Versión estenográfica del mensaje de la senadora Mónica Fernández Balboa, presidenta de la Mesa Directiva del Senado de la República, durante la inauguración de la exposición “100 Migrantes en el Senado”.
Muy buenos días tengan todas y todos ustedes.
Para mí realmente hoy es un día muy especial y muy emotivo, porque conocí hace muchos años a estos migrantes, esta obra y tengo que reconocer que en el momento en que los conocí y que me metí entre ellos, caminé, lo decía yo ahorita, pude caminar entre ellos en una exposición y me estremeció.
Me estremeció y me removió una conciencia que, a veces, parece que la tenemos olvidada o que a veces parece que la tenemos media dormida y me removió muchísimas cosas en ese momento.
Cuando hace un par de mes el senador Salomón Jara empezó a promover que pudieran estar aquí los migrantes de Alejandro Santiago, por supuesto que no pude decir, de ninguna manera, que no. Necesitábamos tener a estos migrantes, que sean bienvenidos al Senado de la República “Los Migrantes” de Alejandro Santiago.
Esta exposición forma parte también de los trabajos conjuntos que las comisiones de Relaciones Exteriores, Cultura y Asuntos Fronterizos, del Senado de la República, ha realizado con el Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la UNAM, en su 30 Aniversario, para abordar el fenómeno migratorio desde perspectivas múltiples.
Quiero aprovechar para saludar a todos mis compañeros senadores, a la senadora Verónica, a la senadora Bertha Caraveo, presidenta de la Comisión de Asuntos Fronterizos, al senador Dothé, por supuesto, y a mi compañero en la Mesa Directiva, el vicepresidente, el senador Salomón Jara; a la presidenta de la Comisión de Cultura, al Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores.
Y, al mismo tiempo, deseo extender nuestro más amplio agradecimiento a la doctora Graciela Martínez Zalce, directora del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la UNAM, a quien felicitamos además por el Trigésimo Aniversario de esa institución.
Y, en particular, por supuesto, a nombre del Senado de la República quiero agradecer enormemente a la familia del maestro Santiago Alejandro y a su hijo Lucio, aquí presente, a su esposa Zoila y a su hija Alejandra, haznos el favor de externarle nuestro saludo con mucho afecto.
Ellos, en todo momento, se han esforzado por permitir que la obra de su padre continúe con vida y ocupe un lugar central en la discusión del futuro de la migración en México.
Las 100 esculturas que desde el pasado día lunes se encuentran conviviendo con nosotros, en este Patio del Federalismo, forman parte, como ya lo explicó Lucio, de la Obra “2501 Migrantes” y cuya presentación fue expuesta por primera vez en Oaxaca, en el 2006 y en Foro Internacional, posteriormente, de las Culturas, en Monterrey, lo que le permitió adquirir una dimensión y un reconocimiento internacional.
Alejandro Santiago, quiero decir que Lucio fue muy modesto al hablar de su padre, Alejandro Santiago nació en Teococuilco de Marcos Pérez, Oaxaca, una comunidad zapoteca que estuvo presente en cada color y textura de su obra.
La vi en Oaxaca y puedo decir que me estremeció, como les acabo de decir, y quiero hablarles de este importante legado, el legado de Alejandro Santiago, porque fue un revolucionario en su expresión artística, al romper con los estereotipos de la creación plástica y paradigmas de la iconografía clásica oaxaqueña, cuyas obras han sido exhibidas en Estados Unidos y en Europa varias veces.
Su obra de “2501 Migrantes”, no 2500, debido a que él, como lo explicó Lucio, él consideraba que siempre había uno más, siempre había uno más empujado por el hambre, por la violencia, o el sueño de un mejor futuro que le hiciera dejar a sus seres queridos y siempre había uno más que, ante la falta de oportunidades, iniciaría un viaje en el que no es posible asegurar la supervivencia.
Su creación, no son obra exclusiva, tampoco estos 2 mil 501 migrantes de la labor manual, sino en su elaboración participaron sus compañeros, sus amigos, sus hermanos.
Participaron 32 jóvenes mixes que trabajaron, moldearon y hornearon el barro para dar lugar a la existencia de cada uno de estos migrantes que hoy en día nos ven y cuya firma se encuentra en la forma de los pies de cada uno de ellos.
El trabajo y la comunidad que Santiago construyó en su rancho El Zopilote, durante la elaboración de esta obra, permitió, además, que dichos jóvenes no emigraran al tener la posibilidad de un ingreso.
Al honrar a aquellos que no están y volver a poblar su comunidad con la gente de barro que se fue, Santiago permitió, al mismo tiempo, que 32 pudieran permanecer, 32 familias que no siguieron el destino de los 2 mil 501 antes de ellos, debido a que su familia no se vio obligada a separarse o a ver la partida de aquellos que emigran sin saber cuándo los volverán a ver.
Para la realización de su obra, lo tengo que decir también, Santiago siempre fue muy cuidadoso en la elección de sus materiales, fueron realizados con barro, compartiendo así el universo táctil de un estado con fuertes vínculos con su tierra. El barro permite la apertura de tajaduras que marcan las heridas de los migrantes, transcribiendo así sus emociones.
Fue un barro zacatecano, elegido expresamente debido a la carga emotiva que representa la tierra de dicha entidad, la cual también ha sufrido la desolación de la migración.
Cada uno de estos migrantes, de estos 100 migrantes hombres, mujeres, niños y niñas, que están con nosotros el día de hoy, se encuentran desnudos debido a que Santiago consideró que muy pocas veces se sintió desnudo, se sintió más desnudo que frente a un oficial de migración, teniendo que sufrir el horror constantemente de comprobar quién se es y ser negado de la oportunidad de una vida mejor.
Si bien esta obra nació como una manera de responder la desolación de su pueblo, el agravamiento de la crisis humanitaria que afecta en diferentes niveles a Honduras, El Salvador y Guatemala, hace que cada uno de estos migrantes de barro no representen, tan sólo en los migrantes de nuestro país, sino a todos los migrantes que día con día pierden su vida en un éxodo por una vida mejor.
Agradezco profundamente su presencia en esta inauguración, en la que rendimos un homenaje a este gran artista mexicano y a todas aquellas mexicanas y mexicanos centroamericanos y originarios de todo el mundo, que día con día han emigrado.
Todos, podemos ver en cada una de estas 100 esculturas, podemos ver 100 historia, 100 historias de 100 personas, presentes y ausentes, 100 migrantes y 100 familias, 100 colecciones de esperanzas que invitan a la reflexión y al recordatorio de la obligación que tenemos por construir un futuro mejor para la población del país.
Bienvenidos al Senado de la República.
(Corte de listón inaugural)
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