PRESENTADORA: Muy buenos días, sean todos ustedes bienvenidos al Foro “La pobreza y el cambio climático”, presentación de la Encíclica Laudato Sí; evento organizado por la comisión Especial de Cambio Climático, el Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana y la Fundación Konrad-Adenauer.


Durante este Foro escucharemos el contenido más relevante de la Encíclica del Papa Francisco sobre el cuidado de la creación de la madre tierra; así como la delicada situación de daño ecológico y el deterioro social que ha generado que millones de personas en el mundo vivan en la pobreza.
Dicho evento es presidido por la senadora Silvia Garza Galván, quien señala que la Encíclica Laudato Sí, que significa “alabado seas”, es un material invaluable que puede ayudar a que los mexicanos tomen acciones para evitar los efectos del cambio climático.
Para dar inicio a este magno evento procedemos, en primer término, con la presentación del presídium que nos acompaña:
Senadora Silvia Garza Galván, presidenta de la Comisión Especial de Cambio Climático.
Senadora Luz María Beristain Navarrete, secretaria de la Comisión Especial de Cambio Climático.
Licenciado Román Uribe, presidente del IMDOSOC.
Doctor Stefan Jost, representante en México de la Fundación Konrad-Adenauer.
Monseñor Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey, Nuevo León.
Monseñor Juan Armando Pérez Talamantes, obispo auxiliar de Monterrey.
Padre Pablo Pérez Guajardo.
Doctora María Amparo Martínez Arroyo, directora general del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático.
Así también saludamos a los legisladores y legisladoras, representantes de las organizaciones de la sociedad civil interesadas en el medio ambiente, líderes de opinión, empresarios y empresarias; así como jóvenes universitarios que nos acompañan.
Sean todos y cada uno de ustedes bienvenidos.
Para dar la bienvenida a este magno evento, tiene la palabra la presidenta de la Comisión Especial de Cambio Climático, senadora Silvia Garza Galván.
SENADORA SILVIA GUADALUPE GARZA GALVÁN: Muy buenos días tengan ustedes, todos los presentes.
Es un honor para mí recibirlos en el Senado de la República, casa de todas las y los mexicanos. Estoy orgullosa de compartir con nuestros invitados que el objetivo principal de este Foro sea conocer de manera más profunda el contenido de la Encíclica Laudato Sí, de Su Santidad el Papa Francisco.
Quiero agradecer a la secretaria de la Comisión Especial de Cambio Climático, la senadora Luz María Beristain, por ayudarme a la organización de este gran evento. Pero sobre todo, darte las gracias, estimada amiga, por ser una mujer tan sensible, tan cerca de la gente y siempre preocupada por las cuestiones sociales y del ambiente.
Al director de IMDOSOC, Román Uribe. Al doctor Stefan Jost, de la Fundación Konrad-Adenauer; les agradezco su apoyo e interés por difundir no solamente los temas ambientales y de energía, sino también por concientizar sobre el respeto de nuestra madre tierra.
En especial mi agradecimiento a monseñor Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey, Nuevo León. A monseñor Juan Armando Pérez Talamantes, obispo auxiliar también de esta ciudad; por acompañarnos a este evento tan importante y por supuesto, es un evento histórico.
A la doctora María Amparo Martínez Arroyo, directora general del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático. Mi reconocimiento y agradecimiento por todas las acciones que realiza, doctora, en difundir este tema tan importante; en representarnos a bien en las COP que han pasado y en esta que vendrá, que es tan importante, la COP-21, y sabemos de su destreza, de su inteligencia, pero sobre todo que es una gran aliada a las cosas favorables y buenas de protección y conservación de nuestros recursos naturales.
Agradezco la presencia del maestro Mateo Castillo, miembro del Consejo Nacional de la Carta de la Tierra. Muchas gracias por estar aquí, maestro.
Del Rector del Instituto de Formación Tecnológica Intercongregacional de México, Fray Luis Javier Rubio. Gracias, Fray, por estar aquí.
Así como también al maestro Federico Llamas, quien es el Director General de la Universidad del Medio Ambiente.
De la maestra Jeanette Arriola Sánchez, quien es la Presidenta del Patronato Pro Mazahua.
Y del especialista en temas de sustentabilidad, doctor Mauricio Limón. Muchísimas gracias por estar aquí.
Gracias, Raimundo, por ayudarnos a esta organización, y bueno, por tu generosidad. A Jatziri, al equipo, por tantas horas de trabajo.
Estamos escuchando de nuestros invitados la importancia del contenido de este foro. Los vamos a estar escuchando.
Hace rato estaba platicando con ellos, y bueno, es un tema, la verdad, que no termina.
Y, por supuesto, vamos a escuchar los argumentos científicos y estas comprobadísimas conclusiones que nos hace el Papa Francisco y que nos obligan a tomar acciones de forma inmediata.
Este no es un tema para creyentes, es un tema para todos los habitantes del planeta.
Más allá de la fe que profesemos o si somos ateos o de cualquier otra religión, lo que aquí nos une este día es nuestro interés para la preservación de nuestro hogar, de nuestra madre tierra.
Cuando leí la Encíclica pasé por diversos estados de ánimo: desesperación, amor, coraje, frustración, pero por encima de todo encontré esperanza.
Esperanza en que cualquier persona que abra este documento y lo lea, sienta deseos de luchar por nuestro ambiente, porque estoy segura que comprenderán la importancia de reconectarse con la tierra, de reconectarse con la vida, con los animales, con cada ser que habita este mundo.
Y sentimos parte de un todo integrado; sentirnos parte de ese todo integrado, que desafortunadamente hace tiempo empezamos a fraccionarlo.
Y como menciona el Papa en la Encíclica, basta un nombre bueno para que haya esperanza. Y yo estoy contenta, porque aquí habemos muchas mujeres y hombres buenos que sabremos conectar con la Madre Tierra, defenderla, protegerla, porque es la casa común, es la casa de todos.
Internacionalmente estamos viviendo un momento decisivo clave para el presente y el futuro de todos los seres vivos y en concreto de los seres humanos.
Hoy, debemos replantear nuestra vida, nuestras formas cotidianas de vivir, de encontrarnos con un origen común como lo señala la Encíclica. Todos estamos conectados.
Cada cosa que realizamos durante las 24 horas del día influye en la naturaleza sobre los resultados de nuestras acciones durante las próximas décadas.
