PALABRAS DEL SENADOR RAÚL CERVANTES ANDRADE, PRESIDENTE DE LA MESA DIRECTIVA DEL SENADO DE LA REPÚBLICA, EN SESIÓN SOLEMNE PARA CONMEMORAR EL CENTENARIIO DE LA GESTA HEROICA DE LA DEFENSA DEL PUERTO DE VERACRUZ, EL 21 DE ABRIL DE 1914

Señoras y señores:

Sean ustedes bienvenidos a esta Sesión Solemne que realiza el Senado de la República, con motivo del Centenario de la Gesta Heroica de la Defensa del Puerto de Veracruz, en cumplimiento al acuerdo aprobado el pasado lunes 21.

Saludo con gusto la presencia del Almirante Vidal Francisco Soberón Sanz, Secretario de Marina.

El General Salvador Cienfuegos Zepeda, Secretario de la Defensa Nacional. Sea usted bienvenido.

El diputado Marcelo de Jesús Torres Cofiño, Vicepresidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, en representación del Presidente.

El licenciado Javier Duarte Ochoa, Gobernador del Estado de Veracruz. Sea bienvenido.

La diputada Ana Guadalupe Ingram Vallines, presidenta del Congreso del Estado de Veracruz. Sea bienvenida.

El magistrado Alberto Sosa Hernández, Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Veracruz.

El licenciado Ramón Poo Gil, Presidente Municipal de Veracruz.

Saludo también, a nombre del Senado de la República, al personal militar y naval, Jefes de las Honrosas Fuerzas Armadas de nuestro país que nos acompañan en esta Sesión Solemne.

Estamos congregados aquí para rendir homenaje y honrar la memoria de aquellos cadetes de la Escuela Naval, marinos y civiles, que hace un siglo en el Puerto de Veracruz hicieron frente a la invasión norteamericana a nuestro país, dando un alto ejemplo de firmeza, de civismo y de valor que tan pródigamente suelen ofrecer los hijos de nuestra bendita Patria en todos aquellos momentos de riesgo.

El azahar o las fuerzas de la naturaleza ponen en peligro el devenir de nuestra Nación y la vida de nuestros conciudadanos.

La intervención extranjera del 21 de abril de 1914, se dio en un momento histórico para nuestra Nación, en medio de una lucha social que planteaba objetivos como la reforma agraria, los derechos laborales y una anhelo democrático, que fueron valores intrínsecos en el liderazgo del comodoro Manuel Azueta, quien llamó a los alumnos de la Escuela Naval y al pueblo de Veracruz a la defensa de la Patria.

A pesar de que la defensa de la soberanía de nuestro país se dio en una etapa muy compleja de nuestra historia, los mexicanos ya teníamos clara nuestra vocación democrática, la solidaridad y el principio fundamental de la autodeterminación para decidir nuestro futuro político, jurídico y social.

Este acto de reconocimiento a la Gesta Heroica, guiada por nuestra Armada, lo celebramos aquí gracias a todos los veracruzanos que apoyaron esta cuarta defensa épica del Puerto; que nos mostró los sacrificios de una generación para lograr el establecimiento de nuestras instituciones.

Y que aun dentro de lo convulso de una guerra civil iniciada con nuestra Revolución, colocó el ejemplo de sacrificio que nuestros antepasados pusieron, rompiendo el permisivo de una intentona de autoritarismo que nos devolvió a los mexicanos el orgullo de serlo.

La defensa contra la invasión norteamericana de hace 100 años, permite a los miembros de la Armada de México y al pueblo de Veracruz, llevar sobre los hombros una trayectoria y conducta de grandeza, que en este acto ratificamos y reconocemos públicamente.

Nuestros marinos siempre son vistos con admiración y respeto; así como una infinidad de héroes anónimos esparcidos en Veracruz y en todo el territorio nacional, a lo largo de la historia de nuestra patria que, a través de los siglos, dieron cuanto tenían por nuestro país: la vida, el hogar, los hijos, lo máximo que un ser humano puede dar, sabiendo que ante la muerte está la suprema expresión de la verdad y, por tanto, en esa hora se han ofrecido íntimamente unidos.

El heroísmo de dar la vida por otro, por los ideales y por la convicción de la patria, tiene un reconocimiento excelso, pues es la gran demostración del servicio como una cualidad espiritual que nos ennoblece y que nos permite una mejor convivencia.
Conmemoramos la esencia del afecto nobilísimo, entre cada uno de los mexicanos que se muestran en el patriotismo de quienes a costa de su sacrificio personal, han protegido nuestra independencia.

Hoy celebramos que nuestros antepasados dieran su vida, para permitirnos disfrutar de un valor fundamental, que es la libertad. Esa libertad por la que debemos seguir luchando con el respeto a las leyes, el respeto a los derechos de los demás y, por supuesto, con una auténtica participación social y ciudadana, basada en un Estado libre y democrático.

