Versión estenográfica de la presentación del libro “México, anatomía de la corrupción”, de María Amparo Casar, convocada por la senadora Cristina Díaz Salazar en el Senado de la República.

SENADORA CRISTINA DÍAZ SALAZAR: Señoras y señores, muchas gracias por acompañarnos esta mañana.

Creo que es un tema fundamental en estos momentos el tema de la corrupción, el trabajo que se está haciendo desde el Congreso de la Unión y por supuesto un esfuerzo también importante del Ejecutivo para combatirla.

Hoy es un honor para nosotros contar con la presencia de la doctora María Amparo Casar, que hoy hace la presentación de un libro que me parece de una gran importancia y que seguramente será del mayor interés de los que estamos aquí presentes y de quienes nos están siguiendo a través de los medios de comunicación.

Un libro en el que refleja la anatomía de la corrupción, sus causas, sus percepciones, la corrupción, la impunidad, la delincuencia, los costos, las soluciones y un libro que investiga de manera profunda la anatomía de la corrupción.


Por ello creo que esta mañana será muy importante la presentación de este libro y desde luego escuchar los puntos de vista y las opiniones de mis amigas y amigos senadores.

Es evidente que la corrupción es la fuente de los principales problemas de una sociedad, la desigualdad y la exclusión y para todos son conocidas sus graves consecuencias sobre el crecimiento económico y del desarrollo.


Merma la posibilidad de invertir en servicios públicos y sobre todo limita el bienestar de los mexicanos. Hoy una de las principales demandas de la sociedad mexicana y es la preocupación que en muchos sondeos se pone por encima del tema de la seguridad.

Ya en muchos estudios está rebasado el tema de corrupción por el de seguridad y creo que el propósito de todos es terminar con el lastre de la corrupción y lo vemos como una condición indispensable para lograr que el país camine en la dirección correcto.


Pero prevenir, combatir y erradicar la corrupción requiere de un enfoque integral y sobre todo requiere que todos los sectores de la sociedad seamos corresponsables: gobierno, sector privado, medios de comunicación, organizaciones de la sociedad civil, sector académico y la sociedad en general debemos actuar juntos.

De ahí la relevancia de una obra como la que hoy nos comparte la doctor María Amparo Casar. Este libro es una manera efectiva de enriquecer el debate público sobre este tema y es importante señalar que en este momento se están logrando acuerdos y consensos importantes.

Que además este libro permite detonar discusiones profundas, no sólo para pensar en las mejores soluciones a este flagelo, sino genera conciencia en la sociedad sobre la imperante necesidad de cambiar de rumbo.

La contribución de la obra de la doctora Casar comienza por lo más básico: reunir en una sola fuente de información los principales datos e indicadores alrededor de la corrupción.

Y es importante señalar este esfuerzo que no se había hecho y que permite cumplir con una atinada premisa que ella misma menciona, el primer paso para la solución de un problema es conocerlo, conocer y entender sus casusas y sus características.


Parte, este libro, de conocer y entender este fenómeno, es reconocer, como se ha dicho en diversos estudios internacionales, que este es un problema universal y cultural. Negarlo sería tanto como negar que la corrupción existe y hay encuestas como la que propició “Reforma” en febrero de este año, que el 39 por ciento de los mexicanos considera que la causa fundamental de la corrupción es cultural. Así la ve un número importante de mexicanos.

Según también la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Práctica Ciudadana en el 2012, el 69 por ciento de los ciudadanos están de acuerdo con la frase “los ciudadanos permiten que haya corrupción”.

La doctora Casar cita dos datos adicionales importantes. Según la Encuesta de Cultura Constitucional 2011, elaborada por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, el 41 por ciento de los mexicanos están dispuestos a violar la ley si considera que tiene la razón en algún tema.

Según la Encuesta Nacional de Cultura Política y Práctica Ciudadana del 2012, el 56 por ciento está en desacuerdo o muy en desacuerdo en que los ciudadanos deben obedecer las leyes, aunque sean injustas.


Por otro lado, el tema de la confianza está íntimamente ligado con la corrupción. Organismos como la CEPAL y la ONU han aprobado que a mayor desconfianza en una sociedad y a menor participación ciudadana, mayores son las posibilidades de tener una corrupción sistemática.

Hay estudios importantes que señalan que de cada 10 mexicanos, 7 desconfía. Entonces, sí estamos en un serio problema.

Según el informe, el país, sobre la calidad de la ciudadanía en México, realizada por el IFE y el Colegio de México en 2014, la confianza interpersonal entre los mexicanos apenas llega al 28 por ciento, siendo una de las más bajas del mundo.

Hace un mes que platicábamos sobre este tema en un evento de la OCDE, analizando los impactos de la corrupción en el crecimiento y en el desarrollo económico, la doctora Casar y mis compañeros que estaban ahí, en esa reunión, Armando y Laura, que estaban presentes, yo quisiera, si me permiten citar nuevamente al doctor López Ayón, por la importancia de esta idea.

Él decía que “la confianza es el cemento de la sociedad. De hecho la confianza precede al crecimiento, precede al desarrollo y también a las grandes reformas y la confianza es un presupuesto de casi todo lo demás”.

Cierro la cita que hace el doctor López Ayón, corrupción y desconfianza están íntimamente ligadas y merman la actividad económica en cualquier sociedad.


Pero es muy difícil calcular estos costos totales de la corrupción para un país y en esta obra, esta contribución de la doctora Casar, en el que dedica un capítulo completo a los costos de la corrupción, merece todo un reconocimiento, porque hay que meterse más que a fondo, a la investigación por lo difícil que es el cálculo de los costos que se pueden tener en materia económica.

En este capítulo la doctora reúne indicadores y comparativos nacionales e internacionales con los que podemos tener una mejor idea de todas las implicaciones económicas de la corrupción y en este mismo capítulo retomo un dato de la encuesta “Cómo recuperar la confianza”, hecha por Consulta Mitofsky en 2014.

A esta pregunta que deben hacerse los gobernantes y políticos para recuperar la confianza de los ciudadanos, el 30 por ciento respondió que combatir la corrupción y el 21 por ciento que aplicar las leyes a todos por igual.

Ante esta realidad surge una pregunta: ¿cómo diseñar un método de medición del impacto económico de la corrupción, que sea más certero y confiable para México? y sobre todo ¿cómo medir que las nuevas regulaciones, derivadas de la reforma constitucional realmente funcione y logre recuperar la confianza ciudadana?

Esta reforma es el inicio del compromiso político del Congreso de la Unión, del Ejecutivo Federal con la sociedad mexicana. Su debida implementación estará garantizada sí y sólo si ciudadanos y gobierno actuamos en concordancia con principios y reglas dispuestas en la reforma.


Puede ser no perfecta, pero creo que hay un alto consenso de que es un avance significativo e histórico en la dirección correcta. Ahora falta la parte más importante: toda la legislación reglamentaria.


Los senadores que aquí estamos presentes, al igual que los compañeros de cada uno de quienes integramos los grupos legislativos, tenemos el mayor interés, es trascendental para nosotros construir el andamiaje jurídico que siente las bases, que va a sentar las bases de un Sistema Nacional Anticorrupción.

Quiero hacer también otra pregunta abierta: ¿cuáles deben ser los elementos fundamentales que no puedan faltar en esta legislación, para que podamos asegurar la correcta implementación de la reforma? y cómo regular efectivamente, sin caer en la cita que hace la doctora Casar y aquí cito al filósofo antiguo de Roma, a Tácito, mientras más corrupto un Estado, más numerosas sus leyes, eso se preguntó en la antigua Roma.

Quiero reconocer a este grupo de senadores con un reconocimiento, que hoy convocamos a la presentación de esta obra de este libro, por los esfuerzos que ha logrado para llegar a esta reforma de anticorrupción.

Son meses, muchos meses de trabajo intenso y de dedicación importante de todos ellos. Por ello va mis más amplio reconocimiento a este grupo plural de senadores y seremos, sin duda, con ellos me sumo a este trabajo, un canal abierto de comunicación para este importante proceso de la legislación secundaria, que no será corto ni sencillo y bien decimos en México: el diablo está en los detalles y como lo dije antes, hoy necesitamos de la colaboración de todos los actores.


La obra de María Amparo Casar y de los importantes trabajos de instituciones académicas que acompañan a esta obra, como es CIDE e INCO y Centros de Pensamiento en la Materia, son cruciales para que puedan orientar nuestra agenda pública.

Y ahora, para lograr el éxito de la reforma y su legislación secundaria, debemos dar un paso más allá, debemos trascender la discusión para que no se quede en un reducido círculo rojo, lograr que la sociedad en su conjunto también entienda y asuma su rol en la solución de estos problemas y sólo así, entre todos, vamos a poder caminar hacia un sólido Estado de Derecho en México, condición sine qua non para el combate a la corrupción.

