Versión Estenográfica de la Sesión Solemne del Senado de la República para entregar la Medalla de Honor Belisario Domínguez, correspondiente al año 2016, post mortem, al ciudadano Gonzalo Rivas Cámara.

SENADOR PABLO ESCUDERO MORALES: Con fundamento en el artículo 100 de la Ley Orgánica del Congreso General; y el artículo 9º del Reglamento de la Medalla de Honor Belisario Domínguez, damos inicio a la Sesión Solemne convocada para realizar la entrega de este galardón y del diploma correspondiente.

SENADORA ITZEL SARAHÍ RÍOS DE LA MORA: Se les solicita ponerse de pie a efecto de rendir honores de la ordenanza al Presidente de la República.

(ENTONACIÓN DEL HIMNO NACIONAL)

Sírvanse tomar asiento.

SENADOR PABLO ESCUDERO MORALES: Damos la bienvenida al señor presidente de la República, al licenciado Enrique Peña Nieto.

Al ministro Eduardo Medina Mora, en representación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. 

Al presidente de la Cámara de los Diputados, diputado Edmundo Javier Bolaños Aguilar.

Al gobernador del estado de Chiapas, licenciado Manuel Velasco Coello.

Al jefe de Gobierno de la Ciudad de México, doctor Miguel Ángel Mancera Espinosa.

A la familia del señor Gonzalo Miguel Rivas Cámara, especialmente a la señora Clitia Cámara Murillo, madre del galardonado, quien nos acompaña en este presídium.

Asimismo, damos la más cordial bienvenida al licenciado Miguel Ángel Osorio Chong, titular de la Secretaría de Gobernación.

Y al licenciado Julio Antonio Hernández Barros, comisionado presidente de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas.

Agradecemos la presencia de los señores diputados federales, de los distinguidos miembros del Gabinete Legal y Ampliado del Poder Ejecutivo Federal; de los representantes de los Poderes del estado de Chiapas y del presidente municipal de Comitán.

Reconocemos y agradecemos la presencia de las distinguidas ciudadanas y ciudadanos que con anterioridad recibieron la Medalla de Honor Belisario Domínguez.

Todos honran con su presencia al Senado de la República.

Solicito a la Secretaría proceda a pasar lista de honor.

SENADORA ITZEL SARAHÍ RÍOS DE LA MORA: Se solicita a los presentes ponerse de pie.

Senador Belisario Domínguez.

SENADOR PABLO ESCUDERO MORALES: Murió por la patria, en defensa de la libertad.

SENADORA ITZEL SARAHÍ RÍOS DE LA MORA: Sírvanse tomar asiento.

SENADOR PABLO ESCUDERO MORALES: Solicito a la senadora Itzel Sarahí Ríos de la Mora, secretaria de la Mesa Directiva, dé lectura a la histórica proclama del doctor y senador Belisario Domínguez, correspondiente a la Vigésima Séptima Legislatura del Senado de la República.

SENADORA ITZEL SARAHÍ RÍOS DE LA MORA: Procedo a dar lectura al texto del discurso del senador Belisario Domínguez.

“Señor Presidente del Senado: Por tratarse de un asunto urgentísimo para la salud de la patria, me veo obligado a prescindir de las fórmulas acostumbradas y a suplicar a usted se sirva dar principio a esta sesión, tomando conocimiento de este pliego y dándolo a conocer enseguida a los señores senadores. 

Insisto, señor Presidente, que este asunto debe ser conocido por el Senado en este mismo momento, porque dentro de pocas horas lo conocerá el pueblo y urge que el Senado lo conozca antes que nadie.

Señores senadores: Todos vosotros habéis leído con profundo interés el informe presentado por don Victoriano Huerta ante el Congreso de la Unión el 16 del presente.

Indudablemente, señores senadores, que lo mismo que a mí, os ha llenado de indignación el cúmulo de falsedades que encierra ese documento. 

¿A quién se pretende engañar, señores? ¿Al Congreso de la Unión? No, señores, todos sus miembros son hombres ilustrados que se ocupan en política, que están al corriente de los sucesos del país y que no pueden ser engañados sobre el particular. 

