Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Versión estenográfica de las palabras del presidente de la Comisión de Biblioteca y Asuntos Editoriales del Senado de la República, senador Zoé Robledo Aburto, en el marco de la conferencia magistral ofrecida por el economista Thomas Piketty, autor del libro “El capital en el Siglo XXI”, en el auditorio de El Colegio de México.


Muchísimas gracias. Muchas gracias, estimado doctor Javier Garciadiego. Le agradezco el comentario y que no haya dicho cuánto me saque en su clase. Gracias por supuesto al senador presidente, Miguel Barbosa Huerta, por su compañía en esta tarde aquí, por supuesto a nuestro invitado, al doctor Thomas Piketty, cuya voz se ha estado escuchando en el país, y hoy se escucha aquí en el Colegio de México con senadores y con la idea de que se siga escuchando.
Por supuesto que al maestro Salomón Chertorivsky Woldenberg, secretario de Desarrollo Económico del Distrito Federal, que nos hará algunos comentarios; al doctor Jaime Sempere Campello, académico investigador también de esta institución, al doctor David Catalá, profesor investigador del Colmex; a todos, a don Porfirio Muñoz Ledo, por supuesto; al senador Manuel Bartlett, que desde que salió la primera edición fue de los primeros que tuvo presente, en la primera edición en francés de “El Capital”…; y por supuesto, a los estudiantes del Colmex, que están hoy aquí, también a los del ITAM, de la UAM, de la UNAM, de la Ibero, del CIDE, a todos quienes están en el salón contiguo y a quienes nos ven por el Canal del Congreso en este momento en una transmisión en vivo.
Quiero ser muy breve y quiero empezar con una pregunta ¿cómo llegamos hasta aquí? La respuesta me parece que no es única porque es muy general ¿cómo llegamos hasta aquí, dónde? Cómo llegamos hasta aquí, al momento que vive el mundo, cómo llegamos hasta aquí al momento político, tan grave que atraviesa nuestro país, y además cómo llegamos hasta aquí, al Colmex, si esta era una conferencia que se iba a dar inicialmente en el Senado de la República.
Y todas las respuestas, todas, me parece que están en una sola palabra: desigualdad. La desigualdad, sin duda, del mundo en la concentración de la riqueza, que es justamente de lo que nos va a hablar hoy el doctor Piketty, la voz más potente en el mundo sobre este tema.
En México, la desigualdad en el ingreso, tema del que seguramente el maestro Chertorivsky hará algunos comentarios, y en la calle, en la calle desigualdades totales; y por desigualdades totales me refiero, por supuesto, a la desigualdad en la concentración de la riqueza en nuestro país, pero por supuesto también me refiero a la desigualdad en la distribución del ingreso; pero también desigualdades en el acceso a la justicia, desigualdad en el acceso y la calidad de los servicios, desigualdad en el ejercicio de los derechos políticos; desigualdades totales que hoy adquieren el rostro de tres mil jinetes a caballo, que en este momento están afuera del Senado y es una de las razones por las que no podemos estar ahí.
Desigualdades totales como la de un joven que el día de ayer tomó la decisión de prenderse fuego afuera del Congreso del estado de Chiapas, de mi estado. Desigualdades totales como la de los padres y madres de los 43 desaparecidos, estudiantes de Ayotzinapa que reclaman vivos a sus hijos.
En todos los casos, en todos, hay un reclamo cuya causa y cuyo origen está en algún mecanismo arraigado que preserva la desigualdad.
Doctor Piketty, yo coincido con usted que la desigualdad en México está subestimada, que sin información clara de los ingresos de la población más rica es muy difícil estimar qué tanta diferencia hay entre los distintos sectores de personas en nuestro país. Coincido con usted, que ha mencionado que en nuestro país pues probablemente la desigualdad sea todavía mayor que la que sabemos al día de hoy.
Pero también estamos subestimando a la desigualdad como la enfermedad social de nuestro tiempo, y la estamos subestimando en el riesgo que implica para la democracia. La desigualdad económica produce desigualdad política. Como refiere Antón Costas, la desigualdad del ingreso y la riqueza descapitaliza políticamente a los pobres, hace que sus votos pierdan influencia. Si medimos la igualdad política en términos de capacidad de acceso al poder, vemos que los políticos son más sensibles a los intereses de los ricos que a los intereses de los pobres.
A todo esto habría que sumar el desencanto de los ciudadanos con los procesos democráticos, el desprestigio de los partidos políticos que han llevado a nuestro sistema a la crisis de credibilidad que vive en estos momentos. Y es que, en teoría, pues la democracia debería de brindar la posibilidad real de que los ciudadanos elijan libremente su proyecto de vida. Sin embargo, la paradoja está en que si bien los fines pueden ser ilimitados, los medios para satisfacer estas aspiraciones obviamente siguen siendo escasos. La realidad es que no todos están en igualdad de condiciones para alcanzar sus legítimas aspiraciones.
En México, las condiciones de origen determinan el desarrollo político y social del individuo. Lo que en teoría se establece --todos somos iguales en la capacidad de ser libres a nuestra manera-- en la práctica resulta una cosa totalmente diferente.
Las expectativas desfasadas llevan a la población a arraigar sentimientos de frustración; esta frustración, de no verse reconciliada con proyectos alternativos para la satisfacción de metas e ideales, mina la lealtad hacia las instituciones democráticas, debilita la influencia de los votos de los que tienen pocos recursos económicos, y reduce la igualdad política.
La desigualdad, pues, tiene la fuerza suficiente para asesinar la democracia.
La buena noticia, y la razón por la cual para mí era tan importante escuchar la voz de Piketty en el Senado, es su gran hallazgo, el gran hallazgo desde mi punto de vista de su investigación, y este es que la desigualdad es un fenómeno político, y que por tanto puede ser resuelta por medios políticos.
Y además, la historia nos enseña que en los momentos --como lo dijo Porfirio Muñoz Ledo hace algunos días-- en que la política puede encabezar y puede generar la dinámica creativa de transformación es justamente en las crisis, y es justamente en momentos de colapso como el que quizá estemos viviendo el día de hoy.
Por eso, doctor Piketty, hoy escucharemos su voz, pero déjeme decirle que sus ideas la izquierda mexicana las hizo suyas en el pasado debate del destino del petróleo en nuestro país.
Gracias por acompañarnos hoy, y gracias por acompañarnos desde entonces.
Para concluir, permítame reconocerle un aspecto de su obra: reconocerle lo refrescante y lo innovador de explicar un modelo económico a través de autores como Balzac o Jane Austen; permítame hacer lo propio sobre este 2014 mexicano, pero a través de Charles Dickens:
Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos. La edad de las reformas estructurales y de Ayotzinapa; era la época del hombre más rico del mundo y de los 74 millones de pobres; era la edad de “Mover a México” y la edad del “Ya me cansé”; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la portada del Time y su “Saving México”; y el invierno de las ocho columnas de Le Monde y sus “Revueltas contra el Estado-mafia mexicano”. Todo lo poseíamos pero no teníamos nada; caminábamos derecho al cielo y nos extraviamos por el camino opuesto.
Gracias.

0-0-0

Calendario

Julio 2024
Lu Ma Mi Ju Vi Sa Do
1 2 3 4 5 6 7
8 9 10 11 12 13 14
15 16 17 18 19 20 21
22 23 24 25 26 27 28
29 30 31 1 2 3 4