Versión estenográfica de las intervenciones del senador Roberto Gil Zuarth, presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, y del embajador de El Vaticano en México, Christophe Pierre, durante la recepción al cuerpo diplomático acreditado en México, en el Patio Central de la antigua sede de la Cámara de Senadores.
SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Señoras y señores embajadores, cónsules, personal acreditado en las embajadas en nuestro país.
Señoras y señores senadores:
Bienvenidos todos a la vieja casona de Xicoténcatl, sede histórica del Senado de la República. Es un honor recibirlos esta noche aquí con nosotros.
Como cada año, nos reunimos para acercar a nuestras naciones y para estrechar lazos de amistad y de cooperación. En nuestra responsabilidad de acompañar y supervisar la política exterior mexicana, estos espacios son sumamente relevantes para los senadores y las senadoras de México.
Ustedes son las voces de sus pueblos en nuestro país, pero también los oídos y los ojos de lo que México está haciendo por su futuro.
Queremos decirles esta noche que México es cada día más fuerte y que el Senado está trabajando intensamente por transformar a fondo nuestra realidad.
Como senadores estamos muy orgullosos de los cambios y las reformas que hemos logrado en los últimos años. La pluralidad, la diversidad de posiciones y de opiniones de partidos políticos, no ha sido obstáculo para ponernos de acuerdo; nuestro Senado ha actuado con sentido de responsabilidad, hemos visto por el país antes que por cualquier interés de partido.
Nos hemos unido en el propósito de transformar el mercado laboral para generar más y mejores empleos, trabajo bien remunerado, estable, para enfrentar los nuevos retos de la competitividad.
Creamos reglas para evitar el endeudamiento irresponsable a nivel local, nos propusimos una reforma financiera para expandir el crédito, sin poner en riesgo el ahorro de los mexicanos. Dimos pasos para aumentar la recaudación y distribuir de mejor manera las cargas tributarias entre los mexicanos.
En un esfuerzo por las futuras generaciones, cambiamos la estructura institucional de la educación, devolvimos al Estado el poder que le habían arrebatado los intereses sindicales.
Si el Siglo XX mexicano fue el siglo de la cobertura, el siglo XXI será la etapa de la calidad; la calidad para que nuestros niños y jóvenes tengan mejores oportunidades y puedan enfrentar el mundo de mejor manera que como lo hicieron sus padres.
Abrimos los mercados de telecomunicaciones y de los energéticos; nos propusimos terminar con los monopolios públicos y privados para que fluya la inversión nacional y extranjera, disminuyan los costos de los insumos básicos de nuestra economía y para que los mexicanos puedan acceder a bienes y servicios de mejor calidad y con mejores precios.
Dimos un nuevo paso en la transparencia, un paso audaz y profundo para que todos los asuntos públicos sean vistos, conocidos y vigilados por los ciudadanos.
Mejoramos nuestras instituciones democráticas para que los procesos electorales no terminen en conflictos interminables y para lograr un mejor entendimiento entre diferentes, en la política de la pluralidad.
Abrimos nuestra Constitución a la discusión sobre el combate a la corrupción y somos un país abierto al comercio internacional; pero también a la colaboración, supervisión y jurisdicción en materia de derechos humanos.
Por supuesto que nos queda mucho por hacer. Nuestro principal reto como país es consolidar un auténtico Estado de Derecho, poner fin a la impunidad, garantizar el cumplimiento de los contratos y la certeza de las inversiones, proteger a las familias de quienes les pretenden arrebatar su patrimonio, su vida o su libertad.
Estamos empeñados en fortalecer a las instituciones de seguridad y de justicia, para que ninguna persona se sienta vulnerable en su casa o en nuestras calles. En eso estamos trabajando las y los senadores de todos los partidos políticos.
Les pedimos a ustedes, señoras y señores embajadores, les digan a sus pueblos que los problemas de México son las dificultades que enfrenta cualquier nación que crece, que cambia, que se transforma.
Inviten a sus pueblos a que sientan nuestras playas, vean nuestra historia, prueben nuestra gastronomía y toquen nuestra hospitalidad. Sean portavoces de un mensaje de esperanza: de la esperanza de un pueblo que no se rinde ante ninguna adversidad, de un pueblo que todos los días lucha incansablemente por salir adelante.
Señoras y señores embajadores:
Muchos de ustedes han pasado ya años en este país, muchos recientemente han llegado a nuestra tierra, muchos de ustedes están conociendo a México y muchos de ustedes quieren a México como su segunda casa. Sepan todos ustedes que México siempre los reconocerá como parte entrañable de su pueblo.
Bienvenidos de nueva cuenta al Senado y muchas gracias por lo que hacen por nuestro país.
Bienvenidos.
PRESENTADOR: Agradecemos el mensaje de bienvenida del senador Roberto Gil Zuarth, presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República.
A continuación, escucharemos el mensaje del excelentísimo señor Christophe Pierre, Embajador de la Santa Sede en México y Decano del Cuerpo Diplomático Acreditado.
CHRISTOPHER PIERRE: Honorables miembros de la Cámara de Senadores; estimados colegas del Cuerpo Diplomático.