Estoy segura, segurísima, que cuando inició la Revolución Industrial, cuando inició la quema indiscriminada de combustibles fósiles no sabíamos lo que estábamos haciendo. Era una forma de adaptarnos al medio y la tecnología y la industrialización y la modernidad de esa época.
Hoy sabemos lo que significa.
Pero también estoy segura de que el hombre cuando conecte bien esa parte de integralidad de la que estamos hablando; cuando se conecte espiritual, física y moral con la Madre Tierra, sé que habrá futuro, sé que habrá esperanza y que podemos cambiar.
Escucharemos la parte de la fe y de la ciencia, y puedo asegurarles que al final de nuestro programa sentirán esperanza. Podemos cambiar el mundo; podemos mejorarlo; nosotros podemos ser mejores.
De cada uno de los presentes dependerá la preservación o el término de nuestro planeta. Los invito a actuar hoy, a no esperar el mañana, sino a resolver y cambiar nuestra forma de vida. Podemos ser sustentables, podemos tomar mejores decisiones, podemos hacerlo juntos.
Hoy debemos asumir el reto, todos los presentes, en comprometernos a reducir las emisiones y evitar ese fatal aumento de temperatura por más de dos grados centígrados. Les pido su apoyo, su colaboración.
Hace tiempo les decía que buscaran a su legislador y hoy hablo del Senado porque la Ley de Transición Energética que mandata la reforma constitucional en materia energética de aprobar el paquete verde y que esta es una de las leyes.
Ya está aprobada en Cámara de Diputados. Hoy falta ese empuje para aprobarla en la Cámara de Senadores. Así es que los invito a acercarse a su legislador o legisladora, del partido que sea, del color que sea y pedirles que apoyen esta iniciativa.

México debe dar ese gran paso, aprovechar lo que la naturaleza nos dio: el sol, el viento, la geotermia, la energía mareomotriz, etcétera.
El Papa menciona que la tecnología basada en combustibles fósiles debe ser reemplazada progresivamente y sin demora. La reducción de los gases de efecto invernadero requiere honestidad, valentía y responsabilidad.
Aprovecho para recordar a todos mis compañeros y compañeras, muchísimas gracias senadora Sonia por estar aquí; el estar aquí habla de la sensibilidad que usted tiene para estos temas y sobre todo para las cuestiones sociales.
Que la grandeza política se muestra cuando en momentos difíciles se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo.
La política no debe someterse a la economía y ésta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia.
Necesita más imperiosamente que la política y la economía en diálogo se deban colocar decididamente al servicio de la vida humana. Los esfuerzos para un uso sostenible de los recursos naturales, son una inversión que podrán ofrecer otros beneficios a mediano y largo plazo.
Simplemente se trata de definir el progreso, un desarrollo tecnológico y económico, que no deja un mundo mejor y una calidad de vida integralmente superior, no puede considerarse como progreso.
Termino diciendo que cuando seamos capaces de separar el individualismo es posible un gran cambio en nuestra sociedad.
Muchas gracias a todos ustedes, bienvenidos al Senado de la República, esta es la casa de todos y todas las mexicanas.
Gracias.
PRESENTADORA: Muchas gracias senadora.
Escuchemos ahora el mensaje del licenciado Román Uribe, presidente del IMDOSOC.
LICENCIADO ROMÁN URIBE: Muy buenos días a todos ustedes.
A nombre de las instituciones convocantes, la Comisión Especial de Cambio Climático del Senado de la República, quienes son nuestros amables anfitriones de esta mañana; la Fundación Konrad Adenauer y el Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana les damos la más cordial bienvenida a este Foro de Análisis y Reflexión sobre la Encíclica Laudato Sí, Alabado Seas, del Papa Francisco, con su innegable y profunda interconexión entre el fenómeno de la pobreza y el cambio climático.
Agradezco cumplidamente a la senadora Silvia Garza Galván, Presidenta de esta Comisión, por su gran sensibilidad al abrirnos este espacio como sociedad civil, a reflexionar todos juntos en este foro.
Asimismo, la inestimable presencia de Monseñor Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Monterrey, y a Monseñor Juan Armando Pérez Talamantes, Obispo Auxiliar de la misma Diócesis, quienes seguramente nos ayudarán a comprender más este importante documento, al igual que indudablemente lo harán los diferentes panelistas que nos acompañan hoy, enriqueciendo esta reunión.
Nunca más oportuno este análisis ante la inminente visita del Papa a nuestro país y quien nos ha enfatizado en su encíclica que los peores impactos del cambio climático probablemente recaerán en las próximas décadas, sobre los países en desarrollo.
Muchos pobres viven en lugares particularmente afectados por fenómenos relacionados con el calentamiento y sus medios de subsistencia dependen fuertemente de las reservas naturales y de los servicios ecosistémicos como la agricultura, la pesca y los recursos forestales.
A nadie escapa la magnitud de la tarea política que se lleva a cabo en este recinto, ya que las leyes que de aquí emanan, no son sutilezas teóricas que permaneces en la intemporalidad, sino decisiones normativas que afectan radicalmente la vida concreta de las personas, de las familias, de las comunidades y de las instituciones.
Por ello, las leyes siempre deben entrañar soluciones justas a los problemas derivados de la realidad histórica de un país.
Las leyes justas, construyen un orden social justo. Las leyes inicuas, abonan a la injusticia social.
La inmediatez con la que el IMDOSOC a escasos días de su publicación en el mes de julio realizó ya algunos trabajos de difusión y análisis de la Encíclica Laudato Sí, no hace más que obedecer a la misión misma del Instituto.
Contribuir a formar la conciencia personal y social, para construir una realidad social justa a la luz del evangelio y a través de la investigación, la enseñanza y la difusión del pensamiento social cristiano.
De los 246 numerales de que se compone la encíclica, todos ellos valientes, profundos y claros, que seguramente serán abordados por nuestros expertos invitados esta mañana, rescato solamente una de las aseveraciones inaugurales en que nos señala que nada de este mundo nos resulta indiferente.
Cito: Los progresos científicos más extraordinarios, las proezas técnicas más sorprendentes, el crecimiento económico más prodigioso, si no van acompañados por un auténtico progreso social y moral, se vuelven en definitiva contra el hombre.
Atendamos esta invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. Es hora de actuar a favor de nuestra causa común.