Se pretende engañar a la nación mexicana, a esta patria que confiando en vuestra honradez y vuestro valor, ha puesto en vuestras manos sus más caros intereses.

¿Qué debe hacer en este caso la representación nacional?

Corresponder a la confianza con que la patria la ha honrado, decir la verdad y no dejarla caer en el abismo que se abre a sus pies.

La verdad es ésta: 

Durante el gobierno de don Victoriano Huerta, no solamente no se hizo nada en bien de la pacificación del país, sino que la situación actual de la República, es infinitamente peor que antes. 

La Revolución se ha extendido en casi todos los estados. Muchas naciones, antes buenas amigas de México, rehúsanse a reconocer su gobierno, por ilegal; nuestra moneda encuéntrase depreciada en el extranjero; nuestro crédito en agonía; la prensa de la República amordazada, o cobardemente vendida al gobierno y ocultando sistemáticamente la verdad; nuestros campos abandonados; muchos pueblos arrasados y, por último, el hambre y la miseria en todas sus formas, amenazan extenderse rápidamente en toda la superficie de nuestra infortunada patria.

¿A qué se debe tan triste situación?

Primero, y antes de todo, a que el pueblo mexicano no puede resignarse a tener por Presidente de la República a don Victoriano Huerta, al soldado que se apoderó del gobierno por medio de la traición y cuyo primer acto al asumir la presidencia fue asesinar cobardemente al presidente y vicepresidente legalmente ungidos por el voto popular; habiendo sido el primero de éstos, quien colmó de ascensos, honores y distinciones a don Victoriano Huerta y habiendo sido él, igualmente, a quien don Victoriano Huerta juró públicamente lealtad y fidelidad inquebrantables.

Y segundo, se debe esta triste situación a los medios que Victoriano Huerta se ha propuesto emplear, para conseguir la pacificación. Estos medios ya sabéis cuáles han sido: únicamente muerte y exterminio para todos los hombres, familias y pueblos que no simpaticen con su gobierno.

"La paz se hará cueste lo que cueste", ha dicho don Victoriano Huerta. ¿Habéis profundizado, señores senadores, lo que significan esas palabras en el criterio egoísta y feroz de don Victoriano Huerta? Estas palabras significan que don Victoriano Huerta está dispuesto a derramar toda la sangre mexicana, a cubrir de cadáveres todo el territorio nacional, a convertir en una inmensa ruina toda la extensión de nuestra patria, con tal de que él no abandone la presidencia, ni derrame una sola gota de su propia sangre.

En su loco afán de conservar la presidencia, don Victoriano Huerta está cometiendo otra infamia. Está provocando con el pueblo de Estados Unidos de América un conflicto internacional en el que, si llegara a resolverse por las armas, irían estoicamente a dar y a encontrar la muerte todos los mexicanos sobrevivientes a las amenazas de don Victoriano Huerta; todos, todos menos don Victoriano Huerta, ni don Aureliano Blanquet, porque esos desgraciados están manchados con el estigma de la traición, y el pueblo y el ejército los repudiarían, llegado su momento.

Esa es, en resumen, la triste realidad. Para los espíritus débiles parece que nuestra ruina es inevitable, porque don Victoriano Huerta se ha adueñado tanto del poder, que para asegurar el triunfo de su candidatura a la presidencia de la República, en la parodia de elecciones anunciadas para el 26 de octubre próximo, no ha vacilado en violar la soberanía de la mayor parte de los estados, quitando a los gobernadores constitucionales e imponiendo gobernadores militares que se encargarán de burlar a los pueblos por medio de farsas ridículas y criminales.

Sin embargo, señores, un esfuerzo supremo puede salvarlo todo. Cumpla con su deber la representación nacional y la patria está salvada y volverá a florecer más grande, más unida y más hermosa que nunca.

La representación nacional debe deponer de la presidencia de la República a don Victoriano Huerta por ser él contra quien protestan con mucha razón todos nuestros hermanos alzados en armas, y de consiguiente por ser él quien menos puede llevar a efecto la pacificación, supremo anhelo de todos los mexicanos.

