiana sus derechos políticos, económicos, sociales y culturales.

 

Por ello, lo ofrezco y lo comparto con aquellas niñas y mujeres a quien el Estado y la sociedad no hemos podido dar la protección, las garantías y las oportunidades que su dignidad y su esencia humana merece.

 

Que no han contado con un entorno familiar cálido, con condiciones para acceder a los bienes de la educación y de la salud, con la posibilidad de desarrollar sus potencialidades y de tener atención diligente para construir capacidades de resiliencia y de recuperación ante las dificultades de la vida. Beneficios que privilegiadamente muchas mujeres desde la infancia hemos recibido, no obstante provenir de entornos de precariedad o de sufrir violencia en un momento de oscuridad en nuestras vidas.

 

En mi caso, tuve la enorme ventura de contar con una madre maravillosa y un padre afanoso que hicieron hasta lo imposible por sacar adelante a su familia.

 

Además, fui receptora de los beneficios de la política social del Estado mexicano, pues mi salud la atendía en la Clínica 20 del Instituto Mexicano del Seguro Social, aledaña al aeropuerto, y asistí a la escuela pública hasta los 14 años, cuando me fui a radicar a California, siguiendo a un padre trabajador que emigró en búsqueda de mayores oportunidades para sus hijos en una historia de migración como tantas miles que definen la cultura y la relación entre estos dos países.

 

En el país del norte, con grandes esfuerzos y sacrificios pude aprender el idioma inglés, realizar estudios profesionales por la noche, forjar mi propia familia, cumplir en varios trabajos en el sector público y privado, y en organizaciones de la sociedad civil y en especial luchar por los derechos de las personas con capacidades diferentes, de las mujeres y de los migrantes latinoamericanos.

 

Gracias al ejemplo y al soporte de muchísimas personas, jefes y amigos que he tenido el gran privilegio de encontrar en mi camino y sin duda a la comprensión y al amor de mis hijos: Erick, Carmen y Witford, así como el de mi esposo Alex, quien adelantado a su tiempo y ejerciendo lo que ya se conoce como nuevas masculinidades, nunca ha negado el menor apoyo a mis actividades profesionales.

 

He sido una mujer de resultados en los distintos ámbitos y roles que me ha tocado cumplir.

 

Así mucha gente me pregunta : ¿Cuál ha sido la clave para que una mujer con mis condiciones y circunstancias hubiese podido realizar en los Estados Unidos una vida con resultados hasta ahora prácticamente positivos en los ámbitos personal, familiar y profesional?

 

Fundamentalmente y con satisfacción lo reafirmo en este magno recinto porque me fui de México con un gran bagaje de conocimientos y de habilidades que me transmitieron en las escuelas públicas, en las que hice mis estudios básicos.

 

Pero también gracias a los sólidos valores éticos y culturales que me inculcaron en el seno de una familia típica mexicana: la lealtad, la franqueza, la honestidad, la verdad, la transparencia, el trabajo, mucho trabajo.

 

Mi esencia es genuina, profunda y orgullosamente mexicana.

 

Del mismo modo, porque tuve la oportunidad de integrarme a la comunidad norteamericana, que al igual que la mexicana reconoce y alienta la unidad familiar y el desarrollo de las capacidades y potencialidades individuales, rechaza toda forma de corrupción y de conformismo, hace del trabajo la divisa principal para la realización del ser humano, fomenta el ejercicio de las libertades con responsabilidades y promueve la democracia, la cultura de la igualdad, de la legalidad y de los derechos fundamentales de las personas y de la sociedad.

 

Hoy, puedo afirmar porque conozco y me he desarrollado en ambos lados de la frontera que el pueblo de México y el pueblo de Estados Unidos comparten principios y valores superiores.

 

Es muchísimo más lo que nos une que lo que nos pudiera dividir.

 

Han sido las élites y las oligarquías políticas y económicas las que en diferentes momentos y en la promoción de sus particulares y egoístas intereses han pretendido dividir y separar a dos pueblos unidos por lazos más profundos y sólidos que la frontera territorial de más de tres mil kilómetros que compartimos.

 

La historia de migración entre nuestros pueblos permite concluir sin exagerar que sangre mexicana corre por las venas de Estados Unidos y sangre de este país corre en las venas de México.

 

Por eso último, no puedo dejar de referir que esta Sesión Solemne se efectúa cuando en el horizonte de Estados Unidos se levanta la amenaza funesta de un supuesto liderazgo portador de las más repudiables conductas populistas que haya conocido la humanidad.

 

Y por lo mismo, es un riesgo que exige la atención y la unidad de las mujeres y de los hombres de buena fe de nuestros países, para denunciar y detener las ambiciones de un sujeto despreciable.

 

Un individuo que en su afán enloquecido y soberbio por hacerse del Poder al más puro estilo fascista pretende provocar sentimientos xenófobos y racistas, en particular en contra de los mexicanos, que no son los que anidan en la mayoría de los hombres y las mujeres estadounidenses.