Agradecemos sinceramente el esfuerzo que hacen todos ustedes en atender esta convocatoria.
Sean todos bienvenidos.
Muchas gracias.
PRESENTADORA: Muchas gracias al licenciado Uribe, Presidente del IMDOSOC.
Para cerrar esta presentación, tiene la palabra la senadora Luz María Beristain Navarrete, Secretaria de la Comisión Especial de Cambio Climático.
SENADORA LUZ MARÍA BERISTAIN NAVARRETE: Muchas gracias por darme la oportunidad de cerrar este capítulo inicial de este encuentro, de este interesante diálogo que hoy día, y muy importante diálogo que hoy día ha promovido la Presidenta de la Comisión de Cambio Climático del Senado, la bióloga, amiga, senadora Silvia Garza, que honestamente hablando, aquí en el Senado ella es toda una autoridad en este tema por los vastos conocimientos que tiene, por la formación que tiene en este sentido.
Y me parece sumamente importante que previo a la reunión que se llevará a cabo en París, del día 30 de noviembre al día 10 de diciembre, que es la denominada COP 21, que es el encuentro de las partes, el encuentro de los Jefes de Estado en donde todos esperamos con gran anhelo que las grandes naciones más industrializadas, las que más generan contaminación en el planeta, se decidan a comprometerse de manera importante, no tibiamente, se decidan a pasar de la superficialidad a la profundidad.
Es por esto que Silvia, como presidenta de la Comisión de Cambio Climático, que encabeza la delegación del Senado de la República que asistirá a los diálogos, a las mesas de trabajo que se efectuarán en París, ha tenido a bien convocar a este Foro y a otros más, porque anda muy activa, para poder llevar de verdad la voz de las y los mexicanos.
Todos los sectores de este país van a ser representados a través del Senado de la República, a eso sí nos podemos comprometer y yo como secretaria de la Comisión que ella preside, porque los Jefes de Estado van a hablar por los Ejecutivos, los presidentes de las naciones traen una idea; pero nosotros somos los representantes del pueblo de México.
Traen seguramente ideas importantes, interesantes, no puedo subestimar los compromisos que vayan a firmar los presidentes de las naciones que van a estar en París, esperamos que sean buenos; pero nosotros estamos llevando a cabo estos foros para conocer la voz de todas y de todos ustedes, para conocer todas estas aportaciones tan interesantes que harán más nutritivo y más enriquecedor el mensaje que nosotras podamos llevar en esas mesas de trabajo que se van a llevar a cabo en París.
¿A qué nos podemos comprometer?
Hablo a nombre propio y a nombre de la Comisión de Cambio Climático, a la cual pertenezco, y del Senado de la República, a llevar la voz de todas y de todos ustedes y que sirva como un detonante y como un motivador para que los Jefes de Estado entiendan que no se pueden seguir tomando decisiones sin escuchar al pueblo, sin escuchar a todos los sectores.
Este sector es importantísimo, la Iglesia, hoy estamos dialogando con la Iglesia católica, muy importante, Silvia y yo somos católicas; pero sin duda respetamos a todas las demás religiones y sin duda estamos abiertas al diálogo con todos los demás sectores de la espiritualidad; porque queremos ser las portadoras reales de la voz de todos los sectores del pueblo de México, porque tiene que haber propuestas alternativas.
Muchas veces el sistema capitalista, este sistema de mercado que el planeta, que el orbe tiene hoy en día, en el que la oferta y la demanda es un poco o un mucho los que rigen la vida de los ciudadanos en todos los países. Tiene que también tener su dosis de sensibilidad, de espiritualidad, porque tal pareciera que incluso los seres humanos se han convertido en mercancías y tal pareciera que en aras de generar y de acumular riqueza, no pudieran detener esta proclividad de degradar y de producir más y más desechos que podría ser de manera involuntaria, pero alguien tiene que frenar esta situación.
Y hoy para nosotros es muy importante la voz del Papa Francisco, del Papa latinoamericano, del Papa argentino con esa herencia progresista, libertadora que él trae, a mi sentir, viniendo de Latinoamérica. Y hoy él está revolucionando las declaraciones de la Iglesia católica al entrarle a temas tan importantes, como este del cambio climático.
Sencillamente el santo Papa llegó al punto nodal: sin planeta no hay existencia, no hay vida, no hay nada, y es a partir de este gran tema que podemos nosotros desarrollar otros muchos tema; pero si no hay vida, si no hay planeta –como dice Silvia–, si nuestra casa no la amamos, no nos comprometemos a cuidarla, a protegerla desde estos lugares donde se realizan las políticas públicas que van a normar la vida de las y los mexicanos, entonces de qué estamos hablando.
Entonces este tema es el origen, es el origen a partir del cual podemos desarrollar muchos otros temas, porque si la vida se degrada, si quedamos tan contaminados como planeta, tan echados a perder, ¿qué otros temas vamos a poder trabajar?
Entonces, les doy la bienvenida al Senado de la República, y no me resta más que desearle mucho éxito a este foro, y que de aquí salgan las mejores declaraciones, las mejores aportaciones para que nosotros con una gran seriedad y responsabilidad podamos ser, si ustedes nos lo permiten, podamos tener el honor de ser sus representantes en esta Encíclica; y que también se escuche la voz de los pueblos y no solamente la de los ejecutivos.
Muchas gracias.
PRESENTADORA: Muchas gracias, senadora.
Saludamos y damos la bienvenida a la senadora Ivonne Álvarez García.
A continuación, el Monseñor Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Monterrey, Nuevo León; y el Monseñor Juan Armando Pérez Talamantes, Obispo Auxiliar de Monterrey, realizarán la presentación de la Encíclica.
Adelante, por favor.adelante,Eentaci Obispo Auxiliar de Monterrey, realizare los ejecutivos.
ntantes en esta Encseriedad y responsabilidad podamos s
MONS. ROGELIO CABRERA LÓPEZ: Buenos días a todos.
Quiero comenzar agradeciendo esta oportunidad que nos han dado a dos Obispos y a un presbítero de tomar la palabra en este foro.
Lo dije hace un rato, agradezco que nos permitan esta tierra sagrada del Senado, no la profanaremos. Queremos, con nuestra palabra, que el Senado también sea una voz profética para nuestro pueblo ante este tema tan importante y desafiante, como es el medio ambiente.