Me diréis, señores, que la tentativa es peligrosa porque don Victoriano Huerta es un soldado sanguinario y feroz, que asesina sin vacilación, sin escrúpulo a todo aquel que le sirve de obstáculo. 

¡No importa, señores! La patria os exige que cumpláis con vuestro deber, aun con el peligro y aun con la seguridad de perder la existencia. 

Si en vuestra ansiedad de volver a ver reinar la paz en la República os habéis equivocado, habéis creído en las palabras falaces de un hombre que os ofreció pacificar a la nación en sólo dos meses y le habéis nombrado presidente de la República. 

Hoy que veis claramente que este hombre es un impostor inepto y malvado, que lleva a la patria con toda velocidad hacia la ruina, ¿dejaréis por temor a la muerte que continúe en el poder?

Penetrad en vosotros mismos, señores, y resolved esta pregunta: ¿Qué se diría de la tripulación de un gran navío que en la más violenta tempestad y en un mar proceloso, nombrara piloto a un carnicero que sin ningún conocimiento náutico navegara por primera vez y no tuviera más recomendación que la de haber traicionado y asesinado al capitán del barco?

Vuestro deber es imprescindible, señores, y la patria espera de vosotros que sabréis cumplirlo.

Cumpliendo ese primer deber, será fácil para la representación nacional cumplir los otros que de él se derivan, solicitándose enseguida de todos los jefes revolucionarios que cesen toda hostilidad y nombren sus delegados para que, de común acuerdo, elijan al presidente que deba convocar a elecciones presidenciales y cuidar que éstas se efectúen con toda legalidad.

El mundo está pendiente de vosotros, señores miembros del Congreso Nacional Mexicano, y la patria espera que la honraréis ante el mundo, evitándole la vergüenza de tener por primer mandatario a un traidor y asesino.

Firma doctor Belisario Domínguez, senador por el estado de Chiapas. 

Nota: Urge que el pueblo mexicano conozca este discurso, para que apoye a la representación nacional, y no pudiendo disponer de ninguna imprenta, recomiendo a todo el que lo lea que saque cinco o más copias, insertando también esta nota y que las distribuya a sus amigos y conocidos de la capital y de los estados.

¡Ojalá hubiera un impresor honrado y sin miedo!”

Es cuanto, señor presidente.

SENADOR PABLO ESCUDERO MORALES: Muchas gracias, senadora.

Se concede el uso de la palabra a la senadora Sonia Mendoza Díaz a nombre de la Cámara de los Senadores.

SENADORA SONIA MENDOZA DÍAZ: Licenciado Enrique Peña Nieto, Presidente de la República;

Ministro Eduardo Medina Mora, en representación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Senador Pablo Escudero Morales, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores.

Diputado Edmundo Javier Bolaños Aguilar, presidente de la Cámara de Diputados.

A la familia del señor Gonzalo Miguel Rivas Cámara, especialmente a la señora Clitia Cámara Murillo, madre del galardonado, quien nos acompaña en este presídium.

Compañeras y compañeros senadores; invitados especiales, autoridades que nos acompañan y público en general:

Nuestro tiempo está marcado por acontecimientos intempestivos. Algunos sociólogos nombran la modernidad que vivimos como tiempos líquidos.

Su característica fundamental es que las dinámicas sociales son cada vez más complejas y evolucionan de manera flexible y cambiante ante instituciones que intentan dirigir el sentido del futuro, mientras ellas mismas están inmersas en esos procesos de profunda transformación social y, sin embargo, se mueve, habría dicho Galileo después de ser obligado a adjurar en el siglo XVII.

Y los hombres y mujeres del presente, bien podríamos complementar diciendo sí, y cada vez se mueve más rápido.

La tecnología, la comunicación, la cultura, las nuevas tendencias artísticas e incluso la economía y la política, experimentan procesos incesantes de cambio.

Hoy como nunca, los seres humanos tomamos decisiones con grandes franjas de incertidumbre e imprevisibilidad, frente a una vida que constantemente nos confronta con sus dilemas. 