Como Decano del Cuerpo Diplomático, tengo el alto honor de presentar a usted, señor presidente, a todos sus colegas el saludo de los excelentísimos señores jefes de misión de los países acreditados ante el gobierno de los Estados Unidos Mexicanos, así como de los responsables de los organismos internacionales que operan en la nación.
Me es, por tanto, muy grato ser portavoz de los sentimientos de todos y cada uno. Manifestarles nuestro agradecimiento con la invitación a este solemne y fraterno encuentro, y para darles nuestros mejores deseos de bienestar personal y de éxito en el desempeño de su alta responsabilidad a favor del pueblo de México.
La etapa final, cada año nos invita a hacer un balance del tiempo utilizado y del camino recorrido. Y esto para contar con elementos no ilusorios sino realistas que nos ayuden a discernir desde la coherencia y la esperanza los proyectos verdaderamente buenos –y usted, señor Presidente, los mencionó– que deberemos llevar a cabo, no prioritariamente en provecho nuestro sino a favor de todos y de cada uno de los seres humanos que pueblan nuestros respectivos países.
En este contexto, el primer pensamiento que deseo expresar es el de nuestro profundo afecto y aprecio por todos los habitante del noble pueblo mexicano.
Los miembros del Cuerpo Diplomático nos sentimos solidarios y cercanos a cuantos, no obstante a todo, han aprendido a mantener la esperanza trabajando positivamente en pro de la edificación de un México mejor.
Pero también nos sentimos solidarios con quienes sufran a causa de la indiferencia de la violencia, de la delincuencia y la injusticia.
Solidarios y cercanos con los inmigrantes, los enfermos, las personas y las familias afectadas por las dificultades e incertidumbres.
Solidarios con los niños y con los jóvenes.
El respeto de la vida humana en todas sus etapas, junto al respeto y defensa de los verdaderos derechos humanos es fundamental para conservar el orden individual y social de las personas, para facilitar el crecimiento armónico de un país y para favorecer el desarrollo integral de los individuos de las comunidades en la justicia, la verdad y la solidaridad.
Los desafíos que ustedes, señoras y señores del Senado de la República comparten con los diversos poderes de la Nación, no son, lo sabemos bien, ni pocos ni fáciles.
Se necesita clarividencia, discernimiento, apertura, sinceridad y también humildad para lograr apropiadas soluciones a los variados problemas que afectan al país y van a implementar válidas acciones que ayuden eficazmente a reducir y hasta cancelar la violencia y la inseguridad, la corrupción, la impunidad y la pobreza; a mejorar la educación y la salud y a favorecer el empleo.
Los problemas ciertamente no exclusivos de México son graves y complejos, pero precisamente por ello a la luz de los ideales verdaderos y de los principios y valores más altos, es que se impone redoblar esfuerzos para motivarlos y sostenidos por los anhelos del pueblo entero y no sólo de una parte de él, proponer con competencia buscando el bien de todos y sin privilegiar a nadie las más oportunas y mejores soluciones.
Honorables señoras y señores, la experiencia secular de la humanidad nos dice que para que una sociedad humana se desarrolle verdaderamente necesita estar fundada sobre sólidas bases espirituales y éticas, porque sin estas toda construcción social tarde o temprano se desmorona.
Las dificultades y contradicciones que lamentablemente caracterizan el camino de la humanidad deben motivarnos a hacer memoria para aprender y para no volver a cometer errores ya experimentados.
Las dificultades que generalmente consideramos obstáculos deben volverse oportunidad, para despertar las conciencias, el dinamismo, el optimismo, para aportar cada uno lo mejor de sí mismo.
La imaginación, los sueños de una patria mejor, la inteligencia y el deseo de buscar y abrazar el bien, la justicia, la paz, la verdad, la fraternidad y la solidaridad, desde la confianza de que Dios, padre de todos, jamás estará ausente.
Las próximas fiestas navideñas harán resonar en nuestros corazones y en el mundo entero el llamado a escuchar sin prejuicios el anuncio gozoso que resplandeció en la noche de Belén hace 20 siglos, que simboliza la condición humana en su anhelo de luz, de amor y de paz.
En el nombre de los jefes de las misiones diplomáticas y de los representantes de los organismos internacionales acreditados en México, reitero a ustedes, señor presidente, a ustedes señoras y señores senadores, nuestra gratitud por este encuentro y es expreso ya desde ahora nuestros mejores parabienes con motivo de la próxima navidad y nuevo años, augurios que de corazón les manifestamos en y desde la esperanza de que con la generosa colaboración de todos y de cada uno el tiempo que tenemos por delante donde está marcado aquí y en todo el mundo, por la justicia,, la paz, la bondad y la fraternidad.
A usted, señor, y a todos, muchas gracias.
PRESENTADOR: Agradecemos las palabras de excelentísimo señor Christophe Pierre, embajador de la Santa Sede en México y decano del cuerpo diplomático acreditado.
A continuación solicitamos a todos ustedes sean tan amables de reunirse dentro del estrado colocado en este recinto para realizar la foto conmemorativa del evento.