En mi calidad de presidente del Instituto Belisario Domínguez, del Senado de la República, agradezco en primer lugar la presencia de todos ustedes.

Es un honor para el Senado tener aquí destacados académicos, jóvenes estudiantes, gente interesada en el tema que nos ocupa en este libro, y saludar, desde luego con enorme afecto a mis compañeros, a la senadora Margarita Villaescusa que nos acompaña, al senador Santiago Creel, al senador Francisco Alcibíades, al senador Alfonso Elías Serrano.

Y saludar a mis compañeros en el presidium, al doctor Agustín Carrillo, y desde luego, felicitar a Pedro Peñalosa, un legislador con experiencia que regresa a las tribunas legislativas, por cierto, ahora como coordinador de este libro, que como ustedes saben, los que han leído el libro, lo están empezando a estudiar, concentra 29 participaciones en cuatro temas, y vaya que hay temas, por eso el libro no es ligerito, ni nada por el estilo. Para los muchachos estudiantes van a tener que desvelarse unas cuantas noches para entrar en materia.

Narcotráfico. El azote de la sociedad en el siglo XX en el mundo y la pesadilla para la sociedad mexicana y para sus gobiernos en los últimos 15 años.

Crisis social. La gran amenaza en una sociedad desigual como ya se dijo aquí de que la falta de crecimiento económico, la falta de empleo, la falta de ingreso, la desigualdad en las ciudades y en el campo, los rezagos históricos acumulados pueda ir creando un fermento que de pronto estalle en las manos de cualquier gobierno que tenga enfrente, que está al frente del país.

Derechos humanos. La evolución en nuestro país de la defensa de los derechos humanos que desde los años 80 y fundamentalmente a partir de los años 90 pasó de ser un tema de último nivel en la agenda del gobierno a empezar a tener mayor preponderancia e importancia, hasta la creación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, la creación de las comisiones estatales y hoy la lucha que tenemos por consolidar los derechos humanos y su defensa, y la creación de derechos humanos de última generación reconocidos para todos los mexicanos, y el gran tema que el senador Santiago ha expuesto aquí con mucha claridad, el tema de la gobernabilidad.

Cada uno de los temas daría para estarnos aquí dos horas en cada uno de ellos, pero no hay tiempo ni es la intención. Yo sólo quiero ratificar y felicitar la exposición del senador Santiago Creel porque hay temas que se pierden en la marabunta informativa diaria.

Hay temas que no están en el colectivo mexicano, no están en los medios de comunicación, no está en el ánimo de los diversos sectores de los diversos sectores de la sociedad mexicana porque parecieran temas muy lejanos, como es este tema de la gobernabilidad, da la impresión que es un asunto que le interesa a los que gobiernan o a los que quieren gobernar, pero más allá de ellos a nadie le interesa eso y sin embargo tiene tanta importancia.

Yo hago varias preguntas y empiezo en el orden en que están. El fenómeno del narcotráfico es un fenómeno que llegó para quedarse en la sociedad mexicana. Perdamos toda esperanza de que un cambio de gobierno por obra y gracia de su voluntad va a conjurar el tema del narcotráfico y sus secuelas.

Sí, es cierto, el narcotráfico es un fenómeno de carácter económicos, es como querer desaparecer las bolsas de valores en algún país, eso no puede ser ya, llegó como el gran negocio y junto con el gran negocio llegaron sus fatalidades, sus consecuencias, su violencia, la descomposición social y todo lo que está alrededor de ello, y adelanto una cosa y lo digo con la mayor responsabilidad en esta tribuna del Senado de la República y frente al Canal del Congreso que está transmitiendo este evento: cualquier aspirante a Presidente de la República, de cualquier partido político, hoy en 2010 o en el futuro, que crea que sus sola llegada va a bastar para reordenar y conjurar el peligro del narcotráfico está profundamente equivocado, no es un problema de voluntad de un presidente o de otro, ni siquiera es un problema de eficiencia política de un presidente o de otro, es un problema mucho más complejo.

Mientras seamos vecinos de los Estados Unidos, y lo seremos por siempre, mientras la sociedad norteamericana sea la sociedad consumidora más grande del mundo, mientras se fumen todo, se metan todo, coman todo y hagan todo lo que hacen con las drogas y lo paguen muy bien, ese negocio va a ser tan floreciente que sus vecinos del sur, México va a seguir siendo el territorio por donde arriben a la frontera norteamericana.

