Versión estenográfica del mensaje del senador Roberto Gil Zuarth, presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, durante la 11ª Visita Anual de la Cámara de Comercio Regional de San Diego, California-México Trade Initiative, a la Comisión de Asuntos Fronterizos Norte del Senado de la República.

 

SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Muy buenos días tengan todos ustedes. Sean bienvenidos al Senado de la República.

 

Es para nosotros un gusto recibir su presencia, su visita esta mañana. Quiero darle la bienvenida en primer lugar al señor Jerry Sanders, presidente de la Cámara de Comercio Regional de San Diego.

 

Al señor William Ostick, cónsul general de Estados Unidos en Tijuana.

 

A los políticos, empresarios, miembros de la sociedad civil que nos acompañan en esta misión comercial tanto de Baja California como de San Diego.

 

Saludo a mis compañeros, al senador presidente de la Comisión de Asuntos Fronterizos, el senador Héctor Flores.

 

Por supuesto al expresidente de esta Comisión, que ustedes conocen bien por la tenacidad y el esfuerzo que le ha dado a fortalecer las relaciones de la zona de Baja California con California, al senador Ernesto Ruffo. Felicidades por esta convocatoria y por estos esfuerzos que se han venido realizando desde esta Comisión.

 

Lo hemos tomado prestado de los Asuntos Fronterizos, para que encabece otras prioridades de la agenda legislativa; pero como siempre, estará pendiente de estas agendas.

 

Por supuesto también al senador Víctor Hermosillo y a todos los que hoy nos acompañan. Al senador Tereso Medina, del Grupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional.

 

A todos, muchísimas gracias por acompañarnos.

 

Quiero empezar mi reflexión diciendo que no existe una frontera tan atractiva, tan potente, tan esperanzadora como la frontera entre México y Estados Unidos. Es la mejor prueba de que ningún muro va a dividir lo que hoy es un proceso cada vez más profundo de integración, en lo económico, en lo político y en lo social.

 

Es un muro que por más alto que sea, va a ser derribado, va a ser derruido por la esperanza, por el empeño, por el mérito, por la capacidad innovadora de una región que está llamada a ser una región de prosperidad.

 

Antes de hablar de borderlines, creo que hay que empezar a hablar de borderlands; de una zona de integración económica, de una zona de diálogo político; de una zona de oportunidades para nuestra gente.

 

Un volumen de comercio de un millón de dólares al minuto, un cruce fronterizo de prácticamente un millón de personas cada día de la semana; un potencial económico extraordinario, negocios, cultura, educación, en fin.

 

Y ahora esta propuesta que se encabeza y que hoy se discute aquí, la idea de esta megarregión que abarca los condados de San Diego Imperial y el estado de Baja California para aprovechar dos grandes tipos de ventajas:

 

La ventaja geoestratégica, nuestra vecindad, nuestra cercanía y lo que implica como procesos de integración de mercados, pero al mismo tiempo las ventajas económicas que tiene esta importantísima zona. Son dos grandes oportunidades que tenemos que aprovechar al máximo.

 

Y lo tenemos que aprovechar insistiendo no solamente en la dimensión política de estas ventajas, sino también todo el potencial económico, todo el potencial de desarrollo social, de desarrollo humano sustentable en el largo plazo en esa zona.

 

Tenemos en México una de las economías más abiertas del mundo; una economía que ha suscrito distintos tratados internacionales, uno de ellos de enorme importancia, el Tratado de Libre Comercio, un país que se ha definido por la democracia política, pero también por las libertades económicas, y que eso nos ha permitido generar bases de desarrollo estables en nuestro país.

 

Por supuesto que tenemos muchos desafíos por delante. Fortalecer el Estado de Derecho es quizá el mayor; aumentar la capacidad del Estado para darle respuesta a las expectativas y resolver los conflictos sociales, es quizá nuestro mayor reto institucional: combatir la impunidad y combatir la corrupción.

 

Pero nos hemos diseñado, nos hemos situado como país en los tres ejes centrales del modelo de prosperidad que ha conocido el mundo y que hasta ahora no conoce ninguna alternativa.

 

Democracia política, libertad de mercado y responsabilidad social del Estado frente a los más desaventajados.

 

El potencial de la economía mexicana junto con el potencial de la economía norteamericana en nuestras fronteras, en nuestras comunes fronteras, puede ser el detonante y la plataforma para cambiar la realidad de nuestro país, pero también para competir fuertemente con otras economías.

 

Estos procesos de integración que han sido paulatinos significan mucho para los dos países, y en la medida en la que tengamos una mejor comprensión sobre lo que significamos juntos, lo que significamos como socios y amigos, es la mejor forma de combatir cualquier pretensión de separarnos a través de muros o también separarnos a través de discursos radicales, de discursos que crean un enemigo artificial entre nosotros.