 

Al hacer gala de una supina ignorancia aun mayor al tamaño de su dinero o lo que es peor, de un pragmatismo criminal, soslaya que los Estados Unidos de Norteamérica se han forjado en el crisol de la pluralidad étnica y cultural de la población migrante originaria, y la que en siglos sucesivos ha llegado desde diversas latitudes del orbe, en especial por la comunidad mexicana que en mucho ha contribuido con su fuerza de trabajo en la ciencia, en la academia, en la industria, en el arte, en la cultura, en los servicios, en el sector primario, en el deporte, a construir una nación abierta, próspera y comprometida con la libertad, con la igualdad y con la justicia.

 

A este siniestro personaje, desde esta privilegiada tribuna le quiero recordar que la cuadragésima primera tesorera de Estados Unidos lo fue en un gobierno emanado del Partido Republicano, el cual hoy pretende utilizar para encaramar sus espurios intereses.

 

Y en los rigurosos procesos de investigación y de control de confianza que se llevaron a cabo para otorgarle a dicha mujer tan elevada responsabilidad, la cual fue aprobada unánimemente por el Senado norteamericano, en la decisión favorable sin duda alguna mucho peso tuvo su origen mexicano y el hecho de ser portadora de los más elevados principios y valores del pueblo y de las mujeres de México.

 

El pobre rico hoy significa la principal amenaza para Estados Unidos, para México, pero también para el mundo, más como dice un proverbio oriental: cuando la sociedad sigue un orden, un solo loco no podrá trastornarla.

 

De este modo, confío en la sabiduría, en la inteligencia y en los nobles sentimientos del pueblo norteamericano, que vienen desde sus padres fundadores, “todos los hombres nacen iguales”, dijo Washington; mientras que Jefferson expresó “la fraternidad es la llave maestra de la convivencia humana”.

 

Así, aun cuando existan voces demagógicas que pretenden erigir un muro o sembrar odios y egoísmos entre nuestras naciones, millones de mexicanos y norteamericanos no nos cruzaremos de brazos y seguiremos construyendo puentes y alamedas de entendimiento y de cooperación para fortalecer nuestros lazos de amistad y gestionar nuestros problemas comunes, como la protección y la regularización de la población migrante, la seguridad interna e internacional, y el combate a la violencia, a la delincuencia y a la corrupción de todo signo, entre otros importantes pendientes que la agenda binacional nos impone a resolver.

 

Señoras y señores del Senado:

 

El reconocimiento que hoy me confieren, renueva mi energía y mi optimismo, sabré portarlo con dignidad y honrarlo con mis dichos y con mis actos, pues sé que todo premio entraña una gran responsabilidad y los actuales no son tiempos propicios para la neutralidad ni para la indiferencia.

 

Por ello, ante esta soberanía reafirmo mi compromiso de perseverar en la defensa y en la promoción de los derechos e intereses de la comunidad mexicana que radica en los Estados Unidos. Continuaré siendo una incansable promotora de la unidad, el entendimiento, el respeto y la colaboración que deben existir entre las instituciones y los pueblos de México y de Estados Unidos, que genuinamente buscan el fortalecimiento de la democracia, de los derechos humanos, de las libertades y de la justicia universal.

 

Parafraseando a Martin Luther King, es tiempo que aprendamos el sencillo arte de vivir como hermanos.

 

En efecto, el mundo transita aceleradamente hacia la desaparición de las fronteras materiales que día a día están siendo borradas por el fenómeno de la globalización, los asombrosos avances científicos y tecnológicos, la interdependencia entre regiones y la cooperación fructífera entre naciones para la construcción de un orden internacional verdaderamente justo.

 

México y Estados Unidos sabremos estar a la altura de este parteaguas histórico.

 

Igualmente, no cejaré en entregar mis mejores empeños a fin de que se abran mayores oportunidades para el empoderamiento y el desarrollo integral de las mujeres.

 

A las mujeres de México les expreso que este es el siglo de nosotras.

 

Pero nuestro empoderamiento no sólo se debe limitar a acceder a elevados cargos de dirección en las instituciones públicas y en las organizaciones empresariales y sociales.

 

No obstante, cuando arribemos a ellos tenemos el deber y la obligación de mostrar que lo merecemos; no por una concesión gratuita o por un etiquetamiento legal, sino porque contamos con las calidades, la capacidades y las habilidades para llevar el timón al mejor puerto posible.

 

Como Elvia Carrillo Puerto, debemos seguir luchando y hasta el extremo gestionar nuestros derechos, promover políticas públicas económicas y sociales pertinentes y abrir mayores espacios para el desarrollo de todas nuestras potencialidades en la familia, en la comunidad, en la ciencia, en la educación, en el mundo laboral, en el arte, en la cultura y en los deportes.

 

Y en un plano de generosidad y de empatía, caminar de la mano de todos aquellos hombres varones que sí sean capaces de entender que una sociedad moderna y democrática tiene como basamento esencial la complementariedad natural y sublime de los sexos, así como la igualdad, la solidaridad y la cooperación entre géneros.