Un Estado de Derecho que fortalezca las instituciones, que profundice nuestros valores democráticos y que nos permita, como lo dijera el doctor López Ayón, en esa reunión que tuvimos con la OCDE, rehabilitar el camino hacia un país confiado en sí mismo, en sus propósitos vitales, en sus proyectos y en sus gobiernos.

Y como decimos, lo más difícil siempre será recuperar la confianza.

Bienvenida la obra de la doctora María Amparo Casar, lo celebramos aquí las senadoras y los senadores y es un gran honor contar contigo.

MARÍA AMPARO CASAR: Muchas gracias senadora Cristina Díaz, gracias a Laura Rojas, gracias a Armando Ríos Piter.

Agradezco recibirme aquí en el Senado, hemos reconocido las organizaciones de la sociedad civil y la academia el esfuerzo hecho por los legisladores.

A veces nos dicen que somos buenos para criticar pero nunca para reconocer. Creo que se les ha reconocido en esta ocasión a los legisladores el esfuerzo, la materialización, porque no nada más cuentan los esfuerzos, también cuentan los resultados.

Y en este caso hubo resultados y hoy tenemos un sistema nacional anticorrupción, que es tan solo el primer paso, pero es un buen paso para iniciar el camino hacia estas leyes secundarias y sobre todo para empezar el camino más difícil que es el de reunir la voluntad política, junto con la voluntad ciudadana, para realmente comenzar a combatir este espantoso flagelo que permea a todas las actividades en México, a todas las clases sociales, a todos los sectores de distintas actividades y que lo más grave que es acompañado en este país de un altísimo grado de impunidad.


La corrupción es un fenómeno global, pero me parece que la impunidad, que también tiene su buena dosis de globalidad, pero es mucho, mucho más intensa en el caso de México.

Un conjunto de organizaciones de la sociedad civil, de la academia, entre ellas el CIDE y el Instituto Mexicano de la Competitividad, en donde estoy yo ahora pasando un año sabático y que ha sido una de las instituciones más importantes para poner el tema de la corrupción en la agenda pública, pues se decidieron a que impulsáramos el mayor número de trabajos posibles sobre este fenómeno.

Hay especialistas que llevan mucho tiempo en este tema, aquí nos acompaña Max Kaiser, que fue subsecretario de la Función Pública, pero que es un académico que ha hecho mucho por el tema de la corrupción. Desde luego está el INCO, está Transparencia Mexicana y muchas otras que ya omito mencionar.

¿Cuál es la idea de esto?

La idea de “Anatomía de la Corrupción” es una idea muy sencilla. Es decir, si todos decimos que es una enfermedad, okey, es una enfermedad, pero no la conocemos y es difícil conocer la extensión y la intensidad de la corrupción, porque por definición los actos de corrupción son actos que se esconden y entonces es muy difícil medirlos.

Por eso la mayor parte de las mediciones, aunque ahora ha avanzado la academia, están con base a estudios de percepción. Necesitamos buscar maneras de medir el impacto, las causas de la corrupción que vayan más allá de las percepciones.

Porque ¿qué es lo que nos pasa? Por ejemplo, uno de los datos que hay en este estudio es que si hacemos una revisión de los medios públicos, electrónicos e impresos, pasamos en 1996 de tener tan sólo 500 notas, un poco más de 500 notas en los medios sobre asuntos de corrupción, en el año 2013, que es para el último que pudimos hacer la investigación, subimos a 29 mil.

Quiere decir esto que ahora 29 en un año, 29 notas de corrupción en un año, ¿quiere decir esto que ahora somos más corruptos los mexicanos, que la ciudadanía es más corrupta, que la clase política es más corrupta?

Probablemente no, no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que los avances en transparencia y que los avances en la libre prensa, la libertad de expresión, han hecho el fenómeno mucho más visible.

El problema es que con esta visibilidad no ha venido en absoluto una reacción por parte del gobierno, por parte de los legisladores o no había venido hasta hace muy poco tiempo, por parte de la ciudadanía.

Entonces, si queremos que sirva esta exhibición pública de los delitos de corrupción, en este caso los delitos de corrupción de los servidores públicos, pero insisto, ahora voy a ir a ello, no se reduce a los servidores públicos; si queremos tenga impacto, necesitamos caminar para que podamos prever el fenómeno, para reducir su incidencia, pero también para castigarlo.


No es que favorezcamos un enfoque punitivo, pero si se presenta el fenómeno sí es importante que no quede impune.

Entonces, la idea del trabajo es localizar la corrupción, medir la extensión, identificar cuáles son sus causas, todas las áreas de oportunidad que permiten que la corrupción se siga reproduciendo, examinar cómo opera en la práctica y allí estamos trabajando también en varios estudios de caso, exhibir sus costos y mirar experiencias exitosas.


Lo primero que hace el primer capítulo pone a México en una perspectiva comparada y allí encontramos y nada más voy a dar un dato de cada capítulo para que podamos entrar en una discusión, que es lo más interesante, no solamente vamos para atrás, como los cangrejos.

En la gráfica que pongo allí, en donde esta México en el país 103, es un poco engañosa porque cuando empezaron a medir la corrupción Transparencia Internacional, había muchos menos países midiéndose. Entonces, claro, ocupábamos el lugar 35, pero también era uno de los peores calificados.

Ahora ocupamos el lugar 103, pero en términos de calificación, prácticamente estamos igual. O sea, 20 años de corrupción en donde ya se habla del fenómeno y México no solamente no ha hecho avances para combatirla, sino que se vuelve incluso, en la percepción de los ciudadanos, se vuelve una cosa mucho más acusada.

Pero el dato que es quiero mencionar que es uno que normalmente en el que no reparamos, México es una de las 15 economías más importantes del mundo. Por el PIB per cápita y por el peso de la economía mexicana, México debería estar entre los 30 países menos corruptos y está entre los más corruptos.

Entonces, por qué si el desarrollo ha llevado en muchos otros países a que la corrupción disminuya, ¿por qué en México no? No importa con qué grupo de países nos comparemos, digan ustedes el G-20, al que pertenecemos, digan ustedes los Briks, al que no pertenecemos, pero que aspiramos a participar, y mucha gente decía ¿por qué no está México dentro de los Briks?

Lean ustedes la OCDE o lean ustedes el Índice de Transparencia Internacional, siempre acabamos en los últimos lugares y esto no es gratuito y esto nos lleva a ver las causas.

Entonces, en este trabajo se establece que la extensión es –valga la redundancia— es muy extenso el fenómeno de la corrupción y encontramos en todas las actividades económicas un área en donde se permite su reproducción.

Se hace un análisis del costo-beneficio. Se dice, bueno, ¿por qué nos corrompemos los mexicanos? Porque nos conviene corrompernos, porque entramos en el ciclo vicioso de la legalidad.

Si nosotros cometemos un delito cualquiera, no nada más de corrupción, las probabilidades de que nos pesquen son muy pequeñas. Si nos llegaran a pescar por una denuncia, que también la probabilidad es muy pequeña, el chance de que el Ministerio Público nos arme un expediente robusto es muy pequeño.

Si nos lo llegara a armar bien ese expediente, el chance de que corrompamos a un juez para que nos deje libres es muy alto y ya pasamos todos los pasos y llegáramos a la cárcel, el chance para un delincuente de seguir delinquiendo desde la cárcel también es muy alto.

Entonces, ahí tenemos un conjunto de incentivos que nos deberían de llevar, si fuéramos racionales, a delinquir. Ahora, uno se debería preguntar por qué hay tantos mexicanos que tampoco delinquen y hay muchos mexicanos que viven al margen de la corrupción o al menos al margen de la corrupción más evidente.

Y entonces nos vamos a la otra parte: ¿cómo convencemos? Sí es un problema ético, sí los servidores públicos, por el cargo que ocupan deben ser los primeros ocupados en cumplir la ley, pero cómo convencemos de que no estamos hablando nada más de un problema ético, no estamos hablando de un problema del deber ser.

Tenemos que convencernos y tiene que convencerse la clase política y tiene que convencerse la clase empresarial, es más costoso ser corrupto que no serlo, que cuesta más entrar en el círculo de la corrupción, que vivir al margen de ella.

Hay teorías económicas que señalan que en ciertos estadios del desarrollo de los países la corrupción incluso puede ayudar al crecimiento de esos países, pero llega un momento en que la curva baja, o sea, que hay lo que llaman los economistas “ganancias decrecientes”.

