La tragedia de los connacionales que murieron en un tráiler con más de cien migrantes apilados, en San Antonio, Texas, nos revela una forma de operación criminal e inhumana, alentada por la criminalización hacia los mexicanos y centroamericanos que encabeza la administración de Donald Trump en Estados Unidos.
Hasta ahora sabemos que 34 de los 39 migrantes localizados en la caja de un tráiler son mexicanos, de los cuales 7 fallecieron y 27 están hospitalizados. Las otras víctimas son de Centroamérica.
El secretario de Gobierno de Calvillo, Aguascalientes, José Manuel Velasco Serna, indicó que cada uno de estos migrantes mexicanos tuvo que pagar entre 5 mil 500 a 6 mil dólares a polleros que negociaron con sus familias en Estados Unidos para llevarlos a territorio norteamericano de manera indocumentada.
“Llevarlos en la caja cerrada en un tráiler, sin ventilación es invitarlos a la muerte”, afirmó también el funcionario de Calvillo, Aguascalientes, municipio de done provenía una de las víctimas, José Rodríguez Aspeitia, campesino de 37 años, originario de El Llano.
La cancillería mexicana también ha informado que aún no se pueden identificar a las 34 víctimas, dos adultos y dos menores de edad. Sólo sabemos que 10 son de Aguascalientes y los demás provienen de Veracruz, Zacatecas, Oaxaca, Michoacán, San Luis Potosí, Jalisco, Estado de México y hasta de la Ciudad de México.
Los sobrevivientes se encuentran en siete hospitales y tienen la asistencia de abogados especializados en migración, según la cónsul mexicana en San Antonio, Reyna Torres Mendívil.
Esta tragedia y sus dimensiones nos demuestran que este comercio ilegal de personas es alimentada por la falta de opciones de vida en sus lugares de origen, por las restricciones del gobierno de Estados Unidos y por una red criminal de la que ninguno de los países involucrados está a salvo. Tan responsables son los polleros mexicanos como las redes de tráfico existentes en Norteamérica.
La tragedia de San Antonio ocurre también en vísperas del inicio de las renegociaciones del TLCAN con Estados Unidos y Canadá. Esto demuestra que si sólo se abren las fronteras a las mercancías, a los capitales y a los bienes y servicios, sin tomar en cuenta a las personas, a los trabajadores indocumentados y a los migrantes, lo único que hacemos es alentar nuevos fenómenos que, desgraciadamente, nos recuerdan a los hornos del nazi-fascismo donde se eliminaba a los “prescindibles”, a quienes no tenían derechos.
Esto es un llamado de urgencia a tomar medidas preventivas y a colocar a los migrantes en el centro de nuestra política exterior frente a Estados Unidos. No es sólo el comercio o las inversiones. Son las personas las que nos deben importar.
Sen. Dolores Padierna Luna
Coordinadora del Grupo Parlamentario PRD
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