Agradezco a los senadores que nos han permitido asistir a este foro, a la Comisión Especial del Cambio Climático del Senado; al IMDOSOC, a la Fundación Konrad Adenauer para participar en este Foro “La pobreza y el cambio climático”.
Ya el título está proponiendo un ensamblaje que no vamos a poder separar: Cambio climático y pobreza.
Trataremos de, en una síntesis muy apretada, presentarles esta Encíclica.
Yo he dicho que el Papa es una especie de poeta porque ha expresado de muchas maneras lo que nosotros vemos, lo que nosotros sentimos y lo que quisiéramos decir.
Él ha hablado en nombre no sólo de los católicos y de los obispos, sino es una palabra de la humanidad.
Por ello, les invito a que pongamos atención al tema.
Un servidor, actualmente Arzobispo de Monterrey, el Señor me ha permitido admirar y conocer las bellezas de nuestra patria.
He sido Obispo en Michoacán; he sido Obispo en Chiapas por 11 años, y actualmente en Nuevo León.
Soy testigo de la belleza que Dios ha regalado a nuestra nación; pero también he visto con ojos propios el desastre ecológico por todos lados.
El cambio de uso de suelo de manera indiscriminada; los ríos llenos de toneladas de basura; las minas que se explotan a cielo abierto; la reconducción de las aguas de ríos caudalosos hacia las grandes ciudades; y luego también testigo de la pobreza de los pueblos de México, especialmente los pueblos indígenas.
Fui Obispo de una Diócesis que tiene más del 25 por ciento de pueblos indígenas.
Por ello acepté venir a decir mi palabra, que no es otra que la del papa Francisco. Quiero que su palabra no resuene como una palabra unipersonal, sino como la palabra de todos.

La Encíclica tiene una historia muy larga, es la expresión última del sentir y pensar de la Iglesia. Por ello quiero trazar brevemente los presupuestos de esta encíclica tan importante, para que luego monseñor Juan Armando señale los retos y los desafíos que nosotros consideramos más importantes de este documento.
Aunque en sus orígenes la ecología se concibió como una ciencia natural o exacta, hacia fines de los setentas del siglo pasado, incursionó en los terrenos de las ciencias sociales. Allá, en 1869 el biólogo alemán Erns Hekel introdujo el concepto Ecology para referirse a las relaciones de los organismos con el medio ambiente.
Jamás imaginó que esa palabra, convertida posteriormente en ciencia, llegaría a convertirse en un tema de interés para la economía, la política, la educación, la filosofía y en último término, de la ética.
No han sido pocos los movimientos, partidos políticos incluidos, que buscan llamar la atención sobre el progresivo atentado a la naturaleza, que todos los seres humanos perpetramos.
Muchas voces, en ocasiones tildadas de alarmistas, alzan la voz exigiendo de los gobiernos medidas urgentes para detener la contaminación que ha colaborado en el cambio climático reciente en lo que se llama el calentamiento global.

La teología reciente no ha quedado al margen de esta preocupación, siguiendo la línea de la responsabilidad que propone la ética, la teología nos recuerda que los seres humanos somos colaboradores de Dios en el cuidado de la creación, somos sus jardineros.
El sentido material de la salvación cristiana es resaltado por algunos teólogos como Eskilere. Él dice: “La salvación cristiana también tiene relaciones con la ecología, con los condicionamientos del hombre y con las cargas que se le imponen en su vida concreta aquí y ahora. Quienes califican todo esto de ajeno a la salvación cristiana sueñan tal vez con una salvación para ángeles pero no para hombres.
“La creación es un proceso inacabado, necesitamos colaborar con Dios en su cuidado, no como simples espectadores, sino involucrándonos en su correcto desarrollo.”
La Encíclica del Papa Francisco, Laudato Sí, se inscribe entonces en este movimiento teológico que busca recordarnos la responsabilidad que tenemos con el cuidado de la naturaleza.
El tema de la ecología forma ya parte y patrimonio de la enseñanza social de la Iglesia y varios pontífices han manifestado su preocupación por el cuidado de la naturaleza.
Especialmente a partir del Concilio Vaticano Segundo se ha profundizado sobre esta situación.
Ya de modo reciente, San Juan Pablo Segundo afirmó que el ser humano no debe olvidar que su capacidad para transformar la tierra no le permite disponer arbitrariamente de ella, sometiéndola sin reservas a su voluntad como si ella no tuviese una fisionomía propia y un destino anterior dados por Dios y que el hombre puede desarrollar ciertamente pero no debe traicionar.
Ya antes el Papa Pablo Sexto había llamado también la atención sobre la crisis que el mundo moderno ha acentuado en la relación entre el ser humano y el medio ambiente.
La enseñanza social de la Iglesia ha sido enfática: el medio ambiente es un bien colectivo.
Por ello, la responsabilidad de su cuidado es de todos, personas y sujetos institucionales.
Además, ya desde Pablo Sexto, se afirmaba que esta responsabilidad se extiende no sólo a las exigencias del presente, sino también a las del futuro.
Dice él: Herederos de generaciones pasadas y beneficiándonos del trabajo de nuestros contemporáneos, estamos obligados para con todos y no podemos desinteresarnos de los que vendrán, aumentar todavía más el círculo de la familia humana.
Mención especial merecen los pueblos indígenas, cuando hablamos del cuidado del planeta. Y es que su relación con la tierra y sus recursos, es una expresión fundamental de su identidad.
En ese punto es donde la doctrina social de la Iglesia, previa al Papa Francisco, insiste en algo que él tocará de lleno en la Encíclica Laudato Sí.
Los bienes de la tierra han sido creados por Dios, para ser utilizados por todos y no sólo por algunos, por lo que la avidez individual o colectiva, es contraria al orden de la creación.
La justicia y la caridad, son los criterios que deben prevalecer a la hora de la distribución de los bienes, porque lo que es preciso deshacer la compleja y dramática relación que existe entre crisis ambiental y pobreza.
La conversión ecológica, término que él utilizó para proponer esta vuelta de la mirada de nosotros mismos hacia el mundo, ya se apuntaba desde que el Papa Juan Pablo Segundo invitaba a nuevos estilos de vida, presididos por la sobriedad, la templanza, la autodisciplina, tanto a nivel personal como social, todo ello con una actitud de agradecimiento a Dios, por el don de su creación.
La austeridad y la sobriedad, son un imperativo para todos.