Entonces, llega un momento en que la corrupción y México ya hace tiempo que pasó ese momento, en que la corrupción, lejos de ayudar a que se mueva esa maquinaria burocrática que puede ayudar en un momento dado al crecimiento, se vuelve contraproducente.

Entonces, enseñarnos a los ciudadanos que es más, nos cuesta más corrompernos que dejar de corrompernos, creo que esa debe ser el leitmotiv, creo que debe ser el motor para que nos movamos hacia un verdadero combate a la corrupción.

Hay un capítulo dedicado a la corrupción fuera del sector público, porque sí tenemos esta costumbre de decir, bueno, los servidores públicos son corruptos, pero todos los demás, o sea, esta cosa de la ciudadanía, sí, los ciudadanos somos limpios, los candidatos independientes o ciudadanos son limpios y ellos no van a incurrir en actos de corrupción, todos somos involutos, menos los que nos gobiernan; nada más alejado de la realidad.

Los pocos estudios que hay donde miden las prácticas empresariales o algunos de los que mencionaba Cristina de cultura de la legalidad de los mexicanos, demuestran que sí tenemos un problema muy acendrado de conductas corruptas.

Si uno pregunta, que lo hacen las encuestas a los mexicanos, si él o su familia, ella o su familia son corruptos, te dicen que no; lo que es más, se hace extensivo a los vecinos y a los compañeros de trabajo.

Entonces, uno se pregunta qué hacemos con esa cifra del INEGI de 4 millones de actos de corrupción, quién los comete si no somos nosotros, los ciudadanos de a pie.

Y lo mismo pasa con las empresas. Yo no dudo que muchos empresarios se tengan que corromper para conseguir un permiso, que debería ser legal, o sea, que se lo deberían otorgar, pero cuántos más se escudan en eso para poder tener ganancias millonarias o ganancias en un menor tiempo del que tendrían los empresarios en otros países.

Entonces, ahí entra la cuestión empresarial, la cuestión sindical, la cuestión partidaria y examinar cuáles son esos mecanismos de operación.

El INCO ha trabajado mucho en los mecanismos de operación y se ve claramente cómo la tramitología en este país son ventanas, puertecitas de oportunidades de la corrupción.

Y cierro con dos comentarios: en el libro de “Anatomía de la Corrupción” se muestras los costos económicos de la misma, que por cierto, para todos los que tengan un ejemplar o lo bajen, en la página 45 dice 480 mil millones de empleos, debe decir evidentemente 480 mil.

Entonces, hablando de los costos, los costos no se reducen a la economía, podemos decir que las empresas gastan o dejan de percibir, los países, dejan de percibir cinco por ciento de la inversión potencial por la corrupción.


Podemos decir que un incremento de un punto en la calificación de la percepción sobre corrupción, significa un aumento, o sea, si ganamos en honestidad ganamos dos puntos porcentuales en productividad, que las empresas dedican cinco por ciento de las ventas anuales a pagar costos de la corrupción, que se pierden 480 empleos al año por piratería, o que se llega a perder hasta el 9 por ciento del Producto Interno bruto.


Vamos a los costos políticos.

Hay una gran insatisfacción con la democracia y buena parte de esta insatisfacción proviene de precisamente la corrupción. México está en el 27 por ciento de satisfacción, está por debajo de la media latinoamericana, es el antepenúltimo lugar de América Latina en satisfacción con la democracia y aparte tenemos una gran crisis de representación:

Noventa y uno no confía en partidos políticos; 83 por ciento no confía en los legisladores y 80 por ciento es lo más grave quizá, no confía en las instituciones del sistema judicial.

Vamos a los costos sociales: 14 por ciento del ingreso promedio de los hogares anuales se dedica a pagos que llamamos extraoficiales, para eso sí somos buenísimos, para inventarle nombres y ya que no nos suenen tan feo, es un corrupto, no, incurres en un pago extraoficial, no, son corruptos.

Y cuesta 14 por ciento del ingreso, pero es un impuesto regresivo la corrupción.


Porque si te vas a los hogares que ganan el salario mínimo, encontramos que ya no es el 14 por ciento, sino el 33 por ciento del ingreso de los hogares que tienen salario mínimo se dedica a la corrupción. Luego entonces es un impuesto regresivo. Si no es por otra cosa, por eso deberemos de combatirlo.

Finalmente hay dos indicadores muy interesantes, el de la violencia, que hay una correlación positiva entre corrupción y niveles de violencia, se ve a nivel mundial y otro que no está incluida en el libro, lo encontramos posteriormente entre los índices de bienestar, el índice de desarrollo humano y la corrupción.

Entonces, nos vamos ya para concluir a los esfuerzos anticorrupción.

Encontramos que México, desde que se creó la Secretaría de la Contraloría, la Secogef, en 1982, comenzó a hacer sus esfuerzos anticorrupción.

Hay una gráfica que me gusta mucho mostrar en donde dice, por ejemplo, cada vez dedicamos más dinero a la pobreza y la pobreza se mantiene como un encefalograma de alguien que murió, como una línea horizontal.

Pero el gasto en oportunidades o en gasto social se incrementa, se multiplica por dos o por tres. Lo mismo pasa en violencia y ahora descubrimos que lo mismo pasa en corrupción.

No se gasta mucho en anticorrupción en México, se gasta bastante poco, pero sí se ha triplicado el presupuesto y sin embargo la corrupción va en aumento.

Entonces, los esfuerzos que se han hecho no han resultado, nos hemos quedado siempre en el paso legislativo. Creo que este paso legislativo es el más acabado, pero si no va acompañado de una reforma administrativa y sobre todo de la voluntad, ahí sí, de todos los partidos políticos, hoy en día oímos que pues no es rentable acompañar al partido, a la coalición gobernante en el pacto por parte del PAN o del PRD, hay cosas que se tienen que trabajar juntos si queremos salir de este hoyo.

La corrupción no la va a acabar únicamente el gobierno, sí es una cosa de gobierno y sociedad, pero gobierno entendido en el sentido lato y no vemos, honestamente, ninguna voluntad de parte del gobierno u no vemos ninguna voluntad tampoco al interior mismos de cada una de las organizaciones políticas, por combatir.

Hace tiempo, voy a hacer una auto cita, escribía yo un artículo del problema graven materia de corrupción, es que pensamos que a democracia, al traer pesos y contrapesos y al traer el miedo del PRI que lo sucediera el PAN y el PAN de que lo sucediera el PRD, iba a ayudar a aminorar.

¿Y qué es lo que pasó?

Que adoptaron todos los partidos un lema que nos ha metido más en el hoyo: tapaos los unos a los otros y estaremos todo en paz. Tenemos que romper esa inercia y tenemos que pasar a la cultura de la denuncia. Faltan muchos pasos por avanzar, pero sí se puede.

En el libro hay experiencias exitosas, no solamente las que citamos toda la vida, que son Singapur y Hong Kong, que nos quedan muy lejos y que además finalmente son sistemas autoritarios, no son sistemas democráticos y no podemos usar esos mismos métodos.


hay cosas de ahí que sí se pueden usar, pero tenemos los casos de Chile y tenemos los casos de Uruguay, que en pocos años escalaron muchos escalones en materia de percepción sobre la corrupción y sobre todo prácticas en donde vemos todos los días que, en efecto, si el que la hace la paga.

Muchas gracias y gracias por tenerme aquí en Senado.

SENADORA CRISTINA DÍAZ SALAZAR: Muchas gracias a la doctora María Amparo Casar.

Me parece más interesante, es una mujer talentosa, investigadora y que además que de manera coloquial nos lleva a revisar lo que está sucediendo en la sociedad mexicana, a través de su libro “México, anatomía de la corrupción”.

Ha pedido la palabra para hacer los comentarios y está en este orden, el senador Alejandro Encinas, la senadora Laura Rojas, el senador Armando Ríos Piter, la senadora Marcela Torres y desde luego la senadora María de la Luz Beristáin.

Tiene la palabra el senador Encinas.

SENADOR ALEJANDRO ENCINAS RODRÍGUEZ: Muchas gracias, senadora Cristina Díaz.

María Amparo, también me da mucho gusto encontrarnos el día de hoy, hacía rato que no coincidíamos en un evento de naturaleza pública y también política. Bienvenida aquí, al Senado de la República.

Yo creo que este estudio de la anatomía de la corrupción en México va a ser de una gran utilidad o justamente en el marco del proceso legislativo que estamos llevando a cabo para hacer toda la legislación secundaria en materia de generar y consolidar un sistema nacional anticorrupción que sea eficaz.

Y efectivamente este estudio nos arroja muchas luces sobre el problema, pero también hay algunas otras partes oscuras que creo que nosotros tenemos que profundizar.