La gran pregunta es: Si el signo constante de la modernidad es el cambio, ¿cuáles deberían ser los valores y cuáles los principios inmutables que sirven de referente para aquello que el filósofo prusiano Immanuel Kant llamaba “una norma universal de conducta”? 

¿Qué ejemplos de comportamiento debemos reivindicar como deseables para una sociedad que, como la mexicana, aun estando dolorosamente acicateada por flagelos como la corrupción, la inseguridad o la pobreza, es capaz de mantener su convicción en la legalidad, la unión y la esperanza de una vida mejor para sus hijos?

Si ello es posible, lo es porque en la memoria de muchos mexicanos sobreviven los ejemplos de entrega y abnegación de otros compatriotas que, desprendiéndose de todo interés o cálculo, han realizado actos extraordinarios de solidaridad, sacrificio o defensa de sus ideales.

Esas y esos que con valentía han predicado en carne propia que la forma más eficaz de cambiar el mundo es hacer cuanto sea posible para cambiar la vida de las personas que están alrededor. Ante los ingentes tiempos que vivimos, bien vale la pena volver a los mexicanos de pensamiento universal que, como don Belisario Domínguez Palencia, respondieron con hechos y no con palabras a la pregunta con la que ha comenzado mi disertación.

¿Es posible que una acción decidida encarne los valores éticos que nos dan sentido y preservan como cuerpo social?

El hijo pródigo de Comitán nos dio la respuesta en el legendario discurso contra Huerta el 17 de septiembre de 1913.

“Un supremo esfuerzo puede salvarlo todo. Cumpla con su deber la representación nacional y la patria está salvada y volverá a florecer más grande, más unida y más hermosa que nunca”.

“La patria os exige que cumpláis con vuestro deber, aún con el peligro y aún con la seguridad de perder la existencia”. 

“Vuestro deber es imprescindible, señores, y la patria espera de vosotros que sabréis cumplirlo”.

Este es justamente el propósito y la misión que el Senado de la República le ha dado a la presea Belisario Domínguez.

Hoy, entregamos la Medalla Belisario Domínguez a un mexicano que en un acto de heroísmo, aún con el peligro o la seguridad de perder la existencia, supo cumplir con el deber imprescindible que le dictó su conciencia.

Le corresponde a esta Asamblea, sede de la representación nacional, honrar esa conducta. Se ha dado lección irreprochable de amor a sus semejantes y de una valentía formidable.

Al ofrendar su vida para proteger la de otros, Gonzalo Miguel Rivas Cámara demostró ser un hombre íntegro, al que la vida le colocó sobre los hombros el colosal peso de decidir ponerse a salvo o salvar a los demás aún a costa de perder la existencia.

Eligió lo segundo y al hacer visible y reivindicar las lecciones de su sacrificio, estoy segura que la patria será un poco más como quería Belisario Domínguez: más grande, más unida y más hermosa que nunca.

La Medalla Belisario Domínguez fue instituida para reconocer a las mexicanas y a los mexicanos excepcionales, que se han distinguido por sus altos valores y por su labor en beneficio del país.

Queremos así subrayar que en tiempos de egoísmo e irritación, el gesto de Gonzalo Rivas es de un mexicano sencillo, padre de familia, responsable como la mayoría de nuestro país, es digno de ser reconocido como ejemplo.

La presea ha sido otorgada siempre a políticos, intelectuales, profesionistas o empresarios. 

En esta ocasión, sin embargo, será entregada a un ciudadano que en un determinado momento de su vida fue capaz de un sacrificio heroico, arriesgar su propia vida para evitar la muerte de muchas personas.

Al hacerle entrega del mayor reconocimiento del Senado de la República, estamos subrayando el profundo sentido de dignidad humana, de su noble gesto y debe ponerse en perspectiva que jamás ha sido intención de esta asamblea controvertir o desdorar ningún movimiento ni ninguna causa social.

Al conferir este galardón reconocemos el arrojo que muchas y muchos mexicanos han sentido en distintos momentos de sus vidas y especialmente de aquellos en cuyo corazón anidó el sentimiento más genuino y desinteresado que puede existir: servir a nuestra patria o a la humanidad.

