Eduardo Guerrero Gutiérrez, consultor en políticas públicas de seguridad pública, consideró que en los próximos años “no se podrán suprimir o desaparecer a las organizaciones criminales que producen o trafican droga en México”.
Lo anterior, durante la presentación de un análisis de la violencia que se ha registrado en los últimos años en México, ante los integrantes de la Comisión de la Seguridad Ciudadana, Combate y Prevención al Narcotráfico, Terrorismo y Crimen Organizado, del Parlamento Latinoamericano.
Guerrero Gutiérrez dijo que a lo que sí aspiran los gobiernos tanto federal como los subnacionales “es a regular el comportamiento de estas organizaciones para ponerles límites y que no se vuelvan tan nocivas como hasta ahora lo están haciendo”.
“La preocupación mayor de México no es reducir la oferta sino reducir el daño que causan los cárteles”, enfatizó.
El especialista examinó ante los parlamentarios latinoamericanos la estrategia de seguridad que empleó el gobierno de Felipe Calderón, la cual privilegió el crecimiento de la Policía Federal al pasar de 16 mil elementos a 35 mil, mientras que triplicó el presupuesto de la Secretaria de Seguridad Pública en 5 años.
Manifestó que hubo una “fijación” en capturar a los grandes capos de los cárteles, lo que se convirtió en un indicador de éxito en la estrategia cuando quizás debió haber sido un insumo.
Ello, explicó, generó un problema más grave en estabilidad de los cárteles con consecuencias muy funestas en términos de violencia, pues se produjo una crisis de gran escala.
Aunado a ello, dijo, los cárteles se multiplicaron al pasar de 6 en 2006 a 11 al término de 2012.
Subrayó que otro problema que se generó fue que muchos mandos de las organizaciones criminales optaron por desertar y fundar sus propias mafias locales en varias partes del país, sobre todo en el centro, que ahora se dedican de manera masiva a extorsionar y secuestrar.
Con ello, las células que se desprendieron empezaron a ubicarse en otros territorios y la violencia comenzó a dispersarse.
Por otro lado, mencionó que el gobierno mexicano declaró en algunas ocasiones que aunque era lamentable este crecimiento de violencia “estábamos en un proceso de autodestrucción” de los carteles porque “los malos se estaban matando los unos a otros y dentro de lo malo de la situación, las cosas podrían ir mejor en el futuro porque una vez que estos tipos se destruyeran unos a otros podríamos ver la luz y resulta que las cosas son más complicadas que eso”.
Otro gran defecto que el analista contempló fue que se aumentó ira capacidad punitiva y de arresto, sin embargo ese esfuerzo no estuvo acompañado del mejoramiento de las capacidades de investigación del Ministerio Público, de manera que el 90 por ciento de la gente arrestada salía libre a los pocos días por falta de pruebas.
“Tampoco hicimos un gran esfuerzo por mejorar el sistema penitenciario que sobrepoblamos con gente de alta peligrosidad y fueron muy frecuentes las fugas y ejecuciones al interior de los penales”.
Por último, señaló que hay líneas de continuidad y de contraste en la estrategia del presidente Enrique Peña Nieto con respecto a su antecesor y una primera línea de contraste es el énfasis que se ha hecho en prevención social y en atender a los grupos de jóvenes.
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