Y si bien el punto de partida es que para poder resolver este problema, hay que reconocerlo, hay que localizarlo, medirlo en su extensión, identificar sus causas, encontrar los mecanismos de operación, exhibir sus efectos y retomar las experiencias exitosas, yo creo que tenemos que partir, en primer lugar, de lo que señalaste al principio:

La corrupción es un problema global, efectivamente, pero no puede disociarse de la impunidad. Es más, estoy convencido que la principal fuente de la que abreva el problema de la corrupción en nuestro país es la impunidad, en donde uno de los factores o debilidades institucionales más severas dentro de nuestro régimen político.

Y asumiendo que la corrupción, además de global es un problema multifactorial, transversal y que no solamente atañe la esfera de lo público, sino también de lo privado, ya que se ha creado una cultura institucional y social que permite tolerar las prácticas de corrupción en el desempeño de la función pública o incluso en la vida cotidiana de los mexicanos, aunque –como bien lo planteas en el estudio— los mexicanos no nos sentimos corruptos, ya que el 76 por ciento de los mexicanos considera que nunca o muy pocas veces se ve involucrado algún familiar en actos de corrupción.

Incluso confía en los vecinos, el 70 por ciento considera que nunca o poco frecuentemente se involucran los vecinos y hay más sospecha sobre los compañeros de trabajo, sobre todo cuando la relación es muy positiva en opción de que la causa fundamental no está en la sociedad, a pesar de los 4 millones de actos de corrupción, a los que ya te referiste, presentador por el INEGI, y en todos casos, la mayor parte de los casos, los ciudadanos culpan o culpamos al gobierno de ser el principal responsable de la corrupción en el país.,

El 88 por ciento de los ciudadanos consideran que la corrupción se convierte frecuentemente o muy frecuentemente por parte del gobierno, 64 por ciento por los empresarios, cosa que es muy interesante, que es un factor que ha venido cambiando en nuestra sociedad, y me llama mucho la atención el dato que el 62 por ciento inculpa o recrimina las causas de la corrupción a los medios de comunicación.

Ahí se los dejo a los medios, para ver si encuentran ellos una respuesta. No me voy a pelear con ellos el día de hoy.

Pero lo cierto es que para poder enfrentar esos problemas, hay que atacar los asuntos de la impunidad en nuestro país, porque hay –como tú lo señalas— una insatisfacción con la democracia, solamente el 37 por ciento de los mexicanos confían en la democracia.

Quienes no confían o tienen poca confianza ya representan el 63 por ciento de los habitantes de nuestro país y evidentemente la crisis de representación tiene que ver particularmente con los partidos políticos, con los legisladores, con las instituciones del sistema judicial y bueno, es obvio que no confían en los partidos más mexicanos que los que no confían en la policía, que es de los datos que debemos profundizar.

Pero mucho de eso está íntimamente ligado al asunto de la impunidad y viene en el estudio: de 444 denuncias presentadas ante la Auditoría Superior de la Federación, solamente 7 fueron consignadas. El 1.5 por ciento de las denuncias ante la Auditoría Superior de la Federación que fueron consignadas, en 8 no se ejerció ninguna acción penal.

El trámite se encuentra en 421 y la verdad es que efectivamente es obvio que en el ámbito de la función pública este es un indicador de impunidad profundo.

Igual en materia de impartición de justicia: de 33 millones de delitos cometidos, viene el dato en el estudio, solamente son denunciados un millón 681 mil, con una cifra negra del 95 por ciento de los delitos cometidos y sólo se castigan de un millón 681 mil delitos denunciados, el 6.5 por ciento; 108 mil de un millón 681 mil, lo que nos da un porcentaje de 99 por ciento de impunidad en la comisión de delitos en el país.

Y no solamente en el ámbito de los delitos menores. Aquí me llama mucho la atención cómo en donde han prosperado más las denuncias y son sancionadas, pues son los delitos de propiedad intelectual, que están vinculados con los sectores de mayores recursos que tienen para llevar adelante un proceso.

Y los que menos porcentaje tienen de averiguaciones previas, que acaban con ingreso a la cárcel, son los delitos cometidos por servidores públicos, el 2 por ciento, por los cometidos por la delincuencia organizada, el 10 por ciento, y los cometidos por secuestro, que es el 11 por ciento.

Ahí hay un concepto de migración que no me gusta y creo que no debe marcarse como un delito la migración, porque la migración no es un delito.

Nada más fue un comentario, pero evidentemente aquí de manera muy nítida se nos demuestra cómo hay una impunidad, no solamente en datos de la Auditoría Superior de la Federación, donde solamente 7 de 444 denuncias han sido consignadas, sino solamente el 2 por ciento de los delitos cometidos por servidores públicos son sancionados.

Y hay un dato muy duro en el estudio, que es la comparación de los procesos seguidos contra gobernadores que han sido denunciados en nuestro país, respecto a los que fueron denunciados en los Estados Unidos, en donde en México se acusó a 41 gobernadores, se investigaron solamente 16 casos y se detuvieron a 4. Mientras en Estados Unidos se acusó a 9 gobernadores, se investigaron los 9 casos, y los 9 casos fueron detenidos.

No nos vayamos a hacer una apología de los Estados Unidos, pero sí es lamentable que de 41 casos de denuncias a gobernadores, se hayan detenido o no, solamente se investigaron 16, no hubo ni siquiera la voluntad de hacer una investigación al respecto.

Es muy interesante el análisis que se hace en el estudio de los costos sociales en materia de bienestar, el impacto en el ingreso de las familias, es de 14 por ciento de pagos extraoficiales, en un país donde el 33 por ciento de sus habitantes percibe el salario mínimo como su ingreso básico.

Y al mismo tiempo son datos muy interesantes del nivel que ocupamos en la percepción de la corrupción en el ámbito internacional, pero yo quisiera referirme básicamente a dos cuestiones finalmente: uno el asunto de la extensión, respecto a la percepción de la corrupción, en donde ya la gente lo tiene muy claro, es un problema serio, es un problema que representa el 93 por ciento de los ciudadanos, con una frecuencia del 88 por ciento y donde se considera que en los últimos dos años la corrupción incrementó mucho o poco, en 71 por ciento.

Yo creo que no solamente no vamos en la ruta de resolver el problema en términos, no de la percepción social sino también de la acción institucional, sino que también se han venido dilapidando muchos de los recursos.

Y un dato que también llama mucho la atención es cómo el 44 por ciento de las empresas en México reconoció haber pagado un soborno. Que no es un asunto menor el reconocimiento y que no tiene que ver con el porcentaje que implica el 96 por ciento de las causas por las cuales las empresas dicen que incurrieron en el pago de un soborno, como es: agilizar trámites, obtener licencias o impedir un abuso de autoridad, sino cómo el 27 por ciento reconoce que fueron sobornos fundamentalmente para ganar contratos ganar licitaciones públicas, que es donde está el negocio fundamental.

El 27 por ciento de los sobornos están orientados particularmente en los contratos de obras públicas la adquisición de servicios a la obtención de la concesión de servicios presentados por el Estado, que son de las líneas que evidentemente tenemos que concentrarnos de cara a la legislación.

Y, particularmente, cómo se asocia este asunto de los contratos y licitaciones a que el 41 por ciento de los sobornos son fundamentalmente instituciones federales y agencias públicas, y las agencias públicas son las que otorgan las concesiones fundamentalmente o lo que son las inversiones en materia de infraestructura pública más importantes.

Yo no digo que hay que combatir todos los aspectos y todos los eslabones de la cadena de la corrupción, pero evidentemente habrá que hacerlo con mucha puntualidad y buscando eficacia, porque ya se demostró, como decías tú, desde la formación de la Secretaría de la Contraloría que no necesariamente a mayores recursos para el combate a la corrupción hay buenos resultados.

Esta gráfica es muy interesante, porque hay una relación directamente contrapuesta y ante el incremento de los recursos para combatir la corrupción y cómo recaemos en la percepción pública.

Entonces, en conclusión, y retomando las propuestas. Yo creo que efectivamente ahora que estamos ya en la fase de elaboración de –¿son cuántas?– 25 leyes que se tienen que modificar, aunque decimos la ley madre es la ley general del Sistema Nacional Anticorrupción, por supuesto que vamos a convocar, aquí hay un acompañamiento de la sociedad civil en la elección de las leyes secundarias.

Ayer tuvimos una reunión este Grupo de Trabajo y por supuesto que habrá una apertura, como lo hemos hecho en las leyes de transparencia y acceso a la información y la protección de datos personales, para que podamos llegar con una iniciativa prácticamente plural, consensada y con el aval de la sociedad civil, lo más posible, hasta donde podamos llegar.