Benedicto XVI no sólo mantiene la preocupación por el cuidado del medio ambiente que manifestó su predecesor, sino que se preocupa de manera constante sobre la ecología.
El Papa Emérito señaló, con especial énfasis, la vinculación existente entre la ecología natural, el respeto a la naturaleza y la ecología humana.
Dice él: La experiencia demuestra que toda actitud irrespetuosa con el medio ambiente, conlleva daños a la convivencia humana y viceversa.
Si buscáramos establecer unas constantes en los pronunciamientos de la enseñanza social de la Iglesia sobre el cuidado del medio ambiente, señalaría las siguientes:
El respeto a la naturaleza, es el criterio que debe prevalecer en las investigaciones científicas.
Todos somos responsables del cuidado del medio ambiente.
La creación merece una actitud de contemplación hacia ella y de gratitud hacia Dios, por este gran regalo que nos ha hecho.
La afectación del medio ambiente, afecta a los más pobres, en especial a los pueblos indígenas. Existe una íntima relación entre la ecología natural y la ecología humana; los seres humanos necesitamos un estilo de vida más sobrio y austero.
Esas constantes tienen ya más de medio siglo en la enseñanza social de la Iglesia. La premisa antropológica fundamental es la intervención, la interconexión de todas las cosas, unas con otras, el hombre está en relación con el mundo natural, con los otros hombres en la historia, con Dios, de quien es imagen y semejanza.
Esta interrelación afecta a todos, los problemas tienen que entenderse y enfrentarse con la responsabilidad del ser humano dentro del mundo actual, no como un extraño fuera de ese mundo.
De esta interrelación se desprende la responsabilidad de unos para con otros dentro de la casa común, como llama el Papa a la creación. Esta interrelación permite comprender la interdependencia de unos con otros, la corresponsabilidad colectiva por el bien común, el cuidado de la humanidad y de la casa en que vivimos.
Este cuidado no es un cuidado cualquiera, es un cuidado responsable y amoroso, el cuidado de la humanidad y la casa común no pueden delegarse a la artificialidad; ahí el ser humano está llamado a descubrir la trascendencia, si no, será incapaz de cuidarla si no tiene amor trascendente.
El cuidado se refiere a una relación amorosa no dominadora, la técnica es un medio que ayuda a este cuidado, ha de ser relacionada con la ética, la política, la educación, la economía y la ciencia, para lograr la integralidad verdaderamente humana.
Cada una de estas dimensiones sociales son parciales, es necesaria la complementariedad. Si se absolutiza una dimensión, por ejemplo la económica, el ser humano pasa a segundo término y la humanidad es tratada como medio y es instrumentalizada a favor de visiones aberrantes como la esclavitud, la trata de personas, la marginación y el descarte de personas en la sociedad.
La solución a los grandes problemas de la humanidad pasa por un diálogo integral, tal vez frágil, pero dignamente humano. El cuidado amoroso es expresión de la reacción humana ante la maravilla del mundo natural, ante el descubrimiento de sus propiedades y sus leyes, de sus ciclos y sus frutos; una maravilla que todo ser humano sano pudiera reconocer y compartir.
El Papa reflexiona sobre la línea de la mística cósmica de San Francisco de Asís, el santo universal: el corazón humano culto experimenta sentimientos de belleza y expresiones de respeto y veneración, por todo lo que existe y vive; la ciencia de la fe quiere proponer la luz de la revelación hecha por Jesús, que nos revela la realidad de que en el origen más profundo de todo lo finito, más allá de donde la ciencia humana más aguda es capaz de intuir y deducir, en el principio de todo está el amor.
La fe en Cristo es una luz, esta luz que ilumina la relación entre el ser humano, la casa común y el creador. Jesús nos enseña la relación de solidaridad armoniosa en la creación entera.
Estos presupuestos teológicos e históricos permiten formular la propuesta de una ecología integral que surge de un diálogo entre las ciencias de la vida y de la tierra; entre la religión y la técnica; entre la ecología y la economía; entre la política, la vida y la ética.
Se trata de superar la ecología ambiental que consideraba al hombre fuera del ambiente como una razón proyectista que usa el ambiente.
Hoy, tenemos conciencia csa el ambiente.
re fuera del ambiente como una razde que el medio ambiente no es un objeto fuera del hombre sino que el hombre está dentro. Es engendrado, nace, se desarrolla, vive y muere en él. El hombre es tierra.
La iglesia invita a un diálogo consciente de las preocupaciones que embargan los corazones cristianos, les presenta una síntesis de la teología sobre la creación.
A los no cristianos invita al diálogo sobre los problemas contemporáneos acerca de la casa común, invitando así a toda persona disponible a colaborar por el bien común.
Es por ello, un llamado al diálogo entre la ética cristiana, la investigación científica, la moralidad, la responsabilidad política acerca de la preocupación por el planeta y la solicitud por el cuidado de la casa común.
En tres palabras, el medio ambiente y la naturaleza es un don, una actitud que se toma frente a ella y una decisión que nos compete a todos.
Ahora Monseñor continuará con el tema.
MONSEÑOR JUAN ARMANDO PÉREZ TALAMANTES: Buenos días a todos.
En breves palabras, una síntesis de la Encíclica del Papa Francisco.
Esta Encíclica Laudato Sí tiene seis capítulos dedicados, el primero a lo que está pasando en nuestra casa; segundo, el evangelio de la creación; tercero, la raíz humana de la crisis ecológica; cuarto, la ecología integral; el quinto, algunas líneas de acción; el sexto, la educación y espiritualidad ecológicas.
Voy a irme directamente al capítulo tres, cuatro y cinco brevemente, para señalar algunas reflexiones del Papa sobre la relación con el medio ambiente.
En el capítulo tres aborda la raíz humana de la crisis ecológica, y en esta crisis él identifica la tecnología, creatividad y poder; la relación que hay entre el que tiene, digamos, el avance tecnológico adquiere también un poder y también adquiere un poder de influencia muy fuerte en las decisiones y en todas las organizaciones.
La globalización del paradigma tecnológico domina también la economía y la política. Tenemos que reconocer que la tecnología, la técnica afectan ahí.
El Papa pide empezar a considerar lo siguiente:
La economía a veces muchas veces asume todo el desarrollo tecnológico, asume el desarrollo tecnológico en función el rédito y descubre, propone que el avance de la ciencia y la técnica no equivalen al avance de la humanidad y de la historia como seres humanos, en justicia, en hermandad, en fraternidad.
