“Hubo las metas milenarias del desarrollo, que se establecieron en el año 2000. Hoy en día hay una discusión muy amplia en las Naciones Unidas sobre nuevas metas de desarrollo que van a tomar efecto a partir de 2015, y estamos haciendo una argumentación a los gobiernos que esta vez tienen que cambiar la lógica e involucrar a los Parlamentos desde el inicio”.
Al reunirse con la Delegación Permanente de México ante la UIP, Anders B. Johnsson mencionó que “la experiencia nuestra durante estos últimos años es que los Parlamentos no fueron involucrados en las metas de desarrollo (…) pero si uno quiere que esas metas sean efectivas, tienen que ser traducidas dentro de un Plan Nacional de Desarrollo y ser debatidas en los Congresos”.
Agregó que sería muy útil que, por ejemplo, el Congreso de México demuestre interés sobre este tema. “Si los Parlamentos se involucran, pueden tener un papel mucho más importante en materia de desarrollo humano”.
En el encuentro, el secretario general de la UIP señaló que México tuvo “un gran salto” en las elecciones presidenciales de 2012, “ahora hay muchas más mujeres en el Parlamento”.
Por su parte, la senadora Gabriela Cuevas Barrón, quien es presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores, señaló que México puede “impregnarle un sello particular” a la UIP a través de una agenda puntual: el tema de las mujeres y la equidad, cambio climático, agenda social.
Dijo que desde la Unión Interparlamentaria debe encontrarse un mecanismo de trabajo que permita llegar a resoluciones en las asambleas y que sean vinculatorias para los países.
En su participación, el senador del PRI, Raúl Aarón Pozos Lanz, señaló que México no adoptó con la suficiente convicción los Objetivos de Desarrollo del Milenio acordados por la ONU en el año 2000. “Estos objetivos y acuerdos internacionales deben tratarse no sólo en el Congreso federal, sino a nivel de los estados para que se logren las metas propuestas”.
Reiteró que es necesario que los acuerdos internacionales se vinculen también hacia los Congresos locales, pues la experiencia de hace 13 años demuestra que los acuerdos de las Naciones Unidas no fueron tratados con convicción.
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