Por supuesto que en la homologación de códigos penales para delitos de la corrupción no hay que esperar a que lo homologuen los estados. Yo creo que habrán disposiciones que se establecerán tanto en la ley general, en la ley de responsabilidades, en el Código Penal, que obligarán a que se establezcan o que tipifiquen este tipo de delitos, aunque también estamos ya en la discusión de un código general de procedimientos penales que establecería sanciones que serían mínimas en los códigos penales de los estados.

En el ámbito a nivel municipal, ese uso de herramientas digitales para reducir la discrecionalidad y trámites en ventanilla, pues ojalá tuvieran los municipios, la mayor parte de ellos recursos para poder comprar las herramientas digitales, pero habrá que diferenciar a los municipios para que aquellos que tienen la capacidad lo puedan desarrollar y lo fundamental va a ser esta idea de la persecución de oficio para los delitos de corrupción. Creo que es uno de los temas.

Si queremos atacar realmente el tema de la impunidad, la autoridad tiene que actuar, pero también hay que actuar contra las autoridades responsables de la persecución el delito, porque, ¿quién investiga o quién fiscaliza a los investigadores? Y el nivel de discrecionalidad que se demuestra en la Auditoría Superior de la Federación y en la Procuraduría General de la República no existe. Necesitamos crear instrumentos de control político y parlamentario sobre estos organismos.

Lo debe ejercer la Cámara de Diputados sobre la Auditoría Superior de la Federación, pero tiene que ser el Congreso sobre los órganos de control de la administración pública.

Hay una que me preocupa de las propuestas nada más, lo de prohibir uso de dinero en efectivo en actividades gubernamentales, no en todas, particularmente en lo que es el pago de impuestos a causantes menores, que no se les puede hacer ni un cheque ni una transacción digital, etcétera, habrá que ubicar los rangos y las áreas donde este tipo de prácticas puedan establecerse.

Va a ser de mucha utilidad y muchas gracias por la presentación el día de hoy.

SENADORA CRISTINA DÍAZ SALAZAR: Muchas gracias, senador Alejandro Encinas.

Tiene la palabra para sus comentarios la senadora Laura Rojas.

SENADORA LAURA ROJAS HERNÁNDEZ: Gracias. Muy buenos días a todos y a todas.

Muchas gracias por acompañarnos en esta presentación del libro.

Muy bienvenida, doctora Casar, como siempre al Senado de la República.

Yo voy solamente voy a ser muy breve. Yo lo primero que quisiera decir de este libro es que, en primer lugar, es muy oportuno, dada la coyuntura por la que estamos atravesando en el país y dada la coyuntura que ya comentaba usted de la próxima, de la eminente discusión sobre el desarrollo de la legislación secundaria de la reforma constitucional que crea el Sistema Nacional Anticorrupción.

Y también decir que es muy útil, porque este libro lo que hace es concentrar una serie de elementos que han estado dispersos, me parece, en el análisis del fenómeno; por ejemplo los índices. Los índices en primer lugar hay que estarlos buscando, había que estarlos buscando antes de manera separada.

La Función Pública en 2014 apenas publicó un compendio de los índices, pero antes era más complicado estarlos buscando por separado.

Lo que hace es no solamente los índices, sino también esta reflexión que hace al convertir dicho los índices en lecciones, me parece que es bastante útil para el análisis.

También quiero decir que este libro invita a la acción, porque al identificar y al explicar de manera clara las lecciones, nos pone ejemplos ya muy concretos de cómo podemos ir avanzando.

Yo quiero destacar la parte que tiene que ver con los indicadores de medición de la corrupción en el mundo.

Ya lo comentaba de manera general al principio, cómo en todos, si nos comparamos con los países del G-20, si nos comparamos con los Briks, si nos comparamos con la propia región, porque ahí en el libro hace una comparación con países de la región, si nos comparamos con cualquier otro país similar al nuestro siempre acabamos en los últimos niveles, y siempre es bueno compararnos, saber dónde estamos parados; ya sabemos claramente que estamos mal parados en este tema.

Y más allá de los índices, también me parece importante hablar de los instrumentos internacionales que México ha firmado en la materia. México ha firmado tres convenciones internacionales: la de la OEA, la de la OCDE-cohecho, la de la Convención de Mérida de Naciones Unidas, y me parece también importante. Y es una reflexión que también hace el libro cuando dice que tampoco ha ayudado realmente el combate a la corrupción en México el ser parte de estos instrumentos internacionales, aun cuando hay compromisos muy claramente definidos.

Yo creo que es importante, bajo esta premisa, incorporar a la legislación secundaria, al diseño de la legislación secundaria del sistema las tres convenciones de las que ya somos parte y de manera muy clara establecer los mecanismos en esta legislación secundaria para su cumplimiento.

Vale la pena resaltar el caso de Singapur –que se menciona muchísimo– como en los años 70 definió el combate a la corrupción como un esfuerzo para la sobrevivencia nacional, no sólo como un problema de ética pública sino de sobrevivencia nacional, y me parece que México tendría que lanzar una política similar, por lo mismo que también establece el libro, que es sumamente costosa la corrupción, claramente es un obstáculo para el desarrollo; en fin, todo lo que ya hemos comentado en este foro y en otros varios.

Sí creo que México tiene que asumir el combate a la corrupción igual que lo hizo Singapur, como un asunto de sobrevivencia nacional.

Y, finalmente, yo quisiera terminar con una invitación. Está por salir y por publicarse, espero que ya este año Naciones Unidas pueda entregarle a México el Informe sobre la Implementación de la Convención de Mérida. Es un informe que se hace de manera regular.

Y yo quisiera terminar con la invitación para que, en cuanto le entregue a México la ONU el informe podamos hacer una reunión como esta para poder analizar, el resultado del informe va a ser por supuesto un informe con retraso, mucho antes de haberse aprobado la reforma constitucional; sin embargo, creo que vale la pena saber en qué cosas vamos bien, en qué cosas vamos mal, para poder igualmente incorporar las recomendaciones que hagan en el informe a la discusión del sistema.

Gracias.

SENADORA CRISTINA DÍAZ SALAZAR: Muchas gracias, senadora Rojas.

Tiene la palabra el senador Armando Ríos Piter.

SENADOR ARMANDO RÍOS PITER: Sí, muchas gracias.

Primero que nada, me paro. Bienvenida, siempre es un honor estar contigo en reuniones de trabajo, y especialmente en este tema en el que ya te has metido y te has especializado, y tener ya este documento como un esfuerzo que articula una serie de planteamientos, la verdad es que va a ser –como mis compañeros lo han dicho– muy útil.

Es oportuno, porque el debate que viene de acuerdo a lo que constitucionalmente estamos obligados a hacer, que es que en el próximo año tengamos un marco de legislación reglamentaria que le dé verdadera “carnita” al Sistema Nacional Anticorrupción que quedó en la Constitución, sin duda alguna aparece en un buen momento.

Yo quiero tal vez plantear algunas cosas para la investigación que, sin duda alguna, tendrá que ser conjunta, que queremos hacer si tú lo apruebas, ¿no?, y obviamente con más de los compañeros que están aquí porque este es un tema que apenas está iniciando en términos de cómo aterrizarlo, aterrizarlo metodológicamente, aterrizarlo en el entendimiento de los números, de las encuestas, las percepciones. Yo creo que este documento cubre esa primera etapa.

Me quiero quedar con la pregunta que tú dejabas en tu exposición, porque yo creo que ahí es a donde viene la Constitución hacia adelante.

Tú preguntabas: “¿Cómo convencemos a todos los mexicanos de que es más costoso vivir dentro de la corrupción que fuera?”. Y yo creo que ahí es adonde está y por eso quiero decir que, siendo este libro un primer avance bueno, creo que se queda muy corto en que podamos lograr ese convencimiento.

Yo en varias ocasiones en las discusiones del Sistema Nacional Anticorrupción, usé ahí el ejemplo de Ayotzinapa como un ejemplo de corrupción. En la narrativa y en nuestra identificación colectiva el tema de Ayotzinapa no es un tema de corrupción, sí es un tema de violación de derechos humanos, es un tema, digamos, un problema terrible, pero no es un problema de corrupción en la percepción que socialmente tenemos de la corrupción, y el libro se queda precisamente en esa primera etapa.

Analiza cuánto cuesta, cuál es el costo del Producto Interno Bruto, que si son actores privados o si son públicos, pero me parece que Ayotzinapa es un tema que hay que ver en esa dualidad: en la de corrupción e impunidad, porque el servicio público encargado de cuidar a los ciudadanos fue, en representación de los policías, el que secuestró a los jóvenes, se los entregó a sicarios y los asesinaron. Ese es un acto de corrupción.