Hoy dicen las cifras, 800 toneladas por año de cocaína, 800 toneladas desde Sudamérica, y anfetaminas, y marihuana, y ácidos, y todas las drogas naturales y de otro tipo.

Y junto con ello grandes ganancias, y junto con ello capacidad para comprar armas, y junto con ello capacidad corruptora de autoridades de todo tipo, y junto con ello dinero para tener bajo nómina a miles y miles y miles de productores, introductores, sicarios, administradores, lavadores de dinero, vendedores al menudeo, y si lo juntamos con el tema de la crisis social tenemos que reconocer algo que es dramático, lo acabo de ver en Acapulco dramáticamente, hace unos días que fui a un acto político de partido.

El desempleo es tal, la falta de expectativas de los jóvenes es tan dramática por el fenómeno que ya todo mundo menciona pero por tanto mencionarse deja de conmover, la cantidad de jóvenes que no tienen acceso a la educación y por lo tano expectativa de una mejoría social, de un ascenso social.

La falta de empleos bien remunerados, incluso mal remunerados, pero empleos, y por lo tanto el crecimiento del número de jóvenes que ven pasar la vida por delante de ellos sin ingreso propio. Lo que eso significa no tener en la bolsa ni para un refresco, ni para una cerveza, ni para invitar a la novia al cine, ni para nada, ni para comprarse una camisa.

Pululando en las colonias, en los barrios, juntándose unos con otros, viendo qué hacen porque no tienen expectativa. Y créanlo que en cualquier tarde llega una camioneta con dos tipos mal encarados, ven a una veintena de muchachos y dicen: ¿aquí quién es el más entrón de todos, el más valiente, el que le entra a los golpes en serio y que no se raja con nada? Pues es éste, vente tú. ¿Quieres trabajar? Aquí tienes 50 mil pesos para afiliarte, y si me juntas 10 muchachos te doy una camioneta, una R15 y una 45 en la cintura, ¿te interesa el trabajo?, y por trabajo te pago a destajo.

Claro que hay muchachos que caen en la fantasía de decir, yo prefiero vivir 10 años con esto a vivir toda la vida en la miseria y sin expectativas. El germen de la crisis social por la falta de ingreso, de empleo, de educación, de expectativas, de esperanza, de esperanza.

Muchos de los que estamos aquí somos productos claros del esfuerzo familiar, del esfuerzo personal, del ascenso social, del trabajo para poder superarnos, comprar la casita, lograr tener unas vacaciones, capacitarse, mandar a nuestros hijos a la escuela, pública o privada, como se pueda, y tener la expectativa de que mis abuelos fueron campesinos, mis padres fueron comerciantes, yo soy profesionista, mis hijos pueden tener una profesión conveniente.

Ésa escala de ascenso social se ha roto en el país dramáticamente.

Crisis social.

Y reitero el planteamiento, ¿y todos estos problemas podrán ser resueltos de un sexenio a otro sólo porque cambiemos de Presidente de la República o cambiemos de partido? No, por supuesto que no. Hay un mal que aqueja a todos los aspirantes a la Presidencia de la República, aquí algunos conocemos eso y hemos visto muchos ejemplos, de todos los partidos.

¿Qué es ese mal? Es una especie de virus mexicano que hace que quienes tienen posibilidad de ser candidatos de sus partidos y lograr la mayoría para ser presidentes tienen la convicción íntima de que lo que el país requiere es que ese personaje llegue a la Presidencia de la República, nada más, y que con eso es suficiente.

Entonces dicen, el que está gobernando es un torpe, políticamente, no entiende, no tiene equipo, no tiene visión, le falta integralidad, no tiene carácter, ah, pero si yo soy yo voy a hacer las cosas diferente, voy a cambiar todo.

Y oh sorpresa, como dice el senador Santiago Creel, llega la elección, puede ser que uno de esos personajes gane, pero gane con el 35, 38, 40, 42, 45 por ciento de los votos y su partido no tenga mayoría ni en la Cámara de Diputados ni en la Cámara de Senadores, y entonces empieza la dura realidad.

Presenta su Plan Nacional de Desarrollo, anuncia su gabinete, anuncia al país grandes reformas para darle una sacudida, para el desarrollo de la economía, para el empleo, llegan todos los presidentes llegan llenos de entusiasmo y de planes, y entonces dicen pero la legalidad existente me estorba, necesito reformas que me permitan actuar con rapidez, las primeras reformas al Congreso, y oh sorpresa, su partido no puede aprobarlas porque no tiene mayoría parlamentaria.