Por supuesto que admitimos que esa vocación generosa de entrega a los demás puede adquirir diferentes formas, expresiones, tonos o significados.

En algunos hombres y mujeres esa constancia de filantropía arrebatada puede ser a través del arte, la ciencia, el trabajo social o la construcción de instituciones, pero indudablemente también puede ser a través del sacrificio o del heroísmo y este es el caso.

El debate y el disenso son consustanciales a toda sociedad democrática, pues a medida que nuestra pluralidad se ensanchan las unanimidades se tornan casi imposibles.

Algunas voces tratan de quitar mérito a Gonzalo Rivas., elucubrando si habría de alguna u otra manera de evitar la conflagración, si efectivamente el colapso ocurriría o si la magnitud del daño tendría la devastadora proporción que algunos expertos han pronosticado.

No podemos evitar que desde el confort de la pura reflexión abstracta, quien lo desee pueda construir todo un castillo de escenario, pero lo absolutamente incontrovertible es que Gonzalo Rivas no hizo esos elaborados ejercicios de prospectiva y quizá no pudo, porque la urgencia de la situación sólo le ofreció dos posibilidades: actuar como lo habría hecho cualquiera o hacerlo como sólo lo haría un héroe.

Él eligió lo segundo y este es el reconocimiento que hoy le hacemos a su memoria y a su familia aquí presente. Un héroe de carne y hueso, fue nuestro condecorado, quien el 12 de diciembre de 2011 se encontraba en su oficina, una gasolinera de Chilpancingo, cuando inició el fuego en una de las bombas despachadoras de gasolina, como resultado de un enfrentamiento entre policías y estudiantes.

De acuerdo con sus compañeros de trabajo, mientras todos corrieron a ponerse a salvo, Gonzalo buscó un extinguidor para controlar el incendio.

Si bien logró impedir que se extendiese a los depósitos de gasolina, el fuego alcanzó el contendor de plástico dejando junto a la bomba que al derretir ocasionó una llamarada que lo alcanzó provocándole el 80 por ciento de quemaduras de tercer grado en su cuerpo.

Esta acción admirable le costó la vida tres semanas después. Valiente y comprometido fue Gonzalo Rivas, quien antes de llegar al estado de Guerrero, en su natal Veracruz formó parte de la Marina, donde estudiaría la carrera de ingeniería en sistemas y donde llegó al grado de Teniente de Fragata.

Es importante resaltar este dato, pues es sabido que quienes estudian en las escuelas de esta loable institución, se caracterizan por su noble comportamiento y actuación desinteresada.

Es debido a la formación recibida que se rige de acuerdo con valores y principios que su comportamiento lo lleva a dar lo mejor de sí.

Al honrar a Gonzalo Rivas, también rendimos homenaje a la Marina Armada de México, que forma sus elementos con los valores de ayuda y sacrificio por los demás.

Y a Gonzalo Rivas, una persona formada con esos valores, educada en un ambiente donde se estimula el altruismo, la generosidad y la solidaridad.

Señoras y señores senadores:

Hoy estamos dando un reconocimiento a un acto de heroísmo incuestionable.

No hay política detrás de la decisión, como tampoco la hubo en la acción desinteresada de Gonzalo Rivas.

Pero hallo en la segunda un profundo significado de virtud cívica, eso a lo que Mario Vargas Llosa apeló cuando escribió su fantástica novela El Héroe Discreto.

Esa fascinante hidalguía ciudadana de la que es capaz un hombre en un momento de grave riesgo, es la misma que distinguió a los miles de héroes discretos que salvaron a tantos durante el sismo de 1985, o a Belisario Domínguez, para predicar aquellos que salvaría la Patria aunque significara para él perder la vida.

En todos y cada uno de estos actos está presente el espíritu desprendido que aquel 12 de diciembre de 2011, inspiró a Gonzalo Rivas Cámara a cargar en sus hombros el peso de salvar a quienes probablemente ni siquiera se enterarían de su sacrificio.

