Versión estenográfica de la intervención del licenciado Julio Scherer Ibarra, consejero jurídico del Ejecutivo Federal, en el Primer Encuentro Nacional Digital “Desafíos de la Justicia Mexicana”, con la participación de funcionarios del Gobierno Federal, gobernadora, gobernadores, legisladoras, legisladores, catedráticos y barras de abogados del país. 

 

Muchas gracias.

 

Agradezco al senador Monreal la invitación, a cada una de las senadoras y senadores, y me honra mucho estar aquí con el señor presidente de la Suprema Corte de Justicia y evidentemente con el Fiscal. Los aprecio muchísimo.

 

Mario Delgado, gracias por acompañarnos.

 

Nuestra Constitución ha depositado en el Poder Judicial, la facultad de impartir justicia en todos los aspectos institucionales del Estado mexicano, en la aplicación de normas y principios jurídicos, en la resolución de conflictos, en cada uno de los ámbitos de la aplicación del derecho y la interpretación de las leyes.

 

Los poderes constitucionales son fundamentales en la construcción de una nación libre y soberana, empeñada en abatir sus graves problemas de injusticia e inequidad.

 

La consolidación del Estado de Derecho es el gran pendiente del Gobierno mexicano. Para ello, resulta fundamental el proceso de selección de juzgadores en nuestro país.

 

El Poder Judicial de la Federación ha elaborado una propuesta de reforma judicial, con y para el Poder Judicial, que ofrece desde un ejercicio autocrítico, el combate a la corrupción como eje rector de su propia transformación.

 

Corrupción, que lo que respecta al proceso de selección de juzgadores se traduce en nepotismo y tráfico de influencia, actualmente como norma y hábito.

 

Hoy vemos jueces que terminan convirtiéndose en mercaderes, muchos de ellos mínimamente calificados. No dirigen su energía a tareas distintas al abuso de poder, la mediocridad burocrática y la concesión de impunidades.

 

Como servidores públicos, no podemos aceptar la incorporación de familiares, amigos, como la regla que siga imperando en la integración de nuestro Poder Judicial, cuando el único principio que tendría que privar para estos efectos es el mérito personal.

 

La tarea de juzgador no permite la improvisación. Los más valiosos representantes de la ciencia jurídica, se preparan para encarar con éxito los conflictos que se les presenten, por graves que sean, observando con rigor la aplicación del derecho.

 

No son pocas las redes de influencia que se han creado con esta lógica: preservar, actuar y responder naturalmente al interés particular, en detrimento de este sistema.

 

No podemos tener un país en paz, imposible si antes no logramos una nación que enaltezca la justicia como valor prioritario y forma de vida digna.

 

La justicia debilita la cohesión social e impulsa la ingobernabilidad, del mismo modo que inhibe el crecimiento y socaba la confianza.

 

Por largo tiempo, este proceso de selección de jueces se ha realizado mediante exámenes de oposición, enfocados al aprendizaje y memorización de las leyes, a la práctica y el desarrollo de habilidades del aspirante.

 

La actual reforma, pretende abonar en el cuidado del proceso, s perfeccionamiento e institucionalización, en aras de evitar vulnerabilidades.

 

Propone, asimismo, la creación de una escuela judicial como rector y garante de la formación de los nuevos elementos.

 

Dicha reforma, robustece el sistema de selección, además de atender y corregir los vicios del pasado. Puede y debe ser la piedra angular para alcanzar un objetivo mayor: el de formar a los mejores juzgadores a los que podemos llegar a aspirar.

 

Los jueces no son meros aplicadores del derecho, simples autómatas. Son, por el contrario, operadores jurídicos de gran relevancia, con funciones creativas específicas.

 

La tarea del juzgador no permite la improvisación. Los más valiosos representantes de la ciencia jurídica, deben prepararse arduamente para encarar con éxito los conflictos que se les presenten, por graves que sean, observando con rigor la aplicación del derecho.

 

Los jueces son el último y definitivo eslabón en la cadena de la impartición de justicia; es en sus sentencias donde las leyes cobran vida, dejando de ser letra muerta en los códigos.

 

La escuela judicial tendrá la encomienda de la formación integral de los jueces, no sólo en el aspecto jurídico sino abarcando aspectos tales como el sociológico, psicológico, ético, humanístico, cultural, histórico, forense, solamente por mencionar algunas áreas de su competencia.

 

Debemos aspirar a que nuestros jueces sean destacados juristas letrados, sino igualmente hombres sabios, sensibles y humanos.

 

Esto permitiría no sólo formar a nuestros jueces durante un periodo suficiente, también posibilitar al personal docente, la observación de su comportamiento, corroborar sus valores, evaluar su carácter y trabajar en sus áreas de oportunidad.

 

Con un proceso de selección de juzgadores como el anterior, seguiremos avanzando en la lucha contra la corrupción, bandera de la Cuarta Transformación del Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, al tiempo que trabajaremos en la formación de jueces comprometidos con las mejores causas de la nación, reforma que cobra origen en la presidencia del Consejo de la Judicatura Federal, al cual felicito.

 

Agradezco su tiempo y su atención, muchas gracias.