Las crisis y las consecuencias de un antropocentrismo moderno se señalan tres:
Primero, el relativismo práctico. Todo se vuelve irrelevante si no sirve a los propios intereses inmediatos, y allí en esa autorreferencialidad la ley civil se entiende como una imposición arbitraria y como un obstáculo a evitar.
Por eso la propuesta es que la ley tenga una vinculación y veamos modos de que la de veras pese, que sea racional y pese y se cumpla en la sociedad, en la humanidad.
Otra situación: la situación del trabajo humano, dejar de invertir en las personas para obtener un mayor rédito inmediato, es un mal negocio para la sociedad, dice el Papa, pero para eso tendría que estar en el centro de todas estas decisiones y no el rédito inmediato.
La innovación biológica, a partir de la investigación es otra de las preocupaciones de esta crisis; se refiere principalmente a la cuestión de los organismos genéticamente modificados, que son una cuestión de carácter complejo y provocan la concentración de tierras productivas en manos de pocos.
El Papa Francisco piensa en particular en los pequeños productores y trabajadores rurales, en la biodiversidad, en la red de ecosistemas que sufren afectaciones en este aspecto. Es necesario escuchar a todos los implicados, escuchar a los más vulnerables.
El capítulo cuarto, una ecología integral, el Papa, el centro de esta encíclica, en la propuesta está en una manera de vivir nueva, una educación nueva que nos lleve a una ecología integral, que tome los siguientes puntos:
Una ecología ambiental, económica y social que reúna, convoque a diálogos a todos los sectores sociales, incluidas las religiones, puesto que las religiones trabajan motivaciones y valores muy importantes en la formación de las personas y esta ecología integral requiere la integración de los seres humanos entre sí, pero la integración de cada persona también con el medio ambiente.
Una ecología cultural y de la vida cotidiana, que hay que educar y debemos reconocer que no estamos suficientemente educados en muchas realidades, ámbitos de la vida humana, y este, a propósito de la ecología, es necesario establecer caminos educativos.
Algunas líneas de orientación y de acción que propone la encíclica:
1.- El diálogo sobre el ambiente en la política internacional. Ahora que tendremos en Paris, tendremos, porque estamos todos implicados, tendremos en París esta cumbre y es necesario allí hacer escuchar la voz.
Entre estas propuestas que la Santa Sede ha hecho a esta cumbre están estas 10, rápidamente las leo.
1.- Considerar integralmente el problema del cambio climático globalmente, integralmente.
2.- El clima y la atmósfera son bienes globales comunes.
3.- Lograr una cuerdo mundial justo, vinculante, que motive la transformación legal en armonía con la naturaleza y respetemos los derechos de todos.
4.- Limitar el aumento de la temperatura global; proponer la descarbonización para la mitad de este Siglo XXI.
5.- Garantizar que el límite máximo de aumento de temperatura se refleje en un acuerdo global legalmente vinculante, con acciones y compromisos de mitigación.
6.- Garantizar a todos el acceso al agua y a la tierra, para consolidar los sistemas alimentarios.
7.- Garantizar la inclusión y participación de los más vulnerables en las decisiones.
8.- Garantizar que el acuerdo lleve un proceso de adaptación.
9.- Ayudar a los más vulnerables a realizar este proceso de adaptación donde los que tienen más poder económico, científico y tecnológico, tienen responsabilidad de apoyar a los más vulnerables, que no tienen este poder ni influencia.
10.- Establecer hojas de ruta sobre los compromisos financieros que hay que también considerar.
A nivel nuestro, necesitamos una nueva cultura ecológica que nos obligue a replantear nuestro concepto de felicidad, tan asociada al tener y al menos; asociada al tener y menos asociada al ser.
Esta cultura nos permitirá plantearnos inclusive la convivencia social bajo otros criterios, llegando también a una nueva concepción del amor, más cercana a la propuesta de nuestro Señor Jesucristo.
Un amor, como lo dice el Papa Francisco, capaz de respetar, sí, a la hermana naturaleza, pero también a nuestros hermanos los seres humanos.
Muchas gracias.
PRESENTADORA: Muchas gracias al Arzobispo y al Obispo Auxiliar del estado de Monterrey.
Antes de continuar queremos saludar y dar la bienvenida a la senadora Sonia Rocha Acosta, y a la senadora Cristina Díaz Salazar.
Continuamos ahora con la lectura Desde la Ciencia, que presenta la Directora General del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, doctora María Amparo Martínez Arroyo.
Doctora Martínez Arroyo: tiene la palabra.
DOCTORA MARÍA AMPARO MARTÍNEZ ARROYO: Muchas gracias. Buenas tardes.
Muchísimas gracias por la invitación al Senado; del sector ambiental, que en particular en la Semarnat estamos muy preocupados por estar realmente participando y compartiendo en todos los foros opiniones porque sabemos que finalmente lo que hay que llevar en todas las negociaciones internacionales es la opinión más amplia de todos los sectores.
Así que les agradezco mucho su invitación a estar con ustedes.
Quisiera empezar comentando que todas las formas de vida modifican su entorno, de una u otra forma. Sin embargo, son pocas las que lo hacen a costa de su destrucción.
En la evolución de las especies, la existencia de mecanismos biológicos internos que alerten o prevengan a las poblaciones sobre peligros a su sobrevivencia, han jugado un papel esencial en la selección natural.
Todos recordamos, por las hormigas, que sin tener en ese momento que comérselo, llevan y guardan alimento, los organismos que se surgen antes de que llegue la ola y los disperse.
En fin, todos estos mecanismos han jugado un papel importante.
En nuestra especie, que es una especie de larga vida que ha creado sociedades complejas, esos mecanismos llamados mecanismos de anticipación, parecen recaer en la cultura y la ciencia.
Aunque evidentemente y de manera antinatural, a los avisos que viene dando la ciencia y al aumento del conocimiento desde hace decenas de años, no se ha hecho un caso como se debiera.
Se han sobrepuesto intereses económicos y políticos de una minoría de la especie homo sapiens, que inexplicablemente domina sobre el bienestar común.
La Encíclica Laudato Sí, viene a significar un inesperado y significativo impulso a esta cultura de alerta sobre los males que aquejan a nuestra sociedad, describiendo con mucha precisión las acciones, actitudes irresponsables del daño a la casa común, que es nuestro planeta.