Si no logramos poner eso en esa dimensión, no como un tema judicial, no como un tema económico sino como un tema de derechos humanos el problema de la corrupción, entonces no vamos a encontrar un camino correcto que permita que la discusión legislativa, que el Sistema Nacional Anticorrupción verdaderamente tenga la profundidad que requiere como un momento en que el Estado entienda cuál es la crisis en la que se encuentra y que la convocatoria de gobierno y gobernados que se tiene que hacer cuando se hace la buena ley –así lo decían o así se le ha reconocido– cuando se da ese momento en que la ley tenga que provocar una evolución de cómo convive la ciudadanía y cómo se dan las relaciones, si no logramos poner el tema de la corrupción como un problema de derechos humanos –y tomo la cita de Laura del tema de Singapur, pero la traigo a Italia, que fue un problema de seguridad nacional– la verdad es que vamos a echarnos aquí un chorro de leyes, nos vamos a quedar en la dimensión económica, se va a hablar de la impunidad. Digamos, nos vamos a quedar en una parte todavía muy pequeña del problema que significa la corrupción.

Por eso creo que es importante tener ese ejemplo, que es un ejemplo, un estudio de caso práctico desafortunado, terrible, preocupante –como lo fue Ayotzinapa– pero que es el ejemplo de lo que después ocurrió en Chilapa –también en mi tierra– autoridades omisas permitiendo que grupos delincuenciales secuestraran y asesinaran a gente, y que es el problema de fosas clandestinas en Durango, o es el Durango que se escuche que Tamaulipas esto ocurrió con migrantes, o que en Michoacán esto exista.

Es decir, si no ponemos en esa dimensión el problema, entonces no vamos a poder tomar las decisiones y las acciones en la ley y en la transformación institucional y de relaciones sociales que existan.

Yo quiero dejarlo eso en contexto, porque en 1992 cuando Italia le entró a este tema en esa lógica, sacó a toda la clase política; toda la clase política del parlamento italiano la sacó a patadas. A algunos por ineficientes, a algunos por omisos, a algunos por negligentes, a algunos por corruptos, a algunos por involucrados, ya con la camorra, con la mafia siciliana, etcétera.

Bueno, fueron mil 200 casos los que tuvo en términos de violaciones de derechos humanos Italia; aquí tuvimos una contabilidad de 100 mil en un sexenio.

Creo que esa reflexión es importante, porque esa me parece que es la que genera una capacidad colectiva de darle una respuesta contundente.

¿Cómo convencemos a todos los mexicanos que es más costoso vivir dentro de la corrupción que fuera?

Me parece que este primer avance, siendo significativo, tendríamos que pedirle en la capacidad de la inteligencia, y sobre todo de la pasión que en este tema le ha agarrado par en par y el equipo con el que estás trabajando.

Y me parece que en ese mismo contexto hay que tener en cuenta el tema de la corrupción política, porque el documento no se mete o lo mete ahí medianamente, inclusive cuando plantea el ángulo político.

El problema de la corrupción y de la elección que acaba de pasar es la evidencia de cómo la corrupción es un problema, no de “tapaos los unos a los otros” sino que la propia dimensión de la participación política, sean independientes, sean partidos políticos, es ¿con qué dinero funciona la democracia?

Si no ponemos esa pregunta con claridad, especialmente ahora que pasó el 7 de junio, la verdad es que no le vamos a dar respuesta y la corrupción va a seguir ahí. Porque los candidatos cuando hacen campañas y tienen que movilizar a gente y tienen que enfrentar el día y tienen que tener promotores y tienen que tener promotores, y tienen que tener todas las cosas que ocurren en una campaña del presidente municipal, diputado local, diputado federal, senador, Presidente de la República, gobernador, si no lo ponemos bien sobre la mesa entonces vamos a hablar de un etéreo que no va a poner con claridad el eje de lo que es la corrupción.

Y ese es el problema no solamente de México, regular el proceso político es el gran problema que tiene cualquier país democrático.

Aquí tuvimos un proceso de democracia electoral, un gran esfuerzo de toda una generación que logró consolidar que el voto fuera libre y respetado y llevamos 15 años sin meternos a ese tema. Yo creo que el 2015 abrió la puerta el 7 de junio para la necesidad de eso.

¿Por qué lo pongo en contexto? Porque eso no está en el libro, y entonces es difícil hablar de la Casa Blanca. Si el libro no lo considera, entonces no entendemos cómo funciona este ciclo en el que un proveedor o un constructor tiene una relación política con un político –en este caso el más encumbrado, la Presidencia de la República– y precisamente por una serie de relaciones políticas previas de apoyo llega a tener la casa del Presidente de la República en una relación de contubernio.

O los “moches”, ¿por qué ocurren los “moches”? Ocurren porque los diputados quieren tener dinero, porque tal vez después quieran hacer otra cosa.

Yo creo que este planteamiento es importante dejarlo, porque si no entonces ni la parte de derechos humanos y seguridad nacional, ni la parte de corrupción política la podremos avanzar.

Lo quiero dejar aquí sembrado porque en la construcción del sistema que viene, y yo sé que ahí vamos a poder trabajar mucho juntos, yo creo que aquí lo que hay necesidad es de construir una serie de contracultura.

O sea, contestándole a Peña Nieto, que dijo que era un tema cultural, hay que construir un movimiento social de contracultura. Y no se puede quedar en el Senado de la República o en que aquí pensemos que vamos a hacer un buen marco jurídico. Yo creo que este es el tema que puede generar una gran movilización social; no una movilización social, no estoy pensando en un tema disruptivo, como luego se preocupa la gente cuando alguien de la izquierda lo plantea; no, yo creo que este es un gran movimiento ciudadano con artistas, con distintos tipos de actores que planteen el tema en la conciencia de que la ley en este momento puede ser el punto de llegada a un nuevo momento de evolución del país.

Así como se planteó cuando el voto y el voto libre y secreto fue un gran movimiento social que de distintas fuerzas políticas, de distintos actores, de distintas trincheras en los estados, etcétera, se planteó como un punto de llegada, hoy el tema del combate a la corrupción tiene que serlo porque en realidad no es –y ahí cito a Alejandro– no es el tema de la corrupción, los estudios de humor social la gente no se indigna por la corrupción, la gente se indigna por la impunidad; porque ahí donde identifica que hay un acto de corrupción, ahí donde identifica que hay un funcionario que se robó un yate y está anclado en Acapulco, ahí donde identifica que un gobernador tiene “N” cantidad de terrenos, lo que le indigna a la gente, y es lo que indican por lo menos, repito, los indicadores de humor social, es: “Oye, si lo están viendo y no están haciendo nada”.

Me parece que puesto en estos tres ángulos sin duda alguna el trabajo que podemos hacer contigo, María Amparo, obviamente con el IMCO y con varios de los camaradas que están aquí, sí podemos hacer un nuevo momento en que la ley se convierta en un punto de llegada para un nuevo momento de evolución del país.

Muchas gracias.

SENADORA CRISTINA DÍAS SALAZAR: Gracias, senador.

Escuchemos a la senadora Marcela Torres Peimbert.

SENADORA MARCELA TORRES PEIMBERT: Muy buenos días a todas y a todos.

María Amparo, un gusto tenerte aquí, de verdad. Siempre un honor escucharte.

Yo quiero empezara por es buen título que me parece del libro, que tiene un término médico “Anatomía de la corrupción”. Y usando esos términos médicos, creo que tú iniciaste tu discusión el día de hoy diciendo que había una relación íntima entre corrupción y participación ciudadana.

En esta anatomía de la corrupción creo que hay una parte omisa, omisa en el estudio, omisa como país, omisa en todo México y en todos los mexicanos, y es precisamente este diagnóstico para tener la solución a cualquier enfermedad, en este caso la corrupción, necesitamos conocer cuál es el origen y en México la participación ciudadana está en pañales.

Si nos comparamos, digo, tú dijiste: “La relación entre participación ciudadana y corrupción es siempre, a menor participación ciudadana mayor corrupción”, siempre y comprobado a nivel internacional.

Esto explicaría por qué en México hay tanta corrupción en relación inclusive a países latinoamericanos. En Brasil, 200 mil organizaciones ciudadanas, 200 mil; en Uruguay 145 mil para 12 millones de habitantes, 145 mil; en Argentina 100 mil organizaciones ciudadanas para 30 millones; en México, en el mejor de los casos 30 mil, 30 mil para 120 millones de mexicanos.

Y además, bueno, no creciendo en estos estudios en los que se hacen longitudinales, yo creo que sería muy importante publicar cómo ha crecido la sociedad civil en México.

En el año 95 había mil 400 organizaciones. Actualmente donatarias autorizadas solamente cinco mil.