Y entonces hay que negociar caso a caso, reforma a reforma y tema a tema, y nombramiento a nombramiento, pues con alguien en el Congreso para hacer mayoría, sin coalición, a veces por encima de la mesa, a veces por debajo de la mesa o a veces como se pueda, y caso a caso a construir la mayoría para nombrar funcionarios en el gabinete, en Hacienda, en la Procuraduría, para nombrar embajadores, para un conjunto de nombramientos.

Pero las cosas se empantanan en el Congreso, los que estamos aquí lo sabemos, llegamos con un entusiasmo con 2006 reformador porque el país lo requería, hicimos 20 temas para hacerlo, hicimos una ley para la Reforma del Estado, nos juntamos, hicimos proyectos, logramos varias reformas importantes, pero luego ocurrió lo que el senador dice con toda valentía y claridad, cuando hay un gobierno débil en Los Pinos, en Palacio Nacional, en Los Pinos, porque ya Palacio Nacional no es visto para sesionar, para trabajar.

Y no hay una mayoría legislativa que resista las presiones de los poderes fácticos, entonces ante una disminución del poder presidencial y una división legislativa, quienes imponen son los factores que no quieren que haya reformas, que quieren que todo se quede igual, y entonces entramos a un círculo vicioso: el país no avanza porque no hay reformas, y no hay reformas porque no hay mayoría legislativa, y no hay mayoría legislativa porque tenemos un sistema político que no las permite, y entonces otra vez regresamos al origen.

Hay que esperar a ver si en la próxima elección, el próximo presidente de algún partido sí puede concretar sus ideas y sus planteamientos y mientras el país pierde seis años.

En la disputa política, en el floreteo legislativo, en reformas menores, pero las grandes reformas de fondo no se pueden realizar en el sentido que sea, y déjenme decirles una cosa, en mi partido hay un debate intenso al respecto. En todos los partidos lo hay, en el gobierno lo hay.

Quienes gobiernan y quienes pretenden gobernar tienen visiones divididas al respecto, al interior de sus partidos. En el Congreso se acuñó hace unos años, ¿Pedro, te acuerdas?, cuando tú fuiste diputado federal, el término mayoriteo, porque había un partido hegemónico que tenía el control de la Cámara de Senadores y de la Cámara de Diputados, y entonces abrían el debate en la Cámara de Diputados, fundamentalmente a veces ganaban los debates, con frecuencia los perdían, pero ganaban las votaciones, y entonces sí eran 320 diputados, pues deciden tal reforma y los otros diputados de la oposición, pues podrán decir misa y podrán no estar de acuerdo, pero eso es a prueba, y eso permitió avances y reformas importantes en el país.

A unos les gustó, a otros no nos gustó porque estábamos en la oposición, pero vino 97, el partido hegemónico perdió la mayoría en la Cámara de Diputados y desde entonces ningún partido tiene mayoría, y el presidente Fox y el presidente Calderón y el presidente Zedillo han gobernado dos sexenios y medio, casi ya, sin mayoría parlamentaria.

Y yo no puedo decir ahora, durante mi experiencia en el Senado de la República, hay algo peor que el mayoriteo (inaudible) que es el de no poder construir mayorías para hacer reformas importantes, porque entonces estamos en un juego de vencidas en el que nadie puede imponer su planteamiento.

Yo preferiría un gobierno con mayoría, al que los votos y una coalición legislativa le diera mandato, le dijera: a ver, preséntanos tu programa de gobierno, te lo vamos a aprobar, preséntanos el equipo que lo va a implementar, el gabinete, te lo vamos a aprobar; preséntanos el equipo que lo va a implementar, el gabinete, te lo vamos a aprobar y ahora van los resultados, y si no da resultados en tres o seis años te vas a la oposición y que la oposición venga al gobierno para cambiar el proyecto.

A mí me gustaría que el proyecto del PAN o del PRI se probara a ver si es cierto que tiene resultados en la realidad, porque si tiene resultados gana el país, si tiene resultados dan empleo, hay crecimiento económico, exportamos más, abrimos empresas, mejoramos la educación, la salud, rescatamos a los muchachos de las tentaciones del narcotráfico, acotamos a las bandas, saneamos el gobierno de corrupción, si todo eso da resultado porque el PRI o porque el PAN ganan y logran un gobierno mayoritario e impone su programa de gobierno el país gana, porque el proyecto que se votó mayoritariamente o que logró mayoría legislativa, simplemente tiene resultados.

