Número-898
- Alcanzar el pleno reconocimiento de “votar, ser votadas y ser electas” ha representado un largo camino, que aún se sigue construyendo.
La violencia política de género se ejerce contra las mujeres en diversos espacios y por diferentes actores y van desde la agresión física, las amenazas, la discriminación, las humillaciones sutiles e imperceptibles, hasta el asesinato; en su creciente búsqueda de espacios para ejercer la toma de decisiones públicas en favor de la sociedad en general, afirmó la senadora Martha Tagle.
La senadora sin partido encabezó la presentación del libro “Cuando hacer política te cuesta la vida”, de las autoras Flavia Freidenberg, integrante del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, y Gabriela del Valle Pérez, magistrada de la Sala Regional de Guadalajara.
Recordó que en México, el derecho al voto por parte de las mujeres se consiguió hasta 1953, y se llegó hasta la reforma político-electoral de 2014 que incluyó en el artículo 41 constitucional el principio de paridad de género en las candidaturas y su reglamentación en la legislación electoral.
El avance en esa dimensión, dijo, ha sido lento, toda vez que alcanzar el pleno reconocimiento del trinomio “votar, ser votadas y ser electas” ha representado un largo camino, que aún se sigue construyendo.
Uno de los argumentos más comunes al interior de los partidos políticos es que “no cuentan con los perfiles y trayectorias políticas que se requieren”, y para atender ese argumento, se contempló el tres por ciento del financiamiento público ordinario para la capacitación y fortalecimiento de liderazgos de mujeres; y pese al impulso de un reglamento de fiscalización que exige la rendición de cuentas, en la mayoría de los casos los partidos encuentran mecanismos para darle vuelta, no cumplir e, incluso, prefieren pagar la multa correspondiente.
La senadora Tagle expuso que no existe una sola estrategia que de manera “mágica” ayude a romper esos “candados”; y sólo existen diversas posibilidades de acción encaminadas a sumar esfuerzos y voluntades.
Esas estrategias, agregó, son democratizar la vida interna de los partidos políticos; exigir y vigilar que el tres por ciento del financiamiento público sea realmente utilizado para la capacitación, la promoción y el desarrollo del liderazgo político de las mujeres; fomentar la denuncia de las violaciones a sus derechos políticos; generar y apoyar el trabajo en red de las mujeres; y no dejar invisibilizado ningún tipo de agresión en contra de ellas.
Flavia Freidenberg expuso que parece un título exagerado, pero a lo largo de los años sobran los ejemplos de agresiones y asesinatos contra mujeres que buscaban su derecho a ejercer la política, y falta ver lo que suceda de aquí al primero de julio en el actual proceso electoral.
Gabriela del Valle explicó que el texto aborda la versión cruda de lo que significa para muchas mujeres que tratan de hacer política y que más allá de agresiones físicas y amenazas, les puede costar la vida a manos del machismo que ejerce el poder. “Hay que seguir reflexionando para encontrar soluciones al problema”, indicó.
Santiago Nieto Castillo, ex titular de la FEPADE, expresó que se debe empezar por eliminar los estereotipos contra ellas, como el que no sirven para hacer política o cuando en municipios las agreden física y verbalmente en público y frente a los hombres, hasta lamentables casos de asesinatos.
En el aspecto legislativo, dijo, se necesita fijar una ruta que lleve al empoderamiento de las mujeres y fijar el tipo penal en la legislación para castigar las conductas reprobables contra las mujeres.
Al acto asistieron la senadora Silvia Martínez Elizondo, del PAN, y Mauricio Rodríguez Alonso, secretario de Educación de la Ciudad de México, entre invitadas e invitados especiales.
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