De estas 30 mil que se dicen, que tengan la posibilidad de recibir un donativo, solamente cinco mil, y eso desde el año 95 ha crecido casi nada.

Seis de cada 100 mexicanos se dice que participan en alguna organización. Por ejemplo, en su asociación de colonos, sólo 8 de cada 100 mexicanos.

Setenta y tres por ciento, 73 de cada 100 jóvenes mexicanos han participado alguna vez en forma voluntaria en algo. Hace 10 años solamente 75 de cada 100; o sea, no ha aumentado en nada; no ha crecido la participación ciudadana un ápice, y eso es culpa de todos. No hay leyes que fomenten esta participación; por el contrario, los gobiernos ven como amenazante la participación de ciudadanas y ciudadanos.

En los partidos políticos, por ejemplo, pongámoslo claro y concreto, no se consulta nunca a la ciudadanía para evaluar la plataforma ni de mi partido ni en el de ninguno, porque además yo sí me he metido a ver qué hay en las páginas y en ninguno se consultan las plataformas de nadie, en ninguno se consultan los candidatos mucho menos, las formas de participar, ni siquiera a las bases de los partidos. Hay una queja enorme de las bases de los partidos de que no se les consulta para los propios candidatos de sus partidos.

La participación en México está olvidada, los políticos la ven como amenazante.

Hay un dato que es curioso. Del total de secretarías, tanto federales, como estatales, como municipales, sólo 3 por ciento dicen que tienen algún mecanismo de evaluación por parte de algún ciudadano; sólo 3 de cada 100.

Los ciudadanos son consultados cuando nos conviene, para las elecciones, entonces sí vamos a consultarlos y etcétera, se hacen encuestas y se hace todo, mientras los ciudadanos en México no participan.

Yo he trabajado en leyes tratando de incrementar, por un lado, el que haya más organizaciones ciudadanas que puedan recibir donativos privados, desde luego. Los donativos públicos en este gobierno del Presidente Peña Nieto se han reducido enormemente a través de Indesol; en los gobiernos anteriores se había incrementado algo.

Pero lo que tenemos que incrementar es en la posibilidad de recibir donativos privados entre mexicanos, que puedas dirigir un poco mejor tus impuestos y no pagarlos a un enorme fondo y con un agujero negro que es Hacienda, sino poder dirigir un poco más, que no sea sólo el 7 por ciento que viene siendo desde hace años a organizaciones ciudadanas que sí trabajan a favor de la corrupción.

Si esta cuestión estamos discutiendo si es cultural o no, necesitamos más organizaciones, fomentando en la ciudadanía la legalidad, porque si no, por más diagnósticos que tengamos no hay quién fomente esta cultura porque el gobierno no lo hace, la educación pública apenas estamos viendo si evaluamos o no y la echamos para atrás a cada minuto.

Necesitamos más ciudadanos fomentando esta cultura de la legalidad, mientras podemos seguirnos quejando y echándonos la culpa, pero necesitamos más ciudadanos, en este sentido.

Aquí en el Legislativo creo que tenemos claros y oscuros, como en todo. Tenemos claros en que en esta ley ahora de anticorrupción y de transparencia, los aquí presentes somos conscientes de cómo invitamos a las organizaciones y, bueno, nos hemos parado el cuello enormemente diciendo que invitamos a las organizaciones a que participaran con nosotros. Sin embargo, no hay, María Amparo, un mecanismo establecido en el Senado ni en la Cámara Baja de cuándo consultar, cómo consultar, por qué deben participar los ciudadanos, no puedes sacar leyes sin foros o sí, etcétera, por ese punto.

Por otro lado, la legislación en estos temas en cuanto a incrementar la participación ciudadana tampoco existe; las únicas iniciativas han sido de una servidora y nunca tienen acompañamiento, no son muy populares dentro de los –tú sí me acompañaste, sí, tú sí me acompañaste– pero bueno, somos pocas las personas que realmente estamos conscientes de esto que tú dices muy claro: “A menor participación ciudadana, mayor corrupción”.

Tenemos que legislar y que trabajar como país y como investigadores en este fenómeno de la baja participación ciudadana como condición indispensable para que se pueda abatir la corrupción, porque si no, podremos seguirnos quejando de gobernantes corruptos, de legisladores corruptos, de partidos políticos que no consultan, pero si no hay una ciudadanía, por otro lado, participante y organizaciones actuantes y fondos que puedan caer a estas organizaciones, podemos seguirnos quejando eternamente.

Muy interesante. Voy a estudiar cada uno de los renglones, me encantó, y bueno, ojalá y podamos participar todos juntos también en facilitar leyes para que haya más organizaciones, para que podamos consultar más desde el Senado y desde todas las secretarías a los ciudadanos y que haya más ciudadanos evaluando a sus gobiernos y a las obras y a las licitaciones en municipios, en estados y a nivel federal también.

Muchas gracias.

SENADORA CRISTINA DÍAZ SALAZAR: Muchas gracias, senadora Marcela Torres.

Tiene la palabra la senadora María de la Luz Beristain.

SENADORA LUZ MARÍA BERISTAIN NAVARRETE: Muchas gracias. Es un gusto estar aquí con la doctora María Amparo Casar, y que el Senado de la República tenga esta oportunidad de atender una vez más este tema.

En los últimos meses este tema ha estado en las marquesinas de la política, pero qué mejor que venga una persona que es académica, que es investigadora, a darnos datos contundentes como los que la doctora muestra aquí en su libro, que nos harán a todos nosotros hacer de esta reflexión una herramienta.

Esta libro se va a convertir en una herramienta obligada para todos nosotros a la hora de –como dice Marcela– vamos a incentivar a la ciudadanía a que esté atenta de todos estos problemas de corrupción. Pues yo creo que no solamente de que esté atenta, tenemos que generar la cultura de la denuncia. Que ahora que se usan tanto los medios de electrónicos y que la gente anda con sus camaritas grabando todo y con sus celulares grabando todo, teneos que incentivar esta cultura de la denuncia dentro del ámbito de la corrupción para que tengamos más datos duros aun y más pruebas contundentes para que nosotros desde el Legislativo promovamos que el Sistema Judicial cumpla con el hecho de tipificar como delito estas acciones de corrupción, porque por lo visto y por lo que dijo aquí la doctora y también mi compañera Cristina, está muy flaco el Sistema Político Nacional en el sentido de que no hemos logrado actuar de manera contundente en contra de los datos de corrupción que ya están denunciados, documentados. Ha faltado voluntad política, esa es la verdad.

Este tema, hablarlo desde el Senado de la República, que se reproduzca en el Canal del Congreso, nos ayuda mucho para que toda la ciudadanía, todos los legisladores, todo el Sistema Judicial de este país entiendan que este es un tema que llegó para quedarse. O sea, sí, la corrupción, siempre se ha hablado de la corrupción, pero nunca en la forma en la que esta Legislatura ha abordado el tema de la corrupción, como lo ha abordado Laura, como lo ha abordado Marcela, Armando Ríos Piter, el propio Alejandro Encinas, Cristina, que son para mi gusto los compañeros senadores que más han estado poniendo el dedo en la llaga en este tema y que no lo han soltado.

Yo hago votos para que esto se permee en todos los ámbitos de la ciudadanía, porque antes hablar de la corrupción era algo muy remoto, muy lejano. Ahora no, está aquí presente en cada momento. Y estar hoy en el Senado acompañados de una académica que además se tomó el tiempo para hacer esta investigación y reproducirlo en esta herramienta, que es este libro “México: Anatomía de la corrupción”, sin duda alguna, como dicen en Italia: “Piano, piano, si va lontano” pero sí lo vamos a lograr porque es una cuestión que ya la tenemos y que lo estamos todos los días hablando y buscando la forma de combatirla.

Casos hay muchos, no voy a hablar de los casos que toda la ciudadanía ya sabemos; más bien vamos a ver de qué forma ya no hacemos más leyes, como dice este filósofo italiano antiguo, porque aquí al inicio se dijo por mi compañera que un síntoma, tantas-tantas leyes en este sentido es un síntoma de que no hay la limpieza y la claridad que tendría que haber en este sentido.

Más bien yo creo que en lugar de más leyes, claro, tenemos que hacer las leyes secundarias con el acompañamiento de la ciudadanía, es ver de qué manera logramos que el Ejecutivo nos ayude para que se pongan en marcha distintos mecanismos anticorrupción y que toda la ciudadanía se involucre.

Así como necesitamos la Contraloría Ciudadana Social que esté siempre atenta y siempre denunciando, y vamos avanzando en este sentido.

