Versión de la intervención de la senadora Luisa María Calderón Hinojosa, al participar en la sesión solemne del Senado de la República para la entrega del reconocimiento "Elvia Carrillo Puerto" a Rosario Marín

  

Con su permiso señor presidente.

Hoy estamos de fiesta en el Senado y por ello la celebración de hoy es una sesión solemne.

Estamos de fiesta porque tenemos la oportunidad de reconocer el trabajo de dos excelentes mujeres mexicanas. Reconocerlas a ellas es reconocer a miles, a cientos de miles de mujeres que llenas de alegría, de energía, de esa genética que dice: avanza cada día, cada día que amanece y van dejando su huella personal, que al mismo tiempo identifica a las demás, a todas las mujeres.

Reconocemos en primer lugar a Elvia Carrillo Puerto, quien nacida en el siglo XIX, cuando pocas sabían leer, cuando pocas, muy pocas tenían la claridad de su individualidad y libertades personales, luchó por los derechos políticos y sociales de las mujeres, y fue en Yucatán la primer mujer diputada de este país, apenas en 1923.

Y con su nombre hoy reconocemos a una gran mexicana, en quien cientos de miles, yo diría millones de mujeres, tenemos un referente de vida, de alegría, de mirar cada día al frente y vivirlo como si fuera el último.

Rosario Marín vivió una infancia difícil en el seno familiar y llegó como miles de mujeres a un país donde no hablaban su lengua madre, ni entendían las razones de su vida en México. Fue una estudiante que trabajó para mantenerse e ir a la escuela y al mismo tiempo salió de sí para abanderar causas comunitarias.

Fue madre con toda la fuerza que eso significa, luchó por su hijo en un mundo que no le abría espacio, pero no sólo luchó por el suyo sino por lo hijos de muchas otras familias y fue abriendo paso al trato en equidad.

Fue alcaldesa dos veces del municipio que la acogió al llegar a Estados Unidos, y luego fue responsable de la Tesorería de Estados Unidos de América.

Quiero imaginar cada uno de sus amaneceres, respirando hondo, mirando al frente, reconociendo las grandes oportunidades que cada día le presentaba, frente a las amenazas que representaba para ella, ser fuerte, decidida, abierta a los demás y preocupada por ellos, por todos ellos.

Imagino cada día al salir de su casa, su frente en alto, su cabeza pensando en las tareas que tenía por delante y su corazón puesto en los suyos, como cientos de miles de mujeres que cada día enfrentan sus retos personales y de comunidad.

Por ella, porque es un testimonio de alegría, de fe y disciplina estamos contentas, muy contentas Rosario.

Pero también estamos aprovechando este día, porque a pesar de que todas las mujeres tienen dentro alegría, disciplina y libertad, no todas pueden lograr expresarlas ni vivirlas, por eso este 8 marzo también alzamos la voz, porque nadie puede disponer de la vida de otra persona, de ninguna mujer, y menos si le une una relación de afecto.

Hoy alzamos la voz contra los más de 6 feminicidios que se cometen a diario en nuestro país, por los más de 45 por ciento de mujeres mayores de 15 años que reportan haber sufrido alguna agresión de parte de sus parejas, por eso hoy alzamos la voz.

Porque aun teniendo el mismo puesto, desempeñando con eficiencia su trabajo, las mujeres ganan entre 6 y 8 por ciento menos que los hombres, por eso hoy alzamos la voz.

Porque según Coneval, los hogares encabezados por mujeres sufren más pobreza alimentaria que los que tienen un jefe de familia, en una proporción de 24 a 20 por ciento.

Una mujer jefa de familia no llega a casa a que le sirvan de comer ni le laven la ropa, por ellas alzamos la voz; porque entre la pobreza rural que vive con menos de un dólar diario en el mundo, más del 70 por ciento son mujeres, por ellas alzamos hoy la voz; 43  por ciento de la mano de obra agrícola es de mujeres, sin embargo, la mayoría de ellas no puede firmar un contrato de producción ni acceder a créditos ni formar parte de los colectivos en las decisiones sobre la tierra que trabajan porque no es de ellas, a pesar de que el 70 por ciento de la producción alimentaria para autoconsumo lo hacen las mujeres.

En ese proceso de alimentar a los suyos realizan una amplia gama de actividades para la producción, el proceso y la comercialización de sus alimentos, las mujeres son recolectoras de agua, de leña, de forraje, poseen conocimientos sobre plantas medicinales, técnicas de conservación de suelos y son lideresas en la revitalización de sus comunidades. Sin embargo, sólo 2.4 de comisariados ejidales o comunales son encabezadas por mujeres, y 64 sólo hablan su lengua indígena, por lo que están excluidas de una información pertinente y a tiempo, por ellas, por todas ellas, alzamos la voz.

En los centros penitenciarios la mayoría de hombres son visitados regularmente por sus familiares, en cambio a las mujeres en reclusión pocas veces les atienden, y aquellas que purgan penas mayores a 5 años apenas 3 por ciento reciben visitas, 97 por ciento de mujeres son abandonadas a su soledad, por ellas, por todas ellas, hoy Día Internacional de las Mujeres alzamos la voz.

Nacimos iguales, fuimos dotadas de inteligencia, de capacidad para distinguir entre lo bueno y lo malo, de tomar decisiones, de ser libres, de asumir responsabilidades, pero también de reír, de ser felices, de recuperar nuestra alegría, de compartir nuestra vida, de ser autónomas, de aprender, de ser respetadas, reconocidas, acompañadas, amadas, por eso, por todo eso, hoy alzamos los hombres y las mujeres la voz, por el reconocimiento de nuestra igualdad como personas.

Queremos, pues, que cada día haya más posibilidad de que las mujeres sigan los pasos de Rosario Marín y de Elvia Carrillo Puerto, como Karen Achach, que nos acompaña aquí, que está a punto de ir a las Olimpiadas con un esfuerzo muy personal, y por eso hoy decimos juntas: queremos que cada vez haya menos razones para alzar la voz contra la violencia.

Felicidades, Rosario.