* Versión del discurso de la senadora Gabriela Cuevas Barron, durante la inauguración de la Semana Cultural de Armenia

Buenos días.

Senador José Rosas Aispuro, vicepresidente de este Senado de la República; excelentísimo embajador Grigor Hovhannissyan, embajador extraordinario y plenipotenciario de la República de Armenia en México; excelentísimo señor embajador Rabah Hadid, embajador extraordinario y plenipotenciario de la República de Argelia también en México, muchas gracias por su presencia en este evento.

Bienvenidos a todos y a todas a este Senado de la República, esta es su casa.

Es para mí un gran honor participar en esta inauguración de la exhibición sobre la cultura única y especial que caracteriza a Armenia, no se puede dudar los armenios aman las bellas artes, su tierra ha visto florecer a grandes músicos intérpretes de música clásica occidental, pero también de canciones litúrgicas tradicionales, como los sharakan. La escultura tiene una presencia extraordinaria en cada aldea armenia, y sobre su arquitectura se han escrito innumerables textos que los sitúan en un lugar destacado en la historia del arte.

En buena medida, precisamente por la majestuosidad de estas creaciones, el país ha sido frecuentemente denominado como un museo al aire libre, pero es quizá la literatura la expresión artística y cultural más destacada de un pueblo que supo honrar su carácter transcontinental a medio camino entre Europa, Asía menor y el Medio Oriente; de hecho la literatura siempre ha jugado un papel fundamental en la identidad cultural armenia, especialmente desde la creación de su alfabeto en el siglo V y por la transcripción de la tradición oral al idioma original armenio.

Este alfabeto consistente en 38 letras y 36 sonidos fonéticos fue acuñado por Mesrop Mashtots, un monje, teólogo y lingüista que buscaba fundamentalmente preservar el patrimonio cultural de su pueblo natal y honrar los numerosos sonidos del idioma nativo en una auténtica lengua escrita. Así el alfabeto armenio comenzó a divulgarse en las numerosas escuelas fundadas para tal fin por el propio Mesrop. Y como era natural la invención del alfabeto marcó el comienzo de la literatura armenia con la traducción de las Sagradas Escrituras, los decretos de los primeros tres concilios religiosos y grandes obras de los filósofos griegos.

La basta historia literaria y artística que seguiría a este momento fundacional se encuentra resguardada en el Instituto de Manuscritos Antiguos de Yerevan, y a través de más de 24 mil manuscritos completos y fragmentos de antiguos pergaminos se atestigua no sólo la riqueza de las traducciones, sino también abundantes obras originales sobre prácticamente todas las áreas del conocimiento.
Los más antiguos pergaminos datan de los siglos V y VI y se ocupan de temas centrales de la antigüedad en materias, como la astronomía, la alquimia, la geografía, medicina, historia, poesía y teatro.

Y qué decir de las construcciones, Armenia es considerado un país de piedras, un país donde se pueden contemplar templos e iglesias, puentes y castillos, fortalezas y ciudades, de hecho la arquitectura fue la primera de las artes de Armenia en ser estudiada de manera metódica y sistemática, y esto no es de extrañar si consideramos que los nombres de ciertas estructuras evocan imágenes y recuerdos específicos de ciertas partes del mundo, como las pirámides en Egipto o los templos griegos.

Y en Armenia, la arquitectura está íntimamente relacionada con el desarrollo de iglesias y catedrales, de hecho se dice que a partir del siglo XI Armenia fue una escuela para arquitectos, en los países vecinos del Oriente Medio y sus domos basados en fundaciones cuadradas se esparcieron a través del Mediterráneo y de Europa.

Por su belleza y funcionalidad, diversas construcciones se han inscrito en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, ahí están por ejemplo la catedral y las iglesias de Echmiadzin y los vestigios arqueológicos de Zvartnots, que dan cuenta de la evolución y el florecimiento de las formas arquitectónicas de la iglesia mercado armenia, con la cúpula central y planta cruciforme.

También está el monasterio de Geghard, ubicado en el valle de Azat y los monasterios de Haghpat y Sanahin, muchas de estas maravillas se podrán observar en esta exhibición que se presenta en el Senado gracias al apoyo del Embajador de Armenia, además se podrán apreciar muestras del arte de las cruces-piedra armenias, simbolismo y técnica de esculpido de las jachkar, que también forman parte de la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco desde el año 2010.

Los jachkar son uno de los símbolos más característicos de la identidad armenia, son estelas esculpidas en piedra por artesanos y se consideran elementos de mediación, entre lo secular y lo divino, y reflejan el desarrollo único que tiene la cultura armenia, de hecho la composición de cada una de las más de 50 mil jachkar erigidas en Armenia es única en su género y no hay dos que sean iguales, estos elementos junto con los grabados y las pequeñas formas arquitectónicas que se presentan en la exhibición, esconden secretos que nos conectan al presente con las tradiciones centenarias que nos hacen ver la relación hombre-Dios, así como los valores al respeto, la cohabitación y el compromiso mutuo.

Por todo lo que representa, la humanidad no puede darse el lujo de poner en riesgo el patrimonio cultural heredado por las antiguas civilizaciones, que han dejado una impronta de incalculable riqueza, de ahí la importancia de eventos como este, que ayudan a la trascendencia de estas obras, que no son patrimonio de Armenia, sino de toda la humanidad.

Espero sinceramente que esta magnífica exhibición sirva a un triple propósito: el de difundir el arte y el alfabeto armenio en México, estimular una consciencia sobre la importancia de proteger y hacer propio el patrimonio cultural del mundo entero, y favorecer también mayores intercambios entre México y Armenia, dos países con civilizaciones milenarias en sus orígenes, pero con una clara visión de futuro sobre la cooperación internacional.

Agradezco de todo corazón lo agradable que ha sido trabajar con usted señor Embajador, con su equipo de trabajo y, sin duda, también agradezco también la presencia de todas y todos ustedes. Una vez más bienvenidos a este Senado de la República.


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