Pero sobre todo desde la fuerza que da el ser líder espiritual de más de mil millones de personas, el Papa Francisco hace un llamado fundamentado científica y éticamente, para un cambio radical en nuestro compartimiento hacia la naturaleza y entre nosotros mismos, como la única vía de superar la crisis planetaria.
A lo largo de todo el texto y muy especialmente en los capítulos Primero, Tercero y Cuarto, que se titulan “lo que está pasando en nuestra casa, “raíz humana de la crisis ecológica” y “una ecología integral”, respectivamente; presenta un diagnóstico sabio y preciso, una descripción objetiva y una argumentación impecable, que no puede dejar indiferente a ninguna persona de buena voluntad, sea o no creyente.
En los capítulos 5º y 6º, algunas líneas de orientación y acción y educación y espiritualidad ecológica, plantea en total concordancia y consecuencia con el análisis presentado, una línea de acción colectiva, nacional e internacional, que transforma los paradigmas existentes.
Repito, la enorme virtud de la Encíclica no es que diga cosas que no hubieran sido dichas por científicos, humanistas, movimientos sociales, corrientes progresistas; sino que lo dice de una manera articulada, coherente y con una profunda espiritualidad desde un sector que pese a su enorme influencia, había vuelto la cara hacia otro lado frente a grandes destrucciones ambientales e injusticia social.
Para valorar adecuadamente el gran significado de Laudato Sí, valdría la pena recordar brevemente algunos hechos de la historia; para lo cual recurriré a diferentes autores como Huxley, Edward Wilson, Blind White, Fernando Savater, Naomi Klein, Víctor Toledo, Ramón Margalef, entre otros.
Si bien muchas de las mitologías del mundo ofrecen historias de la creación, la mitología grecorromana era singularmente incoherente al respecto, todos recordamos la cantidad de dioses y que no se acababa de saber exactamente quién era padre de quién, quién estaba por dónde.
Como Aristóteles, los intelectuales del antiguo occidente negaban que el mundo visible hubiera tenido un principio, de hecho, la idea de un principio era imposible en el marco de su noción cíclica del tiempo.
En marcado contraste, el cristianismo heredado del judaísmo, no sólo tiene un concepto de tiempo no repetitivo y lineal; sino también una historia impactante de la creación. Dentro de ésta, aunque el cuerpo del hombre está hecho de arcilla, no es parte de la naturaleza, es hecho a la imagen de Dios.
El cristianismo, en contraste absoluto con el paganismo antiguo y las religiones de Asia, excepto quizá la de Zorastra, no sólo estableció una dualidad del hombre y la naturaleza; sino que también insistió en que es la voluntad de Dios que el hombre explote a la naturaleza para sus propios bienes.
En la antigüedad cada árbol, cada primavera, cada arroyo, cada colina, tenía su propio espíritu guardián; antes de que se cortara un árbol que se extrajera de una montaña o se hiciera alguna represa de algún arroyo, era importante hacer una ceremonia y aplacar al espíritu a cargo de esa situación particular.
El respeto y unión con la llamada madre tierra, que por cierto el concepto viene de Francisco de Asís, de los pueblos precolombinos, propició gran parte de su seguridad alimentaria.
Destruyendo el animismo pagano, el cristianismo hizo posible explotar la naturaleza en un ambiente de indiferencia hacia los sentimientos y el futuro de los diferentes seres vivos.
¿En qué momento perdimos como especie el camino?
Tal vez la religión lo explica desde la salida del Edén. Nuestros ancestros cometieron un terrible error y por eso nosotros vivimos en el pecado original. Estaríamos tal vez dispuestos a suponer que parte del Edén era el resto de la vida natural que existía antes de que existiera la humanidad. El libro del Génesis lo afirma, ya sea que se lea de manera literal o metafóricamente.
La conclusión de la ciencia también es que existía un mundo primordial, que sirvió como cuna para la humanidad, pero con ancestros diferentes y en contradicción con una lectura literal del Génesis, no aparece nuestra especie bruscamente, sino que va evolucionando en un mundo de gran riqueza biológica y en contacto con los ecosistemas en donde vive.
Tampoco parece ser que nos hayan corrido del Edén, en lugar de ello, hemos destruido la mayor parte de éste con el fin de mejorar nuestras vidas, generar más personas y generar una gran capacidad para destruir nuestros sistemas.
De acuerdo con la evidencia arqueológica, nos alejamos de la naturaleza con el inicio de la civilización, hace unos 10 mil años. Ese salto cuántico nos engañó con una ilusión de libertad respecto del mundo que nos había dado luz.
Tal vez cualquier observador externo vería a este planeta como una quimera en la que una nueva y muy extraña especie viene arrastrando los pies en el universo con una mezcla de la emoción de la edad de piedra, una imagen de sí misma propia de la época medieval y una tecnología que parece caída del cielo en relación con la propia evolución de esta especie.
Parece que no hay manera de explicar por qué tantas personas inteligentes permanecen pasivas mientras que los restos del mundo natural desaparecen.
Tal vez es una opción de permanecer ignorantes del principio histórico de que las civilizaciones se derrumban cuando se arruinan sus entornos.
Lo más preocupante de todo es que los líderes del mundo, incluidos los de las grandes religiones, han hecho poco para proteger al mundo viviente en medio de su fuerte caída.
Pocos negarán, sin embargo, que el impacto humano sobre el medio natural se acelera y toma una imagen aterradora.
Tendríamos por lo menos que armar una historia honesta, una en que las personas de todas las religiones pudieran estar de acuerdo en principio, si tal forma de recordar nuestra historia ayudara a formar un futuro más seguro. Eso es lo que propone la Encíclica al hacer este amplio reconocimiento y al plantear qué es lo que tenemos que hacer en adelante.
Edward Wilson señala que un descubrimiento clave para la historia ecológica y para la civilización es que esta fue adquirida de alguna manera con una intervención en la naturaleza.
La agricultura, que fue un salto adelante para la humanidad, alentó la falsa suposición de que una pequeña selección de plantas y animales domesticados puede apoyar la expansión humana indefinidamente.
El empobrecimiento de la fauna y la flora de la tierra era un precio aceptable hasta los últimos siglos en que la naturaleza parecía casi infinita.