 

Por último, como todos quienes actuamos con transparencia y honestidad en el mundo de la política y del servicio a la sociedad, renuevo mi compromiso para luchar sin descanso desde toda trinchera en que me encuentre y con todos los elementos de que disponga, a fin de construir la mayor felicidad posible para el mayor número de personas y seres humanos posibles.

 

Muchísimas gracias, señoras y señores senadores.

 

Muchísimas gracias, México.

 

SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Estoy seguro que en muchos de nosotros habitan sentimientos encontrados.

 

Por un lado, una profunda indignación frente a la desigualdad que viven todos los días las mujeres.

 

Un día en la vida de una mujer es una intensa y desafiante lucha contra la falta de oportunidades y también contra los prejuicios y estereotipos que las califican.

 

No hay espacio en la sociedad aún, en la que no persista un pretexto para la discriminación.

 

Se gradúan de la universidad con mejores calificaciones, pero se tardan cinco años más en alcanzar el mismo sueldo que los hombres reciben el primer día de su trabajo.

 

Las mujeres ganan menos que los hombres y todo parece indicar que si no hacemos nada este siglo, esa realidad no va a cambiar.

 

Sólo ocupan uno de cada 10 puestos directivos en nuestro país, a pesar de que hay evidencia de que las empresas con más mujeres en sus juntas directivas tienen un mejor rendimiento financiero.

 

Estudian igual o más que los hombres, pero la sociedad sólo le ofrece un lugar en la casa.

 

Si son violadas, se les echa la culpa. Antes de hacerles justicia se les cuestiona por qué iban así vestidas, por qué eligieron esa ruta, por qué iban solas a deshoras, sin la compañía de un hombre.

 

Pagan con el doble dolor las injusticias del sistema penitenciario, con el dolor propio y de esos niños invisibles que viven con ellas en prisión.

 

Promovemos acciones afirmativas para el género pero no las promovemos a ellas como personas en sus derechos.

 

Las queremos en la política, pero no les damos el Poder.

 

Cuántas veces hemos escuchado ese discurso que afirma que las mujeres son, por naturaleza, impredecibles, débiles, inestables.

 

Cuántas veces al día escuchamos que se le niega a una mujer un empleo o una oportunidad por si algún día, en algún momento, deciden embarazarse.

 

Les aplaudimos cuando llegan lejos, pero cuando les queremos reconocer sólo hablamos de su belleza y de su dulzura, porque esa es la única forma en que nuestra sociedad entiende la condición de feminidad.

 

Esas realidades son simplemente insoportables.

 

Pero también un día como hoy hay motivos de esperanza. Esperanza cuando se conocen historias como la de Rosario Marín, no sólo por lo que ha logrado para sí misma, sino por los obstáculos que ha derribado para las demás mujeres.

 

Muchas veces lo ha dicho: siguió luchando ante la adversidad porque sabía que si no lo hacía, a otras mujeres les costaría todavía más, con trabajo y esfuerzo, con alegría y perseverancia, no con resentimiento o con discursos estridentes.

 

Siempre se ha visto a sí misma desde dos espejos: como mujer y como migrante.

 

Ha insistido en que debemos ver a los demás con respeto y con pasión como ella ve a sus hijos.

 

Ha defendido sus derechos y los de otros, de aquellos que son todavía vulnerables.

 

Rosario rompió el techo de cristal que limita el vuelo de las mujeres.

 

Derribó con tenacidad el muro invisible que ahora algunos pretenden construir con rejas y ladrillos contra los migrantes.

 

Puso el piso para el trato digno a las personas con discapacidad.

 

Lo decimos desde el Senado de la República:

 

Usted, Rosario, es la derrota cultural del señor Donald Trump.

 

Esa es la historia; esa es la historia que hoy en el Senado reconocemos.

 

Es la historia que es prólogo de muchas historias que habrán de escribirse para otras mujeres.

 

Una historia que llegará a su última página, a su fin, cuando no tengamos que volver a contar como excepcional la historia de una mujer como Rosario Marín.

 

Enhorabuena querida, valiente y admirada Rosario Marín.

 

A hombre del Senado de la República, deseo expresar nuestro agradecimiento a la maestra Arely Gómez González, Procuradora General de la República.

 

A la diputada María Bárbara Botello Santibáñez, en representación de la Cámara de Diputados.

 

Al Magistrado José Guadalupe Tafoya Hernández, en representación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

 

Y por supuesto a la señora Rosario Marín, reconocimiento Elvia Carrillo Puerto 2016.

 

A todos nuestros distinguidos invitados, muchísimas gracias por su visita y por supuesto también a la familia de doña Rosario, por acompañarla en este día tan importante.

 

Ruego a todos ponerse de pie para entonar el Himno Nacional.

 

(HIMNO NACIONAL)

 

Se cierra la Sesión Solemne.

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