Ah, pero si no da resultados, me gustaría que en la siguiente elección el PRD el dijera al país: ya les dimos mayoría, ya les dimos gobierno, ya les dimos posibilidades de hacerlo y no lo lograron, no hay crecimiento económico, no hay (inaudible), te pido que cambies elector, danos la oportunidad a nosotros.

Pero me gustaría que si la izquierda gobernara en el país, no le pasara lo que al presidente Salvador Allende en 1973, 70 – 73, que tenía que gobernar por decreto del Ejecutivo, porque el Congreso le bloqueaba todo, el Congreso lo bloqueaba y los intereses fácticos le paraban la producción y la distribución, y el transporte y todo, y ahogaron al país y terminó en un golpe de Estado sangriento con Pinochet, asesinando al presidente Allende… propiciando la violencia y generó el homicidio, o más bien, para decirlo históricamente correcto, el suicidio del presidente Allende en La Moneda y el desastre de Chile que duró largos años hasta que se restauró la democracia, y tuvieron que construir lo que Santiago dice, una coalición entre la derecha y la izquierda para estabilizar al país, porque fue gravísimo lo que les ocurrió.

¿Queremos en México un gobierno como el del presidente Madero o un gobierno como el del presidente Allende en Chile? No, no resolvería nada. De minoría, debilitado, sin mayoría en el Congreso, sin capacidad de implementar su gobierno, balbuceando y dejando que el tiempo corra en lo que llega el próximo Presidente, eso no le sirve a México.

Me gustaría que si la izquierda gobierna pudiera llegar a la Presidencia de la República y que si no tiene mayoría legislativa hubiera una disposición constitucional que le permitiera construirla con otras fuerzas legislativas, y entonces les dijéramos: vamos dándole un giro a la política económica, a la política social, a la política educativa y de salud y que le diéramos un giro con el programa de la izquierda, pero que nos permitieran tener mayoría para implementarlo, y si tenemos éxito, que en el siguiente sexenio sigan votando por nosotros, como acaba de pasar con el Partido de los Trabajadores en Brasil, o en Uruguay, en donde el electorado está premiando a los gobiernos de izquierda por sus resultados.

Y si no damos resultados en seis años, entonces que venga el revelo y que otro partido venga a sustituirnos, pero con capacidad de implementar su programa de gobierno. Todo eso está en este libro, en el tema de narcotráfico, de crisis social, de derechos humanos y de gobernabilidad.

Por lo tanto, no puedo sino expresar mi reconocimiento a Pedro Peñaloza por este esfuerzo y hacer votos porque las negociaciones, los diálogos, el intercambio de puntos de vista como el que yo les he dado aquí y el senador Santiago Creel también lo ha hecho, que se está llevando a cabo en el Senado fructifiquen pronto, porque además tenemos otros problema: si no fructifica de aquí al 15 de diciembre, y quizá haciendo un enorme esfuerzo entre febrero y marzo del año próximo, ya no habrá tiempo, se le habrá agotado el tiempo al Senado y a la Cámara de Diputados y tendremos que recurrir otra vez a esperar la elección del 2012 a ver qué pasa con las nuevas Cámaras del Congreso.

Si no le damos al país un nuevo régimen político que permita que a partir del 2012, gane quien gane, primero, gane a la buena; segundo, gane limpiamente; tercero, los que pierdan reconozcan; y cuarto, el que gane tenga instrumentos de construir una mayoría parlamentaria en ambas Cámaras para aprobar su plan de gobierno, específico y concreto, con su presupuesto respectivo cada año, aprobar el gabinete que va a gobernar, y para ello aprobar mecanismos de coaliciones legislativas mayoritarias que le den sustento al próximo gobierno, si no se lo logramos entregar al país, perdónenme el pesimismo, pero podemos llegar al 2012 a despertar expectativas de cambio para terminar a esperar a ver si en el 2018 lo logramos, porque podemos tener seis años más sin reformas importantes, sin modificaciones sustanciales a los problemas del país y con el Congreso entrampado, debilitado frente a otros poderes no constitucionales y con un Presidente que entra diciendo: yo voy a cambiar todo, y a los cuatro años dice: ¿a qué hora termina el sexenio ya, porque esto no se puede, francamente?

Espero que lo logremos y para ello vamos a abocarnos los senadores de la República de los seis grupos parlamentarios que están aquí representados.

Felicidades, Pedro, por tu libro.

0-0-0