Los desiertos y los habitantes que sobreviven en ellos estaban ahí para ser empujados y finalmente remplazados en nombre del progreso y en nombre de los dioses también, no lo olvidemos.
La historia ahora enseña una lección diferente, pero sólo a aquellos que la quieran escuchar.
Incluso si no se da ningún valor al resto de la vida en la tierra, más allá de la satisfacción de las necesidades corporales humanas, la destrucción de la naturaleza es una estrategia peligrosa.
Por un lado, nos hemos convertido en una especie especializada en comer semillas de cuatro tipos de hierba: el trigo, el arroz, el maíz, el migo, dando sabor a la soya.
Si eso falla, por enfermedad o por el cambio climático, también nosotros fracasaremos.
Unas 50 mil especies de plantas silvestres, muchas de las cuales se enfrentan a la extinción, ofrecen fuentes de alimentos alternativos.
Si uno insiste en ser práctico a fondo sobre la materia, las especies silvestres y sus ecosistemas deben ser considerados como parte de una cartera de inversión a largo plazo.
Incluso las personas más recalcitrantes deben ver la conservación como simple prudencia en el manejo de la economía natural de la tierra.
Finalmente, al entrar en el último tercio del Siglo XX, hay una mayor preocupación en toda la sociedad, en todos los sectores de la sociedad y en las ciencias naturales también, por concebir y por entender mejor la naturaleza, y por cómo relacionarse con ella.
Del mismo modo ha habido una etapa en que la acumulación de capacidades tecnológicas ha crecido a veces rápidamente y a veces lentamente.
Pero no fue sino hasta unas cuatro a seis generaciones que Europa Occidental y América del Norte organizaron un matrimonio entre la ciencia y la tecnología; una unión de lo teórico y los enfoques empíricos a nuestro entorno natural, sin considerar que la ética debería formar parte de ese binomio.
La convicción de que el conocimiento científico significa poder tecnológico sobre la naturaleza, difícilmente se puede fechar antes de 1950.
Su aceptación como un patrón normal de la acción, puede marcar el evento más grande en la historia humana desde la invención de la agricultura.
La palabra ecología apareció por primera vez en el inglés en 1873.
Hoy en día nuestro impacto en el medio ambiente ha aumentado en vigor y ha cambiado en esencia.
Si bien cuando se dispararon los primeros cañones a principios del siglo XIV, cuando se abrieron las primeras minas o se tiraron los primeros bosques y montañas se hizo un daño, un gran daño, las bombas de hidrógeno son de diferente orden. Una guerra luchada con ellas podría alterar la genética de toda la vida en este planeta.
Por 1285 Londres tenía problemas de contaminación derivados de la combustión de carbón, pero lo que hemos logrado hacer en los últimos siglos, en donde hemos alterado la química de la atmósfera del globo en su conjunto, tiene consecuencias que sólo empezamos a adivinar.
Con la explosión demográfica el urbanismo sin planeación, los depósitos ahora casi geológicos de aguas residuales y basura, sin duda ninguna criatura que no sea el hombre ha conseguido nunca ensuciar su hábitat en tan poco tiempo.
Por otra parte, las negociaciones sobre el clima llevan más de 20 años pronosticando soluciones estructurales. La convención intergubernamental creada para prevenir que se alcancen en el mundo niveles peligrosos de cambio climático, no sólo han tenido pobres progresos, sino que han enfrentado la realidad de que en el 2013 la emisiones globales de bióxido de carbono fueron 61 por ciento más altas que en 1990, al inicio de las negociaciones.
El acuerdo tácito, aunque no vinculante, por el que los grandes emisores se comprometen a impedir que las temperaturas aumenten más de dos grados, es claramente insuficiente si consideramos que hasta la fecha el incremento en promedio de .8 grados de la temperatura global ha empezado a mostrar numerosos y alarmantes efectos:
Derretimiento sin precedente en las capas de hielo en los últimos veranos, acidificación de los océanos más rápida de lo previsto, huracanes y tormentas severas, sequías, en fin, aunque no conocemos lo suficiente la sensibilidad del clima, a cambios específicos en sus diferentes componentes, sabemos que su respuesta no es lineal y que los escenarios que nos permiten proyectar los modelos existentes pueden detonar respuestas irreversibles no previstas.
Estamos pues ante una disyuntiva histórica. El cambio climático puede ser el catalizador de una gran transformación social. En el sentido positivo, revalorando la reconstrucción y reactivación de economías locales, invertir en transporte colectivo, vivienda asequible, cambio a uso de energía limpia y renovable, cuidado del agua y de la biodiversidad, restauración de ecosistemas, ciudades más habitables, reforma del sistema agrícola, poner fin a los grotescos niveles de desigualdad existentes.
Sin embargo, también puede ser excusa para imponer políticas que beneficien a una minoría: empresas y bancos, compañías de seguros, incluso es conocida la declaración de un gigante de la industria armamentista, Raytheon, de que es probable que crezcan las oportunidades de negocio a resulta de la modificación del comportamiento y las necesidades de los consumidores en respuesta al cambio climático, decía.
Entre 2008 y 2010 se registraron en el mundo más de 250 patentes relacionadas con el cultivo de variedades agrícolas preparadas para el clima, supuestamente capaces de resistir condiciones meteorológicas extremas. De estas patentes, alrededor del 80 por ciento pertenecen a tres transnacionales de la agricultura.
En estos de decisión, la encíclica viene a ponerse del lado de la vida., en defensa del planeta, en contra de las formas de producción y consumo insustentables e injustas.
Lo que plantea es el reconocimiento de que no hay dos crisis separadas, una social y otra ambiental, sino una sola y compleja crisis socioambiental que debemos atacar de manera integral.
En términos científicos, la encíclica plantea principios conocidos en el medio académico, pero le da una dimensión de vanguardia al ser sostenida por un liderazgo espiritual. Combinando un llamado a acabar con la pobreza y la injusticia, con el rescate y la defensa de la naturaleza, y en suma de nuestro planeta entero.
Con ese espíritu, esperemos que vayamos todos los mexicanos, la sociedad civil, del gobierno, del sector privado, público, a las negociaciones en París.
Muchas gracias.
PRESENTADORA: De esta manera se llevó a cabo la inauguración de este foro: La Pobreza y el Cambio Climático. Presentación de la Encíclica Laudato Sí.

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