En este país, en el que se cometen muchos hechos condenables por su crueldad y su violencia, es preciso destacar todas aquellas conductas, grandes y pequeñas, que nos hacen confirmar la bondad y el amor hacia nuestros semejantes.

Todos los días hay vidas que se salvan por la acción desinteresada de hombres y mujeres de bien, que anónima y desinteresadamente se desprenden de lo que tienen, a veces en situaciones de peligro se desprenden de su propia vida para proteger o para hacer mejor la vida de otros seres humanos.

Vaya para todas las personas que así se comportan, un mensaje de agradecimiento y solidaridad.

La Medalla para Gonzalo Rivas es una forma genuina de honrar a todas y todos aquellos que han sido capaces de actos heroicos, sin esperar nada a cambio.

Por mi conducto, las y los senadores de la República hacemos votos porque este tipo de actos estimule la confianza de que al hacer algo por otro ser humano lo hacemos por toda la humanidad.

Que sirva esta entrega de la Medalla Belisario Domínguez al héroe de Chilpancingo, como ya es conocido, para fortalecer los debilitados lazos de unión y fraternidad de los mexicanos.

La Medalla Belisario Domínguez para Gonzalo Rivas Cámara, reviste una enorme trascendencia moral, ética y humana.

Creer en lo mejor del ser humano es hacer del humanismo una realidad.

Quisiera concluir con las palabras del gran filósofo Jacques Maritain, cuando dijo:

“Claro que puede haber un humanismo heroico, un humanismo desprendido y consciente de sí mismo, que conduzca al hombre al sacrificio y a una grandeza verdaderamente sobrehumana, porque entonces el dolor humano abre los ojos y es soportado con amor, no en la renuncia a la alegría sino en una mayor sed y desbordamiento de alegría”.

El de Gonzalo Rivas fue indudablemente un humanismo heroico.

Muchas gracias.

SENADOR PABLO ESCUDERO MORALES: Gracias senadora Sonia Mendoza.

Y les solicito ponerse de pie para el acto de entrega de la Medalla de Honor Belisario Domínguez y del diploma correspondiente, al señor Gonzalo Miguel Rivas Cámara, que lo acredita post mortem como miembro de la Orden Mexicana de esta presea.

Recibirá la presea y el diploma la señora Clitia Cámara Murillo, madre del galardonado.

SENADORA ITZEL SARAHÍ RÍOS DE LA MORA: Se les solicita ponerse de pie.

(ENTREGRA DE MEDALLA DE HONOR Y DIPLOMA)

Sírvanse tomar asiento.

SENADOR PABLO ESCUDERO MORALES: Se concede el uso de la palabra al teniente Iván Inocencio Rivas Cámara, en representación del señor Gonzalo Miguel Rivas Cámara, galardonado post mortem con la Medalla de Honor Belisario Domínguez 2016.

Tiene el uso de la palabra, Teniente.

TENIENTE IVÁN INOCENCIO RIVAS CÁMARA: Cuando supimos lo que le había pasado a Gonzalo, no podíamos creerlo. Sencillamente estábamos dolidos y preocupados.

Como a cualquiera le hubiera ocurrido, la noticia de que un ser querido se debatía entre la vida y la muerte, fue algo impactante y terrible. Lo queríamos simplemente bien, queríamos muchas cosas en ese momento. Hoy mismo y en este instante quisiera tan sólo que estuviera aquí.

Gonzalo Miguel Rivas Cámara, mi hermano, murió el 1 de enero de 2012, su corazón se detuvo tras una agonía de 20 días, provocada por las quemaduras que presentaba en la mayor parte de su cuerpo.

Pese a su dolor y condición, él nunca se arrepintió de lo que hizo, fueron sus propias palabras las que me lo confirmaron; lo atestigüé al tener la fortuna de compartir con él sus últimos días y horas.

Gonzalo dijo haber hecho tan sólo lo que debía hacer, simplemente eso: hacer lo correcto, aunque en ello se le fuera la vida. Cada minuto, cada pensamiento suyo después de esa tragedia, estuvieron dedicados a la gente a quien amaba; a nuestra madre, a la memoria de nuestro padre, a sus cuatro hijos, a sus hermanos y hermana; a la vida a la que él pertenecer, a su México, al que él tanto amaba.

