Al respecto, el presidente de la Comisión, Javier Castellón Fonseca (PRD), dijo que este miércoles presentarán un punto de acuerdo, “porque es la intención de esta Comisión llegar a una conclusión sobre el uso de este detector que ha resultado un engaño”.
Agregó que han recibido quejas de personas que han sido detenidas por errores de los registros de este aparato que detecta presencia de armas, drogas, explosivos y dinero.
El legislador subrayó que es un asunto de vida o muerte, descifrar su funcionamiento, ya que el GT 200, no sólo arroja falsos resultados positivos al detectar drogas donde no las hay, poniendo en riesgo la integridad de personas inocentes, o falsos negativos que provocan la muerte por explosivos al no descubrirlos, como sucedió en Irak, Afganistán y Tailandia,
Por su parte la senadora del PRD. Yeidckol Polevnsky advirtió que este asunto lo deben conocer las autoridades, ya que está en riesgo la vida del propio personal militar al maniobrar un aparato que miente al no detectar explosivos donde sí los hay o drogas donde no existen, ofendiendo la integridad de personas inocentes.
“Si estos juguetitos funcionaran –agregó—no tendríamos más de 50 mil muertos producto de la delincuencia organizada, ni hubieran entrado al país más de diez mil armas a través de la operación Rapido y Furioso, sin que ninguna autoridad militar o policiaca se enterara”.
Arturo Alejandro Menchaca, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, dijo que a pesar de que el funcionamiento del detector molecular GT 200 ha sido cuestionado por instituciones científicas internacionales y gobiernos extranjeros, la Secretaría de la Defensa Nacional se niega a que se le hagan pruebas científicas para verificar su funcionamiento.
Añadió que la SEDENA alega que se encuentra imposibilitada de realizar esas pruebas porque lo prohíbe el contrato firmado con la empresa fabricante, Global Technical, con sede en Londres, Inglaterra.
Ante ello, dijo que es necesario que el poder legislativo se pronuncie contra ese procedimiento contractual que prohíbe una prueba independiente de efectividad del detector propiedad de la SEDENA, pero también propiedad de la nación.
En tanto, el científico Alejandro Frank Hoetlich, dio a conocer que la SEDENA ha comprado 729 detectores moleculares GT 200, con un costo de 272 millones de pesos; la Secretaría de Marina, 102, por casi 30 millones de pesos y Petróleos Mexicanos, 52 aparatos valuados enr 18 millones de pesos.
Informó que el gobierno de Gran Bretaña, donde radica el fabricante, advirtió que este aparato no es efectivo, por lo que prohibió su exportación, pero sólo hacia países donde hay tropas inglesas. Por su parte, la Marina estadounidense, al comprobar la ineficacia del instrumento, prohibió su importación.
El científico mostró una radiografía del GT 200, donde se aprecia que su interior está vacío; no cuenta con ningún dispositivo. Sólo tiene un pequeño foco que ilumina una pantalla, así como una antena que se mueve de acuerdo a los deseos, conscientes o no, del operador, respondiendo a pequeños movimientos de la mano.
Explico que a través del IFAI, los científicos preguntaron al fabricante cuál es el principio del funcionamiento del GT 200. La respuesta típica fue tajante: “en el contrato formalizado entre la compañía y la SEDENA, quedó estipulado que cualquier información técnica sobre el funcionamiento del detector se considera como reservado”.
Por ello, agregó Frank Hoetlich, es necesario que la comunidad científica mexicana realice, diseñe, implemente, evalúe y valide pruebas controladas del instrumento. Además esta información servirá a la SEDENA y Marina para contar con evidencia científica que les permita juzgar de manera definitiva el funcionamiento del GT 200.
A la reunión, asistieron también el senador del PRD, Carlos Sotelo García integrante de la Comisión de Ciencia y Tecnología, y los científicos Alejandro Ramírez, físico nuclear; Raúl Alva catedrático de la Facultad de Ciencias de la UNAM, Martín Bonfil, profesor de ciencias biológicas de la Universidad Autónoma Metropolitana y Andrés Tonini, investigador científico.
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