Así es que hoy día yo celebro que estemos en este tema, porque gradualmente estoy segura que México va a transitar hacia un sistema democrático en el que la corrupción no esté tan presente como actualmente y eventualmente en un futuro llegar a erradicarla, porque hoy más que nunca, al menos desde mi partido, sentimos el dolor en Quintana Roo de que la corrupción también está imperando en los procesos electorales.

Esa oferta y demanda de “compra votos” porque “yo los vendo y tú los compras”, también es una corrupción que nos duele, nos duele porque la democracia hoy día está herida en este país cuando vemos que hay una oferta y demanda de votos.

Así es que gracias, Amparo, y gracias a todos los compañeros que no sueltan el tema para hacerlo siempre vigente.

SENADORA CRISTINA DÍAZ SALAZAR: Muchas gracias, senadora María de la Luz.

Tiene la palabra para sus comentarios la doctora Amparo Casar.

DOCTORA MARÍA AMPARO CASAR: Ya no les quito más tiempo y les agradezco que hayan estado aquí conmigo. Tomaré en cuenta las recomendaciones que me hace cada uno de los senadores y senadoras; cuestionarios y refinar las propuestas.

De Alejandro y Luz María, perfeccionar esta herramienta y ojalá y sí sirva. Creo que además se complementa con el trabajo de muchos otros compañeros, sobre todo mantenerla en la agenda pública.

Marcela, vincular más; o sea, estar conscientes de que es cierto. Así como cuando mencionaba Armando que la lucha por el voto en los años 70 y 80 que nos tocó mucho a nosotros, no a él, que no se haga, porque estaba muy chiquito, pero sí nos tocó a nosotros –no, lo veía a través de los padres y los tíos, es mi sobrino aquí Armando– pero ahora nos toca a nosotros, como decía Cristina, mantenerla todo el tiempo en la agenda pública y estar conscientes de que si no estamos ahí los ciudadanos no va a ser.

Acepto gustosa, Laura, la invitación de lo de Mérida.

Y nada más agrego una cosa y agarro una polémica con Armando. Lo que voy a agregar es, me parece muy bien lo de la contracultura, hay que hacerlo, esa es la parte ciudadana. También hay que pugnar por que la lucha anticorrupción sea una política de Estado.

Yo creo que en nuestro país solamente hay dos políticas de Estado: Una inaugurada con Luis Echeverría, que fue la política de población. Tiene todas las características de una política de Estado.

¿A qué me refiero? Porque además si lo buscan y googlean “política de Estado” no van a encontrar definiciones. Yo he ido tratando de construir una.

Tiene que ser transversal, en nuestro caso transexenal, tiene que ser apartidista, tiene que construir capacidades, tiene que ser sistemática en el tiempo y tiene que ver permanencia sistemática en el sentido que estén claros sus objetivos y mantenerlos, y permanencia.

Fíjense cuáles son. La de natalidad, digamos, o la de población, sí, en 73, y no importó si venían gobiernos panistas, priistas, ahí siguió, se construyeron las capacidades en Conapo, se transmitieron a los estados, por eso digo que es transversal a todas las secretarías, etcétera.

La otra es la inaugurada por el Banco de México, que cuando se planteó, algunos pueden estar de acuerdo, otros no, pero la idea de mantener las variables macroeconómicas en orden, etcétera, aislar la política monetaria de los vaivenes políticos me parece que es la única otra. Tendríamos que intentar hacer de la política anticorrupción una política de Estado, junto con esta idea muy interesante de la contracultura.

Y la polémica, pero no es para hacerla ahora de inmediato. Yo estoy absolutamente de acuerdo que Ayotzinapa y muchos otros problemas que leemos todos los días en los periódicos, finalmente convergen a esto de la corrupción y la impunidad. Prácticamente cualquiera.

Y si nos queremos ir un paso más atrás, sería Estado de derecho, porque cuando hablamos de corrupción hablamos de ausencia de Estado de derecho.

Pero me pregunto, Armando, que si hacemos demasiado extensivo lo de la corrupción a cualquier fenómeno de la política –y te quiero insistir– a mí me parece que en el fondo de Ayotzinapa, de Tlatlaya, de Chilapa, está corrupción, ya sea por acción o, como bien lo dices, por omisión. Digamos, la omisión sí es un delito y le podemos encontrar respaldo jurídico en las leyes que ya tenemos, pero si lo ampliamos tanto, Armando, mi pregunta es si no nos vamos a perder

Y, por ejemplo, tienes toda la razón de que en este libro la corrupción política simplemente está mencionada, no hay casos ni venía al caso estar mencionando casos particulares de corrupción.

En términos de corrupción electoral, yo les recomiendo un artículo muy bueno de Luis Carlos Ugalde en la Revista Nexos hace tres, no sé, febrero o marzo debe haber sido, enero, en donde documenta muy bien esto del dinero que está en el fondo de la corrupción electoral que no vamos a solucionar vía leyes, porque más reglamentadas que las elecciones está en chino. Simplemente los actores políticos, y digo los actores, los partidos, los candidatos, los medios, se dedican a violar la ley que ellos mismos hicieron; entonces ya no creo que sea cuestión de leyes.

Pero me pregunto si no deberían ustedes en sus discusiones un poco reducir el foco en materia de corrupción, Armando, porque si no todo es todo. Lo que pasa en este país lo podemos catalogar dentro de corrupción.

Max Kaiser, que también está aquí, de quien hablé hace un rato, está preparando un estudio muy interesante sobre tipología, taxonomía de la corrupción.

O sea, si uno no está en conflicto de intereses, si uno habla de tráfico de influencias no sabemos qué quiere decir el tráfico de influencias. Entonces, claro, no se puede armar un buen caso aun cuando lo quieras.

Yo estoy esperando que nos entregue eso, porque sí, yo sí quiero saber qué es el tráfico de influencias, qué es malversación de fondos; no están claramente definidos. Prefiero en vez de 13 que hay en el Código Penal, prefiero tres bien definidos y que me permita pescar a los pillos, que 13 en donde podamos meter también los que tú dices y que no los persigamos. Es lo que pasa con las causas de nulidad en las elecciones o la pérdida de registro en las elecciones.

¿Qué es una violación grave y sistemática para quitar el registro?

¿Cómo compruebas que compraste dinero en los medios y le vas a quitar el registro o le vas a quitar el puesto a la persona que lo obtuvo?

Precisar muy bien eso, creo que ponernos objetivos un poco más limitados, pero más viables.

Esa era la pelea que quería agarrar contigo, porque si no, no estoy a gusto, Armando.

Les agradezco mucho a todos. Les prometo que esto se va a robustecer y les adelanto también que el Instituto Mexicano de la competitividad este año saben ustedes que hace un índice bianual, bueno no bianual, cada dos años, y este va a estar dedicado a la corrupción y les voy a elevar las expectativas porque creo que va a ser un magnífico estudio; estamos trabajando todos en ello.

Muchísimas gracias y, Cristina, muchas gracias a todos ustedes por organizar –en septiembre-octubre, ¿Verdad, Romina? – sí, septiembre u octubre estará, es cada dos años, se saca el índice. El pasado fue sobre el sector energético, el anterior fue sobre los Briks; ahora el que viene va a ser sobre corrupción.

Y, a ustedes en particular, Laura, muchas gracias, Armando, Alejandro, todos ustedes que estuvieron aquí.

Muchas gracias.

SENADORA CRISTINA DÍAZ SALAZAR: Al contrario, doctora, muchísimas gracias.

Gracias por la presentación del libro “México: Anatomía de la corrupción” como un instrumento de investigación y de trabajo.

Muchísimas gracias a todos.

Es cierto, IMCO nos trae la invitación para el mes de octubre sobre una conferencia muy importante sobre corrupción. Quienes estén interesados inicia ya el registro para que lo puedan hacer con Romina.

Y, por otra parte, agradecerle mucho a María Amparo Casar que nos deje ejemplares del libro a todos los que asistimos.

Muchas gracias.

DOCTORA MARÍA AMPARO CASAR: Una cosa. Esta conferencia que mencionaba la senadora María Cristina Díaz yo no estaba todavía anunciándola, pero ya que Romina ya lo dijo, en efecto, va a ser una conferencia internacional.

Esperamos traer personajes tan importantes, como por ejemplo a quien sentó a la infanta Cristina en el banquillo de los acusados; la experiencia de Georgia; muchas experiencias de anticorrupción en Estados Unidos y así que esa también es esa parte del estudio sobre corrupción.

Estamos organizando el IMCO con el apoyo, ¿Romina, con apoyo del Banco Mundial, verdad? IMCO-Banco Mundial.

SENADORA CRISTINA DÍAZ SALAZAR: Así que los interesados empiecen a anotarse.

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