Por ello, cuando nos comunicaron que él iba a ser distinguido con la Medalla de Honor Belisario Domínguez, supimos sin reserva que estas palabras debían de ser un mensaje de paz, sólo un mensaje de paz. Así lo hubiera querido él y así como nosotros, su familia, honramos su recuerdo.

Con respeto y humildad, me dirijo a todos ustedes:

Muy buenas tardes. Es un gran honor estar hoy aquí, en este recinto que simboliza la voz y la voluntad democrática de nuestra nación. 

Licenciado Enrique Peña Nieto, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas;

Senador Pablo Escudero Morales, presidente de la Mesa Directiva de la Honorable Cámara de Senadores.

Diputado Edmundo Javier Bolaños Aguilar, presidente de la Mesa Directiva de la Honorable Cámara de Diputados.

Ministro Eduardo Medina Mora, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Senador Roberto Armando Albores Gleason, presidente de la Comisión de la Medalla Belisario Domínguez.

Licenciado Manuel Velazco Cuello, gobernador del estado de Chiapas.

Integrantes del Gabinete del Gobierno de la República; damas y caballeros:

Mi voz es la de mi familia y la de los amados hijos de Gonzalo. Permítanme hablarles un poco de él.

Mi hermano nació el 28 de abril de 1962. Fue el mayor de cinco hermanos, quienes crecimos rodeados de amor, apoyo y comprensión. 

Somos una familia naval, así lo sentimos siempre. Mi padre se retiró del servicio activo de la Armada de México con el grado de Capitán de Corveta CG Máquinas.

Tres de nosotros, incluyendo a Gonzalo, seguimos sus pasos jurando a nuestro Lábaro Patrio lealtad a la nación.

La rutina en casa iniciaba literalmente con un toque de Diana. Había rutina de deportes, hora de estudio y de faenas. Son días inolvidables, días de familia de un hogar en el que los años pasaron entre la rutina escolar, los deberes que todo niños cumple en casa y el olor a mar que se respira en el heroico Puerto de Veracruz.

Cinco hermanos, un padre marino y una madre entregada al amor de su casa. 

Ahora lo sé, cada hijo tiene algo especial; cada hermano es diferente y tiene algo extraordinario. Por ejemplo, él siempre fue audaz y valiente, y así lo vimos nosotros.

Lo recuerdo vistiendo su uniforme de marino. Lo recuerdo emocionado al contarnos sus experiencias como paracaidista. 

Recuerdo también uno de mis cumpleaños, cuando yo soñaba que a mi fiesta llegarían los luchadores que yo veía en la televisión y a los que admiraba. Entonces, en medio del festejo, sin que yo pudiera creerlo, aparecieron, era un grupo como de tres o cuatro.

La pasamos bien. Nos hicieron una demostración de impactantes llaves y lances; después vino lo mejor. Justo antes de irse, se quitaron las máscaras y frente a nosotros eran Gonzalo y sus amigos. 

En ese momento nació mi héroe. 

Habría quienes se pregunten: ¿Qué es ser un héroe?

Mi respuesta es: Es una persona común, en este caso un hombre de vida familiar, un hombre de trabajo honrado con una vida prácticamente ordinaria, como cualquiera otro que en un día sin pensarlo lo da todo por los demás.

Cuando cumplí siete años, él me regaló uno de los mejores días de mi vida: El 12 de diciembre del 2011 le regaló a muchos otros la oportunidad de regresar a casa sanos y a salvo.

Años atrás, Gonzalo Rivas Cámara se había separado del servicio activo de la Armada de México, persiguiendo el amor y una familia, momento a partir del cual dedicó su vida a ejercer labores del ramo de la informática, las mismas actividades que lo llevarían a estar en ese día y en ese lugar.

Quienes lo amamos lo tenemos siempre presente. Podemos entender absolutamente su deseo e impulso de ayudar y detener lo que pudo ser una desgracia.