 

Creo que esta región cuenta con enormes potencialidades.

 

Pero lo más importante, lo central, además de reconocer que existen esas oportunidades, es trabajar políticamente en que volteen a ver nuestras instituciones, nuestros gobiernos esas potencialidades.

 

Aprovechar y desarrollar redes de convencimiento tanto en Washington como en la Ciudad de México para que no solamente invirtamos más recursos públicos en infraestructura, para que creamos y expandamos los centros logísticos, para llevar industria a la frontera, para mejorar nuestras comunicaciones, para flexibilizar el intercambio comercial y de personas en la frontera, no solamente para eso, sino también para desarrollar un mercado común, una zona, insisto, de prosperidad.

 

Que ustedes estén esta mañana aquí, es un llamado de atención a México de la importancia de esta relación, de la importancia de crear esta zona, esta región, de desarrollo y de prosperidad, esta mega región. Y lo mismo tendremos que hacer en los Estados Unidos.

 

Hay que reconocer que desde 1994, cuando México y Estados Unidos, junto con Canadá, suscribió el Tratado de Libre Comercio, fue la última vez que hablamos, que discutimos entre sociedades sobre la importancia y el futuro de nuestras relaciones.

 

Es la última vez que hemos hecho esa reflexión colectiva.

 

Ya han pasado muchos años. Y yo creo que el balance es muy positivo para las tres naciones, que es muy positivo para México, que es muy positivo para Estados Unidos, que es muy positivo para Canadá.

 

Somos el segundo mercado para las exportaciones norteamericanas después de Canadá.

 

Estados Unidos y Canadá es el mercado de destino de los productos exportados por nuestro país.

 

México, Estados Unidos y Canadá se están convirtiendo en una zona de prosperidad, de crecimiento, de desarrollo humano.

 

El volumen de migración mexicana a Estados Unidos ya tiene tasas negativas.

 

Muchos mexicanos están regresando a nuestro país y regresan con un instinto emprendedor, con una dinámica de trabajo dispuestos a invertir y sobre todo dispuestos a generar empleos en el país que los vio salir en algún momento.

 

Tenemos ahora que utilizar todos los espacios, espacios como éste, para poner otra vez en el centro de la discusión de nuestras sociedades la importancia de la relación entre México y Estados Unidos.

 

Una relación que no la debemos ver únicamente desde la perspectiva económica, no la debemos de ver únicamente desde la perspectiva comercial.

 

Que debemos de profundizarla porque los problemas que tenemos como sociedad las debemos resolver, las debemos de atender con una estrechísima colaboración y una estrechísima cooperación.

 

Por supuesto que los desafíos son muy importantes, que requieren una audacia mayor, pero en la medida en la que nos comprendamos, en la medida en la que nos entendamos y en la medida en la que estemos cerca vamos a salir adelante y enfrentar esos desafíos.

 

Yo crecí en la frontera, crecí en Ciudad Juárez; una frontera que era simplemente una línea divisoria. Jugábamos del otro lado de la frontera, estudiábamos del otro lado de la frontera, hacíamos deporte del otro lado de la frontera, entendíamos mejor nuestra realidad precisamente por la existencia de la frontera.

 

Las líneas no existen para quienes hemos vivido en la frontera y lo sabemos muy bien. Hay momentos difíciles como después del 2001, después de los atentados a las torres gemelas, donde hubo una suerte de necesidad de crear mayores controles al flujo de la frontera y creo que todos sufrimos.

 

Creo que quienes sufrimos más fueron quienes tenemos y estábamos acostumbrados a vivir en la frontera. Pero poco a poco se han ido superando esas limitaciones.

 

Ahora tenemos que hacer un esfuerzo constante, persistente, audaz, para reconocer y sobre todo para que los demás reconozcan lo que significa una frontera en lo social, en lo político y en lo económico.

 

Una frontera como una forma de vida, una frontera como una forma de reconocer y de integrarse en el que habla otro idioma; una frontera como un espacio para contener problemas, pero también para resolverlos; una frontera que sirve como plataforma, como medio para crear riqueza y distribuirla mejor.

 

Yo los animo a que este tipo de espacios sigan constantemente realizándose en México y en Estados Unidos, en San Diego y en Tijuana, en nuestras comunes identidades y desde nuestras comunidades.

 

Porque la frontera son esos pequeños países dentro de otros que sirven para crear desarrollo y prosperidad entre naciones que nacieron jutas y que no se van a poder dividir, porque ahí no hay divorcio que valga donde hay tierra de por medio.

 

Muchísimas gracias a todos por su atención, sean ustedes bienvenidos al Senado de la República y enhorabuena por este ejercicio.

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