Versión estenográfica de las palabras del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, durante la presentación del documental “El ingeniero”, de Alejandro Lubezki, en el Auditorio Octavio Paz del Senado de la República.
Primero, agradecer a Javier Corral que nos haya dado a todos la oportunidad, a mí la oportunidad de estar con todos ustedes, de volver a ver en estas condiciones el documental de Alejandro; agradecer los comentarios de Leonel, de Esteban, de Ina, de Miguel, desde luego del propio Javier Corral.
Y yo sólo les voy a comentar un poco de cómo se dio este documental. Estábamos por iniciar la campaña, debe haber sido hacia finales del 99; y Alejandro me propuso poder grabar, poder filmar desde dentro la propia campaña.
Entiendo que con algún esfuerzo propio y alguna ayuda de la familia, consiguió una cámara, una cámara que fue con la que hizo todo este documental; una cámara que según me ha platicado ya en distintas ocasiones, está ya fuera de la técnica, ya se quedó atrasada la cámara con la que hizo estas 400 y tantas horas de filmación.
Bueno, le dije que sí. Yo a Alejandro lo conozco desde hace muchos años, compañero de Cuauhtémoc, compañero de Lázaro, compañero de mis hijos, lo he visto desde adolescente; y es uno de los amigos de la casa, a quien vemos como totalmente de casa. Lo hemos visto formarse, lo hemos visto crecer, lo hemos visto en su actividad profesional.
Y como aquí lo expresó el propio Alejandro y como lo expresó Javier, lo queremos, lo queremos como gente totalmente de familia, de casa, de quienes tenemos muy cercanos. Y me propuso hacer este trabajo y le dije que sí; entonces empezó a acudir con su cámara a las reuniones.
Yo debo decirles que al principio los amigos, los que estaban participando en la organización de la campaña, en ver qué se hacía, qué se decía –como ustedes pudieron ver en el documental–, lo veían raro, decían: “¿Y este de la camarita qué anda haciendo aquí adentro? ¿Quién es? ¿Es Gobernación o de qué se trata?”.
Bueno, después ya no, después ya fue un mueble más del autobús o de la oficina o de la sala donde estuviéramos; y creo que el documental aparte del esfuerzo de síntesis que se hizo, aparte de las dificultades económicas para concluirlo, en donde la familia de Alejandro contó de manera definitiva para que esto pudiera salir adelante, pues tiene entre otras cuestiones que es:
Uno: trabajo de una persona y de una sola cámara.
Dos: salvo dos escenas que ustedes vieron de un amigo, Ildefonso Aguilar, que tiene ahí algunos desahogos, no hay entrevistas. Creo que estas son las únicas que pudiéramos llamarles entrevistas, si es que les podemos llamar de alguna forma.
Entonces es todo el trabajo de seguimiento de una campaña, es todo el trabajo de andar detrás de mí en este caso, viendo los actos de campaña, no en las mejores ubicaciones para quien está haciendo un trabajo al final de cuentas para poderlo exhibir, para poderlo editar, etcétera.
Por eso hay tantas tomas desde la parte, es decir, de espaldas, por eso hay tantas, yo diría, no en todos los casos se ven los sonidos, los ruidos, todo lo que acompaña a una campaña porque está finalmente grabado con una cámara, con una persona y con el equipo técnico que esta cámara permite, o permitía.
Este es realmente un mérito de este documental, esto es cómo pudo hacerse y cómo Alejandro pudo hacer este trabajo de síntesis, de meter 400 horas en poquito más de dos horas.
Creo que ya no lo pudo recortar más. Pero como él dice tiene mucho trabajo, hay mucha información en todo lo que él tiene por ahí registrado.
Y a mí no me queda más que agradecerle a Alejandro este trabajo que hizo más que otra cosa porque convicción es en primer lugar, y en esto el mucho afecto que existe entre él, su familia, yo y mi familia.
Y agradecerles nuevamente a todos la presencia. Agradecerle a Javier Corral su iniciativa, la hospitalidad del Senado, a todos los que han intervenido: a Miguel, Aída, Esteban, Leonel, las palabras que han expresado.
Y nuevamente gracias Javier, y gracias Alejandro.
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