No hay ni habrá algo que nos consuele ni sane. El enorme dolor que nos ha dejado su partida. En cualquier circunstancia, la pérdida de un ser querido y amado genera un duelo de la dimensión de sentimientos de cada personas, pocos comparables y medibles.

Sin embargo, como familia, como mexicanos, agradecemos esta enorme distinción y muestra de solidaridad por parte del honorable Senado de la República. 

Un reconocimiento que nos permite visualizar la partida de Gonzalo desde otro punto de vista. Esta noble presea es para mi madre quien perdió una parte de su alma y para los hijos de él quienes viven su ausencia.

Una ausencia que a partir de hoy estará acompañada de la idea de saber que su muerte tuvo una noble causa.

A todos ustedes y a quienes se pronunciaron a favor de este reconocimiento, les expresamos nuestro agradecimiento. De igual manera a quienes propusieron a otras personas para recibir esta honorable medalla, me enorgullece saber que hay personas de ilustres actos que también merecen ser reconocidas.

Qué gran alegría, qué gran orgullo saber que hay muchos más como él en este nuestro México, quienes desde diferentes acciones enaltecen a nuestra nación y hacen más justa y valiosa la humanidad.

Seres humanos dispuestos a darlo todo para que todo sea mejor y lograr una sociedad más honesta, más segura y más justa. Unos con su voz y pensamiento, otros con actos solidarios, pero todos ellos haciendo loable y venciendo sus miedos, yendo más allá de sus propias fuerzas para alcanzar sus ideales, ideales de bondad, de paz y de justicia.

Extraordinarias personas que hacen o que muy pocos nos atreveríamos a hacer. Para ellos también vaya este reconocimiento. Estoy seguro que así lo habría expresado Gonzalo, así lo dejó claro cuando en cada uno de los años entregó su vida al servicio de México y lo hizo con honor, con deber, con lealtad y sobre todo con patriotismo.

Murió precisamente por amor a la vida, por su enorme deseo de impedir que otros, ante un peligro, la perdieran.

Creemos que era justamente la visión que en su momento enarboló el doctor Belisario Domínguez, a través de la palabra. La ejecución de los actos nobles para cumplir con nuestro deber, un deber ciudadano y humano, aún con el peligro y la seguridad de perder la existencia.

“Si cada uno de los mexicanos hiciera lo que le corresponde, la patria estaría salvada”, sentenció en su momento y qué razón tenía.

No estamos seguros cuántos de nosotros hubiéramos hecho lo que Gonzalo, lo que sí sabemos es que, pese al enorme dolor que nos ha causado su partida, de haber podido detenerlo muy seguramente ni siquiera lo hubiéramos intentado.

Él tenía muy claro lo que tenía que hacer. Al igual que ustedes, exaltamos un hecho innegable: dio su vida a cambio de impedir que otros la perdieran.

A mi hermano, donde quiera que esté, lo acompaño por siempre, nuestro amor y admiración.

Muchas gracias.

SENADOR PABLO ESCUDERO MORALES: Gracias señor Iván Rivas.

La Mesa Directiva, en nombre del Senado de la República, les solicita que puestos de pie, guardemos un minuto de silencio a fin de honrar la memoria de los miembros de la Orden Mexicana de la Medalla Belisario Domínguez, que han fallecido.

Todos de pie por favor.

(MINUTO DE SILENCIO)

SENADOR PABLO ESCUDERO MORALES: A nombre del Senado de la República, expreso nuestro agradecimiento al señor Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, al Ministro Eduardo Medina Mora, al Presidente de la Cámara de los Diputados, al gobernador Manuel Velasco, al Jefe de Gobierno, doctor Mancera, y al Secretario Miguel Osorio, así como a todos nuestros distinguidos invitados por su asistencia a esta Sesión Solemne.

PRESENTADORA: Se les solicita ponerse de pie, a fin de entonar el Himno Nacional.

(SE ENTONA EL HIMNO NACIONAL)

SENADOR PABLO ESCUDERO MORALES: Se levanta la Sesión Solemne.