Las gestas heroicas nos refieren siempre al valor, que es resistencia al temor y no ausencia del mismo, y que precisamente por ello implica una cualidad espiritual sublime, que hace extraordinario el pensamiento y conducta de los héroes; ganando nuestro aprecio y siendo dignos de nuestra atención y elogio.

El patriotismo es una cualidad que dignifica y acompaña la existencia de cualquier mexicano; que en nuestra Armada refleja la personalidad de los individuos que la componen y son la expresión del tono moral, cultural, afectivo y social, marcados por su familia, las instituciones, la sociedad y la Escuela Naval Militar, en la que les ha tocado vivir.

Los marinos de la Fuerza Naval tienen muy claros sus valores y virtudes. Los aprenden y practican para educar su disciplina y ayudar a los demás.

Los mexicanos vivimos en un eterno proceso de cambio y nuestra sociedad por ende experimenta una incesante renovación de conceptos, normas, valores; tales circunstancias nos avocan a ofrecer la vida al servicio de los ideales del progreso integral de cada conciudadano, encontrando el recto sentimiento del deber, que sea el símbolo de su dignidad.

El heroísmo del Comodoro Manuel Azueta, del Teniente José Azueta, de los cadetes y de la población veracruzana, es la demostración de un espíritu ilustre que nos enseña valor y virtud, y que ha llevado a los mexicanos a realizar actos extraordinarios al servicio de sus conciudadanos y de la patria, luchando siempre por los ideales que permiten mejorar nuestra calidad de vida y, sobre todo, de los más necesitados.

Hoy también existen los héroes, personas que dedican sus vidas a transformar positivamente el entorno. Aquellos que no se conforman con lo bueno, sino que buscan lo mejor, y que dan su vida obligándose de suma individualidad para entregarse con fruición al servicio de los demás y, por tanto, de nuestra nación.

No necesitamos guerra para que existan héroes anónimos que con su gran valor y virtudes nos alimentan con su ejemplo de vida, por lo que son dignos de imitación por su solidaridad, generosidad, altruismo, dedicación, trabajo y esfuerzo cotidiano, anteponiendo sus intereses personales y al beneficio de su familia el bien de la comunidad, de su estado y del país como una forma clara para la transformación democrática de la sociedad.

Las hazañas históricas son demostraciones máximas de sacrificio, como una expresión del desprendimiento y de la nobleza hacia los demás.
Por eso el Senado de la República sabe que debe recordar siempre las gestas heroicas de nuestra historia, ya que con ellas son la otra cara del egoísmo y de la primacía de los intereses individuales; porque este heroísmo es la expresión más fuerte de la voluntad de servir a los demás, de contribuir al destino común, de aportar a la grandeza de la patria.

Estoy seguro de la veracidad de los mexicanos por el amor que sentimos por nuestras patrias chicas, como el caso de los veracruzanos; por nuestras tradiciones, nuestros pueblos, nuestros valles, nuestros lagos, nuestros ríos y nuestros mares.

Donde sentimos nuestra patria que nos suma y fusiona con la unidad de nuestra identidad, de nuestras tradiciones, de nuestra historia común; porque cuando peligra una sola de ellas, peligramos todos, como se ha demostrado muchas veces a través de nuestra historia, razón suprema del sacrificio de nuestros héroes.

El heroísmo desplegado por nuestra Armada y por el pueblo de Veracruz, que hoy siguen demostrando día con día, es la muestra tangible de la abnegación que lleva al sacrificio por los otros.

Gracias a ellos, como una sociedad más democrática, tolerante, respetuosa, construye de lo individual a lo colectivo y de lo colectivo a lo nacional, con lo cual los mexicanos hemos ido alcanzando las metas de progreso y justicia social, que nos propusimos desde que somos un país independiente.

Hoy somos un país con una profunda convicción de que la vida democrática incluyente y representativa, se fortalece a través de la libertad de expresión, el intercambio de ideas y el diálogo respetuoso.

La evolución de nuestra vida democrática hacia un estado mejor es el anhelo de todos y cada uno de los mexicanos, en el marco de una democracia constitucional que reconoce y protege a los derechos humanos.

Que esta leyenda que evoca la defensa de nuestro espíritu como mexicanos, nuestro territorio, nuestros afectos, nuestros anhelos, sea ejemplo y estímulo para nuestra niñez, nuestra juventud y para nosotros mismos, convencidos de que nuestros compatriotas cayeron  y escribieron páginas excelsas de la historia para darnos patria y nosotros enaltezcamos en este momento la memoria de los que, caídos en la batalla, nos han favorecido con la libertad y nos han regalado plenitud y grandeza:

“A la Escuela Naval y al pueblo veracruzano que en 1914 se cubrieron de gloria, defendiendo la patria”.
Muchas gracias.

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